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TRABAJO EN EQUIPO:

EL LANZAMIENTO DE ENANOS
Caso: En la ciudad de Quito funciona un local nocturno, habilitado como disquería “Big Shot”, en una
zona fuera del ejido urbano, aislado de otros vecinos. Para promocionar el local, su propietario
dispuso incluir una nueva diversión, llamada “El lanzamiento de los enanos” y, con tal motivo,
desarrolló una amplia publicidad en la ciudad.
La diversión: Junto a la actividad habitual de música, baile y despacho de bebidas alcohólicas, solo
para mayores, implemento este nuevo entretenimiento. Consiste en que cualquiera de los clientes
puede asir a alguno de los empleados del local, de físico muy reducido (enanos) y lanzarlo por los
aires.
Cada uno de los enanos, todos adultos, está protegido por rodilleras, coderas, hombreras y un casco
tipo bicicleta. A su vez, tiene colocado un chaleco, fuertemente sujeto al cuerpo, con anillas en la
espalda. El juego consiste en levantar a la pequeña persona, mecerla en el aire y arrojarla lo más
lejos posible. El contendiente que lanza a la mayor distancia, gana y es acreedor a un número de
bebidas gratis.
Toda la superficie sobre la que vuela y aterriza el empleado enano está muy acolchada lo que impide
por completo que pueda lastimarse con la actividad.
Decisión del Intendente Municipal: El Intendente Municipal, mediante el decreto 1042/2014, dispuso la
clausura del local donde funciona la disquería ''Big Shot”, prohibiendo en adelante el juego
denominado “Lanzamiento de Enanos” y ordenando desmantelar las instalaciones específicamente
reservadas a esta diversión. Una vez desmanteladas y siempre que no reitere tal juego, el local
podría reanudar normalmente su actividad principal de música y baile, con despacho de bebidas.
El funcionario, tras recordar que la Ley Orgánica de Municipio de Quito le acordaba la policía de los
locales de diversión en orden a la seguridad, moralidad y mantenimiento de las buenas costumbres,
señaló que el juego en cuestión era atentatorio de la moral y el orden públicos, vejatorio de las
personas y atentaba contra las buenas costumbres, razones por las cuales lo prohibió y, dada su
gravedad, clausuró temporariamente el local.
Inspectores municipales se hicieron presente en: “Big Shot” y, notificado el propietario del decreto
1042/2014. Procedieron a ejecutarlo, desalojando los clientes e imponiendo fajas de clausura al local.
La acción constitucional: El propietario del local, aconsejado y patrocinado por un abogado de la
ciudad, inició de inmediato una acción de protección, solicitando la nulidad del acto municipal y la
reapertura del local en las condiciones anteriores a su ejecución.
Sostuvo que se encontraban afectadas directamente sus garantías constitucionales de propiedad (art.
66 numeral 26 y de ejercer industria lícita (art. 66 numeral 15). Entendió que el decreto municipal era
nulo por ilegítimo y arbitrario. Sostuvo que la actividad “Lanzamiento de Enanos” era susceptible de
una estimación moral o ética, solo en el fuero interno de las personas que la ejecutaran y, por tanto,
estaba fuera del control municipal, por afectar la intimidad asegurada en el art.66 inciso 20 de la
Constitución Nacional. Argüyó que no había alteración alguna del orden público, porque pese a que la
clientela aumentó con la nueva diversión, no hubo desorden en el local, ni se superaron los niveles de
ruido propios de la actividad de baile nocturno, aclarando que su negocio funciona en un predio
parquizado y lejos de lotes vecinos habitados.
Desde un punto de vista moral, no hay transgresión alguna a la moral pública, ya que el juego no es
obsceno, tampoco causa escándalo, ni ha recibido la repulsa de ningún miembro de la comunidad.
Fallo de la Corte Constitucional: El juez de primera instancia rechazó la acción de protección por no
ser la vía adecuada, ya que no observaba grave ilegitimidad en el decreto 1042/2012 y, por otra
parte, el dueño del local podía cuestionar el acto por la vía ordinaria del contencioso-administrativo.
Fallo del Tribunal Contencioso Administrativo: Apelado el fallo por el actor, se pronunció el tribunal y
revocó el pronunciamiento; hizo lugar al amparo y ordenó el cese de la clausura y la continuidad del
funcionamiento del local, incluido el juego “Lanzamiento de enanos”.
Para así decidir, el tribunal entendió que con el juego de marras no se había suscitado alteración
alguna del orden público, ya que no hubo prueba por parte del Municipio de que tal hecho ocurriera.
En lo que hace a la moral pública, sostuvo que el Intendente Municipal no había denunciado ni
acreditado que se hubiera cometido delito alguno. En lo que hace a la policía municipal, afirmó que
esta facultad no puede convertir al Intendente en un censor público de la moral individual. Los actos
de los particulares -que no provoquen perjuicios a terceros- quedan reservados a la conciencia ética
de cada individuo o a las autoridades religiosas, pero al poder público le está vedado ingresar en ese
tipo de juicio. Así como no se pena el consumo de drogas o de alcohol en exceso, si no es en público,
tampoco cabe a la autoridad comunal censurar el tipo de juego que los adultos, concientemente,
aceptan emprender o presenciar.
En cuanto a los empleados del local, de muy baja estatura, indicó el tribunal que todos ellos habían
declarado como testigos en autos, sosteniendo que se encontraban debidamente protegidos durante
el juego, que no habían sufrido daño alguno y que, dadas sus discapacidades, les resultaba muy
difícil encontrar trabajo, habiendo con esta actividad hallado una labor bien remunerada, que les
permitía mantenerse y mantener sus familias.
Apelación del municipio: El representante municipal apeló el fallo ante el Tribunal. Defendió la
legalidad y razonabilidad del decreto, explayándose sobre los fundamentos del acto. Una vez más.
Como en todas las ocasiones de su defensa alegó en su favor las disposiciones del art. 5 - derecho a
la integridad personal- de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de
Costa Rica).
La Corte Constitucional ante la interposición de una acción extraordinaria de protección sentenció el
caso y resolvió revocar el fallo anterior, considerando legítimo el decreto municipal en cuanto había
prohibido el lanzamiento de los enanos porque entendió que tal actividad era una práctica degradante
de la persona humana y, por lo tanto, violatoria de las garantías del Pacto de San José de Costa
Rica.
Contra esa decisión se alzó el Sr. Agustín Herrera, uno de los empleados del local, que sufría de
enanismo.
Planteó una acción de protección ante la Corte Constitucional, aduciendo que la sentencia era
violatoria del Pacto de San José de Costa Rica pues establecía una "discriminación" inadmisible
respecto de su persona, por ser enano.
Sostuvo que al excluirse el show de las actividades del local bailable, quedó desempleado. La
prohibición de continuar con el lanzamiento le había provocado diversos perjuicios, además de
quedarse sin empleo, el cual no le resultaba fácil conseguir en situaciones normales por su
discapacidad, quedaba afectada su dignidad, su privacidad y su derecho al trabajo. Entendió que se
lo discriminaba en relación a otras ocupaciones semejantes, pues no se prohibían lanzamientos de
adultos de estatura normal, en shows y circos.

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