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P. Pineau.

Reprimir y discriminar
La política educativa de la dictadura se basa en dos
estrategias:
1. Estrategia represiva: a cargo de los sectores más
tradicionalistas que tratan de suprimir las innovaciones
(1970 Campaña CREAR) y otras.

2. Estrategia discriminadora: sectores más


tecnocráticos, que buscan homogeneizar la escuela
pública, y fragmentar el sistema educativo.
La estrategia represiva
El período anterior se calificaba de violento, demagógico, populista,
subversivo. Se coincidía en un gran plan represivo a cargo de las FFAA.
La sociedad aceptaba esa “ pacificación por represión”, y el SE fue un
lugar privilegiado para hacerlo. La desaparición forzada castigó muy duro
a docentes, investigadores y estudiantes.
Dispositivo de control social: 1.Todo hecho social es un hecho político;
2.Todo hecho político es un hecho subversivo; 3.Todo hecho
subversivo debe ser reprimido. Por eso, todo hecho educativo, en
tanto social, debía ser reprimido
Un subversivo es opuesto al ser nacional, y a la civilización Occidental y
cristiana.
El discurso oficial adjudica a escuela y a Universidad generar el “caos
social”.
Se busca restaurar un discurso tradicionalista, católico, integrista y
oscurantista.
La estrategia represiva
La estrategia se observa en distintos documentos:
-Objetivos Pedagógicos del Nivel primario (Consejo Federal Educación
1980)
-Documento “Terrorismo en Argentina”
-Folleto “Subversión en el ámbito educativo”. M. Educación. 1977
Prohibición de libros de literatura, textos, libros infantiles. Censura en el
nivel medio y en la Universidad.
G.O’Donnell autoritarismo en dos dimensiones: micro y macro.
Micro: uniformización de las conductas: higiene, corrección, aspecto
personal, respeto al superior, clima de orden, disciplina, docente
aséptico.
Circular N° 137 Nivel M y S: regular la cotidianeidad de los estudiantes.
La estrategia discriminadora
La política educativa también tuvo un componente tecnocrático, que
buscaba una homogeneización disciplinada. Era necesario un sujeto
individualista, “dinámico” que buscara el consumo, la especulación y
siguiera al mercado.
Había que poner al SE a tono con los “ requerimientos de la época”,
modernizarlo.Se destruyó al Estado Educador mediante la
Transferencia de las escuelas (1978).
Decreto ley 21809/78 transfirió nivel inicial, primario y adultos,
esgrimiendo federalismo y respeto a la CN. Deserción del Estado
Nacional.
El Estado Nacional se corrió de su función de sostener
económicamente al SE, alentando a las Cooperadoras, las familias
y la comunidad.
Criterios excluyentes, meritocráticos y elitistas, consolidan
desigualdad. La segmentación se daba con fuerza en el pasaje de
un nivel a otro.
Meritocracia y vaciamiento
Se vaciaron los contenidos socialmente significativos y se los
enseñó en los últimos años de la escuela, solo para los que
completaban la escolaridad. También se buscó incrementar el
trabajo burocrático.
Se insistía en “premiar el esfuerzo”, enaltecer la buena
competencia”, “seleccionar a los mejores”.
La dictadura favoreció la discriminación educativa, y fortaleció
la segmentación, desarticulando la igualdad. La efectividad de
esas políticas se expuso en que fueron acompañadas por los
actores perjudicados, como docentes y padres.
P.Pineau
Paulo Freire y la educación popular
Contexto de producción: Nordeste brasileño, década del
60. La mitad de sus habitantes -15 M- eran analfabetos.
Freire retoma el sentido de la “educación liberadora” de
Medellín.
Su libro más reconocido: Pedagogía del oprimido (1970).
Hace un aporte al debate sobre la naturaleza,
significado e importancia de la educación como proyecto
político.

Hay dos Freire: el de los años 60/70, latinoamericano y


pedagogo; y el Freire del exilio, de las décadas del 80/90.
Paulo Freire y la educación popular
Método freiriano: “No basta leer que ‘Eva vio la uva’. Hay que
comprender que posición ocupa Eva en su contexto social.
Tema central: el diálogo es su doble dimensión de acción y
reflexión, articuladas entre sí. Diálogo en principio es
“encuentro”.
Diálogo modo de pronunciar la palabra: “Existir,
humanamente, es pronunciar el mundo, transformarlo .
Reconocer “universo vocabular” de los pobres: las palabras
que contienen temas y problemas con que interpretan al
mundo.
La educación liberadora debe reconocer ese universo
vocabular.
Desconocer al otro, nos lleva a su descalificación y
estigmatización.
Reconocer al otro: las diferencias se encuentran y reconocen el
máximo de “conciencia posible”.
Freire El grito manso
La lucha no se acaba, se reinventa

Convencer a los jóvenes que la realidad puede ser


transformada.
La utopía posible es trabajar para que las sociedades sean
más vivibles, más deseables para todo el mundo.
La historia no se acabó. Sigue viva y es de lucha; la
explotación no terminó, ni los hechos son irreversibles.
Educar es una práctica política, y el docente (…) debe hacer su
elección (..) y disminuir la distancia entre discurso y acción.
Hay que reinventar la forma, pero jamás dejar de pelear.
No tener vergüenza en no saber; no decir cualquier cosa por
miedo.
No silencien a los alumnos.(…). Los jóvenes quieren una
prueba de que pueden confiar en nosotros.
Hablar el mundo
La alfabetización, para la participación de las masas en lo
político, como una práctica cultural.
En una estructura de dominación el lenguaje y la experiencia
están alienados.
Las maneras de hablar y pensar el mundo, son reflejo del
pensamiento y del lenguaje propios de las sociedades
dominantes.
En la cultura del silencio, “las masas están “mudas”,
impedidas de participar creativamente en las
transformaciones sociales.
Los oprimidos, en una cultura de dominación, creen que el
lenguaje es neutral.
La inferioridad cultural y la propia ignorancia, son significados
dominantes que deben desnaturalizarse y desmitificarse.
Freire. Pedagogía de la indignación
Del derecho y del deber de cambiar el mundo

No se transforma el mundo sin sueños, sin utopía, sin


proyectos. Y esa transformación es un acto político.
La realidad es escenario de confrontaciones entre fuerzas
que luchan por el cambio y las que se oponen a él.
El pasado persiste en prolongar su presencia en perjuicio
del cambio. El cambio es difícil, pero posible, hay
condicionantes, nunca determinantes.
En contra de la desproblematización del futuro.
La educación, jamás es neutra, debe estar a favor de la
transformación del mundo, de la inserción crítica en él.
Existe el deber de no aceptar ni alentar posturas
fatalistas.
Freire. Pedagogía del oprimido
No hay diálogo sin humildad. Pronunciar el mundo, no
puede ser un acto arrogante. El arrogante se aleja del
pueblo.
Diálogo es encuentro; en ese encuentro no hay ni
ignorantes absolutos, ni sabios absolutos. No hay
diálogo, si no hay fe en los hombres. La fe es un dato a
priori, anterior al diálogo.
Diálogo es relación horizontal de confianza. No hay
confianza si no coincide el hacer y el decir.
Tampoco hay diálogo sin esperanza. La desesperanza es
una forma de negar y de huir del mundo.
La esperanza no está quieta: se mueve en la
lucha.
No hay diálogo si no hay pensar verdadero, crítico, que
vive la realidad como un proceso. Lo contrario del pensar
ingenuo.
Pedagogía del oprimido
La tarea de los oprimidos es liberarse a sí mismos y liberar- de
ese modo- a los opresores. Los oprimidos llegarán a la
liberación por el reconocimiento de luchar por ella, lucha que
será un acto de amor contra la violencia de los opresores.
La pedagogía del oprimido deberá ser elaborada con él y no
para él, y deberá tener como objeto de su reflexión la opresión
y sus causas.
Los oprimidos, sólo en la medida en que adviertan que alojan
al opresor, podrán construir una pedagogía liberadora. Al
principio los oprimidos tienen a ser opresores o subopresores,
por la contradicción en la que se forman. Su ideal es ser
hombres opresores. Asumen una postura de “adherencia” al
opresor, porque llegan a “admirarlo”
Pedagogía del oprimido
“Reconocerse” antagonistas del opresor no garantiza luchar contra esa
contradicción, porque uno de los polos (de la contradicción) pretende,
en vez de liberarse, identificarse con su contrario. El hombre nuevo, son
ellos mismos transformados en opresores. Mantienen individualismo.
Su “adherencia al opresor”, impide conciencia de sí (personal y de clase).
El campesino, al ser promovido a capataz, se convierte en opresor. Esto
ocurre porque aún no fue resuelta la situación concreta de opresión.
El miedo a la libertad los lanza a volverse opresores o a seguir
oprimidos.
Es básica la prescripción: se impone la opción de una conciencia a otra.
Los oprimidos se comportan sobre las pautas ajenas de los opresores .
Salir de la opresión
El oprimido “teme” la libertad, porque debe “llenar el vacío” con su
autonomía, su responsabilidad, sin la cual no sería libre. La libertad,
es una conquista, no una donación, y exige búsqueda permanente.
El oprimido debe generar de su ser menos la búsqueda de su ser más.
Temen la libertad; no se sienten capaces de correr el riesgo de
asumirla.
El anhelo de libertad, solo se produce con la concreción de otros
anhelos, pero el miedo los aleja de la convivencia auténtica, y sufren
una dualidad. Quieren ser, más temen ser, dudan de expulsar al opresor
que tienen dentro
Seguir prescripciones o tener opciones: liberarse es un parto doloroso
que trae al mundo un hombre nuevo, ni opresor, ni oprimido.
La lucha por la liberación
No basta reconocerse oprimido; hay que entregarse a la praxis
liberadora
El opresor se solidariza con el oprimido no con gestos
sentimentales, sino cuando los concibe como hombres concretos,
despojados de su palabra: los hombres son personas, y como
tales son libres.
Se debe transformar radicalmente la situación que genera la
opresión. La realidad, es, en sí misma domesticadora. La praxis
liberadora no es activismo ni verbalismo: es acción y reflexión.
La PdO tiene dos momentos: 1.los oprimidos descubren la
opresión y se van comprometiendo. 2. una vez supertada la
opresión la PdO pasa a ser pedagogía de los hombres en proceso
de liberación. En ambos momentos se enfrentará con la cultura de
la dominación.
La conciencia opresora
Una vez establecida la relación de opresión, está instaurada la
violencia. Los oprimidos jamás inician la acción violenta, los que
explotan la instauran.
Tampoco instauran la tiranía, el odio, la negación de los hombres,
la fuerza.
Lo opresores afirman que son los oprimidos,”esa gente”,
“salvajes”, “nativos”, los que son violentos y bárbaros.
Para los opresores, cualquier restricción a sus derechos (los que
negaban a millones de personas), les parece un acto de profunda
violencia. Es así porque la conciencia opresora es muy posesiva
(de tierras, bienes, etc) , y pretenden reducir todo a su poder de
compra; tener más y cada vez más.
Si los otros no tienen, es porque son incapaces y perezosos.
El fatalismo ante la opresión
El fatalismo a veces se confunde con docilidad, como algo propio
de un supuesto carácter nacional, que es falso.
Se atribuye el fatalismo al poder del destino, y el mundo “mágico
de la conciencia oprimida”, lo acepta.
El sufrimiento de la explotación es voluntad de Dios, porque no se
alcanza a ver claramente el “orden” que construyen los opresores.
También se explica porque el oprimido tiene una atracción por los
patrones de vida del opresor.
La conciencia colonizada, manifiesta una gran repulsión
por el colonizador, mezclada con una apasionada
atracción hacia él.
La autodesvalorización del oprimido
La autodesvalorización alcanza a los oprimidos. De tanto oír que
son incapaces, que no saben, que son indolentes, asumen su
incapacidad.
Pero cuando se altera la situación de opresión, rápidamente se
verifica una transformación en esta autodesvalorización. Cuando
toman conciencia de su opresión comienzan a salir del fatalismo, y
asumen la rebeldía.
La acción liberadora de los oprimidos, no es una donación que les
pueda hacer un líder, sino el resultado de su propia concienciación.
No es una transformación para ellos, sino con ellos.
Ese proceso solo puede darse a través de una pedagogía liberadora,
en la cual el, líder establece con los oprimidos una relación
dialógica.

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