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La poesía española a partir de 1936 (hasta 1975)

La Guerra Civil deja devastado y aislado al país en lo político, social y cultural. La cultura resulta muy
afectada porque la mayoría de los autores eran republicanos. Tras el conflicto, el grupo del 27 se
disuelve. Muerto Lorca, los demás poetas deben elegir entre el exilio interior y el exterior. El exilio
llevará a la poesía de Pedro Salinas a la nostalgia y a temas de profunda espiritualidad (El
contemplado). Rafael Alberti se abrirá a tendencias más variadas y, durante un tiempo, se centrará
en la poesía social (El poeta en la calle). Luis Cernuda expresa su nostalgia y su decepción. El
optimismo de Guillén en Cántico se convierte en un Clamor contra la miseria, la guerra y la muerte.

Años 40: Miguel Hernández, Cántico, postismo y poesía existencial


La obra de Miguel Hernández parte de la unión entre poesía pura, vanguardia, tradición popular y
clasicismo que alienta a la Generación del 27, pero pronto encuentra su propio camino literario. Es
difícil hallar en un poeta una técnica tan depurada y un sentimiento tan vehemente, arrebatado y
sincero. El rayo que no cesa es un conjunto de poemas, casi todos sonetos amorosos, muy
fuertemente influidos por los clásicos. El hombre acecha es un libro lleno de amargura, en el que se
presiente la derrota de los valores políticos y sociales que el autor defiende. En Cancionero y
romancero de ausencias, al dolor del poeta por la derrota y por la cárcel se le suma la muerte de su
primer hijo y la situación de pobreza que afrontan su mujer y su otro hijo.
Los poetas de ideología más cercana al falangismo triunfante constituyen una corriente que suele
denominarse “poesía arraigada” o formalismo, puesto que dan mucha importancia a la forma del
poema y suelen recurrir a la métrica clásica. Publican en las revistas Escorial y Garcilaso. Su poesía
aborda temas como el amor, la patria o la religión. Luis Rosales va evolucionando progresivamente
hacia el versículo y recibiendo influencias surrealistas, como vemos en La casa encendida.
A mediados de los 40 surge el grupo “Cántico”, formado por poetas como Pablo García Baena, que
intentan retomar la poesía pura y la senda de la Generación del 27. Por esas fechas un grupo de
pintores y poetas, entre los que destaca Carlos Edmundo de Ory, elabora el manifiesto del postismo,
que pretende recuperar el espíritu del surrealismo y la irracionalidad.
Frente a esta poesía, se escribirá otra, atormentada, cargada de angustia, de contenidos
existencialistas, a la que suele llamarse “desarraigada”, que aparecerá en la revista Espadaña. Su
principal iniciador es Dámaso Alonso, integrante de la Generación del 27. En Hijos de la ira la poesía
se convierte en el medio por el que el ser humano expresa su dolor. Con su léxico coloquial y
violentísimo, sus versículos violentos, sus metáforas agresivas de sabor surrealista y su forma
voluntariamente antirretórica, transmite toda la angustia del absurdo de la vida, de la maldad del
hombre, del miedo al vacío, a la soledad y a la muerte.

Años 50 y 60: poesía social y Grupo de los 50


Muchos de los poetas que comienzan escribiendo poesía existencial sienten la necesidad de dar el
paso del yo al nosotros, de sustituir las quejas ante el absurdo de la vida por la denuncia de las
injusticias sociales.
Blas de Otero se convierte en una de las voces imprescindibles de la poesía desarraigada. En Ángel
fieramente humano un Dios lejano y oscuro, al que el poeta grita en busca de consuelo, responde
con silencio, porque el sufrimiento humano le resulta indiferente. En Pido la paz y la palabra los
problemas existenciales, sin llegar a desaparecer, son sustituidos por otros asuntos: la denuncia de la
injusticia y de la ausencia de libertad, la invitación a la solidaridad, la esperanza en el ser humano
para solucionar sus propios problemas sin necesidad de Dios.
El léxico de Gabriel Celaya es especialmente vehemente, agresivo, violento. Aplica a los temas
existenciales y sociales la fuerza del surrealismo en Tranquilamente hablando.
José Hierro es un poeta tan original que resulta muy difícil de clasificar. Son muy característicos de
su poesía el verso cortado y los incesantes encabalgamientos. Inventa dos subgéneros poéticos: el
reportaje es narrativo, contiene historias cotidianas, es racional y realista; la alucinación es irracional,
sonámbula, visionaria. En Tierra sin nosotros predominan los temas existenciales; en Cuanto sé de
mí estos problemas se proyectan sobre la colectividad de los hombres y se desarrolla el tema social.
Forman el Grupo de los 50 creadores nacidos tras 1925. Ángel González en Tratado de urbanismo
mantiene el compromiso social, pero se inclina por el humor corrosivo y por la ironía, que manifiestan
el desencanto y la crítica ante el franquismo. Adora los juegos de palabras, el prosaísmo y el tono
conversacional. Representa una poesía social que no renuncia a la belleza, ni al humor, ni al
sarcasmo, que inspecciona dentro de la propia conciencia y que deja espacio a lo personal y lo
familiar. Otros autores representativos de este momento serían Carlos Barral., Goytisolo, Gil de
Biedma, Claudio Rodríguez o Francisco Brines, autores en los que predomina el afán de investigar y
ahondar en el lenguaje así como el deseo de incorporar a la lengua poética desde el coloquialismo
hasta el cultismo más exagerado.

Años 70: los Novísimos


Los Novísimos, o Generación del 70, toman su nombre de una antología de José María
Castellet: Nueve novísimos poetas españoles. Nunca formaron un grupo, aunque sí compartían la
idea de que la poesía debía buscar la creatividad y la originalidad, y alejarse del tono conversacional,
que derivó en falta de calidad y técnica. Ven con desconfianza la poesía de posguerra y se remontan
a otras tendencias anteriores para usarlas como modelo. A menudo emplean su poesía para hablar
de la poesía (metapoesía). Reciben influencia de la música rock y pop, del cómic, del cine... En sus
versos, Pere Gimferrer, Ana María Moix o Leopoldo María Panero, o el cartagenero José Mª Álvarez,
exhiben sus conocimientos culturales.

Poesía de la Democracia
En los años 80 y 90 surgen tantas líneas poéticas que resulta imposible cuantificarlas o clasificar en
ellas a los distintos autores que, además, suelen resistirse a ser encasillados bajo un rótulo. Se sigue
cultivando la poesía vanguardista y ha aparecido una tendencia neosurrealista. Los autores de la
poesía de la experiencia, como Luis Alberto de Cuenca y Ana Rosseti, buscan la esencia poética en
la vida cotidiana, en la anécdota personal y en la experiencia íntima. Emplean un lenguaje sencillo,
con algún toque culto, a veces para crear humor. Los temas son urbanos y próximos: los bares, las
relaciones con los amigos, la experiencia de leer un libro o de ver una película. Poetas como Jorge
Riechmann escriben poesía de la conciencia. Expresan un fuerte compromiso ideológico, consideran
el mundo actual inhabitable y estiman que la poesía debe constituir el arma para cambiarlo. El poeta
debe permanecer vigilante ante los problemas asociados al neoliberalismo y la obsesión por el
consumo. Hay una constante preocupación por el dolor ajeno, por la ecología y por la enajenación
del hombre moderno.

Conclusión
La Guerra Civil y la Dictadura franquista abortan una de nuestras generaciones poéticas más
prometedoras, la del 27, y condenan a España al aislamiento. La poesía se concentra en la expresión
de inquietudes existenciales y sociales y descuida la técnica. La llegada de la Democracia supone la
apertura a la influencia exterior y la aparición de una enorme var

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