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Profesora: Martinez Pandiani, Yamila Belén. Literatura 4to.

Año “A” Instituto San Pablo

COSMOVISIÓN MÍTICA

El desafío de la creación
Desgraciadamente yo no tuve quién me contara cuentos; en nuestro pueblo la gente es cerrada, sí,
completamente, uno es un extranjero ahí.
Están ellos platicando; se sientan en sus equipajes en las tardes a contarse historias y esas cosas;
pero en cuanto uno llega, se quedan callados o empiezan a hablar del tiempo: “Hoy parece que por ahí
vienen las nubes…”. En fin, yo no tuve esa fortuna de oír a los mayores contar historias: por ello me vi
obligado a inventarlas y creo yo que, precisamente, uno de los principios de la creación literaria es la
invención, la imaginación. Somos mentirosos; todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es
mentira; pero de esa mentira sale una creación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los
principios fundamentales de la creación.
Considero que hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje; el segundo, crear el
ambiente donde ese personaje se va a mover; y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se
va a expresar. Esos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia…Cuando
yo empiezo a escribir no creo en la inspiración, jamás he creído en la inspiración, el asunto de escribir
es un asunto de trabajo; ponerse a escribir a ver qué sale y llenar páginas y páginas, para que de
pronto aparezca una palabra que nos dé la clave de lo que hay que hacer, de lo que va a ser aquello […]
A mí me han criticado mucho mis paisanos que cuento mentiras, que no hago historia, o que todo
lo que platico o escribo, dicen, nunca ha sucedido, y es así. Para mí lo primero es la imaginación;
dentro de esos tres puntos de apoyo de que hablábamos antes está la imaginación circulando. […] Así
aparecen otra cosa que se llama intuición: la intuición lo lleva a uno a pensar algo que no ha sucedido,
pero que está sucediendo en la escritura.
Concretando, se trabaja con: imaginación, intuición y una aparente verdad. Cuando esto se
consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer…
Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiere contar. Ahora,
hay otro elemento, otra cosa muy importante también que es el querer contar algo sobre ciertos
temas; sabemos perfectamente que no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la
muerte. No hay más, no hay más temas, así es que, para captar su desarrollo, normal, hay que saber
cómo tratarlos, qué forma darles; no repetir lo que han dicho otros. Entonces, el tratamiento que se le
da a un cuento nos lleva, aunque el tema se haya tratado infinitamente, a decir cosas de otro modo.
[…] Mas hay que buscar fundamento, la forma de tratar el tema, y creo que dentro de la creación
literaria, la forma –la llaman forma literaria- es la que rige, la que provoca que una historia tenga
interés y llame la atención a los demás.

Juan Rulfo: “El desafío de la creación”, en Revista de la Universidad de México, Nros. 2-3 (1989).

A partir de la lectura…
¿A partir de qué crea el escritor su obra literaria?
¿Cuáles son los tres puntos de apoyo necesarios para contar una historia? ¿Qué elemento circula, para Rulfo, dentro de ellos?
¿Qué relación puede establecerse entre la invención y la realidad?
Según lo que entendieron del texto, expliquen en sus palabras el concepto de “forma literaria”
¿Consideran, como Rulfo, que es una desgracia no haber oído contar historias? ¿Qué función cumplen los cuentos para ustedes?

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PODCASTS

En grupos de no más de cuatro (4) integrantes, con el grabador de voz del celular, van a armar un
podcast de 15 minutos sobre mitos urbanos. Podrán incluir todas las referencias que deseen, pero
es necesario que utilicen sí o sí los siguientes términos durante el programa: cosmovisión – mitos –
Avellaneda – pertenencia – identidad

PARA REFLEXIONAR
¿Identificás en el relato algún testigo que certifique aquello que se cuenta? SÍ / NO ¿Cuál?
¿El relato transcurre en un tiempo cercano al del auditorio? SÍ / NO
¿Cómo se indica esta cercanía?
¿La historia transcurre en un espacio conocido o cercano? SÍ / NO ¿Cuál?
¿Cómo se presenta ese espacio? ¿Identificás personajes legendarios (históricos, religiosos,
hombres, mujeres, héroes, seres fantásticos)? SÍ / NO ¿Cuáles?
¿Cuál es la finalidad de esta historia? ADVERTIR – EXPLICAR-NINGUNA DE LAS DOS
¿Qué es lo que explica o advierte?
¿Hay en el relato algún elemento sobrenatural? SÍ / NO ¿Cuál?

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LOS ARGONAUTAS
a. ¿Cuándo cambió para siempre la vida de Jasón? ¿Cómo se enteró?
b. ¿Cuál es la misión de Jasón?
c. ¿Cuáles fueron los obstáculos que debieron superar los héroes durante el viaje?
Fundamentá tu respuesta con tres (3) citas textuales del texto
d. ¿Qué papel jugaron las divinidades en la travesía?
e. ¿Cuál sería, en la perspectiva de Hércules, lo específico de la conducta de un
héroe? ¿Coincide su concepción con la imagen de Jasón? ¿Por qué?
f. ¿Quién es Medea? ¿Qué importancia tiene para la misión de Jasón? Incorporá en
tu respuesta las siguientes palabras: estrategia – amor – heroísmo – dificultad
g. ¿Cumple Jasón con su objetivo?
h. ¿Hay algún momento en que el comportamiento de Jasón te haya parecido indigno
de un héroe? Justificá tu respuesta en no menos de doscientas (200) palabras.

ARTICULACIÓN ESI: ESTEREOTIPOS. MATERNIDADES. PATERNIDADES.

Observá detenidamente estas obras de arte:


I. Izquierda: William Wetmore Story, “Medea”
II. Debajo: “Estatua de Medea en el jardín de las Tullerías” (París)

III. Quellinus Erasmus, “Jasón con el vellosino de oro”

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IV. Delacroix, “Medea furiosa”


V. Pietro Francavilla “Jasón”
VI. John William Waterhouse, “Estudio para Jasón y Medea (el filtro de amor)

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1. ¿Cuál fue la que más te impactó? ¿Por qué?
2. Explica cómo se representa a Jasón y cómo se la representa a Medea en las obras de arte que
miraste (cómo es la postura de los personajes, cómo son sus gestos, qué tonos predominan en
cada imagen y qué sensaciones transmiten, si consideras que hay una característica común a la
representación de Jasón y de Medea).
3. Olvidate de las etiquetas: buscá en diarios o revistas online titulares con los que re-nombrar a las obras de arte
que observaste (por ejemplo: 1: “Prisión domiciliaria para la mujer que atacó con un cuchillo a un colectivero en
Bariloche”). Luego, transcribilos. (No olvides anotar la fuente (el link del artículo que utilizaste)).
4. Leé el siguiente texto:
“Los estereotipos son ideas, prejuicios, creencias y opiniones preconcebidas, impuestas por el
medio social y la cultura, que se aplican en forma general a todas las personas pertenecientes a la
categoría a la que hacen referencia, que puede ser nacionalidad, etnia, edad o sexo. Conforman un
modelo rígido que es considerado aplicable a todas las personas de dicha categoría, desestimando
las cualidades individuales y más bien supeditándolas a ese modelo, como sucede en los modelos
masculino y femenino. Los estereotipos, a fuerza de repetirse, imprimen a sí mismos tal fuerza que
llegan a considerarse como propios de los individuos del grupo y se aplican de una manera
irreflexiva y generalizada a todos sus miembros (…) Los estereotipos sexistas tienen la función
social de justificar la situación de inferioridad y discriminación social, económica, cultural y política
que viven las mujeres, contribuyendo a la vez a mantener las prácticas discriminatorias hacia ella”
(UNICEF-UNIFEM, 2000).
a- Explica con tus palabras cuál es la idea central del fragmento.
Incluí en tu explicación una cita textual de la interpretación de
Silvia Espigado de un monólogo de Medea, a partir del siguiente
video: https://www.youtube.com/watch?v=C5etW5mX3Tw&t=2s
b- Escribí una vinculación posible de tu respuesta anterior con el tema
del fragmento y las obras de arte que observaste.
c- ¿Estás de acuerdo con lo que plantea el fragmento? Justifica tu
posición con ejemplos de la vida cotidiana.

Trabajo con Cuadernillo ESI: “Masculinidades” (primera parte)

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YO EXPONGO

A) En grupos, scaneen el QR para ver el video. Luego, tomen una de las siguientes afirmaciones y
relaciónenla con él, armando un texto para exponer ante la clase.

1) Las mujeres persistirán en la búsqueda de cierto reconocimiento maternal y seguirán siendo madres, lo
sean o no, ya que el rol puede cumplirse de múltiples formas.
2) Las mujeres enfrentan el problema de amar de forma desmesurada.
3) Todas las culturas adoran y, a la vez, temen a las madres.
4) Si bien han acontecido grandes cambios para las mujeres en los últimos tiempos, aún no se
produjeron, en el ámbito privado, los cambios necesarios para un reparto real del trabajo reproductivo
con los hombres.
5) La experiencia del amor maternal es segura, a diferencia de la inseguridad propia del amor romántico.

B) Tomá una de las afirmaciones del punto anterior y relacionala con el fragmento que sigue, de
Medea, de Eurípides. Explicá con tus palabras tu elección.

C)¿Qué implica para vos ser una “madre patriarcal”? Hacé una lista de conductas típicas de una
madre que cumple con esas características.

D) ¿Reconocés alguna figura o mote negativo actual que encarne a la madre percibida como “incontrolable”?

JASÓN Muchas veces he visto que son los caracteres ásperos un incordio con el que no hay quien luche. Así tú, que
podías conservar casa y tierra llevando con buen ánimo las reglas del que manda, por tus locas palabras expulsada te
ves. 450 Y no es que ello me importe: por mí no ceses nunca de repetir que no hay hombre peor que Jasón. Pero,
después de cuanto de los reyes has dicho, date por satisfecha con un destierro solo. Yo, queriendo que aquí te quedases,
sus iras 455 por apaciguar siempre me esforcé; pero tú no cejabas en esa necedad e insultábasles mil veces hasta que
del país te arrojaron. Mas, aun así, aquí estoy, soy fiel a mis amigos y por ti me preocupo, mujer, para que no 460 te vayas
con tus hijos en la indigencia estando o en la necesidad; pues son muchos los males que al exilio acompañan. Y, aunque
tú me detestes, no sentiré jamás aversión hacia ti.
MEDEA ¡Oh, pésimo entre todos, que es el mayor insulto 465 con que pueda mi lengua tu maldad fustigar! ¿Has venido a
nosotros tú, el más que nadie odiado? No es eso atrevimiento ni tampoco valor, 469 mirar de frente a aquellos a quienes
se ha hecho mal, 470 sino la mayor plaga que se da entre los hombres, el impudor. Hiciste bien empero en venir: yo
desahogaré mi alma con lo que he de decirte y tú padecerás cuando oigas mis injurias. Comenzaré ante todo por cómo
comenzó. 475 Te salvé, como salven cuantos de los Helenos contigo en la nave Argo se embarcaron, al ser tú enviado a
gobernar a los toros de soplo ígneo y a arar con ellos la yugada mortal. Y a aquel dragón insomne de innúmeras volutas
que con su cuerpo el áureo vellocino guardaba muerte le di alumbrándole con mi luz salvadora. Dejé luego mi casa y a mi
padre contigo a Yolco la peliótide me vine, más vehemente que cuerda siendo en ello maté después a Pelias 485 del más
penoso modo que pueda hallarse, a manos de sus hijas, y así tú temor disipé. Y tú, el peor de los hombres, tras ese
tratamiento mío quieres dejarme y a un nuevo lecho vas 490 teniendo hijos de mí; pues, si ellos te faltaran, disculpable el
buscar nuevas nupcias sería. Se esfumó de tal guisa la fe del juramento o crees que no imperan ya los dioses de entonces
o que nueva es la ley de los hombres de ahora pues para mí convicto resultas de perjurio. 495 ¡Ay, mi mano derecha, que
tanto me tomaste! ¡Mis rodillas, que fuisteis falsamente abrazadas por un vil que al hacerlo mi esperanza engañó!
Veamos, a consultarte voy como si un amigo fueras. ¿Qué es lo que espero? Nada, mas, sin embargo, 500 lo haré porque
pudor tus respuestas te den. ¿Adónde ahora me vuelvo? ¿Tal vez a la paterna casa, que traicioné con mi patria al
seguirte? ¿Con las pobres Pelíades? ¡Que bien recibirían en su morada a aquella que a su padre mató! 505 Pues he aquí
lo que ocurre: mis amigos de antaño me aborrecen y aquellos a quienes no debí maltratar como lo hice sólo por
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complacerte. ¡Y hoy entre las mujeres de la Hélade envidiable ciertamente parezco después de tal conducta! 510 ¡Es
admirable y fiel, pobre de mí, mi esposo! ¡Voy a ser del país desterrada, expulsada, con mis hijos tan solos como yo, sin
amigos! ¡Qué bochorno el del novio, que en mendiguez errante anden por ahí tus hijos y yo, que le salvé! 515 ¡Oh, Zeus,
que a los humanos diste claros indicios para reconocer la mala ley del oro!,
¿cómo ninguna seña colocaste en los cuerpos con que al hombre perverso pudiera distinguirse? (…)
JASÓN Bien, no discutiré más contigo; si quieres, con miras al exilio de tus hijos y tuyo, 610 recibir el dinero con que
pueda ayudarte, dilo, pues presto estoy a dar con mano pródiga y a enviar signos a huéspedes que bien te tratarán. Y, si
esto no lo aceptas, estás loca, mujer; mayor será el provecho si cejas en tu cólera (…)
MEDEA comprendí que era grande mi estupidez y absurdas mis iras. Ahora apruebo tu conducta y paréceme prudente tu
actitud al tomar tal alianza, mientras que yo soy necia, 885 porque de esos proyectos debí participar y fomentar su logro,
ponerme junto al lecho y gozar presidiendo la boda de tu novia. Mas las mujeres somos, no diré yo que malas, pero sí
como somos; rivalizar con ellas 890 no debes en maldad ni a una pueril conducta otra tal oponer. Yo cedo y reconozco
que me equivoqué entonces y ahora es mejor mi idea. Hablando hacia la casa, en cuyo interior están los niños.
Inmediatamente salen los niños. ¡Hijos, hijos, venid, salid, dejad la casa! Conmigo saludad a vuestro padre, habladle, 895
a vuestra madre uníos en el dejar a un lado la discordia que hasta hoy con un amigo tuve, pues hay ya entre los dos paz
sin rencor alguno. Tomad su mano diestra; En un aparte. pero ¡ay, cómo percibo algo de las desdichas que ocultas nos
esperan! 900 ¿Vais a vivir quizá, mis hijos, muchos años en que tender podáis los brazos? ¡Ay de mí, qué propensa a las
lágrimas estoy, qué miedo tengo! Hablando en alto mientras rompe a llorar. Mientras me reconcilio por fin con vuestro
padre de llanto enternecidos los ojos se me llenan. 905
JASÓN Apruebo eso, mujer, sin reprocharte lo otro; es natural que el sexo femenino se excitesi nupcias subrepticias
intentan los maridos. 910 Pero a un mejor criterio tu corazón volvióse; al fin te has dado cuenta de cuál es el mejor partido
(…)

PARA CONVERSAR ENTRE TODOS…

¿Qué es la patria potestad?


¿Es una responsabilidad exclusiva de la madre?
¿Cómo podemos relacionar lo que leímos en el fragmento de Medea con el siguiente
resumen de un trabajo académico?

Patria potestas in the Roman Law and in the Late Middle Ages Visigothic
Law

Guillermo Suárez Blázquez

Universidad de Vigo, España

RESUMEN

La patria potestas nace como un derecho absoluto, originario y exclusivo de los ciudadanos
romanos sobre sus hijos e hijas, que garantizaba la unidad y el gobierno de la familia y la
descendencia por vía de varón. Con todo, la extensión de este derecho fue limitándose y sufrió
cambios evolutivos en su naturaleza jurídica durante los períodos históricos por los que atravesó la
vida de Roma. La caída del Imperio romano de Occidente no supuso su derogación. Por el
contrario, este derecho civil personal del pater familias romano se proyectó al derecho del alto
medievo del reino visigodo.

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Publicidad y mitología.
La publicidad y las marcas han utilizado y utilizan hasta el cansancio los nombres y virtudes de los
dioses del Olimpo para realzar las cualidades positivas de sus productos o servicios. Debajo hay
algunos ejemplos de ello.

EN CASA Y EN CLASE

1) Tomen 3 de las publicidades gráficas que tienen arriba e investiguen sobre los dioses o lugares
míticos que nombran. Luego, expliquen bajo qué cualidad o cualidades se asociaría esa marca de
producto o servicio con la mitología, tratando de explicar el uso de ella en dichas gráficas.

2) Busquen al menos un caso de publicidad gráfica o audiovisual con alguno de los dioses del
panteón grecorromano. Puede ser una foto de un lugar que encuentren en la vía pública, puede
estar en un cartel o ser el logo de una compañía, por ejemplo. Compartan luego su trabajo con
todo el grupo de compañeros. Deberán traer a clase la imagen de la gráfica y luego contar un poco
sobre la historia del mito tras la publicidad. Posteriormente establecerán la relación entre producto
y mito (ORALMENTE)

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ACTIVIDAD DE CIERRE
Elegí una de las siguientes preguntas y escribí tu propio mito.
Extensión mínima: 1 carilla
1) ¿Cuál es el pájaro amarillo que llena el nido de limones?
2) ¿Dónde deja la luna llena su saco nocturno de harina?
3) ¿Qué guardas bajo tu joroba? Dijo un camello a una tortuga. Y la tortuga preguntó: ¿Qué conversás con las naranjas?
4) ¿Por qué se suicidan las hojas cuando se sienten amarillas?
5) ¿Sabés que meditaciones rumia la tierra en el otoño?
6) ¿Es verdad que el ambar contiene las lágrimas de las sirenas?
7) ¿Dónde está el centro del mar? ¿Por qué no van allí las olas?
8) Si las moscas fabrican miel ¿ofenderán a las abejas?
9) ¿Cuándo lee la mariposa lo que vuela escrito en sus alas?
10) Si todos los ríos son dulces ¿de dónde saca sal el mar?
Fuente: El libro de las preguntas, Pablo Neruda.

Recomendaciones:
-Asegúrense de que su mito responda a la pregunta que eligieron
-Si no se les ocurre cómo nombrar a sus personajes o los lugares en los cuales puede estar situado el relato, pueden usar divi nidades, héroes y lugares ya
existentes
-Recuerden que el mito ayudaba a los antiguos a explicar el mundo, sus seres, actividades, divinidades, fenómenos naturales e incluso cat ástrofes.

Se divide el aula en 4 filas. Cada fila resuelve el número que le tocó:


1. Escribí acerca de una vez en la que fuiste leal pero sin quererlo
2. Escribí un manual de instrucciones para vos mismo/a
3. Escribí sobre la vez en que dejaste de ser fiel a alguien
4.Escribí acerca de 5 situaciones en las que sentiste que no fueron leales con vos

COSMOVISIÓN ÉPICA

Leopoldo Lugones, El payador (fragmento)

“Los héroes revelan materialmente la aptitud vital de su raza, al ser ejemplares humanos
superiores… La poesía épica tiene como objeto específico el elogio de empresas
inspiradas por la justicia y la libertad. Con esto, al ser ella la expresión heroica de la
raza, se define por los conceptos de patria y civilización coincidentes”

Luego de leer la introducción, que podés encontrar al comienzo de “Héroes medievales”,


hallá en el texto:

1) Una frase que refiera el carácter imperecedero de los héroes del pasado
2) Una frase que explique el porqué del poder de los relatos que involucran a los héroes
3)La definición de épica
4) Las palabras “arquetipo” y “epíteto”
5)El fragmento en la que se habla del objetivo que tenían ese tipo de relatos en el
momento histórico en el que surgieron
6)La frase en la cual se cite al poema épico más representativo de Occidente
7)El fragmento del texto en el cual se explique porqué es emblemático ese poema épico
8)La frase que indica la ubicación temporal de los hechos narrados en este tipo de textos
9)El fragmento del texto que refiere a la épica en relación con las naciones modernas
10)La frase que indica el personaje central de este tipo de relatos
Notas:
-Podés poner el número, sobre el texto, en la frase correspondiente.
-Las frases no están en orden en la introducción, están desordenadas.

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•Resolvé las siguientes preguntas de guía de lectura:

1) ¿Qué significa el apodo de Rodrigo Díaz de Vivar, “Cid campeador”?

2) ¿Entre quiénes estaba dividido el territorio de España?

3) ¿Cuál es el origen del Cid?

4) ¿Por qué es desterrado de Castilla?

5) ¿Cómo es interpretada la aparición del ángel Gabriel en el sueño del Cid?

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Leé el texto que les dejo acá abajo y completá los espacios en blanco con el verbo
que te parece que va en ese lugar.

¿por qué _______ esa mujer?


¿por qué _______ ?
¿por qué _____ esa mujer?
_______ a _______

esa mujer ¿por qué _____ ?


_______ a ______
______ que flores bonitas
¿por qué ____ ?
jacintos margaritas
¿por qué?
¿por qué qué?
¿por qué _____ esa mujer?

¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
______ a ______
_______ loca esa mujer
______ _____ los espejitos
¿ _____ por su corcel?
____ a ______

¿y dónde ______
la palabra corcel?
_____ un secreto esa mujer
¿por qué ____ ?
_____ las
margaritas la mujer
espejitos
pajaritas
que no _______
¿por qué ____?
que no ______
¿por qué ____ ?
que no _______
la mujer
y esa mujer
¿y ______ loca mujer?

Ya no _______
(¿te ________ de esa mujer?)

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6) ¿Cómo obtiene el Cid el perdón real?

7) ¿Qué sucede en Valencia después del perdón?

8) ¿Con quienes se casaron las hijas del Cid? ¿Qué sucede luego? ¿Con quiénes se casan por segunda
vez?

9) Reescriban en grupos “La afrenta de Corpes” respetando la forma del poema de Thenon que
conversamos, esto es, interrogativamente.

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LA LEYENDA DEL REY ARTURO
1. ¿Cuál es la principal preocupación del mago Merlin al comienzo del relato?
2. ¿Qué acciones realiza para lograr su objetivo?
3. Explicá el título del tercer apartado
4. ¿Cuál es el origen de la mesa redonda? ¿Cuál es el significado de su forma?
5. ¿Cuáles son las diferencias entre el rey Arturo y su padre?
6. Explicá la siguiente frase de Merlin: “Tu gloria, un día, también acabará. Cuida que ese momento se demore”.
7. ¿Qué significación tiene para Arturo la aparición del ciervo blanco perseguido por perros salvajes? ¿Qué
episodio con características afines podemos encontrar en “El Cid”?
8. Articulamos contenidos: Efectuá un cuadro comparativo entre Medea y Morgana.

EL CANTAR DE LOS NIBELUNGOS

1. ¿Con quién desea casarse Sigfrido? ¿Lo logra?

2. ¿Quién está en desacuerdo con el casamiento de Krimilda? ¿Por qué motivo?

3. ¿Por qué se pelean las reinas?

¿Cómo se defiende cada una en esa discusión?


4. ¿Por qué motivo era reconocido Sigfrido por los reinos vecinos? ¿Cómo influye eso sobre la decisión fatal que
toma Gunther?

¿Cómo es asistido Gunter por Sigfrido respecto de Brunilda en dos oportunidades?

5. ¿Quién advierte a Sigfrido de los peligros que los acechan? ¿Cómo se relacioná esa advertencia con el sueño
de Krimilda? Transcribí del libro el sueño de Krimilda. 

¿Era Brunilda una mujer que rompe con lo esperable por su
género en la época medieval? Justificá.

6. ¿Por qué razón Sigfrido no puede ser asesinado como cualquier mortal? ¿Cuál es su “talón de Aquiles”?

Desarrollá: ¿Cuál de los siguientes adjetivos describe mejor a Hagen?
Honorable Valiente Ambicioso Invencible

7. ¿Quiénes alertan a Hagen del fatal destino de los burgundios en la corte de Atila?

8. ¿Cómo reacciona Krimilda ante la muerte de Sigfrido? ¿Cómo justifica sus actos?

9. ¿De qué manera queda claro para Krimilda quién es el culpable de la muerte de su marido?

10. Sigfrido, en el Cantar, es un héroe ausente, ya que el texto narra en numerosos y extensos episodios cómo
Krimilda va tramando la venganza por la injusta muerte de su marido. Ordenen y numeren los siguientes núcleos
narrativos según la cronología del relato:
___ Krimilda perdona a su hermano Gunther y le hace prometer que nunca más hará algo en contra de ella

___ Atila envía mensajeros a la corte de Worms para invitar a los tres reyes y al guerrero Hagen a conocer el país
de los hunos

___ Pasado un tiempo, Krimilda hace creer a Atila que extraña a sus hermanos

___ Krimilda, en Viena, conquista el afecto de la corte con su bondad, su belleza y sus dádivas

___ Krimilda se aleja de la corte y hace construir su morada cerca de la catedral. Visita diariament e la tumba de
Sigfrido.

___ Krimilda deja Worms y se casa con Atila

___ Krimilda comienza a regalar el tesoro de los nibelungos a pobres y ricos y muchos caballeros se ponen a su
servicio

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Biografía de Tadeo Isidoro Cruz
21 Jorge Luis Borges
I'm looking for the face I had Before the world was made. Yeats: The
winding stair.

El seis de febrero de 1829, los montoneros que, hostigados ya por Lavalle, marchaban desde el Sur para
incorporarse a las divisiones de López, hicieron alto en una estancia cuyo nombre ignoraban, a tres o cuatro
leguas del Pergamino; hacia el alba, uno de los hombres tuvo una pesadilla tenaz: en la penumbra del
galpón, el confuso grito despertó a la mujer que dormía con él. Nadie sabe lo que soñó, pues al otro día, a las
cuatro, los montoneros fueron desbaratados por la caballería de Suárez y la persecución duró nueve leguas,
hasta los pajonales ya lóbregos, y el hombre pereció en una zanja, partido el cráneo por un sable de las
guerras del Perú y del Brasil. La mujer se llamaba Isidora Cruz; el hijo que tuvo recibió el nombre de Tadeo
Isidoro. Mi propósito no es repetir su historia. De los días y noches que la componen, sólo me interesa una
noche; del resto no referiré sino lo indispensable para que esa noche se entienda. La aventura consta en un
libro insigne; es decir, en un libro cuya materia puede ser todo para todos (1 Corintios 9:22), pues es capaz
de casi inagotables repeticiones, versiones, perversiones. Quienes han comentado, y son muchos, la historia
de Tadeo Isidoro, destacan el influjo de la llanura sobre su formación, pero gauchos idénticos a él nacieron y
murieron en las selváticas riberas del Paraná y en las cuchillas orientales. Vivió, eso sí, en un mundo de
barbarie monótona. Cuando, en 1874, murió de una viruela negra, no había visto jamás una montaña ni un
pico de gas ni un molino. Tampoco una ciudad. En 1849, fue a Buenos Aires con una tropa del
establecimiento de Francisco Xavier Acevedo; los troperos entraron en la ciudad para vaciar el cinto: Cruz,
receloso, no salió de una fonda en el vecindario de los corrales. Pasó ahí muchos días, taciturno, durmiendo
en la tierra, mateando, levantándose al alba y recogiéndose a la oración. Comprendió (más allá de las
palabras y aun del entendimiento) que nada tenía que ver con él la ciudad. Uno de los peones, borracho, se
burló de él. Cruz no le replicó, pero en las noches del regreso, junto al fogón, el otro menudeaba las burlas, y
entonces Cruz (que antes no había demostrado rencor, ni siquiera disgusto) lo tendió de una puñalada
Prófugo, hubo de guarecerse en un fachinal: noches después, el grito de un chajá le advirtió que lo había
cercado la policía. Probó el cuchillo en una mata: poro que no le estorbaran en la de a pie, se quitó las
espuelas. Prefirió pelear a entregarse. Fue herido en el antebrazo, en el hombro, en la mano izquierda;
malhirió a los más bravos de la partida; cuando la sangre le corrió entre los dedos, peleó con más coraje que
nunca; hacia el alba, mareado por la pérdida de sangre, lo desarmaron. El ejército, entonces, desempeñaba
una función penal; Cruz fue destinado a un fortín de la frontera Norte. Como soldado raso, participó en las
guerras civiles; a veces combatió por su provincia natal, a veces en contra. El veintitrés de enero de 1856, en
las Lagunas de Cardoso, fue uno de los treinta cristianos que, al mando del sargento mayor Eusebio Laprida,
pelearon contra doscientos indios. En esa acción recibió una herida de lanza. En su oscura y valerosa historia
abundan los hiatos. Hacia 1868 lo sabemos de nuevo en el Pergamino: casado o amancebado, padre de un
hijo, dueño de una fracción de campo. En 1869 fue nombrado sargento de la policía rural. Había corregido el
pasado; en aquel tiempo debió de considerarse feliz, aunque profundamente no lo era. (Lo esperaba, secreta
en el porvenir, una lúcida noche fundamental: la noche en que por fin vio su propia cara, la noche que por fin
oyó su nombre. Bien entendida, esa noche agota su historia; mejor dicho, un instante de esa noche, un acto
de esa noche, porque los actos son nuestro símbolo.) Cualquier destino, por largo y complicado que sea,
consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.
Cuéntase que Alejandro de Macedonia vio reflejado su futuro de hierro en la fabulosa historia de Aquiles;
Carlos XII de Suecia, en la de Alejandro. A Tadeo Isidoro Cruz, que no sabía leer, ese conocimiento no le fue
revelado en un libro; se vio a sí mismo en un entrevero y un hombre. Los hechos ocurrieron así: En los
últimos días del mes de junio de 1870, recibió la orden de apresar a un malevo, que debía dos muertes a la
justicia. Era éste un desertor de las fuerzas que en la frontera Sur mandaba el coronel Benito Machado en
una borrachera, había asesinado a un moreno en un lupanar; en otra, a un vecino del partido de Rojas; el
informe agregaba que procedía de la Laguna Colorada. En este lugar, hacía cuarenta años, habíanse
congregado los montoneros para la desventura que dio sus carne a los pájaros y a los perros; de ahí salió
Manuel Mesa, que fue ejecutado en la plaza de la Victoria, mientras los tambores sonaban para que no se
oyera su ira; de ahí, el desconocido que engendró a Cruz y que pereció en una zanja, partido el cráneo por
un sable de las batallas del Perú y del Brasil. Cruz había olvidado el nombre del lugar; con leve pero
inexplicable inquietud lo reconoció... El criminal, acosado por los soldados, urdió a caballo un largo laberinto
de idas y de venidas; éstos, sin embargo lo acorralaron la noche del doce de julio. Se había guarecido en un
pajonal. La tiniebla era casi indescifrable; Cruz y los suyos, cautelosos y a pie, avanzaron hacia las matas en
cuya hondura trémula acechaba o dormía el hombre secreto. Gritó un chajá; Tadeo Isidoro Cruz tuvo la
impresión de haber vivido ya ese momento. El criminal salió de la guarida para pelearlos. Cruz lo entrevió,
terrible; la crecida melena y la barba gris parecían comerle la cara. Un motivo notorio me veda referir la
pelea. Básteme recordar que el desertor malhirió o mató a varios de los hombres de Cruz. Este, mientras
combatía en la oscuridad (mientras su cuerpo combatía en la oscuridad), empezó a comprender. Comprendió
que un destino no es mejor que otro, pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro. Comprendió
que las jinetas y el uniforme ya lo estorbaban. Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario;
comprendió que el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura; Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó que
no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados junto al
desertor Martín Fierro.

ACTIVIDAD

1) ¿Qué tipo de narrador tiene este cuento?


2) ¿Por qué se trata de una biografía ficcional?
3) Explicá qué sucedió esa “noche” que Borges quiere contar
4) Interpretá el final y comparalo con el Martín Fierro, respetando las siguientes indicaciones:
I.- Iniciá tu texto con la siguiente afirmación: La intertextualidad, aquella relación que un texto (oral o
escrito) mantiene con otros textos, ya sean contemporáneos o anteriores, puede apreciarse entre el cuento
de Borges y el Martín Fierro.
II.- Incorporá en tu respuesta los siguientes conectores: A diferencia que – Al igual que – Si bien – Aunque –
pero – Sin embargo – Además – También – Asimismo

El fin
Jorge Luis Borges

Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra pieza le llegaba un
rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente… Recobró
poco a poco la realidad, las cosas cotidianas que ya no cambiaría nunca por otras. Miró sin lástima su gran
cuerpo inútil, el poncho de lana ordinaria que le envolvía las piernas. Afuera, más allá de los barrotes de la
ventana, se dilataban la llanura y la tarde; había dormido, pero aun quedaba mucha luz en el cielo. Con el
brazo izquierdo tanteó dar con un cencerro de bronce que había al pie del catre. Una o dos veces lo agitó; del
otro lado de la puerta seguían llegándole los modestos acordes. El ejecutor era un negro que había aparecido
una noche con pretensiones de cantor y que había desafiado a otro forastero a una larga payada de
contrapunto. Vencido, seguía frecuentando la pulpería, como a la espera de alguien. Se pasaba las horas con
la guitarra, pero no había vuelto a cantar; acaso la derrota lo había amargado. La gente ya se había
acostumbrado a ese hombre inofensivo. Recabarren, patrón de la pulpería, no olvidaría ese contrapunto; al
día siguiente, al acomodar unos tercio de yerba, se le había muerto bruscamente el lado derecho y había
perdido el habla. A fuerza de apiadarnos de las desdichas de los héroes de la novelas concluímos
apiadándonos con exceso de las desdichas propias; no así el sufrido Recabarren, que aceptó la parálisis
como antes había aceptado el rigor y las soledades de América. Habituado a vivir en el presente, como los
animales, ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia.

Un chico de rasgos aindiados (hijo suyo, tal vez) entreabrió la puerta. Recabarren le preguntó con los ojos si
había algún parroquiano. El chico, taciturno, le dijo por señas que no; el negro no cantaba. El hombre
postrado se quedó solo; su mano izquierda jugó un rato con el cencerro, como si ejerciera un poder.

La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño. Un punto se agitó en el horizonte y
creció hasta ser un jinete, que venía, o parecía venir, a la casa. Recabarren vio el chambergo, el largo poncho
oscuro, el caballo moro, pero no la cara del hombre, que, por fin, sujetó el galope y vino acercándose al trotecito.
A unas doscientas varas dobló. Recabarren no lo vio más, pero lo oyó chistar, apearse, atar el caballo al palenque
y entrar con paso firme en la pulpería.

Sin alzar los ojos del instrumento, donde parecía buscar algo, el negro dijo con dulzura:

—Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted.

El otro, con voz áspera, replicó:

—Y yo con vos, moreno. Una porción de días te hice esperar, pero aquí he venido.

Hubo un silencio. Al fin, el negro respondió:

—Me estoy acostumbrando a esperar. He esperado siete años.


El otro explicó sin apuro:

—Más de siete años pasé yo sin ver a mis hijos. Los encontré ese día y no quise mostrarme como un hombre que
anda a las puñaladas.

—Ya me hice cargo —dijo el negro—. Espero que los dejó con salud.

El forastero, que se había sentado en el mostrador, se rió de buena gana. Pidió una caña y la paladeó sin
concluirla.

—Les di buenos consejos —declaró—, que nunca están de más y no cuestan nada. Les dije, entre otras cosas,
que el hombre no debe derramar la sangre del hombre.

Un lento acorde precedió la respuesta de negro:

—Hizo bien. Así no se parecerán a nosotros.

—Por lo menos a mí —dijo el forastero y añadió como si pensara en voz alta—: Mi destino ha querido que yo
matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.

El negro, como si no lo oyera, observó:

—Con el otoño se van acortando los días.

—Con la luz que queda me basta —replicó el otro, poniéndose de pie.

Se cuadró ante el negro y le dijo como cansado:

—Dejá en paz la guitarra, que hoy te espera otra clase de contrapunto.

Los dos se encaminaron a la puerta. El negro, al salir, murmuró:

—Tal vez en este me vaya tan mal como en el primero.

El otro contestó con seriedad:

—En el primero no te fue mal. Lo que pasó es que andabas ganoso de llegar al segundo.

Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna
resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho
en el antebrazo, cuando el negro dijo:

—Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña,
como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.

Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se
entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.

Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo
entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música… Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una
embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que
penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el
negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con
lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía
destino sobre la tierra y había matado a un hombre.
29
ARTICULACIÓN ESI: SEXUALIDADES. MASCULINIDADES.

El amor
Por Martín Kohan

Con el borde de la mano se despeja el lagrimón, y toda la tristeza se le va tan pronto como esa mojadura. No le
queda ni rastro en la mejilla o en el alma. El paso por la llanura, resignado en un principio, va ganando poco a
poco en decisión. Ya no va con los pies como pegados a las estrías invisibles de la pampa, empastados por un
resto de barro que en verdad no existe, porque no hay ni hubo lluvia en este tiempo. Ya no: ahora se afirman poco
menos que en un apuro, como si esta huida, que en efecto lo es, se hiciera bajo la acuciante inminencia de una
partida de perseguidores, cuando lo cierto es que nadie viene a sus espaldas, nadie acecha, nadie acosa.
A lo lejos, nada se ve, pero se sabe: están los indios. Esa borrosa manada de indóciles son, cuando vienen, una
amenaza, la peor de las amenazas, la más terrible. Pero ahora, que no vienen, sino que aguardan, son un anhelo
y una esperanza. Una esperanza para Fierro, una esperanza para Cruz. Esas magras tolderías donde casi no hay
cosa alguna que no sea lijosa y marrón, vale ahora por una promesa –una promesa de libertad: así la sienten–
para estos dos que hasta hace poco fueran malhechor y autoridad, el forajido y la ley, dos mundos en guerra, dos
formas de mundo; pero que ahora se emparejan en un mismo rencor y en un mismo anhelo.
Van los dos en completo silencio: silencio total. En parte porque la parquedad forma parte de la naturaleza de sus
respectivos temperamentos; es raro que haya locuaces en el fuera de la ley y es raro también que los haya, por
el contrario, o por eso mismo, entre los agentes del orden y las buenas costumbres. En parte es por eso que no
se hablan para nada, y en parte por otra cosa. En un viaje es el paisaje lo que motiva la conversación: lo que se
ve, lo que sucede, lo que pueda ofrecerse a la vista del que viaja. ¿Qué van a decirse estos dos en la pampa
argentina tan lisa y tan hueca, en el desierto constante donde nada existe y nada pasa?
Son esas las razones más notorias del silencio y la compenetración que exhiben mientras andan. Pero en el
fondo, y ellos lo s aben, es otra la causa y es otra la explicación. Hay algo que ha pasado y que los dejó
pensativos. Apenas si pueden, por el momento, rumiar para sí mismos, en el secreto del mundo interior, los
trazos esquemáticos de sus cavilaciones. Mal podrían por ahora pronunciar palabra alguna, y de hecho no lo
hacen.
Las tolderías se presentan a sus ojos de repente, sin prólogos, sin anunciarse. Es cualidad muy propia del indio
ese aparecer por sorpresa. En estas condiciones resulta inofensivo y hasta simpático que así sea; en los
malones, sin embargo, es lo que asegura al atacante la fiereza y el terror. Los colgajos mal zurcidos de cueros y
parantes se despegan tan poco del suelo de la pampa, y es tan semejante su color y su textura al entorno rural
donde existen, que es poco menos que imposible divisarlos a la distancia.
Al llegar, son bienvenidos. Parece un regreso, y no una llegada: hasta tal punto es cordial la recepción, aun en la
modestia obligada de los menesterosos. Curiosamente, tan sólo las cautivas recelan. Justo esas mujeres, las
únicas que habilitaban la chance de un pelo rubio o una mirada clara en medio del imperio del marrón y del
marrón. Son ellas las esquivas. ¿Por qué será? Será porque no terminan de ver a dos iguales en Fierr o y en
Cruz, por más que vengan del lado civilizado. O será justo al revés: que los sienten así, sus semejantes, dos
visitantes de su misma especie, y es eso mismo jus tamente lo que les provoca esta rara mortificación a la que
sólo puede llamarse pudor (pudor de que las vean así, desgreñadas y percudidas, o peor que eso, tan
adaptadas, tan integradas, tan hechas a esta vida entre indios y con indios).
No saben los motivos, y en definitiva no importan. No le importan a Fierro, no le importan a Cruz. Las cautivas se
asoman, pispean, reculan, se esconden; a ellos no les interesa, y en definitiva no les prestan demasiada atención.
Es otra su prioridad: hacerse un lugar en esta nueva vida, empezar a respirar este aire que, aunque hediondo en
más de un sector del precario asentamiento, libre está para Fierro de la opresión y la injusticia que signaron sin
clemencia sus últimos años de vida.
Les dan una carpita chica, algo apartada de las fogatas del medio. Pero qué puede afectarles esta leve
marginación, cuando lo cierto es que visiblemente los reciben y los aceptan. Con esmero de recienvenido,
empiezan a acomodarse en su flamante sitio. Despejan el suelo de astillas y piedritas que, aunque ahora no se
noten, a la noche, con las horas, lastimarían la espalda. Estiran un poncho aquí, acomodan lumbre allá. Hacen
bulto en una manta, para que sirva de almohada. Se hacen dueños del lugar.
–Prefiero dormir, Tadeo, más cerquita de la puerta, para dar pronta respuesta si en un peligro me veo.
Cruz escucha con atención estas palabras de Fierro, y se acongoja. Le da pena ver hasta qué punto el pobre no
logra desprenderse todavía de los reflejos del perseguido. No le contesta nada, le parece preferible. A cambio le
hace ver que, por las rendijas generosas de los cueros que los cobijan, la luz del atardecer va menguando. Es el
30
comienzo de la noche.
Martín Fierro, mientras tanto, se va sacando las botas. Los pies los tiene llagados por las largas caminatas.
Enrojecidos, como con furia, se le hincharon en la parte de los dedos y en las plantas exhiben los globos
amarillentos de unas ampollas turgentes. Cruz los mira y frunce el ceño. Fierro se sopla los empeines, buscando
darse alivio. Quizá convenga remojarlos más tarde.
No cruzan palabra alguna los dos hombres entre sí. Están metidos otra vez cada uno en sus pensamientos. No
obstante esos pensamientos, y puede que ellos lo sepan, son los mismos exactamente, o en su defecto muy
semejantes. Piensan, evocan, sopesan, dirimen: los dos sobre lo mismo. Sobre el beso que se dieron hace horas
en la pampa. Un beso de hombres, según quedó aclarado. Se dieron un beso de hombres. ¿Y de qué otra clase
se iban a dar, si al fin de cuentas hombres son? Se besaron en la boca, entreverando las barbas, ayudando a la
apretura de los labios con una mano apoyada en la nuca del otro, una mano que muda decía: vení para acá. Se
besaron, sí, en la llanura. En la llanura y en la boca. Beso de hombres: así tal cual se consignó. El vuelo de un
chajá fue testigo de ese hecho.
Ahora se aflojan los dos, se acomodan para el descanso. El rezongo de las ranas les hace saber que hay agua
cerca, y también que se han apagado los últimos destellos de sol en el cielo. Cruz se inclina sobre el cuenco que
alberga una llama y enciende con la vista fija esa viruta entubada en papel que va a fumarse mientras cavila. El
olor oscuro del humo se mezcla con la acidez que despiden en el aire los pies desnudos de Fierro. Fierro se
calla, se calla Cruz. Los ojos se ven muy abiertos a la pobre luz del fueguito.
De pronto irrumpe en la carpa la cara de una india vieja. Asoma la cabeza por la abertura del frente, las tetas le
cuelgan tanto que el suelo parece llamarlas. Lo que dice no se entiende, pero el gesto que les hace sí. Después
se va, posiblemente tosiendo, sin esperar la respuesta. Cruz se incorpora con ademanes lentos, como si hubiese
alcanzado a dormirse y ahora se despertara. Fierro amaga con ponerse las botas y descubre en un instante, con
emoción podría decirse, que ya no hay necesidad de hacerlo, que ya no tiene por qué.
Los indios están comiendo alrededor de las brasas, a esto se debía el llamado de la vieja. Fierro se arrima, con
expresión agradecida, y unos pasos más atrás lo viene acompañando Cruz. Se acuclillan a la par y les arriman
unos platos de barro con algo espeso volcado encima. No se sabe muy bien qué es, pero nada ganarían con
averiguarlo. Es turbio y lo cruzan manchas, el menjunje en la boca no quema pero tarda un poco en dilui rse
para ser tragado.
Muy cerca de ellos, una cautiva parece interesarse, mientras se lleva a la boca la misma pasta que los demás. Le
caen sobre los hombros unas crenchas deslucidas, pero en el color de sus ojos persiste una especie de atractivo
que no quiere extinguirse del todo. Mira con alguna insistencia al lugar donde se encuentran tanto Fierro como
Cruz; pero a quien mira no es a Cruz, es solamente a Fierro. Lo mira, sin embargo, con una expresión que Cruz,
atento a la circunstancia, distingue perfectamente bien. La distingue bien, y además la reconoce, porque sabe que
él miró también así, y al que miró también así no era otro sino Fierro. El acero de los brazos, las manos
invencibles, la espalda venturosa, la boca de varón. Lo miró también así, apenas lo distinguió, cuando él era
todavía un sargento y comandaba todavía una partida policial. No toleró no estar del lado de ese hombre, al lado
de ese hombre; no consintió que pudiendo juntarse con él debiese plantársele enfrente. Profirió entonces una
excusa sonora que los demás ni siquiera escuchar on. Se pasó con dos trancos seguros de un lado del mundo
hacia el otro.
Ahora le sube a la boca el gusto amargo del sufrimiento. Muele entre los dientes ese guiso que no le ofrece
resistencia, pero estira el mac eramiento cuando

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Junta como puede la comida sobre el plato, no vaya a ocurrir que se piense que hay desprecio o negligencia
de su parte. Pero seguir comiendo ya no puede. Empuja lo que tiene todavía en la boca con un trago de
aguardiente, hace un gesto difuso que ni él mismo entiende del todo, se para, se incorpora, se va. Se mete
entre los trapos que ahora le sirven de casa y se acuesta solo a morder la rabia que le está raspando las
muelas. Aprieta los puños no menos que los dientes. Quisiera poder dormirse del todo y ya mismo, pero de
pronto quisiera también quedarse despierto siempre y no volver a dormirse jamás.
En eso está, casi lloroso, cuando sin más aparece Fierro. A Cruz le parece adivinar que se apuró a venir, que
se apuró a volver. Lo siente llegar, agacharse para entrar, lo siente pisar el suelo compacto y volcar su cuerpo
gaucho en dirección al descanso. El sosiego más infinito lo invade como por milagro. Martín Fierro está de
vuelta, se ha acostado junto a él. Boca arriba, lo mismo que él, con la respiración vidriosa del que tanto ha
trajinado.
–Nada mejor que dormir con la panza bien llenita. Cuando el hambre se me quita, es que puedo discernir.
Cruz se pregunta si tendrá que tomar estas palabras como una despedida hacia el sueño, pero nota que
Fierro no se duerme todavía. Le gusta comprobar que se prolonga este preludio compartido de lo que será
una noche juntos. Van a dormir, pero no duermen. Una mano de Cruz, una mano de Cruz más que Cruz, se
mueve como por reflejo hacia el lado donde está Fierro. Y en ese breve trayecto se encuentra, no ya con
Fierro, sino con la mano de Fierro, con una mano de Fierro. Una mano que por algún motivo está con la
palma vuelta hacia arriba, como si estuviese por caso pidiendo algo, o más bien esperando algo. Por ejemplo,
esto que llega: la mano de Cruz.
Los dedos se entrelazan con una fuerte presión al principio, pero muy pronto se aflojan para empezar a
acariciarse. En medio de tanta aspereza se descubren suavidades. Entre los callos costrosos del trabajo y el
trato severo, hay atajos casi secretos por donde deslizarse en lo blando. Así se entienden en la noche las
manos de Fierro y de Cruz. Hasta que la mano de Fierro se resuelve, como si pudiese tener paciencia y por lo
tanto perderla, a adueñarse de la mano de Cruz y a convertirse en su tutora y su guía.
Cruz intuye lo que pasa, y por eso se deja llevar. Fierro le arrastra la mano hasta hacerla reposar justo ahí
donde quería (justo ahí donde quería quién: donde quería Fierro, donde quería Cruz). Una emoción
desconocida y rara, una especie de ebriedad nunca antes alcanzada, se adueña de Cruz cuando aferra entre
sus dedos el socotroco de Fierro. Fierro en sus manos: eso que tanto quiso. Es suya por fin esa parte que
ávido conjeturó, sable en mano todavía y en plena redada policial. La atesora con fervor entre los dedos, y le
pica de pronto la curiosidad de saber si en su boca cabrá eso que en la mano del todo no cabe. Porque el
socotroco de Fierro asomó ya muy despierto, y Cruz ahora se entiende directamente con él. Soba, prueba,
saborea. ¿Se ahoga? ¿No se ahoga? ¿De pronto será su campanilla, ahí en el fondo del gañote, parte de
este mismo asunto?
La noche se puebla de resoplidos de Fierro. La cabeza de Cruz sube y baja, pero con lentitud, como si alguno
le estuviese explicando alguna cosa y él asintiera de continuo para hacerle ver que comprende. Lo crecido
crece todavía más, y Cruz ya no da crédito. Su propio entresijo se enciende y pide libre paso, una leve brisa
mueve no poco los cueros, pero es tanto el calor que se siente que ellos dos ni se dan cuenta.
–Vos date vuelta, Tadeo, que me voy a acomodar, con tantas ganas de entrar que la hora ya no veo.
Bastan esas pocas palabras para decir el deseo de Fierro, pero al sonar han dicho también, en gozosa
coincidencia, justo el deseo de Cruz: lo mismo que él estaba esperando. Gira de una sola vez para estar ya
boca abajo. Sus manos gauchas han atinado a despejarle el camino a Fierro: no existe para él más
obstrucción de calzones o bombachas. Es un convite neto y lindo, una delicia. Se oye claro que Fierro escupe,
per o ¿qué es lo que escupe exactamente? ¿Sus dedos lubricantes, el socotroco, el culo redondo de Cruz? Lo
que sea, y acaso todo a la vez; da lo mismo, a decir verdad. Lo que cuenta es que ya se desploma sobre la
ansiedad del compañero, que acomete sin resuello, embate recto, rompe y raja, entra por fin.
¿Es pura idea de Cruz, o las ranas se han callado? Lo único que ahora se escucha en la noche entre los
indios son sus dos res piraciones. Se diría por su sonido marcado que el aire primero no quiere entrar y
después no quiere salir, que todo hay que hacerlo con esfuerzo y con ahogo. Martín Fierro se sacude sobre
Cruz, sacude a Cruz, presiente que nunca estuvo en su vida tan cerca y tan dentro de nadie. Un desparramo
indoloro de chambergos y botas en torno se produce porque los hombres se agitan ya sin control.
Los dos al tiempo y juntitos, como hechos de un mismo palo. Fierro se derrama en Cruz, y Cruz en la llanura
pampeana. Las simientes casi en hervor van adonde mejor les toca: a lo más hondo del culo o al polvo que es
destino del hombre. Después de tanto curvarse, es un aflojamiento general lo que sucede en la carpa prieta.
Fierro con toda ternura, encima de Cruz todavía, deja que la respiración se sosiegue junto al pelo y la oreja y
la boca del otro. Le juega con un dedo en los rulos endurecidos de la nuca. Le dice cosas.
–Tadeo, lindo Tadeo: qué manera de quererte. Es el goce de tenerte el solo dios en que creo.
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Se echan mansos el uno junto al otro. Se pasan de mano en mano el cigarro que Cruz ha encendido. Ven los
humos que cada uno s opla mezclarse en el aire y hacerse uno. Sonríen satisfechos: son felices y lo saben.
Han descubierto el amor.

ACTIVIDAD: EN GRUPOS
1) Miren el siguiente video: https://www.facebook.com/conectate.uepc/videos/2338158743103417
¿cómo definirían la masculinidad “que viene por default”?
¿a qué tipo de “mandatos (…) opresivos tanto para mujeres como varones” les parece que se puede estar
refiriendo el entrevistado?
2) ¿Qué mandato contradice el cuento que leyeron recién? Marquen un fragmento del texto en el que se vea
la transgresión del mandato.
3) Lean el siguiente fragmento de una nota periodística:
“En “El amor”, el primero de los cuentos, la operación de Kohan resulta casi temeraria. Porque Martín Fierro y Tadeo Cruz han
quedado ligados al arquetipo del macho argentino. Cientos de páginas se han escrito sobre estos dos valientes, cultores del coraje y
de la rebelión. Pero como en la película “Secreto en la montaña”, donde dos vaqueros se enamoran, lo que ocurre en el cuento de
Kohan no es ni más ni menos que el encuentro carnal entre Fierro y Cruz. Se trata de una historia de amor, entre dos gauchos fieros,
que viene a demoler la concepción machista a la que alude cada uno de estos personajes. Al fin y al cabo, para que Cruz cambie de
bando y se ponga a pelear contra la partida que el mismo integraba, tiene que haber una atracción poderosa hacia Fierro. La verdad
es que lo hace por amor. Pero nadie se había animado a contarlo como lo cuenta Kohan” (Fuente:
https://www.telam.com.ar/notas/201510/122008-breve-historia-de-amor-entre-martin-fierro-y-tadeo-cruz.php ).
a) Investiguen en grupos: ¿qué es un arquetipo? Propongan una definición del término en sus palabras.
b) ¿Qué sería el “arquetipo del macho argentino”? Descríbanlo.
c) Justifiquen la siguiente afirmación: Al unirse a Fierro, Cruz reivindica su destino matrero y su posición
desafiante contra el poder.

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INTEGRACIÓN
La Patria, como ha dicho Borges, somos todos. Cada uno de nosotros y todos nosotros, nuestros
cuerpos, nuestras ideas, el espacio y la manera que tenemos de movernos en ese espacio, el tiempo y
lo que pensamos que se puede hacer con él. Se puede pensar la patria de muchas maneras y desde
muchas perspectivas: se puede pensar la patria como la tierra a la que nunca más se volverá, como
en el caso del exilio. Se puede pensar la patria como una cierta articulación entre el pueblo y el
soberano, o como una manera de controlar (a través del espacio, socialmente considerado, por
ejemplo) determinados conflictos políticos y económicos. Se puede odiar la sola idea de patria, o
considerarla de manera abstracta. Se puede pensar que la patria está siempre, como la felicidad, en el
pasado. Hay ideas asociadas a la idea de patria: nación, comunidad, Estado, sociedad civil, tradición.
Precisamente: hay tradiciones que hacen a la idea de patria. Hay quienes piensan el futuro de la
patria, hay quienes piensan el pasado de la patria. Cada vez los lugares de enunciación varían, y por
eso varía lo que se dice de la patria. Pero es evidente que la patria forma parte del contexto de
enunciación y también que la patria puede leerse, de manera más o menos directa, en todos los
textos. Muchos escritores sostienen que toda literatura instaura una cierta idea del Estado. La patria es
eso que somos todos.

Daniel Link, Literator IV.

Dado el texto anterior, resolvé dos (2) de las siguientes consignas:

1) Podemos relacionar la noción de destierro con la idea de patria como “la tierra a la que nunca más
se volverá”. Teniendo esto en cuenta, explicá detalladamente por qué es desterrado Rodrigo Díaz de
Vivar. Compará esa situación de destierro con los efectos que produce, en la vida de su protagonista,
la disposición estatal que desata la acción del Martín Fierro.

2) Explicácuál es la pena extraordinaria que narra el gaucho Martín Fierro en “La ida”. Luego efectuá
una comparación entre la pena del gaucho con la pena de Rodrigo Díaz de Vivar en El Cid. Incluí en
tu respuesta una comparación entre ambos personajes y al menos tres (3) citas textuales de cada
obra.

3) ¿Por qué pensás que Rodrigo Díaz de Vivar no desobedece la orden de destierro del rey
Alfonso aun pensando que es una injusticia? Respondé esa pregunta partiendo de una
explicación del concepto de vasallaje. Compará luego al Cid con Sigfrido, del Cantar de los
nibelungos. Incluí en tu respuesta al menos tres (3) citas textuales de cada obra.

4) Argumentá a favor o en contra de la siguiente afirmación: “Podemos pensar la patria como una cierta
articulación entre el pueblo y el soberano”. Siguiendo esta idea, explicá qué sucede con la figura del
héroe en La leyenda del Rey Arturo, ejemplificando con situaciones en donde el pueblo es beneficiado.

TALLER DE ESCRITURA

Narrá una anécdota que hayas vivido o te hayan contado en la que veas la “viveza criolla”, que puedas relacionar con
alguno de los “consejos” de “La vuelta”.

34
COSMOVISIÓN TRÁGICA

Mirar una situación con detenimiento es un punto de partida para


imaginar historias. Transformar una imagen en un texto es un
desafío: sintetizar lo que se vio, sintió y percibió.
1. Observá la imagen que tenés arriba. ¿Qué ves en la
imagen? ¿Qué sensación/sentimiento te causa?
2. Elegí un detalle y elegí una palabra que lo represente, ya sea
de manera literal o figurada (Por ejemplo, una llave podría ser
asociada a la palabra “llave” o a “bienvenida”). Con esa palabra,
titulá la imagen.
3. Imaginá que la pintura fue una situación real: ¿Qué
sucedió antes, durante y después de la escena?
4. Escribí 3 párrafos: uno narrando lo que sucedió antes de la
imagen que observaste; otro durante la escena; otro con lo que
sucedió después. Cada párrafo deberá tener 4 oraciones. Luego,
agregá una última oración, que debe una única palabra: la misma
que pensaste en el punto 2.

35
36
37
1. ¿Por qué la tragedia de Edipo provoca compasión y temor en el espectador? ¿Edipo cometió su
pecado conscientemente?
2. ¿Quiénes conocen la falta o error de Edipo?
3. ¿Qué consecuencia trae a la ciudad de Tebas la falta de castigo al asesino? Citá una cita de la obra
que te permita respaldar tu respuesta
4. ¿Qué personajes dudan de las predicciones del oráculo? ¿Quién reafirma su importancia?
5. La anagnórisis, paso de la ignorancia al conocimiento, en la obra es brutal. ¿Qué pistas va siguiendo
Edipo para llegar a ese punto?
6. Justificá esta afirmación: En la soberbia de Edipo cuando habla con Tiresias puede verse su hybris
7. ¿Qué palabras de Tiresias preanuncian la ceguera de Edipo?
8. ¿En qué momento se da cuenta Yocasta de lo sucedido? ¿Qué intenta entonces?
9. ¿Qué simboliza el acto de cegarse?

‘Edipo’, ese gran personaje de ‘novela negra’

Los clásicos, las grandes tragedias griegas y la novela negra, tan actual. Todo está relacionado.
Hoy recomendamos en este Taller de Escritura (y lectura; que no se puede hacer bien lo uno sin lo
otro), recomendamos ‘Edipo Rey’, de Sófocles. En ‘Edipo’ asistimos a la primera persecución
policial de la literatura, a la intriga como motivo literario que hace avanzar el argumento.

Edipo en Colonia (1788), de Jean-Antoine-Théodore Giroust.

Por CAMILA PAZ

¿Hay alguien por ahí que no haya leído alguna vez una buena tragedia griega, con sus conflictos
irresolubles, sus muertes obligatorias, su correveidile azorado ante tanta noticia desesperanzada? Si
es tu caso, debes saber que es lo mejor que se puede hacer para relativizar la vuelta a la rutina
(junto con la lectura del periódico, claro), y para tirar de ese hilo invisible que une lecturas y teje
conceptos a través de los siglos.

Elijo en esta ocasión un clásico entre los clásicos, Edipo Rey, de Sófocles, con el placer que me
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produce siempre volver a sus estrofas. Los antiguos la consideraron una obra perfecta en su
estructura, pero a mí me encanta, entre otras cosas, porque en cierto sentido abre uno de los
géneros con más éxito de la literatura moderna: la novela policiaca. Y es que en Edipo asistimos a la
primera persecución policial de la literatura, a la intriga como motivo literario que hace avanzar el
argumento, pero además viene cargado de reflexión filosófica: Edipo convierte en tema la máxima
griega del “conócete a ti mismo”, plantea la distancia entre lo que uno cree que es y lo que realmente
es, y logra que el lector sufra el dolor de ese encuentro entre el ser y el parecer.

Mejor me explico, a pesar de los spoilers, ¿no? Edipo es el rey de Tebas por una serie de avatares
del destino. En realidad, él se considera extranjero en la ciudad, pues llegó desde Corinto huyendo
de una profecía que lo señalaba como futuro asesino de su padre y amante de su madre. En el
camino de salida había entrado en reyerta con un forastero, al que finalmente mató, para después
llegar a las puertas de Tebas y deshacerse de un plumazo de la esfinge. Como recompensa, el
pueblo le entrega a la reina viuda Yocasta. Juntos engendran cuatro hijos. Edipo se convierte en un
rey justo, agradecido, dispuesto a ayudar a su gente. Su barba plateada es lo primero que vemos en
escena, un coro de ancianos suplica. Empieza la tragedia.

El rey es informado: una peste asola la ciudad y sólo podrán deshacerse de ella cuando el impío
pague sus culpas. ¿Y quién es el impío? Es el asesino de Layo, el rey anterior, un hombre
desconocido que sigue con vida… ¡y está en Tebas! Esto lo dice el oráculo, la voz de los dioses, que
siempre resultan un tanto equívocos pero que activan la máquina fatal del destino. A Edipo le gustan
los acertijos, sabe que es bueno porque venció en inteligencia a la pérfida esfinge, y además, quiere
ayudar. Busca y busca. ¿Quién es el asesino? ¿Por qué mataron a Layo? ¿Qué calla Tiresias, el
adivino? ¿Queda algún testigo vivo de tan antiguo crimen? ¿Será Creonte, que esperaba ser rey a la
muerte de Layo?

Todos los elementos de lo policiaco están sobre la mesa: un muerto en la primera escena,
sospechosos, posibles móviles, aparecen testigos, razones, indicios. La intriga empuja la trama, el
pasado se levanta ante los ojos de los lectores, que se compadecen del bienintencionado detective.
Porque, como en los buenos thrillers, dilucidamos la verdad justo antes de que el pobre investigador
lo entienda todo: fue él, el joven Edipo, quien mató a Layo (¡ah, la antigua reyerta!), que además
resultó ser su padre biológico, y Yocasta, por tanto, su madre. En la tragedia, como se ve, los dioses
castigan a los hombres, el dolor es absoluto y por tanto catártico. Y no hay marcha atrás.

Qué fascinante resulta que la tragedia, todavía en las antípodas del nacimiento del género policíaco,
ya lo anteceda y además se atreva a rizar el rizo: investigador y culpable se convierten en la misma
persona, acierto narrativo que explotarán otras novelas ya dentro de lo policíaco, como hizo Patricia
Highsmith con su Ripley o Agatha Cristhie con Roger Ackroyd. Así, el conflicto moral se vuelve
complejo, pues su protagonista es inocente (en su intención) y culpable (de hecho). Ahí está el dolor
del descubrimiento, la ceguera que provoca la verdad, el darse cuenta de que se es lo que nunca se
quiso ser. ¿No os parece un temazo?

Por si fuera poco, Edipo en especial y el mito griego en general son fuente inspiradora de Freud, del
psicoanálisis, y de tantos amores asimétricos que nos ha dado la literatura. Así que, ahora que vais a
leer Edipo Rey, recomiendo coger carrerilla y embarcarse en lo que podría considerarse una trilogía,
una miniserie: seguid con Antígona, terminad con Edipo en Colono, una preciosa (y algo más
medida) tragedia sobre la vejez. Qué mejor manera de hincarle el diente a los clásicos y, al mismo
tiempo, entrar (o ahondar) en uno de los géneros más populares y divertidos de la literatura moderna.

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Leé el artículo periodístico que tenés arriba de este recuadro y, según tu lectura de él y de la obra de teatro “Edipo Rey”, respondé
las siguientes preguntas:

1) ¿Qué medidas toma Edipo para salvar a su ciudad? ¿Por qué empareja la autora del artículo la tragedia de Edipo con el
policial negro? Aportá al menos dos (2) citas de la obra teatral en tu respuesta.

2) ¿Qué significa que esta tragedia se atreve a "rizar el rizo" en relación con el policial? Explicalo con tus palabras
brevemente.

3) En el diálogo entre Edipo y Yocasta, ¿cómo interpreta la reina las palabras del oráculo? ¿Cómo se relaciona ese diálogo
con el género policial? ¿Y con los elementos de la tragedia?

Argumentación. Justificá en no menos de 400 palabras:

La historia de Edipo es, para la cultura occidental, el mito arquetípico de la búsqueda


de la identidad. Es el mito por excelencia del autoconocimiento, del poder y de la
debilidad humanas.

LA CONFESIÓN

Ya hablamos sobre Edipo y su posible relación con el policial. Elegí uno de los siguientes personajes para
narrar una confesión (podés agregar datos que no están en la obra): Tiresias, Creonte, el borracho, Edipo, la
Esfinge, Layo, Pólibo, el pastor, el mensajero o Mérope.

Aproximadamente, de 200 a 500 palabras. Por favor, en Word. Lo pueden resolver individualmente o en grupos de hasta 5 integrantes.

Luego de leer Antígona de Sófocles, resolvé las siguientes consignas:

1) ¿Por qué ordena Creonte que no se honre el cadáver de Polinices? ¿Qué quiere hacer Antígona
ante esta orden de Creonte?
2) En el encuentro entre Antígona y Creonte, ¿cómo justifica cada uno su acción?
3) ¿Qué le dice Hemón a su padre sobre lo que debe ser un buen gobernante?
4) ¿Qué le dice Tiresias a Creonte?
5) ¿Qué castigo recibe Creonte por haber actuado como lo hace?
6) ¿Este castigo es justo o es excesivo? Justifica tu respuesta
7) ¿Es el personaje de Antígona una heroína? Fundamentá.
3) Efectuá un cuadro comparativo entre Edipo Rey y Antígona, tomando en consideración los siguientes
elementos: Hamartía; Hybris; Peripecia; Anagnórisis; Hecho patético; Deux ex machina; Catarsis.

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