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PÉREZ FLORES, V.

El compromiso por el Reino en León Dehon


Dehoniana 2000/3, 93-114

Per la citazione: DEH2000-38-ES

El compromiso por el Reino en León Dehon


Valentín Pérez Flores, scj

PUNTO DE PARTIDA
1 Para comenzar esta pequeña disertación sobre el compromiso concreto
de León Dehon por la construcción del Reino de Dios, es necesario que nos
detengamos unos instantes en reflexionar sobre el concepto de Reino de Dios.
Antes que una exigencia, el Reino de Dios que Jesús anuncia es un don, una
gracia. Tanto con sus palabras como con sus obras, Jesús proclama una nueva
cercanía de Dios a los hombres; y lo hace a la luz de su experiencia íntima: a
partir de su singular relación con el Padre. Es ahí, en esa intimidad filial,
donde Jesús vive en plenitud la venida del Reino. En Jesús, Dios se ha
acercado a la humanidad de una manera absoluta; Dios se la ha comunicado
de un modo tan radical que puede llamarle con toda verdad Abba, Padre, lo
cual constituye una experiencia realmente nueva y decisiva1.
2 León Dehon ha vivido en primera persona esta experiencia
transformadora de sentirse amado, acompañado y conducido por el amor
de Dios; por esta razón, recordando uno de los momentos más significativos
de su vida, el de su ordenación sacerdotal, escribirá en sus Memorias: “Me
levanté sacerdote, poseído por Jesús, todo repleto de Él, de su amor al Padre,
de su celo por las almas, de su espíritu de oración y de sacrificio”2. Más
adelante añadirá que está dispuesto a ser “un instrumento dócil en las manos
de Nuestro Señor”3. No cabe ninguna duda de que con estas palabras León
Dehon se declara disponible para comunicar al mundo su programa de
construcción del Reino basado en el amor, en la confianza filial y en el
abandono en la voluntad divina. De esta forma, se entiende el que con
motivo de un retiro realizado en 1893 pueda tomar la siguiente resolución
como proyecto para su vida: “Me entrego enteramente a Nuestro Señor, para
1 Cf. E. Leclerc, El reino escondido, Sal Terrae, Santander 1997, p. 195.
2 NHV VI, 81.
3 NQ II, 1, 8 de febrero de 1869.

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servirle en todo y hacer en todo momento su voluntad. Con la ayuda de su


gracia estoy dispuesto a hacer y a sufrir todo lo que Él quiera”4. Sabemos que
esta resolución no va a quedarse en un pío propósito, fruto de unos días de
fervor de retiro espiritual. Al contrario, conocemos su capacidad de entrega
y de disponibilidad puestas al servicio de la causa de Dios y de su Reino. Su
vida estará siempre marcada por una intensa y constante búsqueda del amor
de Dios porque, como él mismo afirma: “Sólo Dios puede y debe llenar
nuestro corazón… ya que nuestro fin debe ser siempre su gloria, nuestra luz
su Espíritu que nos habla en la paz del alma…, y nuestra meditación sus
perfecciones y su ley”5.
3 Si tuviéramos que sintetizar en pocas palabras el mensaje de la Buena
Noticia diríamos que toda ella se condensa en estas palabras: “El Reino de
Dios está cerca” (Mc 1,15). Pero, ¿qué significa concretamente este anuncio
en boca de Jesús? En Jesús, Dios se ha acercado al hombre de una manera
absolutamente nueva. En Jesús no es el hombre el que se ha acercado a Dios,
sino que es Dios quien se ha comunicado graciosamente al hombre. Es una
cercanía sin precedentes y que se produce, aquí y ahora, con la presencia de
Jesús. De esta forma se puede afirmar que el Reino no es otra cosa que esta
nueva y maravillosa presencia de Dios que se ofrece al hombre y le abre las
puertas de un futuro inesperado. Es un futuro que está marcado con el sello
indeleble del amor y de la misericordia. En palabras del propio León Dehon
esta idea es expresada de esta manera: “Es Nuestro Señor mismo el que nos
ha descrito su realeza de amor: Aprended de mí que soy mando y humilde de
corazón. Mansedumbre infinita, dulzura y humildad de corazón, éstas son las
características de nuestro divino rey Jesús. Su yugo es suave, su carga
ligera”6. Para León Dehon el centro mismo del Evangelio está en la soberana
gratitud del amor misericordioso del Padre que se hace patente en la
cercanía de Jesús manso y humilde de corazón. Como consecuencia de esto,
para él, sólo el amor podrá ser la ley suprema que rija ese Reino de Dios que
se apoya en los pilares de la mansedumbre, la dulzura y la humildad de
corazón.
4 Nuestra reflexión tendrá como desarrollo el siguiente itinerario: en un
primer momento, intentaremos acercarnos a la resonancia que tiene la
cuestión del Reino de Dios en la espiritualidad de León Dehon; porque
después será su clamor del “venga tu Reino” el que ocupará nuestra atención;
para concluir con alguna consideración práctica a la que nos debe llevar a los

4 El P. Dehon escribe esta resolución con motivo del retiro que realizó en Braisne del 17
de octubre al 16 de noviembre de 1893. Esta resolución junto con los frutos de este retiro está
recogida en el Quaderno VI de Notes Quotidiennes en el número 11 del anexo en la página
433 de la edición italiana de su Diario Espiritual.
5 NQ I, 71-72, 30 y 31 de marzo de 1868.
6 L. Dehon: L'année avec le Sacré-Cœur, Etablissements Casterman, S.A., Paris, p. 178.

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dehonianos el compromiso por la construcción del Reino de Dios aquí y


ahora.

I. LEÓN DEHON Y LA ESPIRITUALIDAD DEL REINO DE DIOS


5 Para entender en su justa medida lo que significa el Reino de Dios es
necesario afirmar que éste no debe ser situado unilateralmente en la
dimensión sobrenatural, es decir en el más allá, y si siquiera reducirlo
exclusivamente a la interioridad. El Reino de Dios es una realidad que afecta
también al mundo y a la historia de la humanidad. La espiritualidad del Reino
de Dios se mueve en las coordenadas y los desafíos de la tensión escatológica
entre lo que existe ya y lo todavía no.
6 El Reino de Dios está ya fundado en la encarnación de Jesús,
históricamente real. Está inserto en la historia del mundo y la penetra según
la parábola del grano de mostaza y de la levadura (Lc 13,18-21). El Reino de
Dios es un misterio que se realiza lentamente en el corazón de cada persona.
Es una realidad que está ya escondida en cada uno de nosotros, como la
semilla de mostaza hundida en la tierra o como la levadura oculta en la masa.
Desde el momento de la encarnación, el reino de Dios “remodela” al mundo
y transforma la creación en una nueva, no terminada todavía. La plena
realización del Reino de Dios es todavía futura. Se terminará y será ofrecida
al final de los tiempos como obra de Dios. Entretanto es también Dios quien
la hace crecer. Él llama a los hombres a que colaboren eficazmente en la
construcción de su Reino. Cautivado por esta invitación del Señor, León
Dehon, “quiere responder con una unión íntima al Corazón de Cristo, y con
la instauración de su Reino en las almas y en la sociedad”7. Y lo hace así
porque la gran pasión de su vida será el Reino de Dios, que no es otra cosa
que el Reino efectivo de la justicia y de la caridad para todos, que debe
hacerse presente en las fábricas y en los parlamentos, en la política, en el arte
y en la piedad; es decir, debe instaurarse y hacerse realidad en el corazón y
en lo concreto de la historia. Tras la instauración del Reino de Dios el
cristiano está llamado y es enviado consagrar todas sus fuerzas en la
realización del Reino de Dios y sus valores: “justicia, amor, misericordia”8
en nuestro mundo, no sólo en el campo de la caridad, sino también y sobre
todo en las estructuras políticas y sociales.

7 Cst 4.
8 Estas palabras están recogidas en un documento escrito por el P. Dehon, titulado El Reino
del Sagrado Corazón y que G. Valerius scj cita en su artículo: León Dehon y el movimiento
Adveniat Regnum Tuum en Dehoniana 72 (traducción española), 1987/2, p. 210.

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1. Un Reino de amor
7 Antes de seguir adelante en nuestra reflexión es importante que sea el
mismo León Dehon el que nos aclare qué entiende por Reino de Dios; para
él: “El Reino del Sagrado Corazón es el mismo reino de Jesucristo, pero con
un matiz de amor y de homenaje al Corazón del Salvador”9. Por eso, podemos
afirmar sin miedo a equivocarnos, que para él, el Reino de Dios es igual a
Reino del Sagrado Corazón; y por esto mismo, es perfectamente coherente
que en la mayoría de las ocasiones en las que habla el Reino del Sagrado
Corazón se pueda interpretar que se está refiriendo al concepto más actual de
Reino de Dios, porque para él, “el Reino de Cristo es el amor del Sagrado
Corazón”10.
8 No serán ni la fuerza, ni la imposición, ni el poder, ni la renuncia, ni las
privaciones, todo lo contrario, será el amor la clave en la que deberán
interpretarse los comportamientos que lleven a la construcción del Reino de
Dios, porque como él mismo comenta: “Cristo nos ha amado, éste es el
símbolo… Tú amarás, ésta es la moral… Creer en el amor, es toda nuestra
fe. Hacer las obras del amor, esto es el cumplimiento de los preceptos. El
Corazón de Jesús es el resumen de toda religión. El Corazón de Jesús es
principio de amor y objeto del amor”11.
9 Para León Dehon la atención al Corazón de Jesús es la auténtica clave
de interpretación de todo lo que profesa en su fe, de lo que trabajan sus
manos y la causa que unifica todos los aspectos de su reflexión (teología, vida
espiritual, pero también política y social…), es la intuición fuerte que se
irradia en los compromisos más diversos a lo largo de su vida. Toda la historia
de la humanidad y del universo, toda la economía de salvación, desde la
creación a la gloria, sobre todo de la creación a la redención del hombre,
adquieren para él sentido pleno en la contemplación del Corazón de Jesús.
Porque en el Corazón están recogidos y simbolizados los grandes “gestos”
de amor del Padre, que tanto amó al hombre que le ha enviado a su Hijo como
Salvador (cf. Jn 3,16).
10 León Dehon ve en el amor de Jesús la razón que “justifica” y que da
sentido a su propia entrega: “Él me amó hasta darse, entregarse, traicionarse.
Todo es por mí… Señor, tú quieres que me inspire en los sentimientos de tu
Corazón, que vida de su vida, que me inflame de su celo para extender por
todas partes su conocimiento y su amor…Tú me confías la misión de

9 Ibídem, p. 211.
10 L. Dehon: L'année avec…, p. 178. En esta misma línea, ahondando en este pensamiento,
León Dehon escribe, recordando las palabras de Santa Margarita María: “Jesucristo reinará a
pesar de todos sus enemigos, pero reinará por su Sagrado Corazón” (O. Sc., IV, 546).
11 NQ III, 60, 14 octubre de 1886.

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propagar el amor del Sagrado Corazón”12. Son palabras elocuentes que


hablan por sí mismas y que dejan bien sentado cuál es la espiritualidad que
anima el compromiso de León Dehon por la construcción del Reino de Dios.
Reino que antes de ser una tarea a desarrollar hacia fuera es un “esfuerzo”
interior que se tiene que “ventilar” en una relación personal con el Dios-
amor. Será, por lo tanto, el Corazón de Cristo el espejo en el que se mirará
León Dehon para asumir la difícil y comprometedora tarea de propagar la
entrega en amor del Verbo encarnado que se pone de manifiesto en su Ecce
venio (Hb 10,7). Por esta razón, podemos afirmar que la espiritualidad del
Reino de Dios en León Dehon será la que ilumine toda su actividad: tanto la
espiritual como su preocupación social y política: y será así, porque está
convencido del deber que tiene de testimoniar el amor de Cristo al Padre y
a los hombres13.
11 La experiencia de fe de León Dehon recuerda las palabras de Pablo a los
Gálatas 2,20: “’Y no vivo yo, sino que es Jesús quien vive en mí; la vida que
vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y
se entregó por mí’; dejemos que él mismo nos refiera su experiencia al
respecto: ‘El Salvador me amó y se entregó por mí. Él me ha amado primero
y mucho; sin ello, ¿cómo hubiera llegado al extremo de entregarse por mí y
aceptar todos los sufrimientos? Él me ha amado; yo era su viña, que cultivaba
con amor, que rodeaba de continuos cuidados. Él me amó… y porque me
amó quiso dar su vida para salvarme’”14. Desde esta perspectiva toda la vida
de León Dehon: vida apostólica, combates, esperanzas, fracasos,
incomprensiones, etc., tienen su origen en esta convicción de que Jesús le
amó a él en primera persona.
2. Un Reino obstaculizado por el pecado
12 En este apartado de la espiritualidad del Reino de Dios en León Dehon
no podemos pasar por alto la importancia que él otorga a la cuestión del
pecado. Considera que el pecado es la causa y la peor expresión de todos los
males, pues envilece y aparta al hombre de su meta: vivir en el amor de Dios.
Será por lo tanto el pecado el que lleve al hombre a vivir de espaldas y al
margen de la Verdad, porque, como él mismo piensa, “los corazones llenos
del espíritu del mundo no tiene nada en común con el reino de la Verdad.
Pues no comprenden ni participan de esta Verdad… Porque para entenderla
es necesario la humildad, el alejamiento de las codicias humanas, la victoria
sobre las pasiones, el sometimiento a Dios y a su voluntad”15. León Dehon
12 O. Sp. III, 461-462.
13 Cf. NQ II, 27, 15 de diciembre de 1869.
14 Citado por Avelino Díez: Tras las huellas del amor, p. 65 (trabajo manuscrito no

publicado todavía), atribuye estas frases a León Dehon, en su libro Coronas de amor.
15 L. Dehon, L'année avec…, p. 320.

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denuncia en todas sus formas, tanto el rechazo grave de Dios como la tibieza
de las almas consagradas. Analiza la vida de la Iglesia y de la sociedad y ve
la causa de todos los males en una falta de amor, en una incomprensible y
desastrosa ingratitud hacia el amor de Dios no correspondido.
13 Todo en la vida y en la espiritualidad de León Dehon está orientado al
amor y a la eliminación de los obstáculos al amor, como se expresa en
nuestras Constituciones: “el P. Dehon es muy sensible al pecado… conoce
los males de la sociedad… ve la causa más profunda de esta miseria humana
en el rechazo del amor de Cristo… Espera que sus religiosos sean profetas
del amor y servidores de la reconciliación de los hombres y del mundo en
Cristo”16.
14 La vida de amor humano en unión con Cristo debe contar con la realidad
del pecado. El pecado es todo lo contrario del amor. Para León Dehon el
pecado hiere la bondad de Dios; ya que, “es un ultraje hecho a Dios que no
merece más que adoración y amor… es la preferencia dada a Satanás, a las
pasiones… es una odiosa ingratitud”17.
3. Un Reino construido sobre los cimientos de la reparación
15 Es una espiritualidad reparadora como la de León Dehon el pecado, la
ruptura y el alejamiento de Dios no tienen la última palabra. Todo lo
contrario, el único antídoto posible contra este veneno de la discordia y de la
separación es el amor y la reconciliación18. Para la construcción del Reino,
León Dehon es consciente de que el único modelo posible es el Evangelio,
cuyas páginas rezuman acogida, cercanía, comprensión y misericordia con el
que sufre la opresión del yugo del pecado: “el mismo Jesús nos explica cuál
es su disposición de respeto con los pecadores en las parábolas de la oveja
extraviada, de la dracma perdida y del hijo pródigo. Le vemos actuar con los
pecadores… Su misericordia acoge al pecador”19. La respuesta cristiana al
pecado es el amor a los pecadores… Pero se entiende que no es un amor
cómplice, o una tolerancia permisiva. La acogida y el perdón de los pecadores
deben formar parte de la espiritualidad del Reino de Dios cimentada en las
estructuras de la reparación; con el lenguaje propio de la época, León Dehon
dirá que “el Sagrado Corazón de Jesús es el único y verdadero reparador y la
única verdadera fuente del amor”20.
16 Para construir el Reino, según León Dehon, se hace necesaria una
actitud de fondo que empape todo el ser y todo el hacer. Esta actitud es la de

16 Cst 4 y 7.
17 O.Sp. I, 62.
18 Cf. Cst 7: “El P. Dehon espera que sus religiosos sean profetas del amor y servidores de

la reconciliación de los hombres y del mundo”.


19 O.Sp I, 125.
20 O.Sp. III, 485.

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la disponibilidad; por esto, la pregunta que debe aflorar en el corazón del


que quiera ser constructor del Reino será: “Señor, ¿qué quieres que haga?”21.
El ser y el estar disponibles será el verdadero modo de ser reparadores y
deberá ser la actitud oblativa que impregne todo lo demás: empeño apostólico
y empeño en el mundo, trabajo y estudio, esfuerzo de la fe y esfuerzo del
amor, culto y oración.
17 La reparación, por lo tanto, puede considerarse como el talante de vida
ideal para afrontar la construcción del Reino de Dios, ya que ésta no es otra
cosa que el convencimiento de que los valores del Reino pueden y deben
transformar el mundo y hacerlo más fraternal y más en armonía con el
proyecto de felicidad de Dios.
4. Un Reino con implicaciones
18 Teniendo presente lo dicho hasta aquí es importante que reflexionemos
sobre las implicaciones que tiene la realidad del Reino de Dios según la
espiritualidad de León Dehon, que, como no podía ser de otra forma, está
basada en el más puro Evangelio. Para entrar en la órbita del Reino de Dios
es necesario que se cumplan una serie de condiciones:

19 a) En primer lugar, se debe rechazar toda impaciencia y todo desánimo


ante la aparente insignificancia de los primeros resultados. Podemos tomar
como modelo de referencia la parábola del grano de mostaza (Mc 4,30-32);
es importante esperar y dar tiempo a que germine la semilla y dé su fruto. Por
lo que, en palabras de León Dehon, se hace necesaria la confianza filial que
mantenga firme la confianza aún en las mayores pruebas y dificultades22.

20 b) En un segundo momento, es importante acentuar que el crecimiento


del Reino no depende del ajetreo que nosotros podamos tener23, sino de la
fuerza escondida que habita la Palabra. Podemos fijarnos en la parábola de la
semilla que crece por sí sola (Mc 4,26-29); lo importante es, por lo tanto,
sembrar y saber esperar. Según León Dehon, para construir el Reino es
necesario actuar en espíritu de fe y por amor a Nuestro Señor24.

21 c) Después, es de vital importancia saber aceptar las imperfecciones del


presente e incluso la presencia abundante de la cizaña en medio del trigo (Mt
13,24-30); el Reino no es una sociedad perfecta que se establece de forma

21 NHV V, 2.
22 Cf. León Dehon, Directorio Espiritual, Gráficas Gurrea, Pamplona 1947, p. 116.
23 Escribiendo al P. Freyd, su director espiritual por excelencia, le dirá: “no me inquieto,

pongo todo en las manos de Dios”. Carta del 9 de marzo de 1873 (AD, B 36/2).
24 Cf. NQ III, 103v, 25 de febrero - 11 de marzo de 1890.

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inminente y de manera definitiva, son necesarias por lo tanto la paciencia y


la misericordia25.

22 d) Por último, es bueno señalar que a pesar de todos los obstáculos, el


Reino de Dios no sólo se desarrollará él, sino que hará que el mundo crezca
con él: parábola de la levadura (Mt 13,33). El crecimiento del Reino es
solidario26 del crecimiento del mundo, no se desarrolla al margen de la
historia de los hombres, sino dentro y en relación con todo cuanto los
hombres hacen y buscan.

23 Para terminar este apartado es importante que subrayemos que la


herencia espiritual de León Dehon sobre el Reino de Dios no nos lleva a
recordar de forma estéril acontecimiento, situaciones, escritos… del pasado,
sino todo lo contrario, nos obliga a confrontarnos con el aquí y ahora para
encarnar en el hoy, como él hizo en su tiempo, su experiencia de fe. Y su
experiencia fundamental fue el estar convencido de que Dios es amor. Y de
este Amor deben surgir todas las fuentes de las que manan las aguas que
transforman el mundo. Dejemos que sean sus propios deseos espirituales los
que cierren este apartado: “Establezcamos en nosotros el Reino perfecto de
nuestro Señor. Que Él sea el principio y el fin de nuestras acciones. Que todas
(las acciones) lo tengan como punto de partida y por base su inspiración y su
voluntad, y por fin su gloria”27. Más adelante, en su mismo Diario espiritual,
escribirá: “Jesús es nuestro rey, un rey de paz. A Él le corresponde reinar
sobre las naciones y sobre las almas. Su ley es el Evangelio. Su Reino es
dulce, exento de fastos, sin violencia. Su misericordia es inseparable de la
justicia. Él ha sufrido el primero el yugo de su propia ley. Ha colmado de
gracia a sus súbditos. Cuando castiga lo hace para salvar”28.

II. VENGA TU REINO


24 Jesús actuó y habló del Reino como nadie lo había hecho jamás: habló
en parábolas, sermones, bienaventuranzas y promesas; habló por medio de su
propia actividad, su entrega y su muerte. De algún modo podemos definir
a Jesús de Nazaret como experiencia personal del Reino: es el Reino hecho
presencia de amor, expresado como un hombre concreto sobre el mundo. Por

25 Comentando las bienaventuranzas, León Dehon les dice a los novicios: “podríamos hacer

de la misericordia la divisa de nuestra Obra”, Cahier Falleur I, 13.


26 Cf. Cst 29: “siguiendo a Cristo, debemos vivir en solidaridad efectiva con los

hombres… (que para que llegue) a la plenitud del Reino, necesita ser constantemente
purificado y transfigurado pro la Cruz y la Resurrección de Cristo”.
27 NQ I, 49, 28 de febrero de 1868.
28 NQ I, 75, 5 de abril de 1868.

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eso vino y se hizo presente en el reverso de la tierra: allí donde el exilio es


más fuerte, donde las tinieblas son más intensas. Allí, en la tierra sufriente,
es donde Jesús empieza a realizar su Reino: acoge a los marginados, cura a
los enfermos, va creando un grupo de personas dispuestas a esperar la acción
de Dios sobre la tierra; por ellos sube a Jerusalén, con el objeto de presentar
su mensaje; por ellos muere sobre el Calvario, apareciendo después
resucitado29. Sólo en este contexto pueden entenderse las palabras de Jesús:
venga tu reino. Jesús enseña a sus discípulos a orar desde el misterio nuevo
de su Reino porque sabe que su Dios es Padre. Por eso ha traducido esa
certeza en forma de plegaria: ¡Padre, venga tu reino! Estrictamente hablando,
estas palabras venga tu reino debería traducirse así: ¡trae tu reino! Lo
pedimos precisamente al Padre y le rogamos que se manifieste en todo el
mundo como aquél que da la vida, como poder de creación que nos sostiene
e impulsa con su gracia. Dios es Padre y su Reino, proclamado y realizado
por Jesús de Nazaret, somos nosotros. Por eso, al decir que venga su reino,
le pedimos a Dios Padre que nos haga capaces de ser hijos, es decir, dueños
y herederos de ese Reino.
25 En este apartado nos proponemos reflexionar y esbozar las
características que “adornan” el compromiso de León Dehon por la
construcción del Reino y que le lleva a exclamar: “¡deseo que tu Reino
llegue!”30. Y con mayor motivo cuando todas las mañanas en el acto de
oblación ofrecemos al Señor nuestra disponibilidad para anunciar su
misericordia y trabajar por la llegada de su Reino31. La espiritualidad de
León Dehon tiene entre sus objetivos prioritarios, como hemos visto más
arriba, buscar en primer lugar la construcción del Reino de Dios y su justicia
(cf. Mt 6,33)32. Esta construcción pasa necesaria e ineludiblemente por el
seguimiento de Jesús de Nazaret. Esto significa que el que quiera ser
constructor del Reino debe poner sus pies en las huellas del Maestro e implica
que su camino debe ser el camino del Señor. Y esto supone algo más que
una investigación intelectual, exige, además, una experiencia personal, una
adhesión, una respuesta y un compromiso.
1. Reino de justicia
26 Sabemos que León Dehon no fue un teórico, ni un hombre entregado
sólo a la reflexión de laboratorio o de escritorio. Nunca lo será en su vida.
Será un hombre de acción. Las tristes situaciones sociales que le rodean le
obligan al estudio para encontrar las soluciones más adecuadas. No será un
hombre que se meza en los sueños o que se pierda en estériles elucubraciones
29 Cf. X. Pikaza, El padrenuestro en la vida religiosa, en Folletos CONEL, n. 60, p. 12.
30 NQ II, 39, 1 de enero de 1870.
31 Acto de oblación viernes I.
32 Cf. Cst 38.

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mentales. La inactividad y el desinterés por el Reino de Dios y el bien de los


hermanos los considera un auténtico escándalo. Por esta razón, se va a
entregar al apostolado con la mayor disponibilidad de la que es capaz para un
mejor servicio a los hermanos, en especial a los más necesitados.
27 En una rápida mirada por su biografía, descubrimos inmediatamente que
lo que más le caracterizó fue su forma de luchar para que el Reino dejase de
ser un proyecto soñado y se convirtiese en una realidad concreta. Será capaz
de unir, como pocos, una intensa vida contemplativa con una actividad
apostólica amplia y diversificada. No será exagerado afirmar que, aunque
parezca paradójico, León Dehon consiguió ser al mismo tiempo un místico y
un activista incontrolable33. Será un hombre que en su disponibilidad activa
en la búsqueda de la voluntad de Dios, manifiesta su compromiso concreto
por la construcción del Reino. Ya que en su vida: con sus obras, con sus
escritos, con sus predicaciones, con sus iniciativas…, lo que pretenderá será
la construcción de un Reino de justicia social para todos, con derechos para
todos y con deberes todavía mayores para los mejor dotados con
oportunidades para ser líderes. Con todos sus desvelos e iniciativas pretendía
que se tomasen como modelo de actuación las enseñanzas y los principios de
Jesús de Nazaret, para quien, la ley, el sábado, la oveja o el buey son siempre
menos importantes que el hombre34. Esto, en un mundo que se gobierna a
golpe de talonario o por el peso de la cuenta corriente o por la fuerza de las
leyes de la economía, molestaba. Y no sólo era incómodo en el pasado, hoy
sigue siendo igual de molesto. Estamos convencidos de que León Dehon (que
proclamaba y vivía un camino radical: el Evangelio y el de Reino), en
nuestros días, sería una presencia muy incómoda en cualquier país de este
mundo, sobre todo en nuestros países occidentales asentados y regodeados
en una economía de mercado donde lo único válido es la ganancia y donde
se han edificado los mejores y más grandes altares a los bailes de la economía.
28 Leyendo sus escritos al respecto del problema social y económico parece
que estemos asistiendo a un problema, que aunque con matices, sigue siendo
actual. Siendo testigo de la situación y las condiciones de vida de los
trabajadores, de los pobres, de las mujeres y de los niños, etc., escribe:
“muchos de nuestros hermanos, a pesar de una ruda y perseverante labor,
viven en la miseria. Tienen una habitación estrecha, llena de niños que
languidecen, frecuentados por las angustias del hambre… ¿a quién echar la
culpa de esto?”35. No cabe duda que fue muy crítico con estas realidades
sociales y no pocas veces dijo cosas que debieron sonar muy fuerte en los
oídos de sus contemporáneos, llegando a condenar muy duramente estas
33 Cf. José Fernández de Oliveira, Por causa de un cierto Reino, Ediçôes Paulinas, Sâo

Paulo 1978, p. 24.


34 Ibidem, p. 46.
35 O. Sc. IV, 249.

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situaciones de injusticia social a las que llega a denominar frutos de una


“sociedad podrida”. Pero no se queda en la mera denuncia o en la simple
constatación de estas situaciones, al contrario, toma partido de forma
incondicional a favor de los más desfavorecidos: “Todas las reivindicaciones
obreras tienen un fundamento justo”36.
29 No vio con buenos ojos ni la usura, ni la ganancia abusiva de unos pocos
en detrimento de la inmensa mayoría, ni la especulación, ni la manipulación,
ni la utilización del hombre. Nos llevaría muy lejos, y además no es nuestro
objetivo, el detenernos sobre estos conceptos económicos, nos limitaremos a
poner de manifiesto, en boca de León Dehon, lo que piensa sobre la usura:
“¿qué se entiende por usura moderna? Es un conjunto de injusticias…
caracterizadas por el ejercicio de una presión o de un engaño a personas
débiles o demasiado confiadas”37.
30 Se indignaba con lo que veía en las fábricas, lo consideraba una auténtica
masacre de la dignidad del hombre porque el salario de los obreros subía y
bajaba según el mercado, como el precio de los esclavos38. Esto ni era justo,
ni era humano y no podía ser tolerado, y mucho menos si se hacía o se hace
en nombre de modelos económicos donde lo único que se busca es la mayor
rentabilidad a una inversión realizada y por esta razón. León Dehon llega a
afirmar que la primera limosna debida al proletario es un salario justo.
Además añade que si las injusticias de nuestra sociedad no son pecado,
entonces no existe ningún pecado. Hay que ayudar a los pobres, no sólo a
vivir, sino a levantarse39.
31 León Dehon se esforzó como pocos en aquella época por el derecho de
todos a un trabajo digno, por la organización de sindicatos libres, por el
salario familiar, por el descanso dominical, por el logro de condiciones más
higiénicas y morales en las fábricas, por la participación de los obreros en la
ganancia de las empresas. No cabe duda que estas denuncias y reclamaciones
de hace más de un siglo siguen siendo muy actuales. Para él, sólo Jesús de
Nazaret será capaz de otorgar al hombre, por el “Reino de su Evangelio, la
auténtica libertad, la dignidad, el respeto, el desahogo y la alegría pura”40.
Pero dejemos que sea el propio León Dehon el que nos desvele su plan de
acción para construir el Reino de justicia: “si queremos que Cristo reine en
la sociedad, nadie nos debe ganar en amor al pueblo. Hay que ser solidarios
con el pueblo que sufre una miseria inmerecida y no tiene apoyo; hay que ir

36 NHV IX, 92.


37 O.Sc. III, 58.
38 Cf. NHV IX, 90.
39 Cf. O.Sc. II, 16-21.
40 O.Sc. II, 109.

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Dehoniana

a su casa, a sus puestos de trabajo… y acompañarlos en sus sufrimientos y


en sus reivindicaciones”41.
2. Reino que tiene al decálogo y al Evangelio
como códigos sociales
32 Un apóstol como León Dehon, preocupado por la construcción del
Reino de Dios, no podía sino pensar y escribir que este Reino comienza en el
individuo, penetra las conciencias y actúa después en toda la sociedad42
formando un pueblo de corazón abierto y capaz de convivir en justicia y en
santidad. En este sentido, para él, sólo es posible que la justicia sea la que
caracterice la convivencia humana porque “el decálogo es la carta divina de
la vida social. Los diez mandamientos de Dios son disposiciones divinas en
función de asegurar la felicidad del hombre”43. Estas palabras ponen de
manifiesto que a finales del siglo pasado, León Dehon tenía clara conciencia
de que los desequilibrios sociales, provocados por el proceso industrial, por
el fenómeno del urbanismo y por los sistemas económicos debían encontrar
una respuesta auténtica y equilibrada en los valores evangélicos y no en las
pseudo-soluciones ofrecidas por teorías o ideologías políticas y económicas
que a lo único que conducen es a privilegiar a alguna de las clases sociales.
33 Para León Dehon el Evangelio no es sólo un libro místico sino también
un libro de moral práctica, por esta razón, dice que el “idealismo de las obras
sociales” se entronca en el mismo idealismo del Evangelio. Con él podemos
extraer una consecuencia práctica de actuación para la construcción del
Reino: dar de comer, dar de beber, vestir al desnudo…, sólo podrán llevarlo
a cabo los idealistas, los que actúan animados por el espíritu de fe y caridad,
y no los pusilánimes ni los instalados44. Es siempre el Evangelio el que
sustenta esta convicción: Evangelio que es necesario leer correctamente y
que es el fermento más poderoso introducido en la masa del mundo para
convertirlo, a partir del amor al Padre, en frutos de justicia, de dignidad y
de paz para todos. Dejemos que sea el propio León Dehon el que nos describa
la situación y veremos si sus palabras tienen algo que ver con la realidad o
cualquier parecido es mera coincidencia: “esta generación pusilánime nos ha
cambiado a Cristo. No era ya el Cristo de los obreros… el Cristo que ejercía
su apostolado junto a los pecadores, los publicanos, los hombres de mundo.
El león de Judá se ha metamorfoseado en una oveja tímida. Nuestro Señor,
cuyo apostolado poderoso y fuerte inspiró a Pablo, a Javier y a todos los

41 O.Sc. II, 153-161.


42 Cf. O.Sc. I, 3.
43 O.Sc.II, 67.
44 Cf. O.Sc. II, 158.

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Dehoniana

conquistadores de almas, se ha cambiado en un hombre temeroso y débil que


no habla más que a los niños y a los enfermos”45.
34 En pocas líneas esbozaremos, a continuación, las repercusiones que
tiene, para León Dehon, el cumplimiento o el olvido del Decálogo 46:
analizando las causas de los desórdenes sociales y que impiden la
implantación del Reino de Dios, ve la primera y la más importante causa de
estos desórdenes en el egoísmo ya que éste impide que se recuerde que
tenemos un mismo Padre y por lo tanto, y como consecuencia lógica, impide
que nos amemos como hermanos, con lo que cada uno busca su propio interés
al margen de la necesidad del otro. Para él, el cuarto mandamiento es el
mandamiento social por excelencia porque enseña el respeto, la atención y
la solidaridad, necesarios para la consecución del equilibrio tanto en el núcleo
social más pequeño (la familia) como para la gran sociedad nacional o
internacional. El sexto debería prevenir contra la corrupción, la inmoralidad;
a la vez, que el séptimo, es el código de la justicia y la caridad y al mismo
tiempo, el martillo contra la usura. Por su parte, el octavo excluye los fraudes,
los engaños y los “negocios” que buscan el propio beneficio.
35 Entre la gran cantidad de controversias ideológicas, políticas y
económicas de finales de siglo, León Dehon no tiene ninguna duda del éxito
de los valores evangélicos en la construcción de una sociedad más justa.
Terminamos con sus mismas palabras: “Cristo ha venido a renovar la
promulgación de la ley. Él ha recomendado buscar la justicia antes de nada.
Ha llevado la ley a su perfección y nos enseña la caridad, la abnegación y la
humildad, y nos ofrece las gracias necesarias para practicar estas virtudes.
Será bajo la guía de Cristo y de su Iglesia como la sociedad podrá volver a la
práctica del Decálogo, y, por esto a una renovación social”47.
3. Reino que ante los desafíos actuales
se construye con un talante propio
36 Para llegar a precisar el talante propio con el que los dehonianos
debemos afrontar la construcción del Reino, según los desafíos que presenta
la sociedad actual, es importante que nos detengamos, aunque sea
brevemente, a “observar” cuál fue la actitud de León Dehon como constructor
y apóstol de ese Reino.

37 a) Para él el Reino de Dios no es más (ni menos) que el evangelio del


amor que entra a formar parte de la historia concreta del hombre, o lo que es
lo mismo es la instauración de la justicia, la prosperidad común, la fraternidad

45 O.Sc. II, 158.


46 Seguiremos lo que se recoge en O.Sc. II, 67-69.
47 O.Sc. II, 69.

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Dehoniana

y la paz. Para servir a este Reino, no cesa de sacudir la somnolencia del clero,
invita a los sacerdotes a que salgan de sus sacristías, a que con decisión y sin
timidez “vayan al pueblo”48, porque es ahí donde se juega la vida, sobre todo
la de los pobres y humildes, la de los indigentes y la de los explotados. Les
anima a que vayan allí donde se sufre y donde se espera, donde se le llama a
asociarse para construir una sociedad más justa, más evangélica. Además
insiste en que el Reino no se construye con actitudes paternalistas que se
contentan solamente en hacer limosna.
38 Para edificar el Reino son necesarias la justicia y la caridad evangélica.
Quería que los apóstoles de ese Reino estuvieran en las calles, en las fábricas,
en medio del pueblo, enarbolando la bandera de la renovación y de la justicia
social.
39 En esta misma línea, para él, las viejas obras y los viejos métodos no
sirven porque no atraen a las personas. El constructor del Reino no debe
quedarse parado por una falsa prudencia: “Si un pastor ve que sus ovejas se
pierden… no puede permanecer inactivo. El buen pastor no se esconde
cuando viene el lobo”, por esto, “el sacerdote debe ser la sal de la tierra, la
luz del mundo, el incendiario del fuego sagrado…, debe ser el hombre de la
oración y del sacrificio…, del estudio y de las obras sociales…, debe ser el
discípulo y el apóstol del Corazón de Jesús”49. Todo esto, como es evidente,
no ha quedado anclado en el pasado, al contrario, si León Dehon fue muy
criticado, en su momento, por los defensores del liberalismo económico por
las ideas expuestas en su Manual Social Cristiano50, no nos cabe ninguna
duda que estas mismas ideas, y sobre todo su coherente estilo de vida, siguen
siendo semillas proféticas para la construcción de un mundo nuevo basado
en la justicia y en la paz; que chocan frontalmente con el estilo de vida
impuesto por nuestra sociedad de consumo y por la ley de la oferta y la
demanda del neoliberalismo.

40 b) Una vez “vistos” los acentos que León Dehon pone en la construcción
del Reino en el momento histórico en el que le toca vivir, pensamos que es
bueno el que nos detengamos, muy brevemente, en ver cuáles son los
principios del neoliberalismo económico (que son los que rigen en nuestra
sociedad actual) para después, señalar cuáles deben ser, a nuestro entender,
las actitudes que marquen el talante del dehoniano en su misión de instaurar
el Reino en el mundo y en la sociedad.

48 Cf. O.Sc. II, 153.


49 O.Sc. II, 105-109.
50 Cf. Avelino Díez, El P. Dehon adelantado social, en "Studia Dehoniana" 37, 1994, p.

147.

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Dehoniana

1. Principios 2. Principios 3. Talante


neoliberales51 evangélicos dehoniano52
a) libertad individual a) reconocimiento y a) disponibilidad53,
como valor absoluto y acogida del otro como nosotros
sin referencia otro. La parábola del congregación54 y sint
comunitaria; “Buen samaritano” unum55, actitudes que
puede ser un magnífico deben capacitar al
exponente; dehoniano para estar
atento a los clamores
y necesidades de los
hombres de nuestro
tiempo;
b) feroz y agresiva b) la compasión, que b) justicia y caridad,
competitividad; lleva consigo la “tras las huellas del
misericordia con el Fundador…,
sufrimiento de las queremos contribuir a
víctimas, pero que instaurar el reino de la
trabaja por la justicia y la caridad
eliminación de las cristiana en el
causas que lo provocan. mundo”56;
Su mejor expresión es
“Misericordia quiero y
no sacrificio”;
c) culto al dinero que c) liberación de c) respuesta de
se convierte en ídolo; dependencia de ídolos y libertad, "liberación
eliminación de las de lo que hiere la
diferentes dignidad del hombre y
marginaciones: social, amenaza la
étnica, ecológica, realización de sus
cultural, de sexo. aspiraciones más
51 Principios que aparecieron publicados en la página de Opinión el periódico El País el
lunes 29 de junio de 1998 firmado por Juan José Tamayo (teólogo y secretario general de la
asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII).
52 Extraído de la Regla de Vida de los Sacerdotes del Corazón de Jesús.
53 Disponibilidad que tiene que tener en los más pobres, en los más necesitados y en los

que viven al margen de nuestra sociedad los privilegiados de nuestra dedicación. Cf. Cst 18.
54 Lema, orden del día y conclusiones del XX Capítulo General celebrado en Roma.
55 El Sint Unum, puesto de relieve por el Padre Fundador, exige… “la liberación progresiva

del egoísmo, que es el rechazo del amor de Dios y de la fraternidad… lo que reclama una
conversión permanente” (Cst 95).
56 Cst 32 y 28. El P. Dehon ha dejado un testimonio elocuente de sensibilidad a los

problemas sociales, capaz de unir la experiencia mística al compromiso real por la


construcción del Reino.

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Dehoniana

"Libera al pobre y al profundas: la verdad,


oprimido e instaura la la justicia, el amor, la
justicia"; libertad57
d) insolidaridad que d) solidaridad, que d) la solidaridad58 en
crea marginación y tiende a eliminar las clave dehoniana debe
exclusión social y que fronteras de tribu, clase, despertar y alimentar
responde al axioma economía. “Cada vez la sed de justicia y de
“fuera del mercado no que lo hicisteis con uno redención que el
hay salvación”. de estos mis humildes mundo necesita;
hermanos conmigo lo construir el Reino es
hicisteis”. lavar los pies.

41 Por esto, clamar y hacer lo posible para que venga tu Reino, según
nuestras Constituciones, exige que “por nuestra manera de ser y de obrar, por
nuestra participación en la construcción de la ciudad terrena y la edificación
del Cuerpo de Cristo, debemos dar a entender que es el Reino de Dios y su
justicia lo que, ante todo y a través de todo, debe buscarse”59.

CONCLUSIÓN
42 En las páginas precedentes hemos intentado poner de manifiesto cómo,
León Dehon, quiere responder al amor de Dios, desconocido y olvidado, con
una disponibilidad absoluta a su voluntad, con una entrega total a los
hermanos más necesitados y marginados. Como hemos visto, quiere, con su
opción de vida, con sus escritos e iniciativas sociales reparar, restablecer,
reinstaurar el Reino de Cristo en la sociedad que es el reino de la justicia y
de la caridad cristiana, por el ministerio de la reconciliación. Una
reconciliación fundada en la búsqueda de la verdad, de la libertad, el respeto
de los derechos humanos, la justicia social, el perdón. Soñaba que el Corazón
de Cristo, abierto en la cruz, pudiera transformar desde las raíces a esa
sociedad sin corazón; por eso consagrará su vida a que el Reino del Corazón
de Cristo, Reino de justicia, de bondad, de solidaridad para con los pequeños
y los que sufren, fuese una realidad concreta y palpable.
43 La mirada fija de León Dehon en el rostro del Señor no atenuó en él su
compromiso por el hombre concreto, todo lo contrario, este
“ensimismamiento” en lo trascendente potenció su capacidad para influir en

57 Cst 36.
58 “Sensibles a cuanto en el mundo actual pone obstáculos al amor del Señor, testificamos
que el esfuerzo humano, para llegar a la plenitud del Reino, necesita ser constantemente
purificado y transfigurado por la Cruz y la Resurrección de Cristo” (Cst 29).
59 Cst 38.

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Dehoniana

la historia para comprometerse con el hombre y con su causa, para librarlo


de todo lo que atacaba su dignidad y lo desfiguraba.
44 La misión de reconciliación, de justicia y de paz llevó a León Dehon a
dedicarse a los más lejanos, a los que en el mundo necesitan pan y justicia,
pero más que nada necesitan ser amados y considerados. Dejemos que sea el
propio León Dehon el que nos “ilumine” al respecto: “Cristo tuvo piedad de
los niños que son la debilidad misma. Él curó a los ciegos, a los tullidos, a
los leprosos…; tuvo piedad de todo su pueblo, de esa masa que le parecía un
rebaño sin pastor, de esas almas cortadas como las espigas de una inmensa
cosecha…; tuvo piedad de los humildes trabajadores oprimidos por todo tipo
de injusticias, él, cuyas manos estaban endurecidas por las herramientas”60.
45 León Dehon comprometió su vida en la construcción del Reino. Para él
esta tarea supone una espera activa en un mundo nuevo lo que implica
necesariamente una conversión y un rehacer interior de los corazones.
Entendió que el Reino no es un sistema ideológico que se impone desde lo
alto y luchó para que el Reino fuera una realización externa y concreta. Por
eso, declara que “quien quiera extender el Reino del Sagrado Corazón debe
consagrarle toda su vida”61.
46 Han transcurrido ciento veinte años desde la fundación de la
Congregación. León Dehon se ha hecho historia e histórico. Para nosotros,
los miembros de la Congregación, son determinantes no sólo sus palabras y
sus escritos, sino todavía más su vida. León Dehon, como persona, con su
carisma específico y su vida, se ha convertido en un modelo y en un programa
para la construcción del Reino que es “el proyecto de Dios, y su plan es la
comunicación de su vida y felicidad…, para constituir una eterna sociedad
con Él, el Reino de Dios”62.
47 Como él supo leer e interpretar los signos de los tiempos y además supo
poner “remedio” a los males de la sociedad de su momento, espera que
nosotros sepamos también atajar los males que acechan a nuestra sociedad
con renovados métodos y con renacido entusiasmo. Deberemos ser capaces
de responder a distintos interrogantes que plantea la economía actual y que
interpelan nuestra opción de vida: a) el abismo entre el Norte y el Sur
(movimiento migratorio…); b) la crisis ecológica (capa de ozono,

60 Primo Corbelli, Por una civilización del amor, Editorial Claretiana, Buenos Aires 1985,

pp. 119-120.
61 O.Sp. IV, p. 202.
62 Manuscrito autógrafo del P. Dehon encontrado en el Archivo General de Roma, entre

los sobres que contienen diversos recortes de periódico y numeroso folios manuscritos de
apuntes sobre los problemas sociales. Se conserva en el clasificador 8/3 y se halla catalogado
bajo el título: Synthèse de la question social, 27 pages portant ce titre en la dernière page. El
manuscrito se compone de 27 folios, casi todos escritos por una sola cara. Aunque no lleva
fecha se puede asegurar que es posterior a 1895.

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Dehoniana

desertización, deforestación, contaminación, energías…); c) el desempleo,


paro estructural, el sub-desempleo; d) producción y comercio de armas…
48 En la capilla de nuestra comunidad de Salamanca I, en una de sus dos
vidrieras, la frase VENGA TU REINO, preside y recuerda, en cada una de
nuestras celebraciones comunitarias y en cada uno de nuestros encuentros en
la intimidad con el Señor, nuestro compromiso y nuestra opción real y
concreta por la construcción del Reino. Compromiso que es a la vez personal
y comunitario. Compromiso que lleva consigo el clamor y la súplica para que
el Reino venga, pero que no es ni pasividad ni desentendimiento ni
quietismo sino que implica poner la mano en el arado y abrir el surco para
poder sembrar las semillas del Reino. Compromiso que supone reactivar la
esperanza, la más radical del corazón, para que éste no sucumba a la
brutalidad prolongada de los absurdos que acontecen en el ámbito personal y
social. Compromiso con el desheredado y con el marginado, con el esclavo
y con el excluido. Compromiso con la profecía y la reconciliación.
Compromiso con la palabra, con la oración y con la vida. Compromiso con
la provocación del amor, porque como el mismo León Dehon escribe: "no
hay nada más provocador que el amor, y el amor de Dios es soberanamente
provocador" y si no hay esta provocación nos convertimos en mediocres
constructores del Reino porque "no reflexionamos lo suficiente en el amor de
Cristo"63. Compromiso para que el Reino sea una realidad palpable en la
calle y en la comunidad, en los lugares de trabajo y en las oficinas de empleo,
en el hospital y en los lugares de ocio, en el hermano y en el desconocido.

63 Citado por P. Corbelli, o.c., p. 123.

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