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pasión por el hombre

Pasión por Cristo,

León Dehon:
una experiencia espiritual
para nuestra Iglesia de hoy
Juan José Arnaiz Ecker, scj

Todos tenían un valor especial, y formaban un conjunto bien combinado por la


Providencia para hacer el bien en San Quintín
(León Dehon, NHV IX, 75)
ANTES DE EMPEZAR

No es un texto nuevo para vosotros. Ya lo conocéis y ya lo habéis trabajado. Me refiero


a la Exhortación Apostólica post-sinodal Chistifideles laici (=ChL) de Juan Pablo II.
Recordemos algunos de sus números. En ChL 26 se nos recuerda que la comunión que
es la Iglesia “encuentra su expresión más visible e inmediata en la parroquia”. Como
ubicación más concreta del ser Iglesia, podemos definir la parroquia como “la misma
Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas” (este concepto se amplía en
Sacrosanctum Concilium 90). El Papa invitaba ya en aquel casi lejano 30 de diciembre
de 1988 a redescubrir desde nuestro hoy el ser de la parroquia, más en concreto “el
«misterio» mismo de la Iglesia presente y operante en ella”. Comienza dando una
descripción negativa, es decir, desde lo que no es: “la parroquia no es principalmente
una estructura, un territorio, un edificio”; para pasar inmediatamente a la descripción
positiva:
- «la familia de Dios, como una fraternidad animada por el Espíritu de unidad»
(Lumen Gentium 28);
- «una casa de familia, fraterna y acogedora» (Catechesi tradendae 67);
- la «comunidad de los fieles» (Código de Derecho Canónico, canon 515 § 1);
- una realidad teológica por ser una comunidad eucarística;
- una comunidad de fe;
- una comunidad orgánica constituida por los ministros ordenados y por los
demás cristianos, en la que el párroco, representante del Obispo diocesano, es el
vínculo jerárquico con toda la Iglesia local.

El objetivo de la parroquia es lograr ser “la Iglesia que se encuentra entre las casas de
los hombres”, porque solo así se verifica su vivencia y acción en lo profundo de nuestra
sociedad en apertura íntima y solidaria con las aspiraciones y los dramas de nuestra
gente. La parroquia de hoy, en nuestro contexto y como veremos, apunta hacia ser un
lugar de vida, de experiencia de la fraternidad y el auténtico humanismo. Esto será
posible con una vinculación real y consciente con nuestra parroquia; solo así ésta será
“el «lugar» de la comunión de los creyentes y, a la vez, «signo e instrumento» de la
común vocación a la comunión”1. Ser la casa abierta a todos y al servicio de todos.

En este contexto parroquial, ChL 31 habla del lugar que las diversas formas asociativas
de los laicos, como los Laicos Dehonianos en torno al carisma dehoniano, tienen por ser
“riquezas de los dones y carismas que el Señor nos ofrece” y que, sobre todo,
contribuyen a la “edificación de la casa común”.

Bien, de lo escrito hasta ahora permitidme destacar una palabra que creo que identifica
el ser Iglesia y el ser Laicos. Me refiero a la palabra “casa” 2. Por eso, quiero continuar
estas líneas recordando las casas en las que vivía y vive nuestra gente. La casa clásica se
definía por tres cosas:
a) respecto al mundo, la casa era el campo de seguridad y de resguardo;
b) respecto a las personas, era el lugar de la fraternidad, del encuentro y de la
familia;
c) respecto a Dios, era el campo de la apertura que conducía al Absoluto.

1
ChL 27.
2
Cf. para cuanto sigue PIKAZA, 197-221.

2
Había casa verdadera donde:

1. el hombre encuentra protección,


2. vive en familia
3. y puede abrirse al misterio.

De esta tipología de “casa” hemos pasado hoy a otro modelo de ser, tener y vivir nuestra
casa. Se han dado transformaciones a las que podemos llamar «estrechamientos», si es
que vamos por el camino de tomar medidas:

- Primer signo de este estrechamiento: el dominio de la técnica. La cocina


familiar, por ejemplo, es ahora un campo de trabajo técnicamente programado
donde ni el fuego es natural ni el agua alude ya a la fuente que brota de la tierra.
- Segundo signo de estrechamiento: la reducción de la casa. Convertida en piso
de pequeñas dimensiones, resulta incapaz de contener aquella gran familia
presidida por el padre o el abuelo y que incluía a los amigos, a los criados o a los
primos.
- Tercer signo de estrechamiento: el religioso. La familia es hoy una realidad
desacralizada; se ha desligado de Dios el origen de la vida (no es Dios quien da
los hijos), se desliga de Dios la cohesión de los esposos (se ha secularizado el
matrimonio), ya no hay oración común que forme el centro unificador que
congregue a todos.

Este estrechamiento puede verse desde dos ópticas muy diferentes: la primera
indudablemente pesimista (esto ha sido desastroso y fatal); la segunda es optimista (se
dan las condiciones para que sea posible una nueva forma de ser familia y de vivir la
casa).

Analicemos esta segunda óptica. Según esta interpretación optimista:

a) la casa moderna ha logrado crear un ambiente confortable, que permanece


idéntico a lo largo del proceso de las estaciones, lleno siempre de luz, calor,
comida.
b) al reducirse la familia se hace posible el cultivo más intenso de las relaciones
fundamentales que se cultivan en la casa: más solos para sí y para el amor se
encuentran los esposos, más cerca los padres de los hijos, más inmediatos los
hermanos. Nos hallamos ante la posibilidad del surgimiento de unas relaciones
familiares de mayor intimidad y hondura.
c) finalmente, en este ambiente nuevo puede lograrse una purificación de la
experiencia religiosa: si logra recrearse la figura del padre, de la madre, del
esposo-esposa, del hermano... es evidente que la figura de Dios será recreada.

Como proyecto no está mal, pero, ¿se han cumplido estas esperanzas? O, ¿nos hemos
quedado sin casa?

De este análisis de lo que es una casa surge una llamada. La llamada a ser alternativos.

3
INTRODUCCIÓN

Podemos empezar con el siguiente texto. Creo que es interesante porque está cuidado y
puede ser inspirante para nuestra propuesta:

“Nos damos cuenta de que el trabajo en nuestras parroquias es uno de los más
difíciles, sobre todo, en estos momentos de la vida de la Iglesia y, en especial, de
Europa. Nuestras parroquias necesitan ser revitalizadas para poder responder a
los grandes retos que nos presentan estos tiempos de increencia. Trabajar en una
parroquia exige de nosotros mucha creatividad e imaginación para poder
encontrar una pastoral que permita una nueva evangelización. Estamos
convencidos de que necesitamos formarnos con seriedad para poder responder a
estos retos”3.

Este texto se dirige a los religiosos Dehonianos que trabajan pastoralmente en


parroquias. Pero los laicos Dehonianos vivís vuestra fe y nuestra común espiritualidad
dehoniana encarnados en vuestras respectivas parroquias. Por eso, el análisis de la
realidad que hace nos sirve tanto a unos como a otros.

Vivimos en una parroquia que se encuentra en un contexto de dificultad. El nombre


concreto de esa dificultad es la increencia (no el ateísmo, no el anticlericalismo, no
otras cosas). El objetivo último es lograr, entre todos, una revitalización, una vuelta a la
vida, un volver a fundar con ilusión esta medio vital que necesitamos y en el que
vivimos. Por eso, es preciso que entremos todos en un proceso de nueva evangelización
de nuestra vida, de nuestro corazón.

La acción primera es afrontar una formación seria que nos permita adquirir un equipaje
que dé cuerpo a la creatividad y a la imaginación, frutos del vivir la novedad de la
Buena Noticia, ser capaces de eliminar todos los complejos y entrar por el camino de la
aportación personal, concreta, encarnada, porque tú, sí tú, eres un don de Dios para cada
uno de nosotros.

CONTEXTO HISTÓRICO-ESPIRITUAL DE UN PROYECTO

Los rasgos más importantes de la biografía de Dehon los conocemos sobradamente.


Pero podemos recordar los grandes pasos de su historia espiritual, dentro de la cual se
forma su carisma y se gesta su congregación religiosa4.

La espiritualidad del P. Dehon parte de Cristo Sacerdote. En sus años de Seminario en


Roma se había formado según la espiritualidad de la Escuela Francesa, espiritualidad
centrada en Cristo, que tiende a la unión con Dios y que valora mucho el sacerdocio. A
su vez nacerá en él la inclinación por una forma de vida regular de oración y de estudio.
Piedad y estudio serán dos de las características de su concepción del sacerdocio 5. Más
3
CONSEJO PROVINCIAL SCJ DE ESPAÑA, Programa del Consejo Provincial SCJ de España para el
Trienio 2002-2005: Vínculo 344, 32.
4
Seguimos principalmente a LEDURE, Y., Profilo spirituale di Leone Dehon (1843-1925) Fondatore dei
Sacerdoti del Sacro Cuore di Gesú (Dehoniani), Milano, 1998. Del mismo autor es Des logiques
opposées à l’origine de la congrégation dehonienne: exigence de synthèse: LEDURE, Y. (dir.), Léon
Dehon: dynamique d’une fondation religieuse, Clairefontaine 1996, 65-95, especialmente 70-80.
5
LD 34: carta del 12 de noviembre de 1865 a sus padres.

4
tarde, el P. Dehon añadirá otra: el apostolado social. Dehon entiende que, en su vida, un
sacerdote debe llegar a ser: santo, sabio y apóstol 6. Esto le llevará a iniciar muchas
iniciativas pero, de manera particular, la fundación de la congregación7.

Su cargo de capellán de las religiosas Siervas del Corazón de Jesús 8 supondrá un nuevo
paso: dará una nueva formulación a los contenidos en su experiencia espiritual con la
aparición definitiva del Sagrado Corazón de Jesús. Rondamos el año 1875 cuando esta
devoción ocupe el centro de su existencia y el nudo de su vida espiritual.

EXPERIENCIA DEL P. DEHON

1. ¿Cómo vivió León Dehon su ser sacerdote y religioso?9

Es una pregunta muy complicada. Simplemente, voy a hacer unos subrayados que
puedan servir para la vida espiritual, sea laical o religiosa.

Dehon parte de la importancia de la Encarnación como clave interpretativa de la


persona y de la misión de Cristo. Consiste en ver la Encarnación y toda la vida de
Cristo, culminando en su Muerte y Resurrección, como un acto esencialmente
sacerdotal, es decir, una vida de predicación y enseñanza a todo el pueblo, de sacrificio
de la propia vida para santificarlos, guiándolos como lo hace un pastor con su rebaño.

En una sociedad donde constantemente nacen cosas nuevas, en una sociedad


secularizada y marginadora de la fe cristiana como la suya (¿y la nuestra?), Dehon veía
necesarios “sacerdotes instruidos, celosos, virtuosos”. A esto lo llama la obra de las
obras. “Necesitamos doctores, apóstoles y santos”10. Tres rasgos definidores: estudio,
acción y oración11. Vivir en y para la comunidad cristiana de tal modo que viva ésta el
mensaje evangélico como una aventura de amor entre el hombre y Dios. Para ello,
Dehon nos enseña un medio: unirnos a Jesús, perfecto revelador del Padre en el que su
Corazón es el símbolo del amor divino.

2. Una espiritualidad puesta en práctica

Dehon fue un hombre espiritual de ojos abiertos que domina, por su aguda observación,
la situación y posee capacidad de propuesta y acción. Dehon fue también un hombre de
“oídos abiertos”, porque logró escuchar y atender todo lo que, a su vez, otros hacían en
los campos donde él trabajaba.

6
Cf. LEDURE, Profilo, 45.
7
Cf. Ibidem, 24.
8
Una biografía de estilo clásico la tenemos en KANTERS, G., La Mère Fondatrice des Servantes du
Coeur de Jesús Oliva Uhlrich (1837-1917), Paris 1949.
9
Cf. para toda esta parte McGUIRE, P., León Dehon y el carisma del sacerdocio: DEH 110 (2003/1),
133-166.
10
OSC III, 367. Cf. LEDURE, Y. 15 días con el P. Dehon (edición española en preparación), 106.
11
“El sacerdote debe ser hombre de su tiempo: siempre apoyado en la Iglesia, columna y fundamento de
la verdad. Debe hablar el lenguaje de su tiempo y no olvidar el estudio de los graves problemas que agitan
su nación. El siglo XX es, sin duda, el siglo de las cuestiones sociales; y el clero hará una obra santa si,
secundando los deseos de quien ha sido llamado con todo derecho el Pontífice de los obreros, estudia con
amor los problemas de hoy a fin de estar en condiciones de ocuparse de las necesidades siempre
crecientes del pueblo y de llegar pronto a la perfecta armonía de las clases sociales”: OSC I, 54.

5
Dehon vivió en una sociedad francesa totalmente increyente, alejada de la fe y
agresivamente combativa con la Iglesia12.

Dehon trabajó “en equipo” con los que podemos llamar sus “laicos”. Con ellos discutía
la situación religiosa de su ciudad, San Quintín, y planificaba las iniciativas y acciones
más urgentes. Es decir, Dehon no solo reparte trabajo a los laicos o a sus colaboradores
sacerdotes, sino que analiza, escucha, confía y decide en base al criterio que ellos le
exponen.

Su objetivo era el siguiente: hacer “ciudades cristianas”. Para edificar su ciudad


cristiana necesita hacer hombres cristianos formados e instruidos. De ahí surge el
compromiso fuerte y conflictivo en favor de la formación de seminaristas sensibles,
surgen sus escritos espirituales y sociales, sus conferencias y retiros, su
acompañamiento espiritual a mujeres y hombres, etc. Dehon se concentra en esa
dimensión formativa, en el ministerio de enseñar, porque es con la enseñanza y la
formación donde se juega el futuro, también el de la evangelización. Con sus obras de
formación de la juventud, el P. Dehon aspira a una renovación de la sociedad. El
ministerio de enseñar corresponde al sacerdote. El de edificar la nueva ciudad al laico.
Es un proyecto global, integral, de evangelización de todos los aspectos personales y,
por lo tanto, sociales del hombre. El medio que usó fue el de integrar el elemento
humano, social y espiritual, que se complementan mutuamente. Se trata de poner
remedio a los males. Cómo: inculcando el evangelio y la práctica de la virtud,
preocupándose de quien tiene urgente necesidad (en sus tiempos el obrero), de quien
manifiesta necesidades religiosas, intelectuales o materiales.

Dehon constataba una necesidad y respondía con una institución o una obra. Les daba
una organización según un programa. Unos estatutos bien estudiados y determinados
eran el colofón, para el momento de madurez. Siempre empezaba en grupos familiares,
casi clandestinos, reunidos bajo el signo de la amistad y del compartir la fe. Es
importante esta anotación para comprender la centralidad del trabajo en equipo, el
germen del “sint unum”. Es la escucha de sus feligreses la que mueve su corazón y no
le deja reposar.

Insisto en subrayar su capacidad de “ver”. Descubre una realidad social y una llamada
encarnada en las personas, las situaciones, las necesidades. Es entonces, en ese ver y
juzgar conforme a la formación recibida y al proyecto de Reino creído y perseguido,
cuando se desata la dinámica y la actividad. Su mirada era de fe: la atención a los signos
de la voluntad de Dios es una de las preocupaciones y de las recomendaciones
principales y más repetidas por Dehon. La actitud de entera disponibilidad es el trazo
fundamental de su personalidad religiosa y de su espiritualidad13.

Pese a su actividad, Dehon mantiene la unidad personal profunda. Pero con el tiempo le
acecha el activismo14, si bien nunca rompe su vida de unión con Dios. Emerge aquí una
espiritualidad que enseña a combinar la vida espiritual o interior y la vida profesional y
familiar, la unión con Dios en y por la acción misma. Se gesta una espiritualidad de
fuerte base contemplativa, insertada ineludiblemente en la vida activa: la espiritualidad
dehoniana.

12
Cf. NHV IX, 94.
13
Ibidem, 37.
14
Cf. NHV IX, 135. 148; X, 28; XI, 145.

6
LÍNEAS PARA ACTUAR SEGÚN LA ESPIRITUALIDAD DE DEHON

Vamos a partir de un “icono” que nos ofrece la biografía del Padre Dehon. Icono de la
casa alternativa que estamos llamados a crear. La certeza y la seguridad interior de que
una nueva congregación tenía que ser fundada la tuvo Dehon en la Santa Casa de María
en Nazareth, trasladada piedra a piedra hasta la actual basílica de Loreto en Italia.

Vamos a aventurar una reflexión que puede aplicarse a una parroquia, a una comunidad
religiosa o a una familia porque todas ellas son formas de ser Iglesia. Pues nuestra
parroquia-comunidad-familia, como la Santa Casa, puede ser:

1. un lugar de revelación del Señor, de anunciación

La pasión por el Reino de Dios y la cordialidad15 son el centro de nuestro Anuncio.


Nuestro anuncio arranca de la experiencia del Ecce Venio16, de la Palabra hecha hombre.
Así proclamamos, anunciamos, enseñamos a vivir la vocación de “ser hijos” (filiación),
la vida de hijo/a de Dios17. La experiencia de fe que nos enseña Dehon nos lleva a entrar
en el movimiento de obediencia de Cristo, de modo que nuestra persona sea
transformada y penetrada por la santidad de Dios. La relación profunda entre ecce
venio-ecce ancilla18 nos sumerge en la realidad de la vida humana, de la encarnación. Es
así como acortamos la infinita distancia entre Dios y el hombre. Por eso, en concreto,
pertenece a nuestra vocación algo tan simple como ser vecinos, hacer de nuestro hogar-
comunidad-parroquia la “tienda” de Dios en el pueblo19.

2. un lugar de encarnación

Del ecce venio emanan unas características y unas actitudes: tener un corazón de carne y
no de piedra; un corazón de buen samaritano, de servidor de los hermanos. Es preciso
“centrar decididamente nuestra vida en el Corazón de Cristo”20. A la vez, el anuncio y la
vivencia profunda del Ecce venio hace que nuestro hogar-comunidad-parroquia
descubra la fuerza que le lleve a ser lugar de salvación, de reconciliación 21, de anuncio
del Reino, de solidaridad y evangelización de los pobres y pequeños; de misericordia,
de formación de discípulos, de compasión por los enfermos, lugar de Eucaristía22.
15
Palabra con la que se nombra al conjunto de actitudes y disposiciones interiores de una persona que
centra su búsqueda y crecimiento espiritual en los caminos del amor y, más en concreto, de la
espiritualidad que nace de la contemplación del Costado abierto y del Corazón de Jesús.
16
Expresión bíblica de Hb 10, 7 que condensa toda la espiritualidad dehoniana.
17
Cf. BRESSANELLI, V., Año Dehoniano, Torrejón de Ardoz 2003, 11.
18
Ecce ancilla es la respuesta de María (cf. Lc 2) al anuncio del ángel con la que se da inicio al “proceso
humano” de la encarnación. Junto con la palabra fiat es otro de los lemas característicos de esta
espiritualidad.
19
Cf. BRESSANELLI, 14.
20
Cf. BRESSANELLI, 38. El P. Dehon nos señala el signo del costado abierto y del Corazón traspasado
de Cristo, nuestro Salvador, para experimentar el amor único y totalmente gratuito de Dios. “El Corazón
herido de Jesús significa que fue por amor a nosotros, únicamente por amor por lo que Él lo hizo todo lo
que hizo, por lo que vivió en medio a nosotros, por lo que murió por nosotros y por lo que vive ahora para
nosotros en el Cielo y en la santa Eucaristía“ (P. Dehon).
21
En clave de reparación, es una de las actividades y misiones carismáticas de la espiritualidad
dehoniana: la reconciliación de los hombres con Dios y de los hombres entre sí.
22
Cf. DSP II, I, 1.2.5. La espiritualidad de amor y reparación se nutre y fortalece en la Eucaristía y en la
Adoración. “Es nuestra vocación. Debemos ser como los amigos de Jesús en Betania, junto a los cuales

7
Por su parte, el Ecce ancilla de María subraya en nosotros un perfil diseñado por la
disponibilidad23, la colaboración, la aceptación de la Palabra, el servicio, el compartir la
vida, la solidaridad comprometida con la causa y destino de la Iglesia 24. El cristiano
laico es invitado a revivir el misterio de la Encarnación en las realidades temporales: en
la vida de familia, en el trabajo, en el propio ambiente, en el mundo en general, etc. La
actitud del ecce venio y del ecce ancilla y el modelo de la Sagrada Familia de Nazareth
ofrecen la luz suficiente para construir una comunidad humana según el Corazón de
Dios que asume su misión concreta. El cristiano puede traducir en acción reparadora 25
todo lo que es su vida y existencia en lo positivo y en lo negativo. El hogar-comunidad-
parroquia, compartiendo su experiencia y siendo así fiel a la tarea que le marca la
Iglesia, ayuda a asumir y vivir explícitamente todos aquellos valores evangélicos que
nos hacen misioneros en nuestros propios ambientes. Por otra parte, sólo así, podrán
surgir vocaciones explícitas a la vida religiosa, al sacerdocio, a la formación de un
laicado adulto en la fe.

3. un lugar de desarrollo del misterio de la vida escondida

El misterio de la vida escondida26, leído en clave de servicio, nos ilumina y nos lanza a
trazar líneas de actuación, serias, profundas y nuevas, en los ámbitos de la familia y del
trabajo27. Pero también un punto muy importante y de candente actualidad como es la
iniciación cristiana28. Estamos invitados a colaborar muy mucho para que se suscite la
experiencia de fe en itinerarios catecumenales (catequesis) que estén marcados por una
profunda experiencia de Dios-Amor, que afecten a todas las áreas de la vida personal y
social de la persona evangelizada29. Toda la fuerza y energía que surge de la experiencia
del Adveniat Regnum Tuum exige una actitud concreta: estar abiertos y disponibles,
desde una solidez espiritual y de creatividad, a las aventuras y sorpresas del Espíritu30.

Jesús iba a reposar” (P. Dehon).


23
Nota característica de esta espiritualidad unida al concepto de oblación y de total entrega en manos de
Dios.
24
Cf. DSP II, II, 1. El ecce ancilla es ese aspecto de la vida eclesial que continúa y actualiza el "sí" de
María a Dios, y que se manifiesta sobre todo en la santidad del amor y en la vida evangélica del creyente.
Cf. BRESSANELLI, 12.
25
Reparar es acoger el Espíritu Santo que hace de nosotros criaturas nuevas capaces de responder al amor
de Jesús. Así nos unimos a su oblación al Padre, otro de los términos centrales que podemos unir al de
ecce venio, y a los hermanos hasta la donación total de nosotros mismos y en la plena disponibilidad al
proyecto de Dios para que venga su Reino (elemento también definidor de la misión y motivación
dehonianas). “Es la ofrenda diaria, cordial y sincera, de nosotros mismos, de nuestras acciones y trabajos,
de nuestros sufrimientos, en espíritu de sacrificio e inmolación, por la reparación al Corazón de Jesús y la
salvación de las almas. Conviene que la oblación sea hecha por la mañana y renovada mentalmente
alguna vez durante la jornada” (P. Dehon).
26
Uno de los puntos de meditación más importantes del P. Dehon donde analiza una vida de entrega y de
oblación por parte de Jesús y su familia que hay que imitar y vivir en la vida diaria.
27
Cf. DSP II, I, 3; LE 26; toda la predicación social del P. Dehon y la actual DSI.
28
Cf. BRESSANELLI, 13. En este sentido podemos comprender mejor el alcance de esta línea de
meditación carismático-espiritual al recordar textos como éste: “Nazaret es la escuela donde empieza a
entenderse la vida de Jesús; es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio” (Pablo VI,
alocución 5.1.64). El objetivo de la enseñanza de esa escuela, es más, el libro de texto nos viene indicado
por el P. Bressanelli: “El Corazón de Jesús es el Verbo encarnado, rostro visible de la interioridad misma
de Dios y de sus sentimientos de amor gratuito hacia la humanidad. En su oblación suprema, herido y
abierto en la cruz, genera el hombre de corazón nuevo y nueva comunidad de hermanos”, Ibidem, 20.
29
Cf. BRESSANELLI, 25.
30
Cf. BRESSANELLI, 24.

8
4. un lugar de comunión y vivencia del Sint Unum

Nuestra vocación es suscitar la fraternidad en nuestro hogar-comunidad-parroquia.


Repetir la experiencia del Resucitado que vuelve a reunir a los que el escándalo de la
pasión había dispersado31. Hogares-comunidades-parroquias que tengan como
referencia constante Hch 2, 42-45: comunidades fraternas, eucarísticas, misioneras y
servidoras del mundo. Rescatar y ser testimonio elocuente de la comunión como parte
de nuestra misión en la Iglesia y el mundo es algo que debemos tomar como un objetivo
prioritario. Dehon subrayaba la importancia del Sint unum32 y cómo se hace fuerza
activa en las personas, porque es motor de conversión, de novedad, de aceptación de las
diferencias, de saber llevar las cargas unos de otros, de practicar el perdón y la
reconciliación, de ampliar el sentido de la corresponsabilidad y de la disponibilidad.

El lugar de donde mana este Sint unum es la Eucaristía, que nos une a Cristo y nos
configura con su proyecto, donde experimentamos el amor que nos hace disponibles al
servicio, nos sensibiliza ante el pecado y los males de la sociedad. En este cultivo de la
comunión surge la capacitación para estar juntos de otro modo, para sentir el necesario
amor por tu propia gente, vivir en la gratitud de quien no impone nada sino que propone
y acompaña escuchando las aventuras de cada uno. Una comunión fundamentada en el
diálogo, la comunión, la participación, la exigencia espiritual, los métodos de
planificación, de revisión, la disciplina, las estructuras de participación en la
elaboración, resolución y ejecución de decisiones33.

***

Para acabar podemos insistir en una característica del P. Dehon más profunda: él nos
enseñó y nos inculcó el proyecto de crear y vivir una cultura cristiana del corazón. Es
la traducción moderna de aquel sueño de Dehon de crear “ciudades cristianas” a través
del anuncio del Reino del Corazón de Jesús en las almas y en las sociedades.

Una cultura cristiana adecuada a los tiempos surgirá del anuncio y contemplación de la
forma suprema del amor, de ese modo de “dar la vida” (cf. Jn 15, 13-14) que es el
Siervo de Yahveh clavado en la Cruz y con su Costado traspasado por la lanza. Cordero
Pascual (ecce venio-in manus tuas), nosotros lo contemplamos desde la actitud de la
sierva del Señor (ecce ancilla) con la mente abierta a todo el programa de vida que
surge del lavatorio de los pies (Eucaristía celebrada y adorada). Esta contemplación
hace nacer un movimiento de amor que logra acoger al Espíritu Santo (reparación) que
es quien nos envía a los grandes desafíos de nuestro tiempo (adveniat Regnum tuum), no
como individuos que van a lo suyo, sino como porción del Pueblo (sint unum) de Dios34.

31
Cf. Ibidem, 28.
32
La comunidad fraterna muestra la novedad que anuncia Cristo, une nuestras fuerzas y hace de nuestras
personas un don. “Os suplico, como también lo hacía S. Juan: Nada de divisiones entre nosotros. Pasemos
por encima de todo con tal de estar unidos. Soportemos pacientemente las ofensas y los roces. Amemos
todas las naciones. En el cielo no existirán naciones” (P. Dehon).
33
Ampliar información en RUIZ, D., El “sint unum” en una comunidad pastoral: DEH 1997/1 (ed.
española), 147-159. Una reflexión más teológica en RODRIGUEZ GARRAPUCHO, F., El “Sint unum”
en la eclesiología de comunión: DEH 2002/2 (ed. española), 55-68.
34
Cf. BRESSANELLI, 31.

9
Surge así “algo” que compromete en la construcción de un orden nuevo y de una
humanidad nueva con un corazón nuevo. Esta es la aportación y la lucha de Dehon y de
los que compartimos su espiritualidad y pasión.

BIBLIOGRAFIA

ARNAIZ ECKER, J. J., Espiritualidad dehoniana en la pastoral parroquial, Roma 2004.


BOURGEOIS, A., Le P. Dehon a Saint-Quentin 1871-1877: vocation et mission: STD 9.
BRESSANELLI, V., Año Dehoniano, Torrejón de Ardoz 2003.
CHIARELLO, U., León Dehon, apóstol de los nuevos tiempos (1843-1925), Roma 2004.
CONSEJO PROVINCIAL HI, Programa del Consejo Provincial para el Trienio 2002-2005:
Vínculo 344, 32.
FERRARI, G., Apostolic specificity: a response to the challenges of the present age and of the
refoundation of consacrated life: DEH 2003/3 (editio typica), 88-103.
LEDURE, Y., 15 días con el P. Dehon (edición española en preparación).
LEDURE, Y., En quête d’identité: DEH 2003/2 (editio typica), 139-145.
LEDURE, Y., Pequeña vida de León Dehon (edición española en preparación).
McGUIRE, P., León Dehon y el carisma del sacerdocio: DEH 110 (2003/1), 133-166.
PIKAZA, X., Tratado de Vida Religiosa, Madrid 1990.
RODRIGUEZ GARRAPUCHO, F., El “sint unum” en la eclesiología de comunión: DEH
1997/1 (ed. española), 37-48.
RUIZ, D., El “sint unum” en una comunidad pastoral: DEH 1997/1 (ed. española), 147-159.

SIGLAS

ChL JUAN PABLO II, Christifideles Laici (1988)


CST Constituciones SCJ
DEH Dehoniana (Roma 1972 -)
DOC Documenta (1950-)
DSI Doctrina Social de la Iglesia
DSP DEHON, L., Directorio Espiritual de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús
LCC Correspondencia del P. Dehon
LE JUAN PABLO II, Laborem exercens (1981)
MR CIVCSVA, Mutuae Relationes (1978)
NHV DEHON, L., Notes sur l’Histoire de ma Vie (Roma 1975)
NQT DEHON, L., Notes Quotidiennes (Roma 1988)
OSC DEHON, L., Obras Sociales (Roma 1978 ss.)
OSP DEHON, L., Obras Espirituales (Roma 1985 ss.)
SCJ Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús
STD Studia Dehoniana (Roma 1971-)
VC JUAN PABLO II, Vita Consecrata (1996)

10
ÍNDICE

ANTES DE EMPEZAR 2

INTRODUCCIÓN 4

CONTEXTO HISTÓRICO-ESPIRITUAL DE UN PROYECTO 4

EXPERIENCIA DEL P. DEHON 5


1. ¿Cómo vivió León Dehon su ser sacerdote y religioso? 5
2. Una espiritualidad puesta en práctica 5

LÍNEAS PARA ACTUAR SEGÚN LA ESPIRITUALIDAD DE DEHON 7

1. un lugar de revelación del Señor, de anunciación 7


2. un lugar de encarnación 7
3. un lugar de desarrollo del misterio de la vida escondida 8
4. un lugar de comunión y vivencia del Sint Unum 9

BIBLIOGRAFÍA 10

SIGLAS 10

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LAICOS DEHONIANOS
SOÑANDO Y LUCHANDO EL MAÑANA
DE LAS COMUNIDADES CRISTIANAS DE HOY
(Para la meditación personal)

Comienza así el segundo capítulo del Evangelio de san Marcos:

“Entró de nuevo en Cafarnaún; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon
tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra” (Mc 2, 1-2).

Concebir la comunidad cristiana como la casa de Jesús, en medio de un pueblo normal puede sonar
infantil o inocente, pero ¿hasta qué punto es la gran necesidad visto el panorama actual de nuestra
sociedad? Un Cristo que esté en casa, en su casa, una casa abierta donde se pueda agolpar gente (otra
cosa es que lo haga), unos vecinos a los que se les anuncie la Palabra de aquel que siempre está en
casa para todos. Una tarea importante en este mundo de telefonía móvil y comunicación virtual, por
contracultural y humana, debería ser ese “estar en casa”; es más, tener una casa abierta, una casa
acogedora, donde se escuche todo, pero donde también se proclame la Palabra de Dios.

Nuestras comunidades deberían ser dadoras de Paz. La postura y ademán de Jesús que podemos
imaginar en la lectura y meditación de este texto de Marcos denotan o dan a entender que se encuen -
tra en estado de quietud o reposo; su posición nos lo muestra como quien está sentado en el “trono de
la gracia” (cf. Hb 4,15-16) en actitud de acogida y de dispensación de bondad.

Ahora bien, podemos dar un paso más: ¿cuáles son las palabras de Jesús? Podrían ser:

“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).

El P. Dehon afirma que este texto muestra “el espíritu del Sagrado Corazón” (OSP IV, 11) y es el
“código de su Reino” (OSP IV, 186). Esta es su experiencia de fe: si el Maestro manifestó tanta
solicitud y preocupación por los hombres, el discípulo que conoce ese “ágape” debe hacer otro tanto.
De la contemplación de las palabras y ademanes de Jesús podemos pensar si:

1. nuestras comunidades cristianas deberían subrayar ese abrir de par en par las puertas de la
misericordia, es decir, abrir su corazón, sencillo y humilde;
2. la capacidad de acoger a los pobres, a los segregados, a las personas rotas, a los perdedores;
hacer de nuestras comunidades cristianas un aprisco, es decir, lugares de seguridad (donde se
acoge al niño, símbolo de la vida y de la debilidad);
3. son lugares habitados por personas que logran liberar a quien acude a ellos de un presente
insoportable, aliviar de los fardos pesados que otros les han impuesto.
4. son lugares de bendición y protección;
5. son lugares para curar y sanar;
6. logramos poner al hombre y la mujer de hoy en condiciones para proseguir la marcha con
nuevas energías («mi yugo es suave y mi carga ligera»);
7. donde se celebra la liturgia sacramental y se organiza eficazmente la fuerza de la caridad y de
la solidaridad con el necesitado.
8. donde se vive, por naturaleza, el gesto de acercamiento confiado que significa confortar y
consolar en nombre de Jesús, abandonar todo temor, reconocer que el Señor es bueno, que
enjugará las lágrimas de nuestros ojos. Llevar a cabo el ministerio de la reconciliación que
prepara el anuncio del Amor. Hacer sentir al fiel cristiano la urgencia que tiene
personalmente de aceptar que es aceptado.

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