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Republican Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología

Universidad Bicentenario de Aragua

Núcleo Puerto Ordaz

Quinto trimestre Createc “Psicología”

Psicología de la Personalidad II

Actividad 2 Ensayo

Profesor: Bachiller:

Lucy Praolini Juan Hernández Vicuña

C.I 19.361.117
Puerto Ordaz, junio 2018

La personalidad de un individuo, enmarcada en los factores micro y macro sociales de


salud, no sólo se refiere a cómo es la persona, a sus variables reales sino también a la
representación cognitiva subjetiva que la persona tiene de sí mismo, al autoconcepto. El
autoconcepto, la percepción de sí mismo, es un elemento esencial como auto-regulador del
proceso adaptativo de la persona a sus circunstancias ambientales. Éste proporciona tres
funciones básicas (Moreno-Jiménez, 1997): identidad al sujeto, integración histórica a su
experiencia vivida y niveles mínimos aceptables de autoestima. A partir de este planteamiento,
diferentes aproximaciones teóricas plantean como factores positivos de protección, potenciadores
de conductas saludables, variables de personalidad relativas a la identidad subjetiva y
autoevaluativa de la persona tales como la autoestima y la autoeficacia.

En cuanto a la personalidad y conductas de riesgo en la salud, se puede decir que este


enfoque considera las variables de personalidad como el factor determinante del que dependen
las prácticas saludables o las conductas de riesgo. Las conductas de riesgo o las conductas
saludables serían específicamente expresión y manifestación de la personalidad, de su estructura
y de sus procesos. Desde esta perspectiva, las variables de personalidad estarían en el origen de
la práctica del ejercicio físico o del sedentarismo, de la alimentación saludable o de sus excesos,
de conductas de riesgo como fumar y beber en exceso o de conductas saludables, de acciones
inseguras en los contextos laborales o de prácticas seguras en el trabajo.

Desde una perspectiva más general y con un enfoque cognitivo, la Teoría de la Acción
Razonada de Fishbein y Ajzen (1975) y el Modelo de Creencias de Salud de Rosenstock (1974)
son contribuciones importantes a nuestro tema. La Teoría de la Acción Razonada parte del
principio de racionalidad de los seres humanos y del uso sistemático de la información que éstos
realizan. Ante una determinada conducta de salud, la consecuencia inmediata es la intención de
realizarla o no según dos componentes, la actitud hacia la conducta evaluada positiva o
negativamente y la norma subjetiva la percepción de las presiones sociales.

En el caso del Modelo de Creencias de Salud, se esperan conductas de salud en función


de dos variables: una es la amenaza percibida que a su vez depende de la susceptibilidad del
individuo, de la gravedad percibida sobre las consecuencias y de las claves para la acción que le
proporcione el contexto, y la otra la creencia respecto al valor saludable relación coste-beneficio
percibida. Sobre este último modelo no hay gran número de investigaciones que encuentren
resultados explicativos de conductas de salud considerando conjuntamente todas esas variables.

Es difícil pensar que porque uno en un momento determinado tenga una reacción
emocional muy intensa, ya sea una enorme alegría, un gran disgusto, o un fuerte enfado, vaya a
sufrir un infarto o algún tipo de afección cardiorrespiratoria grave. Debe haber mecanismos que
enlacen nuestra forma de ser, sentir o actuar, es decir, nuestra personalidad, con las alteraciones
o problemas físicos. De hecho, entre los investigadores médicos no se acepta generalmente que
la personalidad y los factores psicosociales sean entidades causales de los problemas de salud,
aunque sí hay acuerdo y aceptado sobre los mecanismos a través de los que pueden afectar a la
enfermedad somática o a los procesos de enfermedad (Elovainio y Kivimäki, 2009).

Entre los primeros estaría la excesiva reactividad fisiológica ante el estrés: 1) la


personalidad influye en la frecuencia, intensidad y/o duración del estrés; 2) hay efectos del estrés
sobre determinados sistemas biológicos, como el neuroendocrino, cardiovascular e
inmunológico, entre otros; por tanto, 3) todos estos cambios fisiológicos incrementarían, si se
cronifican, la posibilidad de enfermedad. De esta forma la reactividad ante el estrés constituye un
mecanismo plausible para explicar los efectos de la personalidad sobre la salud (Contrada y
Guyll, 2001). Además de estos efectos directos, la personalidad puede promover la enfermedad a
través de su efecto sobre las conductas o hábitos de salud.

Los cinco grandes rasgos de personalidad, también llamados factores principales, suelen
recibir los siguientes nombres: Factor O: Apertura a la Experiencia; Muestra en qué grado un
sujeto tiende a buscar nuevas experiencias personales y concibe de una manera creativa su
futuro. La persona abierta a la experiencia tiene una relación fluida con su imaginación, aprecia
el arte y la estética, y es consecuente con sus emociones y la de los que le rodean. Prefieren
romper con la rutina y suelen poseer conocimientos sobre amplios temas debido a su curiosidad
intelectual. Su opuesto es la Cerrazón a la Experiencia (o al Cambio). Factor C: Responsabilidad:
Refiere a cuán centrado está el sujeto en sus objetivos, además de cuán disciplinado se muestra
para la consecución de dichos fines. Podríamos decir que la persona con alta puntuación en el
factor C es un individuo organizado, con capacidad de concentración, que termina sus tareas y
que piensa antes de tomar una decisión.
Factor E: Extraversión; Define el grado en que el sujeto se muestra abierto con los demás
y canaliza su energía en contextos sociales. Dicho de otro modo, el factor E examina cuánto le
agrada a un sujeto estar rodeado de otras personas, cuánto le gusta expresarse ante los demás,
etc. Su opuesto es la Introversión, que se caracteriza en personas reservadas, que a menudo son
tachados de antipáticos. Suelen ser ciertamente independientes, prefieren la rutina y el ambiente
familiar. Prefieren estar solos y no les agrada formar parte de bullicios de gente, lo cual no quiere
decir que sean menos felices. Frecuentemente se muestran tan animados como el que más en
círculos estrechos de amistad. Son más reflexivos que los extrovertidos, y tienden menos a la
acción.

Factor A: Amabilidad; Es el grado en que la persona se muestra respetuosa, tolerante y


tranquila. La persona amable es aquella que confía en la honestidad de los otros individuos, tiene
vocación para ayudar y asistir a quien lo necesite, se muestra humilde y sencillo, y es empático
hacia las emociones y sentimientos ajenos. Factor N: Estabilidad emocional; Define en qué grado
una persona afronta sin problema las situaciones complicadas de la vida. Los sujetos tranquilos,
no muy proclives a sentir rabia o a enfadarse, suelen permanecer animados y gestionan muy bien
sus crisis personales. Dentro de los rasgos de personalidad, el Factor N es aquél que encontramos
con alta puntuación en las personas moderadas y sosegadas.

Los modelos dimensionales también llamado modelo de distinción cuantitativa; se apoya


en un conjunto de dimensiones que permiten visualizar las relaciones entre los objetos. Las
extensiones generalmente son estimadas a través de ecuaciones lineales, combinando las
variables observadas. Una representación dimensional debería incluir sólo unas pocas
dimensiones. Las descripciones dimensionales utilizan metáforas espaciales. Posee algunas
ventajas que permiten combinar diversos atributos clínicos en una representación multifactorial
(pérdida mínima de información).

Disociación es una palabra que se utiliza para describir la desconexión entre cosas
generalmente asociadas entre sí. Las experiencias disociativas no se integran en el sentido del yo,
dando por resultado discontinuidades en el conocimiento consciente. En la disociación se da una
falta de conexión en los pensamientos, memoria y sentido de identidad de una persona. Por
ejemplo, alguien puede pensar en un acontecimiento que le trastornaba enormemente y aun así
no experimentar ninguna emoción en absoluto. Es lo que se llama embotamiento emocional, uno
de los aspectos principales del trastorno de estrés postraumático. La disociación es un proceso
psicológico que se encuentra comúnmente en personas que buscan un tratamiento por problemas
psicológicos (Maldonado et al., 2002).

La disociación puede afectar a la subjetividad de una persona en forma de pensamientos,


sentimientos y acciones que parecen no provenir de ninguna parte, o se ve a sí misma llevando a
cabo una acción como si estuviera controlada por una fuerza externa. (Dell, 2001). Por lo
general, una persona se siente "controlada" por una emoción que no parece tener en ese
momento. Por ejemplo, puede sentir repentinamente una tristeza insoportable, sin una razón
evidente, y después esa emoción desaparece de la misma manera que llegó. O bien, una persona
puede encontrarse a sí misma haciendo algo que no haría normalmente pero incapaz de
detenerse, como si alguien le estuviera obligando a hacerlo. Esto se describe a veces como la
experiencia de ser un "pasajero" en su propio cuerpo, más que el conductor.

La disociación puede también ocurrir cuando ha habido negligencia severa o abuso


emocional, incluso cuando no ha habido abuso físico o sexual ostensible (Anderson y Alexander,
1996; Del oeste, Adán, Spreng, Y Rose, 2001). Los niños pueden también disociar en las
familias en las que los padres son amenazadores, imprevisibles, disocian ellos mismos, o utilizan
un estilo de comunicación altamente contradictorio (Blizard, 2001; Liotti, 1992, 1999a, b).

La herencia proporciona una constitución física y una dotación genética, mediante las
cuales se va a captar el mundo y a responder ante él. El ambiente proporciona elementos de
interpretación, pautas para dar significado a los estímulos, y determinar formas de respuesta. La
influencia simultánea de lo hereditario y lo ambiental a través del tiempo y del espacio, van
dando origen y determinando la personalidad. El individuo no nace con una personalidad
determinada, sino con cierta dotación que condicionará, en parte, el desarrollo posterior. La
personalidad se conquista, se hace, se construye. Las condiciones heredadas se complementan y
transforman a través de la experiencia, el aprendizaje, la educación, el trabajo, la fuerza de
voluntad, la convivencia y el cultivo de la persona. La Personalidad como organización dinámica
cambia con la edad, la profesión u ocupación del sujeto, su situación vital, cambios en su medio
ambiente etc.
Referencias bibliográficas:

1. Alonso, E. y Pozo, C. (2001). Análisis de los factores psicosociales de riesgo en los


profesionales dedicados al cuidado de la salud. Revista de Psicología del Trabajo y de las
Organizaciones, 17 (3), 273-294.

2. Antonovsky, A. (1987). Unraveling the Mystery of Health: How people manage stress and
stay well. San Francisco: Jossey-Bass.

3. Antonovsky, A. (1990). Pahtways Leading to Successful Coping and Health. En M.


Rosenbaum (Ed.) Learned Resourcefulness pp. 31-63. Nueva York: Springer Publishing
Company.

4. Barreto, M.P., Capafons, A. e Ibáñez, E. (1987). ¿Depresión y cáncer o adaptación y cáncer?.


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5. Blanco, A., Sánchez, F., Carrera, P., Caballero, A. y Rojas, D. (2000). Supuestos teóricos
para un modelo biopsicosocial de las conductas de riesgo. En Yubero, S. y Larrañaga, E.
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6. Moreno-Jiménez, B., González, J. y Garrosa, E. (2000). Personalidad Resistente, Burnout y


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7. Moreno-Jiménez, B., González, J. y Garrosa, E. (2001). Variables de personalidad y proceso


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8. Psychology. New Jersey: Lawrence Erlbaum Associates. Peñacoba, C. y Moreno-Jiménez, B.


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