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Además del dolo directo y eventual, este delito también admite la comisión por
imprudencia, siempre que ésta sea "grave", es decir, con infracción de los más
elementales deberes de cuidado, lo que significa que en principio puede alcanzar a
toda persona que con su actuar gravemente descuidado realice o participe en
actos de blanqueo. Para los que tienen especiales deberes con la prevención de
este delito (como son los sujetos mencionados en las Leyes de Blanqueo 19/1993 y
19/2003, ahora en la Ley 10/2010, de 28 de abril) no todo incumplimiento determinará
una responsabilidad penal sino únicamente aquellos que integren una actividad de
blanqueo que permita su inclusión en el tipo delictivo.
La STS 1257/2009, de 2 de diciembre, estima que en el tipo culposo no es exigible
que el sujeto sepa la procedencia de los bienes, sino que por las circunstancias
del caso esté en condiciones de conocerlas sólo con observar las cautelas propias
de su actividad o las que normativamente le estén impuestas y actúe al margen de
ellas. La imprudencia recae, no sobre la forma de ejecutar el hecho, sino sobre el
conocimiento de la naturaleza delictiva de los bienes receptados.
Asimismo se discute acerca de cuál sea el origen del deber objetivo de cuidado exigible
en el caso concreto y quienes son los sujetos destinatarios de las reglas de prudencia.
La norma no distingue en cuanto a los posibles destinatarios de las reglas de
prudencia, sujetos activos del delito, por lo que, en principio, pueden serlo
cualquier persona que contribuya al resultado del blanqueo de bienes, siempre
que ésta incurra en grave dejación del deber de diligencia exigible o meramente
esperable de cualquier persona precavida. Problemático será en las actividades
sociales en que no se han establecido normas de cuidado, o en las situaciones
atípicas, determinar el cuidado objetivamente debido mediante el criterio de la
conducta que observaría en esa situación concreta una persona inteligente y
sensata de la misma profesión o círculo social, y si es en el ámbito de los
negocios cuál sería la actitud con respeto a la realización de operaciones
comerciales extrañas (pago con elevadas sumas en metálico, transferencias a o de
paraísos fiscales, etc.).
Supuesto, por tanto, que todos los ciudadanos tienen un deber de diligencia que les
obliga a actuar prudentemente para evitar realizar un delito de blanqueo, la
distinción entre imprudencia grave y leve, a pesar de su sutilidad y dificultad,
radicará en la gravedad de la infracción de la norma de cuidado, caracterizándose
la primera por la omisión de todas las precauciones o al menos una grave
infracción de normas elementales de cuidado. No obstante, cabe sostener
fundadamente que el tipo reviste los caracteres de un delito especial, en la medida
en que su comisión sólo estará al alcance de personas cuya conducta sea
reprobable por la infracción de específicos deberes de cuidado que le sean
exigibles legal o reglamentariamente, en consideración al desempeño de
determinadas actividades con carácter profesional o funcionarial. Y en concreto
habrá que estar a las obligaciones y sujetos obligados referidos en la vigente Ley
de prevención del Blanqueo (Ley 10/2010). Toda esta amplia gama de personas
puede comportarse de forma negligente en el cumplimiento de su deber de
especial cuidado que les obliga a comunicar operaciones sospechosas.
La calificación de la conducta del " mulero bancario" había dado lugar a distintas
respuestas por parte de las Audiencias Provinciales, que la habían considerado bien
como un delito de estafa informática en la modalidad de cooperación necesaria
conforme al art. 28.b) CP , bien como un delito de blanqueo de capitales
preferentemente en su modalidad imprudente del art. 301.1 y 3 CP , o bien como un
delito de receptación del art. 298 CP . El TS señala que la conducta del " mulero
bancario" tiene perfecto encaje en el blanqueo de capitales imprudente, señalando
lo siguiente:
Como señala la STS 834/2012, de 25 de octubre , esta doble secuencia forma parte
de una estrategia delictiva única. Se trata de obtener dinero mediante el
fraudulento acceso a las claves bancarias de confiados usuarios de Internet y, a
partir de ahí, buscar una fórmula que permita colocar esos remanentes dinerarios
en un país seguro, a nombre de personas de difícil identificación por los agentes
de policía del Estado en cuyo territorio se efectúa el acceso inconsentido a las
cuentas de la víctima y las transferencias a terceros países. Es una actuación
fraudulenta que tiene como destinatarios a usuarios de la banca informática cuyas
claves personales se obtienen engañosamente, técnica denominada "phishing",
porque parte de una acción de pesca de las claves que permiten el libre acceso a
las cuentas del perjudicado.
En el caso actual el acusado alega que no debe ser condenado como autor porque
ni ideó ni puso en marcha el fraude, que fue ejecutado por terceras personas. Pero
lo cierto es que la sentencia de instancia ya ha tenido en cuenta este hecho, y no
le ha condenado como autor de fraude alguno, sino como autor imprudente de una
conducta de blanqueo.
Otra cuestión es la precisión que hace sobre el alcance del blanqueo de capitales
imprudente y su diferenciación con el blanqueo de capitales doloso en supuestos de dolo
eventual. Así, el blanqueo de capitales imprudente, se tipifica en el art. 301.3 CP
señalando la citada sentencia que "el art. 301.3° contiene una penalización expresa
del blanqueo imprudente. Es cierto que el castigo del blanqueo imprudente no
constituye una prioridad en el ámbito internacional. Pero tampoco se excluye pues
se incorpora, por ejemplo, en el art 6° del Convenio de Estrasburgo, de 1990 , en el
ámbito del Consejo de Europa, y en el Reglamento Modelo sobre delitos de Lavado
de Activos, de la Organización de Estados Americanos (OEA), de 1992. En nuestro
ordenamiento tiene una cierta solera, pues se incorporó al Código Penal hace más
de dos décadas por la Ley Orgánica 8/1992, para las ganancias derivadas del
narcotráfico, y son estas líneas básicas las que se trasladaron en 1995 con
carácter general al art 301 3 º."
Una vez hecha esta precisión, el TS señala que incurre en blanqueo de capitales
imprudente "quien ignora el origen ilícito de los bienes por haber incumplido el
deber objetivo de cuidado que impone el art 301.3°. En efecto, es ampliamente
mayoritaria tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, la conclusión de que la
imprudencia no recae sobre la conducta en sí misma, sino sobre el conocimiento
de la procedencia delictiva de los bienes ( SSTS 286/2015, de 19 de mayo ; 412/2014
de 20 de mayo ; 1257/2009, de 2 de diciembre ; 1025/2009, de 22 de octubre ; 16/2009,
de 27 de enero ; 960/2008, de 26 de diciembre y 103472005, de 14 de septiembre, entre
otras). Este criterio es congruente con el hecho de que en esta modalidad
imprudente, la pena no se eleva aunque los bienes procedan de delitos de tráfico
de estupefacientes, corrupción o contra la ordenación del territorio, lo que indica
que la imprudencia no recae sobre la conducta, sino sobre el conocimiento de la
procedencia. (...) En la imprudencia se incluyen los supuestos en los que el agente
actúa sin conocer la procedencia ilícita de los bienes, pero por las circunstancias
del caso se encontraba en condiciones de sospechar fácilmente la ilícita
procedencia y de evitar la conducta blanqueadora sólo con haber observado la
más elemental cautela, es decir sus deberes de cuidado."
En el presente caso, vemos que concurren los citados requisitos necesarios para
fundamentar la sentencia condenatoria interesada por las acusaciones:
-La forma de realizarse las transferencias no puede ser más llamativa: altas horas
de la madrugada para que no se percate de las mismas el perjudicado. Se realizan
transferencias de escasa cantidad (pitufeo) para no llamar la atención del
perjudicado, del Banco o de la Agencia Tributaria. Inferiores en aquella época a
2000 €, hoy día 3000 € se realizan diversas transferencias, no una sola y en fecha
seguidas lo que debería advertir más aún al acusado, y a la entidad bancaria.
-Ha de ponerse de manifiesto la falta de objeto normal del contrato suscrito por el
acusado: Apertura de una cuenta corriente para recibir transferencias dinerarias
de personas desconocidas, que ha de sacar personalmente del banco a la mayor
brevedad posible para remitirlas mediante transferencia nada menos que a Rusia a
cuentas corrientes de personas también desconocidas, previa detracción por el
propio acusado del 10 % del importe de las mismas, que hace suyo y de su pareja
sentimental. La ilegalidad de tal operación es imposible que pase desapercibida
para quien profesionalmente se dedica al mundo de las inversiones.
La Sala concluye que ambos acusados, por las circunstancias expuestas, "se
encontraban en condiciones de sospechar fácilmente la ilícita procedencia de las
transferencias y de evitar la conducta blanqueadora sólo con haber observado la
más elemental cautela es decir los deberes del cuidado y atención propios de
cualquier ciudadano y más aún cuando, como en el presente caso, se está en
relación con el mundo de las inversiones dinerarias."
Hecha abstracción de la negativa por el acusado de ser autor de los hechos en el modo
en que -asumiendo el relato del Ministerio Fiscal- se han recogido en el factum- no ha
sido objeto de debate, además, la calificación jurídica al subsumirse aquellos en el delito
aludido de blanqueo de capitales, no planteándose - en absolutos términos- que los
hechos pudieran constituir un delito de estafa y, derivado de tal cuestión, que en base al
principio acusatorio, pudiera analizarse si procediera emanar un fallo absolutorio por
supuesta ausencia de homogeneidad de tipos penales y ausencia de una acusación que
contemplara aquella conducta delictiva.
Ello sin duda ha sido así, en cuanto que los hechos probados y las circunstancias del
caso excluyen la comisión de un posible delito de estafa por parte del acusado,
integrando por el contrario su conducta el delito de blanqueo de capitales aludido.
Soporte jurisprudencial que facilita tal conclusión lo constituye la doctrina del Tribunal
Supremo, de la que es exponente la sentencia de 25/10/2012 (ponente Excmo Sr.
Marchena). En lo esencial, se establece en la misma:
..... Con carácter general, hechos de la naturaleza de los que hoy ocupan nuestra
atención, en lo que tienen de operación concertada, con una estratégica distribución
de roles para lograr un acto de despojo patrimonial mediante un engaño,
valiéndose de terceros para poder extraer esos fondos sin suscitar sospechas en
la entidad bancaria y, una vez obtenidos aquéllos, colocarlos en un país que
asegure la impunidad del desapoderamiento, presentan las características que son
propias del delito de estafa informática al que se refiere el art. 248.2 del CP . Así lo ha
estimado la jurisprudencia de esta Sala, en sintonía con el entendimiento doctrinal
mayoritario
No faltan, sin embargo, autores que consideran que la intervención de lo que en el
argot policial se denomina muleros -colaboradores como la acusada, captados
mediante ofertas de teletrabajo y a los que se ofrece ganar un importante
porcentaje sobre las cantidades evadidas- tiene mejor encaje en el art. 298 del CP ,
como una modalidad de receptación. Entienden que la colocación del dinero en
países con los que no existen mecanismos jurídicos de cooperación judicial,
forma parte ya de la fase de agotamiento del delito, de forma que la captación de
éstos puede llegar a producirse cuando ya la estafa se habría cometido. De ahí que
estaríamos en presencia de una participación postdelictiva o postconsumativa,
con un evidente contenido lucrativo, notas definitorias del delito de receptación.
Todo aconseja, por tanto, atender a las circunstancias del caso concreto, huyendo
de fórmulas estereotipadas cuya rigidez puede dificultar la adecuada calificación
de los hechos.....
Así, en el caso que enjuiciamos, resulta de todo punto imposible acreditar la directa
participación , incluso un mínimo conocimiento en el acusado de la existencia
concreta más allá de una genérica o vaga creencia o sospecha, en los delitos o en
la secuencia delictiva que otros terceros han ejecutado previamente, es decir, en
los engaños y fraudes informáticos previos.
Estos terceros, como en tantos otros casos idénticos o muy similares, se han servido
en el caso presente del acusado, intermediario, a través de correo electrónico,
chat u otras formas similares, para que poder cometer un phishing, habiendo
facilitado aquél una cuenta corriente de la que era titular, y, posteriormente
recibido en ella transferencias de dinero que inmediatamente extrae para, a
continuación, enviar al extranjero a través de sistemas como Western Union y Ria
Payement Institutión, a cambio de una porcentaje de la cantidad transferida, el cual
suele oscilar entre el cinco y el diez por ciento, y que viene a cumplirse casi
estereotipadamente en el caso presente.
"El acusado niega, y su defensa argumenta, que tuviera conocimiento de que el dinero
que se le entregaba en su cuenta para posteriormente transferirlo fuera producto de la
comisión de un delito contra el patrimonio, considerando que ha sido engañado por una
joven con la dijo mantener relación virtual por internet, de la que se enamora, y que le
dice que ha de ingresar el dinero a nombre de un tercero en Nigeria, pues ella no puede
aparecer como destinataria por su situación de irregular en dicho país, lo que hace por
amor, para ayudarla y sin percibir comisión.
De modo muy diferente, tras los cálculos oportunos, que ya hiciera el grupo de policía
de delitos informáticos, cuyos agentes declaran y ratifican en el plenario, el
acusado percibe para sí tras las operaciones de recepción del dinero, extracción
inmediata y posterior transferencia, precisamente una cantidad de 737'90 euros,
deducidos gastos, cantidad que precisamente viene a coincidir con lo que resulta
ser habitual comisión del intermediario en estos casos. Y ello quedó
meridianamente claro para esta Sala tras el examen de la documental y, en
especial, después de practicado la mencionada testifical, a pesar de los intentos de
la defensa -quizá legítimos pero muy duros y exasperantes- de obtener un resultado de
la testifical diferente y favorable mediante la técnica de sometimiento a los agentes a un
tenso y censor interrogatorio.
El subinspector del CNP Nº NUM005 fue claro y explicativo. Con una red de muleros
donde repartir el dinero, los estafadores inician la primera fase de una estafa
conocida como phishing o scam. Los piratas informáticos suplantan con correos
trampa la identidad de las entidades financieras y reclaman a los clientes las
contraseñas de acceso a sus cuentas bancarias. Con esa información, los
ciberdelincuentes entran en las cuentas de la víctima -dada la condición de
extranjeros residentes en lugares remotos de la casi totalidad de estafados sólo
pudo identificarse la víctima residente en Bilbao Mercedes que fue estafada en la
cantidad de 350 euros que llegó a remitir para pago de un alquiler en Alemania- y
la vacían con pequeñas transferencias a favor de sus muleros. Sus trabajadores
reciben el dinero en otra cuenta a su nombre, como si fueran fondos de una
empresa. Pero en realidad sirven de correo para un dinero obtenido ilícitamente.
Su trabajo es sacar el capital en metálico y enviarlo por servicios como Western
Union o Money Gram a una tercera persona en Europa del Este, India o Estados
Unidos. La empresa asegura a sus colaboradores que este proceso es más barato
que las transferencias internacionales. Por eso, la cantidad tiene que ser siempre
inferior a los 3.000 euros, el máximo permitido para enviar dinero sin justificar la
procedencia los fondos. Así, los muleros se convierten en la última pista del
capital defraudado en España.
No menos claro y rotundo fue a la hora de considerar el caso investigado y que ahora
enjuiciamos como claro y muy similar y estereotipado supuesto en que el acusado es
intermediario o mulero que recibió la correspondiente comisión, que, en definitiva,
no se apartó de la tónica y cuantía general.
De otra parte, por escasa que sea su formación académica, el acusado, con
declarada experiencia profesional como administrativo y conocimientos medios
para manejarse en internet con el ordenador, no puede desconocer que recibir en
su cuenta corriente unas cantidades de otras cuentas de personas a la que de
nada conoce y con la que no tiene ningún tipo de trato mercantil para
posteriormente remitirla en metálico, a través de una agencia a otra persona
también desconocida en un país extranjero y recibir por ello una comisión, es una
operación ilícita y si deliberadamente no quiere saber en qué actividad ilícita está
cooperando (blanqueo de capitales, receptación o estafa) actúa de forma
extremadamente negligente lo que determina que haya de responder al menos a
título de grave imprudencia.
Y todo ello, sin descartar que tal engaño amoroso, de existir, no hubiera excluido
la imprudencia grave en el acusado que sin duda ha existido en tanto que no
adopta cautela alguna ante tamaños datos o elementos que generan al menos
sospechas y dudas en el ciudadano medio e incluso escasamente informado, pero
que tiene a su alcance una mera búsqueda en el motor google.
El acusado señala que recibe todos los ingresos de la joven, la que unas veces se
hace llamar Catalina , otras veces Esmeralda ; se aportan fotos que señala el
acusado le pidió y cuyo visionado no hace sino acrecentar, si cabe, la dificultad de
creer las explicaciones de aquél por inverosímiles (añade el acusado que la joven
virtual también se enamoró de él pues le comunica que tú sabes que lo que yo
quiero es estar contigo); le remite igualmente la fotocopia de un carnet de
conducir claramente manipulado en datos y números, llamando la atención los
burdos distintos tipos de letra que se superponen; ninguna de las cantidades que
recibe el acusado vienen a nombre de ella sino de diferentes nombres extranjeros:
finlandeses, chinos; no existe ninguna referencia o dato que acredita la actividad
empresarial que supuestamente es llevada por la joven y el acusado alega; no
existe ninguna transferencia desde Nigeria; el acusado intenta cobrar el cheque
nominativo que recibe de 4.200 euros del Banco de Irlanda, con instrucciones de
cobro y sin firma legible sin acepto en el reverso, sin haber tomado la más mínima
precaución y que es finalmente rechazado y anulado por no reconocerse la firma, y
sin el menor atisbo de alarma, no lo denuncia, y continúa realizando
transferencias. Ni siquiera determinados avisos policiales le llevan a salirse de la
dinámica descrita.
Según los Magistrados, "(E)s claro que la imprudencia recae, no sobre la forma en
que se ejecuta el hecho, sino sobre el conocimiento de la naturaleza delictiva de
los bienes receptados, de tal modo que debiendo y pudiendo conocer la
procedencia delictiva de los bienes, actúe sobre ellos, adoptando una conducta de
las que describe el tipo y causando así objetivamente la ocultación de la
procedencia de tales bienes (su blanqueo) con un beneficio auxiliador para los
autores del delito de que aquéllos procedan."
Por todo ello, el tribunal concluye que "el acusado ha omitido las más elementales
medidas de cuidado al aceptar recibir en su cuenta cantidades de dinero de
procedencia desconocida y actuar como intermediario para transmitirlas a una
persona situada en Nigeria, pues aun cuando formalmente desconociese la
procedencia delictiva de las sumas recibidas, es claro, insistimos, para cualquier
persona de inteligencia media la operación que se le solicitaba conducía a ocultar
cantidades de dinero en Nigeria, lugar de difícil acceso para la actividad policial,
sin que sea necesaria la intervención de intermediarios para realizar transferencias
lícitas, por lo que su procedencia delictiva era fácilmente deducible utilizando un
mínimo de diligencia."
"En el caso presente, los acusados se han limitado a colocar en el extranjero los
fondos, permaneciendo ajenos a la confabulación anterior que hace posible el
conocimiento de las claves para el acceso a las cuentas de los sujetos engañados.
De este modo, entendemos que los hechos han debido ser calificados como un
delito de blanqueo de capitales, cometido por bien dolo eventual o por grave
imprudencia, alternativa esta última que creemos más adecuada, pues
planteándonos la duda, esta genera la decisión de acoger la más favorable para
los acusados."
La Sala subraya que "no parece muy discutible que los acusados han ignorado el
origen ilícito de los bienes por haber incumplido el deber objetivo de cuidado que
impone el art 301 3º. En efecto, es ampliamente mayoritaria tanto en la doctrina como
en la jurisprudencia, la conclusión de que la imprudencia no recae sobre la conducta
en sí misma, sino sobre el conocimiento de la procedencia delictiva de los bienes (
SSTS 286/2015, de 19 de mayo ; 412/2014 de 20 de mayo ; 1257/2009, de 2 de
diciembre ; 1025/2009, de 22 de octubre ; 16/2009, de 27 de enero ; 960/2008, de 26 de
diciembre y 103472005, de 14 de septiembre, entre otras).
Para el tribunal, "los acusados recurrentes han omitido las más elementales
medidas de cuidado al aceptar recibir en su cuenta cantidades de dinero de
procedencia desconocida y actuar como intermediario para transmitirlas a otra/s
persona/s."
"En este caso, como ha resultado acreditado mediante la valoración de las pruebas
practicadas, el acusado, actuando como intermediario recibió en su cuenta el
dinero procedente de una estafa informática previa y lo hizo llegar al extranjero,
contribuyendo así de forma efectiva a que terceras personas se apoderaran de la
cantidad que fue transferida.
Partiendo de los hechos que han resultado acreditados mediante las pruebas
practicadas en juicio oral y ponderando las circunstancias concurrentes, en este caso
apreciamos la concurrencia de negligencia grave en la conducta del acusado. Las
pruebas practicadas no resultan suficientes para alcanzar la convicción plena de
que el acusado tuviera conocimiento exacto y detallado de la ilicitud de la
actividad desempeñada por las personas que ordenaron la transferencia a su favor
y con cargo a la cuenta bancaria titularidad de DIRECCION000 CB , ni que se
hubiera representado como altamente probable la procedencia ilícita del dinero
recibido. Sin embargo, no cabe duda de que el acusado actuó omitiendo las más
elementales normas de cuidado que resultan exigibles a cualquier persona , pues
no puede negarse que actúa con negligencia grave quien, como el acusado, facilita
sus datos personales y datos de sus cuentas bancarias a terceros para que le
transfieran una importante suma de dinero , más de 3000 euros, y una vez que ya
la tiene a su disposición, la extrae en efectivo del banco y la envía por otro sistema
ajeno al bancario, como Western Union, a una persona residente en un país
extranjero, y ello pese a ser cliente de una oficina bancaria en la que tenía abiertas
cuentas y depósitos y realiza disposiciones en efectivo, es decir que era
conocedor de la operativa bancaria habitual , sin ni si quiera consultar sobre la
actividad que se disponía a realizar. De forma que el acusado actuó sin ningún tipo
de preocupación sobre el origen del dinero recibido y sin realizar ninguna
comprobación acerca de la procedencia del mismo "
La STS de 12-6-2007, reiterada por muchas otras, entre ellas la STS de 20-4-2016,
recuerda que "la actuación de una persona que teniendo cumplido conocimiento de
una acción defraudatoria llevada a cabo mediante un mecanismo de manipulación
informática, como puede ser el phishing, u otro procedimiento similar, -a través del
cual una o varias personas consiguen averiguar las claves de una cuenta bancaria
y acceder a ella- facilita otra cuenta donde remitir las cantidades de dinero
extraídas fraudulentamente" es " una aportación de primer grado, propia de la
cooperación necesaria, y no de segundo grado propia de la complicidad". Y es que
no puede olvidarse que el delito de estafa informática denominada coloquialmente
"Phising" o "Phishing", tal y como así lo recoge nuestra jurisprudencia, consta de
dos fases: por un lado, la obtención de forma engañosa de claves de Internet y la
realización de una transferencia no consentida por el titular de la cuenta
ordenante; y una segunda fase, que consiste en el ofrecimiento de una cuenta
"mula" a la que se transfieren las cantidades fraudulentamente obtenidas y la
posterior retirada de las mismas. Esta última fase es absolutamente necesaria para
la consumación del mismo, puesto que sin la intervención de la cuenta
destinataria no se podría llevar a cabo la estafa.
Desde la STS de 2-12-2014 se viene señalando que " el conocido como fraude
informático, está previsto como una modalidad de estafa con configuración propia,
que no responde a la estructura tradicional de aquella. Es un tipo a través del que
se pretende proteger el patrimonio de los ataques que propician las nuevas
tecnologías y cuyo eje lo constituye lo que el Código describe como 'manipulación
informática o artificio semejante'. Son éstos los que han de ser idóneos para
conseguir esa transferencia inconsentida de un activo patrimonial, que integra el
acto de disposición que provoca el enriquecimiento que el autor persigue. A
diferencia de lo que ocurre respecto a la estafa prevista en el artículo 248.1, el
engaño ya no es un elemento básico ni es de imprescindible presencia. Se ha visto
sustituido en esa función por los artificios prohibidos. En palabras de la STS de
12-6-2007 , no es precisa la concurrencia de engaño alguno por el estafador,
porque el acecho a patrimonios ajenos realizados mediante manipulaciones
informáticas actúa con automatismo en perjuicio de tercero, precisamente porque
existe la manipulación informática y por ello no se exige el engaño personal".
A partir de la citada STS de 2-12-2014 (que, aunque tipifica los hechos como delito
de estafa informática, señala, sin embargo, que " para ello resultará indispensable
-claro es- que quede suficientemente acreditada su participación dolosa -la del
'mulero'- en el delito cuya secuencia inicial ejecuta un tercero, pero a la que
coopera de forma decisiva", algo que ya mencionaba la STS de 25-10-2012) y, sobre
todo, de la STS de 27-7-2015, la Sala 2 ª del Alto Tribunal ha modificado su
jurisprudencia, incardinando los delitos de phishing más en el delito de blanqueo
de capitales, bien en su modalidad dolosa, bien en su modalidad imprudente,
antes que en el delito de estafa. Así, esta sentencia recuerda que " como expresa la
reciente sentencia de esta Sala Nº 265/2015 de 29 de Abril , el Código Penal sanciona
como blanqueo de capitales aquellas conductas que tienden a incorporar al tráfico
legal los bienes, dinero y ganancias obtenidas en la realización de actividades
delictivas, de manera que superado el proceso de lavado de los activos, se pueda
disfrutar jurídicamente de ellos sin ser sancionado. En concreto el artículo 301 del
Código Penal sanciona como responsable del delito de blanqueo a quien adquiera,
posea, utilice, convierta, o transmita bienes, sabiendo que éstos tienen su origen
en una actividad delictiva, cometida por él o por cualquier tercera persona, o
realice cualquier otro acto para ocultar o encubrir su origen ilícito, o para ayudar a
la persona que haya participado en la infracción o infracciones a eludir las
consecuencias legales de sus actos.
La esencia del tipo es, por tanto, la expresión "con la finalidad de ocultar o
encubrir el origen ilícito". Finalidad u objeto de la conducta que debe encontrarse
presente en todos los comportamientos descritos por el tipo.
Esta sentencia también hace unas interesantes consideraciones acerca del dolo
eventual en el delito de blanqueo de capitales, a fin de distinguirlo del delito imprudente.
Así, dice que " ha de estimarse que actúa imprudentemente quien ignora el origen
ilícito de los bienes por haber incumplido el deber objetivo de cuidado que impone
el artículo 301 3º. En efecto, es ampliamente mayoritaria tanto en la doctrina como
en la jurisprudencia, la conclusión de que la imprudencia no recae sobre la
conducta en sí misma, sino sobre el conocimiento de la procedencia delictiva de
los bienes ( SsTS de 19-5-2015 , 20-5-2014 , 2-12-2009 , 22-10-2009 , 27-1-2009 , 26-
12-2008 ó 14-9-2005 entre otras). Este criterio es congruente con el hecho de que en
esta modalidad imprudente, la pena no se eleva aunque los bienes procedan de
delitos de tráfico de estupefacientes, corrupción o contra la ordenación del
territorio, lo que indica que la imprudencia no recae sobre la conducta, sino sobre
el conocimiento de la procedencia.
Así, en la STS de 17-2-2020 la Sala concluye que la aplicación del tipo imprudente de
blanqueo de capitales gravita sobre un hecho base: el desconocimiento de la
procedencia delictiva de los bienes. Pero cuando el acusado conoce la ilicitud de
tal procedencia y además se queda con el dinero transferido fraudulentamente,
estamos siempre ante un delito de estafa. Con cita de la STS de 12-6-2007, recuerda
la Sala que la ignorancia del resto del operativo no borra ni disminuye la
culpabilidad de los "muleros", porque fueron conscientes de la antijuridicidad de
su conducta, prestando su conformidad con un evidente ánimo de
enriquecimiento, ya supieran, no quisieran saber -ignorancia deliberada-, o les
fuera indiferente el origen del dinero que en cantidad tan relevante recibieron. Lo
relevante es que se beneficiaron con todo, o, más probablemente, en parte como
"pago" de sus servicios, es obvio que prestaron su colaboración eficiente y
causalmente relevante en una actividad antijurídica con pleno conocimiento y
cobrando por ello. Se trataría de una cooperación necesaria ( STS de 28-5-2010).
Por su parte, la STS de 27-5-2020 recuerda que ofrecer un medio de recepción del
dinero es una aportación importante para el delito de estafa, la recepción del
dinero desplazado por el engaño, al tiempo que establece un elemento de
dificultad en la identificación del delito, de su persecución y de los autores. El
conocimiento de los hechos de la estafa, como elemento subjetivo, se infiere con
racionalidad de los hechos externos realizados por el recurrente quien recibe una
cantidad importante económica de una fuente, para él desconocida, y dispone de
la cantidad indebidamente realizada. Deducir de esa conducta un conocimiento de
los hechos que dan lugar a la tipicidad de la estafa, y la colaboración con el
artificio, es razonable.
En el caso de autos, además, hay otro elemento más que subraya la tipificación del
hecho como delito de estafa: la implicación del acusado en otros dos casos más
de transferencias fraudulentas con distinto sujeto pasivo cuyas cantidades
terminaron en la cuenta corriente del acusado y de las que igualmente dispuso
mediante extracción bancaria en cajero automático. Mal puede en esas
circunstancias alegarse desconocimiento de la fraudulencia de las transferencias.
El delito de Blanqueo de Capitales del art. 301 del C.P. por el que se formuló acusación
castiga al que adquiera, posea, utilice, convierta o transmita bienes, sabiendo que éstos
tienen su origen en una actividad delictiva cometida por él o por cualquiera tercera
persona, o realice cualquier otro acto para ocultar o encubrir su origen ilícito o para
ayudar a la persona que haya participado en la infracción o infracciones a eludir las
consecuencias legales de sus actos. El apartado 3 tipifica la modalidad imprudente de
dicho delito si los hechos se realizan con imprudencia grave.
Partiendo de los hechos que han resultado acreditados mediante las pruebas
practicadas en juicio oral y ponderando las circunstancias concurrentes, en este caso
apreciamos la concurrencia de negligencia grave en la conducta de los acusados.
Las pruebas practicadas no resultan suficientes para alcanzar la convicción plena
de que los acusados tuvieran conocimiento exacto y detallado de la ilicitud de la
actividad desempeñada por las personas que ordenaron la transferencia a su favor
y con cargo a la cuenta bancaria titularidad de la persona perjudicada, ni que se
hubiera representado como altamente probable la procedencia ilícita del dinero
recibido. Sin embargo, no cabe duda de que los acusados actuaron omitiendo las
más elementales normas de cuidado que resultan exigibles a cualquier persona ,
pues no puede negarse que actúa con negligencia grave quien, como el acusado,
facilita sus datos personales y datos de sus cuentas bancarias a terceros para que
le transfieran una importante suma de dinero , en torno a los 5000 euros, y una vez
que ya la tienen a su disposición, la extraen por diferentes vías, y hacer
desaparecer el rastro del dinero. Y ello pese a ser clientes de una oficina bancaria
en la que tenían abiertas cuentas, es decir que eran conocedores de la operativa
bancaria habitual, sin ni si quiera consultar sobre la actividad que se disponía a
realizar. De forma que los acusados actuaron sin ningún tipo de preocupación
sobre el origen del dinero recibido y sin realizar ninguna comprobación acerca de
la procedencia del mismo.
Finalmente hemos de recordar que este delito no es un delito especial y " no tiene
por qué ser cometido exclusivamente por aquellos a quienes la ley les impone
medidas de prevención ante el blanqueo de capitales, sino que lo pueden cometer
particulares, como aquí ocurre, y que deben ser más cuidadosos en el manejo de
fondos, ante el dato de que el dinero pudiera proceder de una actividad delictiva.
El art 301.3º no hace referencia alguna al sujeto activo, por lo que ha de aceptarse
que configura un subtipo que puede cometer cualquiera. Los tipos dolosos a los
que se remite el imprudente son tipos comunes, por lo que sin diferenciación
expresa del legislador no parece congruente configurar específicamente la
modalidad imprudente como delito especial". ( STS 363/21 de 19 de abril Pte. Polo
García).
-las "mulas bancarias" son personas reclutadas por una organización criminal,
para actuar como intermediario en la recepción del dinero procedente del delito de
estafa bancaria. El mulero bancario, recibirá en su cuenta los fondos obtenidos
ilegalmente y los transferirá a otras cuentas, cobrando una suma de dinero a
cambio, por cada operación. Esta figura, es sin duda relevante para las
organizaciones criminales porque se convierten en intermediarios para borrar el
rastro del dinero, a modo de "cortafuegos" para que las investigaciones policiales
no lleguen a los líderes de tales organizaciones. A estos efectos, resulta
indiferente que el propio mulero efectúe por si mismo las transacciones o bien
facilite la apertura de una cuenta bancaria a su nombre, cediendo las
correspondientes claves a fin de que otro pueda operar directamente con dicha
cuenta;
JURISPRUDENCIA REFERENCIADA
JUEZ SUSTITUTO
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