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Análisis

D. Martyn Lloyd-Jones (1899-1981)


“Pablo … a todos los que estáis en Roma, amados de Dios,
llamados a ser santos” – Romanos 1:1,7

Tú recordarás que el pasado viernes por la tarde empezamos


con una introducción general a esta gran Epístola a los Romanos
considerando varias razones por qué deberíamos estar
familiarizados con ella y si deberíamos llegar al nivel propuesto por
Mar n Lutero, a saber, que deberíamos aprenderla versículo por
versículo y conocerla tan profundamente que pudiéramos aplicarla
siempre. Bueno, haciendo eso llegamos al punto en el cual
consideramos algo general acerca del hombre que escribió la
carta, el Apóstol Pablo. Ahora, el siguiente punto que ciertamente
debemos mirar en una forma introductoria general es: las
personas a las que él escribe la carta. Y la respuesta es, por
supuesto, como él nos dice aquí en el sép mo versículo del primer
capítulo; que está escrito y dirigido “a todos los que estáis en
Roma, amados de Dios, llamados a ser santos.”(v.7) Ahora, no me
propongo esta tarde tomar la descripción en detalle, más que
como lo hicimos en los detalles de lo que el Apóstol dice de sí
mismo como el escritor. Aún estoy dando una introducción de la
Epístola porque pienso que estas consideraciones preliminares son
de vital importancia. Así que, nos contentamos diciendo que la
carta está dirigida a todos los que están en Roma, estas personas
que son amadas por Dios, llamadas a ser santas.
¿No es esto una cosa fantás ca y maravillosa? Que la
ocasión surgió para que el Apóstol escribiera una carta a los
Cris anos en Roma que de cualquier otra parte. Aquí, en seguida
se nos recuerda de la gran maravilla del evangelio. Es muy di cil
para nosotros – y sin embargo no es tan di cil en estos días -
reconstruir la escena y recordarnos la condición del mundo
an guo. Bueno, si no estamos claros acerca de esto, todo lo que
necesitamos hacer es leer lo que el Apóstol dice en este primer
capítulo desde el versículo 18 o 19 hasta el final y obtendremos
alguna idea de cómo era la vida en este mundo, y en el Imperio
Romano en par cular, en ese empo. La más terrible imagen de
degradación moral que jamás ha sido dibujada. Ahora bien, esto
está lejos de un mundo como ese - lejos de personas que vivieron
en esa clase de atmósfera y que vivieron esa clase de vida. Está
lejos de eso - que estas personas hayan llegado a ser Cris anos, y
el Apóstol Pablo escribe su carta para ellos. Hay una sola
explicación para eso, como hay una sola explicación para el hecho
de que estemos sentados juntos en este edificio como Cris anos.
Hay una sola cosa que puede cambiar a las personas que
pertenecen a las categorías descritas en este capítulo, en santos. Y
eso es de lo que Pablo habla en el versículo 16, “porque no me
avergüenzo del evangelio”, dice, “porque es poder de Dios para
salvación”. Nada más podría haber producido Cris anos en el
Imperio Romano y en Roma, pero el evangelio puede y el
evangelio lo ha hecho, y el resultado fue que el Apóstol se describe
a sí mismo escribiendo una carta a estas personas.
¿Cómo se han conver do en Cris anos? ¿Cómo estos
Cris anos en Roma han llegado a serlo? ¿Cómo hubo jamás una
iglesia en Roma? Bueno, es muy importante hacernos esa
pregunta. La respuesta es en primer lugar nega va. La iglesia no
fue fundada en Roma por el Apóstol Pablo. Como explica en la
Epístola, nunca había estado allí. Él esperaba estar allí, pero fue
‘estorbado’ tanto que él nos dice en esta introducción, “tes go me
es Dios”, dice, “de que sin cesar hago mención de vosotros en mis
oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la
voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque
deseo veros…”(Ro 1:9-11) Pero dice que ha sido estorbando. Así
que, la iglesia no fue fundada por el Apóstol. Y de acuerdo a todos
los cálculos, el Apóstol, creo, nunca había visto a los que escribió
esta carta, alrededor del año 58 d.C. Si lees en el libro de los
Hechos de los Apóstoles, encontrarás que probablemente fue
escrita hacia el final del tercer viaje misionero de Pablo. Lee
especialmente los primeros versículos del capítulo veinte del libro
de Hechos de los Apóstoles, entonces lee el capítulo 16 de esta
Epístola y observa algunos de los nombres que menciona. Él
entrega los saludos de un hombre llamado Gayo quien vivió en
Corinto, y otros. Eso más o menos fija la carta alrededor del año 58
d.C., hacía el final de su tercer viaje misionero. Pero lo importante
es que la iglesia en Roma no fue fundada por el Apóstol Pablo.
Tampoco fue fundada por el Apóstol Pedro.
Y ahora ves por qué estoy planteando esta cues ón. “Bien”,
dice alguien, “¿cómo, tan fácilmente, solucionarás este gran
problema que ene inquietas a muchas mentes?” Bien, la
respuesta es esta. ¿Es posible que, si esta iglesia hubiera sido
fundada y establecida por el Apóstol Pedro, ninguna referencia en
absoluto se haría en relación a esto en la carta? No solo eso,
tenemos declaraciones específicas del Apóstol Pablo en el capítulo
15 de esta Epístola, de que nunca fue su prác ca hacer algo en la
obra de otras personas. Él dice que no fue llamado a construir
sobre el fundamento de otra persona. Él habría de ser un pionero.
Por lo tanto, es seriamente discu ble que, si el Apóstol Pedro
hubiera establecido y fundado esta iglesia, el Apóstol Pablo les
enviara esta carta. Esto era contra su prác ca, nos dice. Así que,
vemos la ausencia del nombre de Pedro - ni siquiera una remota
referencia a él en toda la carta - y esta contradicción de lo que, el
Apóstol nos dice fue su costumbre y su hábito.
Además - y esto ha sido garan zado incluso por la iglesia
Romana - no hay actualmente ninguna evidencia histórica fuera
del Nuevo Testamento de que Pedro estuvo alguna vez allí en ese
empo. Así que ahí, digo, está la evidencia y es muy importante.
Pero podemos ir más allá y decir que no hay ninguna evidencia de
que esta iglesia fue fundada por algún otro apóstol. No hay
ninguna referencia a ninguna otra persona. Y de nuevo, esto sería
una violación de las propias prác cas manifestadas por los
Apóstoles.
Muy bien, ¿cómo está iglesia a llegado a exis r? Bueno, hay
muy pocas dudas, me parece, que esto debe ser como sigue.
Hemos estado hablando en el segundo capitulo de los Hechos, en
la lista que es dada de los varios Judíos y prosélitos quienes han
llegado a la fiesta de Pentecostés en Jerusalén, en esa gran
ocasión, que algunos de ellos llegaron desde Roma. Así pues,
seguramente no necesitamos mucha imaginación para ver que
algunos de ellos fueron probablemente conver dos escuchando al
Apóstol Pedro. Ellos estaban entre los tres mil y volvieron a Roma y
esparcieron las buenas no cias. Y hablaron el mensaje y lo
demostraron en sus vidas. Eso fue probablemente parte de esto,
pero hubo otra cosa. Roma, por supuesto, fue el centro del
gobierno imperial, la metrópolis del Imperio Romano. El po de
Londres de todo el vasto esquema del gobierno y personas
estaban yendo y viniendo de diferentes partes de este
grandemente esparcido Imperio. Soldados y otros, personas
comunes. Leemos acerca de Aquila y Priscila, ellos habían llegado
allí, no habían nacido allí. Había personas viajando de acá para
allá, y los Cris anos llegaron ahí. Entonces, indudablemente por
estas dos razones estas personas habían llegado a ser Cris anos,
algunos de ellos eran Judíos y otros eran Gen les.
Bien, entonces el siguiente punto que señalaría es que la
naturaleza de la iglesia es bastante interesante. La lista de saludos
que enes en el úl mo capítulo (y es muy importante leer el
úl mo capítulo, como lo es considerar la introducción de esta
carta, porque allí volvemos a las par cularidades) encontrarás que
esta fue una iglesia mezclada. Había algunos Judíos entre ellos.
Judíos conver dos, cris anos Judíos. Algunos de ellos eran
parientes del Apóstol mismo, él hace referencia a ellos. Pero
probablemente la mayoría eran Gen les. La mayoría eran Gen les
pero algunos eran Judíos. Otra cosa muy interesante es esta, que
esa lista en el capitulo 16 indica que muchos esclavos habían
llegado a ser Cris anos. Donde quiera que veas una referencia a
estos quienes eran “los de su casa”, tú puedes entenderlo como
“sus esclavos”. Así es como ellos eran descritos, ellos pertenecían a
estos hombres (eran “de su casa”), por lo tanto, ellos eran
esclavos.
Bien, un gran número de ellos eran esclavos. La única otra
observación que haría, como esta en general, acerca de la iglesia,
es esta: tú has notado que el Apóstol dice que está escribiendo “a
todos los que están en Roma, amados de Dios.” ¿Estamos
dispuestos a hacer una observación como esta – que él no está
escribiendo a la iglesia ‘de’ Roma sino a la iglesia ‘en’ Roma? Y si
vas a través de los saludos en todas estas epístolas del Nuevo
Testamento, encontrarás que es interesante mantener la vista solo
ese punto. La forma caracterís ca de Pablo de decirlo es esta. Él
está escribiendo a la iglesia de Dios que está ‘en’ Corinto, o ‘en’
Éfeso o en cualquier parte. Él no dice a la iglesia ‘de’ Corinto, o la
iglesia ‘de’ Éfeso, o la iglesia ‘de’ Roma. Esa no es la concepción del
Nuevo Testamento de la iglesia en absoluto. Y esto me parece,
como le ha parecido a muchos antepasados, que no es conforme a
las Escrituras hablar de la iglesia ‘de’ cualquier parte bajo el sol,
porque siempre debemos conservar esta dis nción. La iglesia es
una reunión de Cris anos ‘en’ Londres, ‘en’ Roma, ‘en’ Corinto,
‘en’ Éfeso, ‘en’ cualquier lugar; ellos no son de ese lugar en ese
sen do. Ellos están allí pero son ciudadanos del cielo. Por
supuesto, ellos aún son ciudadanos de Roma, Corin o, etc, pero él
está enfa zando esta dis nción. No puedes explicarlo en términos
de Roma o Corinto: “A todos los que están ‘en’ Roma”. En lo que se
refiere al cuerpo, están en Roma, pero lo importante acerca de
ustedes es que han sido “llamados a ser santos.”
La otra cosa es, que generalmente encuentras que el Nuevo
Testamento habla mucho más acerca de ‘iglesias’ que de ‘iglesia’.
‘Iglesias’, “las iglesias en Galacia”, y así. Y obviamente en ese
sen do podría haber varias iglesias en Roma porque tú recuerdas,
dando sus saludos para Aquila y Priscila, él dice que también
quiere enviar sus saludos a la iglesia que está en su casa. En otras
palabras, ellos no tenían un gran edificio central, sino que los
Cris anos en Roma se reunían en las casas de uno y de otro, unos
cuantos aquí y otros allá. Si, pero él habla acerca de ‘la iglesia en la
casa de Aquila y Priscila.’ El Nuevo Testamento, digo, habla de
‘iglesias’ más que de ‘iglesia.’ De nuevo, uno fácilmente podría
explayarse aquí, pero pienso que gran can dad de la confusión
moderna es debido al hecho de que estamos hablando mucho de
‘la iglesia’ en vez de pensar en términos de ‘iglesias’, en vez de
pensar en la reunión de los santos donde Cristo está en el medio.
Eso es lo que el Nuevo Testamento generalmente dice; ‘iglesias’
más que alguna gran iglesia. Y es una muy importante dis nción.
Bueno, dejémoslo así por ahora. La siguiente cues ón a la
que nos dirigimos es esta: Aquí está Pablo escribiendo una carta a
los Cris anos en Roma, ¿Por qué les escribió a ellos? ¿Cuál es su
razón para escribirles? Él debe haber tenido una. Bien, él nos lo
dice en el versículo 11, “porque deseo veros, para comunicaros
algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados (o
establecidos).” Esa es la razón, ellos necesitaban ser establecidos.
La conversión no es el final es el principio. Y aunque un hombre
sea profundamente conver do y nazca de nuevo, él puede estar
un estado peligroso. ¿Por qué? Bien, el Apóstol nos dice en el
úl mo capítulo; capítulo 16 en los versículos 17 y 18, escucha esto:
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan
divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis
aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no
sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con
suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.”
(Ro 16:17,18)
Cuando leo eso, casi siento que el Apóstol estaba
escribiendo a Cris anos modernos. ‘Estoy escribiéndoles a
ustedes’, dice, ‘para establecerlos.’ Hay gente que va a usar
hermosas palabras y engañosos argumentos. Ellos son tan
lisonjeros, ellos parecen muy agradables y el simple e ignorante
creyente es propenso a escucharlos, y ser llevado por cualquier
viento de doctrina. Estar conver do no es suficiente; necesitamos
ser establecidos, ser edificados. Y ciertamente esto nunca fue más
necesario que para hoy en día, y es por eso que nos corresponde
estudiar la Epístola a los Romanos. Este es un problema
persistente. Había falsos maestros – los judaizantes y otros – y
ellos estaban extraviando a la gente, y muchos cris anos estaban
perdiendo su gozo. Observa a los Gálatas, por ejemplo. Ellos
parecían haber perdido casi todo por escuchar a estos otros
maestros.
Y la misma cosa está pasando en el día de hoy. No hay una
enseñanza más falsa hoy, como la que sugiere que ‘no importa lo
que enseñes.’ Aquí estaba especialmente la doctrina incorrecta,
pero hoy la tendencia es a decir que ‘la doctrina no importa en lo
absoluto’, y que mientras un hombre tenga algún po de
experiencia, esta no importa. Ellos dicen: “Desde luego podemos
ser ecuménicos en el evangelismo de cualquier forma.” En otras
palabras, “ofrecemos Cristo a la gente.” Pero pregunto, ¿Quién es
ese Cristo? ¿Cómo es Él? “Ah, pero”, ellos dicen, “ahora estás
causando divisiones; no debes hacer esas preguntas. Lo que
hacemos es conver r a la gente primero, y entonces podemos
considerar enseñarles.” ¡No! Debemos estar seguros de que ellos
están bien establecidos, que están en el fundamento correcto,
porque “nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto”(1Co 3:11). Hay una falsa enseñanza allá afuera, y por lo
tanto nos corresponde estudiar esta Epístola para que podamos
ser establecidos.
Tú sabes, muchos de estos Cris anos Romanos, y otros,
eventualmente murieron por lo que creían y por su fe, ellos fueron
arrojados a los leones en la arena, sus casas fueron quemadas,
ellos fueron objeto de las más crueles injus cias, y sin embargo,
estuvieron de pie como hombres. ¿Por qué? Ellos sabían, no solo
en ‘quién’ creían sino también ‘qué’ creían. Ellos estuvieron tan
bien cimentados en la fe que se mantuvieron como rocas. He
estado hablando de los reformadores protestantes y los már res,
La mer y Ridley, y el resto. ¿Qué fue lo que llevó a esos hombres a
la hoguera? Solo hay una respuesta, ellos sabían lo que habían
creído. Tú sabes, algunos de esos hombres murieron por la
doctrina de la jus ficación solo por fe. A la iglesia Católica Romana
no le gustaba eso y ellos dijeron, “si tú vas a andar diciendo que un
hombre es jus ficado solo por la fe, te quemaremos en la
hoguera.” Así que ellos fueron a la hoguera y ardieron felizmente.
Pero me pregunto si muchos Cris anos modernos están
preparados para hacer eso, y estoy hablando, lamentablemente,
no solo de los liberales y los modernistas sino de los evangélicos
con esta terrible tendencia, que está filtrándose entre nosotros, de
decir que no importan estas cosas. Los már res son hombres que
saben lo que creen. Ellos comprendieron, digo, que esta doctrina
de la jus ficación solo por fe es tan vital y de tanta importancia
que no se rendirían a ningún precio, incluso al precio de sus
propias vidas. De la misma forma, en este tema de la Cena del
Señor, Ridley y Cranmer en par cular, estuvieron firmes en eso.
Ellos dijeron: “No recibes gracia cuando comes ese pan que está
bajo el proceso de la transubstanciación. Es una men ra”, dijeron,
“no transmite gracia en ese sen do mecánico.” Ellos fueron a la
hoguera por eso. Ves, ¡cuán importante es conocer la doctrina! Y
qué contrario a las Escrituras es decir que no importa mucho lo
que creas mientras te llames a mismo un Cris ano en general, y
que no debes sostener estas cosas y decir que son absolutos.
Mientras un hombre piense que es Cris ano, bien, vamos a
trabajar con él y que ‘Dios le bendiga’. Esa no es la enseñanza de la
Epístola a los Romanos. Hombres, digo, creyendo en esta Epístola
han muerto por ella. ¡Oh! Quiera Dios traer esta verdad a
nosotros, para que estemos preparados también para defenderla.
No pienso que haya mucho peligro de ir a la hoguera, estamos
viviendo en una era que dice que no importa lo que creas. Y sin
embargo, no necesitamos mucha imaginación para ver que bien
podríamos ser objeto de persecución. No estoy seguro si esto ya
ha comenzado en ciertos círculos, y probablemente se incremente,
por lo tanto, digo, conozcamos la verdad. Lo que me lleva a mi
siguiente encabezado.
¿Cuál es la enseñanza de la Epístola? Ahora, les daré, esta
tarde, un análisis de ella y estoy haciendo esto muy
deliberadamente porque creo que es esencial verla por completo
antes que podamos entender las partes detalladas. Ahora, déjame
ilustrar a lo que me refiero, diciendo que hay muchas personas con
problemas con esta Epístola. Ellos dicen, “siempre la he
encontrado di cil, no puedo entenderla.” Y tú dices, “bien, ¿dónde
enes problemas en par cular?” “Ah bueno”, dicen, “en los
capítulos 5, 6, 7 y 8. Ese es el problema, especialmente 6, 7 y 8.”
Ahora, quiero intentar sugerirles que ellos están en problemas con
esos capítulos porque los han visto una manera fragmentada, en
lugar de tener una visión del conjunto. Sé, por supuesto, que hay
personas en problemas con el capítulo 9, y eso no es
sorprendente. Pero no estoy interesado par cularmente en ellos.
Estoy, más bien, interesado en aquellos que, me parece, van
incorrectamente en su clasificación.
Muy bien, entonces veamos esto en su conjunto.
Intentemos obtener una vista panorámica de este gran argumento.
Muchas clasificaciones han sido sugeridas y ciertamente hay una
obvia división preliminar. Los primeros once capítulos son
obviamente doctrinales, su tema es la doctrina, par cularmente
doctrina, del 1 al 11. Entonces, el resto desde el capítulo 12 al 16
es prác co – la aplicación de la doctrina que ya ha sido
establecida. Esa es una subdivisión fundamental, pero ahora, es
cuando venimos a la subdivisión de la sección uno, donde pienso
que necesitamos ser cuidadosos, y exactos en nuestras
subdivisiones. Ahora, probablemente muchos de ustedes están
familiarizados con alguna clase de clasificación como esta. La gente
dice: “Capítulos del 1 al 4, Jus ficación; capítulos del 5 al 8,
San ficación; capítulos del 9 al 11, un paréntesis tratando con el
caso par cular de los Judíos y su solución final.” Ahora, quiero
sugerirles enérgicamente que esa es una muy errónea y,
eventualmente, dañina clasificación. Y es porque muchos han
adoptado esa clasificación - que encontrarás en la Biblia Scofield,
en mayor o menor medida - que ellos han tenido dificultades en
los capítulos 5, 6, 7 y 8. Ahora, esto no está confinado a la Biblia
Scofield, muchos la han copiado de allí y se ha hecho una
clasificación bastante conocida.
Por lo tanto, les sugiero algo más como esto: En primer
lugar, tenemos en el capítulo 1 desde el versículo 1 al 15 un saludo
preliminar y la introducción general del tema. Y el tema, él nos lo
hará saber de inmediato, es este: ‘El evangelio de Dios’. Él nos
habla de esto en el primer versículo. Eso es de lo que escribirá.
Muy bien, allí está él presentándose a sí mismo, está enviando sus
saludos, etc. Él agradece a Dios por ellos, y demás, y dice, “les voy
a escribir acerca del ‘evangelio de Dios.’ Ahora bien, ¿cuál es este
evangelio de Dios? Bien, él comienza a decírnoslo en el versículo
16 del primer capítulo. Así que, te diría que desde el versículo 16
del primer capítulo hasta el final del capítulo 4, específicamente el
versículo 25 del capitulo 4, él esta empezando a elaborar este gran
tema suyo acerca del ‘evangelio de Dios’, y especialmente en
términos de la jus ficación solo por fe.
Déjame ponerlo así: las buenas no cias que él ha venido a
darles son, que Dios mismo ha establecido una forma de salvar a
los hombres a través de Jesucristo. “No me avergüenzo del
evangelio de Cristo”, dice, “porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree...”(v16) Dios está haciendo algo. Él está
haciendo esto en Cristo. Y él va a decirnos en el versículo 17 que lo
que Dios está haciendo en Cristo es que Él está dando a los
hombres la jus cia de Cristo. Así que lo que tenemos ahora es la
salvación como un regalo de Dios, quién nos da gratuitamente la
jus cia de Cristo, y no la salvación como el resultado de algún
esfuerzo humano. Eso es de lo que estará hablando, está ansioso,
está emocionado por esto. “¿De qué tengo que hablar?”, dice
Pablo. Bien, “no me avergüenzo del evangelio de Cristo porque es
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al Judío
primeramente y también al Griego. Porque en el evangelio la
jus cia de Dios se revela por fe y para fe…” “Esto es totalmente
nuevo”, dice Pablo. Son buenas no cias, son nuevas no cias. A
par r de aquí, no pensaremos en la jus cia en términos de lo que
un hombre hace, sino de una jus cia que Dios da - una jus cia que
viene de Dios en Cristo Jesús a través de la fe. Y es para cualquier
persona, Judío y Gen l, no solo para Judíos para Griegos también.
Y él sigue tocando ese gran tema. Ahora bien, eso es lo que él
estaba haciendo, digo, desde el versículo 16 del primer capítulo
hasta el final del capítulo 4.
Démosle una pequeña mirada más en detalle. En el versículo
16 y 17, como he dicho, él está declarando el gran tema; tú
observas el énfasis - poder de Dios – jus ficación de Dios – la
jus cia de Dios, no de hombres y, por fe y para fe. Y entonces la
cita: “el justo por la fe vivirá.” Allí está su gran énfasis. Bien, ahora
veámosle trabajando en ello. Su primer punto es que todo el
mundo necesita esto – que todos los hombres lo necesitan. Desde
el versículo 18 hasta el final del primer capítulo, él muestra cuánto
lo necesitan los Gen les, y lo necesitaban terriblemente. En el
segundo capítulo él muestra como los Judíos lo necesitan
igualmente, y a pesar del hecho que enen la ley. Ese es el
argumento del segundo capítulo. Entonces, en el capítulo 3 hace
algo interesante, desde los versículos 1 al 20 él se ocupa de una
objeción. Alguien le diría entonces, a la luz de eso, en la medida
que ha llegado al final del capítulo 2, “Bien entonces, realmente
estás diciendo que no hubo ningún sen do en ser Judío, y que los
Judíos nunca fueron un pueblo especial, y nunca estuvieron en una
posición especial y no hay sen do en la ley.” “No se equivoquen en
eso”, dice Pablo, y en esos primeros veinte versículos, él muestra la
importancia de los Judíos y el privilegio de los Judíos y lo que Dios
pretendía hacer a través de ellos, de la misma forma lo hace con la
ley. Ahí enes los primeros veinte versículos del tercer capítulo. Él
muestra, digo, la posición de los Judíos y la función de la ley.
Entonces desde el versículo 21 al 31, el final del capítulo 3, él
hace su grande y poderosa, y magnífica declaración de esta
doctrina de la jus ficación solo por fe. Él muestra cómo Dios ha
hecho esto en la forma en que lo hizo debido a su propio carácter
– para que pueda ‘ser justo y el que jus fica al que cree en Jesús.’
No solo es que no hay otra manera de salvar a los hombres – Dios
lo hizo de esta manera porque es la única manera que es
consonante y consistente con su propia san dad y absoluta
rec tud y jus cia. Esos versículos, ciertamente cons tuyen una de
las más grandes y nobles declaraciones en toda la Escritura. Es el
pasaje clásico acerca de la jus ficación solo por fe, y también de la
doctrina de la expiación.
Muy bien, ese es el capítulo 3. Pues bien, pasas al capítulo 4,
¿Qué está haciendo allí? Bien, él hace aquí de nuevo otra cosa
tremenda. Él prueba en el capítulo 4 que esa ha sido siempre la
forma de Dios de tratar con el hombre, que Dios siempre ha
tratado con el hombre y lo ha bendecido en términos de la ‘fe’. Y él
prueba esto, por supuesto, con el notable caso de Abraham, y
también trae una cita uno de los salmos de David, quien dice la
misma cosa. “No te asustes”, dice el Apóstol en efecto, “de esta
enseñanza de la jus ficación por fe, y por fe solamente. Ve a leer
tu An guo Testamento”, dice, “y encontrarás que Dios siempre ha
tratado con el hombre en el principio de la fe. Toma a nuestro
padre Abraham…”, y él elabora el completo argumento, que fue
todo de gracia y todo por fe. No puedes entender la historia de los
hijos de Israel desde el principio hasta el final, sin comprender el
principio de la fe. Ese es el capitulo 4, y por lo tanto, ves un
tremendamente importante capítulo, porque él prueba que no hay
un nuevo principio, por así decirlo, involucrado en este camino de
salvación en Cristo. Dios está haciendo lo mismo en general pero
ahora a través de Su hijo, en lugar de a través de personas
individuales.
Muy bien, eso nos trae al final del capitulo 4. Pero ahora,
por su puesto, llegamos a la dificultad real, en los capítulos 5 al 8, y
aquí me parece que muchos se pierden porque son tentados a
ponerlo de esta forma, tú encontrarás esto en los lugares a los que
he hecho referencia. Ellos dicen, “¿Qué tenemos aquí? Bien, en
primer lugar, Pablo elabora las siete consecuencias de la
jus ficación y entonces en el versículo 11 del capítulo 5 él se
ocupa de la doctrina de la san ficación, y con nua hasta el final
del capítulo 8.” Ahora, aquí quiero sugerirte que eso es un muy
serio malentendido de esta Epístola, si la en endo en lo absoluto.
Te sugiero que lo que el Apóstol está haciendo aquí, empezando
en el primer versículo del capítulo 5 y con nuando hasta el final
del capítulo 8, es más bien esto: él está mostrando y demostrando
y afirmando la absoluta certeza, plenitud y firmeza de esta gran
salvación. Él está dándonos una imagen de la total y absoluta
seguridad del Cris ano. Ese es el tema, no un tema secundario
como la san ficación, es mucho más grande. Él esta interesado
ahora en mostrar que este camino de salvación en Cristo por fe, es
uno que se ocupa por completo del futuro del Cris ano desde el
principio hasta el final. Y de hecho, va mas allá, es la forma en que
Dios está llevando todos sus propósitos a cabo en relación a todo
el mundo. La doctrina aquí es seguridad: La firmeza, la plenitud, la
absoluta certeza del Cris ano.
Ahora, déjame mostrarte como él hace esto. Me parece que
realmente hace esto en el segundo versículo del quinto capítulo.
Tú ves, en primer lugar, como es su costumbre, él resume lo que
ha estado diciendo: “Jus ficados, pues, por la fe, tenemos paz para
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien
también tenemos entrar por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”(Ro
5:1-2) Esa es la glorificación. Ese es el fin. Eso es lo defini vo. Eso
es, por lo tanto, de lo que él se ocupará.
Ese es el asunto que estará tratando y analizaría los cuatro
capítulos: 5, 6, 7 y 8 de esta forma. El cris ano, en esta salvación,
está en una posición de absoluta seguridad. ¿Por qué? Él ene tres
respuestas a la pregunta. En primer lugar, él está seguro porque es
obra ‘de’ Dios, no es ‘su’ obra, es obra de Dios. Él con nua
enfa zando esto. Es Dios quien tuvo misericordia de nosotros y
“cuando aún éramos débiles”, y así. “Mas Dios muestra su amor
para con nosotros … Pues mucho más, estando ya jus ficados en
su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”
etc. Es la acción de Dios y porque es la acción de Dios no puede ser
frustrada. Pero en segundo lugar, estamos absolutamente seguros
por la forma en la que Dios hace esto y es porque Él nos incorpora
a Cristo y nos une a Cristo. El segundo mo vo de mi seguridad es
mi unión con Cristo. Y el tercer mo vo de seguridad, dice, es
porque como resultado de mi unión con Cristo el Espíritu Santo
está en mi, y está obrando en mi poderosamente. Ese es mi
análisis en general de la enseñanza de los cuatro capítulos.
Déjame ponértelo en par cular, en los primeros 10
versículos del capítulo 5, el Apóstol expresa esto en general. Él está
introduciendo sus tres temas. Tú encontrarás los tres temas, que
he mencionado, allí en los primeros 10 o 11 versículos. Entonces,
desde el versículo 11 hasta el final del capítulo 5, él trata
especialmente con la doctrina de nuestra unión con Cristo. Tú
recuerdas qué maravilloso argumento – cómo todos estábamos en
Adán, pero ahora estamos en Cristo. ¡El contraste! Esta es la
gloriosa declaración de la doctrina de nuestra unión con Cristo. Y
sin embargo, tú ves, estas otras clasificaciones dicen que en ese
punto Pablo introduce la doctrina de la san ficación. Eso no es de
lo que él está hablando, de hecho el término san ficación no es
mencionado. No, no, él está preocupado de nuestra unión con
Cristo. Él nos quiere hacer saber nuestra absoluta seguridad
porque estamos en Cristo.
Muy bien, sigamos. Capítulos 6 y 7. ¿Qué hay de ellos? Bien,
lo que él hace en el capítulo 6 y 7 es lidiar con argumentos y
objeciones y dificultades con respecto a esta enseñanza. Tú
recordarás, él introduce esto diciendo: “¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” Él
imaginó a alguien habiendo llegado al final del capítulo 5,
diciendo: “¿Pablo, de repente te has conver do en un
an nomiano? ¿No te has ‘extraviado de mismo’ y permi ste que
tu elocuencia te encaprichara? ¿No estás enseñando una doctrina
que dice, ‘muy bien, no importa lo que un hombre haga, cuanto
más pecamos más la gracia abundará? Hace, por tanto, lo que tú
quieras, tú serás salvo.” “No estoy diciendo nada de eso”, dice el
Apóstol, y en los capítulos 6 y 7 él refuta esa terrible sugerencia
empezando por decir, “Dios lo prohíba” (o “en ninguna manera”)
Dios prohíba que alguien malinterprete tanto mi doctrina.
Bueno, ¿cómo hace esto? Bien, él lo hace de esta forma: en
el capítulo 6 él trata con esto en una manera muy prác ca, en
relación a nuestra vida diaria y nuestra caída en pecado. Es como
si imaginara a alguien diciendo, “Mira Pablo, tú has sobrepintado
el cuadro. El hecho es que los hombres aún caen en pecado, y tú
no les estás diciendo como vivir de acuerdo a la ley para que ellos
puedan vencer el pecado.” “La respuesta”, dice Pablo, “es que
estamos unidos a Cristo. Hemos sido crucificados con Él, hemos
muerto con Él, hemos sido enterrados con Él, hemos resucitado
con Él. Ya no estamos en Adán, estamos en Cristo, y en Cristo
estamos absolutamente seguros.” “Pero ¿por qué pecamos?”, dice
alguien. “El pecado”, dice el Apóstol, “permanece en el cuerpo en
nuestros miembros mortales, y”, dice el Apóstol, “la forma de
lidiar con ese problema es comprender tu posición en Cristo, y
considerarte a mismo como muerto al pecado, pero vivo para
Dios” y él explica esto en detalle. Pero, ese es el argumento
general del capítulo 6. Él se está absolviendo a sí mismo del cargo
de an nomianismo, él está explicando cómo el pecado aún
permanece en el creyente, y muestra cómo esto, solo por el
entendimiento de la verdad acerca de nosotros mismos en unión
con Cristo, lo vencemos.
Entonces, en el sép mo capítulo se ocupa de esto en
términos de la ley. Algunas de estas personas tenían la idea de
que, aunque puedas haber creído el evangelio, tú aún, por así
decirlo, con núas salvándote a mismo por la obediencia a la ley.
El Apóstol aborda ese asunto en el capítulo 7 y dice, “Mira, tú
debes dejar de pensar en la ley por completo, tú has muerto a la
ley. Como una mujer que estaba casada con un hombre, es libre
cuando su marido muere, tú estás absolutamente libre de la ley en
ese sen do. No pienses más en esos términos.” No solo eso, él va
a decirles, ‘la ley nunca podría salvar al hombre, y nunca puede´.
¿Por qué? Por la profundidad y el poder del pecado. Y ese es el
argumento de la segunda mitad del sép mo capítulo; en la
primera mitad él nos muestra nuestra libertad de la ley como
aquella que puede condenarnos, y en la segunda mitad él dice, si
yo fuera a confiar en mi propio cumplimiento de la ley para
deshacerme del pecado, estoy condenado al fracaso.
Y él elabora esto, tú recuerdas, en esa manera intensamente
personal. No hay ves gio de una sugerencia de que haya pasado
por algunas etapas; él no está pensando en etapas. Él no está
pensando en ir del capítulo 7 al capítulo 8. Él está mostrando el
propósito eterno de Dios, y su absoluta certeza y seguridad, y que
nada puede detenerlo. Él está explicando por qué aún tenemos el
problema del pecado, y que nunca podemos deshacernos de eso
en términos de nuestros propios esfuerzos, pero lo que nos
liberará es nuestra relación con el Señor Jesucristo. Entonces, él
termina diciendo “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor
nuestro.” (Ro 7:25) No es que como Cris ano en primer lugar
intento hacer esto por mí mismo y entonces, solo después, decido
mirar a Cristo e ir a Él por fe. Eso no es lo que el Apóstol está
diciendo. Lo que está diciendo es esto: “Mira, lo que está
salvándote, y te salvará y finalmente te llevará a la gloria es que tú
estás en Cristo, cualquier otra cosa es inú l.” Es una elaboración,
otra vez, de esta gran doctrina de la unión, en esa forma par cular.
Muy bien, entonces llegamos al final del sép mo capítulo. Hemos
muerto a la ley, y de esta forma Cristo está obrando en nosotros
poderosamente.
¿Cómo lo hace? Ese es el tema del capítulo 8. Tú ves, no hay
un desfase allí, no hay contradicción, es solo una con nuación de
exactamente el mismo tema. Él está mostrando esta absoluta
certeza. Entonces, lo que hace es esto. Tú ves, en los primeros 4
versículos del capítulo 8, él resume el punto al que ha llegado.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús...” Seamos claros acerca de eso. Que estamos a salvo.
La ley nunca podría haber hecho esto porque era débil por la
carne, y nunca tuvo la intención de hacerlo. Lo que está obrando,
es está nueva ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Esto es
porque estamos en Cristo y estamos recibiendo vida de Él. Él está
obrando en nosotros, estamos completamente cubiertos por
nuestra relación con Él. ¿Cómo Él hace esto en nosotros? Bien, en
par cular, dice Pablo – y este es el tema principal del capítulo 8 - Él
hace esto a través del Espíritu Santo que está en nosotros.
Ahora ese era, les dije, el tercer tema y él lo explica así. El
Espíritu Santo, nos dice Pablo en los versículos 5 al 9, nos da una
nueva mente. En los versículos 10 y 11 nos dice que el Espíritu
Santo incluso resucitará nuestros cuerpos mortales, y por lo tanto
liberará incluso el cuerpo del pecado, así como el espíritu ya está
libre del pecado. En los versículos 12 y 13 él nos dice que mientras
aún estamos aquí, el Espíritu Santo nos capacitará para mor ficar
las obras de la carne, y que tenemos que hacerlo. El pecado no se
enseñoreará de nosotros. Mor ficamos las obras de la carne, tú
recuerdas, por el Espíritu Santo y a través del Espíritu. En los
versículos 14 al 17, él nos dice que el Espíritu lo hace dándonos
seguridad y dándonos el Espíritu de adopción. En los versículos 18
al 25 lo hace dándonos una gran vista del grandioso propósito final
de Dios. En los versículos 26 y 27 él nos muestra cómo el Espíritu
Santo nos ayuda a orar. Tú ves la idea, esto está completo en
Cristo, pero aún estamos en la erra. ¿Dónde está mi seguridad?
‘Ahí’ está mi seguridad. Estoy en Cristo, sí, pero el pecado aún está
en mi cuerpo. ¿Qué puedo hacer con esto? Bien, Cristo me llena
con Su Espíritu, y el Espíritu me capacita para obrar en ello.
“Ocupaos en vuestra salvación”, en otras palabras, “con temor y
temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad.” (Fil 2:12)
Entonces, por supuesto desde el versículo 28 hasta el final
del capítulo, él solo resume todo otra vez. Ha hecho sus
afirmaciones detalladas, él ha trabajado a lo largo de estas tres
líneas, y ahora lo resume poniéndolo en forma de estos poderosos
desa os. “Y sabemos”, él dice, “que a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien…”, y entonces con núa diciendo cosas
como esta, “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no esca mó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?” Él ya había dicho eso en el
capítulo 5, “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con
Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados,
seremos salvos por su vida.” (Ro 5:10) ¡Seguridad! ¡Certeza! Y
entonces él, por decirlo así, se deja llevar por estas tremendas
preguntas y desa os: “¿Quién es el que nos puede condenar?”,
dice, “Dios no, porque Él es el que jus fica. Cristo no lo hará, Él es
el que ha muerto por nosotros. ¿Hay alguien allí en algún lugar?
¡No! Toda voz es silenciada. ¿Puede el hombre hacerlo? ¿Puede la
persecución? No, nada puede hacerlo. Y entonces el gran clímax:
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó.” (Ro 8:37) Nadie puede robarme
esta salvación. Estoy absolutamente seguro. “Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida … ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro.”(v39)
¿No ves que el tema principal de los capítulos 5, 6, 7, y 8 es
seguridad, que aquí en Cristo, jus ficado por esta gracia
gratuitamente, mi final es seguro? “A los que llamó, a estos
también jus ficó; y a los que jus ficó, a estos también glorificó.”
Toda la historia. Y entonces en los capítulos 9, 10 y 11 él muestra
cómo todo esto, lejos de contradecir lo que Dios ha hecho
previamente con los Judíos, es realmente una confirmación de
esto si solo en endes el propósito de Dios. Esta es una parte
esencial de su argumento. Dios no se ha contradicho a Si mismo; Él
aún está haciendo la misma cosa. Él escogió personas en el
pasado, Él escogió a los Judíos para empezar, y luego al resto, las
otras naciones, y Él aún sigue haciendo esto. Esta es la doctrina del
remanente. La obra de Dios, tú ves, ¡la salvación de Dios! ¡Dios
obrando! Y Él seguirá obrando hasta que la plenitud de los Gen les
esté dentro, y todo Israel sea salvo, y la iglesia esté completa. Y
entonces, haciendo esto, Pablo se de ene y dice, “¿Qué diremos a
esto?” – “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la
ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables”, dice, “sus caminos!” Ningún hombre puede
escudriñar Sus pensamientos, y nadie jamás ha ayudado o
aconsejado a Dios. Todo es de Dios. “Porque de Él, y por Él, y para
Él, son todas las cosas. A Él - y solo a Él - sea la gloria por los
siglos.” (Ro 11:36) Los már res protestantes, ¿Por qué murieron?
Aquí estaba su gran ‘eslogan’, si quieres. Esto fue lo que pusieron
en sus banderas: ¡SOLI DEO GLORIA! Solo Dios debe ser
glorificado, y si tu visión de la salvación, en cualquier aspecto, no
le da toda la gloria a Dios, no la has entendido de manera
apropiada. ¡Soli Deo Gloria! Para Él, por Él, y de Él son todas las
cosas: A Él sea la gloria por los siglos. Amén.
Oh, Señor nuestro Dios, nos humillamos delante de Ti. Que
podamos atribuir a Ti y solo a Ti, toda la alabanza y el honor y la
gloria. Oh Dios, ayúdanos a todos a ver que toda vanagloria es
removida, que no tenemos nada en lo que gloriarnos, excepto en
la cruz del Señor Jesucristo y Su maravillosa y extraordinaria gracia.
Oh, recibe nuestra humilde e indigna alabanza. Y guíanos y trata
con nosotros y llénanos con tu Espíritu. Que podamos vivir para tu
gloria, con nuestros labios, con nuestras vidas, y si es necesario
incluso al dar nuestras vidas por tan gran Nombre y tan
maravillosa gloria. Bendecimos Tu Nombre por la seguridad de
todo esto, porque es tuyo, y es Tu obra y es Tu camino. Oh Dios
danos, oramos a Ti, un aún más profundo y gran entendimiento,
que podamos regocijarnos en esto como deberíamos. Y ahora, a
aquel que es poderoso para guardarnos sin caída, y presentarnos
sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio
Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, dominio y poder,
ahora y durante el resto de esta corta e incierta vida y
peregrinación terrenal, por siempre y siempre. Amén.

Puedes encontrar este sermón en video sub tulado en: Análisis -


Martyn Lloyd-Jones

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