Define la educación como un proceso destinado no a la domesticación, sino a la liberación del individuo a través del desarrollo de su conciencia crítica. Se revisa la educación como práctica de la libertad, en una sociedad cerrada con una inexperiencia democrática. En la sociedad brasileña lo que predominó fue el mutismo del hombre, su no participación en la solución de los problemas comunes con el tipo de colonización que hubo en Brasil. faltó convivencia comunitaria, se vacilaba entre el poder del señor de las tierras y el poder del gobernador, del capitán mayor, cuando se hizo necesaria por la importación de la gracia política la solidaridad del hombre con su señor con el propietario de las tierras fue una solidaridad solamente aparentemente política. Aquí vemos, un problema decisivo en la fase actual del proceso brasileño: lograr el desarrollo económico, como base de la democracia del cual resulte la supresión del poder inhumano, decretado por las clases muy ricas, que oprimen a los muy pobres y hacer coincidir ese desarrollo con un proyecto autónomo de la nación brasileña. Una de las preocupaciones fundamentales de una educación para el desarrollo y la democracia debe ser; proveer al educando de los instrumentos necesarios para resistir los poderes del desarraigo, frente a una civilización industrial, que se encuentra ampliamente armada. Como para provocarlo aun cuando esté armada de medios con los cuales amplíe las condiciones existenciales del hombre. Una educación que posibilite al hombre para la discusión valiente de su problemática: de su inserción en esta problemática, que lo advierta de los peligros de su tiempo para que consciente de ellos gane la fuerza y el valor para luchar en lugar de ser arrastrado a la perdición de su propio yo, sometido a las prescripciones ajenas. Educación que lo coloque en diálogo constante con el otro; que lo predisponga a constantes revisiones a análisis críticos de sus descubrimientos, a una cierta rebeldía en el sentido más humano de la expresión, que lo identifique en fin con métodos y procesos científicos. Frente a una sociedad dinámica, en transición, no es posible admitir una educación que lleve al hombre a posiciones quietista sino aquellas que lo llevan a procurar la verdad en común. Oyendo, preguntando e investigando. Solo es posible creer en una educación que haga del hombre un ser cada vez más consciente de su transitividad críticamente o cada vez más racional, el oprimido excluido de la órbita de las decisiones que se limita cada vez más a pequeñas minorías. Es guiado por los medios de publicidad, a tal punto que en nada confía. Sino solo en aquello que oyó en la radio, en la televisión o leyó en los periódicos. De ahí su identificación con formas místicas, que explican su mundo. Su comportamiento es el del hombre que pierde dolorosamente su dirección. Es el hombre sin raíces. Para ser libre el hombre brasileño, tendría que ganar su responsabilidad social y política: viviendo esa responsabilidad, participando, ganando cada vez mayor injerencia en los destinos de la escuela de su hijo; en los destinos de su sindicato, de su empresa. A través de gremios; clubes, consejos, ganando injerencia en la vida de su barrio, de su iglesia, en la vida su comunidad rural, por la participación activa en: asociaciones, en clubes sociedades benéficos. Así el hombre brasileño, en el clima cultural de la fase de transición, va a aprender democracia. En la propia vivencia de la misma es verdad, que existe un saber que se ofrece al hombre; experimentalmente, existencialmente. Este es el saber democrático, la educación es un acto de amor. Por tanto, un acto de valor no puede temer: el debate, el análisis de la realidad, no puede huir de la discusión creadora. Bajo pena de ser una falla, tenía como punto de referencia tanto para pensar, como para evaluar su pensamiento la realidad del Brasil. Una visión europea, la conciencia de los intelectuales brasileños o al menos de la gran mayoría de aquellos que pensaban y escribían en el Brasil, tenían como punto de referencia tanto para pensar, como para evaluar la realidad del Brasil, una visión europea y después norteamericana. Generalmente pensar sobre el Brasil, era pensar sobre el Brasil desde un punto de vista no brasileño. El intelectual sufría nostalgias. Vivía una realidad imaginaria que él no podía transformar, poniendo límites a su propio mundo, enojado contra él. Sufría porque el Brasil no era idéntico a aquel mundo imaginario. En el cual vivía, sufría porque el Brasil no era Europa o EE.UU. vivía proyectando la visión europea sobre el Brasil. País atrasado, negaba al Brasil y buscaba refugio y seguridad en la erudición, sin el Brasil verdadero y cuanto más quería ser un hombre de cultura menos quería ser brasileño. La colonización en Brasil tuvo características depredadoras, lo que produjo una fuerte explotación convirtiéndola en una "empresa comercial" donde el poder de los dueños de las tierras sometía a los campesinos del lugar, otorgándoles trato de esclavos. La educación de los colonizadores pretendía mostrar a los nativos su cultura y la necesidad de aplicar un sistema educativo cultural ajeno, que mantuviera esta situación de explotación e indignidad humana, construyendo en definitiva una sociedad cerrada. Los brasileños vivían bajo condiciones de dependencia y supremacía muy marcadas, debido a que no existía el diálogo y esto alimentaba que las personas fueran sumisas y como consecuencia se adaptaban a las circunstancias establecidas por las fuerzas de poder que estaban en su momento.