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El Sexenio Democrático, también conocido por la historiografía como Sexenio Revolucionario, fue la
última etapa de la revolución liberal española y representó un intento de ampliar el liberalismo e
instaurar la democracia en nuestro país. Entre estos años España conoció una regencia provisional,
una monarquía constitucional, una república (en menos de dos años tuvo cuatro presidentes) y una
nueva monarquía.
La revolución de 1868, conocida como “La Gloriosa”, responde a una serie de causas de carácter
económico, social y político, durante los últimos cinco años del reinado de Isabel II.
Desde un punto de vista económico, la expansión que había conocido el reinado se detuvo a
mediados de la década de 1860, apareciendo los síntomas de una crisis que se manifestó en tres
ámbitos:
- Crisis financiera, su origen se encontraba en las dificultades del sistema ferroviario puesto en
marcha durante el reinado de Isabel II. El escaso desarrollo industrial no fue suficiente para que el
transporte de mercancías y viajeros tuviese gran demanda, por lo que el rendimiento económico de
estos fue menor que la inversión realizada.
La combinación de ambas crisis dio origen a una creciente conflictividad social. En el campo se
vieron episodios de una fuerte violencia y en las ciudades el paro aumento, provocando un descenso
del nivel de vida de las clases obreras.
Para finalizar, el sistema isabelino se hallaba en un descrédito político. Los últimos gobiernos
moderados habían comenzado a evidenciar una tendencia autoritaria, cerrando las cortes y
olvidando los problemas del país, por lo que los progresistas no tuvieron de otra que para acceder al
poder empezaron a conspirar y a pronunciarse. En este contexto se firmó el Pacto de Ostende (1866)
entre progresistas y demócratas, a los que más tarde se unirán los unionistas, en este se acordó “La
caída de los Borbones” y la inmediata convocatoria de unas Cortes Constituyentes elegidas por un
sufragio universal.
En septiembre de 1868, un nuevo levantamiento militar, este fue diferente a los demás ya que este
no solo se llevó a cabo en contra del gobierno de los moderados, sino contra la monarquía de Isabel
II. Este alzamiento fue iniciado en Cádiz por el almirante JUAN BAUTISTA TOPETE al que más tarde se
unieron JUAN PRIM y FRANCISCO SERRANO con la publicación de un manifiesto que pedía a los
ciudadanos que acudiesen a las armas para defender la libertas y la honradez. El movimiento pronto
se extendió por todo el país multiplicándose las juntas revolucionarias, por lo que la reina envió a sus
tropas al sur, donde se encontraron con los sublevados en Puente de Alcolea (Córdoba). El 29 de
septiembre, tras la victoria de los insurrectos en la batalla, Isabel II atravesaba la frontera de camino
al exilio.
Durante todo este periodo, el panorama político se vio dominado por cuatro tendencias ideológicas
de aspiraciones muy diferentes entre sí.
En el EXTREMO DERECHO, encontrábamos a los carlistas, que se presentaron a las elecciones.
Defendían la preeminencia del catolicismo y una monarquía tradicional, que debería ser encabezada
por un legítimo de Carlos M.ª Isidro (Carlos VII).
Como fuerza liberal más conservadora estaban los moderados que se mantuvieron fieles a Isabel II,
primero reclamando la vuelta al trono, y después, la de su hijo Alfonso XII. Estos recibieron el
nombre de alfonsinos y estuvieron liderados por ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO.
El gobierno del general Serrano pone en marcha un programa de reformas: ampliación de derechos
individuales (libertad de imprenta, derecho de reunión y asociación, sufragio universal, reforma de la
enseñanza, democratización de ayuntamientos y diputaciones). Se adopta una política económica
liberalizadora: fin del proteccionismo y liberalización de sectores como la minería.
En enero de 1869 se celebran elecciones a Cortes Constituyentes, que por primera vez en la historia
de España se realizan por sufragio universal masculino, triunfando la coalición formada por
progresistas, unionistas y un sector de los demócratas (conjunción monárquico-democrática).
Se inicia la búsqueda de un nuevo rey, optando Prim por el príncipe italiano Amadeo de Saboya, que
finalmente es elegido en noviembre de 1870.
Liberalización económica: defensa del librecambismo y apertura del mercado español a la entrada
de capital extranjero; unificación y racionalización del sistema monetario (peseta); Ley de Minas de
1871 (venta o concesión de yacimientos mineros, la mayoría acaba en manos extranjeras); Ley de
Bases Arancelarias de 1869 (librecambismo).
La situación se hace insostenible a partir de 1872 por el inicio de la III Guerra Carlista, el
agravamiento de la sublevación independentista iniciada en Cuba en 1868 y por las insurrecciones
de carácter federalista. Además, la coalición gubernamental formada por los partidos Constitucional
y Radical se rompe, dejando al rey aislado.
Para presidir, fue elegido ESTANISLAO FIGUERAS, un republicano federal moderado que convoco
elecciones a Cortes constituyentes, dieron una mayoría a los republicanos federales. Sin embargo, la
victoria fue engañosa ya que más de un 60% se había abstenido. La presidencia quedo en manos de
FIGUERAS que dimitió al cabo de los días. Y el gobierno paso a manos de FRANCISCO PI Y MARGALL.
Con un propósito de profundas reformas, pero los pocos meses que duro la experiencia republicana
lo impidió. La más importante fue su proyecto de Constitución federal, en el que por primera vez el
liberalismo español se planteaba la formación de un Estado no centralista. Se establecía que la
nación española estaba compuesta por 17 Estados regionales, que tendrían autonomía económica,
administrativa y política. La constitución no llego a entrar en vigor porque a partir de julio de 1873,
el país entro en un proceso que acabo hundiendo la Republica.
PI Y MARGALL tuvo que enfrentarse a graves problemas, como la insurrección carlista que no fue
sofocado hasta 1876; la Guerra de los Diez Años en Cuba que iba extendiéndose cada vez más. El
principal problema fue la sublevación de los cantonal, que aspiraba a dividir el Estado en cantones
casi independientes. Esto provocó la dimisión de PI Y MARGALL que fue sustituido por NILAS
SALMERON.
NICOLAS SALMERON inició una acción militar contra los cantones, que acabo rápidamente. Le dio un
importante impulso al ejército, convirtiéndolo en el único garante del orden. No obstante, al sentirse
moralmente incapaz de firmar las penas de muerte impuestas, SALMERON presentó su dimisión
dejando el puesto a EMILIO CASTELAR (Republicanismo unitario). La Republica inicio un
desplazamiento hacia la derecha, abandonando cualquier pretensión federalista y reformista. Al no
tener la mayoría en las cortes y ante el temor de ser destituido, CASTERAL suspendió las sesiones y
gobernó de forma autoritaria.
El 2 de enero de 1874 el gobierno fue derrotado al abrirse las Cortes por 120 votos frente a 100 en
una moción de confianza. Cuando se votaba a un nuevo presidente, el general MANUEL PAVIA entro
en el congreso dando un golpe de estado que provoco la disolución de las cámaras. Los meses
siguientes, el poder paso a una coalición de unionistas y progresistas encabezada por el general
SERRANO con el objetivo de restablecer el orden y acabar con el carlismo. El 29 de diciembre de
1874, un pronunciamiento de ARSENIO MARTINEZ CAMPOS en Sagunto proclamaba como rey de
España a ALFONSO XII.
CONSECUENCIAS
La experiencia democratizadora del Sexenio fracasó por la extrema división de los apoyos del nuevo
régimen (republicanos, progresistas, demócratas, unionistas) y por la fuerza de los grupos de
oposición (carlistas, moderados, naciente movimiento obrero e independentistas cubanos). Tras su
fracaso, al debilitarse las fuerzas democráticas y republicanas, se restaura de nuevo la monarquía
liberal en la persona del hijo de Isabel II, Alfonso XII, dando así inicio al periodo de loa Restauración.