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Ensayo de Doctrina

¿CUÁL ES LA RELACIÓN CORRECTA ENTRE LA RAZÓN,


LA TRADICIÓN Y LAS ESCRITURAS?

Por
Nicolas Ojeda Araya.

Ramo: Doctrina 2
Numero de palabras 2517
Lunes 18 de Octubre 2021
Introducción

"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a

quien tú has enviado." .Juan 17:4.

Las palabras de Cristo, nos arrojan luz respecto a lo que veremos a continuación. Las

Escrituras nos hablan de cómo el ser humano ha perdido la posibilidad de volver a vivir

eternamente, cuando ignoró las Palabras de Dios y se reveló contra su autoridad en el jardín

(Gen.3). Pero el testimonio (o la tradición apostólica) nos señala una nueva esperanza en Jesús,

por medio de quién podremos comprender qué significa la vida eterna; la cual trata del eterno

Dios y del conocerle y relacionarnos con él, y con Jesucristo, a quien Él ha enviado.

Las Escrituras, La Tradición y La Razón se fusionan en conjunto para ayudaros a

conocer a Dios.

Una Ilustración breve

La relación entre Las Escrituras, La Tradición y La Razón, es que cada una nos ayuda a

comprender La Revelación de Dios, en cuanto a quién es él, cómo entenderlo y cómo

respondemos ante ese conocimiento. A esta triada podríamos llamarla "la ruta de la revelación".

Y podríamos compararlas (si se me permite) con el agua, la tetera y la taza. ¿Quién no se

relaciona a diario con estos tres elementos?. Cada parte tiene una función y un rol mediante el

cual el agua llega hasta nosotros, lista para "tomar once".


Por ejemplo:

La Escritura, como la fuente de la revelación, aquello que nos es dado a conocer en su

estado puro, nos revela a Dios; así como el agua nos revela una necesidad inherente en nuestros

organismos.

La Tradición, como el testimonio de los receptores de la revelación, tanto los que vieron,

los que oyeron, los que testificaron y convivieron con el Emmanuel (Dios con nosotros), por

medio de ellos (expresados en la palabra "tradición") es que aquella enseñanza revelada nos es

dada a conocer, para saber como conocerla. Este punto podemos compararlo con la tetera que

recibe el agua directamente de la fuente, pero que mediante el Espíritu Santo (fuego/calor) esa

revelación es procesada e inspirada para ser transmitida a nosotros.

Y la razón, podríamos señalarla como un recipiente, que nos permite recibir la revelación

inspirada para ser comprendida. No hablamos de razón como un racionalismo empírico que

busque analizar la revelación inspirada de manera meticulosa, desconfiada y fría, como quien

analiza una pista en medio de la escena del crimen. Sino acercándonos a una base racional como

quien recibe un mapa del tesoro, lleno de símbolos y caminos a comprender, meditar y analizar.

O como quien recibe una receta del mejor plato, lista para ser estudiada y escudriñada. Esta parte

de la ruta de la revelación podemos compararla con el ejemplo de la taza, como algo que

podemos sostener, afirmar y relacionar. Juntos, proporcionan un calor que nos proteja de morir

congelados en nuestra distancia e ignorancia de Dios.


Una ilustración extendida:

1. Las Escrituras y el agua

«La hierba se seca y la flor se marchita,

pero la palabra de nuestro Dios

permanece para siempre». (Isaías 40:6b-8)

Trabajando con la ilustración del agua, hervidor y taza, las Escrituras son como el agua,

que en su estado puro, nos comunica su naturaleza, composición y textura. Las escrituras son las

Palabras de Dios, ellas nos comunican quién es él, cómo llega hacia nosotros, como se expresa y

se da a conocer. En ellas podemos conocer al Dios que se comunica. Aunque, los agnósticos

irracionalistas afirmen que no hay manera de que podamos a Dios pues existe una barrera

trascendente que es imposible de cruzar1, las Escrituras mismas señalan el deseo de Dios de

darse a conocer, como leemos en Deuteronomio 30:11;14 «Este mandamiento que hoy te ordeno

obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance» [...] «¡No! La palabra está muy

cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas.»

Estas palabras dichas a Israel antes de entrar a la tierra prometida, son un recordatorio

para no creer que el Dios que los salvó y rescató con mano poderosa de Egipto ahora está

ausente, demasiado alto o demasiado distante. Sino que está presente, sus palabras están

presentes. Eso, aunque a tientas, servirá para acercarnos. Como dice Calvino;

1 D2. La revelación de Dios, Clase 3. La posibilidad de la revelación.


Pues, que hombre con un poco de entendimiento no comprende que
Dios, por así decirlo, balbucea al hablar con nosotros, como las nodriza! con
sus niños para igualarse a ellos? Por lo tanto, tales maneras de hablar no
manifiestan en absoluto cómo es Dios en sí, sino que se acomodan a nuestra
rudeza, para darnos algún conocimiento de Él; y esto la Escritura no puede
hacerlo sin ponerse a nuestro nivel y, por lo tanto, muy por debajo de la
majestad de Dios.2

Podemos comprenderlo, aún en medio de nuestra incapacidad como mortales, Dios

quiere darse a conocer. Los Textos del Antiguo Testamento nos señalan la historia de Dios, y de

cómo él ha llamado un pueblo para sí, mediante el cual ha prometido bendecir a todas las

naciones de la tierra. Pero la historia de Israel no es todo lo que nos cuentan las Escrituras a cerca

de Dios. Sino también, por medio de las Escrituras comprendemos a Dios de una manera

poderosa y cósmica; pues «los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento proclama la obra

de sus manos». (Salmo 19:1). De alguna manera, Las Escrituras nos revelan, nos señalan a un

Dios único, un Dios que "sin sonidos perceptibles, sin palabras ni lenguaje hace resonar su eco

por toda la tierra" (Sal.19:3-4). ¿Qué otro Dios puede, sin sonido reconocible hacer que sus

palabras lleguen hasta los confines del mundo?.

Y aquí es donde podemos preguntarnos, ok, Las Escrituras nos señalan un Dios único y

poderoso, pero ¿Cómo logramos comprender a ese Dios?, ¿Cómo logramos interpretarlo

correctamente?, ¿Necesitamos requerir `al Magisterio vivo de la Iglesia [...] es decir, a los

obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma3 como señala el Catecismo de

2 J. Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Cap. XIII, 1.

3 Catecismo de la Iglesia Católica 1.2.2.3.85:


la Iglesia Católica?, ¿O tal ves debamos comprenderla solo dentro del marco de la experiencia

cristiana?4. Estas preguntas las puede responder lo que comprendemos como tradición.

2. La Tradición y el hervidor

«Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor?, ¿o quién llego a ser su consejero?,

¿O quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar?

Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén.»

Romanos 11:34-36.

Recientemente nos preguntábamos cómo interpretar la revelación que vemos en las

Escrituras, y de hecho, el verso de Romanos que deje arriba refuerza esta verdad, ¿a caso hay

alguien que pueda comprender a Dios?. De hecho, es Dios quien dice de sí mismo y de sus

pensamientos: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis

caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos

que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.». (Isaías 55:8-9). Las

Escrituras dejan en claro, que de manera racional no podemos comprender sus pensamientos,

pues han sido claramente expuestos como distantes. Sin embargo, él ha revelado sus

pensamientos a sus profetas. Él ha transmitido su revelación a hombres y mujeres fieles durante

la historia, y ellos han plasmado, inspirados por el Espíritu Santo, el deseo de Dios de habitar en

medio de su pueblo. Y sus palabras, inspiradas ayer, hoy son también; Las Palabras de Dios para

4 Gary Dorrien, The Making of American Liberal Theology. D2. Clase 8, La autoridad de las Escrituras.
nosotros. Miremos cómo en un verso, Juan logra transmitir la conexión entre Escritura, Tradición

y razón:

«A Dios nadie lo ha visto nunca;

el Hijo unigénito, que es Dios

y que vive en unión íntima con el Padre,

nos lo ha dado a conocer». Juan 1:18

Juan reconoce una verdad que ya hemos observado; la distancia de Dios con nosotros es

abismal, nadie le ha visto, a menos que él se haya dejado ver en ciertos aspectos; Sin embargo,

hay Uno que vive en unión íntima con el Padre, el Hijo Unigénito, que es Dios. Él se ha dado a

conocer a ellos. Y aquí es donde, racionalmente debemos separar los sujetos y predicados de esta

oración. Juan habla como un testigo, como alguien que ha visto y palpado al Hijo de Dios, y en

quien tiene completa certeza de que Él les ha dado a conocer al Padre.

Son los discípulos, quienes han probado y palpado al verbo de vida, al Dios hombre.

Y mencionaba previamente que este concepto (la tradición) podríamos compararlo a una tetera,

pues cuando echamos agua a la tetera, necesitamos elevar la temperatura, hasta alcanzar los

grados necesarios para una completa ebullición. Tal vez no sea un gran ejemplo, pero en este

caso, la tetera, representando a la tradición, nos habla de una revelación transmitida, de una

enseñanza entregada, de un mensaje impartido. Cuando hablamos de Tradición, hablamos

también de la enseñanza dada a los apóstoles, quienes fueron testigos de Cristo, vivieron con él,

comieron con él. Ellos recibieron el agua de las Escrituras, la Palabra de Dios por medio del Hijo

de Dios, y aunque más tarde comprendieron la revelación dada a los profetas, el componente
clave que elevó esa agua (esa Palabra revelada) hasta su punto máximo fue Cristo. En Cristo, los

apóstoles vieron el agua elevarse hasta convertirse en vapor; Es decir, en Cristo ellos vieron las

Escrituras reveladas. «Se decían el uno al otro:—¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba

con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lucas 24:32). En Cristo, ellos

leyeron La Ley y los Profetas de una manera única, pues el cumplimiento de esa Palabra, se halló

en Cristo. Es mediante esta tradición transmitida que comprendemos que las promesas antiguas

hechas a un pueblo tanto histórico como culturalmente lejano para con nosotros, ahora pueden

ser nuestras. Es mediante la tradición apostólica que nos enteramos de un mesías prometido

mediante el cual todos pueden acceder a la gracia y la misericordia de Dios. Sin embargo,

¿Como llegamos a obedecer íntegramente?. Podríamos intentar abrazarnos a Las Escrituras y al

Testimonio de quienes palparon la verbo de vida, pero ¿Qué hacemos con ese entendimiento?.

3. La razón y la taza de té

«¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios?

Si obedecemos sus mandamientos.» 1 Juan 2:3

Ante este verso, podríamos preguntar ¿Sobré qué descansa nuestra fe?. La tentación,

rápidamente es buscar en nuestra experiencia una prueba de nuestra fe. Sin embargo, Juan está

levantando un hecho trascendental que antecede a la acción de obedecer. Cuando hemos llegado

a conocer a Dios, cuando hemos llegado a conocer a Cristo, realmente ahí podemos obedecer su

ley, Las escrituras, sus mandamientos. ¿Qué decimos cuando hablamos de razón? Se refiere a
comprender y aceptar la realidad independiente de si nuestros sentidos la pueden o no palpar.

Nos habla más bien de una invitación a conocer. La fe cristiana nos habla sobre creer para ver,

del aceptar previo a validar, del recibir el regalo antes de abrirlo. Es lo que comprendemos

como Revelación, no decimos que se nos pueda revelar "algo nuevo", sino aquello que ya ha sido

revelado, aquello que ya ha sido transmitido y preservado, para nuestra esperanza se escribió.

(Ro.15:14). Como dice un autor «esa fe produce en nosotros un deseo de conocer mejor lo que

ya se cree [...] los cientistas también creen para entender. Pero mientras su fe descansa en ellos

mismos, la nuestra descansa en Dios y en Su revelación.»5

La razón, es a lo que podríamos comparar con la taza. Una vez que el agua ya ha

alcanzado su punto máximo, esta lista para ser digerida. La taza puede representar un medio por

el cual recibimos la Palabra que ya ha sido hervida, podría representar la fe con la cual creemos.

Pues ha llegado a su punto "máximo" de iluminación. Los apóstoles han puesto el fundamento de

la comprensión que debemos tener sobre las Escrituras; sus cartas, epístolas, evangelios, sus

escritos, han sido inspirados por el mismo Espíritu que inspiró Las Escrituras, y han

comprendido todo en la persona de Cristo. Por lo que ahora, ya teniendo las Escrituras, y la

Tradición apostólica, podemos acercarnos con fe en el corazón y con medios racionales y lógicos

en nuestras manos para observar, leer, analizar, estructurar, comparar, estudiar el texto original, el

sentido y el flujo de las palabras conectoras, su contexto histórico, bíblico y teológico

comprender, con la ayuda del Espíritu Santo toda la Escritura en toda su complejidad. La base

racional que nos ha sido traspasada y confiada no requiere de nuestras experiencias para ser

validada ni de nuestra percepción racionalista para ser aceptada.

5 https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-michelen/en-verdad-hay-que-ver-para-creer/
La recibimos por fe, la creemos por Gracia y la conocemos en Escrituras.

Tal como vemos a Pablo animando a Timoteo:

14«Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás


convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. 15 Desde tu niñez
conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria
para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y
para instruir en la justicia, 17 a fin de que el siervo de Dios esté
enteramente capacitado para toda buena » (2 Tim. 3:14-17)

En estos versos vemos bastante riqueza que nos señala cómo se fusionan nuevamente Las

Escrituras, La Tradición y La Razón. Pablo le indica a Timoteo, que permanezca firme en lo que

ha aprendido, ¿Cómo pudo haberlo aprendido?, ¿Por osmosis?. ¡No!. Sino que el Espíritu Santo

en él, lo guió, y por medio del estudio y la meditación en las Escrituras aprendió. Luego el verso

15 es una evidencia de cómo Las Escrituras por sí solas, pueden dar un conocimiento necesario

cuando ya está la fe en Cristo. Luego el verso 16 señala la diversidad de fines que puede tener la

Escritura en la comunidad.

Las Escrituras revelan lo que la tradición comunica,

cuya revelación es comprendida sobre la base racional transmitida.


Bibliografía

Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.

D2. La revelación de Dios, Clase 3. La posibilidad de la revelación.

J. Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Cap. XIII, 1.

Catecismo de la Iglesia Católica 1.2.2.3.85:

Gary Dorrien, The Making of American Liberal Theology. D2. Clase 8, La autoridad de las Escrituras.

https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-michelen/en-verdad-hay-que-ver-para-creer/

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