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Capítulo 9

Marción

Marción y su enseñanza

Marción es la primera persona que nosotros sepamos que publicó una


colección definida de lo que podríamos denominar libros del Nuevo Tes-
tamento. Quizá otros lo hubieran hecho anteriormente; si es así, no tene-
mos conocimiento de ellos. Rechazó el Antiguo Testamento diciendo que
carecía de importancia o autoridad para los cristianos; su colección tenía el
propósito, por tanto, de ser una Biblia completa.
Marción nació alrededor del año 100 en Sínope, un puerto maríti-
mo de la costa del Mar Negro en Asia Menor. Su padre era un dirigente de la
iglesia de aquella ciudad y Marción fue educado en la fe apostólica. De todos
los apóstoles, el único que le interesaba era Pablo, de quien se convirtió en
devoto apasionado, llegando finalmente a la conclusión de que era el único
apóstol que había conservado la enseñanza deJesús de forma pura. Abrazó
con inteligencia y ardor el evangelio de Pablo de la justificación por la gracia
divina aparte de las obras de la ley. Adolf von Harnack en realidad no exage-
raba cuando dijo que Marción fue el único hombre de la iglesia primitiva que com-
prendió a Pablo, pero tuvo que añadir: aunque, al entenderlo, lo malinetrpretó,1 El
rechazo de Pablo a admitir en el mensaje de salvación cualquier elemento
que tuviera que ver con guardar la ley fue interpretado por Marción como
que el evangelio había superado no sólo toda la ley del Antiguo Testamento,

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sino el Antiguo Testamento mismo. Creía que el evangelio era una enseñan-
za totalmente nueva traída a la tierra por Cristo. La Ley y los Profetas no
habían sido una preparación para él, y si en algunos pasajes de la correspon-
dencia de Pablo se sugería que sí, aquellos pasajes debían de ser una interpo-
lación hecha por otros, por la clase de judaizantes contra quienes Pablo
había hablado en Gálatas y en otras cartas.2
Al parecer, Marción permaneció en comunión con la Iglesia Católica
mientras vivió en Asia Menor. Hay algunas razones para pensar que com-
partió sus ideas radicales con líderes de las iglesias de la región, como
Policarpo de Esmirna y Papías de Hierápolis, pero no le hicieron caso.3
Puede que fuera con la esperanza de encontrar una respuesta más po-
sitiva de los eclesiásticos más comprensivos de Roma como se puso en
camino a la capital del imperio a comienzos del gobierno de Antonino Pío
(quien se había convertido en emperador en el año 138 d.C.). Al llegar a
Roma hizo una generosa donación de dinero a la iglesia (se dice que era
propietario de un barco y probablemente fuera muy adinerado).4 Su inter-
pretación del evangelio y sus implicaciones eran tan evidentemente co-
rrectas en su opinión que no podía creer que no resultarían igualmente
evidentes a cualquier mente sin prejuicios. Pero los eclesiásticos romanos
se enfadaron tanto por su doctrina que no sólo la rechazaron sino que
hasta devolvieron el dinero que había entregado a la iglesia.
Marción no sólo consideraba a Pablo el único apóstol fiel de Cristo;
afirmaba que los apóstoles originales habían corrompido la enseñanza de
su Maestro con una mezcla de legalismo. No sólo rechazaba el Antiguo
Testamento; diferenciaba al Dios del Antiguo Testamento del Dios del
Nuevo. Esta distinción de dos deidades, cada una con una existencia inde-
pendiente, delata la influencia del gnosticismo en el pensamiento de Mar-
ción. El Dios que había creado el universo material, el Dios de Israel, era
-según él- un ser totalmente diferente del Padre del que había hablado
Jesús. El Padre era un Dios bueno y misericordioso de quien nadie había
oído hablar hasta que Jesús vino a revelarle. Como en la enseñanza de la
de Tertuliano Con-tra Marción, escrito aproximadamente medio siglo des-
pués, cuando hacía varias décadas que Marción había muerto. A pesar de
que el tratado de Tertuliano es hostil e insultante, los datos que expone
parecen ser fiables.
El Evangelio de Marción era una edición del Evangelio de Lucas. Se
ha especulado mucho acerca de por qué escogió el Evangelio de Lucas:
quizá en su entorno natal se había llegado a asociar de alguna forma espe-
cial con Pablo. 7 En ningún lugar menciona el nombre de Lucas en rela-
ción con él; se presenta simplemente como el Evangelio de Cristo. Su
texto fue purgado de aquellos elementos que resultaban incoherentes con
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la interpretación de Marción acerca de la verdad y que, por tanto, según


sus principios, habrían sido interpolados por escribas judaizantes. Se omi-
tió el nacimiento de Juan el Bautista, ya que implicaba una conexión entre
Jesús y algo que había ocurrido antes. El nacimiento de Jesús mismo tam-
bién se omitió: Jesús no entró en el mundo por nacimiento, sino descen-
diendo como un ser sobrenatural, así como su posterior ascensión. (A
Marción le desagradaba toda la idea de la concepción y el parto).
Es posible que el texto de Lucas que Marción utilizó como la base de
su Evangelio no fuera idéntico al texto que ha llegado hasta nosotros;
puede que se tratara de una edición anterior carente de los dos primeros
capítulos: una especie de "protoevangelio de Lucas".8 Aun así, el Evange-
lio de Marción no se puede igualar a cualquier otro "protoevangelio de
Lucas" recuperado por métodos modernos de crítica de fuentes. 9 Pero,
aunque el texto que utilizó Marción careciera de los dos primeros capítu-
los, comenzaba con Lucas 3:1: En el ano decimoquinto del imperio de Tiberio
César. . ., y ésas son las palabras con las que comienza el Evangelio de
Marción. Pero el material que sigue inmediatamente a esta nota temporal
resultaba inaceptable para él. El relato del ministerio de Juan el Bautista y
su bautismo de Jesús implica cierta continuidad entre Jesús y el antiguo
orden. Igual ocurre con la genealogía de Lucas 3:23-38, que traza la
línea de antepasados de Jesús remontándose hasta Adán pasando por
David y Abraham. El relato de la tentación (Lucas 4:1-13) representa
aJesús citan- do Deuteronomio tres veces, como si para él tuviera
autoridad (algo imposi- ble, según los principios de Marción). Igual de
imposible para Marción era la idea de queJesús, predicando en la
sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-30), hubiera afirmado que su
ministerio era cumplir la profecía del Antiguo Testamento. Así que,
tras comenzar su edición del Evangelio con la nota temporal de Lucas
3:1 (En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César... ), Marción pasa
directamente a Lucas 4:31 y continúa: DescendióJesús a Caper- naum. . .
(como si descendiera aquí o allá desde el cielo, ya como adulto.10 En
lugar de decir venga tu reino en su versión de la oración del Señor (Lu-
cas 11:2), en el Evangelio de Marción aparecía la interesante variante:Que
tu Espíritu Santo venga sobre nosotrosy nos limpie. Puede que encontrara esto en
la copia de Lucas que sirvió como base para su edición, o puede que fuera
una enmienda suya; en este último caso, es interesante descubrir que esto
encontró seguidores enla tradición textual delos cristianos "ortodoxos": es
citado por los padres de la iglesia Gregario de Niza11 y Máximo de Turín12 y
es la versión de algunos de los manuscritos griegos de los Evangelios.13 Se
omiten las palabras el añefo es mefor de Lucas 5:39 porque podrían
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interpretarse como una aprobación del orden del Antiguo Testamento. La


referencia a la madre y los hermanos de Jesús no se podía mantener en
Lucas 8:19 Qesús no pertenecía a ninguna familia humana)-y la descrip-
ción de Zaqueo como hijo de Abraham que aparece en Lucas 19:9 tenía
que desaparecer. Hay otras peculiaridades del Evangelio de Marción que
se pueden explicar con igual facilidad, pero algunas no parecen haber sur-
gido de sus presupuestos y probablemente sean una prueba de que había
un texto del siglo II que él utilizó.
El Apóstol de Marción era una edición de diez cartas de Pablo. Las tres
Epístolas Pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) no estaban incluidas: quizá
como resultado de que él mismo las hubiera excluido deliberadamente,
pero lo más probable es que la copia del corpus paulino que utilizó como
base para su edición careciera de ellas, como ocurre evidentemente en el
códice Chester Beatty de las cartas de Pablo (p46).14 Encabezando esta
obra, Marción colocó la carta a los Gálatas. Desco- nocemos si ocupaba
esta posición en alguna otra copia de las cartas de Pablo, pero ese lugar
resultaba muy apropiado para ella según la manera de pensar de
Marción, porque allí la antítesis entre Pablo y los apóstoles de Jerusalén
(tal como él interpretaba la carta) se expresaba de forma clara. Para
Marción, la carta representaba un ataque directo a los apóstoles de
Jerusalén, porque fue por su ejemplo, o al menos por sus agentes, como se
intentó captar a los convertidos gentiles de Pablo en Galacia para una
perversión judaizante del cristianismo. Los líderes de Jerusalén podían haber
alegado un acuerdo con Pablo en el encuentro descrito en Gálatas 2:1-10,
pero habían quebrantado ese acuerdo al tratar de subvertir la fe pura de las
iglesias de Galacia.
Las otras cartas estaban colocadas en orden descendente de longitud.
Las dos cartas a los Corintios se habían reunido como si se tratara de una
sola obra y lo mismo en el caso de las dos cartas a los Tesalonicenses. El
orden marcionita de las cartas de Pablo era por consiguiente: Gálatas,
Corintios (1 y 2), Romanos, Tesalonicenses (1 y 2), "Laodicenses" (que era
el nombre que Marción le dio a Efesios), Colosenses, Filipenses y File-
món. La carta a los Efesios aparece en algunas copias antiguas sin las
palabras en Éfeso de Efesios 1:1, y la copia con que contaba Marción pro-
bablemente carecería de ellas.15 ¿Cómo debía titular aquella carta, enton-
ces? Encontró la clave en Colosenses 4:16, donde Pablo da directrices
para el intercambio de su carta a los colosenses con otra enviada a Laodi-
cea. Esta carta a los laodicenses no se había podido identificar; ¿por qué
no podía a ser esta carta que carecía de evidencia interna en cuanto a sus
destinatarios?16
Marción actuó con el texto de las cartas de Pablo exactamente igual
que con el texto del Evangelio de Lucas: todo lo que parecía incoherente
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con lo que consideraba la auténtica enseñanza paulina lo interpretaba como


una corrupción textual procedente de mano ajena y era eliminado. Descu-
brió que hasta Gálatas había sufrido esta clase de corrupción en alguna
parte. La mención de Abraham como el prototipo de todos los que son
justificados por la fe (Gálatas 3:6-9) no se podía permitir, y la huella de
cualquier clase de relación entre la ley y el evangelio (como en Gála-
tas 3:15-25) era igualmente inaceptable.
La edición marcionita de Romanos carecía de las secciones 1:19 - 2:1;
3:21 -4:25; todo Romanos 9 a 11 (excepto 10:1-4y 11:33-36) y todo lo que
viene después de Romanos 14:23. La idea de la confirmación de la ley por
medio de la fe (Romanos 3:31), la aplicación de la historia de Abraham en
el capítulo 4, el esfuerzo por resolver el misterio de la incredulidad de
Israel en los capítulos 9 a 11 (concentrándose para su demostración en
textos del Antiguo Testamento) eran cosas que resultaban incompatibles
con el Evangelio de Pablo tal como Marción lo entendía. En cuanto al
capítulo 15, su sección introductoria incluye una nota general del valor
"cristiano" de las Escrituras del Antiguo Testamento (versículo 4) y una
cadena de citas destinadas a mostrar que la misión a los gentiles había sido
anunciada y validada por los escritores del Antiguo Testamento (versícu-
los 8 a 12), mientras que su párrafo final (versículos 25 a 33) da testimonio
de la preocupación de Pablo por la iglesia de Jerusalén, cosa que parecería
increíble a Marción, dada su interpretación de la relación entre Pablo y
aquella iglesia.
Parece que la edición marcionita de Romanos influyó en la historia
textual de aquella epístola más allá de las fronteras de su propia comuni-
dad. Existen todo un grupo de manuscritos y versiones de las cartas de
Pablo en las que Romanos 14:23 va seguido inmediatamente de la doxolo-
gía que aparece en nuestras ediciones de Romanos 16:25-27; esto da testi-
monio de un texto en el que la epístola concluía con el capítu-
lo 14. No parece que Marción incluyera la doxología.17 Más aún, puede
que en la edición de Romanos que utilizó faltara todo el capítulo 16, con
su larga serie de saludos personales. Si, a causa de su interés e importancia
general, esta epístola había circulado en una época primitiva entre otras
iglesias además de entre aquellas a las que se envió en primer lugar (bien
por propia iniciativa de Pablo o bien por la de otra persona), puede que los
saludos hubieran sido omitidos de la circular, ya que iban evidentemente
dirigidos a un grupo concreto de receptores.18
Un ejemplo del cambio que refleja la doctrina de Marción acerca de
Dios lo tenemos en Efesios 3:9. Allí se describe el evangelio como elmiste-
rio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas (escondido, es decir,
en la mente divina y no revelado hasta que llegara la plenitud de los tiem-
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pos). Pero para Marción, el Dios que creó todas las cosas no tenía nada que ver
con el evangelio; era un ser diferente del Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo. Así que, por medio de un cambio muy pequeño, Marción con-
siguió que este texto hiciera referencia a e/ misterio escondido desde los siglos a
Dios, que creó todas las cosas.19

Los supuestos prólogos marcionitas

A las cartas de Pablo en el Apóstol de Marción se les añadieron poste-


riormente unos prólogos de carácter suficientemente objetivo como para
que pudieran ser utilizados y reproducidos en copias "ortodoxas" del Nuevo
Testamento en latín, aunque hubieran sido originalmente compuestos por
seguidores de Marción. De hecho, más recientemente se ha señalado que,
a pesar de haberse denominado tradicionalmente prólogos "marcionitas",
no hay nada específicamente marcionita en ellos. 20 Antes de poder co-
mentarlos es preferible reproducirlos. Aquí están, en la secuencia en que
Marción colocó las cartas:

Gálatas
Los gálatas eran griegos. Recibieron por primera vez la palabra de verdad del
apósto4 pero tras su marcha fueron tentados por falsos apóstoles a retornar a la lry
y la circuncisión. El apóstol los llama de nuevo a creer en la verdad, escribiéndoles
desde Éjeso.

Corintios (1 y 2)
Los corintios eran de Ac,rya. Ellos igualmente habían escuchado la palabra de
verdad del apósto4 pero habían sido subvertidos de varias maneras por falsos após-
tolesy unos se habían apartado convencidos por la verbo"ea retórica de la filosefia
y otros por los partidarios de la lry judía. El apóstol los llama a volver a la verda-
dera sabiduría del evangelio, escribiéndoles desde Éjeso.

Romanos
Los romanos estaban en una región de Italia. Habían sido invadidos por falsos
apóstoles que utiliZfZban el nombre de nuestro Seilor Jesucristo y llevados a aceptar
la lry y los prefetas. El apóstol los !lama a volver a la verdadera fe evangélica
escribiéndoles desde Atenas.
Tesalonicenses (1 y 2)
Los tesalonicenses eran macedonios que estaban en Cristo Jesús. Habiendo recibido
la palabra de verdad perseveraron en la fe, aun bajo la persecución por parte de sus
conciudadanos; más aún, no aceptaron lo que dijeron los falsos apóstoles. El apóstol
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los elogia, escribiéndoles desde Atenas.

''Laodicenses"(= Efesios)
Los laodicenses eran de Asia. Habiendo recibido la palabra de verdad perseveraron
en la fe. El apóstol los elogia, escribiéndoles desde la prisión en Roma.

Colosenses
Los colosenses también eran, como los laodicenses, de Asia. También habían sido
invadidos por los falsos apóstoles. El apóstol no los visitó personalmente, pero los
rectificó mediante una carta. Habían escuchado la palabra de Arquipo, quien
había recibido el encargo de ministrados. Portanto, elapósto4 ahora en cadenas, les
escribe desde Éfeso.

Filipenses
Los filipenses eran macedonios. Habiendo recibido la palabra de verdad persevera-
ron en la fey no aceptaron a los falsos apóstoles. El apóstol los elogia y les escribe
desde la prisión en Roma.

Filemón
A Filemón le envía una carta personal a favor de su esclavo Onésimo. Le escribe
desde la prisión en Roma.

Estos prólogos se entienden más plenamente cuando se leen en el mis-


mo orden de las epístolas, como se disponen en el.Apóstol de Marción. Esto
en sí no demuestra su origen marcionita, porque el orden de Mar-ción posi-
blemente procediera de una edición anterior, aunque no tenemos conoci-
miento de él en una época previa.21 Pero hacen hincapié, evitando toda mención de
los contenidos verdaderamente importantes de las epístolas, en la relación de Pablo con los
receptores de la carta y si tuvo que vindicarse frente a los falsos apóstoles en ella, y usa
frases como ''la verdadera fe evangélica"y ''la palabra de verdad':22 Más aún, detectan
polémica antijudaizante en cartas donde difícilmente se puede ver. Roma-
nos, por ejemplo, es una de las cartas de Pablo menos polémicas, aunque el
prólogo diga que fue enviada a los cristianos romanos porque habían
sido engañados por falsos apóstoles que reclamaban la autoridad de
Dios y les persuadieron a someterse a la lryy los profetas. La adición de
"los profetas" a "la ley'' parece destinada a excluir los escritos del
Antiguo Testamento de cualquier parte del evangelio. Pablo niega que
sea posible justificarse por las obras de la lry (Romanos 3:20); pero,
cuando usa el término "ley" en el sentido de los escritos del Antiguo
Testamento, todos o algunos, habla de ella con el mayor de los respetos;
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y en cuanto a "la ley y los profetas" juntos, afirma que dan testimonio del
camino de justicia de Dios por medio de la fe en Cristo aparte de la lry
(Romanos 3:21, un texto omitido en la edición de Marción). Nadie salvo
un marcionita podría haber tergiversado el mensaje de Roma- nos como
lo hace este prólogo. Cuando consideramos esta colección de prólogos
en conjunto, es difícil no estar de acuerdo con la conclusión de
F.C. Burkitt: Son obra de alguien que estaba tan obsesionado con la oposición delpauli-
nismo al cristianismo judaizante como lo está Baur mismo.23 Parece que la lista de
Muratori, que examinaremos en breve,24 estaba al corriente de estos prólo-
gos,y es ciertamente posible que su in-tención fuera eefrentarse a ellos directamente con
sus propias ideas de catolicismo sano.25
Probablemente fue cuando se olvidó el origen marcionita de los prólo-
gos cuando fueron introducidos en las copias católicas de las epístolas
paulinas. En su momento fueron complementados con adiciones católi-
cas, incluyendo un nuevo prólogo a Efesios y prólogos a 2 Corintios
y 2 Tesalonicenses (que no aparedan como cartas separadas en la edición
de Marción) y a cada una de las tres epístolas pastorales.26 La extendida
idea de que Marción proporcionó a la Iglesia el precedente para establecer
un canon de los libros dd Nuevo Testamento ha sido for- mulada, entre
otros, por Hans von Campenhausen: la ideay la realidad de una Biblia
cristiana fue obra de Marción; y la Iglesia que rechazó su obra, lefos de
anticiparse a él en esto, desde un punto de vista for111al lo único que hizo fue seguir su
efentplo.27 Pero esta opinión posiblemente esté equivocada. Theodor von Zahn,
una generación antes, tenía tendencia a exagerar sus argumentos, pero en
cuanto a este punto su opinión es que Marción jo17l1ó su Biblia en oposición decla-
rada a las santas Escrituras de la Iglesia de la cual se separó;fue en oposición a su critica
por lo que la Iglesia a su vezfue consciente de su herencia de escritos apostólicos28.

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