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El territorio como noción disciplinaria o bien interdisciplinaria nos acerca al estudio de nuevas
realidades en el contexto actual de la globalización. Los debates, tanto del concepto de Territorio
como el del fenómeno de la globalización, se han revitalizado hoy más que nunca ante la compleja
y dinámica realidad por la que atraviesa el escenario económico - político mundial.
García Canclini define a la actual etapa de la Globalización como un nuevo régimen de pro-
ducción del espacio y el tiempo, en donde se intensifican las dependencias recíprocas, el cre-
cimiento y la aceleración de redes económicas y culturales que operan a escala mundial. (Gar-
cía Canclini; 2005). Las nuevas tecnologías se constituyen como facilitadoras ante la necesidad
del mercado mundial, interacción más compleja e interdependiente entre focos de producción,
circulación y consumo (García Canclini; 2005, 49-50)
Resulta esclarecedor a fin de abordar el fenómeno mencionado lo que Milton Santos refiere
al respecto:
…El mundo se ha vuelto mundo por varias razones. Una razón es el hecho de que
la inteligencia humana ha podido crear un conjunto de técnicas que son hegemóni-
cas respecto de la información (una familia de técnicas) que tienen una dimensión
planetaria, una presencia directa e indirecta en todos los lugares, que ha permitido
primero, crear empresas globales; segundo, que haya una información con vocación
planetaria y tercero, que el mundo de negocios, en su más alta expresión, sea tam-
bién planetario, global. Entonces, todo lo que acontece en cualquier lugar tienen re-
lación con ese mundo, es decir que los lugares no pierden completamente sus ca-
racterísticas y el mundo se instala en todas partes. La diferenciación entre lugares
aumenta, pero cada lugar aumenta su individualidad, aunque funcionando dentro de
un sistema único, el sistema del mundo (Santos, 1998, 12)
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mundo. Los medios modernos de comunicación, los sistemas de transporte, los
nuevos mercados, los avances de la revolución científica y tecnológica, entre
otras cosas, han trastocado las nociones de tiempo y espacio de las épocas pa-
sadas, pero también evidenciaron la debilidad de las bases culturales sobre las
cuales se formaron las promesas de un futuro promisorio que surgieron en la
modernidad. (Llanos-Hernández; 2010, 214)
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Implicancias territoriales en la práctica turística
La práctica turística y el Territorio no son unidades que podríamos definir a priori; este se
define como producto de una construcción social, dada por sujetos, con sus lógicas y racionali-
dades, a partir de múltiples relaciones sociales identificables según instancias de un proceso de
organización que se materializa en un lugar del espacio, en relación a diferentes acontecimien-
tos temporales. (Bozzano, 2012; Bertoncello, 2002; 2006). Estos elementos conceptuales per-
miten orientar la indagación del proceso de valorización turística poniendo énfasis en los acto-
res intervinientes, y reconociendo la configuración territorial como resultante del proceso.
En el enfoque propuesto, el turismo no es una actividad económica per se sino un inductor
de actividades (Hiernaux, 2002) con implicancias sociales y territoriales (actores, identidad,
historia, etc.) que deben ser tenidas en cuentas al momento de la implantación y planificación
de un destino turístico.
Aportes sustantivos para comprender la dimensión territorial del turismo han sido realizados
desde la ciencia geográfica. Aquí se ha reconocido que el turismo posee una dimensión espacial y
temporal que se materializa como producto de una práctica social moderna vinculada al tiempo de
ocio. Bertoncello (2002) señala que la práctica turística supone, para constituirse como tal, “la valo-
rización de la diferenciación de lugares”; si bien se trata de lugares diferentes, éstos están articula-
dos entre sí de formas específicas: “esta articulación es social, implicando por supuesto las dimen-
siones materiales y subjetivas de cada uno de ellos” (Bertoncello, 2002, 42). Bustos Cara (2008)
considera al turismo como productor y transformador del espacio; al tiempo que Knafou (1992), en
relación a los territorios turísticos, señala que “son inventados y producidos por los turistas, más o
menos retomados por los operadores turísticos y por los planificadores” (Knafou, 1992, p. 73, en:
Almirón, 2004, 178). Barrado Timón define al destino turístico, como el espacio sobre el cual se
tiene “un derecho de uso temporal” (Barrado Timón, 2004, 49); este uso temporal está dado “sobre
una realidad geográfico-cultural” (Barrado Timón, 2004, 49).
El Territorio como producto de una construcción social, dada por sujetos, con sus lógicas y
racionalidades, a partir de múltiples relaciones sociales identificables según instancias de un
proceso de organización que se materializa en un lugar del espacio, en relación a diferentes
acontecimientos temporales. En el caso del “Territorio turístico” incorporamos la valorización
que los diferentes actores realizan desde sus propias necesidades, expectativas e imaginarios,
estos resignificados desde el presente y poniendo en relación el lugar de origen y destino en
sus dimensiones materiales y simbólicas; este territorio se organiza en torno a atractivos (histó-
ricos- culturales y naturales) que no son atributos “per se” del lugar, sino que son el resultado
de un proceso social de construcción de atractividad, el cual selecciona y jerarquiza ciertos
atributos, al tiempo que otros se dejan de lado (Bozzano 2009, 2012; Bertoncello 2002, 2006).
Las lógicas sociales, desplegadas por diversos actores, que estructuran el territorio turístico
deben analizarse en relación a la capacidad de éstas de definir y resignificar el espacio apro-
piado material o simbólicamente mediante la práctica turística, pues es allí donde estas se ma-
terializan, definen su uso, apropiación, y a su vez interactúan, compiten y cooperan con otros
usos posibles. La dimensión espacial cobra relevancia y es allí donde se despliegan tensiones
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territoriales (sinergias y conflictos). Como decíamos antes: el lugar se redefine siempre, cues-
tión que retomaremos en las particularidades del área investigada.
La atractividad turística es una construcción social resultante de un proceso de valorización que
selecciona y jerarquiza ciertos atributos, sean naturales o culturales, al tiempo que otros atributos se
dejan de lado o se ocultan (Bertoncello, 2002). Este proceso tiene lugar en el marco de lógicas so-
ciales más amplias que le otorgan sentido y lo justifican, a través de acciones concretas.
El Turismo es un proceso societario con fuertes implicancias en las relaciones sociales entre
los individuos y los grupos sociales de las áreas geográficas emisoras y receptoras (Hiernaux
Nicolás, 2002, 26); verlo como un fenómeno moderno, en el contexto de consolidación y ex-
pansión del sistema capitalista (Hiernaux Nicolás, 2002). Este proceso se caracteriza por pro-
fundos impactos a escala micro y macro tanto económica como espacialmente e induce cam-
bios sociales en los lugares de destino como en las zonas emisoras.
Las lógicas sociales, desplegadas por diversos actores, que estructuran el territorio turístico de-
ben analizarse en relación a la capacidad de éstas de definir y resignificar el espacio apropiado
material o simbólicamente mediante la práctica turística, pues es allí donde estas se materializan,
definen su uso, apropiación, y a su vez interactúan, compiten y cooperan con otros usos posibles.
La dimensión espacial cobra relevancia y es allí donde se despliegan tensiones territoriales
(sinergias y conflictos).
Respecto a las lógicas que guían la práctica turística y al deseo de consumir por parte de
las sociedades modernas que el turismo ha posibilitado la penetración de criterios de rentabili-
dad empresarial, más cercanos al mundo de la producción que al que respondería en la esfera
del ocio (Hiernaux Nicolás, 1994). Y agrega:
Territorio y Patrimonio
El territorio no es un elemento pasivo de la práctica turística, sino que actúa como una dimen-
sión constitutiva de la misma conteniéndola y redefiniéndola. El turista durante su visita “consume”
recursos culturales y naturales que le son propios al lugar de destino. Estos elementos forman parte
de la identidad de una comunidad y surgen como resultado de la apropiación y valorización que
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hace la sociedad de esos atributos. De esta manera podemos decir que el territorio es un “portador
de vectores simbólicos, culturales e históricos” (Bustos Cara, 2004, 20), una trama de sentidos, que,
en muchos casos, pasa a formar parte de la experiencia que se ofrece al turista.
Estos recursos que forman parte de la experiencia turística, constituyen el Patrimonio de
una comunidad. Para Almirón, Bertoncello y Troncoso el Patrimonio es el “conjunto de bienes,
(naturales o culturales, materiales o inmateriales) acumulados por tradición o herencia, común
al conjunto de individuos que constituyen esa sociedad” (2006, 103).
Se identifican aspectos clave dentro de la definición de patrimonio: la herencia, algo recibido
de las generaciones pasadas; el reconocimiento por un grupo colectivo o la totalidad de la so-
ciedad, es algo que se comparte; la transmisión de este acervo identitario a futuras generacio-
nes. Así el patrimonio articula el pasado, presente y futuro. (Bustos Cara, 2004; Almirón, Ber-
toncello, Troncoso, 2006)
Ahora bien, el patrimonio no es definido solo por la herencia. Algunos autores, como Prats
(1998), han criticado dicha visión estática, argumentando que dentro de la condición de patrimonio
intervienen procesos sociales de valorización. Dicha valorización es resultado de un proceso de
selección e intención, en el que intervienen distintas dimensiones y actores. De esta manera el pa-
trimonio no es siempre representativo del total de una comunidad, sino que constituye un “espacio
de lucha material y simbólica” (Canclini, 1999, 18) entre distintos grupos sociales.
A este proceso de valorización, selección y legitimación de determinados elementos de la
cultura y tradición, de un determinado espacio-tiempo se lo denomina activación patrimonial o
patrimonialización. En este proceso intervienen intereses, ideas de un individuo o un grupo
sobre otro, convirtiéndose en portadores hegemónicos de los valores culturales de una comu-
nidad. Asimismo, patrimonializar implica una construcción social antes que un simple proceso
depositario de valores y significados en un territorio.
La conformación de un patrimonio se da a partir de los sentidos y significados que se le da
un elemento. Los imaginarios, individuales y colectivos, van integrando lo que se considera
como parte de la identidad y la cultura.
Al mismo tiempo las relaciones de poder, son un aspecto clave, en la activación patrimonial.
Sabemos que no siempre hay consenso entre los actores y que en muchos casos no siempre
forman parte de la misma comunidad, sino que pertenecen a instituciones externas, llevando a
la existencia de objetivos múltiples y muchas veces contradictorios (Bustos Cara, 2004)
Patrimonio en Argentina
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El reconocimiento del patrimonio por parte un organismo internacional como lo es UNESCO,
ha estado vinculado desde su inicio con los procesos de valorización turística, en la medida
que se le da una mayor visibilidad a nivel mundial, impulsando el desarrollo del turismo y con
ello el aumento del número de turistas.
En la siguiente Tabla se detallan los sitios declarados Patrimonio Mundial en Argentina, así
como el Patrimonio Inmaterial.
Patrimonio Material
Patrimonio Inmaterial
El Tango 2009
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El patrimonio como recurso turístico
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co que se tiene sobre el mismo. Asimismo, la ideología dominante, se encuentra implicada
en las versiones que se construyen sobre la cultura e identidad, llevando, en muchas oca-
siones a la invisibilización de determinadas expresiones culturales por sobre otras.
De esta manera es de importancia que la gestión del patrimonio turístico sea abordada des-
de una mirada integral, atendiendo, en una primera instancia, al desarrollo de la comunidad
local al tiempo que se satisfacen las necesidades de la demanda turística. En otros términos,
hablamos de una gestión sustentable, donde se tenga en consideración los diferentes usos que
se le da al patrimonio por parte de distintos actores, ya sean de carácter público, privado, así
como grupos sociales (Bustos Cara, 2004; Canclini, 1999)
¿Qué actores intervienen en la gestión de un territorio turístico? ¿Cuáles son sus intereses?
¿Cuáles son las consecuencias de que un patrimonio cultural sea valorizado por distin-
tos actores?
¿Qué acción o acciones pueden contribuir a una gestión integral del patrimonio turístico?
¿Qué impactos puede llegar a tener la declaración de Patrimonio Mundial en un territorio?
¿De qué manera se articula la relación turismo y territorio?
¿Cómo se articulan los procesos de valorización de atractivos turísticos?
¿Cómo se debe concebir y abordar al territorio turístico?
Referencias
Almirón, A. V. (2004). Turismo y espacio. Aportes para otra geografía del turismo. GEOUSP:
Espaço e Tempo (Online), (16), 166-180.
Almirón, A., Bertoncello, R., & Troncoso, C. A. (2006). Turismo, patrimonio y territorio: Una
discusión de sus relaciones a partir de casos de Argentina. Estudios y perspectivas en tu-
rismo, 15(2), 101-124.
Bertoncello, R. (2002). Turismo y territorio. Otras prácticas, otras miradas. Aportes y transfe-
rencias, 6(2), 29-50.
Bertoncello, R. (2006). Turismo, territorio y sociedad. El 'mapa turístico de la Argentina'. En
América Latina: cidade, campo e turismo. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, San Pablo.
Bertoncello, R (Comp.) (2009) Turismo y Geografía. Buenos Aires: Ciccus.
Bustos Cara, R. (2004). Patrimonialización de valores territoriales. Turismo, sistemas produc-
tivos y desarrollo local. Aportes y transferencias, 8(2), 11-24.
Bozzano, H. (2009) Territorios posibles. Procesos, lugares y actores. Buenos Aires: Lumiere.
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