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1. Introducción.
2. Conquista.
3. Colonización.
4. Administración.
5. Conclusión.
6. Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN.
2. CONQUISTA.
La base de la expansión atlántica castellana se encuentra a finales del XIII, cuando las
expediciones portuguesas por la costa africana, impulsaron a que Castilla no se quedase
muy a la zaga y se plantease la conquista de Canarias desde 1402. Para evitar conflictos,
ambos reinos firmarían los tratados de Alcaçovas-Toledo (1479-1480), repartiéndose el
Atlántico.
También se dieron una serie de condicionantes técnicos como el empleo del “barco
redondo”, tipo al que pertenecen la nao y la carabela, que se impondría a la galera
mediterránea, poco apta para el oleaje oceánico. Tampoco debemos olvidar la invención de
la brújula en el XIII, el portulano en el XIV y otras innovaciones como el astrolabio.
A su vez, a nivel económico, tras el fin de la guerra de los cien años y las epidemias y malas
cosechas que habían azotado a Europa durante el siglo XIV, las monarquías se lanzan a
financiar empresas comerciales por todo el Mediterráneo y el Báltico en busca de materias
primas y materiales preciosos. En este sentido, fue la expansión del dominio turco hacia el
mediterráneo oriental y el bloqueo de la ruta de la seda hacia Asia, lo que empujo primero
a portugueses y luego a castellanos a buscar nuevas rutas hacia Asia que les permitieran
acceder a los artículos de lujo orientales (seda, especias y porcelana).
La gran figura de este proceso sería un marino genovés, que desde 1476 se encontraba en
Portugal, Cristóbal Colón. Conocía la teoría de la esfericidad de la Tierra por el “Imago
mundi” de Pierre d´Ailly y los mapas de Toscanelli, aunque sus cálculos eran erróneos. En
1492 los Reyes Católicos firmarían con él las Capitulaciones de Santa Fe, “un monstruo
jurídico” para Chaunu, por las que se estipulaban las condiciones de los posibles
descubrimientos. Ese mismo año llegaría a las Antillas a bordo de la Santa María y
acompañado de la Pinta y la Niña al mando de los hermanos Pinzón, explorando sin saberlo,
un nuevo mundo. Para consolidar estos descubrimientos Castilla firmaría con Portugal el
tratado de Tordesillas en 1494, situando el límite de expansión de ambos reinos en una
línea imaginaria 370 leguas al oeste de Cabo Verde. El genovés realizaría un total de cuatro
viajes hasta 1504, llegando a tocar tierra firme.
Los españoles consiguieron imponerse a los indígenas por diversos factores técnicos,
psicológicos y políticos. Su superioridad tecnológica se apreció en el efecto impresionante
de sus escasas armas de fuego y el uso de animales como caballos o perros, desconocidos
hasta entonces en aquellas tierras. Por otro lado, el hecho de que Moctezuma viera en las
huestes de Cortes el retorno de Quetzalcoatl, supuso una ventaja estratégica, así como las
numerosas querellas internas en los imperios prehispánicos.
La conquista de México, núcleo central del futuro Virreinato de Nueva España, fue realizada
por el extremeño Hernán Cortés. Con escasos efectivos (una hueste indiana de unos 400
hombres ávidos de dinero y algo más de 30 caballos) emprende Cortés la lucha contra el
imperio Azteca. La expedición funda Veracruz e inicia el camino hacia el interior, aliándose
con tribus hostiles a los aztecas como los totonacas y los tlaxcaltecas, lo que generó un
elevado número de guerreros que le ayudaron a la ocupación en 1519 de Tenochtitlán,
descrita por Bernal Díaz del Castillo como “una nueva Venecia”. Hostigado por las tropas del
gobernador de Cuba, Cortés abandona la ciudad, dejando a un reducido grupo que es
expulsado, ya muerto Moctezuma, en la “Noche Triste” de 1520. Cortés responde ese
mismo año con la victoria de Otumba y en 1521 con la muerte del nuevo emperador
Cuauhtemoc y el arrasamiento de su capital. Las zonas al norte y al sur del corazón del
imperio, terminarían siendo conquistadas en 1544. Y tras ellas, Centroamérica y la Florida.
La conquista del Perú incaico será llevada a cabo por Pizarro y Almagro, en donde nos
encontramos ante una disputa dinástica entre Atahualpa y Huáscar. En un primer momento,
buscando los fondos necesarios, Pizarro se traslada a España, firmando con Carlos I las
Capitulaciones de Toledo (1529), causa de las primeras discrepancias con Almagro. En 1531,
aprovechando un enfrentamiento entre Atahualpa y Huáscar, en el que el primero conquista
Cuzco y se proclama emperador, los conquistadores establecen una embajada en
Cajamarca, apresando y ejecutando a Atahualpa por poligamia y fratricidio en 1533. Tras
ello, Pizarro se hace con Cuzco, y funda la Ciudad de los Reyes actual Lima, que sirvió de
sede para la amplia gobernación que Carlos I le entregó (Nueva Castilla). Al sur de ella se
ubicaría otra, todavía por conquistar, la llamada de Nueva Toledo (Chile), encomendada a
Almagro. Este no queda satisfecho y comienzan una serie de luchas fratricidas donde
mueren el mismo Almagro, Pizarro y su hijo. La situación se pacificará en 1543 con el
funcionamiento efectivo del Virreinato peruano.
3. COLONIZACIÓN.
Las migraciones hacia América también fue otra consecuencia directa y necesaria para
asegurar la presencia de colonos que completaran la conquista y afirmaran el dominio de
estas tierras. La migración se controló desde 1503 por la Casa de Contratación. Con sede en
Sevilla, negaba la licencia de embarque a conversos, judíos, musulmanes, gitanos,
penitenciados por la Inquisición y no castellanos.
En este sentido, la elite estará ocupada por los criollos, descendientes de castellanos,
equiparados en privilegios a los hidalgos hispanos, cuyo poder se basaba en las tierras
obtenidas de los repartimientos y en la posesión de las encomiendas de indios, por las que
éstos debían prestarles servicios personales e incluso abonar tasas. Vivían en la ciudad o en
el medio rural (estancias), ocupando cargos locales y accediendo algunos a títulos de
nobleza. Además, como opina Céspedes del Castillo tendrían un sentimiento de
superioridad hacia el resto, paralelo al del cristiano viejo en Castilla. Por debajo, hallamos a
una burguesía asentada en las ciudades y a un clero prestigioso, pero sin importantes
privilegios. Más abajo encontramos pequeños menestrales, artesanos y labradores.
En cuanto al sector de mayor preparación intelectual del grupo de los criollos se opuso
rápidamente al monopolio de los altos cargos por peninsulares. No obstante, cada vez iban
acumulando más resentimiento al ser apartados de la alta administración.
Otro de los importantes grupos sociales fueron los esclavos negros, que desde 1501 los
encontramos trabajando en plantaciones y extracciones auríferas ante el rapidísimo
descenso de la población indígena. El aumento de la demanda de esclavos creció de tal
manera que en el s. XVI los esclavos suponían el 47% de la carga de los buques que se
dirigían hasta América, regularizándose su comercio en 1595. Cartagena de Indias y Veracruz
se convirtieron en los dos principales puertos de acceso de estos, cuyo número no está bien
cuantificado, aunque estaría alrededor de los 75.000 en el XVI y 125.000 más en el XVII. Su
proporción porcentual sobre el conjunto de la población es dispar de unas zonas a otras, con
máximos en La Española, donde en la segunda mitad del Quinientos eran ya clara mayoría.
Debido a su importancia en el sistema productivo fueron muy apreciados, sobre todo por su
resistencia física, aunque jurídicamente no gozaron de ningún derecho. Hacia 1700 se llegó a
los 700.000 negros comerciados mediante el sistema de asientos.
En lo que atañe al sector primario, sabemos que las grandes propiedades agrícolas eran las
haciendas trabajadas por indígenas o esclavos, detentadas por los criollos más acomodados.
También encontramos en manos de blancos una pequeña propiedad, de carácter familiar y
autosuficiente. La producción se fijaba desde España, que procuraba que no se redujeran las
ventas de productos como trigo, aceite o vino, ni tampoco de manufacturas, solo destinadas
al mercado interno. Los grandes ganaderos eran asimismo los propietarios de las
haciendas, en las que se criaban sobre todo especies traídas desde España, pues solo los
indígenas prosiguieron el cuidado de animales autóctonos como las llamas.
En cuanto al comercio exterior, durante las primeras décadas del XVI las naves salían a su
libre arbitrio, tras la inspección de la Casa de Contratación. Pero el acecho de los corsarios
obligó en 1561 a la adopción del sistema de flotas (una con salida en enero y otra en
agosto), en el que el convoy iba custodiado por galeones dispuestos a rechazar a los piratas.
El sistema de flotas y puertos limitados (Sevilla, Veracruz, Portobelo, Cartagena de Indias) se
va debilitando en el XVII, imponiéndose los navíos de registro y abriéndose el número de
puertos dedicados a este tráfico mercantil, sobre todo por las necesidades derivadas de las
Compañías que iban creándose. Fue Felipe V quien rompió el monopolio comercial
detentado por la Corona española, primero con el permiso a barcos franceses y, tras el
Tratado de Utrecht, con la aceptación del “navío de permiso” inglés.
Entre los productos que se comerciaban destacan el tabaco, el cacao y, más tarde, la patata.
También gozaron de gran aprecio tintes como el palo Brasil, el añil o la cochinilla. A estos
productos indianos deben añadirse otros orientales, que traían en su retorno las flotas de
Nueva España, una vez llegado a Acapulco el “galeón de Manila”, perlas, porcelanas, lacados,
sedas, coral o especias.
4. ADMINISTRACIÓN.
La Casa de Contratación fue el organismo rector del comercio con América e institución de
gobierno con competencias políticas y judiciales, además de convertirse en centro impulsor
de los trabajos cartográficos. Se instituyó con sede en Sevilla (en el XVIII se traslada a Cádiz).
El Real y Supremo Consejo de Indias, nacido como sección del Consejo de Castilla, era un
organismo colegiado que ejercía en nombre del rey funciones gubernativas, legislativas,
judiciales, fiscales y eclesiásticas. Lo compusieron cinco principales cargos, que eran el
Promotor Fiscal, los dos Secretarios, el Relator y el Oficial de Cuentas. En el siglo XVIII pierde
su papel como principal órgano rector, en beneficio de ministerios o secretarias,
conservando solo funciones judiciales y de asesoramiento.
La organización judicial en Indias está encabezada por las Audiencias, que, al igual que las
peninsulares, contaban con presidente, oidores, notarios y escribanos, aunque a diferencia
de las hispanas incorporaron competencias gubernativas. Hubo tres tipos de Audiencias: las
virreinales, establecidas en la capital y presididas por el Virrey; las pretoriales, establecidas
en la población metropolitana de una Gobernación o Capitanía General, cuyo presidente
coincide con el gobernador o capitán general; y las subordinadas.
5.CONCLUSIÓN.
6.BIBLIOGRAFÍA.