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Cecilia Tanoni
Red de Formación Docente y Narrativas Pedagógicas -Nodo Quilmes-
Todo empezó con eso, con una idea que fundó un proyecto distrital, y que se
multiplicó por las escuelas, en las ideas de muchos docentes y de muchos
alumnos.
En nuestra escuela, en la E.S. 17 de Ezpeleta, la bibliotecaria, comprometida en
el proyecto de Cultura/Quilmes, nos comunicó la propuesta (que confieso
primero sentí impuesta): ESCRIBIR UN LIBRO ENTRE TODOS... En realidad no
fueron todos, pero sí un grupo, el de mis alumnos de 2do. Año A/2009. Ellos
son los autores de “HECHOS INEXPLICABLES EN LA 17”, un libro con 26 cuentos
fantásticos.
Narrar esta experiencia podría adoptar distintos ejes temáticos. Yo prefiero el
testimonial, el de las pequeñas-grandes vivencias que compartimos en el
ámbito escolar.
Recuerdo las críticas que los propios autores escribieron. Por ejemplo, la de
Karen Vargas, una jovencita de 13 años, afirmando que ella y sus compañeros
habían descubierto que podían ser “buenos escritores”. No es poco descubrir
que podemos escribir a los 13; que podemos encontrar algo propio para decir,
que podemos hacer Literatura... Por lo menos a mí me pasó mucho después de
esa edad. Indudablemente el peso de la experiencia personal es ineludible... y
felizmente en estos casos. Creo que los docentes podemos proponernos un
buen ejercicio antes de encarar proyectos con nuestros alumnos: el de hacer el
esfuerzo de ponernos en su lugar. Porque si partimos desde ahí, si podemos
actualizar la sensibilidad con la que transitamos el desequilibrante camino de
nuestros aprendizajes, entonces quizás los podamos acompañar mejor y
además seguir aprendiendo desde otro rol.
En esas críticas también manifestaron el paso del sentirse obligados, al de
disfrutar de la escritura; y el gusto por haber expuesto sus cuentos en una
muestra compartida con otras escuelas y con autoridades del distrito. No puedo
olvidar la cara que puso Marcos Cruz (que no fue a la exposición) cuando le
contamos que el intendente visitó el stand y que justamente leyó completo su
cuento “El problema de ser adoptivo”. Sé también de la importancia que dieron
a eso en su hogar, porque su madre se acercó a preguntarme dónde podía
comprar una copia del libro. Así como el papá de Juan Montaño, autor de “Del
presente al futuro”, un chico que presentó su obra casi a último momento pero
la trajo terminada, lista para la edición. Por esto cada vez que aparece un padre
de ese grupo en la escuela, lo llamo y lo felicito por lo que hizo su hijo. Y en
verdad considero muy bueno el resultado. En el libro hay relatos enmarcados,
uso del narrador en primera persona con la clara diferenciación entre narrador y
autor; hubo una búsqueda de la forma de hablar de lo realmente deseado (el
amor, la muerte, los miedos, las relaciones familiares, las peleas entre
adolescentes, la pertenencia o no a un grupo, el acoso escolar-bullying1, el
aborto...) sin por ello desatender el encuadre pedido para la escritura (crear
cuentos fantásticos)
Ahora bien, ¿cómo desarrollamos este proyecto “Leer y escribir es cosa nuestra”
en nuestra escuela?:
Personalmente primero pensé en focalizar la propuesta. Yo creo mucho en la
necesidad de acompañar los procesos en los principiantes. Temo desalentarlos
en el camino, no intervenir correctamente.
Elegí a 2do. A, porque con ellos habíamos trabajado PARATEXTO de los
libros, y estábamos leyendo y caracterizando obras fantásticas. Pensé que sería
mejor que el proyecto se adaptara a nosotros y no al revés. Habíamos leído
cuentos y teatro incluidos en el terreno de “lo extraño” y de la alteración del
mundo real. Además tuve a este grupo en 1ro.; habíamos trabajado con la
Ciencia ficción y comenzamos 2do. leyendo cuentos realistas; fue entonces que
apareció lo fantástico para contrastar y definirse.
Al leer las pautas orientativas del proyecto, en las que se aclaraba
exactamente cuál era la propuesta de escritura, comprobé que justamente se
refería a un proceso, al valor de la reescritura y a los borradores revisados pero
no descartados. Simplemente, entonces, adherí ideológicamente. Confío en esa
metodología, siempre me dio buenos resultados. Creo que es la forma de
propiciar la escritura y de alentarla como medio de expresión.
Entonces nos pusimos a trabajar. El marco teórico me apoyaba y me
alentaba a mí también. Comenzaba la tarea de coordinar, de orientar, de
respetar la inventiva de los chicos, de ayudarlos a expresarse, de brindarles
1
Se llama así al hostigamiento y maltrato verbal o físico entre escolares en forma reiterada en el
tiempo. Implica la existencia de un acosador y una víctima. Su presencia en los colegios y sus secuelas
psicológicas constituyen un campo de investigación de importancia en la actualidad.
tácticas y estrategias, de aportar algo, en definitiva, de lo que a alguna vez a mí
me ayudó a escribir.
Nuestro proceso de escritura consistió en ir armando ciertas “reglas de
juego”2. Con la pretenciosa, tal vez, intención de emular mínimamente el
“Decálogo del perfecto cuentista” de Horacio Quiroga3, comenzamos a
establecer pautas para la escritura:
2
La ventaja de nuestra materia, la Literatura es que si bien necesita de la lengua formal o escolarizada,
en su marco “está permitido” romper ciertas pautas. Entonces el habla real de los jóvenes puede tener
un espacio y esto hace que el juego de escribir sea más divertido.
3
Horacio Quiroga (1878-1937), escritor uruguayo pero afincado en nuestro país y más precisamente en
la selva misionera, creó historias donde “el color local” brilló. Escribió el mencionado decálogo con 10
recomendaciones para el oficio de escribir cuentos.
a tener vuelo propio. No eran una o dos historias buenas, sino que se
multiplicaban clase a clase.
REGLA 3: El cuento quedaría mejor en primera persona, con un narrador
protagonista.
Confiamos en que el efecto logrado en los lectores sería de mayor desconcierto,
que los atraparía más. Esta conclusión se instaló en el grupo luego de comentar
muchas historias fantásticas. Yo les hablé de algunas de mis preferidas: “la
invención de morel”, de Bioy Casares; “Flor, teléfono, muchacha”, de Drummond
de Andrade; “La insolación” de Quiroga; “El duelo” de Borges; “La galera” de
Mujica Láinez; “La noche boca arriba” de Cortázar; la película “Los otros”; etc.,
etc., Alguna clase fue de pura charla, de comentarios.
Confiamos, decía, en el postulado de Todorov4 : “el yo pertenece a todos” y el
lector podría compartir la incertidumbre con el personaje. Se lograría más la
vacilación entre una explicación natural y otra sobrenatural. Cabe destacar que
esta regla no se planteó desde el inicio, sino que surgió sobre la marcha.
Algunas reescrituras tuvieron que ver con este acuerdo.
Fue interesante en la historia de Micaela Vélez cómo ella combinó el uso de la
1era. Con la 3era. Persona, porque su personaje escribía sin saberlo su propia
historia en su diario íntimo; al darse cuenta, lo abandona, pero al encontrarlo
después de un año, descubre que el diario había seguido escribiéndose solo y
que ella, la protagonista era sólo un personaje más...
- ¡Excelente!- exclamé al leer su borrador y al escuchar cómo me contaba que
lo terminaría- Micaela sonrió y se fue a sentar para continuarlo.
REGLA 4: Es básico que en el relato fantástico el por qué del misterio nunca se
aclare. Los finales son imprecisos, la duda perdura y permanece en la historia y
en la interpretación del lector. Esto sí lo tenían claro desde el principio, y si no,
lo terminaron de comprender en el transcurso.
- “Y eso no se sabe”
- “Eso no lo tengo que aclarar”- me decían mis propios alumnos, dejándome a
mí con la incertidumbre y con la duda. Claro que eso, lejos de enojarme, me
enorgullecía.
Así fueron apareciendo unas fantásticas historias fantásticas.
Una clase nos convocó la idea de crear el marco del cuento. Otra, iniciamos el
conflicto. Algunos chicos para ese momento completaron el cuento. A otros les
costó más. Hasta hubo casos en los que esa primera idea se descartó y otra
ocupó su lugar. Por ej. : Karen no avanzaba. Por ello le propuse que tratara de
pensar, de inspirarse en la experiencia de campamento próxima (22-23 de oct.).
Y dio buen resultado. De hecho regresó con su cuento “Campamento” en
mente.
4
Tzevetan Todorov: investigador búlgaro, naturalizado francés, formó parte del grupo de
estructuralistas franceses. Dirigió con Roland Bathes la revista “Poetique”. Escribió una “Introducción a
la literatura fantástica”.
Y finalmente, la ardua tarea de las correcciones de los borradores: reescrituras,
revisiones de fragmentos o de cuentos enteros. La edición implicó a veces
sentarse junto al autor para releer y corregir juntos casi párrafo por párrafo.
En definitiva, los chicos escribieron su idea respetando reglas establecidas, la
revisaron, la compartieron (hubo una clase de lectura de los cuentos de todos),
la corrigieron, la sostuvieron, la reescribieron y la quisieron. Hoy leen su libro
con orgullo y piden más, porque también crearon una dosis de autoestima y se
la inyectaron.
Claudia Sciutto
Presentación del relato Memorias de un docente 1: el “pico seco”, de
Gerardo Álvarez
Publicado en Revista Novedades Educativas Año 23 | N° 250 | Octubre de 2011
Cecilia Tanoni
Red de Formación Docente y Narrativas Pedagógicas
Nodo Quilmes
Cecilia Tanoni
Red de Formación Docente y Narrativas Pedagógicas -Nodo Quilmes-
Marini
Tenía quince años y estaba muy triste. ¿Por qué? No recuerdo. Por la forma en
que estallé en la clase de Matemática, pienso que me asediaba la constante
pregunta: “¿Por qué los que te dicen que te aman te hacen sufrir?”. O quizá no.
Quizá había sido otra pelea de mi mamá… lo que era lo mismo.
El hecho es que en plena clase de Matemática, en una conversación sobre el
egoísmo que tenía con nosotras la profesora, yo me puse a llorar y dije:
“Cuando alguien se muere, nadie llora por él sino por sí mismo, por el vacío y la
nostalgia que el muerto le deja”. Sé que lo que dije estaba dentro del contexto
de la charla, pero mis compañeras se quedaron mudas por la sorpresa, y a mí
me arrasó la vergüenza de llorar así, delante de todos y especialmente delante
de la Señorita Marini, tan seria, tan equilibrada, tan elegante…
Me miró desconcertada y me dijo: “¿Leyó a José Ingenieros? Él dijo eso mismo”.
Yo ni lo había oído nombrar. Aunque era una lectora insaciable, tenía enormes
huecos en mi cultura. Negué con la cabeza. Todo era silencio. Yo me sentía
hundir en una miserable y pegajosa soledad. De pronto, mi admirada profesora,
me dijo: “¡Cómo me gustaría ser su amiga, Beatriz, para poder ayudarla!”. Como
un viento cálido y lleno de vida, sus palabras me acariciaron por dentro y me
reconfortaron. La miré con gratitud y sentí que eso era todo lo que yo
necesitaba. Ella quería ser mi amiga. Era suficiente. No me atreví a usar el
permiso que me daba de acercarme más a ella. Pero me dije: “Yo quiero hacer
esto mismo que Marini ha hecho conmigo. Hacer esto para otros chicos”.
Y cumplí. A lo largo de mi carrera mantuve contacto con algunos alumnos
especialmente necesitados de calor humano. Unas veces partía de una
confesión en o al pie de un trabajo, y entonces se establecía un ir y venir de
notas, o de un pedido de charla privada. En fin, mi materia ayudó a que la
adolescente que mantengo viva en mí, como un punto de contacto con mis
alumnos, cumpliera su palabra.
Y este consuelo que recibí un día y que quise devolver en otros fue una de las
dos razones por las que quise ser profesora.
Beatriz González
Presentación del relato Patricio, de Helga Aquino
Publicado en Revista Novedades Educativas Año 24 | N° 252-253 | Diciembre de 2011-
Enero 2012
Patricio
La escena que decido compartir hoy y que es imposible olvidar se desarrolla en
el año 1997 en la Escuela Primaria Nº 11 de San Francisco Solano, en el partido
de Quilmes (provincia de Buenos Aires).
Debido a las modificaciones en el sistema educativo y la implementación de la
Nueva Ley de Educación, yo quedo fuera del 3º ciclo de la Enseñanza Primaria,
ya que hasta ese momento había trabajado como maestra suplente en 7º grado,
condición esta que no me permitía acceder a la muy famosa capacitación para
reconvertir mi título.
Gracias a este traspié, me asignan 4º grado. ¡Qué susto! ¡¡¿Qué haré con los
chicos tan chicos?!!, me decía… Había tenido una experiencia con 2º grado que
me había resultado tremendamente difícil por todas las problemáticas que
tenían los alumnos de ese curso.
Reconozco mi debilidad, me involucro tanto afectivamente que es imposible
tomar distancia y enseñarles algo. ¡¡¡Pero ahí estaba!!! 4º C con 35 alumnos;
5
El grupo Ex libris Quilmes trabaja en documentación narrativa de experiencias pedagógicas e integra el
nodo Quilmes de la Red de Formación Docente y Narrativas Pedagógicas. Para obtener más información
acerca de este colectivo de docentes se puede visitar su blog en:
http://www.exlibrisquilmes.blogspot.com
algunos muy pequeñitos, otros ya casi adolescentes y Patricio, con 14 años,
¡cursando por tercera vez cuarto grado!
Dentro del proyecto educativo institucional (PEI) teníamos incluida la
participación de la escuela en una muestra de huertas escolares que se hacía en
el distrito de Quilmes y como yo había trabajado en huerta con los alumnos de
7º… adivinen…: me asignan para trabajar con 4º C el proyecto de la huerta.
Pero esto no es todo… teníamos que elaborar un texto para que los alumnos
contaran sobre la experiencia en la muestra.
El desafío estaba hecho… ¡¡manos a la obra!!, dije, y ahí empezamos.
¿Cómo hacer para integrar a todos?, me preguntaba.
Bien, empecemos por el trabajo más duro, pensaba cándidamente, y fuimos al
pequeño pasillo que quedó sin construir y que era de tierra, este era el lugar
asignado para la huerta. Sacamos yuyos, organizamos el lugar: dónde
pondríamos la abonera, dónde los tablones, dónde da el sol la mayor cantidad
de tiempo, etcétera. ¡¡Los chicos súper entusiasmados!! Alborotados,
desordenados, pero felices.
Ahora viene lo más simple, pensaba, los ordeno dentro del aula, intento que
armen grupos sin pelearse, pero… ¡qué arduo, un caos total!... ¡¡Nooo!! ¡Con vos,
noo!... ¡Con él, sí!... no! ¡Con Patricio, no! ¡No sabe leer!, se escuchaba por todos
lados…
¡¡¡Guau!!! ¡¡¡Cuántas cosas para atender!!!
Cuando por fin logramos organizarnos, empezamos a intentar leer y escribir. Mi
práctica pedagógica consistía en leerles algún texto corto muy despacio, en voz
alta y parada delante de todos. Luego los invitaba a que voluntariamente
leyeran algo ellos… y así empezaban las cargadas, los miedos, ¡yo nooo!, decían.
Pero de a poco se iban animando.
Fuimos trabajando de esta manera todos los días. Patricio no participaba,
solamente escuchaba, bajaba la cabeza, se escondía debajo de su pelo largo
como signo visible de su incipiente adolescencia.
Me acerqué a él, poco a poco fuimos entablando un vínculo. Les confieso que
me “enamoré” profundamente de él. Tan tierno, tan desamparado, tan
temeroso y callado. Hasta que un día, siguiendo con nuestra rutina de trabajo,
pregunté: “¿Alguien quiere leer?”.
Patricio levantó la mano, libro en mano pasa al frente. ¡Sus compañeros, mudos!
Empezó a silabear, a temblar… “No puedo”, dijo. De pronto, ¡todo el grado lo
alentó! “¡¡¡Vamos, Patricio!!!”, dijeron todos… ¡y Patricio siguió!
¡Qué alegría indescriptible! Para mí, ¡¡para todos!!
De ahí en más, Patricio leía siempre.
Y como broche de oro, Patricio fue elegido por sus compañeros para leer en la
muestra ¡¡y así lo hizo!!
Les aseguro que nadie leyó mejor que él.
Helga Aquino