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Paulo Freire

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Sociedad cerrada e inexperiencia democrática


Define la educación como un proceso destinado no a la domesticación, sino a la liberación
del individuo a través del desarrollo de su conciencia crítica. Se revisa la educación como
práctica de la libertad, en una sociedad cerrada con una inexperiencia democrática. En la
sociedad brasileña lo que predominó fue el mutismo del hombre, su no participación en la
solución de los problemas comunes con el tipo de colonización que hubo en Brasil. faltó
convivencia comunitaria, se vacilaba entre el poder del señor de las tierras y el poder del
gobernador, del capitán mayor, cuando se hizo necesaria por la importación de la gracia
política la solidaridad del hombre con su señor con el propietario de las tierras fue una
solidaridad solamente aparentemente política.
Aquí vemos, un problema decisivo en la fase actual del proceso brasileño: lograr el
desarrollo económico, como base de la democracia del cual resulte la supresión del poder
inhumano, decretado por las clases muy ricas, que oprimen a los muy pobres y hacer
coincidir ese desarrollo con un proyecto autónomo de la nación brasileña. Una de las
preocupaciones fundamentales de una educación para el desarrollo y la democracia debe
ser; proveer al educando de los instrumentos necesarios para resistir los poderes del
desarraigo, frente a una civilización industrial, que se encuentra ampliamente armada.
Como para provocarlo aun cuando esté armada de medios con los cuales amplíe las
condiciones existenciales del hombre.
Una educación que posibilite al hombre para la discusión valiente de su problemática: de
su inserción en esta problemática, que lo advierta de los peligros de su tiempo para que
consciente de ellos gane la fuerza y el valor para luchar en lugar de ser arrastrado a la
perdición de su propio yo, sometido a las prescripciones ajenas. Educación que lo coloque
en diálogo constante con el otro; que lo predisponga a constantes revisiones a análisis
críticos de sus descubrimientos, a una cierta rebeldía en el sentido más humano de la
expresión, que lo identifique en fin con métodos y procesos científicos. Frente a una
sociedad dinámica, en transición, no es posible admitir una educación que lleve al hombre a
posiciones quietista sino aquellas que lo llevan a procurar la verdad en común.
Oyendo, preguntando e investigando. Solo es posible creer en una educación que haga del
hombre un ser cada vez más consciente de su transitividad críticamente o cada vez más
racional, el oprimido excluido de la órbita de las decisiones que se limita cada vez más a
pequeñas minorías. Es guiado por los medios de publicidad, a tal punto que en nada confía.
Sino solo en aquello que oyó en la radio, en la televisión o leyó en los periódicos. De ahí su
identificación con formas místicas, que explican su mundo. Su comportamiento es el del
hombre que pierde dolorosamente su dirección. Es el hombre sin raíces. Para ser libre el
hombre brasileño, tendría que ganar su responsabilidad social y política: viviendo esa
responsabilidad, participando, ganando cada vez mayor injerencia en los destinos de la
escuela de su hijo; en los destinos de su sindicato, de su empresa. A través de gremios;
clubes, consejos, ganando injerencia en la vida de su barrio, de su iglesia, en la vida su
comunidad rural, por la participación activa en: asociaciones, en clubes sociedades
benéficos.
Así el hombre brasileño, en el clima cultural de la fase de transición, va a aprender
democracia. En la propia vivencia de la misma es verdad, que existe un saber que se ofrece
al hombre; experimentalmente, existencialmente. Este es el saber democrático, la educación
es un acto de amor. Por tanto, un acto de valor no puede temer: el debate, el análisis de la
realidad, no puede huir de la discusión creadora. Bajo pena de ser una falla, tenía como
punto de referencia tanto para pensar, como para evaluar su pensamiento la realidad del
Brasil. Una visión europea, la conciencia de los intelectuales brasileños o al menos de la
gran mayoría de aquellos que pensaban y escribían en el Brasil, tenían como punto de
referencia tanto para pensar, como para evaluar la realidad del Brasil, una visión europea y
después norteamericana. Generalmente pensar sobre el Brasil, era pensar sobre el Brasil
desde un punto de vista no brasileño.
El intelectual sufría nostalgias. Vivía una realidad imaginaria que él no podía transformar,
poniendo límites a su propio mundo, enojado contra él. Sufría porque el Brasil no era
idéntico a aquel mundo imaginario. En el cual vivía, sufría porque el Brasil no era Europa o
EE.UU. vivía proyectando la visión europea sobre el Brasil. País atrasado, negaba al Brasil
y buscaba refugio y seguridad en la erudición, sin el Brasil verdadero y cuanto más quería
ser un hombre de cultura menos quería ser brasileño.
La colonización en Brasil tuvo características depredadoras, lo que produjo una fuerte
explotación convirtiéndola en una "empresa comercial" donde el poder de los dueños de las
tierras sometía a los campesinos del lugar, otorgándoles trato de esclavos. La educación de
los colonizadores pretendía mostrar a los nativos su cultura y la necesidad de aplicar un
sistema educativo cultural ajeno, que mantuviera esta situación de explotación e indignidad
humana, construyendo en definitiva una sociedad cerrada. Los brasileños vivían bajo
condiciones de dependencia y supremacía muy marcadas, debido a que no existía el diálogo
y esto alimentaba que las personas fueran sumisas y como consecuencia se adaptaban a las
circunstancias establecidas por las fuerzas de poder que estaban en su momento.

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