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La Llorona

Esta es una adaptación de las diferentes versiones que tiene la leyenda. Esta
historia de terror es muy popular en muchos países de Latinoamérica. Sobre su
origen no hay nada definitivo, es todo un misterio. En cambio todas las versiones
coinciden en lo mismo: una mujer, que ahogó a sus hijos, recorre las calles
lamentándose y los busca sin cansancio en las aguas de ríos y lagos.

A menudo, la narración de esta historia ha tenido carácter moralizador, es decir,


es una leyenda que se solía contar a los niños que no obedecían a sus padres.

Cuenta la leyenda que, hace muchos años, los vecinos de Xochimilco en México
escuchaban por las noches los temibles gritos de una mujer que lamentaba: “¡Ay
Mis hijos!"

Los habitantes del pueblo se aguardaban en sus casas y no se atrevían a salir,


asustados por los lamentos de aquella misteriosa mujer.

Se dice que tiempo atrás una mujer se casó con un hombre con el que tuvo tres
hijos. Un tiempo después, este hombre los abandonó.

Al suceder esto, la mujer, llena de ira, se llevó a sus hijos y los introdujo en el río.
Cuando se dio cuenta de su acto, ya era demasiado tarde para salvarlos. Desde
entonces, su alma en pena vaga por las calles del pueblo, vestida de blanco,
llorando y lamentando el acto que había cometido.
La leyenda del maíz
También conocida como Quetzalcóatl y el maíz, esta leyenda es de origen azteca
y trata de explicar el surgimiento de uno de los ingredientes primordiales de la
comida mexicana: el maíz. En esta historia se considera como producto que surge
como resultado de la acción divina.

Al mismo tiempo, esta leyenda es ideal para reflexionar con los más pequeños
sobre la importancia del esfuerzo y tesón para conseguir cualquier objetivo que
nos propongamos en la vida.

Cuenta la leyenda que, antes de la llegada del Dios Quetzalcóatl, los aztecas solo
se alimentaba de raíces y algún que otro animal que podían cazar.

El maíz era un alimento inaccesible porque estaba oculto en un recóndito lugar


situado más allá de las montañas.

Los antiguos dioses intentaron por todos los modos acceder quitando las
montañas del lugar, pero no pudieron conseguirlo. Entonces, los aztecas
recurrieron a Quetzalcóatl, quien prometió traer maíz. A diferencia de los dioses,
este utilizó su poder para convertirse en una hormiga negra y, acompañado de
una hormiga roja, se marchó por las montañas en busca del cereal.

El proceso no fue nada fácil y las hormigas tuvieron que esquivar toda clase de
obstáculos que lograron superar con valentía. Cuando llegaron a la planta del
maíz, tomaron un grano y regresaron al pueblo. Pronto, los aztecas sembraron el
maíz y obtuvieron grandes cosechas y, con ellas, aumentaron sus riquezas. Con
todos los beneficios, se cuenta, que construyeron grandes ciudades y palacios.

Desde aquel momento, el pueblo azteca adora al Dios Quetzalcóatl, quien les trajo
el maíz y, con ello, la dicha.
Leyenda del hilo rojo del destino
Esta conocida leyenda forma parte de la cultura popular china y japonesa y parte
de la base de que las personas que están predestinadas están unidas con un hilo
rojo. Además, refuerza la idea de la existencia de que todos tenemos un “alma
gemela”.

Esta historia no solo sirve para hablar del destino, sino de los vínculos que se
establecen entre las personas, bien sean de amor, de amistad o compañerismo.

Cuenta una antigua leyenda que, hace muchos años, un emperador invitó a una
poderosa bruja que tenía la capacidad para ver el hilo rojo del destino.

Cuando la hechicera llegó a palacio, el emperador le pidió que siguiera el hilo rojo
de su destino y lo condujera hacia la que sería su esposa. La bruja accedió y
siguió el hilo, desde el dedo meñique del emperador, que la llevó hacia un
mercado. Allí se detuvo frente a una campesina en cuyos brazos sostenía a un
bebé. El emperador, enojado, pensó que se trataba de una burla de la bruja e hizo
caer a la joven al suelo, provocando que la recién nacida se hiriera la frente.
Luego, ordenó que los guardias se llevaran a la bruja y pidió su cabeza.

Años después, el emperador decidió casarse con la hija de un poderoso


terrateniente a la que no conocía. Durante la ceremonia, al ver por primera vez el
rostro de su futura esposa, el emperador observó una cicatriz peculiar en su
frente.
Kamshout y el otoño
Esta leyenda de origen argentino sirve para dar una explicación a la
transformación de los árboles en las estaciones de otoño y primavera. Pero
también puede verse como una reflexión al riesgo que supone la ignorancia, la
cual puede ser la madre de los prejuicios hacia lo nuevo o diferente. Hay que
valorar otras opciones y no creer solo lo que ya sabemos o creemos saber.

También nos habla de la importancia de no burlarse de los demás cuando sus


creencias u opiniones no coinciden con las nuestras.

En Tierra de Fuego hubo un tiempo en que las hojas de los árboles eran siempre
verdes. Un joven que vivía allí, Kamshout, partió a un lugar lejano a hacer un rito
de iniciación al llegar a la madurez. Tardó mucho tiempo en volver y el resto de
habitantes lo habían dado por muerto.

Un día, Kamshout apareció y contó a sus paisanos que venía de un lugar donde
los árboles perdían sus hojas en otoño y, en primavera, surgían hojas verdosas.
Nadie creyó sus palabras y sus paisanos se burlaron de él.

Kamshout, enfadado, se marchó al bosque y desapareció durante un tiempo.


Pronto, reapareció convertido en un loro vestido con plumas verdes y rojas.

Llegó el otoño y Kamshout tiñó las hojas con sus plumas rojas, estas cayeron al
suelo. Los habitantes pensaron que los árboles estaban enfermos y morirían.
Kamshout no pudo contener la risa.

En primavera surgieron hojas verdosas. Desde entonces, los loros se ríen de los
humanos para vengarse de la burla hacia Kamshout, su antepasado

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