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Capítulo 6

El Advenimiento del Hierro

La Edad Oscura eran impenetrable para los griegos. Alrededor del 1100 a. C se produjo la
desintegración del mundo micénico. El comienzo de la Edad Oscura no tuvo nada en particular, más
que algunos movimientos de pueblos antiguos de un lugar al otro. La mayoría de las ciudades griegas
fueron destruidas, salvo el Ática, que redujo su población a la mitad a pesar de sus refugiados y
del número de asentamientos.

La caída de los palacios micénicos en el momento culminante de su prosperidad puede deberse a


cuatro teorías. La primera habla de una invasión armada procedente del exterior del mundo
micénico (provenientes del norte, al sur de Albania), tras el cual el invasor se estableció en las
tierras conquistadas, aunque no hay prueba arqueológica que la respalde.

A principios de la Edad Oscura griega hubo tres cambios importantes que afectaron la vida
cotidiana -la sustitución del bronce por el hierro como metal útil, la adopción de la incineración
como medio de deshacerse de los cadáveres y el entierro de un solo cadáver en una cista-. Estos
cambios no fueron súbitos ni de manera uniforme.

La utilización de la cista no puede atribuirse a invasores procedentes del norte ya que esa forma
de tumba tenía una larga historia en las Cícladas, e incluso en la Grecia Continental dejó de
utilizarse por completo durante el período micénico. Donde aparecen las cistas por primera vez,
en la isla de Salamina y en la necrópolis de Karameicos, situada al noroeste de la acrópolis de
Atenas, no hay la menor señal de intrusión armada. La única conclusión posible es que se resucitó
una antigua costumbre funeraria en un momento en que la gente se sentía poco inclinada a invertir
en la mano de obra necesaria para construir una cámara familiar. La misma sensación de
transitoriedad y de inseguridad provocó la incineración de los cuerpos, la facilidad con que fue
adoptado en Atenas y Lefkandi, otra ciudad de eubea con relaciones ultramarinas, señala el Asia
Menor como fuente de la idea.

El campo de la metalurgia se vio transformado por el advenimiento del hierro. Los conocimientos
sobre la forma de trabajar este metal fueron transmitidos al Ática por chipriotas o por los
micénicos que volvían de ella y que estaban al corriente de los procesos más avanzado a
consecuencia de la debilidad de los hititas.

En Grecia, la existencia de yacimientos de hierro permitió la continuación de la metalurgia en los


comienzos de la Edad Oscura griega, momento en que quedó cortado el suministro de cobre y
especialmente de estaño desde Chipre.
Otros relacionan la destrucción con los dorios, pero las fechas correspondientes a las
destrucciones principales no encajan en el esquema de los hechos. Sin duda, el ataque de los dorios
o de algún otro pueblo del norte hubiese dejado algunos vestigios arqueológicos.

La segunda posibilidad habla de una incursión en masa por parte de forasteros que más
adelante se retiraron. El saqueo de Troya y el nivel de destrucción no revela acerca de quienes
la perpetraron. Sin embargo, hay argumentos convincentes contra la teoría de un movimiento de
población que atravesó la Grecia continental. Un taque desde el mar, como parte de las actividades
de los Pueblos del Mar, parece improbable, toda vez que los refugios a los que huyeron los afligidos
micénicos estaban en el camino que seguiría cualquier invasor.

Como argumento contrario a este tipo de invasión podríamos decir que es raro que los invasores
decidan no quedarse en una tierra tan despoblada. También podría extrañarnos el poder de quienes
consiguieron capturar las poderosas ciudadelas de Micenas y Tirinte, cuyas macizas
fortificaciones, instalaciones de almacenamiento y suministro asegurado de agua harían inevitable
un asedio prolongado. Parece más prometedora la teoría de una serie de ataques cada vez más
eficaces lanzados por montañeses contra los micénicos, especialmente cuando estos últimos se
hallaban enzarzados en encarnizadas rencillas internas, ante la falta de ejército, y esto por sí solo
bastó para fomentar muchos cambios. Hubo conflictos en casi todas las ciudades, y los que fueron
expulsados fundaron sus propias ciudades.

Esta discordia civil nos lleva a la tercera teoría: que los gobernantes micénicos fueron depuestos
por un levantamiento de sus súbditos. La revolución del campesinado no encaja fácilmente con
la información arqueológica. Aunque es posible que Micenas se quedará sin agua después de que los
atacantes localizaran la cisterna situada más allá de las murallas, penetraran por el tejado de su
único acceso subterráneo y llenaran la cisterna de rocas. Una sublevación popular no basta para
explicar la destrucción generalizada, que afectó por igual a asentamientos grandes y pequeños, la
agitación rural desempeñaría algún papel en el derrumbamiento de Micenas, pero más bien como
concomitante del colapso de la civilización.

La cuarta teoría, la del desastre natural, tiene el mérito de crear las condiciones en las cuales
estallaría la violencia, también explica la drástica reducción de la prosperidad agrícola en muchas
zonas de la Grecia continental. Lo que no se explica es la supervivencia del resto de la sociedad en
el Ática y las Cícladas. Los datos climáticos firmes son un leve descenso de la temperatura anual
media durante un período prolongado de tiempo más húmedo y más frío. Por lo tanto, es en vano
buscar en la naturaleza el estallido del hambre y una plaga devastadora.

Los defectos de las hipótesis expuestas es que dependen de un solo factor, mientras que las
civilizaciones antiguas dependían de varios, tales como: la agricultura, la metalurgia, la
especialización artesanal, el comercio, las comunicaciones, la población, los asentamientos, la
capacidad de leer y escribir, las creencias religiosas y sociales, etc. Estos factores debían estar
en una continua armonía con el medio ambiente. Colín Renfrew ha delineado que el derrumbamiento
micénico representa una dislocación de este sistema perfectamente equilibrado.

El siglo XIII a. C fue testigo del poder y la incapacidad de los micénicos. Los tronos fueron objetos
de usurpaciones frecuentes porque los nobles ambiciosos, pero no favorecidos trataban de
apoderarse de la autoridad suprema. A medida que los palacios cambiaban de manos, las lealtades
de los influyentes telestai se verían sometidas a una presión cada vez mayor, tanto así que cabe
la posibilidad de que estos terratenientes de provincias se unieran para combatir la rapacidad de
los advenedizos.

Las fortificaciones de Tirinte, culminación de la arquitectura micénica no fueron erigidas con el


fin de hacer frente a un enemigo súbito e inesperado. El creciente militarismo resultaba caro,
consumía tiempo y era peligroso. Los trabajos forzados y el servicio militar en calidad de auxiliares
reducían la mano de obra campesina en tierra y ocasionarían una disminución de la actividad
agrícola, al mismo tiempo que los saqueos y las incursiones ocasionaban trastornos en el comercio
y la industria. La presencia de mercenarios bárbaros y de aventureros procedentes de tribus
montañesas de Grecia posiblemente agravó una situación que ya era volátil de por sí. Los archivos
del Asia Occidental y de Egipto dejan constancia de que los gobernantes de la Edad de Bronce
recurrían con frecuencia a contingentes de mercenarios, y se supone que Grecia los usaba
principalmente en el hallazgo de armas procedentes de los Balcanes y de la Europa Central, tipos
de armas que los armeros micénicos copiaron. Puede que la propia Pilo fuera destruida por un
ataque terrestre a cargo de tropas micénicas y mercenarios procedentes de otros estados del
Peloponeso.

De allí nace la quinta teoría, donde Cotterell expone que la caída se produce por el crecimiento
de la población. Esto, a su vez, conlleva el crecimiento de la producción de alimentos. Llegó un
momento en que la producción se estancó, la tierra era sobreexplotada y al hallarse en zona de
montañas era difícil el cultivo. No obstante, la población crece, la clase dominante exige tributos
y alimentos, lo que empobrece a la clase dominada, quienes pasan hambre, se enferman y mueren.
El estado micénico cae, ya que los nobles no iban a traicionar su ser y cultivar las tierras, algo que
consideraban deshonroso. Entonces, se supone, que entre los micénicos comienzan a aparecer los
dorios, los cuales se afianzan y terminan conquistando el territorio.
Cap. 2. La Edad Oscura de Grecia y El Renacimiento del Siglo VIII (1150-700 a. C)

Características.

La civilización micénica desapareció.

1.100 a. C Los centros palaciales se hallan en ruinas.

Perdidas culturales de forma catastrófica y permanente.

Se olvidó la escritura hasta el siglo VIII

Se rompieron los lazos comerciales lo que provocó la disminución del aprovisionamiento de bronce
y otros metales.

Grecia cae en una Edad Oscura.

Nace una nueva Grecia, se organizan estatalmente como ciudad-estado (polis) (Siglo VIII).
Aparece la democracia occidental y la igualdad ante la ley durante la Edad Oscura.

1150-900 a. C (primera parte de la Edad Oscura). Grecia fue víctima de movimientos de diversos
pueblos.

Durante esta fase aparecen los primeros testimonios de recuperación y progreso material.

La segunda fase (900 – 750 a. C) fue testigo de una lenta aceleración que culminó con un notable
salto cultural que supuso el renacimiento del siglo VIII (750-700 a. C).

Esta época se denomina Edad Oscura por la oscuridad en el terreno arqueológico. Una fuente de
información durante esa época fueron los poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea (750-720 a. C).

La ausencia de artesanías caras es la evidencia de la decadencia de la civilización a partir del 1200.


Pero la cerámica pintada permite rastrear el curso seguido por la decadencia y la recuperación.
Las distintas fases de la Edad Oscura reciben su nombre de los períodos atribuidos a las diversas
decoraciones de la cerámica.

1125-1050 a. C. Durante este período de máxima decadencia la cerámica recibe el nombre de


submicénica, ya que tiene un carácter claramente micénico, aunque su calidad es inferior. El barro
está poco preparado, las vasijas son de dimensiones más pequeñas, están peor modeladas y poco
cocidas. La ejecución de los motivos y decoraciones tradicionales es torpe e irregular. Pero estos
vasos de calidad inferior y comparados con los del siglo VIII constituyen la principal riqueza de
las tumbas submicénica en las que han aparecido. En ellas no se enterraba nada de valor, excepto
un anillo de oro y una fíbula de bronce, e incluso la cerámica es poco abundante. Los testimonios
hallados en las tumbas y en la superficie revelan la existencia de una sociedad sumida en la
depresión económica y cultural.

En el mundo griego la población disminuyó entre un 60 y un 90% quedando básicamente despoblado.


La población de Grecia a finales del siglo XI fue la más baja que ha tenido el país en los últimos
mil años.
Las causas, aunque no se conocen, aparentemente tienen que ver con el hundimiento del sistema
redistributivo y con el letargo económico generalizado que afecto a Grecia durante el comienzo
de la Edad Oscura. Otro factor fueron los movimientos de la población, acompañados de violencia.
A su vez, este factor puede dar una impresión generalizada de despoblación. El abandono de
algunos de los asentamientos más pequeños de la Edad de Bronce fue fruto del traslado de sus
habitantes a otro poblado más seguro.

Con los palacios desapareció la organización económica y política centralizada. El poderoso Wanax
(rey) y sus pequeños ejércitos de oficiales, escribas y operarios que habían sostenido el complejo
sistema redistributivo desaparecieron para siempre. El conocimiento de todo ello se perdió
quedando en el recuerdo que unos caudillos legendarios habían gobernado, en otros tiempos, unos
reinos grandes y prósperos.

Sin embargo, Grecia no cayó en un estado de primitivismo, a pesar del hundimiento palacial, todo
lo que tenía importancia para la vida cotidiana de las familias y aldeas continúo. Al igual que los de
la época micénica, los griegos de la Edad Oscura siguieron cultivando, fabricando vinos y quesos,
curtiendo pieles, esquilando ovejas, hilando y tejiendo lana y lino y empleando los mismos métodos
y equipos que antes. Se conservaron las artes y técnicas básicas de los alfareros, los tejedores,
los herreros y los carpinteros, aunque a niveles técnicos de refinamiento inferiores. Junto con los
palacios dejaron de existir las pinturas, la demanda de incrustaciones de metal o de pasta de vidrio
azul, lo mismo pasó con el arte de la escritura. Es que el sistema centralizado de fabricación,
almacenamiento y distribución habían sido eliminados, y con él, los tejidos de lujo, el comercio y la
recaudación de impuestos. Pero el ritmo y las actividades intemporales del año agrícola y el poblado
de labradores siguieron su curso.

La religión durante la Edad Oscura fue una época de continuidad y discontinuidad. En las tablillas
en lineal B aparecen los nombres de 6 o 7 de los futuros 12 dioses olímpicos, aunque desaparecieron
muchos otros. Los métodos para venerar y aplacarlos fueron más o menos los mismos, pero en la
Edad Oscura, el culto religioso dejó de estar centrado en el palacio y se dispersó a las aldeas; y
fue entonces cuando se fundaron muchos ritos y fiestas dedicadas a determinadas divinidades.

Otro signo de recuperación es el dominio de la fundición y elaboración del hierro, con el que se
producían herramientas y armas más pesadas que las del bronce y que se conservaban afilados
durante más tiempo. Aunque Grecia es bastante rica en el mineral del hierro y tenía la tecnología
necesaria para su explotación, los micénicos prefirieron importar cobre y estaño (de los que
carecía Grecia) para fabricar bronce. Cuando el colapso cortó el comercio, a partir de 1050
surgieron pequeñas industrias siderúrgicas en toda la Grecia continental e insular. Para el 950, la
arqueología demuestra que todas las armas eran de hierro y no de bronce. La Edad de Hierro había
hecho su aparición en Grecia.

La renovación de energía se pone de manifiesto en el nuevo estilo de cerámica llamado


protogeométrico (1050-900), que al parecer se originó en el Ática y se difundió rápidamente por
las demás regiones. Este estilo muestra afinidades con el submicénico, aunque existen notables
diferencias. Los vasos son más proporcionados, más finos y menos achaparrados. Aparecen nuevas
formas. La decoración abstracta heredada del submicénico –líneas y bandas horizontales, arcos,
semicírculos y círculos concéntricos- está dibujada con un espíritu más vigoroso y de adecua mejor
a los vasos. La sensación general que producen éstos es de equilibrio, orden y simetría.

Ya no se trazaban las líneas o los círculos a pulso, utilizaban una regla para las líneas y un pincel
múltiple provisto de un compás para los círculos, los alfareros habían desarrollado un torno que les
permitía mejorar la forma de los vasos. Además, la preparación del barro era mejor y se conseguía
un brillo más fino y más lustroso cociendo las piezas a mayor temperatura.

A partir del 1000 a. C la población empezó a aumentar lentamente, con un progreso constante.
También mejoraron las comunicaciones, tanto entre las diversas regiones de Grecia como entre
los griegos y el oriente. Se reanudó el comercio exterior. En 900 a. C., la civilización griega se
hallaba en el umbral de una nueva era.

Basileús: en la sociedad homérica, el Basileús es el jefe político y militar de un asentamiento y de


las tierras circundantes. Cuando los reinos micénicos se derrumbaron, sus distintos componentes
–las aldeas con sus campos de cultivo y sus pastos circundantes- siguieron regidos por unos
hombres llamados basileis. La diferencia estribaba en que el Basileús ya no tenía que informar a
un Wanáx central ni cumplir las instrucciones recibidas de él. Tras la destrucción de los palacios
dejó de existir en la vida real la figura del Wanáx y se conservó el nombre y una vaga memoria de
su extraordinario rango.

El nombre más apropiado para el Basileús de la Edad Oscura sería el término antropológico de
“jefe” que designa a un hombre con unos poderes mucho menores que los del rey. Era un hombre
de gran talla y de suma importancia para su comunidad.

La Ilíada y la Odisea nos ofrecen información detallada de lo que era la jefatura. Este título pasa
de padres a hijos, pero la herencia no basta, el caudillo joven, debe, además, ser competente en el
desempeño de su papel, que es dirigir al pueblo en la guerra y en la paz. El sucesor del Basileús
supremo tiene además otro reto, a saber, asegurarse la obediencia de los jefes locales de los
demoi. Un Basileús supremo debería tener dos requisitos principales de la soberanía –la destreza
en el campo de batalla y la capacidad de persuasión-.

Todos los Basileús, tanto locales como supremos, poseen su propio sequito personal. Los hombres
que acompañan a un caudillo son llamados por éste y se llaman entre sí hétairoi (compañeros),
término que expresa un sentimiento muy hondo de lealtad mutua. Así, pues, la hueste de un demo
(pueblo) está formada por varias bandas de hétairai, cada una al mando de su propio Basileús, y
todas ellas al mando de un caudillo supremo. Sin embargo, el conjunto de las fuerzas de combate
del demos (pueblo) se reúnen al mando del Basileús supremo sólo cuando se produce una guerra
total, normalmente para defender el demos del ataque enemigo externo.

Pese a la autoridad que le confiere su posición, un basileús tiene una capacidad limitada de obligar
a otros a aceptar su primacía. Es un caudillo, no un rey. El ser heredero legítimo de un basileús
supremo no supone una garantía absoluta de sucesión. En una sociedad en donde los actos son más
importantes que el linaje, un sucesor débil puede ser retado por otros basileús rivales que quieran
sustituirlo como jefe supremo.
Las instituciones gubernamentales de la Edad Oscura eran pocas y muy sencillas. Había un consejo
llamado Boule, formado por los jefes locales y el caudillo supremo, en cuya gran sala (mégaron) se
reunían para definir la política de todo el demos. El basileús supremo presidía las discusiones y
llevaba voz cantante en ellas, pero habitualmente escuchaba los consejos de los ancianos, como se
denominaba a los miembros de la Boule. Sus decisiones eran presentadas a la asamblea del pueblo,
llamada agorá o (reunión), a la que asistían los varones en edad de combatir y ancianos. Se produce
entonces un debate abierto, que generalmente concluye con un acuerdo. Aunque en teoría cualquier
individuo podía tomar la palabra en la asamblea, en general sólo los jefes y otros “hombres
destacados” hablaban en ella. Ante cada propuesta, los integrantes del demos hacían saber su
decisión por aclamación, mediante murmullos o guardando silencio. Al final si la asamblea salía bien,
el demos aprobaba por aclamación las propuestas. El objetivo de la asamblea era alcanzar el
consenso, tanto entre los jefes como entre éstos y el pueblo.

El basileús, además de su función de jefe militar y político, desempeñaba un papel religioso y


judicial en la vida de la comunidad. Su única obligación religiosa era presidir los sacrificios públicos
ofrecidos a los dioses. Cuando elevaba sus plegarias a los dioses en un sacrificio era un portavoz
del pueblo. Pero no era un sacerdote de los dioses, ni pretendía mantener una relación especial con
ellos.

Durante la Edad Oscura la única ley era la costumbre, es decir las tradiciones de la comunidad en
relación con que estaba bien o estaba mal en determinadas situaciones. Buena parte de esas leyes
consuetudinarias se relacionaban con la solución de diferencias entre particulares. Por lo tanto,
los caudillos desempeñaban un papel menor en materia judicial.

En el caso de las relaciones exteriores o diplomáticas entre un caudillaje y otros las llevaban a
cabo los propios caudillos o algún compañero leal. En este caso, el valor de la hospitalidad era un
medio imprescindible para mantener las relaciones con el exterior durante la Edad Oscura, pues
cuando un extranjero llegaba a un demos no tenía ningún derecho y podía recibir malos tratos o
incluso el asesinato.

La esposa de un jefe, sobre todo si es un caudillo supremo es tenida en gran estima e incluso puede
participar de la autoridad de su marido.

En el año 800 a. C., la mayoría de los poblados griegos seguían siendo bastante pequeños y estaban
formados por unas cuantas docenas de familias. Buena parte de ellos eran autosuficientes
económicamente, gracias a las tierras de cultivo y a los pastos circundantes.

La vida del labrador o el pastor era en la aldea. Eran comunidades permanentes, fuertemente
cohesionadas. Las familias que las integraban vivían en ellas durante varias generaciones y
contraían matrimonio con miembros de distintas familias de la aldea o de otras aldeas del demos.
La aldea podría compararse con una familia ampliada, en la que el jefe sería una especie de padre.
La supervivencia de la aldea dependía de la cooperación de todas las familias, de solidaridad.

Los diversos asentamientos estaban unidos por el parentesco y la interdependencia. La comunidad


social más grande que conocía un griego era el demos. La unidad social más pequeña y fundamental
era la familia (oikos). En la, sociedad griega, el átomo no era el individuo, sino el oikos. La familia
era el centro de la existencia de una persona, la principal preocupación de todos sus miembros era
su conservación, su independencia económica y su condición social. El primer significado de la
palabra oikos es casa. Comentado [C1]: Oikos además significa tierra, ganado, y
todas sus propiedades y bienes, incluidos los esclavos.
Eran monógamos, con una sociedad patrilineal y patriarcal. El padre era la autoridad suprema por
costumbre y por ley. El linaje que contaba era el suyo y al morir sus propiedades se dividían en
partes iguales entre los hijos. Las hijas no heredaban directamente, recibían una parte de la
fortuna en calidad de dote. La recién casada, pasaba a residir en la casa de su marido y sus hijos
pertenecían al oiko de su marido.

Los hijos de esclavos eran parte de la familia, tenían un rango inferior a los legítimos en lo tocante
a la sucesión, pero eran miembros de derecho y formaban parte de su fuerza de combate y de
trabajo. Las hijas ilegítimas tenían el mismo status de hermanastras legítimas.

Un caudillo reforzaba su oikos reclutando hombres con los que no estaba emparentado, en calidad
de subalternos, que servían a las familias en diversos cometidos en tiempos de paz y como
combatientes en la guerra.

Para las familias privilegiadas en la Edad de Bronce, el principal objetivo era tener el mayor número
de miembros, ya fuera por nacimiento, por casamiento o por afiliación. Los varones en edad de
combatir eran particularmente buscados.

Todos los miembros de un oikos realizaban una parte del trabajo. Los hijos de los basileús cuidaban
sus rebaños y vacadas, la principal riqueza de su familia y además trabajaban en el campo y en
otras tareas de la casa. Las esposas e hijas trabajaban codo a codo con las esclavas en las labores
de hilado y telar. En el caso de un oiko rico, la mayor parte del trabajo la realizaban los esclavos Comentado [C2]: Las labores más importantes.

de ambos sexos, y trabajadores asalariados llamados thetes, hombres pobres de condición libre
que aceptaban trabajo duro por un jornal bajísimo. El principal recurso económico de cualquier
familia era la parcela de tierra llamada kleroi.

Alrededor del 900 a. C. el ritmo del progreso material se aceleró. En esa época cuando el estilo
protogeométrico estaba evolucionando hacía lo geométrico, se puso de manifiesto un nuevo espíritu
artístico y estético. El estilo geométrico (900-700 a. C.), suele dividirse en tres fases históricas.
Antiguo (900-850 a. C.), medio (850-750 a. C.) y reciente (750-700 a. C.). Durante el período
Antiguo los alfareros introdujeron nuevas formas y nuevos motivos ornamentales a sus
repertorios. Los círculos y semicírculos que habían sido las señas de identidad de los vasos
protogeométricos fueron sustituidos en gran medida por otros motivos más lineales y angulares,
como el meandro (también llamado greca), el zigzag, el triángulo, y el sombreado, dispuestos en
zonas y franjas claramente definidas. Los ceramistas del geométrico medio hacen alarde de su
dominio de la decoración lineal cada vez más compleja, hasta llenar poco a poco toda la superficie
del vaso. Los recipientes son cada vez más grandes y más ambiciosos, piezas de bravura destinadas
a los artistas y costosos trofeos para los compradores.

A comienzo del siglo VIII, se empezaron a representar seres vivos, resucitando un motivo que
prácticamente había desaparecido después de 1200. Al principio sólo pintaban animales y pájaros,
que parecen hechos con un molde, en frisos repartidos por toda la superficie del vaso. La figura
humana reaparece entre 760 y 750, enseguida empiezan a predominar los elementos pictóricos,
hasta que la decoración figurativa ocupa la mayor parte del vaso y los motivos geométricos se
reservan para el fondo. El geométrico reciente (750-700) está todavía muy ligado al pasado, pero
también supone una ruptura inequívoca con él.

Otros indicios del progreso material, en consonancia con la evolución experimentada por la
cerámica, se hacen patentes a comienzo del período geométrico. Esta evolución pone de manifiesto
no sólo la recuperación de la artesanía y por consiguiente del mercado, sino también la posibilidad
de conseguir de nuevo materias primas procedentes del extranjero, entre ellas el bronce, que
empieza a aparecer en grandes cantidades como consecuencia del incremento de las relaciones con
Oriente Próximo. Durante el período del geométrico reciente comienzan a aparecer en las tumbas.

Durante el siglo VIII la sociedad griega experimentó una transformación rápida que marcan el
final de la Edad Oscura. Esto, ha valido a esta época el título del “renacimiento del siglo VIII”. La
segunda mitad del siglo es considerada por muchos como el comienzo de la época arcaica (750-490
a. C.), período en el que los movimientos sociales y culturales iniciados a principios del S. VIII
llegarían a su madurez.

Un factor de cambio de primera magnitud fue el aumento generalizado de la población, después


de un crecimiento lentísimo. Una teoría muy popular se relaciona con el paso de una economía
predominantemente ganadera a una agrícola que permitió dar de comer a un mayor número de
habitantes. La extensión de las tierras de cultivo vino acompañada de unos métodos más intensivos
de cultivo destinados a incrementar el rendimiento y la variedad de las cosechas.

El comercio experimentó una expansión considerable durante el siglo VIII, este se daba con
Oriente Próximo y Europa occidental. La necesidad de materias primas, especialmente de metales,
permitió el comercio a larga distancia. Se incrementó las importaciones de cobre y estaño, hierro
y oro y materiales raros y costosos como el marfil, el ámbar, los tintes. A cambio los griegos
exportaban grandes cantidades de cerámica fina y objetos de metal manufacturados.

Los frecuentes contactos con Oriente fueron los responsables del hecho cultural más significativo
de finales de la Edad Oscura, el alfabeto griego. Los helenos copiaron algunas letras del alfabeto
fenicio y tomaron prestadas otras letras fenicias para representar los fonemas vocálicos que el
alfabeto fenicio no representaba, creando así el primer alfabeto verdaderamente fonético. La
escritura se difundió rápidamente por todo el mundo griego, no en forma única, sino en diversos
alfabetos epicóricos, con variaciones en la forma de algunas letras según los lugares. Este alfabeto
resultaba bastante fácil de aprender a leer e incluso a escribir, por lo que era accesible a todo el
mundo y las autoridades no pudieron usarlo como un instrumento de poder y de control sobre el
pueblo. Los logros producidos dieron fama a los griegos, la historia, el drama, la filosofía, las
matemáticas, la ciencia, la medicina, el derecho y la erudición no habría podido desarrollarse sin
la escritura.
Cap. 3. La Grecia Arcaica (700-500 a. C).

Se desarrolla durante los siglos VII y VI. Durante esta época continuaron los avances alcanzados
durante el siglo VIII.

La forma de gobierno correspondiente a la ciudad-estado, surgida de los cambios demográficos y


económicos llegó a su madurez durante esos siglos. Los movimientos de ultramar difundieron la
lengua y la cultura griega por las riberas del mediterráneo y el mar Negro. La comercialización
aumento. La literatura y el arte florecieron. Los grandes santuarios crecieron en importancia. En
las ciudades-estados comenzaron a formarse nuevas ideas: una concepción racional del universo y
el concepto de gobierno democrático, que planteaba la igualdad ante la ley de todos los miembros
de la comunidad y las normas eran creadas directamente por el pueblo a través de la decisión de
la mayoría. Las guerras de unos demos contra otros se hicieron más frecuentes y aumentó la
crueldad de la actividad bélica. La inestabilidad política dio paso a un nuevo tipo de autoridad “el
tirano”. Por primera vez podemos hablar de hechos reales, con fechas y nombres, engarzados
coherentemente. Esto es posible gracias a que los griegos produjeron grandes cantidades de
escritos sobre papiro. Los testimonios siguen la trayectoria ascendente iniciada durante el período
geométrico. Se hallan objetos manufacturados. Una fuente importante es la escultura, en forma
de estatuas de piedra o bronce, de tamaño natural o incluso más grandes.

La ciudad-estado, o polis, se convirtió en la organización social y política, era una zona geográfica
que comprende una ciudad y sus territorios adyacentes, y que constituye una sola entidad política
capaz de autogobernarse. Los dos órganos gubernamentales primarios, la asamblea de varones en Comentado [C1]: Los elementos esenciales de las
ciudades-estados ya existían desde la Edad Oscura.
edad de combatir y el consejo de ancianos aparecen ya firmemente asentados. Lo único que
tuvieron que hacer desde el año 800 a. C al 700 a. C fue la unificación política formal del demos y
la creación de un gobierno central. El sinecismo era el término usado para explicar la unión de
aldeas que conforman una ciudad-estado para mayor protección. Atenas, aldea dentro del Ática,
estaba conformada por tres aldeas, que al unirse reciben el nombre de Atenas como ciudad
principal.

Otras regiones tenían una forma distinta de organización política. Ethnos era un territorio regional Comentado [C2]: Los ethne eran ciudades-estados política
y culturalmente atrasados.
y un pueblo (demos) que carecían de un único centro urbano, que no tenían un gobierno central ni
una unión política formal. Cada Ethnos tenía una conciencia muy fuerte de constituir un solo pueblo
que ocupaba un territorio concreto. La población estaba unida por el culto a sus dioses. Disponían
de instituciones para tomar decisiones comunes y para actuar como una ciudad.

Durante el siglo VII el cargo de Basileús supremo o bien fue abolido a bien vio su podes
drásticamente reducido. Las funciones gubernamentales ejercidas hasta entonces por ellos fueron
repartidas entre varios magistrados. La importancia del consejo de ancianos aristocrático se
incrementó, mientras que la de la asamblea del pueblo disminuyó. Si una polis unificada quería ser Comentado [C3]: Este cambio llevó al menos tres
generaciones.
lo bastante fuerte y competir honrosamente con otras polis unificadas, tenía que crear un gobierno
central más poderoso y con una mayor capacidad de injerencia en la vida privada del que había
poseído antes de la unificación. Se hizo necesario crear un sistema más complejo de organización
y de control social a fin de mantener las nuevas condiciones creadas por el crecimiento acelerado Comentado [C4]: Mayor explotación de la tierra y de los
recursos naturales, el incremento de la productividad y la
de la población. Lo importante era la necesidad de encontrar formas de movilizar con eficacia para riqueza, la expansión del comercio y unas relaciones más
la guerra los recursos humanos y materiales, pues a medida que iba escaseando las tierras, las complejas con los estados vecinos.

ciudades se vieron obligadas a luchas unas contra otras por la adquisición de territorio. El control
firme desde el centro se hizo a la vez necesario y beneficioso para el conjunto de las polis.

El control central se encontraba en manos de los grandes terratenientes por eso la decisión
fundamental tomado por los basileús fue acabar con la posición del basileús supremo y ponerse a
gobernar colectivamente. Si al basileús se le hubiera concedido una autoridad formal sobre las
polis unidas, se habría convertido en un monarca legítimo que habría gobernado sobre un estado,
con una autoridad revestida de poder, y habría dejado de ser el primus inter pares tradicional.
Las familias tradicionales hicieron un pacto de cooperación para mantener su independencia,
subdividiendo las esferas del poder –administrativo, militar, religioso y judicial- entre una serie
de magistraturas de duración limitada y que, además, no tenían carácter hereditario. Los griegos
llamaron a este tipo de gobierno, oligarquía. Los oligarcas que ostentaban el poder se llamaban a sí
mismos áristoi, de donde procede nuestro término aristocracia. Cada ciudad-estado desarrolló su Comentado [C5]: Los mejores.

propio sistema de magistraturas en consonancia con sus necesidades y circunstancias particulares.


A medidas que las polis aumentaban, fueron añadiéndose nuevos magistrados, con funciones más
específicas tales como los tesoreros o los superintendentes de obras públicas, entre otros.

En general no existía una jerarquía entre los cargos más altos, aunque en muchos estados había un
magistrado principal considerado el administrador en jefe. La mayoría de los cargos duraba un año, Comentado [C6]: Árchon o prytanis. Equivale a
mandatario.
y no podía ocuparse de nuevo hasta que pasará un número de años fijado de antemano.
Comentado [C7]: Estás medidas tenían el doble propósito
de poner coto al poder de un determinado magistrado y de
El verdadero centro de poder en el gobierno de las ciudades residía en el consejo. Se reclutaban repartir los honores entre toda la comunidad de aristócratas.
sus miembros entre los magistrados de mayor rango, que pasaban a formar el consejo cando
cesaban su cargo. La duración podía ser duradera e incluso vitalicia. De este modo, el consejo
poseía una supremacía natural sobre los arcontes y demás magistrados, cuya ocupación del cargo
tenía una duración limitada. Se encaraba de diseñar la política y de redactar las leyes de las polis.

El título de basileús quedó reservado a un magistrado anual o a un miembro del colegio de


magistrados. Sus responsabilidades o las de la junta de basileús variaban de un estado a otro. La
inmensa mayoría estaban al frente de los asuntos religiosos y tenían también responsabilidades
judiciales, sobre todo en asuntos relacionados con la religión tales como el homicidio. El poder y
autoridad del basileús se perpetuaron a través de los llamados estirpes reales, sobre todo en el
Egeo oriental. Se arrogaban la autoridad y el poder de los basileús alegando que descendían
directamente de ellos.

Con la aparición de las polis comenzó el movimiento migratorio griego, abandonando su tierra natal. Comentado [C8]: Cuando este movimiento concluyó en
torno al año 500, el mundo griego se extendía desde el
Las causas primordiales de esta expansión fueron dos: la búsqueda de fuentes de Levante español por el oeste hasta la Cólquide por el este.
aprovisionamiento de metal y la esperanza de conseguir las tierras suficientes para poder llevar
una vida de ciudadanos en las nuevas polis, debido a la imposibilidad de obtenerlas en la madre
patria. Una de las primeras acciones políticas de las polis era fundar una colonia, lo más complicado
sería determinar su identidad. La ciudad madre debía elegir el lugar para la nueva colonia, obtener Comentado [C9]: Metrópolis

la aprobación divina , hacer los planes del nuevo asentamiento y elegir el oikistes. Esta decisión Comentado [C10]: Fundador
afectaba a toda la comunidad, principalmente la identidad del colectivo de ciudadanos de la
metrópolis, pues si emigraban renunciaban a la ciudadanía de la ciudad madre. Una vez tomada la
decisión de fundar la colonia, el responsable de su suerte era el oikistes. Si actuaba con prudencia,
se convertía en el gobernante de la nueva polis. La colonia quedaba unida a la metrópolis por lazos
de parentesco y de culto, simbolizados por el fuego. La nueva polis era totalmente independiente, Comentado [C11]: Traído por el oikistes desde la
metrópolis para encender el hogar de la nueva polis.
llamada apoikia.
Comentado [C12]: Casa lejos de la antigua patria de los
colonos.
Dentro de las divisiones económicas y sociales, los que abandonaron la su patria para emigrar al
extranjero fueron atraídos principalmente por la perspectiva del reparto equitativo de parcelas
de tierras de cultivo entre los colonos. El movimiento colonizador es una prueba de la desigualdad Comentado [C13]: Kleros.

en el sistema de posesión de tierra que existía en Grecia, y al mismo tiempo supuso un remedio
parcial a dicha situación. No todas las familias pudieron emigrar, y a medida que la población creció,
las tierras iban haciéndose más escasas. Fruto de ello fue la ampliación de la distancia social y
económico existente entre las familias aristocráticas y el resto de la población.

Los ricos terratenientes, formaron una imagen de sí mismos según la cual constituían una
verdadera aristocracia. Según ellos eran los únicos merecedores de ser llamados los buenos. Y Comentado [C14]: Hoi agathoi.

calificaban a los malos de hoi kakoi, a los nacidos fuera de la nobleza. Los aristócratas tomaron la
palabra demos para designar a las masas o los pobres, denominados también como hoi polloi. Comentado [C15]: Los muchos.

Los aristócratas basaban su poder en el control de la tierra que ostentaban con carácter
hereditario. Habían recibido durante varias generaciones una parte desproporcionada del total de
las tierras de labor del demos y una proporción mayor de las de mejor calidad. Se enriquecieron
aún más gracias a la mejora de las técnicas de explotación que incrementaron la cantidad de las
cosechas y su concentración en productos de venta fácil como el vino o el aceite de oliva. Además,
explotaron a los trabajadores labradores más pobres que llevaban una vida de miseria cultivando Comentado [C16]: Estos se endeudaban con facilidad,
hasta podían perder sus tierras para saldar sus deudas.
sus pequeñas parcelas o los campos situados en zonas más apartadas. Los thetes, individuos que
trabajaban en calidad de jornaleros a cambio de comida, vestido y un techo, incrementaban
considerablemente. La clase terrateniente hacía las víctimas de su explotación era una mezcla de
desprecio, desconfianza y disgusto.

Las familias de clase noble, oscilaban entre el 12 y el 20%, en cuanto a la clase baja. Un 50% de
las familias no eran ricas que tenían una riqueza moderada y no dependían de los ricos. Las
divisiones sociales no eran monolíticas, podían someterse a cambios y pasar de ser de la alta
nobleza a la baja, pero se mantenían separados de los estratos bajos. Los agathoi protegían y
perpetuaban su singularidad económica y social casándose exclusivamente entre ellos. El ideal era
mantener la solidaridad de clase.
Dentro del grupo más humilde, los distintos niveles dependían del grado de miseria. Las
oportunidades sociales que tenían los labradores pobres eran escasas. Donde había mayores
posibilidades era en los grupos intermedios, quienes llevaban una vida más cómoda, en otra escala
se hallaban los que apenas podían escapar del endeudamiento. La movilidad en sentido ascendente
no era fácil, no obstante, su la familia se enriquecía lo bastante podía contraer lazos matrimoniales
con la nobleza. La riqueza corrompe los linajes. La movilidad hacía abajo era fácil debido a que su
precariedad obligaba a muchos labradores a caer en situación de dependencia.

En cuanto a la ciudadanía, aunque las familias de los tres grupos económicos eran ciudadanas, los
derechos de cada una distaban de ser iguales. La ciudadanía se consideraba un status Comentado [C17]: Definida como la participación en la
vida pública de la ciudad.
estratificado, determinado por la condición social y económica de la persona, y también por su
sexo. Las mujeres estaban vetadas a la participación de los asuntos políticos, judiciales y militares
y sólo podían desempeñar el culto religioso de la comunidad. Los hombres, tenían la participación
en las responsabilidades y en los derechos cívicos, estaba dividida en forma desigual y estaba Comentado [C18]: Derecho a votar, hablar en la
asamblea, a ocupar un cargo público, a actuar como jueces y
basada en criterios fundamentalmente económicos. Sólo los hombres ricos y de cuna noble a combatir en el ejército.
disfrutaban de estos privilegios. Los ciudadanos que no eran nobles y tenían una fortuna modesta,
se hallaban excluidos de los cargos públicos, los pobres ni siquiera podían votar en la asamblea.
Eran ciudadanos de segunda.

Los extranjeros residentes y a los antiguos esclavos se les negaba la ciudadanía al igual que a las
mujeres. Los esclavos, eran personas compradas o capturadas y consideradas una propiedad desde Comentado [C19]: Que aumentaron considerablemente
durante el siglo VII.
el punto de vista jurídico. La mayoría de los terratenientes utilizaban como mano de obra a los
Comentado [C20]: Así evitaban mantener a una gran
labradores endeudados o a aquellos que tenían contraído cualquier otro tipo de obligación con ellos. cantidad de esclavos.
Durante el siglo VI hubo un incremento considerable de esclavos y debido a las reformas políticas
introducidas en las ciudades-estados los ricos se vieron obligados a utilizarlos como mano de obra
de sus campos, ya que se limitó o abolió la servidumbre por deuda. Los ilotas espartanos, eran un Comentado [C21]: Habitantes de algunas zonas de
Laconia y de Mesenia que habían sido conquistados por los
tipo de trabajadores agrícolas caracterizado por tener una posición situada entre los libres y los espartanos en la guerra y que estaban obligados a trabajar
esclavos. en calidad de siervos, en las tierras que antes habían sido
suyas.

El slogan “redistribución de tierras” se convirtió en el grito que unió a todos los desposeídos de Comentado [C22]: Cambios sociales.
Grecia durante la época arcaica. Los grupos situados económicamente por debajo de los agathoi,
se sentían a disgusto con el poder y la arrogancia de estos. Los oikoi vivían al borde de la ruina o
del endeudamiento. No sólo tenían que luchar por salir adelante, sino que estaban obligados a
soportar el estigma de trabajar para otros, lo que significaba la pérdida de la libertad.

Las familias económicamente seguras también estaban descontentas, ya que las mejores tierras
pertenecían a los nobles y por ser excluidos de los puestos de poder y de prestigio que daban las
magistraturas, de los colegios y sobre todo del consejo donde se tomaban las decisiones políticas.
Los labradores más o menos acomodados podían ser víctimas de fraude en los tribunales de justicia
con tanta facilidad como los más pobres y se hallaban desamparados. En la asamblea, la voz del Comentado [C23]: Único órgano donde eran admitidos.

pueblo tenía poco pese frente a la concentración de poder de los ricos.


La guerra asumió un nuevo carácter entre el 725 y el 650 a. C. Se introdujeron una serie de
Comentado [C24]: Un tipo de soldado de infantería
cambios tato en el armamento como en la táctica militar. A partir de ese momento, los hoplitas, pesada, dispuestos en filas apretadas llamada falange.
fueron los encargados de librar las batallas. Los combatientes estaban agrupados en unidades
regulares dispuestos en líneas o filas rectas. La principal arma del hoplita era su lanza, larga y
pesada, que utilizaba para abrirse paso, además tenían una espada corta como arma secundaria.
Comentado [C25]: Coraza.
Utilizaban, también, un casco, el peto y las espinilleras rodilleras. El elemento más innovador fue
un nuevo tipo de escudo llamado hóplon. Era redondo y estaba hecho de madera recubierta con una Comentado [C26]: Del que recibía el nombre el hoplita.

plancha de bronce. Este escudo fue el que convirtió a la falange en una fuerza de combate eficaz.
Comentado [C27]: Ya que las armas y la armadura eran
Los más pobres quedaban excluidos y servían en la tropa para la infantería ligera. caras.

En el ejército hoplítico es donde se ve la ideología de la polis, según la cual el ciudadano es esclavo


del bien común. Morir en el campo de batalla tiene un valor positivo. El soldado ciudadano busca el
honor, la gloria y la fama y sólo podía ganarlos al servicio de la polis.

En la falange no hay diferencias de fortunas o de nacimiento, por lo tanto, si un hombre huye es


despreciado por todo el demos. Había igualdad en el campo de batalla. Ante esta situación, a los
agathoi se les hacía difícil mantener la exclusividad y el poder político que tenían.

Liberados los aristócratas del puesto de basileús surge un nuevo tipo de gobierno de un solo
hombre, el tirano entre el 650 y el 500 a. C. Las tiranías eran de corta duración, aunque intentaban Comentado [C28]: Se llamaba así a un dictador u hombre
fuerte. Al principio está palabra no tiene connotación
crear dinastías legando el poder a sus hijos, no hubo ninguna que durara más de tres generaciones. negativa como en nuestros tiempos.
Parece ser que todos ellos eran miembros de la aristocracia, aunque algunos no pertenecieron a
estas familias. Estos tiranos se habían destacado por los grandes servicios prestados a sus
respectivas polis. Los constantes rencores entre las familias aristocráticas por la obtención de
honores y la supremacía en sus respectivas polis fueron los causantes de la aparición de los tiranos.
Las rivalidades existentes por la competencia por la obtención de cargos, las luchas
desencadenadas entre las estirpes y del control del consejo, se agravaron desembocando Comentado [C29]: Linaje.
estallidos de violencia y derramamientos de sangre. Comentado [C30]: Estos conflictos eran denominados
stásis (postura) y eran un gran perjuicio para la sociedad.
Estas guerras civiles se prolongaban durante varias
Los tiranos salían adelante con el apoyo de sus propios ciudadanos. Eran considerados campeones generaciones.
del demos contra los oligarcas. Los tiranos promulgaron leyes destinadas a restringir el poder y
los privilegios de la aristocracia. Protegieron las instituciones existentes. Bajo la tiranía muchas
polis progresaron, hubo grandes programas de construcciones y embellecimiento, lo que las Comentado [C31]: Templos de piedra, abertura de calles,
puertos y fortificaciones o servicios urbanos como el
convirtió en auténticas ciudades. Además, el comercio y la artesanía contaron con el fomento y el suministro de agua, abertura de calles y sistemas de drenaje.
apoyo de los tiranos. Instruyeron, además, nuevos cultos y fiestas religiosas y apoyaron las
actividades culturales.

Sus hijos eran herederos de un cargo inexistente y, por lo tanto, eran vulnerables. Los tiranos
fueron derrocados y obligados al exilio junto a sus familias, o en el peor de los casos, asesinados.
Los aristócratas restauraron la oligarquía, aunque sus gobiernos ya no eran lo mismo. Los
labradores hoplitas ya no estaban dispuestos a conformarse con votar a sus líderes sin exigirles
responsabilidades políticas. Y los nobles no pudieron negarse a incluirlos en el proceso de la toma
de decisiones públicas ni arrebatar a los pobres los beneficios que les habían concedido los tiranos.
Cap. 4. Esparta.

Laconia era un centro importante durante de la Edad de Bronce. Experimentó una disminución
notable de la población a finales del período micénico. En algún momento del siglo X los invasores
dorios ocuparon la región. Hacia el siglo VIII a. C. fueron fundándose nuevos poblados con relación
con el aumento de la población, y cuatro de esas aldeas situadas en las proximidades de Eurotas,
en el centro de la llanura de Laconia, se unieron para formar Esparta. A comienzos del mismo siglo,
la ciudad de Amielas, a unos cinco km de la aldea originaria, fue anexionada a la ciudad. Por tanto,
la polis de los lacedemonios estaba formada por el centro urbano más el territorio de planicie.

Ante la adversidad de la falta de tierras, los espartanos, diferenciándose del resto de los griegos,
quienes fundaron diversas colonias, fundaron sólo una, Táranto, al sur de Italia. En lugar de buscar
una solución a sus dificultades en el extranjero, los espartanos dieron una respuesta militar a su
problema a través de la conquista de sus vecinos, y así, a finales del siglo VIII ya se habían
apoderado de toda la llanura de Laconia.

Ante la necesidad de dar de comer a su población y para asegurarse el dominio de la llanura de


laconia, los espartanos redujeron a sus habitantes a la condición de iliotas, sometidos con carácter Comentado [C1]: Eran esencialmente esclavos.
hereditario al estado espartano. El resto de los habitantes de Laconia, que ocupaban la zona
situada alrededor de la ciudad de Esparta, se convirtieron en periecos. Estos eran libres, a Comentado [C2]: Los que viven alrededor de Esparta o
vecinos.
diferencia de los iliotas, pero estaban obligados a servir en el ejército de la polis formando
unidades independientes al mando de un espartano, no tenían derecho a participar en el gobierno.
Disfrutaban de cierta autonomía local, trabajando como agricultores, artesanos y mercaderes. A
pesar de su nombre, constituían una parte esencial del sistema económico espartano.

El éxito acrecentó la sed de expansión de Esparta, lo que contribuyó a su vez a incrementar


considerablemente la institución del ilotismo, lo que marcaría un papel decisivo en la evolución de
los modos de vida espartano. Las conquistas de Laconia chocarían con los intereses de Mesenia,
los espartanos ambicionaban apoderarse de sus fértiles llanuras, dando origen a la Primera Guerra
de Mesenia. Este conflicto habría durado 20 años y el fin de las hostilidades se dio alrededor del
720 a. C. Al finalizar, Mesenia quedó sometida a Esparta, algunos mesenios se convirtieron en
periecos, pero la mayoría en ilotas, vinculados a la tierra y obligados a trabajarla para sus amos
espartanos, sin más consuelo que el de no ser vendidos y expulsados de Mesenia.

La conquista hizo de Esparta uno de los estados más extensos de la Grecia arcaica. Era uno de los Comentado [C3]: Controlaban un imperio de casi 5 mil km
cuadrados.
estados más ricos. La cerámica y la metalurgia estaban dentro de las mejores de Grecia. La belleza
de las espartanas era celebre y sus coros eran famosos.

A comienzos del 660 a. C., comienza la Segunda Guerra Mesenia. Los espartanos no consideraron
lo peligroso de hacer esclavizar un pueblo en su propio territorio, hasta que ellos se sublevaron.
Sin embargo, Esparta se alzó con la victoria y los rebeldes mesenios que sobrevivieron fueron
desterrados a Sicilia. El resto de los mesenios, no tuvieron más remedio que conformarse con la Comentado [C4]: Allí tomaron la ciudad de Zancle, que
rebautizaron Mesene.
condición de ilotas que habían tenido hasta entonces.
La segunda guerra fue una terrible demostración que conllevaba el sistema ilota, lo que forzó a los
espartanos a crear una sociedad militarizada. Se dieron cuenta, de que, si lograban movilizar a
todos los posibles hoplitas y le daban el máximo grado de instrucción militar imaginable, Esparta
gozaría de una superioridad militar indiscutible sobre los ilotas y sobre el resto de sus enemigos.
Por ello, reformaron sus instituciones, teniendo en cuenta dos objetivos: liberar a todos los
ciudadanos varones de las cinco aldeas que constituían la polis de Esparta de todo tipo de
obligaciones, excepto las militares, y socializarlos de modo que aceptaran el extraordinario grado
de militarización y disciplina que se exigía del soldado espartano. El régimen espartano podría
calificarse de totalitario, afectaba a casi todos los aspectos de la vida del individuo, incluso a los
del ámbito privado. Comentado [C5]: Desde cómo debía llevar el pelo a la
decisión de contraer matrimonio y con quién, las condiciones
El ideal espartano de hombre era comportarse con valor y destreza en el combate, no darse a la en que debían realizarse las relaciones conyugales o la
decisión de tener hijos o no.
figa ni rendirse, sino aguantar a pie firme y dar la vida por la ciudad. En cuestiones de educación
y crianza de los muchachos, la instrucción tenía como objeto producir varones que respondieran
únicamente a este modelo. El espartano estaba obligado a prestar servicio militar hasta los sesenta
años y debía mantenerse en buenas condiciones físicas. El sistema educativo estaba legitimado.

El proceso de formación de los guerreros comenzaba al nacer, el estado determinaba si vivía o no. Comentado [C6]: Unos funcionarios nombrados por el
gobierno examinaban al recién nacido. Ellos determinaban si
En el caso de las niñas, estas no eran sometidas a un examen ya que su estado físico no afectaba se criaban o si eran abandonados en un lugar próximo al
directamente el resultado de la batalla. Los padres no podían determinar cómo criar a sus hijos, monte Taigeto designado a tal efecto.

todos los niños recibían la misma educación bajo la supervisión del estado. A partir de los 7 años,
los niños abandonaban su casa para ser educados en grupos llamados rebaños diseñados a fin de
fomentar la conformidad, la obediencia, la solidaridad del grupo y la destreza militar. El foco de
atención era el ejercicio físico para que aprendieran a aguantar y valerse por sí mismos en caso
de necesidad cuando fueran hoplitas. Los magistrados llamados éforos controlaban diariamente a
los niños y los sometían a examen desnudos cada diez días. Desde los 14 a los 20 años, los efebos
realizaban servicio militar preliminar. A los 20 años se dejaban crecer el pelo y se afeitaban. Entre
los 20 y los 30, se les permitía contraer matrimonio, pero tenían que seguir viviendo en el
escuadrón hasta los 30. La edad adulta se alcanzaba cuando los espartanos comían en compañía de Comentado [C7]: Syssítia.

unos 15 miembros del escuadrón, experiencia que fomentaba la lealtad, solidaridad y espíritu de
colaboración, condiciones importantes para el éxito de la guerra hoplitica.

En el caso de las niñas, estas, eran adiestradas para parir futuros soldados robustos. La educación,
también divida por edades, de las espartanas era provista por el estado. Vivían recluidas en sus
casas, recibían menos comida que los varones, hacían ejercicio al aire libre y estaban bien
alimentadas. Su única obligación era parir hijos. Estaban eximidas de la obligación de realizar
cualquier trabajo doméstico o económico.

El sistema económico espartano tenía por objeto permitir a los ciudadanos dedicar todo su tiempo
y sus energías a la defensa y a la prosperidad de la polis. El estado se ocupaba de que siempre
tuvieran lo necesario, sin demasiados lujos, manteniendo la austeridad. El objetivo de los varones
era la igualdad económica. Los espartanos se llamaban a si mismo los homoioi. Los ilotas tenían Comentado [C8]: Los iguales.

obligaciones que fueron variando, estaban obligados a entregar a sus amos la mitad de la cosecha.
Aunque no eran libres, no eran esclavos como los demás griegos. Pertenecían al estado, no a los
individuos particulares. Vivían en familia en la parcela que se les asignaba, y, no podrían ser
vendidos fuera de Esparta.

El gobierno espartano estaba compuesto de elementos monárquicos, oligárquicos y democráticos,


su régimen político era de constituciones mixtas. Tenían una monarquía dual repartida entre dos
hombres. Cada uno pertenecía a una de las dos grandes familias. La sucesión era hereditaria, y, Comentado [C9]: Los de la Agíadas y la de los
Euripóntidas.
por regla general, recaía en el primer hijo nacido tras la ascensión al trono del soberano. Los dos
reyes, que colaboraban y rivalizaban entre sí y que tenían la misma autoridad, permitían el control
reciproco del poder de la monarquía. Este sistema permitía que Esparta nunca carezca de un líder
y evitaban la anarquía. Los reyes ejercían el poder militar, religioso y judicial. Uno de los reyes
actuaba como jefe supremo de las fuerzas armadas, mientras que el otro supervisaba los asuntos
internos y asumía el mando militar en caso de que su colega muriera en acción. Los reyes contribuían
a la eficacia militar del país. Ejercían funciones de sumos sacerdotes y presidían todos los
sacrificios públicos.

Los reyes compartían sus funciones judiciales con los demás miembros de la gerousía, el consejo
de ancianos formada por 28 miembros mayores de sesenta años, que ejercían su cargo de carácter Comentado [C10]: A esa edad terminaba el servicio
militar.
vitalicio. Los miembros de esta institución eran personajes ricos e influyentes, por lo que
constituía un elemento aristocrático y oligárquico. Formar parte de la gerousía era el honor más
alto al que podía aspirar un espartano. Eran elegidos en la asamblea. Disfrutaban de un derecho
crucial, el de tomar la iniciativa legislativa, no podía presentarse nada en la asamblea sin antes
haberse discutido en la gerousía. También, oficiaba como tribunal ante los casos de homicidio,
traición entre otros delitos graves que comportaban la pena de pérdida de la ciudadanía, destierro
o muerte.

Los éforos, eran elegidos cada año. Entre los candidatos de 30 años se elegían a cinco. Vigilaban a
los reyes y representaban el principio de legalidad. Eran los perros guardianes de la justicia. Cada
mes juraban defender el puesto de los reyes siempre y cuando éstos se comportaran conforme a
las leyes, y compartían con ellos algunos de sus poderes ejecutivos, pero también tenían el poder
de procesarlos y deponerlos. Eran los encargados de controlar a los reyes y siempre que un
soberano salía de campaña era acompañado por dos éforos. Presidían además la gerousía y la
asamblea, y se encargaban de tratar con las legislaciones extranjeras. Tenían poderes judiciales
en materia de derecho civil y en los casos relacionados con los periecos. Su mandato duraba sólo
un año, no podían ser reelegidos y estaban sometidos a un proceso de rendición de cuentas antes
sus sucesores. De este modo, constituían un elemento del gobierno de carácter democrático y
oligárquico a la vez. Ejercían un control absoluto sobre la educación de los jóvenes y les imponían
férrea disciplina.

La asamblea era el órgano más democrático del gobierno espartano, pertenecían a ella todos los
ciudadanos varones mayores de 30 años. Se reunían una vez al mes al aire libre, en los días de luna
llena. En esta asamblea no se sostenían debates, los ciudadanos escuchaban las propuestas de la
gerousía y se limitaban a votar si las aceptaban o las rechazaban, sin discusión.
Esparta estableció una alianza con los demás estados del Peloponeso, creándose la liga del
Peloponeso. Estaba formada por todos los estados del Peloponeso excepto Argos, Acaya y Tebas.
Una de las primeras acciones conjuntas fue la derrota que infligió a Argos en la batalla de Sepea
en 494. Esta alianza protegía a los lacedemonios de los invasores extranjeros, evitando una Comentado [C11]: Espartanos.
amenaza contra Esparta y que los ilotas se rebelen. El objetivo de la liga era la protección mutua.
Cada estado destinaba tropas en caso de guerra y juraba tener los mismos amigos y enemigos y
seguir a los lacedemonios adonde los llevasen. En la liga no se pagaba tributo alguno, excepto en
tiempos de guerra.

El gobierno de la liga era bicameral y estaba formado por la asamblea de los espartanos y el consejo
de los aliados, en el que cada estado tenía su voto. Sólo los espartanos podían convocar a una
reunión de la liga y sólo ellos ejercían como generales de las fuerzas armadas. La existencia de
esta, hicieron a Esparta el líder de los griegos en la guerra contra los persas. Los miembros de la
liga estaban unidos por tratado sólo a Esparta. Su objetivo era que los espartanos reciban ayuda
en caso de sublevación de los ilotas y apoyo constante en sus diferencias con Argos.

Entre los cambios los más evidentes es el de la posesión de tierras. La tierra era el bien más
preciado en el mundo antiguo. En Esparta existían dos sistemas de posesión, uno público y uno
privado. Cuando un hombre moría, su Kleros revertía al estado y era asignado a un niño espartano,
que no tenía que estar emparentado necesariamente con su anterior poseedor. A finales del siglo
V, Epitadeo propuso abolir el sistema de Licurgo que regulaba la propiedad pública. A partir de ahí,
cualquiera podía regalar su klero y su casa a quien quisiera, o legarla por testamento. Esta
innovación termino con el ideal de igualdad económica y provocó la concentración de una enorme
cantidad de riqueza en manos de unos pocos. Este sistema produjo una subclase de espartanos
empobrecidos que no podían cumplir con los requisitos económicos exigidos a los ciudadanos de
pleno derecho, por lo que dejaban de ser iguales y pasaban a ser llamados inferiores.

Durante la época clásica había tierras de propiedad privada. Probablemente las mujeres estaban
excluidas de los repartos de tierra. La tierra pasaba a sus manos a través de la dote en herencia,
heredaban la mitad de las tierras de los bienes raíces que recibían los varones.
Cap. 5. El desarrollo de Atenas y las guerras médicas. Comentado [C1]: Importante. Reformas.

Durante el Bronce Reciente, Atenas era el asentamiento más grande y más importante de la
península del Ática y uno de los mayores centros palaciales del mundo micénico. Es probable que
fuera la primera potencia del Ática y que ejerciera un control sobre los otros centros palaciales
fortificados de la región. La cerámica protogeométrica, fue, aparentemente, una invención
ateniense, en torno al año 1050 a. C. En torno al año 900 a. C. el basileús de Atenas era el basileús
supremo de todo el demos de Ática. Atenas no participó en la colonización de ultramar de finales
del siglo VIII. El sinecismo de las pequeñas ciudades y aldeas del Ática para formar una unidad
política bajo la hegemonía de Atenas constituyó un proceso gradual debido a la gran extensión de Comentado [C2]: Unos 1.500 km cuadrados.

la región. La propaganda democrática le atribuía el establecimiento de una forma primitiva de


democracia en la polis ateniense recientemente unificada. Teseo se convirtió en el fundador de la Comentado [C3]: Habría sido el héroe fundador, tal como
Licurgo para Esparta.
polis, se le atribuyeron hechos importantes de la época anterior al desarrollo de la escritura. A
los habitantes del Ática les gustaba creer que eran autóctonos y que habían vivido siempre en ese
lugar y estaban unidos por lazos de parentesco.

No hubo una población sojuzgada de ilotas, ni colectivo de ciudadanos de segunda, como los
periecos. Cualquier ciudadano de cualquier ciudad del Ática podía participar del gobierno de la
polis en pie de igualdad con los residentes de la propia Atenas. El principal problema que planteaba
la ciudadanía era que al ser tan grande la región planteaba problemas te tiempo y de traslado.

La forma de gobierno era aristocrática. A finales del siglo VIII los caudillos del Ática sustituyeron
el cargo de basileús supremo por tres magistrados civiles que se repartieron el poder entre sí y
recibieron colectivamente el nombre de arcontes. Aunque el título de basileús siguió vivo, las Comentado [C4]: Autoridades. Tenían el cargo más
importante, se encargaba de supervisar todos los asuntos
obligaciones oficiales de este magistrado eran administrar los cultos de la polis y ver los procesos públicos y tenía como obligación presidir el consejo y la
judiciales relacionados con asuntos culturales y religiosos. El polémarchos era el jefe supremo del asamblea y juzgar los asuntos de carácter no religioso.
También era llamado arconte epónimo porque daba nombre
ejército ateniense, compuesto por unidades procedentes de toda el Ática. En el siglo VII se al año.
añadieron otros seis magistrados llamados thesmothétai, que dieron lugar a la formación del Comentado [C5]: Instauradores de las normas
colegio de los nueve arcontes. Estos eran elegidos anualmente entre una serie de candidatos
pertenecientes al pequeño círculo de familias ricas y conocidas llamadas los Eupátridas. Los Comentado [C6]: Los buenos padres.
arcontes gobernaban en acuerdo con el consejo, llamado consejo del Areópago. Los ciudadanos
varones eran miembros natos de la asamblea del pueblo. La política se cocía en el consejo, formada
por miembros aristocráticos, los Eupátridas. A su vez, había otras formas de organización sociales
que dirigían la vida de los ciudadanos, que se agrupaban en asociaciones de parentesco más amplias:
tribus, fratrías y estirpes. En el siglo VII, las fratrías se habían convertido ya en grupos sociales
cuasi-oficiales encargados de las cuestiones relacionadas con la familia y los orígenes familiares,
lo que constituía la prueba imprescindible para ser ciudadano ateniense. Sus miembros, por
ejemplo, en caso de homicidio involuntario, estaban obligados a apoyar a la familia de la víctima, o
si el muerto carecía de familia, ocupar un lugar en la vista del caso. Las estirpes aristocráticas,
por su parte, fueron muy poderosas políticamente en la Atenas arcaica.

Dracón 620 a. C. formuló una serie de leyes que tenían que ver con el homicidio. La finalidad de Comentado [C7]: Reforma de Dracón.

dicha legislación era sustituir a la familia y el parentesco por el estado como árbitro de la justicia
en caso de homicidio voluntario e involuntario. Antes, las familias de las víctimas solían encargarse Comentado [C8]: Hasta ese momento se consideraban
iguales, pero Dracón impuso una diferencia entre ellos.
personalmente de vengar la muerte de su pariente. En el Ática había santuarios en los que el
individuo considerado responsable de la muerte podría refugiarse mientras se llegaba a un pacto
con la familia de la víctima. A menudo, ese pacto era una compensación monetaria. Dracón trasladó
al gobierno la facultad de juzgar este tipo de litigios; el pariente más próximo, apoyado por su
fratría, podía seguir adelante con el pleito, pero debía ser un grupo de magistrados el que dictara
la sentencia correspondiente.

Las leyes de Dracón eran muy severas, previendo la pena de muerte e incluso para delitos menores.
Lo más significativo de sus leyes, es el papel que desempeñaron en el desarrollo de la autoridad
del estado a expensas de la familia, proceso que seguiría adelante durante más de un siglo. Del
mismo modo que las leyes reducían la autoridad de la familia, también limitaban las oportunidades
que tenía un magistrado de acomodar sus decisiones a los lazos sociales o profesionales que pudiera
tener con alguna de las partes del litigio. Dracón se parece a otros legisladores primitivos por su
deseo de establecer unos principios de justicia fijos que eliminaran las arbitrariedades de los
jueces. Como todos ellos pertenecían a familias ricas, el sistema de Dracón tuvo una especie de
efecto igualador, aunque los ricos no perdieron completamente las ventajas de su fortuna les
proporcionaba en las cuestiones legales. Estas desigualdades, que provocaban el estallido de
disturbios en Atenas eran de naturaleza económica y política, y unas reformas centradas
exclusivamente en el sistema judicial no podían aliviar las tensiones que parecían invitar al
desarrollo de la tiranía. Las leyes de Dracón seguían permitiendo la esclavización por deudas,
costumbre que para entonces se había convertido en el principal motivo de queja de los pueblos.

A comienzos del siglo VI, Solón promulgó una legislación, que serían las causantes de los disturbios Comentado [C9]: Reforma.

del siglo VII. Pone de manifiesto su deseo de fortalecer la frágil base agrícola de la economía
ateniense añadiéndole, una pujante actividad comercial. El suelo ateniense era un suelo de mala
calidad y no podía producir el grano suficiente para mantener la creciente población. La población Comentado [C10]: Cultivaban lo que podían olivos, vides,
higueras y cebada y vendían sus productos a cambio de maíz.
del Ática dependía del mar Negro, tuvo que luchar para mantener las rutas que conducían hacía él. También criaban ganado para el consumo local y para la
producción de leche y queso.
El estado ateniense del 600 a. C. tenía un potencial enorme y varios problemas. Muchos labradores
pobres empezaban a no poder sobrevivir. En el año 594, evitaron la guerra civil otorgando poderes
a Solón, un aristócrata con fama de sabio, para que redactara unas leyes que desarrollaran el
potencial del suelo del Ática y aliviará el sufrimiento de la mayoría de los pobres sin destruir por
completo los privilegios de la minoría rica. En términos económicos, los pobres buscaban la
condonación de las deudas y la redistribución de la tierra, y lo que consiguieron fue la abolición de
la esclavitud por deuda. Solón ideó numerosas formas de acabar con la división entre ricos y
pobres. Sus reformas crearon una escala de privilegios que contentaba en cierta medida a todos
y que garantizaba que su labor no fuera rechazada por nadie.

Plantea que la riqueza y el egoísmo del rico plantea serios problemas en la vida humana. Declaró
ilegales los préstamos con la garantía de los bienes o la persona misma del deudor, además liberó
Comentado [C11]: Del griego hektemoroi (los de las sexta
a los que habían sido esclavizados y canceló las deudas de los hectémoros. Para reparar los daños parte) llamados así porque debían pagar una sexta parte de
causados en el pasado por la esclavitud por deudas, buscó el paradero del mayor número posible su cosecha al rico terrateniente con el que estaban en
deuda.
de atenienses que habían sido vendidos como esclavos fuera del Ática. Los rescató y los recolocó
como ciudadanos libres.

Sus otras medidas fueron menos llamativas, al revisar los pesos y medidas vigentes en el Ática,
facilitó el comercio con otros estados sustituyendo el sistema egineta por el euboico, esto provocó
que la moneda ateniense se revalorice un 50%. Se dio cuenta que el futuro del terreno del Ática,
debido a su mala calidad, iba a depender del aceite y de la artesanía, fomentó el cultivo del olivo
y declaró ilegal la exportación de grano, que se necesitaba para el propio país. Con el fin de atraer
artesanos, les ofreció la ciudadanía si se trasladaban y permanecían en tierra ateniense junto a
sus familias. Instaló la obligatoriedad de enseñar un oficio a todos los niños, a los individuos que
no habían sido educados en este sentido por sus padres, los eximió de la obligación de atender a
sus progenitores cuando fueran viejos. Concedió al Consejo del Areópago la facultad de
inspeccionar los medios de vida de cualquier ciudadano y de castigar a los que se descubriera que
carecían de ello.

Ante el problema de la clase media hoplítica, que envidiaba el monopolio de los privilegios
detentados por los Eupátridas, estableció una constitución en la que la participación del individuo
en el proceso político dependía de su renta. Se dividió en tres tipos de ciudadanos, más una clase
que ocupaba el estrato superior. Fueron divididas en función de la riqueza de su producción
agrícola. La de los pentakosiomedimnoi (o los productores) de quinientos medimnos, estaba
formada por aquellos cuyas tierras producían por lo menos 500 médimnoi (barriles) de lo que fuera,
valía tanto el aceite, como el vino o el grano, o la combinación de todo ello. Detrás venían los hippeis
(caballeros) o sea, los que podían darse el lujo de mantener un caballo con el que prestar servicio
a la caballería, cuya renta se situaba entre los 300 y los 499 medimnos. Luego venían los zeugítai,
estos eran los que tenían una yunta de bueyes y tenían una renta de entre 200 y 299 medimnos, y
por último, los thetes, los pobres –labradores y jornaleros sin tierra- que producían menos de 200
medimnos. Los miembros de la primera clase podrían ser elegidos para desempeñar el cargo de
tamías (tesorero de la ciudad), el arcontado y las demás altas magistraturas se hallaban
restringidas a los miembros de las dos clases más altas; los zeugitas podían competir con las dos
clases superiores por el desempeño de los cargos más bajos, y los thetes sólo podían participar en
la asamblea, que debía reunirse periódicamente. Los zeugitas tenían los medios de vida suficientes
para comprar el armamento del hoplita y constituían la parte más numerosa. La mayoría de los
thetes servían en la infantería ligera o como marineros de la flota. Habían tres clases de personas
que se hallaban excluidas del sistema. Muchos habitantes del Ática eran esclavos, y otros muchos
residentes extranjeros que recibían el nombre de metecos. Por otra parte, un tercio de los
ciudadanos eran mujeres, pues su esperanza de vida era casi diez años inferior a los hombres.

Los ciudadanos varones, fuese cual fuese su clase, podían formar parte de la heliaía o conjunto de
jurados de reserva. Estos individuos debían prestar servicio en los tribunales formados para
juzgar las apelaciones presentadas contra las sentencias dictadas por los arcontes y los casos de
los magistrados acusados de delito. Una de las aportaciones más revolucionarias de Solón al
sistema judicial ateniense fue su insistencia en que cualquier ciudadano varón –no sólo la víctima o
los parientes de la víctima- podía presentar una acusación si consideraba que se había cometido
un delito. La justicia, pasó a ser un asunto de la colectividad de ciudadanos varones en general.

El Consejo del Areópago seguía siendo un organismo aristocrático que no sentía la menos empatía
por los problemas de los pobres, eran los únicos funcionarios que no podías ser procesados por
delitos. Ante esto, Solón, creó un contrapeso a esta situación a través del consejo de los
cuatrocientos, formado por cien individuos de cada una de las tribus atenienses. Este organismo
se encargaba de preparar los asuntos que se presentaban en la asamblea. La existencia de este
consejo es evidente poco después de la época de Solón.

Dejó más o menos intactas las leyes sobre el homicidio de Dracón, pero redujo las penas de otros
crímenes y decretó la amnistía para todos aquellos que hubieran sido desterrados por cualquier
otro delito, excepto el homicidio o el intento de instaurar una tiranía. Le preocupaba, también, que
el exceso de poder en manos de las familias fuera en contra del proyecto de construcción del
estado. Por ello, promulgó una ley que permitía a los varones sin hijos dejar herencia de sus bienes
a quien quisiera. Fue el padre de la democracia, pues al abolir el sistema de los hectémoros, la
esclavitud por deuda y al prohibir que los padres vendieran a sus hijos, contribuyó a crear un
campesinado libre que formaría la base de la democracia, además, estableció una distinción entre
libertad y esclavitud que sería fundamental para el concepto ateniense de ciudadanía.

Pisístrato, pariente lejano de Solón, oriundo del norte de Ática, en el 560 a. C, dio un golpe de Comentado [C12]: Reforma.
estado. Los habitantes del Ática estaban divididos en tres facciones, llamadas los de la llanura, Comentado [C13]: Los de la llanura serían,
los de la costa y los de la montaña. Apoyado por los hombres de la montaña, y, también, algunos
aparentemente, los grandes terratenientes.
Los de la costa, eran los pescadores y artesanos
sectores pobres de la población urbana, se apoderó de la Acrópolis y con ella tomó el gobierno. Y los pobres, de las zonas montañosas del Ática, formaban el
grupo de la montaña. Posiblemente los habitantes de la
Luego de ello fue derrocado dos veces, para luego gobernar Atenas durante 10 años hasta que Capital también pertenecían a este grupo.

falleció de muerte natural en el 527 a. C. El sistema de Solón siguió vigente durante la tiranía de Comentado [C14]: Más info en Cap. 5 de Atenas, Pág. 200
y 201
Pisístrato, época en la que Atenas experimentó un crecimiento y desarrollo enorme. Se repartió
el Arcontado entre sus amigos y parientes, mantuvo una fuerza permanente de mercenarios para
uso personal y retuvo como rehenes a los hijos de sus adversarios potenciales. El fortalecimiento
de la economía fue el principal interés de su programa político y puso en marcha muchas iniciativas
de Solón. Se ocupó tanto de la agricultura como del comercio. Proporcionó tierras y préstamos a
los necesitados. Fomentó el cultivo del olivo, y el desarrollo del comercio ateniense, iniciado en el
gobierno de Solón. Gracias a Pisístrato la cerámica llegó más lejos que en tiempos de Solón: hasta
jonia, Chipre y Siria por el este, y hasta España por el oeste. El desarrollo del comercio llevó
aparejada una política exterior ambiciosa. Atenas acuñó sus primeras monedas de plata. Inició un Comentado [C15]: Llamadas Lechuza, por la imagen que
llevan estampada.
ambicioso programa de obras públicas que proporcionaba trabajo a la gente que lo necesitaba con
urgencia, haciendo de Atenas un centro cultural de primer orden. Aumentó la posibilidad de
encontrar trabajo y residencia en la ciudad, incrementando la cantidad de personas que podían
vivir en la capital, y a los que vivían en su periferia se les hizo más fácil votar. Fomentó las artes
y la religión. Instruyó nuevas fiestas.

Hipías, hijo de Pisístrato, gobernó tras la muerte de su padre junto con su hermano Hiparco hasta
que este fue asesinado. Tras esto, el gobierno de los dos aristócratas dio paso a la dictadura
opresiva y paranoica de Hipias que terminó cuatro años más tardes en el 510 a. C. año en que
Atenas se vio obligada a unirse a la Liga del Peloponeso, tras la intervención de Esparta para ayudar
a derrocar a Hipias, hecho que tendría importantes consecuencias en el futuro.

Clístenes, se puso a las masas de su parte al oponerse al proyecto de arrebatar la ciudadanía a Comentado [C16]: Reforma.

todos aquellos antepasados que la hubieran recibido con Solón y Pisístrato. Al darse cuenta que
las rivalidades entre las familias acaudaladas no podían seguir adelante sin que corriera riesgo el
estado, Clístenes decidió reformar la constitución ateniense con el fin de acabar de una vez por
todas con el poder de las familias ricas (menos la suya). Abolió para cualquier uso práctico las
cuatro tribus, creo diez nuevas basadas en un concepto nuevo. Primero dividió el Ática en tres
áreas geográficas, la ciudad, la costa y el interior, correspondientes sólo en parte a las tres
antiguas divisiones de la montaña, la llanura y la costa. A continuación, subdividió cada zona en diez
trittyes o tercios, formadas por unidades ya existentes llamadas demos (aldeas o distritos del
Ática). Cada demo tenía dimensiones distintas –en total eran más de cien-, el número de demos de
cada trittys podía variar. Después, tomo una trittys de cada área geográfica y con las tres formó
una tribu. Para subrayar el debilitamiento de las lealtades familiares en beneficio de las políticas, Comentado [C17]: Cada tribu tenía tres trittyes, una por
cada área, formadas por un número irregular de demos.
en adelante cada individuo debía identificarse por su demótico, es decir, el nombre de su demo,
no por su patrimonio o el nombre del padre. De esta forma, buscaba debilitar la fuerza de los
linajes ilustres en el terreno político.

Sobre la base de las nuevas diez tribus se creó un nuevo organismo, el Consejo de los Quinientos, Comentado [C18]: Boule.

formado por cincuenta miembros elegidos anualmente por sorteo en cada una de las diez tribus.
Reconociendo el principio de representación proporcional, los cincuenta miembros de la Boule se
repartían entre los demos en función de la población de cada uno. El hecho de recurrir al sorteo
para decidir la composición de la Boule de cada año fue un elemento democrático trascendental
del sistema de Clístenes. La Boule sustituyó al viejo Consejo de los Cuatrocientos, asumiendo sus
funciones al encargarse de preparar las cuestiones que debía debatir la ekklesía (asamblea) y
gestionando los asuntos financieros y exteriores. La cifra de 500 miembros era difícil de manejar,
por lo tanto, cada tribu debía ejercer el mando durante una décima parte del año. Durante este
mandato, los 50 consejeros encargados de la presidencia recibían el nombre de prytáneis, y el
término pritanía pasó a designar por un período de tiempo, equivalente más o menos a un mes.
Tanto la presidencia como la secretaria cambiaban día a día.

Los arcontes, por su parte, seguían cumpliendo las mismas obligaciones administrativas, pero se
creó un nuevo colegio de magistrados que acabarían sobrepasando en importancia a aquellos. Se
reorganizó el ejército sobre la base de las diez nuevas tribus, de modo que cada una elegía a un
taxíarchos (comandante de la infantería), un hípparchos (comandante de la caballería), y un
strategós o general en jefe. A diferencia de los arcontes, los strategoí podían ocupar su cargo
consecutivamente tantas veces como quisieran. Con el paso del tiempo, el colegio de estrategos
sería el órgano ejecutivo más prestigioso de Atenas.

Las medidas de Clístenes tuvieron que ser aprobadas en la asamblea, ya que carecía de poderes
extraordinarios como los que tuvo Solón.
Mientras los griegos se esforzaban por crear gobiernos eficaces, un estado rico y poderoso de
carácter completamente distinto estaba formándose en Oriente, donde los persas lograron
unificar el imperio más grande conocido hasta entonces.

Los persas eran un pueblo indoeuropeo al igual que los griegos y procedentes del norte. Persia era Comentado [C19]: Ocuparon el territorio conocido hoy
como Meseta de Irán, rico en recursos naturales como el
gobernada por reyes, la mayoría de carácter hereditario, a excepción de Darío. En 546 a. C., con oro, la plata, cobre, minerales y piedras semipreciosas.
el rey Ciro, conquistaron Lidia y la capital del país Sardes, donde establecieron el principal centro
administrativo de Asia menor. La mayor hazaña de Ciro fue unificar el imperio. Su política fomentó
la prosperidad del imperio y el bienestar de sus habitantes.

En el 521, Darío I se hizo con el poder hasta 486. Creó una estructura administrativa y financiera.
Centralizó el gobierno y trasladó la capital a Persépolis. Facilitó los transportes con fines
comerciales. Fue el primer monarca persa que acuñó monedas de oro y plata. El imperio estaba
dividido en provincias o satrapías. Estaban formadas a veces por pueblos de la misma etnia o
distintos que vivían en una misma región y habían sido conquistados al mismo tiempo. Dentro de
cada satrapía, los funcionarios civiles y militares se repartían el poder: la autoridad civil
suministraba víveres a la militar y está proporcionaba protección. Cada provincia pagaba
obligatoriamente tributo al rey. Para evitar las sublevaciones en los distintos puntos existía un
sistema de espías. El poder supremo estaba en manos del monarca. En su calidad de general en
jefe, defendía a sus súbditos de los intrusos y, en compensación, éstos le pagaban impuestos, le
hacían regalos y le rendían tributo. Las ganancias del rey eran almacenadas en el tesoro real y
buena parte de ella eran usadas para proyectos arquitectónicos monumentales. El grado de
explotación de los súbditos era enorme y se llevaba a cabo mediante el sistema tributario de
trabajos forzados y del servicio militar obligatorio. El rey ejercía una autoridad absoluta y tenía
poder de vida o muerte sobre sus súbditos. Comentado [C20]: La sublevación de Jonia.

En 499 a. C. estalló una revuelta entre los griegos de Jonia. La cual terminó con una gran derrota Comentado [C21]: Aumentaron los impuestos cuando las
ciudades griegas pasaron del imperio lidio al persa y a los
naval en 494 a. C. y la moral de los griegos quedó por el piso. Mileto fue derrotada, sus mujeres y griegos les disgustó mucho el sistema de tiranos títeres
niños esclavizados, y los varones deportados a la desembocadura del Tigris. La capital del imperio establecido por los sátrapas.

persa en Occidente, Sardes, fue incendiada en el curso de la sublevación, no se sabe si Comentado [C22]: Los dos símbolos de sumisión que
significaban el reconocimiento de la supremacía del Gran
accidentalmente o a propósito. Darío no estaba dispuesto a olvidar el incendio de Sardes, pero los Rey por tierra y mar.
griegos tampoco olvidarían la destrucción de Mileto, que había sido una de las ciudades más cultas Comentado [C23]: La ambición de Aristágoras, tirano de
del mundo griego. Mileto, fue el principal motor para que estalle la revolución,
ya que tras su plan de anexionarse Naxos, convenció a los
En su deseo de vengarse, Darío, envió a Occidente a su yerno al frente de un gran ejército. Este, persas de que se unieran a él con el fin de someter el
archipiélago de las Cícladas y quizá de pasar a la Grecia
logró restablecer el prestigio de Persia en el norte de Grecia, conquistando Tracia, Tasos y continental. Al fracasar su plan, Aristágoras, consciente del
Macedonia, pero tras naufragar cerca del monte Atos, se vieron obligados a regresar. Ante la
descontento de los jonios, decidió probar fortuna en sentido
contrario y unirse a la revuelta. Pág. 212.
noticia, Darío, envió nuevamente otra expedición, con la intención de cruzar directamente el Egeo, Comentado [C24]: Se mostró más receptiva a los planes
evitando las traicioneras montañas del norte. Los griegos, sabiendo el destino de Mileto, de Aristágoras y le prestaron nueve naves. Su interés se
accedieron a las pretensiones del rey persa que exigía tierra y agua. A pesar de que varios estados basaba en la inquietud que les provocaba la relación
existente entre los persas e Hipias, que había logrado llegar a
claudicaron ante la presión, Esparta y Atenas mantuvieron su posición. Persia, y sus temores de que el antiguo tirano planeara
regresar con el apoyo de los persas no era infundado.
Darío buscaba castigar a Atenas por el papel que habían desempeñado en la rebelión de Jonia. En Además, el libre acceso al trigo y los demás recursos del mar
Negro era fundamental para los atenienses y merecían
490, su flota llegó a Grecia, incendiando, en su camino, la ciudad y los templos de Naxos, protección.
deportando a los cautivos. Al llegar a Eretria, recordando el incendia de Sardes, incendiaron sus
templos y deportaron a toda la población. Desde Eretria, pasaron a Maratón, en el norte del Ática.
La asamblea, voto mandar tropas a Maratón.

En batalla, los atenienses eran muy inferiores numéricamente a sus adversarios. Los persas
disponían de fuerzas más versátiles, con caballería, arqueros y tiradores, pero los atenienses
tenían formaciones hoplitas, que disponían de un armamento más pesado, aunque carecían de un de
un general en jefe, ya que todas las decisiones la tomaban los estrategos deliberando de forma
colegiada. Las demoras y las indecisiones en las tomas de decisión, ponían a toda Grecia en peligro
de ser invadida. El estratego Milcíades, pariente lejano de Pisístrato, desempeñó un importante
papel en la salvación de Grecia. Este, capitaneó la victoria de los griegos sobre Darío, convenciendo
a los polémarchos Calímaco y a algunos otros generales de que le permitieran dirigir la estrategia
ateniense. Los persas no pudieron resistir la disciplina de los hoplitas que combatían en defensa
de su libertad.

Jerjes, hijo y sucesor de Darío, en 484 a. C. mandó a construir navíos en todos los puertos del Comentado [C25]: En el 486 a. C. cayó enfermo y murió.
imperio persa, desde Egipto al mar Negro. Por la misma época, los atenienses que trabajaban en
las minas de plata de Laurion, en el sudeste del Ática, encontraron plata en abundancia por lo que
mandaron a construir naves con la riqueza que esta les dejó. Gracias a la construcción de esas Comentado [C26]: Tirremes: un tipo de buque ligero,
rápido y muy manejable, provisto de tres filas de remos. Era
naves, derrotaron a los persas, lo que aumentó el prestigio y el poderío de la marina ateniense. 9 veces más larga que ancha y llevaba una tripulación de 170
remeros.
En 481 a. C. Atenas y la Liga del Peloponeso, convocaron conjuntamente en Corinto a un congreso
de delegados para organizar la defensa de Grecia. Los 31 estados que estaban decididos a ofrecer
resistencia a los persas son conocimos como la Liga Helénica.

Leónidas llevó a las Termópilas a siete mil hombres, fuerzas bastante escasas. Este contingente Comentado [C27]: Batalla de las Termópilas.
se encargó de defender el camino oculto que iba por la cima de las montañas, por si Jerjes tenía
la suerte de descubrirlo. Un griego traidor le reveló la existencia del camino y condujo hasta él a
uno de los generales de Jerjes, junto con las tropas de choque que recibían el nombre de los
inmortales. Leónidas, despachó el grueso de sus tropas, guardando al mayor número posible de
soldados para futuras batallas, pero infringiendo de todas formas daños al enemigo y
entretenimiento. Esta operación, permitió ganar tiempo. El cadáver de Leónidas fue decapitado y
colgado en una cruz.

La victoria de las Termópilas abrió el camino hacia el centro de Grecia a los persas, cuya confianza Comentado [C28]: La batalla de Salamina.

se fortaleció al saber que habían matado a un rey de Esparta. Rápidamente trasladaron sus fuerzas
terrestres hasta Atenas. Desde Salamina, situada justo enfrente de la costa occidental del Ática,
donde las dos armadas habían tomado posiciones, los atenienses pudieron contemplar con toda
facilidad el humo producido por el incendio de la Acrópolis y los que pensaron que las
fortificaciones de dicha colina eran un muro se vieron obligados a admitir su error. Jerjes fue
engañado e inducido a entrar en acción, lo que fue una locura. Los griegos sacaron el mayor
provecho de sus naves y superaron a los navíos persas. Jerjes se retiró con su armada a Persia
Cap. 6. Las Rivalidades de las Ciudades-Estado Griegas y el Desarrollo de la Democracia Ateniense.

La lucha por evitar la conquista de Grecia por parte de Persia dio lugar a un profundo sentido de
identidad helénica. Intentaron evitar una tercera invasión, numerosos estados griegos formaron
una alianza, la Liga de Delos, capitaneada por Atenas, cuyo poderío naval había sido fundamental
para ganar la guerra. Los atenienses controlaban el tesoro de la Liga, lo que generó un aumento en
la riqueza la ciudad. Además, que los ciudadanos de la clase humilde trabajaran como remeros en Comentado [C1]: Permitió pagar al estado la prestación de
servicios públicos, como por ej. El desempeño de la función
la armada contribuyó a que a los ricos les resultara cada vez más difícil mantener el monopolio del de jurado en los tribunales de justicia, incrementando el
poder político que tradicionalmente habían detentado. En consecuencia, las reformas democráticas número de individuos que podían darse el lujo de participar
en el gobierno.
echaron por tierra la ventaja de la que disfrutaban los aristócratas acaudalados en el terreno
político, aunque no se modificó en nada el papel de la mujer y los esclavos. Tras la derrota de
Jerjes, Atenas se convirtió en un centro cultural de primer orden y recibía varios visitantes. Los
dioses obtuvieron grandes ofrendas por liberarlos de los persas.

En 477, los representantes de Atenas y de varias docenas de estados se reunieron en Delos y Comentado [C2]: La Liga de Delos.

prestaron un juramento que los vinculaba a una organización destinada a combatir a los persas. Los
estados miembros firmaron un tratado que los vinculaba a suministrar anualmente barcos o dinero Comentado [C3]: Probablemente conformado por unas
150 polis.
para realizar hostigamiento contra Persia, y al mismo tiempo respetar la autonomía interna de las
distintas polis de la alianza. La política a seguir debía ser tratada por la asamblea de la Liga (en la
que cada polis tenía un voto, independientemente de su tamaño). Su ejecución correspondía a un
alto mando ateniense, encargado además de controlar el tesoro. Todos los estados juraron tener Comentado [C4]: Quedando el mando desde el primer
momento en manos de Atenas.
los mismos amigos y enemigos. Además, la asociación se formó con la intención de que tuviera
carácter permanente. Su objetivo era poner freno al poderío persa, conseguir botín como
compensación por los daños sufridos durante la guerra, y la venganza. Arístides, fue el encargado
de determinar la contribución que, según sus posibilidades, debía realizar cada estado al tesoro
de la Liga. Los fondos estaban a cargo de 10 magistrados atenienses llamados hellenatomíai
(tesoreros de los griegos). Durante más de un cuarto de siglo la Liga combatió contra Persia, los
expulsó de Europa y les impidió establecer bases navales en Jonia.

Pericles, sería el político más destacado de Atenas desde el año 461, hasta su muerte en 429,
siendo elegido repetidamente para el colegio de los diez estrategos. Protagonizó el diseño de la
política ateniense a lo largo de la década durante la cual Atenas decidió hacer la guerra al imperio
persa y a la Liga del Peloponeso. El período comprendido entre 460 y 455 a. C, se llama a veces
Primera Guerra del Peloponeso, una confrontación no declarada entre las ligas atenienses y
espartanas, que, en realidad, consistió en una serie de batallas separadas a menudo por largos
intervalos de paz. Entre el 431 a 404, habría sido la Segunda Guerra del Peloponeso.

Pericles fue el espíritu guía del imperialismo ateniense. Ejerció una importante influencia sobre la Comentado [C5]: Las reformas de Pericles.

ekklesía, asamblea, que durante el siglo V a. C, celebraba sus reuniones al aire libre, que
determinaba la política apoyándose para ello en la gran cantidad de ciudadanos que eran elegidos
para actuar como jueces jurados de la heliaía. Pericles, demostró sus habilidades a la hora de
diseñar políticas y convencer a los miembros de la ekklesía de que convirtieran sus propuestas en
leyes. La asamblea, necesitaba unos seis mil ciudadanos para dar el quórum ante la toma de
decisiones importantes, como, por ejemplo, el ostracismo. En tiempos de Pericles, esa cantidad Comentado [C6]: En la Grecia antigua, destierro a que
se condenaba a los ciudadanos que se consideraban
correspondía a una octava parte de los ciudadanos adultos del Ática, más tarde, entre el 431 y el sospechosos o peligrosos para la ciudad
404 a. C, el quórum de los seis mil ciudadanos equivaldría seguramente a una proporción mayor de
la población. Durante la primera mitad del siglo V, todos los hijos de padre o madre ateniense eran
inscritos en su demos como ciudadanos a la edad de 18 años, pero en 451 Pericles convenció a los
atenienses de que limitaran la ciudadanía a quienes fueran hijos de padre y de madre ateniense. Comentado [C7]: Esta medida atentaba contra la
aristocracia, de la que pretendía hacer blanco a los
Las consecuencias de esta legislación serían muy amplias. En todo Grecia, los obstáculos a los ciudadanos acaudalados que establecía alianzas
matrimoniales con familias nobles de otros estados.
matrimonios entre ciudadanos y extranjeros intensificarían las tendencias patriotas de la polis.
La insistencia en que la gente contrajera matrimonio con ciudadanos de su propio estado supuso la
eliminación de una importante fuente de parentesco entre las polis y el fomento de un sentido de
pertenencia a mundos distintos que a menudo daría lugar a guerras. También empezaron los
problemas sociales en la polis, al ver limitada la elección de conyugues a las mujeres atenienses,
los hombres casados de Atenas dieron lugar con frecuencia a graves tensiones domesticas
manteniendo relaciones sexuales con extranjeras, con las que no podían contraer matrimonio si
deseaban tener hijos y nietos que conservaran sus derechos de ciudadanía.

Solo los prytáneis, los 50 miembros de la boulé a los que les correspondía presidir al estado cada
mes, tenían el privilegio de convocar la asamblea de los ciudadanos, aunque a veces lo hacían a
instancias de los estrategos. No podía presentarse a la asamblea ninguna moción que no hubiera
sido discutida antes por la boulé y hubiera sido anunciada al menos cinco días antes de la sesión,
pero esta restricción no implicaba que sólo los miembros del consejo pudieran hacer los consejos Comentado [C8]: A veces, las mociones de la boulé eran
redactadas deliberadamente de una forma tan vaga que
de ley. Los generales tenían el privilegio de hablar primero, por orden de edad, entre los resultaba inevitable que cualquier ciudadano particular la
particulares, los mayores de 50 años tenían preferencia sobre los más jóvenes. Los oradores modificara en plena asamblea. A menudo, las enmiendas
acababan significando una revisión total del anteproyecto.
debían estar preparados por si eran interrumpidos. Concluido al debate, se procedía a votar a mano
alzada.

El consejo de los 10 al que pertenecía Pericles no era más que uno de los múltiples organismos
creados por los atenienses. En la Atenas clásica había unos 600 cargos oficiales, la mayor parte
de los cuales, eran colegiados y tenían un año de duración. Los arcontes eran designados por sorteo.

Los atenienses no tenían un poder ejecutivo supremo, la soberanía residía en el pueblo. En tiempo
de Pericles comenzaron a llamar a su forma de gobierno demokratía, esto es, un gobierno en el que
el krátos (poder) estaba en mano del demos (pueblo), término con el que designaban al conjunto
de ciudadanos varones en su capacidad de electores de la asamblea, y de jueces jurados en los
tribunales de justicia. El gran número de jueces, facilitaba la ficción legal de que la decisión de un
jurado era la decisión del demos, y por lo tanto la sentencia de un tribunal ateniense era inapelable.
La participación de grandes cantidades de ciudadanos en el sistema judicial era considerada uno
de las marcas de distinción de la democracia ateniense. Pericles estableció que debía pagarse una
compensación por actuar como juez en un jurado. Era una pequeña cantidad, equivalente al jornal
de un trabajador medio, lo que a su vez lo favoreció en las elecciones. Con el tiempo, la boulé
empezó a tener miembros pagos, e incluso se pagaba la asistencia de la asamblea. Este hecho se
veía como algo repudiable. Los ciudadanos ricos siguieron teniendo privilegios pese a las reformas
constitucionales y a las innovaciones destinadas a maximizar la participación de los ciudadanos en
la vida pública.
Julián Gallego. La democracia en tiempos de tragedia.

La emergencia del pueblo como sujeto político: Un contrato social, se rompe por antagonismo entre
la política y la guerra. Aristóteles percibió que la raíz del problema estaba en la división del cuerpo
político y la lucha civil. El advenimiento de una revolución resulta en verdad un proceso aleatorio
que muestra que el control estatal y el lazo comunitario inherentes a todo pacto no son
exhaustivos. La emergencia de un acontecimiento político es un modo singular de aparición en el
campo social de algo que no se deduce de los antecedentes, puesto que es la presentación de una
novedad radical, algo indiscernible respecto de las condiciones de la situación histórica en la que
se hace su aparición. Una vez producida esta irrupción puede generar efectos nuevos
impredecibles e incalculables que suplementan la situación.

Las reformas de Efialtes son un acontecimiento político de este tipo, y debemos suponer que su Comentado [C1]: Pomeroy Cap. 6, Pág. 240 y 241.
realización supuso el desarrollo de un descomunal conflicto que no se detuvo ni aún después de la
promulgación de sus medidas. Efialtes fue asesinado en 461-460 por haber osado reducir las
prerrogativas del Areópago, consejo aristocrático al que se liga el aura de un terror sagrado.
Algunos historiadores piensan que este hecho fue el comienzo de la democracia ateniense, porque
a raíz del mismo adquiere vigencia la soberanía popular que conduce a lo que ha de llamarse la
democracia radical. Se ha hablado incluso de una revolución ateniense, puesto que desde las
reformas de efialtes la asamblea adquirió un poder y una libertad de acción muy palpables,
transformándose en el cuerpo gubernamental soberano que colocaba al pueblo ante la posibilidad
cierta de utilizar el espacio público y abierto implicado en ella. Efialtes, creo la democracia, tras
su acto, ya que una vez desplazado el consejo del Areópago otorgó poderes plenos a la ekklesía, la
boulé y los dikastéria. También, hubo un re-comienzo, porque las medidas que tomó, hizo que el
pueblo recupere el comienzo de la democracia diseñada por Clístenes, una ruptura que estableció Comentado [C2]: Clístenes no creó la democracia, sino las
condiciones que iban a permitir el nacimiento de la
una afectiva participación igualitaria. democracia. Reformó la constitución y puso las bases
estructurales.
Lo importante aquí, es la actuación de Efialtes, el marco histórico previo y sus consecuencias.
Clístenes estableció las bases organizativo-territoriales que luego se tomarían para la instauración
de la democracia. Las medidas tomadas por Clístenes y sus consecuencias abarcan tanto el plano
político como legal (igualdad de los ciudadanos ante la ley, en la participación y en el uso de la
palabra en las instancias en que se toman decisiones), como el espacial, ya que produce alteraciones
en el orden de las comunidades locales y en el parentesco, afirmando la unidad del cuerpo cívico
pero manteniendo la dispersión de las aldeas rurales y la circunscripciones urbanas para
resignificarlas como especie de póleis en microcosmos que comienzan a actuar como órganos
políticos del gobierno central. Todo esto supone la quita de una cuota importante del poder que la
aristocracia detentaba sobre la base del gentilicio: desde entonces la filiación ya no se hará según
el gentilicio sino a través de los demos y las fratrías. En tanto, las instituciones locales adquieren
peso, y con ello la población campesina, buscar apoyos políticos allí será una de las labores de los
aristócratas que deseen realizar carrera política. Como consecuencia de esto se percibe el
desarrollo de formas de clientelismo basadas en los vínculos propios de las aldeas rurales y las
necesidades del campesinado. El patronazgo sobre las masas rurales que los líderes como Cimón
entretejían en el ámbito local del vecindario permitía articular lazos de solidaridad e integración
vertical con los campesinos. Así, la distribución de bienes y servicios a favor de estos dentro de
la aldea estaría guiada por la necesidad aristocrática de lograr el apoyo político de los demótai en
el vecindario para desarrollar una carrera política en el ámbito central.

Ahora bien, la distinción entre bases estructurales de la democracia y la democracia misma implica
un desdoblamiento que alude a la organización de un sistema político y a la emergencia de una
práctica política capaz de utilizar el sistema ya instaurado en pos de una soberanía popular
efectiva. Efialtes, radicalizaría las consecuencias de la intervención de Clístenes para desarrollar
una estrategia que asigne al pueblo el poder real. Atacará al consejo del Areópago, que después
de las guerras medicas había cobrado prestigio y se había convertido en guardián de la
constitución, recuperando un papel que ya habría ejercido antes. La situación posterior a las
reformas de Clístenes se había estabilizado, y a partir de esto el estado de las cosas resultaba
hegemonizado por las familias nobles tanto al nivel local, mediante las relaciones clientelísticas,
como en el plano central, a través de una institución que se adjudicaba la capacidad de tener la
última palabra sobre las decisiones, los decretos y las leyes de la ciudad. Pero a partir de la
actuación de Efialtes, el Areópago sólo ejercerá funciones judiciales, mientras que la asamblea, el
consejo y los tribunales cobraran impulso, efectivizándose en forma práctica los principios del
poder popular.

Pericles, desarrollará una forma de desplazar el patronazgo y la autoridad de líderes como Cimón.
Pericles dio un salto de lo local a lo central en materia liderazgo, desarrollando una especie de
patronazgo público y estatal que terminará favoreciendo al pueblo urbano, mientras que el antiguo Comentado [C3]: Principalmente a los thetes.
patronazgo rural pierde peso en relación con esta nueva forma. Si bien Pericles comienza
asentando su política en el ámbito urbano, en el recorrido irá cambiando hacia lo rural.

Aristóteles, tenía una visión acerca de las primeras décadas del siglo V, cuando el areópago tenía
en sus manos el dominio de la situación política y el poder se asentaba en una relación equilibrada
entre las masas rurales y los buenos líderes que ejercían los cargos y las magistraturas. Considera
esta etapa como la mejor, como democracia rural, debido a la moderación que la caracteriza, ya
que el pueblo se encarga de sus asuntos y deja a los mejores frente al manejo de la ciudad.
Considera a la democracia de Efialtes y Pericles, como la democracia de los demagogos. La falta
de moderación, la radicalidad, es lo que caracteriza a este régimen político, dado que las leyes no
ocupan el lugar central sino los decretos del pueblo. Bajo esta perspectiva postula una diferencia
entre el pueblo campesino y los grupos populares no rurales. Una de las formas en que esto aparece
es la oposición entre el dominio de los mares y el cuidado de los campos. Según la crítica, los
atenienses se comportan como los dueños del mar, pero sus condiciones no son favorables, ya que
no son capaces de defender sus tierras de las devastaciones e invasiones de los enemigos. Como
consecuencia, los labradores y los ricos se encuentran en riego de los ataques enemigos mientras
que el pueblo sabe que nada de lo suyo va a ser arrasado. Lo mismo ocurre cuando se trata de
decidir sobre los gastos públicos, mientras que a los pobres les parece bien botar naves, a los ricos
y a los campesinos todo lo contrario.
La existencia del ciudadano se desarrollaba a dos niveles: como demótes en el plano local dentro
de los demoi y como polítes en el plano centrar dentro de las instituciones de la polis. En la
configuración ideológica, el desplazamiento aludido llevará a que demótes vaya paulatinamente
asociándose con ágroikos, que se convierte en mote peyorativo que denota rusticidad y vulgaridad,
mientras que la idea de polítes va a terminar ligándose con la de asteíos, en virtud de lo cual
adquirirá una valoración positiva connotando desde entonces urbanidad, inteligencia, refinamiento.
Estos valores, se delimitan dentro de los grupos dominantes, cuyos modos de vida social poco
tienen que ver con las penurias de los campesinos y los pobres urbanos. También, se introduce una
división en la comunidad cívica no sólo la inclusión de los ciudadanos en diferentes clases que estado
contabiliza y agrupa en la bipolaridad ricos-pobres, sino de acuerdo con dos sectores del pueblo
que en este caso parecer contraponerse: campesinos y urbanos pobres. La división, entonces,
parece darse dentro de las masas populares según su rol como demótai (masas rurales) o como
polítai (masas urbanas). Mientras que aquellos se asocian a los hoplitas, estos, en cambio, se asocian
al desarrollo de la flota. Aunque esta distinción puede resultar engañosa, ya que los zeugítai y los
thetes lograron hallar formas de establecer empresas y aspiraciones comunes. Esta confluencia
entre ambos sectores hizo posible que, ideológicamente hablando, los thetes sin tierras, en un
sentido político, más que militar, se convirtieran en hoplitas, no a lo inverso.

Hasta el año 431, cuando comienza la guerra del Peloponeso, la mayor parte de la población seguía
viviendo en el campo, y, a pesar de los estragos y penurias que suele causar la guerra entre los
labradores, al final de la misma éstos seguían siendo mayoría dentro del cuerpo cívico, ya que solo
una quinta parte de la población poseía tierras. Desde un punto de vista estrictamente político,
por otra parte, no es la división entre ciudad y campo la que marca la resolución de la ekklesía.
Ciertamente la asamblea funcionaba como una instancia singular en que tanto los sectores urbanos
cuanto a los grupos rurales de la ciudadanía podían ejercer libremente sus derechos. Los
campesinos aceptaron la estrategia de Pericles que los incluía.

La reforma de Efialtes, marcó un antes y un después tanto en relación con el ejercicio real del
poder político como con respecto a las instituciones en las que el mismo se desenvuelve y los
sectores capacitados para participar en ellas. Nuevas formas de liderazgo aparecen a la vez que Comentado [C4]: La sustitución de los líderes por los
demagogos, por un lado, y la distinción entre el pueblo
se esbozan tendencias que configuran de modo más claro a determinados grupos políticos-sociales. urbano y campesino.
Entre 462-404 incluye una serie de factores, ligados a la presencia del pueblo como sujeto político
que configura a la democracia no solo como una forma de gobierno con sus bases estructurales
sino sobre una práctica de política subjetiva, esto es, una voluntad general de poder, que si bien
funciona a partir de mecanismos institucionales reglamentos no se agota en ellos, pues la asamblea
resulta en este sentido una magistratura indeterminada. El problema que se presenta es el de la
delimitación temporal de este ciclo en el que la política es un atributo del pueblo.

Los acontecimientos que marcan el período de vigencia de esta soberanía popular tienen sus límites
cronológicos en torno a las reformas de Efialtes con respecto al consejo del Areópago. Sus
medidas de 462/61 inauguran el ciclo en que adquiere vigencia efectiva el modo radical de la
política democrática y abren camino para el despliegue de la potestad asamblearia: el líder popular
ataca al consejo en pos de anular dichas prerrogativas quitándoles a los aristócratas el poder real
y llevando el poder a todo el demos. En el año 404 la democracia sufre una nueva interrupción. Una
de las primeras medidas por los lideres oligárquicos es dejar sin efecto las reformas de Efialtes.
El restablecimiento de la democracia en 403 conlleva la aceptación de un decreto por el cual el
consejo vuelve a aparecer como garante de las leyes.

La democracia radical se desarrolla durante el lapso de 462-404. A partir de 403 el gobierno


ateniense toma una forma más moderna. El aspecto más relevante de este cambio es la limitación
de los poderes a la ekklesía y la paralela instauración de comisiones de nomothétai que toman en
sus manos un conjunto de funciones que hasta entonces habían estado en mano de la asamblea.
Esto produce mutaciones, tales como, las revisiones de las leyes, la profesionalización de la política
son la separación entre las funciones de los rhétores y los strategoí que hasta entonces iban
juntas, la aparición de la figura del orador como político especializado, la aplicación sistemática de
la graphé paranómon a través de la dikastéria encargados de velar la armonía constitucional, el
control más exhaustivo de las leyes sancionadas. Todo esto término privando a la asamblea de los
amplios poderes políticos y legislativos que detentaba durante la segunda mitad del siglo V.

La lección aristotélica de las reformas de Efialtes: Aristóteles es la fuente principal para el tema
planteado. En su obra La Política cuestiona la reforma, introduciendo el asunto de la
preponderancia del pueblo y sus malos dirigentes a partir de las reformas de Efialtes. Si de modo
manifiesto crítica el hecho de que los tribunales adquieran más poder que el resto de las
magistraturas, expresamente las nuevas circunstancias deben asociarse con la mayor fuerza
adquirida por el pueblo, que va a acaparar las atribuciones que antes detentaba el consejo del
Areópago. Para la mirada aristotélica este evento conlleva un cambio constitucional que altera el
equilibrio de fuerzas vigentes, mostrando que el orden es una resolución transitoria del conflicto
político subyacente. Su crítica radica es que habilita la actuación política de malos líderes y de un
pueblo que no es el mejor posible.

Más allá de las críticas del filósofo, el aspecto más importante de estos cambios consiste en la
emergencia de un poder nuevo a través de una institución que hasta ese momento no había conocido
el peso que tendría durante la segunda mitad del siglo V. Nos referimos a la asamblea como la
instancia que coloca el poder efectivo en el pueblo, pues el acontecimiento de la democracia hallará
en este procedimiento la posibilidad de articular la verdadera voluntad general del pueblo. La
reunión de los ciudadanos para tomar decisiones sería la garantía efectiva de la democracia
directa. En principio, las nuevas circunstancias se explicarían por el desempeño de los líderes
capaces de imponer unos cambios que radicalizan la situación democrática y por la opción que hace
el pueblo en favor de estos lideres
El advenimiento de una revolución, resulta un suceso aleatorio que muestra que el control
Estatal y el lazo comunitario inherentes a todo pacto social no son exhaustivos. Esto quiere
decir que la emergencia de un hecho político es un modo singular de aparición en el campo
social de algo que no se deduce de los antecedentes.
Un acontecimiento político de este tipo son las reformas de Efialtes. En este sentido se
puede entender un descomunal conflicto que no se detuvo tras su aplicación. Encontrando
la muerte del mismo Efialtes, por reducir los derechos del Areópago.
Muchos hacen coincidir este suceso con la emergencia plena de la democracia ateniense,
la llamada democracia radical. Estás también fueron llamadas como la revolución ateniense,
dado que desde las mismas, la asamblea adquirió un poder y una libertad de acción muy
palpables.
Implicando que el pueblo tenga la posibilidad de usar el espacio público y abierto implicado
en ella. También se considera a Efialtes como padre de la democracia, dado que otorgó
poderes plenos a la Ekklesia, Boulé y Dikusteria.
Se considera un recomienzo porque las medidas de este, fueron las herederas de la
democracia diseñada por Clístenes.
Este nacimiento de la democracia contiene una doble ruptura.
Clístenes no había establecido la democracia misma, sino las bases de organización
territorial que serían tomadas por la instauración de la democracia. Se entiende, que solo
las consecuencias en el plano político-legal, lo conducen a ser el antecesor de Efialtes. Esto
resulta de la organización de comunidades locales y rurales, que en conjunción con las
urbanas las resignifica como poleis, que comienzan a actuar como órganos políticos del
gobierno central. Esto marca la quita de un porcentaje del poder aristocrático.
Se marca entonces la distinción entre las bases estructurales de la democracia, y la
democracia en sí. Efialtes radicaliza las consecuencias de la intervención de Clístenes, y
actúa en nombre de este último. Para esto ataca el consejo del Areópago, que luego de las
Guerras Médicas había cobrado prestigio y se convirtió en el guardián de la constitución.
Efialtes condena, al consejo del areópago a ejercer funciones judiciales. Dejando a la
Asamblea, el Consejo y los Tribunales el resto de las decisiones y ejerciendo el principio del
poder popular.
Pericles terminará desplazando el patronazgo y la autoridad de líderes como Cimón. El
resultado fue el cambio de políticas, haciéndote pericles de un salto de lo local a lo central
en el liderazgo, generando un otro ganado público y estatal que favorecerá al pueblo
urbano.
La política de Temístocles, en un contexto de guerra contra los persas y la constitución de la
Liga Délico-Ática donde el poder militar fue fundamental, fueron las bases para la acción de
Efialtes y Pericles.
Aristóteles declara, acerca del gobierno bajo el poder del Areópago, puede una situación de
equilibrio entre las masas rurales y los buenos líderes. Consideró a esta etapa como el
primer tipo de democracia, lo mejor de ellas por su moderación.
Esto se contrasta con la democracia de Efialtes y Pericles, a quienes llamaba demagogos.
La falta de moderación es argumentada, dado que en este régimen político tenía más peso
a los decretos del pueblo, que las leyes.
Bajo esta perspectiva es Claro que se está postulando una división entre el pueblo
campesino y los grupos no rurales, pero populares.
Esto se plasma en la posición que toman unos y otros con respecto al mar, donde muchos
declaran que son dueños de los mismos, pero otros aclaran que esto no debería darse,
pues se costea con los fondos que deberían proteger los campos.
Lo mismo demuestra aristófanes cuando sucede la oposición entre gastar en hacer naves o
no. Haberse decidido por la primera, marca la caída de los campos del ática por los ejércitos
enemigos, resultando el abandono de los campos en masa.
Aristófanes enaltece a los valores y costumbres antiguas, junto a los líderes de antaño.
Sucede el ataque a los sofistas y a la afeminada vida urbana.
La polarización nunca estuvo tan clara, el campesinado que había sido el eje organizativo
político y social ateniense, deja entonces de ser el elemento más importante. Los nuevos
líderes obtienen el poder con un elemento urbano.
Pero esa nostalgia de Aristófanes tiene que ver con la democracia de Solón, el predominio
del Areópago y todas las costumbres por ellos practicadas.
La contradicción señalada entre urbano y rural se traduce también en una división de la
comunidad cívica no sólo según la inclusión de los ciudadanos en diferentes clases que el
estado contabiliza y agrupa en ricos y pobres.
Entonces se divide a la masa rural como ​Demotai, ​y a la población urbana como ​Politai.
Pero esta polarización es un tanto intangible, dado que las empresas en común dan a
entender una asociación. Además que hasta el año 341, cuando comienza la guerra del
Peloponeso, la mayor parte de la población seguía siendo campesina, y aunque existe un
movimiento urbanístico, estos siguieron preponderando luego del conflicto. Otro de los
rasgos es que esta división no marca la resolución de los conflictos en la Ekklesia. Dado
que unos y otros podrían seguir ejerciendo sus derechos con plenas libertades.
Si el campesinado no hubiera aceptado la política de Pericles, es inentendible el éxito de
sus acciones, dado que seguían siendo mayoría.
La nueva forma de liderazgo, de naturaleza demagoga, aparecen de un modo más claro en
determinados grupos políticos.
Pero hasta el 462-402 esta tendencia no fue tan marcada. Ya que aquí aparece la presencia
del pueblo como sujeto político que configura la democracia no sólo como una forma de
gobierno con sus bases estructurales, sino como una práctica política subjetiva, una
voluntad general de poder, que si bien funciona a partir de un mecanismo institucional
reglamentado no se agota en ellos, dado que la asamblea resuelve más allá de sus
delimitaciones. El periodo de 60 años, marca la vigencia de la soberanía popular con sus
evidentes límites cronológicos.
En el año 462 efialtes quita la mayor parte de los derechos al consejo de areópago,
comenzando así la democracia radical. Pero en el año 404 la democracia sufre una nueva
interrupción, cuando es vulnerada por nuevos líderes oligárquicos que dejan sin efecto las
leyes del estadista.
Al año siguiente se reactiva por decreto el consejo, que vuelve a aparecer como garante de
la restaurada democracia.
El ciclo radical queda clausurado. Esta vida claro con la limitación de los poderes de la
Ekklesia, una mutación como la revisión de las leyes, y la separación estamental de las
funciones de ​rhetores ​y ​strategoi ​que anteriormente se educaban juntos.
Esto marca el paso fundamental de la soberanía popular a la soberanía de la ley.

Aristóteles sobre Efialtes.


Aristóteles es la fuente principal para el tema planteado, esto se da en su libro La Política.
Este critica el hecho de que los tribunales adquieran más poder que el resto de las
magistraturas, aludiendo a que la transformación radical conlleva un cambio que altera el
equilibrio de las fuerzas vigentes.
Establece la emergencia de un poder nuevo a través de una institución que hasta ese
momento no había conocido el peso que tendría durante la segunda mitad del siglo V.
Claramente haciendo referencia a la asamblea como instancia del poder efectivo del pueblo.
Los integrantes de los tribunales serán seleccionados por sorteo lo cual daba el pueblo la
posibilidad de actuar en política.
Efialtes y Pericles connotan un claro intento de pensar cómo se produjo el trastocamiento
de la circunstancia vigentes.
Aristóteles caracteriza como corrupción del gobierno de los virtuosos que es la condición
principal de la Democracia antigua.
El pueblo pasa a ocupar un lugar político fundamental, por el rol militar fundamental que
desempeña en la flota ateniense contra los persas. El filósofo Marca a este advenimiento
como la causa de la destrucción de la democracia en sí, ya que la democracia extrema le
entiende como tiranía.
Finley. Los griegos de la antigüedad.

La Grecia arcaica.

Durante el período arcaico, y casi hasta el final la poesía era la única forma escrita de información.
Los tres siglos que duró la Edad arcaica se caracterizaron por una enorme evolución llena de
considerables diferencias. En las zonas más avanzadas de la Grecia continental y de la costa del
Asia Menor, lo mismo que en las islas del Egeo, había ya por entonces gran número de comunidades
establecidas, cosa que no se dio en otro lugar del mundo, pero que era aún rudimentaria e
incompleta con respecto a la ciudad enteramente desarrolla, a la ciudad-estado que había de venir.
Es significativo, que cuando se volvió a edificar en gran escala, surgiese primero el templo, y
después, ciudades amuradas, no el palacio. Aquellas comunidades arcaicas eran pequeñas,
alrededor de mil habitantes, e independientes (a menos que se las sometiera por conquista). La
geografía explica en parte tal fragmentación. Casi todo el terreno presenta montañas y exiguos
llano o valles que arrinconan a los pobladores y los aíslas uno de otros. La comunicación por tierra,
en algunos casos era cómoda y, a menudo, casi imposible.

Pero la geografía no puede explicar por qué Atenas, por ej., logró suprimir aquella tendencia
dispersiva y reunió a la mayoría de los pobladores del Ática, mientras que, en cambio, Tebas
fracasó en sus intentos de conseguir lo mismo en el vecino y no mucho mayor estado de Beocia,
por lo que allí perduraron 12 ciudades-estados separadas; porque Amorgos tuvo tres ciudades-
estados distintas durante todo la edad clásica; o por qué, sobre todo, llevaron los griegos su modo
de vivir en pequeñas comunidades a regiones como Sicilia y el sur de Italia, en las que la geografía
y la propia preservación deberían haberles aconsejado una mayor unidad política.

El aspecto más llamativo de la desigualdad en el grado de desarrollo fue el de la urbanización. El


hombre del Mediterráneo parece haber preferido agruparse siempre en ciudades, villas o pueblos,
con una ciudadela fortificada o un conjunto de palacios como centro, a estar en el campo en forma
de granjas. Desde el punto de vista de la comunidad, era necesario un centro donde construir los
principales edificios cívicos y religiosos y en los que el ciudadano pudiese celebrar las convenientes
asambleas (el ágora en su sentido original).

Generalmente había además una acrópolis, lugar elevado que servía de ciudadela defensiva.
Esmirna, por ej., fue uno de los primeros establecimientos griegos del Asia Menor que se rodeado
de murallas. Los espartanos residían en aldeas y estaban divididos entre un sector urbano y otro
rural. Estas diferencias eran reacciones frente a diversas circunstancias, internas o externas, de
riqueza, poder y desarrollo económico. Concebían como algo único y continuo la ciudad y sus
aledaños rurales y no como partes antagónicas. El conjunto estaba unido por causas económicas o
mediante la fuerza, también psicológicamente, por la conciencia o el sentimiento que tenían los
miembros de la comunidad de que formaban una unidad nutrida de comunes cultos y tradiciones.
Los griegos tuvieron idea de sí mismos no sólo como griegos sino, además, en cuanto que se sabían
miembros de determinados grupos y subgrupos dentro de Grecia.
Políticamente, sólo cada comunidad por separado tuvo clara e inequívoca existencia. El poder pasó
a manos de un corto número de familias aristocráticas que monopolizaban la mayoría del territorio
y gobernaban valiéndose de instituciones formales y asambleas y magistraturas, mediante enlaces
matrimoniales y relaciones de parentesco, concebido éste como una institución, y, finalmente, por
la intangible autoridad que les venía de sus antepasados, pues todas las familias podían presentar
genealogías que remontaban su ascendencia hasta famosos héroes. Entre la nobleza y el resto de
la población se dieron tensiones y conflictos que contribuyeron a un número de cambiantes
realidades. Una de ellas fue el aumento de la población. Ni la Grecia continental ni las islas del
Egeo podían sostener a una población agraria demasiado considerable, y la que sobrara no podía
ser absorbida por otras ocupaciones.

El sistema de posesión de tierra y las leyes sobre deudas, hacían a la nobleza dueña de los mejores
terrenos y muchos hombres se veían obligados a servir en calidad de necesarios (aunque no
voluntarios) labradores en las fincas más grandes. Finalmente, otro factor era el militar. El
guerrero homérico fue reemplazado por el hoplita, sólo eran hoplitas los hombres que disponían
de medios para proveer su propio armamento y bagaje, aunque muchos de ellos procedían de los
estratos sociales que no formaba parte de la cerrada aristocracia, y por ello, eran un contrapeso
potencial en las luchas políticas.

La Colonización

Durante un período considerable se dispuso de una válvula de seguridad gracias al movimiento mal
llamado “colonización” que trasladó a las porciones sobrantes (y desafectadas) de la población a
regiones nuevas. Se puede decir que hubo dos oleadas de colonización, la primera iniciada
alrededor del 750, fue hacia el Occidente, en dirección a las islas y costas del mar Jonio, a Sicilia
y al sur de Italia, y, finalmente, ya en el siglo VII, hacia Libia y hacia el sur de Francia y nordeste
de España; la segunda, tras un impulso preliminar hacia la costa tracia y el mar de Mármara,
penetró en el mar Negro poco después del año 650 y, a partir de entonces, fue ciñendo sus aguas
casi por completo con comunidades griegas. En la segunda oleada predominaron dos ciudades,
Megara, de la Grecia propiamente dicha, y Mileto, del Asia Menor, mientras que el porcentaje, en
la colonización occidental, estuvo muy repartido. Iniciaron el proceso Corinto y las dos ciudades
de la isla de Eubea, Calcis y Eretria; vinieron después Megara, Trecena, los distritos de Acaya y
Lócrida, Focea en el Asia Menor, Rodas, algunas ciudades de Creta, varias de las colonias mismas,
tales como Gela, e incluso Esparta y la isla de Tera. Había una escasa correlación entre el tipo de
comunidad y la actividad colonizadora y lo único que tenían en común esas ciudades era una
situación de crisis. Cada una era una comunidad griega y no una colonia. Aquel movimiento
migratorio era una respuesta a dificultades demográficas y agrarias, las nuevas comunidades
Comentado [C1]: Fundaron muy pocos establecimientos
fueron establecimientos agrícolas, no factorías comerciales. Los aristócratas de la mayor parte comerciales, aunque el comercio marítimo era provechoso.
de esas nuevas comunidades fueron llamados gamoroi. Estimulaban mucho la producción del vino y el aceite. Los
cargamentos de retorno consistían en metales, productos
regionales como cueros y pieles diversas y desde el siglo VI
Las relaciones entre la “colonia” y la “ciudad madre” nunca tuvieron una base comercial, ni en adelante esclavos. Pero la proporción y el volumen eran
imperialista. El hecho de que las colonias gozaran de independencia desde el principio, en lo político pequeños, los griegos seguían arraigados al suelo.

y en lo económico, fue lo que hizo posible que mantuviesen, en conjunto, estrechas relaciones Comentado [C2]: Los que repartieron las tierras, los
terratenientes.
amistosas con sus metrópolis, relaciones basadas en la tradición y el en el culto, y libre de los
roces y conflictos suscitados a menudo en otras partes por la competencia comercial.

El proceso de ir enviando lejos a la población a medida que aumentaba no fue suficiente para
eliminar las dificultades. Requerían reparto de tierras y cancelación de deudas. La aristocracia,
lleva de ambición, promovía los disturbios y luchas por el poder dentro de sus propias filas. De
estas circunstancias y ayudada por el nuevo auge del poder militar, surgió la institución griega de
la tiranía, que servía para designar a quien se había hecho con el poder y lo retenía sin autoridad Comentado [C3]: El título no implicaba título alguno sobre
sus cualidades como persona o gobernante.
constituida legítimamente. Hubo tiranos muy distintos los unos a los otros. Algunos, como
Pisístrato en Atenas, reinaron benévola y acertadamente, pusieron fin a los desórdenes internos,
procuraron resolver los problemas económicos e hicieron que sus ciudades progresaran en muchos
aspectos. Pero había un mal en la entraña misma del sistema, el incontrolado poder militar,
equiparados a los tiranos de hoy en día.

Algunas ciudades, como Esparta, vivieron libres de la tiranía, pues habiendo vencido y sojuzgado
permanentemente a los pobladores de Laconia, sometido después a Mesenia. Poseedores de
terrenos muy extensos y fértiles, así como a un gran número de siervos (ilotas) a los que obligaban
a dedicarse a la agricultura, los espartanos formaron una organización militar y política sin
comparación y vivieron largos tiempos inmunes a las perturbaciones económico-políticas que
caracterizaban a la mayoría de los estados de la Grecia arcaica. Tal sistema fue obra de un
legislador, Licurgo, aunque no se sabe si en realidad existió. Lo cierto, es que, si una sociedad
quería superar su fase embrionaria, en la que un puñado de familias monopolizaban todos los
recursos y todas las acciones, tenían que fijarse y codificarse leyes constitucionales, civiles,
penales y religiosas.

Los griegos no tenían modelos que imitar o superar. Se caracterizaron por ser una sociedad
laicista, a diferencia, de por ej., los babilónicos que actuaban en nombre de los dioses, otra
diferencia era que el babilónico ejercía como monarca dando leyes a sus súbditos, mientras que el
griego promulgaba leyes a su comunidad que debía gobernarse a sí mismo. En el año 594, fue elegido
Solón por un acuerdo y se le confió la tarea de reformar el Estado. Este, no se adueñó del poder
como un tirano, al igual que los demás legisladores, admitía por descontento, que la justicia viene
de los dioses, pero no sostuvo que su misión se hubiesen impuesto los dioses, ni apelo a ningún
sentido significativo, a las indicaciones divinas. Una vez terminada su tarea, se retiró 10 años,
permitiendo a los griegos ensayar el programa de vida que les había impuesto. Temía que, si se
hallaba presente, su prestigio pudiese inclinar la balanza de la apreciación en menoscabo de las
conveniencias verdaderas. En un sentido fracasó Solón, no acertó a solucionar las dificultades
económicas, de las que procedían, los roces y el descontento de los ciudadanos; por lo cual, pasada
una generación, vino a Atenas la tiranía que había querido evitar. Aristóteles toma tres hechos
importantes: abolición de la esclavitud por deudas, creación del derecho a contar con un tercer
elemento en los tribunales, que garantizara a los demandantes, en las causas por agravio, una más
imparcial administración de la justicia y, finalmente, introducción del derecho de apelar al tribunal
del pueblo. Estos pasos, estaban encaminados en progresar la idea de comunidad, a robustecer a
la mayoría, que se sentía débil frente a los demandantes de los nobles, protegiéndola contra el
poder de éstos. Estos pasos terminaron con las arbitrariedades en la creación y aplicación de las
leyes, y, de este modo, dieron vigor a una idea que llegaría a ser la definición griega de la
organización política civilizada, con igualdad ante la ley, igualdad que los atenienses consideraron
el rasgo distintivo de la democracia.

Pisístrato, como tirano, no respetó la idea del gobierno de la ley. No obstante, hizo que Atenas Comentado [C4]: Mantuvo comenzó a ser tirano en el 545
hasta su muerte en 527.
avanzara mucho por los caminos que Solón le había trazado. Siendo un noble, se negó a jugar el
juego de la misma en contra del pueblo y de los desposeídos. Como tirano, consiguió lo que Solón
no, que la población del campo disfrute de unas condiciones razonablemente seguras e
independientes, con ayudas financieras cuando la requerían, por lo cual se acabó el malestar
interno, y el monopolio político de las familias aristócratas quedó quebrantado de una vez para
siempre. Los nobles mantuvieron la dirección de los asuntos civiles y los cargos militares, pero sus
circunstancias y su modo de pensar cambiaron. En adelante fueron ya más servidores al Estado,
instrumentos de la ley, y no manipuladores del poder a su capricho, el pueblo, por su parte, fue ya
un conjunto de hombres que gozaban de libertad auténtica, sin la amenaza de que se las quitasen
por deudas o injustamente. Las dos facciones estaban lejos de ser iguales, pero, al menos, se
redujeron sus diferencias.

Tras su muerte, le sucedió su hijo Hipias, quien fue expulsado en 510. Durante treinta años hubo
un gobierno pacífico y en ese tiempo el poderío y la riqueza de Atenas aumentaron. Hubo un nuevo
espíritu comunitario, sobre todo en las obras públicas y en los grandes festivales religiosos que se
instauraron. Pero, en 514, Hiparco, hermano menor de Hipias, fue asesinado por un rencoroso rival,
y a causa de ello, el tirano se volvió terriblemente despótico, por lo que hubo que destronarlo a la
fuerza. La misma historia se repitió en la historia de las ciudades de Grecia desde la mitad del
siglo VII hasta fines del VI. Los tiranos fueron brutales. La institución de la tiranía, debido a esto,
tendió a ser efímera, pero su significación histórica no ha de juzgarse según el criterio de su
duración, ya que la tiranía fue con frecuencia el rasgo distintivo del estadio transicional por el que
se pasó de un gobierno personal familiar de la nobleza a la ciudad-estado clásica. Ningún tirano, ni
siquiera Pisístrato, se vio a sí mismo como portador del destino histórico de los griegos, como
precursor de la democracia ateniense o de cualquier otra. A los tiranos les movía la ambición del
poder y del triunfo, y si eran inteligentes y disciplinados, como Pisístrato, lograban sus propósitos
a la vez que hacían progresar a sus comunidades.

La desigualdad del desarrollo era una característica de varias ciudades griegas en todas las épocas.
A veces, como por ejemplo en Corinto, la nobleza seguía siendo fuerte como para imponer durante
largo tiempo una oligarquía. Y en todo Grecia la contienda entre los menos y los más nunca logró
acallarse de manera permanente. Es licito generalizar que a finales del período arcaico y en
particular donde hubo una fase de tiranía, la forma de gobierno bien predominase la democracia o
la oligarquía, se hallaba respecto al grado de adulteración de la política, a un nivel distinto de lo
que hasta entonces había alcanzado. En esa época los griegos descubrieron la noción de libertad
en cuanto distinta del poder personal y fundamentalmente asocial de los jefes de tribu, del sistema
de privilegios que se arrogaban las familias aristocráticas y de la anarquía de los merodeadores y
salteadores. La recién nacida libertad y la nueva vida en común tenían por base la independencia
económica que para la mayoría estribaba en la agricultura, y para los demás, en el comercio, en las
manufacturas o en las artes. Allí donde la esclavitud por deuda y otras antiguas modalidades de
sujeción o dependencia en el trabajo fueron abolidas, hubo que recurrir a una nueva fuente de
mano de obra: a la esclavitud de los esclavos tenidos en propiedad, como meros instrumentos o
bienes muebles, ya se tratase de cautivos procedentes de otras ciudades griegas, ya, como fue
ocurriendo más cada vez, de bárbaros. La paradoja final que ofrece la historia de la Grecia arcaica
es la de avanzar, cogidas de la mano, de la libertad y la esclavitud.

La comunidad, la religión y el panhelenismo:

El signo exterior, visible, de aumento y de autoridad y madurez político es el templo. Los orígenes Comentado [C5]: El templo griego era una casa para el
dios y no un lugar de culto.
del templo griego se perdieron en la Edad Oscura. Ni la madera ni el adobe dejan vestigios después
de tantos siglos, y ningún templo de piedra puede datarse con certidumbre anterior al siglo VII.
En aquella época comenzaron a aparecer a un ritmo acelerado a medida que se perfeccionaban las
habilidades técnicas y aumentaba la posibilidad de movilizar los recursos necesarios, hombres y
materiales. El impulso edificador debió ser poderoso y no es de extrañarse que los grandes
constructores de templos fueran tiranos. Los ritos que se le daban a los dioses olímpicos no
requerían un templo, sino un altar. Y altares sobraban, en las casas, en los campos, en los sitios de
reunión fuera de los templos, en todos lugares, excepto en el interior de los mismos. A los dioses
titulares, se les celebraba en determinadas ocasiones mediante procesiones, juegos y festivales.
El templo era un monumento a la comunidad, una demostración de su grandeza, de su poder y de
su conciencia en sí. Ni siquiera los tiranos construyeron palacios o tumbas espléndidas para
glorificarse a sí mismos.

La palabra griega para designar al sacerdote es hiereus. Eran meros funcionarios del Estado, Comentado [C6]: Generalmente se aplicaba a lo que
nosotros llamamos laico, un seglar.
encargados de realizar los ritos y a los que no se les distinguía en la vida diaria, por ningún atuendo
especial, ni tampoco por la unción, inspiración o santidad que suelen ir asociadas a la idea de
sacerdote en las religiones modernas. Eran funcionarios en el mismo sentido que los generales, los
administradores del tesoro o los comisarios de los mercados, con el mismo trasfondo en cuanto a
la familia, riqueza y experiencia, con iguales obligaciones y turnos de oficio que los otros. Los
reglamentos a los que debían atenerse en el desempeño de sus funciones los establecía el Estado
a través de sus organismos ordinarios. Con el paso del tiempo la religión se fue practicando en
diversos niveles: hubo los santuarios interiores de cada casa y familia, los santuarios comunales
de los demos, y un sinfín de asociaciones privadas, cada una de las cuales se organizaba en torno
al culto de un determinado dios o héroe divinizado, como Heracles o Aquiles. Y En los niveles
inferiores los ritos eran también competencia y obligación de individuos laicos.

Los factores que hicieron posible la religión griega se basan principalmente en su insistencia en
las realidades de este mundo más que en una vida ulterior. Se concebía a los dioses semejantes a
los hombres, entonces, las relaciones entre éstos y aquéllos debían tener un cariz de familiaridad.
Y así como las relaciones humanas eran de los más satisfactorio cuando las regían normas y
ceremoniales acatados por todos, así ocurría también en las relaciones con los inmortales. La
diferencia principal entre los dos órdenes de reglas consistía en que las del plano religioso eran
más convencionales, menos radicales, en el sentido de que, si no explicitaban en cada caso concreto
los motivos, nadie podía elaborarse una interpretación para su uso recurriendo a los
procedimientos de la lógica corriente. Había una historia legendaria, un mito, para cada lugar
sagrado y para cada acto sacro. El mito explicaba el ritual, daba razón de las ceremonias. Todos
los griegos reconocían y honraban a su común panteón o conjunto de todos los dioses del helenismo,
pero cada ciudad tenía por patrono a una deidad particular y especiales afinidades o relaciones Comentado [C7]: No había una madre iglesia, ni un
sacerdocio nacional, ni autoridad central que imperase sobre
con determinados dioses o semidioses, así como cada dios o diosa tenían sus santuarios preferidos. los ritos, ni mucho menos sobre doctrinas.

Aunque la religión era un asunto de la competencia del Estado, o sea, de la comunidad, nunca ejerció
el Estado un monopolio de la religión. Esto es porque no hubiese podido controlar a los dioses, ya
que no podía impedirles que comunicaran con cualquier individuo, y mejor que por ningún “canal” o
camino tangible: mediante los sueños. Esto es, porque cualquiera podría fijarse en los fenómenos
de la naturaleza, pero pocos podrían interpretarlos correctamente, el dios mismo elige a quien
quiere que oiga la realidad de su mensaje y lo entienda. A veces se combinaban los dos aspectos
de la religión. Los sacerdotes oficiales de Delfos eran ministros laicos, conforme a lo normal, pero
el rango y la fama superiores de aquel santuario provenían del oráculo, que pasaba por ser el Apolo
mismo. Este dios respondía allí a toda clase de preguntas valiéndose de la voz de una mujer que
recibía el nombre de Pitia o Pitonisa, la cual era un médium.

El politeísmo era práctico. Cuando un santuario como el de Delfos da pruebas de ser auténtico
lugar sagrado, se convierte en seguida en un foco cuya atracción rebasa sus límites geográficos y
políticos. Conforme a la tradición Delfos era regularmente consultado acerca de la fundación de
las colonias, y esto haría que su carácter panhelénico se remontase hasta mediados del siglo VIII. Comentado [C8]: Movimiento político que tiende a
reunir en una sola nación a todos los pueblos griegos
Delfos y Olimpia llegaron a ser lo más alto en sus respectivas dedicaciones, como oráculo o como de los Balcanes y de las costas del mar Egeo.
centro de unos festivales que, en la segunda de dichas localidades, tenían lugar cada cuatro años. Comentado [C9]: Este santuario también es panhelénico.
La religión griega no era una religión de paz, los dioses olímpicos eran pendencieros que habían Data de comienzos del siglo VIII, la fecha tradicional de los
Juegos Olímpicos en honor a Zeus es el año 776.
escalado al poder luchando con brutal ferocidad contra sus predecesores los Titanes.

La ciudad-estado clásica.

La palabra griega polis, significa en su sentido clásico, “un Estado autónomo, que se gobierna
a sí mismo”. La poleis (sustantivo plural de polis) eran siempre de pequeña extensión y no muy
grande número de habitantes. A pesar de su pequeño tamaño eran denominados “ciudad-estado”.
Esto expone malosentendidos. Atenas, la mayor de tales ciudades, era un Estado minúsculo, medía
2300 km2, dominarla ciudad-estado agrava por dos razones el riesgo de equívoco: porque no es
propio para designar a la población rural, que constituía el mayor contingente de sus habitantes, y
porque sugiere la idea de que la ciudad gobernaba al cambio, lo cual no era así. Atenas estuvo más
poblada allá por el año 431, a comienzos de la guerra del Peloponeso, alcanzando, entre hombres,
mujeres y niños, libres y esclavos, aproximadamente 275 mil habitantes, con excepción de
Siracusa, ninguna otra poleis griega alcanzó esta cifra de habitantes con anterioridad a la época
romano. Algunas, como Corinto, llegaron a la 90 mil, Tebas, Argos, Corcira y Acragas de 40 a 60
mil cada una y las demás estuvieron por debajo de 5 mil.
A pesar de esto, los griegos no dudaron en llamar polis a Esparta o a Siracusa, por más que esta
última estuvo gobernada por tiranos, palabras totalmente contradictorias. La palabra polis no
distinguía la estructura del gobierno, nada implicaba si era una democracia, una oligarquía o una
tiranía. Por libre que fuese, nunca pasó de ciertos límites. La mayor extensión la alcanzó al hacerse
polis sinónimo de cualquier comunidad griega independiente. No se llamaba polis a una coalición de
Estados, fuere cual fuese el grado de libertad de sus miembros para formarla, ni a un distrito
como Arcadia, que tenía una especie de existencia autónoma y comunidad de mitos, cultos y
dialecto, pero que no era un organismo político, ni, en ninguna circunstancia a los Estados bárbaros.
Todas estas cosas, a ojos de los griegos, eran algo esencialmente distinto de la auténtica
comunidad política. En la diferencia no dejaba de tener importancia el tamaño, pues lo Comentado [C10]: Aristóteles sostenía que un Estado
compuesto por demasiada gente no será una verdadera
consideraban como una virtud necesaria el que la población se conglomerase en un territorio no polis, pues es difícil que pueda tener una auténtica
muy extenso. La polis no era un sitio, un lugar material, aunque ocupaba un territorio determinado, constitución.

sino que era, en su esencia, el conjunto del pueblo actuando de común acuerdo y necesitado, por lo
mismo, de un lugar donde reunirse en asamblea para discutir y buscar soluciones a los problemas
que se presentasen. Era ésta una condición precisa, aunque no la única, para que hubiese autonomía.

Otra condición de importancia era la autarquía, la de que la comunidad se bastase a sí misma para
todo. Esto podía darse en casos muy raros, pues los recursos materiales no estaban repartidos
igual, Hasta qué punto se lograra dependía del tamaño de la polis, la cual tampoco debía ser tan
pequeña para que no contase con mano de obra suficiente en todas y en cada una de las diversas
actividades que exige la vida civilizada, incluidas las necesarias para la defensa. Contando con un
número adecuado de habitantes, la cuestión era establecer reglas de conducta idóneas y una
organización conveniente de la vida social. La pugna ideológica del gobierno tenía lugar entre los
componentes de un reducido círculo ciudadano, cerrado al resto de la población, pues la polis era
una comunidad en la que abundaban los exclusivismos. El término ciudadano resulta pobre, no
abarca todo lo que implicaba el ser miembro de una polis, de una comunidad griega. Si no se había
nacido en su seno, era casi imposible conseguir tal título. Sólo mediante una declaración formal de
la asamblea soberana podía un extranjero llegar a ser ciudadano de Atenas, aunque esto era
sumamente difícil. Abrir las puertas a todos de par en par era señal de que algo fallaba. En las Comentado [C11]: A finales del siglo IV, cuando la
polis ya era un organismo decadente, varias ciudades-
ciudades-estado, especialmente en las más urbanas y cosmopolitas, la comunidad propiamente
estado resolvieron vender la ciudadanía para
dicha la constituía una minoría. La mayoría estaba compuesta por los no ciudadanos, de los cuales aumentar sus insignificantes arcas.
los que residían permanentemente en la ciudad recibían en Atenas y en algunos otros sitios el
nombre de “metecos”; los esclavos clase mucho más numerosa y, en general, todas las mujeres. Los
no ciudadanos, cualquiera fuesen sus derechos sufrían varias incapacidades en comparación con
los ciudadanos y, al mismo tiempo, estaban sometidos enteramente a la autoridad del Estado en
que residieran. En este último punto si posición no se diferenciaba de la de los ciudadanos, pues el
poder de la polis griega era, en principio total, era la fuente de todos los derechos y obligaciones,
y su autoridad invadía, sin excepción, todos y cada uno de los planos de la conducta humana. Había
cosas que un Estado griego no acostumbraba hacer, tales como cuidarse de la educación superior
o controlar, tasándolos, los intereses del capital, pero no se ponía en duda su derecho a intervenir.
A la polis nadie podía sustraerse.
Los griegos no identificaban la libertad con la anarquía, sino con una existencia ordenada en el
seno de una comunidad que se rigiera por un código establecido y respetado por todos. Durante la
Edad arcaica, eso es lo que se había combatido, primero contra los privilegios tradicionales y el
acaparamiento del poder por los nobles, y después contra la inmoderación de la tiranía. La fuente
de que la comunidad fuese la única fuente de la ley era una garantía de la libertad. En esto todos
convenían, pero llevar este principio a la práctica era ya otro asunto. Planteado este problema, en
la vida real, la respuesta dependía normalmente de los protagonistas. Durante el siglo VI en muchas
comunidades alzó cabeza el pueblo bajo y comenzó a actuar como fuerza política, pero a su
demanda de mayor participación en el gobierno se contestó encareciendo la defensa de la santidad
de la ley, la intangibilidad de un código, que, aunque reconocía ya el derecho de todo ciudadano a
una equitativa administración de la justicia, a intervenir tal vez un poco en el gobierno e inclusive
al voto y a otras características de la organización social innegablemente nuevas e importantes,
sin embargo, reservaba los altos cargos civiles y militares, y por ende lo principal del tejemaneje
político, a los hombres de una ilustre cuna y a los de dinero. Eunomía, el estado bien organizado
según la ley, había sido en tiempos un grito de guerra revolucionario, ahora servía para mantener
el status quo. El pueblo replicaba: isonomía (igualdad de derechos políticos). Y como el pueblo
estaba numéricamente en mayoría, ese grito condujo a la democracia. El peligro subyacente era
que el sentido comunitario, con todo y ser muy vivo, se extinguiese debido a la gran desigualdad
que prevalecía entre los miembros de las comunidades. La pobreza se hallaba muy extendida, el
nivel de la vida material era bajo, y había una profunda división entre los pobres y los ricos.

El ciudadano se sentía con derechos, no sólo con obligaciones respecto a la comunidad y, si el


régimen de gobierno no le satisfacía, procuraba sin ninguna repugnancia hacer algo para librarse
de él como pudiese. En consecuencia, la línea divisoria entre política y sedición (stasis) era muy
sutil en la Grecia clásica y a menudo degeneraba en guerra civil.

La guerra y el imperio.

Gracias a su ubicación geográfica los griegos se vieron durante mucho tiempo libres de presiones
y ataques extranjeros dirigidos contra su territorio. Distinto fue para las civilizaciones de oriente
u occidente. En el Asia Menor, los griegos hubieron de aceptar, a lo largo del siglo VI, primero la
soberanía de los lidios, y después de los persas. El ser gobernados por los persas significaba que
pagaran un tributo anual, cuantioso pero en modo alguno abrumador, mantenerse pasivos en los
asuntos extranjeros, y disfrutar de libertad económica y cultural. Con lo que Persia se entrometió
más en la vida interna de los estados griegos fue con el apoyo que prestó a algunos tiranos, lo cual
llevó a una revuelta que estalló entre 500 o 499. Los jonios pidieron ayuda a sus hermanos de
Grecia, y no recibieron otra que la de veinte naves que les envió la recién instaurada democracia
ateniense y más 5 más procedentes de Eretria, en Eubea. Aun así, le costó a Persia casi todo un
decenio recuperar por completo su dominio, después de lo cual emprendió dos masivas invasiones
de la Grecia misma, enviada la primera en el año 490 por el rey Darío y la segunda en el 480, bajo
su sucesor, Jerjes.
Muchas comunidades, después de haberse negado a apoyar la revuelta jonia, se entregaron
aterrorizadas a los invasores. Estos eran conocidos como los medos. Los espartanos, reforzados
por la Liga del Peloponeso, tenían el único ejército poderoso con que contaba Grecia, pero fueron
dando largas y difiriendo la defensa, aunque demostraron que podían resistir y vencer. Quedo a
cargo de Atenas librar los combates más decisivos, en Maratón, el año 490, y frente a Salamina,
en 480. En esta última acción los atenienses aumentaron con precipitación su flota, abandonaron
la ciudad a la llegada de los persas y dejaron que éstos la destruyesen, después de lo cual, unidos
a sus aliados, destrozaron a los invasores en una gran batalla naval. La historia de Atenas y de
toda Grecia, a partir de allí se basó en el dominio del mar.

Los persas sufrieron enormes daños. Se daba por seguro que volverían a la carga por tercera vez.
Por tanto, una elemental prudencia exigía que se combinasen con anticipación todas las medidas y
precauciones, y como estas debían tomarse en la Grecia continental, era obvio que la dirección
debía confiársele a Atenas. Se organizó una liga bajo la hegemonía ateniense y con la isla de Delos
como centro administrativo (Liga de Delos). Planeada por el ateniense Arístides, que estableció un
sistema de contribuciones pagaderas en naves, en marineros o en moneda, la Liga limpió los barcos
persas del Egeo, durante un decenio. Alejado el peligro, empezó a cobrar nuevo vigor el viejo afán
de total autonomía, pero los atenienses no permitían a ninguno de los miembros retirarse de la
coalición y reprimían con fuerza cualquier revuelta. Con ello la Liga se convirtió en un imperio, y el
símbolo de tal cambio fue el traslado de sus organismos directivos y de su tesoro, en 454, de Delos
a Atenas. A partir de ahí, los Estados aportaban dinero y no barcos, por lo que Atenas ponía,
manejaba y controlaba la totalidad de la flota.

Durante el siguiente cuarto de siglo, Atenas fue la entidad más importante en todos los asuntos
de Grecia y Pericles la figura del día entre los atenienses. Su política era expansionista, aunque
controlada y disciplinada. Él reforzó los contactos de Atenas en Tracia y en el sur de la actual
Rusia, que tenían alto valor estratégico y servían como fuente de importación del grano que era
vital para la ciudad, hizo alianzas con Sicilia, intentó, sin éxito, atacar a Egipto, entabló
conversaciones con Persia. Atenas y Esparta, se enfrentaron abiertamente luego de que siguieron
a las guerras contra los persas, allá por 450 y luego volvieron a la paz, durante dos decenios. Dos
incidentes mayores, acaecidos dentro del área de influencia corintia, en Corcira y en Potidea,
desencadenaron la Guerra del Peloponeso, que duró, desde el 431 al 404, y tuvo por fin la total
derrota de Atenas y la disolución de su imperio.

La guerra era un instrumento ordinario de la política y los griegos lo empleaban perfectamente y


con frecuencia. Los intereses del Estado servían en todos los casos de suficiente justificación,
tanto si se trataba de la guerra como si se quería entablar negociaciones diplomáticas o si se
pretendía capitular. Las causas inmediatas de las guerras eran tan variadas como las orientaciones Comentado [C12]: Entregarse, si era preciso, a los persas.
políticas y los intereses de los diferentes Estados, como los objetivos de los mismos se proponían
conseguir en un momento determinado. El poderío y engrandecimiento, las cuestiones de límites,
el enriquecerse a base del botín, la protección del suministro y los transportes de trigo, la busca
de apoyos exteriores por parte de las facciones intestinas, todos esos factores entraban en juego,
intensificados por la fragmentación natural de la Hélade, que multiplicaba el número de Estados
independientes o que querían serlo y chocaban y se enzarzaban entre sí en incesantes contiendas.
Motivos raros fueron, por ej., el comercio –entendido como la lucha por el dominio de las rutas y
los centros de tráfico- o, también, la expansión territorial por incorporación directa de tierras
conquistadas o por su explotación económica. Por otro lado, como la guerra era un medio y no un
fin, también se disfrutaba de períodos de paz. En definitiva, era el poder la fuerza más poderosa
que fomentaba la paz: antaño el poder de los tiranos, ahora el poder de algunas ciudades-estado
principales. Su superior capacidad para sostener guerras era reforzada por la general
comprobación de que las solían iniciar en cuanto les venían bien. Ningún Estado griego era capaz
de desplegar por sí solo continuadamente tanta potencia, pero si uno era lo bastante grande para
comenzar y resistente para continuar, si tenía suficiente unidad y contaba con la dirección de
jefes competentes, podía crear y dirigir una coalición, un bloque de potencias. Las alianzas eran
valiosas, sobre todo porque proporcionaban a los Estados que las dirigían fuerzas auxiliares. Era
el número de hombres bien equipados y entrenados lo que decía la batalla, entre los griegos, los
contingentes hoplitas, soldados de infantería pesada. La paz, era el resultado de sencillos cálculos
aritméticos.

La Liga del Peloponeso, era en realidad Esparta y sus Aliados. Había una red de pactos que
formaban un conjunto de Estados sometidos a la hegemonía de Esparta. La distinción era
significativa, se orientaba a salvaguardar el ideal de la autonomía propia de cada uno de los Estados
componentes. En una liga había que someterse a la mayoría de votos y se podía perder el control
sobre las propias acciones. Los Estados eran rara vez iguales y sus tratos rara vez eran libres; por
otro parte, ni siquiera Esparta podía movilizar de hecho las tropas auxiliares de sus aliados sin
consultarlos y obtener su aprobación sobre la empresa que se proponía y el modo de realizarla. Sin
embargo, el mito de la libertad tenía tal fuerza, que las auténticas ligas se restringieron en la
historia de Grecia. La Liga de Beocia, estuvo a punto de romper la delgada línea que separaba a los
aliados de la condición de súbditos. Pero el fruto maduro de este proceso fue, en la Grecia clásica,
el Imperio ateniense, compuesto por más de 150 Estados miembros que se extendían por la costa
de Asia Menor. Con posterioridad al año 454 no hubo pretexto: la pertenencia en calidad de
miembro era obligatoria, y estaba prohibido retirarse. Los miembros pagaban un tributo anual en
dinero constante, que era fijado, recogido y gastado en Atenas a su conveniencia. Estos recursos
imperiales le hicieron posible dirigir una complicada política exterior que ella sola decidía, y hubo
creciente tendencia entre los atenienses a intervenir en los asuntos internos de los Estados
miembros, en particular a prestar apoyo y robustecer a los elementos democráticos contra sus
oponentes oligárquicos. En los interminables debates entre minorías y mayorías, Atenas solía
inclinar la balanza a favor de las mayorías, que con frecuencia necesitaban de tal ayuda para
conservar su posición, y por esa causa, consideraban pagar algún tributo y perder un poco de
autonomía a cambio de disfrutar de un gobierno democrático.

La prueba decisiva vino con la guerra del Peloponeso, durante la cual muy pocos Estados griegos se
libraron de verse envueltos en el conflicto, a no ser los situados en los más lejanos lugares de la
Hélade. Fue una guerra sin precedentes, completamente nueva, por la cantidad de participantes
(en el número de los Estados y de hombres), por su duración y el consiguiente gasto de recursos,
por su influjo en los ánimos, en la moral y las costumbres, por la importancia que alcanzó el poderío
marítimo y por la amplitud del campo en que se desarrolló, pues el escenario de sus episodios se
extendía desde el Asia Menor hasta Sicilia, y muchas veces luchaba simultáneamente en áreas
muy distantes entre sí. Fue una guerra en la que hubo que improvisar, ya que ni los políticos ni los
generales podían apelar a experiencias anteriores. Desde la época en que se inventó el sistema de
ataque basado en la masa de hoplitas que avanzaban en formación cerrada, las guerras griegas
solían ser asuntos de poca duración, que culminaban en un sólo encuentro entre los hoplitas de
ambas partes contendientes, en números de unos cuantos centenares o unos cuantos miles. Por lo
común, uno y otro de los frentes se rompía y sus componentes se daban a la fuga, con lo que la
batalla se consideraba terminada. Normalmente, la única acción bélica decisiva era el combate de
los hoplitas. Pero aquellas eran guerras de dos Estados, con o sin el apoyo de muy pocos aliados y
se dirimían sus diferencias en un campo de batalla abierto y conocido. La guerra del Peloponeso,
en cambio, enfrentó a grandes bloques de Estados, que podían trabar sus combates en los sitios
más imprevistos dentro de una amplia extensión, y con pocas oportunidades para acciones
decisivas, mientras que los dos centros principales, Esparta y Atenas, permaneciesen intactos.

La guerra terminó en 404, y la condición de mayor importancia entre las impuestas por los
victoriosos espartanos fue la de que se disolviese el imperio ateniense. La guerra fue, por ende,
un desastre no sólo para Atenas, sino para toda Grecia; destruyó el único camino posible hacia
cualquier unidad política, aunque tal unidad fuese la que una ciudad ambiciosa imponía a las otras.
Esparta había hecho la guerra proclamando propagandísticamente que se podía restaurar la
libertad y la autonomía de las ciudades griegas, y honró luego tan divisa volviendo a uncir a las
ciudades griegas minorasiáticas al yugo de la soberanía persa (como pago por el oro persa, sin el
cual habría sido incapaz de dar fin a la guerra) y, a continuación, tratando de establecer, sobre el
cadáver del imperio ateniense y a base de poner guarniciones y gobernadores militares, un Imperio
propio que le pagara buenos tributos.

Atenas:

Una tercera parte de los ciudadanos atenienses vivían en distritos urbanos al estallar la guerra
del Peloponeso en 431, y, un siglo después, esta proporción había aumentado hasta la mitad. Los
hombres libres que no eran ciudadanos, a los que la ley no permitía poseer terrenos, se
concentraban en la ciudad y en el barrio del puerto. Lo mismo sucedía con muchos esclavos. Esto
provocaba que Atenas y el Pireo se hicieran más populosos que la mayoría de los Estados griegos
tomados en conjunto. Esta característica del Estado ateniense, tenía mucha importancia, ya que
era condición necesaria para el poder y constituía gran parte de la gloria del Estado. Además,
existía un gran apego al suelo. Entre los moradores de la urbe había muchos cuyos intereses
económicos seguían radicando en el campo. Todavía a finales del siglo V, las tres cuartas partes
de las familias avecinadas en la ciudad poseían alguna finca rústica, aunque no en todos los casos
les bastase para el sustento. Solían ser los más ricos quienes residían en la ciudad, allí se ubicaban
los más acomodados, vivían de las rentas de sus propiedades, y en algunos casos, del negocio de
esclavos, no ciudadanos cuya base económica eran el comercio, la fabricación o el préstamo de
dinero. En ambos grupos, había hombres muy adinerados, personajes que eran rentistas libres de
dedicarse a la política, al estudio, o a la más completa desocupación, estos se mantenían alejados
de las tierras.

El número de esclavos, era dudoso, ya que no existían registros ni censos periódicos. Cabe
conjeturar que el número andaría entre los 60 y 80 mil. Las mayores concentraciones
correspondían a las minas y al servicio doméstico, categoría amplia, ya que abarcaba a millares de
hombres y mujeres retenidos por las personas pudientes sin que les produjeran beneficio alguno,
sino sólo porque daba distinción. Había pocos esclavos dedicados a las labores agrícolas y a las
manuales, ramas de la economía en que abundaban los campesinos libres y, también, los artesanos
independientes.

La enorme aglomeración que formaban los atenienses fue causa de que tuvieses que preocuparse
bastante por conseguir medios de subsistencia, y de que el nivel de vida logrado por muchos nunca
pasará del mínimo. Tanto en el campo, como en la ciudad había una gran cantidad de pobres.
Durante la época clásica, Atenas se vio libre de las revueltas que, en el resto de Grecia, se
originaban con carácter crónico entre la plebe de los oprimidos y a menudo faltos en absoluto de
medios. Los pobres, encontraban en Atenas tiempo y oportunidades para tomar parte de la vida
pública, así en los actos de gobierno como en las frecuentes actividades festivas asociadas a los
cultos y a las ceremonias oficiales. ¿Cómo fue posible esto? Cuando la guerra de Esparta fue un
hecho, Pericles dirigió una gran invasión, marchando por el territorio de Megara con 13 mil hoplitas,
de los cuales 10 mil eran ciudadanos, los demás metecos. El número total de ciudadanos varones
era de 40 a 45 mil, alrededor de una tercera parte de ciudadanos disponían de los medios
bastantes para que se les clasificara como hoplitas. Todo ciudadano y todo meteco debían prestar
el servicio militar. La magnitud de cada leva la determinaba la Asamblea. Lo más común era que se
llamen a las filas los hoplitas y los jinetes, los dos factores de la población que más riqueza poseían.
Se les exigía que se proporcionaran y mantuvieran su equipo, y sólo reciban del Estado una
minúscula ración diaria mientras estuvieran en servicio. En Atenas, el ejército era una institución
de las clases sociales superior y media. El mando de las naves se distribuía entre los ciudadanos
más ricos, que debían responder también de una parte considerable de los gastos de las
operaciones náuticas, la tripulación la formaban profesionales a sueldo. Los pobres de la ciudad
tuvieron en las flotas las posibilidades de ganarse la vida.

La palabra demos tenía una historia complicada, la oligarquía la empleaba en el sentido de “el
populacho”, “la plebe”, “las clases inferiores de la sociedad”, acentuando las diferencias con la que
venían pronunciando todos los hombres de ideas “sanas” desde tiempos ya antiguos como los de la
Ilíada. Pero demos significaba también “e pueblo considerado como un todo”, “el conjunto del
pueblo entero”, en una democracia el cuerpo de ciudadanos que actuaban políticamente por medio
de su asamblea. De aquí que los decretos de la Asamblea ateniense fuesen corroborados “por el
demos”, más bien por la ecclesia. La Asamblea se reunía frecuentemente y todo ciudadano varón
que hubiese llegado a los 18 años, era apto para asistir a sus sesiones siempre que lo juzgase
oportuno. Sólo una parte de los 40 mil acudía, pero aquellos que se hallaban presentes a la reunión
en que se trataba determinado asunto eran el demos: sus actos quedaban reconocidos, legalmente,
como actos del pueblo entero. Los Tribunales de Justicia, cuyos componentes rondaban los 6 mil
ciudadanos, equivalían también al conjunto de todo el demos cuando se trataban allí cuestiones de
la competencia de éste. La clave de la democracia ateniense era la participación directa en el
gobierno, no había en aquel sistema ni representación, ni un servicio de burocracia civil en ningunos
de sus muchos sentidos. Dentro de la Asamblea soberana cuya autoridad era total, cada ciudadano
tenía no sólo títulos para asistir tantas veces cuantas quisiera, sino, derecho a tomar parte en la
deliberación y discusión de los asuntos, a proponer enmiendas y a votar las decisiones en materia
de declaración de guerra o paz, fijación de impuestos, regulación del culto, leva de tropas, finanzas
bélicas, obras públicas, tratados y negociaciones diplomáticas, o cualquier otra, grande o pequeña,
que exigiesen los cuidados del gobierno. Los trabajos preparatorios de las reuniones corrían en
gran parte a cargo de la boulé, consejo de 500 miembros elegidos a suertes por un año, y para el
cual eran también aptos todos los ciudadanos, sólo que nadie podía pertenecer a él más de dos
veces en su vida. Había además numerosos cargos oficiales de diversa importancia, la mayoría de
ellos se provenían también mediante sorteo y para un año; en las pocas excepciones a esta regla
se incluían los diez generales (strategoí), que podían ser elegidos y reelegidos ilimitadamente, así
como los componentes de diversas comisiones ad hoc que, durante cierto tiempo, hubiesen de
ocuparse en negocios diplomáticos o similares. No existía jerarquización entre los oficios o cargos;
sin que se tuvieran que preocupar por lo importante o insignificante de cualquiera de ellos, quienes
lo desempeñaban eran responsables de sus gestiones directa y únicamente ante el demos mismo,
ya actuasen en el Consejo, en la Asamblea o en los Tribunales, y no tenían que rendir cuentas a
ningún funcionario de superior categoría. Este sistema era el fruto de una considerable evolución,
que llegó a ser completa en el tercer cuarto del siglo V, pero sin que se estabilizara en su proceso,
pues mientras Atenas fue una democracia se mantuvo abierta a saludables cambios. El arquitecto
de la democracia en Atenas fue Clístenes, en el 510. Se puso del lado de la plebe cuando comprendió
que necesitaba su apoyo en la agitada contienda que se reñía por llenar el vacío dejado por el
depuesto tirano Hipias, el hijo de Pisístrato. Clístenes, junto a sus asesores, crearon las
instituciones que entendieron requería su nuevo objetivo. Habría que esperar dos generaciones
enteras para perfeccionar la estructura, y en ese tiempo entrarían no sólo la guerra contra los
persas y la formación del imperio, sino también muchos conflictos interiores, pues las fuerzas
opuestas a la democracia distaban mucho de ser aplastadas allá por el año 508. El hombre que
desempeñó el papel decisivo entre Clístenes y Pericles fue Efialtes, quien murió asesinado en el
año 462 o en el 461.

El eje en torno al cual giraba el mecanismo entero lo formaban la elección a suertes y el pago por
el desempeño de funciones públicas, cosa que permitía al indigente tomar asiento en el Consejo y
en los Tribunales o ejercer su papel como ciudadano en la Asamblea. La pobreza en Atenas no era
un impedimento para servir en la causa pública. Si se suman los cargos a el Consejo, la Asamblea,
los Tribunales y el gran número de cargos de ocasión de puestos asequibles en principio al común
de los ciudadanos indica que las tareas del gobierno estaban bastante repartidas, y que una
experiencia política de grado poco corriente se había abierto a través de la estructura clasista.
La distribución no era igualitaria. La población rural estaba probablemente en circunstancias
ordinarias, menos representada de lo debido y, por lo que respeta a las altas esferas, entre los
hombres que formularon, orientaron y rigieron la política hay muy pocos de los que se sepa que
procediesen de las clases inferiores.

La definición ateniense de una democracia directa presuponía la simpatía de los ciudadanos a la


política, daba por sentado que todos y cada uno de ellos, por el mero hecho de poseer la ciudadanía,
tenían aptitudes para participar en el gobierno y sus posibilidades de tomar parte en el mismo se
aumentaban mucho no sólo con el amplio uso de la elección por sorteo, sino también porque era
obligatoria la pertenencia al Consejo y a la mayoría de los cargos según un turno cíclico. Nadie
miraba a los cargos públicos como un medio de vida, ni tampoco como una forma de ganársela
durante algunos períodos. Al mismo tiempo, un Estado como Atenas, tenía absoluta necesidad de
políticos que dedicaran todo su tiempo a orientar y coordinar las acciones de aquellos otros
participantes más o menos temporeros y aficionados. Y los encontraba entre los personajes Comentado [C13]: Labradores
acaudalados, entre los rentistas, que eran libres para dedicarse por entero a los intereses
políticos. Hasta la guerra del Peloponeso tales dirigentes pertenecieron todos a las familias que
desde el antiguo poseían los campos. Luego, ese orden, fue quebrado por el monopolio de hombres
nuevos que basaban sus ocios en la industria artesanal de sus esclavos. Como la Asamblea hacía la
política y tenía el control, junto con los tribunales, no sólo sobre los negocios del Estado sino sobre
todos los oficiales, militares o civiles, la dirección del Estado dependía de este organismo. Sus
sesiones se celebraban al aire libre, en lo alto de una pequeña loma cercana a la Acrópolis, donde
se reunían algunos millares de ciudadanos con el fin de debatir y decidir las cuestiones que se
presentaran. Por ello, era menester el uso de la oratoria.

Esparta

Durante el período arcaico, Esparta, desempeñó algún papel directivo en el desarrollo de las líneas
fundamentales de la civilización griega, en la poesía, en la música, la navegación y como creadores
de algunas de las instituciones de la ciudad-estado. A partir del año 600, esa orientación se
interrumpió evidentemente de una manera brusca. De allí en adelante ningún ciudadano espartano
es recordado por realizar alguna actividad cultural.

Por su población, no se calificaba entre los mayores Estados. Se había adueñado, por conquista de
los distritos de Laconia y Mesenia, muy fértiles, para lo que solían serlo los de Grecia, con mucho
acceso al mar y ricos en el raro e inapreciable recurso nacional del hierro. Sus pobladores no eran
libres, sino gentes sujetas a dos clases de sometimiento: los ilotas, a los que los espartanos no
reconocían ningún derecho alguno y les obligaban a trabajar las tierras en calidad de siervos, eran
en número muchos más que los Espartanos, por otro lado, estaban, los periecos, que conservaban
su libertad y su propia organización comunitaria a cambio de ceder a Esparta todo derecho a la
acción en el aspecto militar y en el de las relaciones exteriores. Así restringidas las comunidades
de los periecos eran poleis incompletas. Sin embargo, no hay muestras de que lucharan por librarse
de la autoridad de Esparta. La resignación era el único camino prudente, pero también ocurrían
otras consideraciones: la paz, la protección y las ventajas económicas. Los periecos eran quienes
manejaban el comercio y la producción industrial con que se satisfacían las necesidades de los
espartanos, y gracias a aquellos el ambiente de éstos se mantuvo a un nivel considerable, y a veces
alto, en lo artesanal y en lo artístico. Los ilotas eran algo absolutamente distinto. La práctica usual
casi siempre, en la antigüedad, cuando se esclavizaba a los habitantes de una ciudad o de un
distrito, consistía en venderlos y dispersarlos. Los espartanos, en cambio, los conservaban y
sometían en sus propios hogares en su lugar natal. Y esto, les costó caro, sufrían constantes
revueltas. En el siglo VII, este problema se solucionó con una reforma social y constitucional: el
establecimiento del sistema espartano en su forma definitiva, y también, por último, el del
espejismo de Esparta. A partir de ahí, el cuerpo de ciudadanos de Esparta fue una milicia de
profesionales, a los que se educaba desde la infancia con miras a adquiriesen hasta el máximo dos
cualidades: destreza militar y absoluta obediencia. Para ello se los libraba de cualquier otro interés
vocacional por actividades distintas, y se les hacía llevar una vida de campamento e instrucción
continua, dispuestos siempre a adueñarse del campo por la fuerza frente a cualquier enemigo,
fuera este ilota o extranjero. A sus necesidades proveían los ilotas y los periecos, su educación
corría a cargo del Estado, su obediencia quedaba garantizada por su educación y por una serie de
leyes que tendían a evitar las desigualdades económicas y de forma de prosecución de lucro. El
sistema entero era un conjunto cerrado a cualquier influencia exterior, a las de los extranjeros
en persona e incluso a las de los dioses importados. Ningún otro Estado podía competir con Esparta
en punto de exclusivismo y xenofobia.

A los antiguos les gustaba la estructura de aquel gobierno, por su carácter “mixto”, supuestamente
equilibrador de los elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos. Sus dos reyes
hereditarios acaudillaban los ejércitos en campaña y pertenecían al Consejo de Ancianos, cuyos
restantes 28 miembros eran elegidos de por vida entre los ciudadanos que pasaban los 60 años. A
la Asamblea eran admitidos los ciudadanos todos, este organismo no podía indicar ninguna acción
o enmendar las propuestas que se le hacían, sólo podía aprobarlas o echarlas abajo mediante sus
votos. Los más poderosos de todos, los 5 éforos, se elegían anualmente entre todos los ciudadanos,
se encargaban la supervisión general de los asuntos del Estado e importantes funciones judiciales.

La disciplina militar y la bravura de los espartanos –ejército profesional en medio de un mundo de


milicias ciudadanas y tropas de mercenarios- le dieron a Esparta una supremacía como potencia
que la elevó muy por encima de lo que su tamaño le hubiese permitido alcanzar en otras condiciones.
Su único interés consistía en conservar la paz dentro de su propia casa, en el Peloponeso. Si bien,
nunca lo lograron del todo armaron la Liga Peloponesia. De esta Liga sacaban las ayudas militares
que elevaron su fuerza numéricamente, a mayores proporciones. En el siglo VI Esparta llegó a ser
la mayor potencia militar de Grecia en tierra firme, y sus aliados le proporcionaban, además, un
apoyo naval suficiente, hasta que esta arma fue superada por la creación de la todopoderosa flota
de Atenas. Sin embargo, a partir de las guerras contra los persas, la historia espartana es la de
un declinar continuo, pese a la victoria de su coalición sobre los atenienses en el año 404. Su
xenofobia hizo que su sociedad de la ciudadanía aun cuando la necesidad de soldados llegó a ser
extrema, y a preferir armar a los ilotas libertos y a toda clase de derechos sociales e incluso
recurrir a mercenarios.

La guerra peloponesíaca sometió presión a las tropas y a los dirigentes, el sistema no había sido
estructurado para soportar una campaña tras otra ni la continua formación de ejércitos. La falta
de visión y de flexibilidad mental, en materias de políticas o sociales, fue un factor calamitoso en
aquellos momentos de éxito. El famoso igualitarismo de Esparta empezó a dañar y acabó
haciéndose insatisfactoria. Los reyes y los generales tenían frecuentes peleas entre sí o con los
éforos, y se sospecha que sus desacuerdos no se reducían a cuestiones tácticas o políticas. El
sistema, en lo relativo a la propiedad, se desmoronó y muchos espartanos perdieron los lotes de
terreno que habían recibido del Estado y que los ilotas trabajaban para ellos y, con la tierra,
perdieron su situación de espartanos íntegros y cabales. Otros fueron acumulando riquezas, por
más que esto sólo lo podían hacer ilegalmente.

La Esparta que ganó la Guerra del Peloponeso demostró estar hueca. Su equilibrada constitución y
su Eunomía fracasaron y estalló la stasis. En crisis no era más que un Estado menor entre cientos
de igual categoría. No representaba ya una fuerza con la que hubiese que contar en el mundo de
las realidades. Y, en el siglo III, Esparta avivó la chispa que produjo una de las guerras civiles más
virulentas de toda la historia griega. Pese a eso, Esparta era el modelo de una sociedad cerrada,
motivo de admiración para quienes rechazaban una sociedad abierta con sus facciones políticas,
su aceptación del demos como fuerza política, su frecuente falta de disciplina, su reconocimiento
de la dignidad y de los derechos del individuo.

La decadencia de la “polis”

Luego de la batalla de Queronea (338), Filipo II de Macedonia fue el verdadero amo de Grecia.
Convocó, entonces, un congreso con todos los Estados griegos en Corinto, donde se fundó la Liga
de los Helenos, con él como rey como cabeza y general en jefe y con dos objetivos definidos: el
uno, invadir Persia, para vengar la profanación de los santuarios de Grecia perpetrada 150 años
antes, el otro, emplear las fuerzas combinadas de los estados miembros para garantizar que en
ninguna de las ciudades-estado, habría en adelante ejecuciones ni destierros contrarios a las leyes
establecidas de las poleis, ni confiscaciones, reparto de tierras, cancelaciones de deudas o
liberaciones de esclavos hechas con propósitos revolucionarios.

La estasis o revuelta había sido siempre una amenaza y una dura realidad, pero no había sido
posible hasta entonces, que los demás Estados griegos, incluida Atenas, se organizaran para
mantener el statu quo como interés políticamente común, distinto de la intervención del Estado en
los asuntos internos de los otros para proteger sólo los intereses particulares de aquel. La invasión
del Imperio persa se imponía como único camino para salvar a Grecia de sí misma, proporcionado a
los griegos un motivo que les hiciese desistir de guerrear los unos contra los otros con el único fin
de enriquecer el tesoro público a base de los despojos de la ciudad vencida o para poder contar
con territorio que diesen cabido a los inmigrantes. El hombre bajo cuyo caudillaje habría de
cumplirse esta gran empresa era un déspota y un extranjero, cuyas miras eran fundamentalmente
distintas de los intereses de aquellos griegos a los que iba a dirigir.

El éxito de Filipo, repetido por su hijo Alejandro, evidenció de nuevo y por última vez que las
dificultades políticas no tenían sino una solución, y que ésta había de ser impuesta o por un Estado
griego más poderoso que los demás o por alguna potencia extranjera. Nadie sugirió que se uniesen
las ciudades-estado para formar unidades mayores. Y nadie fue capaz de concebir de qué manera
podrían superarse la escasez de recursos natural y el bajo nivel de la técnica, a no ser marchando
a combatir a Persia. Siempre que se dio alguna crisis agraria la solución se buscó, bien en
movimientos revolucionarios, o bien en poner las miras en otro país, ya fuese esto emigrando a
nuevas tierras, ya presionando de diversos modos sobre otros griegos. En el siglo IV, las zonas
extranjeras abiertas a la expansión se redujeron mucho y los Estados helénicos, por su relativa
debilidad, se lanzaron a casi continuas guerras entre sí. No respetaban ni los santuarios y usaban
los fondos de sus tesoros para la contratación de mercenarios, habiendo, posteriormente al 375
la cifra de 50 mil y un bajo número de población total si se advierte que los griegos solían alistarse
como mercenarios bajo cualquier enseña, indiferentes a las consideraciones nacionales cuando se
trataba de encontrar empleo. Y no eran sólo los mercenarios los únicos griegos andarines de aquel
entonces. También era muy elevada la cifra de los exiliados políticos.

Todo este movimiento, lo mismo que las constantes stasis, eran señal de un fallo de la comunidad
y, por tanto, de la polis. Cuanto más precisada se veía ésta a tomar a sueldo gentes de armas,
menos capaces eran sus ciudadanos de soportar tal gasto, empobrecida sobre todo su economía
rural, lo que les forzaba a partir hacia otras tierras para poder vivir, y cuanto menos conseguían
las ciudades mantener cierto equilibrio entre la minoría y la mayoría, más iban siendo pobladas por
advenedizos, ya fuesen éstos emigrantes de condición libre llegados de otros países, o bien
esclavos emancipados, más iba menguando el sentido comunitario, hasta perder toda realidad. El
siglo IV fue la época en que la polis griega decayó, de varias formas, con instantes en que se
recuperaba, hasta llegar a convertirse en un simulacro de polis en el que la conservación de muchos
aspectos externos de la vida ciudadana no podía ocultar en adelante que los griegos vivían en la
suave paz de la decadencia, aceptando todas las servidumbres que les sobreviniesen.

En esto fue también Atenas una excepción. Su sistema político exigía de sus ciudadanos y de sus
recursos financieros extraordinaria habilitad política y una gran estabilidad, la pérdida del
Imperio hizo que en muchas ocasiones se intensificara esta demanda. Durante el siglo IV se
distinguieron como expertos sus dirigentes en finanzas públicas, aquella actividad se concentraba
sobre las zonas que bordeaban el mar Negro, donde Atenas tenía que asegurarse y proteger sus
vitales suministros de grano únicamente a base de hábil diplomacia, puesto que ya no dominaba
imperialmente las rutas del Egeo. La prueba final se la pusieron los macedonios y, tras años de
comprensibles dudas y debates, el demos ateniense decidió lanzarse a la lucha por la independencia
de la polis y casi alcanzaron con éxito. La Atenas del siglo IV sufrió los signos de la general
decadencia, dividiendo las dos vertientes de la actividad pública, la civil y militar. Los generales
eran ahora soldados de profesión, la mayoría de ellos ajenos a la política y sin ninguna influencia
en ella, acostumbrados a menudo a servir a potencias extranjeras como capitanes de mercenarios
lo mismo que si estuviesen sirviendo a su propia polis. Había unos cuantos motivos para este cambio,
entre ellos que las desproporcionadas finanzas del Estado habían aumentado de volumen, pero,
semejante desdoblamiento era perjudicial para la polis, pues significaba una fisura en la
responsabilidad de los miembros con respecto a su comunidad, una grieta que debilitaba el sentido
comunitario sin mejorar tampoco visiblemente la calidad de los generales. En las flotas los signos
de decadencia fueron distintos, siguió recayendo sobre los 1200 hombres ricos una pesada
participación en los costos, y en general, los asuntos navales marcharon bien, pero se dieron con
mayor frecuencia que antes las evitaciones de responsabilidad y fue preciso apretar más a los
contribuyentes y perseguir a los infractores de la ley. Las dotaciones tuvieron que hacerse por
conscripción, pues el aislamiento voluntario ya no era suficiente. Esto ocurrió porque el tesoro
estaba casi vacío y no se podían dar pagas regulares durante períodos largos, se daba esta
situación, por la resistencia de algunos a contribuir con la parte de los gastos que les era asignada,
resistencia que se debía más a lo poco satisfactorio del sistema de distribución de las cargas que
a la falta de patriotismo, por ende, el resultado fue también un parcial resquebrajamiento en la
polis.

La polis fue un brillante ideal, pero requería tan rara combinación de circunstancias materiales e
institucionales que nunca pudo llegar a realizarse por completo, sino sólo de manera aproximada y
por un tiempo muy breve, tuvo un pasado, un escurridizo presente y ningún futuro. En aquel fugaz
instante, sus miembros lograron alcanzar y eternizar en monumentos la grandeza de que la mente
y espíritu humano son capaces.
Kitto Capítulo V

La Polis

Polis es la palabra griega que se traduce como “ciudad-estado”. Es una mala traducción, puesto que
la pólis normal no se parecía mucho a una ciudad y era mucho más que un Estado. Se tratará de
determinar cómo surgió tal sistema político, luego reconstruir la palabra polis y rescatar su
significado real al observarla en acción.

¿Qué era la pólis? En la Ilíada distinguimos una estructura política, al parecer no fuera de lo
común, una estructura que puede considerarse como una forma adelantada o degenerada de
organización tribal. Hay reyes como Aquiles, que gobiernan su pueblo, y existe el gran rey,
Agamenón, rey de los hombres, que es parecido a un señor feudal. Tiene la obligación, establecida
por derecho o por la costumbre, de consultar a los demás reyes o caudillos en los asuntos de
interés común. Ellos integran un consejo regular y en sus debates el cetro, símbolo de la autoridad,
es tenido por el que habla en ese momento. Agamenón no es un déspota que gobierna con la
indiscutida autoridad de un dios. Hay, también, indicios de una indefinida Asamblea del Pueblo, que
debía ser consultada en las ocasiones importantes.

En la Época Oscura, ya no hay un Agamenón con amplío poder que gobierne. En Creta encontramos
más de 50 póleis independientes, 50 estados pequeños en lugar de uno. Los reyes y los reinos han
desaparecido. Toda Grecia se dividió en unidades políticas independientes y autónomas. Es Comentado [C1]: Jonia, las islas, el Peloponeso (con
excepción de Arcadia), Grecia Central (excepto las regiones
importante su tamaño, el griego común en estos siglos primitivos era granjero, y si poseía un occidentales), y el sur de Italia y Sicilia cuando se volvieron
esclavo, se debía a que las cosas andaban más o menos bien. Hipodamo, el que construyó el Pireo, griegas.

dice que el número ideal de ciudadanos es de diez mil, lo cual implicaría una población tal de unos
cien mil. De hecho, sólo tres poleis tenían más de 20 mil ciudadanos: Siracusa y Acragas en Sicilia,
y Atenas. Cuando estalló la Guerra del Peloponeso la población del Ática era probablemente de
unos 350 mil, de los cuales la mitad eran atenienses (hombres, mujeres y niños); una décima parte
eran residentes extranjeros y el resto esclavos. Esparta o Lacedemonia, tenía un cuerpo urbano
más pequeño, aunque era mayor en su superficie. Los espartanos habían conquistado y anexado a
Mesenia y poseían 8,200 km2 de territorio. Corinto tenía un territorio de 855 km2. La isla de
Ceos, estaba divida en 4 poleis. Tenía, por lo tanto, cuatro ejércitos, cuatro gobiernos,
posiblemente, cuatro calendarios diferentes, y quizás cuatro diferentes tipos de monedas o
sistemas de medidas. Micenas era un triste vestigio de la capital de Agamenón, pero seguía siendo
independiente. Envió ejército para ayudar a la causa griega contra Persia. El ejército constaba de
8 hombres. Aun así, no se debe confundir tamaño con significación. Ellos conocían un gran estado,
el Imperio persa y les parecía conveniente para los bárbaros. La diferencia de escala, cuando es
lo bastante acentuada, equivale a diferencia de condición.

No hay datos para determinar porqué la Grecia predoria se convirtió en un mosaico de pequeños
fragmentos. No hay datos, todo lo que se puede sugerir son razones plausibles. Existen razones
históricas, geográficas y económicas que permiten llegar a una conclusión aproximada.
La llegada de los dorios no fue un ataque de una nación organizada a otra. El invadido tenía su
organización, aunque indefinida, algunos de los invasores deben haber poseído una fuerza
coherente, pero también hubo seguramente pequeños grupos de invasores que aprovecharon el
tumulto general y se apoderaron de buenas tierras. Un indicio de esto es que hallamos miembros
de un mismo clan en diferentes estados. Esto era natural en Grecia. En un período tan incierto,
los habitantes de cualquier valle o isla podían de un momento a otro verse obligados a luchar por
su territorio. Por lo tanto, era importante tener un punto alto de una colina defendible en algún
lugar de la llanura, está, la Acrópolis (la ciudad alta) fue fortificada y sirvió de residencia del rey.
Llegó a ser también el lugar natural de la Asamblea y el centro religioso. Así comienza la ciudad.
La ciudad creció por el orden natural del crecimiento económico, donde nace la necesidad de un
mercado central. El mercado surge porque la situación se vuelve más estable, ahí es cuando nace
una economía especializada y se producen más mercancías para la venta. El griego prefería vivir en
la ciudad o en la aldea, ir andando hasta su ocupación y pasar sus ocios más amplios conversando
en la ciudad o en la plaza de la aldea. Así el mercado se convierte en un mercado-ciudad situado
naturalmente al pie de la Acrópolis. Este llegará a ser el centro de la vida comunal del pueblo.

Pero ¿por qué estas ciudades no constituyeron unidades más amplías? Esta es la cuestión
primordial. Hay un aspecto económico. Las barreras físicas, tan abundantes en Grecia, hacían
difícil el transporte de mercancías, salvo por mar, un mar al que no se le tenía confianza. Además,
la variedad mencionada anteriormente permitía que sólo un área muy pequeña podía bastecerse a
sí misma, sobre todo para un pueblo como el griego, tan sobrio en sus exigencias de vida. Es decir,
ambos factores tienden a la misma dirección. No había en Grecia una gran interdependencia
económica, ni puja recíproca entre las distintas partes del país, lo bastante fuerte como para
contrarrestar el deseo de los griegos de vivir en pequeñas comunidades.

Hay también un aspecto geográfico. Se ha dicho alguna vez que el sistema de poleis independientes
fue impuesto por Grecia por las condiciones físicas del país, lo cual no parece verdadero. Es obvio
que la subdivisión física del país contribuyó a ello, tal sistema no podría haber existido en otro
lugar. Además, son en efecto las regiones más montañosas de Grecia las que nunca desarrollaron
poleis. La poleis floreció en regiones donde las comunicaciones eran relativamente fáciles.

La economía y la geografía ayudaron, pero la verdadera razón, radica en el carácter de los griegos,
en su omnisciencia. Los griegos tuvieron para ellos solos el Mediterráneo oriental durante el tiempo
suficiente para efectuar esa experiencia, y, demostrar, hasta qué punto y en qué condiciones la
naturaleza humana es capaz de crear y sustentar una civilización.

La Acrópolis era el fuerte de toda la comunidad y el centro de la vida pública. La población que
siempre creció a su alrededor fue designada con el nombre ásty. Pero pólis muy pronto pasó a
significar la ciudadela y también todo el pueblo que utilizaba esta ciudadela. Algunas veces el
territorio y la ciudad tienen nombres diferentes. Así, el Ática es el territorio ocupado por el
pueblo ateniense, inclusive Atenas –la pólis en su sentido más restringido-, el Pireo y muchas
aldeas, pero sus habitantes eran atenienses, no áticos, y un ciudadano era ateniense cualquier
fuera el lugar del Ática en que vivía. En este sentido, pólis es nuestro “estado”. La pólis es una
comunidad y sus asuntos competen a todos. La real tarea de gobernar podía ser confiada a un
monarca, quien actuaba en nombre de todos, también a un consejo de ciudadanos, elegidos de
acuerdo con un censo de propiedad o, de lo contrario, a la totalidad de los ciudadanos. El conjunto
de éstas y muchas de sus modificaciones eran formas naturales de “comunidad política” que los
griegos distinguían claramente de la monarquía oriental. Dentro de esta última el monarca no era
responsable ante la ley ni depositario del poder por la gracia de dios, sino que él mismo se
consideraba un dios. Si el gobierno no estaba obligado a responder de sus actos es indudable que
la pólis no existía. Los griegos suponían por lo común que la pólis tuvo su origen en el deseo de
justicia. Los individuos no tienen ley, pero la pólis hará que se enderecen los agravios. Y no por
medio de una elaborada máquina de la justicia del estado, pues esta máquina puede ser manejada
por individuos, la parte agraviada sólo estará segura de obtener justicia, si puede declarar sus
ofensas a la pólis entera. Por consiguiente, la palabra significa ahora “pueblo”, nítidamente
distinguida de “Estado”.

Todo griego conocía la pólis, pues ella estaba allí completa, ante sus ojos. Podía ver los campos que
le brindaban el sustento, podía ver como la agricultura, el comercio y la industria marchaban
acordes entre sí, conocía las fronteras, sus puntos fuertes y débiles. La vida integral de la pólis,
y la relación entre sus partes, era mucho más fácil de abarcar, debido a esta pequeña escala. Los
griegos concebían a la pólis como una cosa activa, formativa, que educaba la mente y el carácter
de los ciudadanos. La pólis, en su origen “la ciudadela”, puede significar tanto como “toda la vida
comunal, política, cultural, moral”, incluso económica de un pueblo, una riqueza nacional.

También la religión estaba vinculada a la pólis. Los dioses olímpicos eran adorados por los griegos
en todas partes, pero cada ciudad tenía, si no sus propios dioses, al menos sus propios cultos
particulares de estos dioses. Los dioses eran deidades tribales y existen simultáneamente en dos
planos, como dioses de las pólis individual y como dioses de toda la raza griega. Además, en cada
pólis existían deidades locales menores, héroes y ninfas, cada una adorada con su tiro inmemorial
y que difícilmente podía ser imaginado fuera de la localidad en que tal rito se cumplía. Por ello, la
pólis, puede considerarse una unidad independiente tanto es su aspecto religioso como político.
Los dioses son copartícipes invisibles en el bienestar de la ciudad. Corresponde a los dioses
olímpicos defender el orden, puesto que son especialmente los dioses de la pólis. En la idea de que
la pólis tiene sus miembros divinos y sus miembros humanos, había tanto una advertencia, como
una exaltación. La pólis era una comunidad viva, basada en el parentesco real o presunto, una
especia de dilatada familia que convertía la mayor parte de la existencia en vida íntima y que por
ello tenía sus disputas, tanto más amargas por tratarse de diferencias entre miembros unidos por
la misma sangre. La religión, el arte, los juegos, la discusión de grandes temas, resultaban
necesidades del medio que sólo podían ser satisfechas gracias a la pólis.

Capítulo IX

La decadencia de la Pólis

La guerra del Peloponeso significó virtualmente el fin de la ciudad-estado como una fuerza
creadora que se adaptaba y conformaba la vida de todos sus miembros. Durante el siglo IV Grecia
se desplaza hacia nuevos modos de pensar y de vivir. La historia de este siglo es confusa, tediosa
y deprimente. En resumen, Esparta había ganado la guerra, no por su esplendor, sino, debido a los
errores de los atenienses y a que tuvo más suerte que Atenas en obtener la ayuda persa, cuyo
precio fue el abandono de Jonia. El imperio ateniense llegaba a su término, y se imponían oligarquías
en todas partes, con un gobernador espartano para mantener el orden. En este período vemos a
Esparta mostrar el peor aspecto de su carácter, ya que el espartano nunca aprendió a conducirse
en el extranjero. En su patria era por fuerza obediente y frugal; en el extranjero, no se le podía
confiar mando o dinero. La libertad que imperaba en Grecia era la libertad que tenía Esparta de
provocar a quien le pareciese. La verdadera beneficiaria de la guerra era Persia, había recobrado
Jonia, y Grecia desunida jamás podría rescatarla.

Entre los oligarquías establecidas o sostenidas por Esparta hubo en Atenas un grupo cruel y
sanguinario, conocido por los “Treintas”, dirigido por Critias. Gobernaron por el terror unos pocos
meses, pues la oligarquía no podía durar mucho tiempo en el Ática. La democracia fue restaurada
y con un valor o moderación que compensó la locura y la violencia que ella había mostrado durante
la guerra. En esta democracia, en 399, se condenaba de muerte a Sócrates.

El dominio de Esparta no duró mucho, su violencia despótica suscitó contra ella una coalición de
oras ciudades cuya lucha se conoce como la Guerra de Corinto. La paz se reestableció en 387 en
la desdichada forma de un edicto del rey de Persia, según el cual, una vez más, todas las ciudades
griegas debían disfrutar su autonomía. Las tres ciudades principales ahora eran Atenas, Esparta
y Tebas, dos cualesquiera de ellas estaban dispuestas a unirse para impedir que la tercera llegase
a ser demasiado poderosa. Atenas se reponía lentamente, en lo económico y en lo político. Incluso
llegó a formar una segunda Liga, tan necesaria era para los estados egeos alguna forma de
autoridad central. En 371 ocurrió que Tebas derrotó al ejército espartano en abierta lucha. Había
en ese momento algo que era raro en Tebas, dos hombres de genio, Pelópidas y Epaminondas, y
estos, habían inventado una nueva y audaz táctica militar. En lugar de formar la infantería pesada
en una hilera de 8 hombres (con la caballería y los guerrilleros en los flancos), ellos reducían un
ala y el centro y formaban la otra ala con una profundidad extraordinaria de 50 hombres. Esta
masa de infantes se abría paso por las filas espartanas por su propio peso, y así sucedió lo increíble.
Pero Tebas no tenía una nueva idea política para ofrecer. Epaminondas se encaminó cuatro veces
al Peloponeso a fin de crear, contra Esparta, una nueva pólis centralizada con los habitantes de las
montañas de Arcadia. En la última campaña ganó otra batalla campal, en Mantinea, pero pereció en
ella, y se derrumbó la preeminencia de Tebas. Le dio a Esparta su merecido, pero en el norte surgía
una amenaza inesperada.

Macedonia nunca fue considera como perteneciente a Grecia. Era un país agreste y primitivo, unido
por una familia real con pretensiones de ascendencia helénica y poseía una corte que llegó a ser lo
bastante civilizada como para tentar a Eurípides hacia el fin de su vida. En 359 a. C. llegó al trono
Filipo II mediante el procedimiento habitual, una serie de asesinatos familiares. Había pasado su
juventud en Tebas y allí pudo ver cómo se había debilitado Grecia y aprendió tácticas militares de
Pelópidas. Las adoptó y perfeccionó, y así nació la famosa falange macedonia que dominó el campo
de batalla hasta que fue batida por la legión romana. El designio de Filipo era dominar el mundo
griego, con Atenas si era posible. Macedonia estaba amenazada desde el noroeste por las salvajes
tribus ilirias, era un país atrasado, estaba separada del Egeo por un circuito de ciudades griegas
y la escuadra ateniense era insuperable otra vez. Pero Filipo tenía grandes ventajas, entre ellas,
el amplio material humano disponible y una mina de oro recién descubierta, pero, junto con eso,
contaba con otros recursos que siempre estaban a favor del autócrata: el secreto, la rapidez y la
falta de escrúpulos. Trató con los ilirios y aseguró así las espaldas de Macedonia en muy poco
tiempo, se apoderó de la ciudad griega de Anfípolis.

Muerto Filipo, su sucesor, Alejandro Magno, su hijo, en quince meses sofocó una insurrección en
Tesalia, marchó a Grecia y asustó a las ciudades que habían enviado sus felicitaciones a los asesinos
de Filipo y pensaban rebelarse, realizó una rápida campaña hasta el Danubio para asegurarse la
retaguardia y, como el oro persa persuadió a Tebas a levantarse contra su guarnición macedonia y
a otras ciudades a que se rebelaran, fue por segunda vez a Grecia, se apoderó de Tebas y la
destruyó.

En 334 a. C. Alejandro pasó a Asia. Once años después murió, a los 33 años, pero todo el Imperio
persa era ahora macedonio. Alejandro consolidó sus conquistas mediante la meditada fundación de
ciudades griegas, algunas de las cuales, en especial Alejandría en Egipto, llevan hasta el día de hoy
el nombre que él les dio.

Cuando murió Filipo, estados como Atenas y Tebas eran, para la mente griega, grandes y poderosos;
cuando murió Alejandro, los griegos del solar nativo contemplaban un imperio que se extendía
desde el Adriático al Indo, y desde el Caspio hasta el Alto Egipto. Estos 13 años había producido
un gran cambio. La Grecia clásica había llegado a su fin, y a partir de allí la vida tenía una forma y
un significado completamente distintos.

¿Por qué se produce el derrumbamiento del sistema político? Las continuas guerras de un siglo o
más había agotado a Grecia, material y espiritualmente. La ciudad-estado ya no brindaba un modo
de vida tolerable. Pero no solo exteriormente evidenciaba la pólis una falla, también en lo interno
estaba perdiendo su garra, como podemos ver en el caso de Atenas. La idea de utilizar mercenarios
le habría parecido la negación de la pólis. La Atenas del siglo IV da una impresión de letargo
político, casi de indiferencia. Los hombres se interesaban en otras cosas y no en la pólis.

El contraste entre ambos períodos tiene raíces profundas. No se trata de que Atenas haya sido
agotada por la larga Guerra del Peloponeso. La Atenas del siglo VI era activa y emprendedora en
otras direcciones. No se puede atribuir el cambio a mera decadencia. Ni tampoco a una simple
reacción a partir de la energía de la vida política en el siglo V. Lo que encontramos en el siglo IV
es un cambio permanente en el temperamento del pueblo, es la aparición de una actitud diferente
ante la existencia. Existe un mayor individualismo. En una palabra, de deja de representar hombres
y se pasa a representar al hombre. La palabra “cosmópolis” fue acuñada en ese tiempo, para
expresar la idea de que la comunidad a la que el sabio debía obediencia era nada menos que la
comunidad del hombre, del hombre sabio, dondequiera viviese. Además, era el complemento
necesario del nuevo individualismo. La Cosmópolis empezaba a reemplazar a la pólis. El ciudadano
está más interesado en sus asuntos privados que en la pólis.
Las figuras dirigentes en la Asamblea ya no son tampoco los funcionarios responsables del estado.
Menos aún son los funcionarios responsables del estado comandantes en el campo de batalla. La
separación de estas funciones no es absoluta.

Contemplando a Grecia en general advertimos que el sistema de las ciudades autónomas se


derrumbaba, en Atenas se comprueba también la desintegración de la pólis, el colapso de la ciudad-
estado fue rápido, no se produjo como consecuencia de una batalla, ni por los acontecimientos de
una década o de una generación.

La pólis estaba hecha para el aficionado. Su ideal era que cada ciudadano desempeñara un papel
en todas sus múltiples actividades, un ideal que procedía de la generosa concepción homérica de la
areté como una excelencia completa y una actividad total. Esta filosofía encierra un respeto total Comentado [C2]: capacitación para pensar, para
hablar y para obrar con éxito
por la totalidad o la unicidad de la vida, y un consiguiente desagrado por la especialización. Supone
el desprecio por la eficiencia, una idea más elevada de ella, una aptitud que no existe en un
comportamiento de la vida, sino en la vida misma. Un hombre tenía que ser todo a su debido tiempo:
tal era su obligación para consigo mismo y para con la pólis.

Pero esta concepción del aficionado implica además que la vida, fuera de ser una totalidad, es
también simple. Si un hombre debe desempeñar todos los papeles, éstos no deben ser demasiado
difíciles de aprender para el ciudadano común. Y aquí comenzó la crisis de la pólis. El hombre
occidental, nunca ha podido dejar de enfrentarse con los hechos. Tiene que investigar, averiguar,
experimentar, progresar, y el progreso destruyó la pólis.

Considerando el aspecto internacional, vemos a Platón y Aristóteles, diciendo que la pólis debe
bastarse a sí misma económicamente. Para ellos la autárkeia, la autosuficiencia, es la primera ley
de la ciudad. Ambos estaban convencidos de que el sistema griego de póleis pequeñas resultaba la
única base posible para una vida realmente civilizada. Pero tal estructura sólo podía funcionar si
se cumplía una de estas tres condiciones: según la primera, las póleis debían manejar sus asuntos
con una inteligencia y disciplina que la raza humana todavía no ha mostrado poseer; la segunda
sostenía que la pólis tenía que ser lo bastante fuerte para mantener el orden, sin pretender
inmiscuirse indebidamente en las cuestiones privadas de los demás; la tercera exigía que el
territorio fuese espacioso para que los sembrados de sus miembros no se molestasen unos a otros,
en pocas palabras, las ciudades estaban obligadas a practicar la autarquía.

En los primeros tiempos esta condición se cumplió con cierta regularidad, pero las exploraciones
del Mediterráneo y el crecimiento del comercio alteraron las cosas. Las rivalidades comerciales
muy pronto suscitaron guerras de amplia escala. En Atenas, su estructura en conjunto contradecía
la ley de la autárkeia, ya que, desde los tiempos de Solón, pasó a depender cada vez más de la
exportación de vino, aceite y artículos manufacturados, y de la importación de cereales del Mar
Negro y de Egipto. Por lo cual, tuvo que controlar el Egeo, pero esa acción era incompatible con el
sistema de ciudad-estado. En realidad, su organización empezó a resultar inoperante, cuando
contradijo esta ley básica de su existencia.
Pero, además, la pólis imponía simplicidad también en asuntos que no eran económicos.
Consideremos las tácticas militares y navales. La guerra de las ciudades-estados fue llevada a cabo
por la infantería pesada que solo podía pelear en terreno llano. La caballería y las tropas ligeras
solo se utilizaban como auxiliares, para proteger los flancos, cubrir la retirada y otras maniobras
semejantes, lo que hace pensar que es un pueblo torpe. La explicación es sencilla. El soldado era el
ciudadano, y la mayor parte de los ciudadanos eran granjeros. Las campañas debían ser breves,
porque si los cereales no crecían ni se cosechaban, la pólis pasaba hambre. Por lo tanto, se
requerían decisiones rápidas, y las tropas de montaña rara vez podían llevarlas a cabo. Además,
aunque se esperaba que el ciudadano fuese un experto en el manejo de la espada y el escudo, y que
conociese la simple pero exigente disciplina del orden de batalla cerrado, no podía disponer del
tiempo necesario para dominar el más difícil arte de la guerra en terreno montañoso. Solamente
Esparta poseyó un ejército profesional de ciudadanos, sostenido por el trabajo de los ilotas.

La táctica militar se convertía en una especialización, fuera del alcance del ciudadano-soldado y
del ciudadano-general. La guerra se transformaba en profesión que requería destreza. La pólis no
podía oponer a este instrumento otro similar sin perder sus atributos esenciales.

En la táctica naval se corrió la misma suerte. Ante la excesiva destreza, la pólis no pudo pagar el
precio. En las Guerras Médicas los barcos griegos eran lentos y pesados, barcos propios de hombre
de tierra adentro. Pero, 50 años después, en los primeros tiempos de la Guerra del Peloponeso, el
“trirreme” ateniense era un verdadero buque, construido como una embarcación de carrera. El
peso había sido sacrificado a la velocidad y a la movilidad, y los remeros –ciudadanos- habían sido
adiestrados hasta alcanzar un alto grado de precisión. Las tripulaciones tenían que ser
profesionales, y eran pagadas con los tributos que recibían de sus súbditos aliados. El Imperio
ateniense brindaba medios para alcanzar este grado de especialización, la pólis no. Y, Atenas lo
logró explotando a las póleis confederadas. Esto constituía una afrenta al sentimiento griego,
negaba una de las leyes básicas de todo el sistema, y está negación tuvo su condigno castigo.

La complejidad económica, por ser la negación de la autárkeia, era incompatible con la pólis en su
aspecto internacional. Pero, en lo interior, sus efectos fueron también graves. Hacia mediados del
siglo V el Pireo se había convertido en el puerto más activo del Mediterráneo. El Pireo y Atenas
prosperaban. Se establecieron en ellos extranjeros emprendedores, surgieron industrias, la
ciudad gemela llegó a ser el centro del mundo. Este esplendor seducía y estimulaba, pero era más
que lo que la pólis podía soportar. La pólis se apoyaba en la comunidad de intereses, pero estos, y
también el carácter, de los sectores comerciales y agrícolas del pueblo ateniense empezaron a
diferir agudamente. El primer grupo estaba formado por ultrademócratas, los imperialistas, el
partido de la guerra. Si eran ricos, la guerra les brindaba oportunidades de expansión comercial;
si eran pobres, ocupación y paga; pero al pueblo campesino les daba casas sin techos y olivos
talados. Después de Pericles los conductores de la Asamblea procedían en su mayoría de la clase
de Pireo, afortunados hombres de negocios, a veces individuos de gran capacidad, pero
oportunistas, quienes por naturaleza y educación tenían puntos de vista parciales y por
consiguiente suscitaban adversarios con opiniones aún más estrechas y violentas. Además, la aguda
complejidad de la vida proveniente de este desarrollo comercial originó una especie de fuerza
centrífuga dentro de la ciudad. Los asuntos privados de los hombres se volvieron más excitantes
y exigentes, de modo que se optó por separarlos de los negocios públicos. El letargo político de
Atenas en el siglo IV fue una consecuencia directa de este nuevo ordenamiento.

Durante generaciones la moralidad griega, lo mismo que la táctica militar, había continuado siendo
severamente tradicional, cimentada en las virtudes cardinales de Justicia, Fortaleza, Templanza
y Prudencia. Los poetas predicaban una doctrina casi idéntica: la belleza de la Justicia, los peligros
de la Ambición, la locura de la Violencia. Esta moralidad, no fue practicada por todos los griegos,
sin embargo, era un arquetipo aceptado. Si un hombre obraba mal, lo sabía. He aquí el fundamento
simple y fuerte, sobre el cual podía edificarse una vida común.

Pero el siglo V cambió por completo. Hacía su término, nadie sabía orientarse mentalmente. Por
ello, la fe en la pólis se vio quebrantada, ya que los ciudadanos habían perdido la virtud.
Michael Scott.

Un siglo decisivo. Del declive de Atenas al auge de Alejandro Magno.

El filósofo vegetariano (Epaminondas) y el filántropo culturista (Pelópidas).

Entre la multitud de tebanos, había dos hombres esenciales para la rebelión. El primero, Pelópidas.
Era uno de los antiespartanos expulsado de Tebas que había encontrado refugio en Atenas para
empezar la rebelión. Era un héroe de la rebelión.

El segundo hombre era Epaminondas. A él se le había permitido quedarse en Tebas y así había
formado parte de la resistencia clandestina en la ciudad. Epaminondas y sus compañeros de lucha
se habían comunicado con Pelópidas y sus compañeros exiliados y habían coordinado la casa franca,
a los hombres y las armas para llevar a cabo el ataque de la noche anterior. Él era el rostro conocido
para la gente de Tebas y, cuando llevó a Pelópidas ante la asamblea armada a la mañana siguiente,
fue su presencia serena la que llevó al pueblo de Tebas por un lado a aceptar las acciones rebeldes
y por otro a galvanizar el ánimo ante la inevitable confrontación con la guarnición espartana que
seguía alojada en el seno de la ciudad.

Ambos eran héroes de la rebelión y eran amigos. Durante la siguiente década, e incluso más allá,
iban a ser los dos hombres más poderosos de Tebas. Pelópidas, en primera línea del combate, había
sido herido siete veces, y como se lo daba por muerto, arrojado a una pila de cadáveres. Pero
Epaminondas no iba a dejar ese cuerpo abandonado y continuó luchando contra el enemigo hasta
que fue herido. Pero estaba dispuesto a morir antes de dejar al enemigo el cuerpo de Pelópidas.
Ninguno de los dos hubiera sobrevivido si el rey espartano, en cuyo bando combatían en ese tiempo,
no hubiese enviado unos refuerzos a su rescate.

El otro vínculo que los unía era el deseo común de ver que su ciudad se hacía más poderosa y
gloriosa que nunca. Era el momento de Tebas. La guarnición espartana, instalada en el corazón de
la ciudad, no había sido capaz de sofocar la rebelión durante la noche. Semejante error táctico,
los llevó a aprovechar su ventaja; forzaron la rendición de la plaza fuerte, y sus efectivos, nada
menos que soldados espartanos, abandonaron la ciudad.

Justo a tiempo. Cuando la guarnición espartana volvía derrotada, se encontró con refuerzos que
se habían enviado hacia el norte desde Esparta para acabar con la rebelión. Las fuerzas combinadas
emprendieron de nuevo el camino hacía Tebas, dispuesta a un ataque total. La rebelión tebana, la
vida de sus ciudadanos, pendían de un hilo. No podía pensarse que Tebas resistiera sola ante tal
fuerza devastadora de Esparta. Todo dependía de hasta qué punto los atenienses podían mantener
la promesa de enviar sus tropas en apoyo a Tebas.

El ejército de Atenas se cernía desde la frontera entre el Ática, su propia región, y Beocia. Se
vivió una tensa pausa y, en lo que solamente puede describirse como táctica espartana
sorprendentemente acertada, quien primero pestañeó fue Esparta. Los espartanos decidieron
retirarse. Tebas suspiró aliviada. Pero tanto Pelópidas como Epaminondas sabían que la batalla no
había concluido. Pasado el invierno, Esparta atacaría nuevamente.
Esparta envió sus embajadores a Atenas. La Asamblea ateniense, reunida en la Acrópolis volvió a
retirar su apoyo a Tebas. Atenas aún no se recuperaba de los efectos de la Guerra del Peloponeso,
de la revolución y de sus recientes y poco afortunadas actuaciones en el campo de batalla contra
Esparta. Los embajadores espartanos, una vez hecho su trabajo, volvieron a casa, con una
confianza mayor en lo que el año siguiente iba a depararles. Tebas se había quedado sola. Cuando
empezó la estación de las campañas militares nadie impedía a Esparta caer sobre la ciudad.

En el año 378 a. C. la guarnición de espartanos que había esperado pasar el invierno cerca de Tebas,
al mando de Esfodrias, avanzó sobre Atenas. Esforidas tomó la decisión de capturar el puerto de
El Pireo, de tal modo que cortaría el suministro de provisiones para Atenas y dejaría a la ciudad
impotente y a merced de las demandas espartanas. Esforidas intentó cubrir setenta kilómetros a
pie en una noche, a través del territorio enemigo y en un terreno que distaba mucho de ser llano.
Fue una misión suicida. Esta situación, favoreció a Tebas, ya que no sufrió ningún ataque por parte
de los espartanos.

Esfodrias fue enviado a Esparta, ante los tribunales, y fue en esa ciudad donde los reyes
cometieron su mayor error táctico. De haber castigado como correspondía a Esfodrias se podía
haber aplacado los ánimos de Atenas, en cambio, fue liberado. Atenas se sentía ultrajada e
insultada, por lo que volvió a dar apoyo a Tebas.

Las estrategias de Atenas y Tebas fueron inteligentes. Los efectivos de Esparta se desplegaron
hacia Beocia ese verano. Atenas y Tebas no podían arriesgarse al enfrentamiento en campo abierto
de rigor, pero tenían la ventaja de conocer el terreno. Al mantenerse en las montañas y en las
colinas de Beocia, le arrebataban a Esparta la gran victoria en las llanuras a la que había aspirado,
y no le permitían que jugara la carta de su superioridad numérica. De este modo siguieron con sus Comentado [C1]: Unos 30 mil hombres.

pequeños ataques de guerrilla a la columna espartana durante los tres años siguientes. Con cada
inicio de campaña, Esparta se veía obligada a subir atravesando el Peloponeso hasta Beocia, a
abastecer a sus tropas a gran distancia y a avanzar con el enemigo constantemente a la vista,
Atenas y Tebas se contentaban con jugar al gato y el ratón, las bajas para ellos eran mínimas, en
cambio la moral espartana se veía afectada, y con ella su reputada supremacía militar.

En 375, ocurrió algo que hizo cambiar de parecer a los tebanos. Un pequeño contingente de tropas
tebanas volvía a Tebas y de pronto se encontraron con formaciones espartanas. No tuvieron más
remedio que combatir. Las tropas tebanas, unos trescientos soldados, corrieron al encuentro de
los espartanos. Éstos, confiados en su mayor número y en su fuerza combativa permanecieron
quietos en el terreno. Lo más sorprendente, es que, los tebanos no solamente consiguieron penetrar
en las filas espartanas, sino que en lugar de seguir su avance para escapar tuvieron la valentía de
permanecer entre las quietas filas espartanas para seguir acosándoles. Nunca antes los espartanos
se habían visto superados por fuerza tan inferior en número.

El hombre al frente de los tebanos, era Pelópidas, el filántropo culturista y héroe de la rebelión.
Los 300 soldados tebanos no eran de rango ordinario. Se les conocía como el Batallón sagrado.
Este grupo de hombres se convirtieron en los héroes de la ciudad y en la fuerza de élite tebana.
Este regimiento no caería derrotado en batalla durante los siguientes 37 años. La victoria cimentó
el poder de Pelópidas en Tebas y dio lugar a la siguiente fase de su proyecto: quizá los tebanos,
lejos de limitarse a contener a los espartanos podían vencerlos y arrebatarles la posición que
ocupaban como poder supremo de Grecia.

Al mismo tiempo que los luchadores tebanos habían jugado al gato y al ratón con los espartanos,
los líderes de la ciudad también habían estado ocupados reorganizando la confederación de beocia. Comentado [C2]: Esta organización había existido en el
siglo anterior pero se había visto disgregada a la fuerza por la
Tebas necesitaba ser fuerte en números, y eso implicaba presentar ante los espartanos, un frente insistencia de los espartanos.
beocio unido.

Esta nueva confederación, fundada en el período posterior a la rebelión de 378, era


sustancialmente diferente de su predecesora. En el pasado, todo el poder había estado en mano
de aristócratas ricos de las diferentes ciudades que también habían proporcionado el grueso de
la caballería de guerra. En esta ocasión, el énfasis se ponía en algo diferente. Cada ciudadano
miembro de la confederación tenía idéntico derecho a voto y cada uno podía servir en el ejército.
De esta forma la confederación no solamente se convertía en la experiencia del federalismo
democrático más amplia del mundo de la Antigüedad, sino también se dotaba de enormes efectivos
de combate. Todos los ciudadanos votaban en la Asamblea Confederada, que tenía la última palabra,
y cada ciudadano debía considerarse a sí mismo primero como beocio y en segundo lugar como
ciudadano de su propia urbe.

Pero este experimento democrático también tenía sus desventajas. La asamblea abierta a todos
los ciudadanos tenía lugar en Tebas, de manera que si una quería formar parte de ella tenía que
viajar a la ciudad, lo que dada la distancia y las demandas de la agricultura no siempre era posible:
la mayoría de los beocios eran campesinos y necesitaban labrar la tierra. Expresarse era más fácil
para un tebano que para los ciudadanos de cualquier otra ciudad, de manera que Tebas era la que
tendía a dictar la política de la confederación. También, cada año, se elegían 7 beotarcas, que
ejercían como regidores de la asamblea y generales del ejército. Se les otorgaban poderes para
adoptar decisiones trascendentales si se encontraban en campaña militar sin tener que recurrir a
la asamblea. Si bien disponían de una gran eficacia militar, la vía para los abusos quedaba abierta.

A pesar de sus defectos, la confederación de beocia unió ciudades que con frecuencia se habían
enfrentado, e hizo que trabajaran juntas en un extraordinario esfuerzo democrático. Tras la
revolución de Atenas, constituía el segundo triunfo democrático del siglo.

¿Cómo reaccionaría aquella confederación ante una tesitura de guerra total? No era algo que
pudieran responder los tebanos en esos tiempos, ni siquiera con su triunfo de los 300 hombres del
Batallón Sagrado. En el 375 a. C., el rey de persa reiteró los términos de su tratado de paz, insistía
en que las acciones militares tenían que cesar. Se declaró una tregua precaria, y tanto Esparta
como Atenas y Tebas volvieron al hogar.

Pero el proyecto tebano seguía en plena vigencia. Dos años después, Tebas buscaba la manera de
ampliar la confederación. Las poblaciones situadas en la frontera entre Beocia y el Ática, el
territorio ateniense, y que vacilaban en profesar su lealtad a uno u otro vado, se encontraron con
el ejército tebano en sus puertas. La ciudad de Platea fue tomada por sorpresa. Sus ciudadanos
temerosos de las intenciones tebanas, cuando se informaba que sus tropas estaban en camino, se
refugiaban detrás de sus murallas. Luego, Platea se vio diezmada y consintió en formar parte de
la confederación. Las ciudades que dudaban en apoyo, o incluso aquellas que abiertamente habían
reconocido su apoyo al enemigo, fueron tomadas por asalto. La confederación beocia fue
extendiéndose como un virus y acercándose cada vez más a los límites del territorio ateniense,
hasta que Atenas y Tebas, dos ciudades supuestamente aliadas, se vieron implicadas en un
conflicto sobre los derechos a controlar poblaciones concretas situadas en la misma frontera.

A principios de 371 a. C. Atenas albergaba el miedo suficiente a las intenciones expansionistas de


Tebas como para volver a abrir negociaciones diplomáticas con su vieja enemiga, Esparta. Con esto
se creó una red de política internacional de lo más compleja. Atenas y Tebas eran aliadas contra
Esparta. Atenas también había trabajado para formar su propia alianza de ciudades a través del
mundo griego y alardeaba de que Tebas formara parte de ella. Sin embargo, terminó aliándose con
el enemigo de Tebas, Esparta. Atenas intentaba cubrir todas las eventualidades en un entorno
cada vez más delicado. Se convocó una renovación de la paz del rey en el 371 todas las facciones
enviaron embajadores a Esparta.

Esta ronda de negociaciones de paz iba a representar un cambio fundamental en la historia de


Grecia. Los hombres reunidos fueron Agesilao, rey espartano, Calístrato en nombre de los
atenienses, y a Epaminondas, héroe de la revolución tebana, por los tebanos. Tres hombres
poderosos, de tres ciudades poderosas en negociaciones de paz para la totalidad de Grecia.

Al principio, a pesar del potencial choque de egos, todos parecían querer lograr la paz, y más
específicamente por acabar con la cláusula tradicional en los tratados de alianzas según la cual, si
una ciudad estaba en guerra, la ciudad aliada estaba obligada a acudir en su ayuda. El resultado de
este encuentro, es que se redactó un nuevo acuerdo de paz, en el que quedaba claro que dependía
de cada ciudad decidir si tomar o no parte en el apoyo de otra contra un ataque.

Todo esto parecía muy sensato, y de hecho convenía a los intereses de las tres partes. Tebas
seguía sin estar muy segura de su fuerza, particularmente cuando Atenas se ponía del lado de
Esparta, y no deseaba un conflicto a gran escala. Esparta intentaba que se invirtieran las
tendencias que marcaban un ascenso de la supremacía tebana y un poder menguante en su propio
caso. Atenas deseaba un equilibrio de poder en el que ninguna ciudad o alianza pudieran lograr el
control de Grecia, por lo menos hasta que Atenas dispusiera del suficiente poder como para
lograrlo por sí misma.

Epaminondas comprendió que el tratad dejaba a Tebas en mala posición. Bajo los términos de la
nueva paz, si Esparta la atacaba no podría contar con la ayuda de Atenas, ni con la ayuda de nadie.
El nuevo tratado había dejado a Tebas con todas las de perder, Epaminondas sintió que lo habían
engañado.

Epaminondas pidió una reunión adicional. Avanzó diciendo que el día anterior se había firmado el
tratado en nombre de los tebanos únicamente, pero que ahora quería firmar el tratado en nombre
de la confederación beocia. Quería incitar la ira del rey espartano. Agesilao se enojó. No había
vuelta atrás. Epaminondas contestó que, si Esparta había firmado en nombre de los ilotas
reducidos a la esclavitud, y Atenas lo había hecho con similar despreocupación en nombre de parte
de su nueva alianza, ¿por qué Tebas no iba a poder formar en nombre de Beocia? Agesilao respondió
que no y borró del tratado la mención de los tebanos. Epaminondas había saboteado
deliberadamente la paz como único camino para forzar un conflicto, que de una vez por todas fijara
la lucha por el poder en Grecia. La paz firmada sería papel mojado en menos de un mes. Los
embajadores se apresuraron a volver a sus ciudades. Los habitantes de Atenas, Esparta y Tebas,
les esperaban a ellos y al tratado de paz que traerían en principio consigo, pero enseguida
comprobaron que portaban un mensaje distinto: se acercaba la guerra.

Pelópidas y Epaminondas estaban de acuerdo en una cosa: había llegado el momento de dejar atrás
las tácticas de ratones y gatos. Había llegado el momento de un choque frontal entre los ejércitos
tebanos y espartanos. No tuvieron que esperar, el ejército espartano avanzaba hacia el norte,
aunque no lo hacía a las órdenes de Agesilao, lo hacían en nombre al rey Cleómbroto. Los ejércitos
se encontraron en la llanura de Leuctra, en el campo de Ares. Los bandos contrincantes eran muy
desiguales: Esparta había congregado unas fuerzas imponentes, 11 mil hombres y mil de caballería,
alineados frente a 7 mil soldados tebanos y solamente 700 de caballería.

Gracias a las tácticas tebanas, la batalla duró menos de una hora. Leuctra, la batalla que anunciaba
el fin de la supremacía espartana y el florecimiento del poder tebano fue un punto de inflexión en
la historia de Grecia. Si Tebas ganó, fue gracias a la habilidad y valentía de Pelópidas y
Epaminondas. La reputación de estos dos hombres después de la batalla fue incuestionable. En los
campos de Leuctra murió la reputación militar de los espartanos como algo invencible. Esparta no
volvería a recuperar los niveles de poder que había ejercido durante las primeras décadas del
nuevo siglo.

El pez escurridizo

Atenas no estuvo presente en la batalla de Leuctra, optó por no formar parte. Cuando Tebas mandó
sus mensajeros a Atenas, tras su victoria, está última se mostró indiferente. Semejante actitud,
fue tomada por los tebanos como que Atenas era el pez escurridizo de las relaciones
internacionales en la antigua Grecia.

Sus escurridizas actividades no se confinaban solamente a Tebas. En la historia de sus relaciones,


se había desatendido de sus obligaciones para con Esparta al final de la guerra de Peloponeso,
primero enviando apoyo a Persia y luego uniéndose a la alianza de ciudades nerviosas por el control
abusivo que los espartanos ejercían sobre el mundo griego. Atenas había aceptado el dinero persa
y había celebrado que un almirante ateniense estuviera al mando de la armada de persa. Pero a la
primera de cambio los atenienses ya enviaban ayuda a la isla de Chipre, que estaba en conflicto
con el rey persa, e intentaban restaurar su influencia en las ciudades griegas de las partes
septentrionales del Egeo y la costa del Asia Menor. Este comportamiento traicionero con el rey
de persa facultó a Esparta para convencerlo de que tenía que dejar de ser paciente con Atenas y
reforzar el tratado de paz, convirtiendo a Esparta en su policía.
En el nuevo siglo, las maniobras atenienses, se describieron como un intento de reconstrucción de
su añorado imperio, cuyo apogeo y decadencia se habían producido en el siglo anterior. La
diplomacia contradictoria de los atenienses en esos primeros años era completamente
comprensible. Cada ciudad intentaba encontrar su camino en un mundo que funcionaba según reglas
completamente diferentes. Atenas tuvo que trabajar duramente para recuperarse de una derrota
apabullante y de una revolución política. Por ello, no es sorprendente que intentara colocarse en la
posición más ventajosa. Vista desde ángulo, la actitud de Atenas, más que contradictoria era
oportunista.

La imposición de la paz del rey dio al traste con todas las ambiciones que Atenas pudiera tener de
formar otro imperio. Se le permitía el control de tres pequeñas islas del Egeo, una de las cuales
era Esciro, situada en su arteria más crucial (la ruta del grano del mar Negro), pero cualquier otra
ciudad e isla en Grecia tenía que permanecer autónoma. El imperio estaba acabado. Los tebanos
habían proporcionado la respuesta con la confederación beocia que acababan de restaurar. Dicha
confederación, a pesar de lo mucho que la habían puesto en cuestión los espartanos, no había sido
revocada. Por lo visto, una alianza de estados libres podía ser aceptable según el rey persa.

Pero Atenas tenía preocupaciones más urgentes. En el 378 después de dejar a Tebas en la estacada
tras la rebelión tebana, y posteriormente encamarse con ella tras el humillante episodio de
Esfodrias, Atenas se había visto abocada a la guerra en la Grecia central que eventualmente
concluía con la victoria tebana en Leuctra. Atenas asumió que se encontraba en un estado
lamentable si pretendía defenderse por sí misma. Había construido sus murallas alrededor de la
ciudad de Atenas, pero apenas existían elementos de defensa en los campos de los alrededores,
vitales para el sustento de los ciudadanos. El territorio conocido como Ática, corría el riesgo de
una incursión militar espartana. La amenaza que se filtraba sobre la patria ateniense requería una
atención inmediata. La seguridad se convirtió en la prioridad de Atenas.

Atenas disponía solamente de un breve espacio de tiempo, entre el que volvía a unir su suerte a la
de Tebas y el comienzo de la campaña militar, para asegurar sus fronteras frente al esperado
ataque de los espartanos. Necesitaba reforzar sus murallas rápidamente, envió toda su fuerza de
trabajo disponible a que construyera esta defensa a toda velocidad. El único hombre capaz de
dirigir esta obra de ingeniería era un ateniense llamado Chabrias, quien tenía conocimiento por
haber servido de mercenario en Egipto en donde había adquirido muchísima experiencia en la
construcción de fortalezas, una técnica nunca utilizada en Grecia. Chabrias había sido elegido
general en 378 a. C, es muy posible que su primera orden fuera construir la muralla-fortaleza, y
que su existencia fuera el factor determinante que forzó a Agesilao y al ejército espartano a
penetrar en terreno tebano en lugar de ir por el ateniense, cuando sus ejércitos llegaron semanas
más tardes. La muralla del Ática había demostrado efectividad. Atenas nunca volvería a olvidar la
importancia que tenía asegurar la defensa de su propia tierra. Se instituyó un sistema de
reclutamiento nuevo, con el que se enviaban muchachos de 18 y de 19 años a una ronda de servicio
a salvaguardar los límites del Ática.
Mientras Atenas se dedicaba a mejorar las condiciones de su propia seguridad, tenía puestos sus
pensamientos en la escena internacional. Las idas y venidas oportunistas de las décadas pasadas le
habían permitido sobrevivir, sus intentos fallidos de edificar un segundo imperio habían sido
barridos por la paz del rey. Pero el ejemplo tebano de la confederación de beocia, demostró que
las alianzas eran posibles. En el 378, volvió a crearse una alianza que iba a conocerse como la
Segunda Liga Ateniense.

La carta fundacional de esta Liga, repite con insistencia su compromiso en lo que respecta a la
libertad y autonomía. Intenta calmar los temores que entre las ciudades griegas suscitaba, la
sospecha de que se tratara de otro enredo ateniense. Las clausulas referentes a la forma de
gobierno, guarniciones militares, gobernadores, tributos de imperio y a los atenienses que nunca
poseerían tierras o propiedades se referían directamente a los que se consideraban los peores
excesos del tiránico imperio ateniense. Atenas nunca más iba a mostrarse como un amo tan tirano.
No pretendían ser amos en absoluto, ya que cada componente de la Liga iba a ser libre y autónomo.

El motor para la toma de decisiones de la nueva Liga se componía de dos asambleas: la asamblea
democrática ateniense y otra de representantes de todas las ciudades pertenecientes. Ninguna
decisión podía tomarse sin la aprobación de ambas asambleas. Cada miembro de la Liga tenía
derecho a expresarse. Atenas mantenía su palabra de no introducir nunca el gravoso tributo del
imperio, temido y odiado en el siglo anterior. Pero si se introdujo un impuesto, conocido como
sintaxis, como ayuda para los costes que la articulación de la Liga conllevaba.

El lenguaje y la estructura de esta nueva Liga se veían respaldados por la acción en los años iniciales
tras su nacimiento. Islas de todo el mar Egeo y ciudades libres de la costa de Asia menor como
Bizancio se unieron a la Liga. Tebas también se convirtió en miembro. En 375, contaba con 75
miembros. El entusiasmo de pertenecer a la Liga estaba dado por su intención principal en contra
de Esparta. La Segunda Liga Ateniense era un pacto defensivo ante el policía intimidador de
Grecia.

Pero la tensión entre Tebas y Atenas resultaba problemática para la Liga. Tebas era miembro de
la Liga en tanto que ciudad individual, pero también era cabeza de la Confederación beocia. Tal
condición no importaba siempre y cuando la Liga y Confederación fueran antiespartanas. Pero
cuando el poder espartano empezó a declinar y el tebano empezó a aumentar, el propósito de la
liga y el hecho de que Tebas permaneciera a ella provocó tensiones cada vez más fuertes. La
Atenas de 371, era como mucho neutral, cuando no apoyaba tácitamente a Esparta para
contrarrestar la creciente supremacía tebana. Atenas no había apoyado en la batalla de Leuctra,
lo que hacía crecer la tensión entre los miembros de la Liga cuando suscitó una cuestión: si Esparta
ya no era un poder mundial, ¿qué sentido tenía la existencia de la Liga, cuyo propósito era
contenerla? La Liga se encontraba en un momento crucial.

Para entender las opciones de Atenas en el 371, tras la batalla de Leuctra, hay que tener una visión
más amplia del mundo antiguo y de lo que más tarde se llamaría Magna Grecia. Mientras la Grecia
central estaba bloqueada en una batalla por la supremacía militar en los campos de Ares, la vida
proseguía en el mundo que la rodeaba, en los lugares, pueblos y acontecimientos que tenían un
interés crucial y creciente para las ciudades del núcleo griego, puesto que iban a ayudarlas a
determinar sus políticas tanto en su propio terreno como en el externo.

Dentro de estos intereses el más importante era la búsqueda de recursos naturales, y en particular
de comida. Lo básico para la dieta griega era el grano y Grecia no podía asegurar el grano que
necesitaban las mayores ciudades año tras año. Esto representaba un problema en particular para
Atenas, puesto que era un de las mayores ciudades ubicada en una de las partes más áridas de
Grecia y raramente, podía tener esperanzas de ser autosuficiente. En consecuencia, la búsqueda
de áreas que fueran buenas productoras de cereal era un motor fundamental para la política
exterior ateniense. La paz firmada allá en 386, había hecho posible para Atenas mantener el
control de tres pequeñas islas del norte del mar Egeo. Dichas islas tenían un escaso valor
estratégico, si no fuera porque estaban en la ruta comercial hacia la mayor fuente de alimentos
de Atenas: el suelo fértil y rico alrededor del mar Negro. Colonizado por los griegos un siglo antes,
el mar Negro se había convertido en un suministro de comida para Grecia, y particularmente para
Atenas. Esparta, por medio del bloqueo de las importaciones de grano a Atenas, la había puesto de
rodillas al final de la Guerra del Peloponeso, y el rey persa amenazó el punto más oriental de esta
arteria, el área conocida como los Dardanelos, el mar de Mármara y el Bósforo, los estrechos
canales y el pequeño mar que subían hacía el Egeo, hacía el mar Negro, para forzar a Atenas a
firmar la paz del rey en 386. Esta ruta y su protección resultaban vital para Atenas. Por ello
Bizancio, la ciudad que controlaba la entrada al mar Negro, fue uno de los primeros miembros de
la Segunda Liga Ateniense.

En el mar Negro coexistían las colonias griegas con una variada gama de culturas y mundos
diferentes. Se trataba de la frontera del mundo griego en la Antigüedad. Alrededor de las colonias
griegas del sur y del este se encontraba la punta superior del Imperio persa, al oeste los tracios
odrisios, y al norte os escitas reales. Era un mundo en el que las normas de las culturas fluían
continuamente, donde los sistemas de gobierno variaban muchísimo, en donde el intercambio de
mercancías de alto valor no se detenía nunca, en el que los límites territoriales estaban
continuamente en disputa y en donde la identidad étnica y cívica se convertían en un crisol. Era un
mundo difícil e inestable en el que Atenas tenía que mantenerse cauta para no afectar su tan
importante suministro de alimentos. Al punto de tener que negociar con cualquiera que pudiera
garantizar lo que Grecia necesitara. El oportunismo volvía a ser la contraseña del día.

Pero en interés de Atenas no se detenía en el grano. El otro recurso natural que obsesionaba a los
atenienses eran los metales preciosos. Atenas había descubierto minas de plata en el patio trasero
del Ática. Pero necesitaba más, y la costa norte del Egeo era rica en yacimientos de muchos
metales preciosos. Con la plata y el oro Atenas podía pagar su grano o lo que necesitara. Aunque
había un problema, la costa norte estaba controlada por los diferentes reinos de Tracia. Atenas
en este período apenas disponía de medios seguros para penetrar esos territorios tan lucrativos,
y quería asegurar su presencia. La determinación obstinada de luchar allí, arrastraría a Atenas a
un conflicto con el más poderosos de los estados de Grecia septentrional, Macedonia, y jugaría un
importante papel en las desgracias atenienses.
Mientras los atenienses decidían cómo reaccionar a la victoria tebana en la batalla de Leuctra, y
qué hacer con la Segunda Liga Ateniense que habían construido, el escenario global también debió
de ocupar una parte central en sus pensamientos. Los intereses de Atenas, su misma supervivencia,
estaban más atados que nunca a lugares y pueblos de los extremos del mundo griego, a los
acontecimientos que allí tenían lugar. El mar Negro era clave para que Atenas se alimente. Las
costas del Egeo era una fuente de riquezas por explotar. La costa norte africana era un centro de
cereales y comercio cada vez más importante. Atenas no tenía más remedio que luchar para
consolidarse e incrementar su poder.

Esa necesidad de mantener y aumentar la presencia en el escenario internacional venía dada


también por el crecimiento de nuevos poderes de la Grecia central. Todos querían su parte en el
territorio y la riqueza de los confines del mundo griego. El primero de estos poderes era Tebas,
convertida en la ciudad más importante de la Grecia continental, y luchaba por romper sus lazos
con la Segunda Liga Ateniense para poder crear su propia área de influencia. Pero el segundo de
estos poderes quizá fuera una amenaza todavía más inmediata para Atenas. Al norte de Beocia se
situaba el territorio de Tesalia. Era una vasta extensión de tierra, que por tradición se rompía
entre los grupos étnicos y las ciudades que competían entre sí. Estas disputas estériles habían
mantenido a Tesalia inédita en el escenario internacional durante largos períodos de tiempo. Pero,
en 375, Jasón, de la ciudad de Feres, consiguió repeler a los espartanos e hizo que las ciudades
tesalias aceptaran su liderazgo. Se convirtió en “tagos”, el término tesalio para designar al jefe
supremo. En ese año, esto había sido una buena noticia para Atenas, puesto que entonces estaba
en buenas relaciones con Tesalia, unidos ambos en su rechazo a Esparta. El ejército de Jasón, una
combinación de nativos y mercenarios, con más de 20 mil efectivos, era una fuerza poderosa que
detenía las ambiciones espartanas de empujar hacia el norte. Pero estar bien con Jasón también
facilitaba estar bien con el tercer poder de la Grecia septentrional: Macedonia. Y a través de ella
se disponía de acceso por tierra a los fértiles campos del norte de la costa egea.

En 371 cuando Atenas, junto con otras ciudades de la Grecia continental, empezó a sospechar que
Jasón no iba a contentarse con mantener a raya a los espartanos. Lo mismo que Tebas, alimentaba
ambiciones de supremacía en Grecia. Cuando Atenas rechazó reconocer al mensajero que había ido
a informarles de la victoria tebana, fue Jasón de Feres quien respondió a la llamada y envío tropas
que bajaron en tropel por los campos de Ares. Tamaña concentración de tropas indicaba que el
conflicto iba a continuar. Atenas intentó capitalizar la situación y convocó con urgencia otra
conferencia de paz, la segunda en un mismo año. Esparta tenía que acudir, pero Tebas rechazó
negociar.

La implosión de Grecia.

La era de la supremacía tebana había empezado en la batalla de Leuctra en 371. Esparta había
quedado rezagada y la política exterior de Atenas no le ofrecía protección seguridad. Jasón, de
la ciudad de Feres, es el líder de Tesalia, se cernía sobre la Grecia central con un gran ejército.
La guerra civil se habría declarado en diversas ciudades del continente griego al tiempo que las
facciones que favorecían o se oponían a la hegemonía tebana luchaban por hacerse el control. El
gran imperio persa, por su parte, como siempre, vigilaba el devenir de los acontecimientos desde
el otro lado del mar Egeo con interés depredador.

En 370 Jasón fue asesinado. Había sido su primo, que ocupó su lugar: Alejandro, el nuevo líder de
Tesalia. Mientras tanto, los tebanos aprovechaban la ventaja de su nuevo dominio en Grecia para
expandir su círculo de influencia. Los dos héroes de Tebas –Pelópidas y Epaminondas- estaban en
pie de guerra.

Al norte asesinaban a Jasón de Feres, y Epaminondas y Pelópidas decían llevar la lucha hacia el
sur, hacía las mismas puertas de Esparta. Toda la parte meridional de Grecia, el Peloponeso, que
había permanecido bajo el control espartana, empezaba a venirse abajo. Las ciudades, percibiendo
la debilidad espartana, aprovechaban la ocasión para rebelarse, declararse libres y formar sus
propias alianzas. Después de la batalla de Leuctra, nació una nueva confederación arcadia,
inspirada en el ejemplo de los tebanos y su confederación de beocia, en el Peloponeso central. La
formación política del federalismo se extendía al sur y el mapa política de Grecia se dibujaba de
nuevo.

Estas ciudades y confederaciones veían sus fuerzas redobladas por el apoyo que suponía la
presencia de Epaminondas y Pelópidas y sus tropas en el Peloponeso. La ciudad de Mantinea, que
años antes se había visto destruida y reducida por las acciones de Esparta, se reconstruía
lentamente con el apoyo de Tebas. Estaba mayor y fuerte que nunca. Una nueva ciudad fortificada
en el Peloponeso.

Durante el frío invierno de los últimos meses de 370 e inicio de 369, el ejército tebano se dirigía
hacia el sur hasta que llegó a las puertas de Esparta. Agesilao, sabía que había sido en gran medida
responsable de la llegada de un día así. Sin embargo, con toda la fuerza desplegada por Tebas, la
ciudad de Esparta no cayó en ese invierno. Mantuvo su muralla y se salvó de la humillación final.
Pero Pelópidas y Epaminondas podían infligirle muchos daños. Esparta había dependido de la
población de griegos que rodeaban la ciudad, a los que había reducido a esclavos. Estos esclavos,
los ilotas, del área de Mesenia, ansiaban rebelarse contra sus amos, y el ejército tebano les
proporcionaba la cobertura necesaria para hacerlo. Por lo tanto, los dos héroes tebanos, no
tomaron la ciudad, pero cambiaron sus vidas irrevocablemente. Mesenia era libre –Esparta había
perdido a sus esclavos ilotas- y en un espacio de tiempo increíblemente corto se creó una nueva
ciudad amurallada de Mesena que rivalizaba con otra construcción reciente, el recinto fortificado
de Mantinea.

Esparta perdió su orgullo, sus esclavos, y casi su propia ciudad. En cuestión de años se vio rodeada
por diversas ciudades fortificadas que crearon una sólida cadena para impedir más avances de los
espartanos hacia el norte. Esparta estaba encajonada y aislada en el extremo sur de Grecia. Por
primera vez se le imponían la soledad y la incomunicación.

El invierno había sido más exitoso que nunca para los tebanos, pero por un tecnicismo jurídico,
Epaminondas y Pelópidas, fueron llevados ante el tribunal. Los acusaban de que, como su campaña
se había extendido durante el invierno, no había vuelto a Tebas al final de 370 para ser reelegidos
generales durante el año siguiente. Según su acusador, nada menos que un compañero de ellos
irritado por toda la gloria que acaparaban estos dos hombres, habían tenido que detenerse en
batalla, volver a la ciudad, ser reelegidos oficialmente y, a continuación, habrían podido proseguir
con su campaña. Epaminondas, dicen, se echó a llorar con un niño y señalo a Epaminondas, diciendo
que le había forzado a no volver a casa. Por su parte, Epaminondas, miró a los ojos a los jueces.
Admitió haber roto las reglas, y pidió que se le aplicara la pena máxima de muerte y una lápida
donde debían detallar sus servicios a Tebas: Arrasamiento de Esparta y el Peloponeso, liberación
de los ilotas, edificación de Mesena, reconstrucción de Mantinea y auxilio para que pudiera
organizarse la confederación arcadia, sin olvidar que había devuelto la libertad a todos los griegos.
Los jueces se echaron a reír y abandonaron la sala sin considerar la votación de una absolución.

Lo que Epaminondas quería era luchar, pero ya no con Pelópidas a su lado. Después del invierno de
370-369, nunca más salieron a campaña juntos. Cada uno formó sus propias esferas de influencia.
Pelópidas hacía el norte y Epaminondas hacía el sur. Este último, volvió a invadir el sur en verano
de ese mismo año (369). Pero el mapa político de Grecia, para ese momento, ya había cambiado. La
cuestión era que Atenas, asustada por la demostración de fuerza militar tebana, y en su lucha por
dar con una nueva política exterior, se alió con Esparta. Cuando Epaminondas llegó, se encontró
con un ejército combinado de atenienses y espartanos dispuestos a cortarles el paso.

Pelópidas, hacía el norte, tenía un trabajo más arduo. Jasón había sido asesinado, el antiguo aliado
Tebano, y su primo Alejandro que lo había sustituido en 370. Algunas ciudades de Tesalia habían
aprovechado la ocasión brindada por la crisis de sucesión para rebelarse contra la nueva tendencia
de reunir toda Tesalia bajo un solo líder. Así, Tesalia, se dividió en dos campos, uno encabezado
por la ciudad de Feres y otro liderado por la ciudad de Larisa, más hacia el norte, cerca de la
frontera con Macedonia. Las opciones de Larisa eran limitadas, de manera que la ciudad se volvió
hacia macedonia para solicitar ayuda contra el poder militar de Feres. El líder macedonio, que
había asumido el poder en 370, estaba encantado de responder a la llamada y envió tropas a
protegerlos. Alejandro marchó hacía el norte, forzó al recién coronado rey macedonio a salir a
Tesalia e incluso consiguió llegar a un acuerdo según el cual Macedonia se convertía oficialmente
en aliada tebana. Como garantía de paz, Pelópidas le pidió rehenes al rey macedonio. Así fue, como
un joven macedonio proveniente de la nobleza, llamado Filipo, fue escoltado con un grupo de
rehenes de alto valor a Tebas. Durante los próximos 3 años, Filipo vivió con Pamenes, amigo de
Epaminondas, un alto general tebano, y tuvo la oportunidad de estudiar y de idolatrar a
Epaminondas. Nadie sospecho que el corazón de Tebas, atento a sus debates políticos y religiosos,
se formaba un joven que en un plazo de 30 años iba a mandar sobre todos ellos: el rey Filipo de
Macedonia, padre de Alejandro Magno.

Mientras tanto, Macedonia y Tesalia, mantenían una violenta lucha por el poder que bien podría
haber llevado a Filipo a la muerte. El rey tebano, que había convenido el trato con los tebanos fue
asesinado, esta muerte, se decía en Grecia, fue más turbio que el que había acabado con la vida de
Jasón. El nuevo pretendiente al trono macedonio era Tolomeo.
Tebas debía tomar una decisión, o más bien quien debía decidir era Pelópidas, si apoyaba a
Alejandro de Feres y vengaba al rey de Macedonia, o no. En 368, Pelópidas decidió poner a prueba
la fuerza de Macedonia y de su nuevo dirigente. Disponía de hombres y de mercenarios. Pero el
nuevo rey macedonio, gracias a la fertilidad y riqueza de las tierras macedónicas, disponía de
dinero en efectivo, y los mercenarios se guían por el dinero, no por las causas. Tolomeo sobornó a
los hombres de Pelópidas, de modo que cuando los dos ejércitos estuvieron frente a frente,
Pelópidas, comprobó que el número de sus tropas había disminuido y que estaban al descubierto.
Negoció una tregua y volvió a Tebas.

Pelópidas lo que en realidad hizo fue un cambio de bando. En 368 él y su grueso ejército volvían a
marchar hacia el norte, pero esta vez no iban a atacar a Macedonia, sino a su viejo aliado, Alejandro
de Feres. Pelópidas no tardó en verse capturado por ese sádico dirigente. Fue encarcelado en
Tebas, donde se enfrentaba a una muerte violenta y cruel y, al final de su reputación como general
tebano heroico y triunfador.

Durante los primeros años del 360, los acontecimientos de Grecia se intensificaron. Esparta,
ceñida por nuevas ciudades fortificadas, era aliada de Atenas, lo que retenía a Tebas de causar
más daños en el Peloponeso. Tesalia se había convertido en enemiga de Tebas y había capturado a
uno de los héroes más ilustres y Macedonia era un amigo poco fiable. Volviendo a Tebas, los
enemigos de Pelópidas y Epaminondas, intentaban de nuevo obstaculizar el camino de los héroes
en su lucha por la supremacía tebana. Epaminondas, fue acusado de permitir el paso de las tropas
espartanas y no aniquilarlas, fue degradado y pasó a ser soldado raso.

Esta incertidumbre, esta sensación de que todas las ciudades griegas estaban atrapadas en un
torbellino diplomático y militar del que nadie sabía cómo salir, llevó a que muchas de ellas busquen
como detener ese proceso. En 368 se convocó a una conferencia de paz en Delfos, territorio
neutral, a instancias del rey de persa. La conferencia fue un desastre. Esparta pidió que les
devolvieran a los ilotas y que se desarmara la confederación de Beocia. Eran peticiones insultantes.
Tebas se limitó a abandonar la conferencia. Parecía que las ciudades de Grecia eran incapaces de
resolver sus diferencias, ninguna de ellas podía establecer esferas de influencia, ni mantener sus
límites. Estaban atrapadas en un modelo político y de relaciones internacionales que acabaría
inevitablemente en una autoimplosión. Con los acuerdos de paz bloqueados, solamente había una
manera de salir adelante. Todos se volvieron hacia el rey de Persia. Quien lograra su apoyo
dispondría y de la fuerza para imponer su voluntad sobre Grecia. La salida de Tebas de las
negociaciones había molestado bastante al rey como para que devolviera su apoyo a Esparta. Pero,
el rey persa no mandó una gran tropa para una victoria decisiva, los 2 mil mercenarios, sólo podían
asegurar que la disputa proseguiría.

Tras la celebración de la conferencia de paz, Tebas, entro en una renda más frenética de
actividades militar y diplomática, en un esfuerzo para recuperar su supremacía. Tesalia, después
de encarcelar a Pelópidas, se había aliado con Atenas y con Esparta. La totalidad de Grecia volvía
a estar aliada en contra de Tebas, cuyo primer intento fue liberar a su héroe encarcelado en
Tesalia. Sin embargo, la primera fuerza que envió al norte para desafiar a Alejandro de Tesalia,
falló. Entre la tropa se encontraba Epaminondas, que había observado como los generales a los que
tenía que obedecer (luego de ser degradada a soldado raso), desperdiciaban miserablemente la
ocasión. En unos meses, Tebas se vio obligada a tragarse sus palabras de censura y reinstaurar a
Epaminondas como general. Este dirigió una nueva campaña para liberar a su amigo.

Epaminondas demostró ser un maestro del despliegue, más lentos y sutiles. Sabiendo que su tropa
estaba en desventaja, se acercó lentamente, dejando que el temor de su nombre causara estragos
entre las filas tesalias. Alejandro, al saber sobre la campaña, ofreció la paz y la devolución de
Pelópidas. Epaminondas había controlado mentalmente su camino hasta la victoria.

Pelópidas volvió a Tebas y fue enviado en misión diplomática a Persia. Lo persuadió de que diera
otro giro radical en su política. Persia volvía a apoyar a Tebas, que intentaba llevar la paz a Grecia.
Esparta no recuperaría a los ilotas y Atenas se vería obligada a mantener su creciente flota fuera
de los mares. Pero la paz propuesta por Pelópidas fracaso. Sus términos eran desfavorables para
Esparta y Atenas, que no iban a aceptarlos a menos que se vieran forzadas a hacerlo, posibilidad
que el rey persa no contemplaba. A Pelópidas, no le quedó otra que volver a Grecia, anunciar los
términos y decirles a todos que los aceptaran. Esparta y Atenas se negaron, la implosión seguía en
curso.

El rechazo a la paz de Pelópidas, provocó un rápido desencadenamiento de acciones militares


contra Grecia. Epaminondas lanzó una nueva campaña contra el Peloponeso. Obligó a las principales
ciudades de la entrada en esta región a que se sometieran al dominio tebano. Prometió apoyo a la
confederación arcadia, formada en 369 y contribuyó a la construcción de otra ciudad amurallada
que les pudiera hacer de capital. Esta ciudad se llamó Megalópolis, “la gran ciudad”. Esparta estaba
cerrada por una cadena reforzada de ciudades muy fortificadas y dotadas de atalayas.
Epaminondas obligó a Esparta a aceptar la independencia de Mesenia. La supremacía de Tebas
parecía asegurarse una vez más.

Sin embargo, la satisfacción tebana duró poco. En distintas partes de Grecia se sucedían asuntos
que imposibilitaban que su dominio de poder fuera permanente. Al mismo tiempo que Epaminondas
obtenía su triunfo en el Peloponeso hacia el sur, Atenas chocaba con Macedonia y Tesalia por los
derechos de las ciudades en la costa norte del Egeo: esa tierra fértil y rica de la que Atenas
siempre querrá su pastel. Desde Atenas se enviaban misiones navales militares hacía el norte, al
tiempo que los macedonios, tesalios, atenienses, tracios e incluso persas entraban y salían de
alianzas de unos con otros y con las tres plazas codiciadas, Olinto, Anfípolis al oeste y la Península
del Quersoneso hacia el este. Al mismo tiempo, el trono macedonio volvía a precipitarse a una crisis
a casa de un nuevo asesinato y otra disputa por el poder. El rey persa temía una revuelta en su
contra. La revuelta se centraba alrededor de las ciudades del Asia Menor, de manera que los
soldados griegos se empleaban como mercenarios, y también se obligaba a las ciudades griegas a
tomar partido y escoger si apoyar o no la rebelión de alguna forma. A mediados de 360, la totalidad
del mundo griego ardía: las ciudades luchaban en numerosos frentes, intentaban mantenerse al día
y tomar las decisiones adecuadas ante un mundo que cambiaba rápidamente, y en donde, las
novedades y las órdenes cambiaban más rápido aún.
En 364, Pelópidas se dirigió al norte e invadió Tesalia, en contra de Alejandro. La misión era en
venganza personal. Pelópidas se enfrentó en combate abierto con su enemigo en las cercanías de
la ciudad de Feres. Se quedó con pocos hombres, solamente contaba con los más valientes, con los
temerarios. La batalla fue furiosa, Pelópidas se lanzó hacía a Alejandro en un movimiento de todo
o nada, pero los guardaespaldas de Alejandro lo derribaron. A pesar de que los tebanos ganaron,
Pelópidas había muerto.

Epaminondas, ese mismo año, tras su victoria en el Peloponeso, se embarcaba en la armada tebana
recién construida (con dinero persa) aprovechando la ventaja de la posición cada vez más precaria
de Atenas en la costa norte del Egeo, alrededor del mar Negro y en la costa de Asia Menor, para
inquietud de los intereses atenienses en la región. Su objetivo eran las ciudades aliadas de Atenas
como parte de la Segunda Liga Ateniense. La flota fue bienvenida en Bizancio, Quíos y Rodas, pero
nadie quería actuar abiertamente contra Atenas.

Mientras que Epaminondas surcaba las aguas egeas, la atención de Tebas volvía a situarse en la
ciudad beocia de Orcómeno, que tradicionalmente había sido su enemiga, volvía a incitar el
resentimiento contra la ciudad. Los tebanos arremetieron contra ellos, atacaron Orcómeno,
mataron a sus soldados, ejecutaron a todos sus hombres y vendieron a sus mujeres y niños como
esclavos. Tebas se volvía desesperada y violenta en su intento de sostener las precarias riendas
del poder.

Hacia 363, parecía claro dónde iba a tener lugar el enfrentamiento. La confederación arcadia en
el Peloponeso, que en un principio había apoyado a los tebanos, se había metido en problemas. Por
exceso de ambición entró en conflicto con la ciudad de Elide, que tenía a su cargo el santuario
internacional de Olimpia y los Juegos Olímpicos. Los arcadios habían llevado al campo de batalla la
propiedad del santuario, y la lucha se había adentrado en el recinto sagrado. Pero el problema no
era la batalla por el santuario como los medios que habían utilizado los arcadios para financiarla.
Había utilizado los metales preciosos, los ofertorios de mármol, plata y otro, materiales que se
habían congregado a un recinto sagrado durante siglos como ofrenda a los dioses, para pagar
soldados mercenarios. Esto constituía una extralimitación sacrílega, equivalente a saquear el
Vaticano para financiar su ocupación militar. La ciudad de Mantinea, interpeló a los arcadios a
propósito de este mal uso del santuario y sus riquezas. El conflicto local pronto se convirtió en
conflicto nacional. Tebas apoyaría a los arcadios y su confederación. Esparta y Atenas apoyarían
a Mantinea.

En julio de 362, Epaminondas formó a sus tropas en Mantinea. Llevó consigo al resto de los aliados
de la Grecia central (incluido a Alejandro de Tesalia). Alineadas contra él estaban las ciudades de
Mantinea, Esparta (que seguía bajo las órdenes de Agesilao) y Atenas. Epaminondas se colocó a la
cabeza de sus tropas. Instruyó a la caballería para que levantara la polvareda de manera que el
enemigo no pudiese distinguir la disposición de las tropas y las tácticas. Confiado en la estrategia
que le había dado la victoria en Leuctra, condujo a sus tropas a la batalla que decidiría la suerte
de Grecia.
Epaminondas murió en el enfrentamiento. Ambos bandos lucharon, pero no se sabía quién había
triunfado en realidad. En plena confusión, ambos lados habían erigido monumentos en su intento
de reivindicar la victoria. El sacrificio de vidas humanas fue enorme, porque Grecia había girado
sin control y se había producido una autoimplosión en una contienda armada sin sentido en
Mantinea.
Lane Fox- El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma.

Cap. 16- La lucha por la libertad y la justicia.

Los 40 años que siguieron a la inesperada victoria de los espartanos sobre los atenienses son un
calidoscopio de guerras, alianzas en continuo cambio y breves períodos de supremacía de las
distintas grandes potencias de Grecia. Pero, los ideales de justicia y libertad siguieron siendo
defendidos apasionadamente e interpretados en formas muy variadas. Las póleis menores se
beneficiaron de la pérdida de la hegemonía por parte de las distintas potencias. Fuera de Esparta
y Atenas, los ciudadanos de las demás comunidades griegas volvieron a tener el protagonismo.

Desde el punto de vista cultural, la concentración del pensamiento, el teatro y las artes en una
sola gran ciudad, Atenas, se vio disminuida cuando el poder y las finanzas de esta dejaron de ser
excepcionales a partir de 404 a. C. Probablemente murieran la mitad de sus ciudadanos varones,
pero el legado cultural ateniense no murió. Siguió difundiéndose fuera del Ática. Los escultores
de la Acrópolis emigraron y se llevaron consigo los secretos de su oficio. Los teatros, invención
ateniense, empezaron a aparecer en todo el mundo griego y en ellos se estrenarían las últimas
obras de la dramaturgia de Atenas como una parte del repertorio.

Surgieron además nuevos centros de éxito y prosperidad. En el norte de Grecia, en la península


Calcídica, empezó a prosperar una poderosa liga de ciudades encabezada por Olinto, la ciudad cuyo
plan urbanístico y cuyos niveles de confort y de lujo son los mejores conocidos de la historia de
Grecia: el rey Filipo de Macedonia, arrasó la ciudad en 348 a. C. Fue trazada siguiendo un esquema
perfectamente planificado desde el punto de vista formal. Este esquema reticular, con bloques de
edificios regulares, no fue un invento ateniense (era conocido en Occidente), ni fue
necesariamente una creación o reflejo de la democracia. En Olinto apareció en la década de 430,
pero puede que debiera algo a un singular innovador del que también se había beneficiado
recientemente Atenas. Durante las décadas de 440 y 430 había sido remodelada la zona situada
detrás del puerto de la ciudad, el Pireo: especialmente el ágora de la localidad, por Hipodamo,
originario de Mileto.

El fin del Imperio ateniense disminuyó también el atractivo de Atenas como meta de los viajes de
los intelectuales. En este terreno la ciudad siguió siendo importante, pero na fundamental. En
Atenas las opciones más populares era la retórica, el arte de hablar y de escribir, y la filosofía.

Desde el punto de vista político, el principal acontecimiento de las primeras décadas del siglo IV
fue la reanudación de la brutal hegemonía de los espartanos, a la que seguiría la caída de su
principal base de poder. A finales del siglo V, Lisandro ya había planteado graves cuestiones en
torno al problema de hasta dónde llegaría el privilegio de un individuo en el grupo de los llamados
“iguales” de Esparta. Había desafiado la oposición del sistema de lujo y a las importaciones de
riquezas del extranjero: en esa época los perjudiciales efectos del “lujo” se estudiaron sobre todo
en relación con los ideales espartanos. La “molicie” y la extravagancia personal eran consideradas Comentado [C1]: Blandura, suavidad.

vicios sociales por los moralistas de la época. Constituían los rasgos característicos de los déspotas
y socavaban de mala la manera las sociedades guerreras.
Gracias a los saqueos y las victorias de finales del siglo V llegaron cientos de talentos de plata a
Esparta, cuyos ideales seguían siendo profundamente contrarios a su incorporación. Otros tesoros
fueron retenidos o controlados por el propio Lisandro. Este no sucumbió víctima del lujo, más bien
fue un maestro en el arte del soborno y la corrupción de otros. Desde 406, diseñó sus peculiares
versiones de “libertad” y de “justicia” para las demás comunidades griegas. Sus planes
comportaban el sometimiento de ciudades enteras a decarquías o camarillas de diez hombres
descaradamente pro espartanos y antidemocráticos. Como consecuencia, se mataron a incontables
demócratas populistas de las ciudades. Se dice que propuso la esclavización de toda la población
de la ciudad, mientras que un tebano, Erianto, llegó a exigir incluso que Atenas fuera arrasada y
que el Ática fuera convertida en terreno de pasto para las ovejas. Tebas y Corinto insistían en la
necesidad de destruir a Atenas.

Durante los últimos años de la gran guerra, Esparta había contado con la ayuda, desde 407 en
adelante, del joven príncipe persa Ciro. Y en cuanto acabó la guerra tuvo que ayudar a este en un
auténtico fratricidio, la campaña que organizó para atacar a su hermano Artajerjes, el legítimo
heredero del trono de Persia. Ciro fracasó en su intento y murió en 401, mientras combatía en
batalla. En consecuencia, Artajerjes, consideró a Esparta su enemiga. Los espartanos no tardaron
en tener problemas también en Grecia. En 403, finalmente pactaron con los demócratas atenienses
que había logrado sobrevivir, pero su hegemonía incontestable les alineó rápidamente el apoyo de
los corintios y tebanos. Y así estos últimos iniciaron una guerra contra Esparta aliándose
precisamente con los atenienses, a los que habían querido aniquilar, los aliados contaron con la
asistencia en barcos y dinero del rey de Persia, antiespartano.

En el curso de esta nueva guerra, los atenienses dependieron de la ayuda del rey persa, pero cuando
su fortuna comenzó a renacer, se lanzaron a hostigar los territorios de los persas en el Asia Menor.
A finales de 390, los atenienses no dudaron en prestar ayuda a Chipre y a Egipto. Para recuperar
el favor de los persas, los espartanos acordaron devolverles Chipre y las ciudades griegas del Asia
Menor, resultado de ello se firmó un acuerdo de paz espartano-persa en 386 a. C. Después de esta
grave traición a la libertad de los griegos, los espartanos comenzaron a abusar del principio de
“autonomía” que habían ofrecido a Grecia según el tratado de paz. La “autonomía” era un tipo de
libertad, pero con restricciones, se presuponía la existencia de una potencia externa fuerte. Los
espartanos no tardaron en poner en práctica esta definición, arrasaron la ciudad de Mantinea, en
Arcadia, que consideraban poco de fiar, afirmando que la “autonomía” exigía su división en pequeñas
aldeas.

La vieja creencia en el “orgullo antes que la caída” se vio rápidamente confirmada por el eclipse de
Esparta, lo mismo que el pensamiento en que en las relaciones interestatales de la “justicia” es el
pretexto que ponen los débiles cuando carecen de fuerza para hacer valer sus intereses. A pesar
de la Paz del Rey de 386, los espartanos efectuaron incursiones de saqueo gratuitas contra Tebas
y Atenas. Se trasladaron también al norte, respondiendo a la petición de ayuda del rey de
Macedonia, con el fin de reestablecerlo al trono. Todas esto tendría una repercusión negativa
sobre ellos. En 379, los tebanos expulsaron a la guarnición impuesta por los espartanos y se
volvieron favorables a la democracia y antiespartanos. En 377, los atenientes, muy debilitados,
empezaron a reclamar justicia y a invitar a sus aliados griegos a unirse en una nueva confederación
antiespartana que evitaría incurrir en los supuestos motivos de queja de los tiempos del “imperio”
de Atenas. La confederación fue un éxito y en dos años tuvo 70 aliados. El rey de Macedonia, fue
reestablecido al trono gracias a Esparta.

La propia hegemonía de los espartanos provocó su caída. La incursión realizada contra el Pireo en
370 ofendió muchísimo a los atenienses y además las tropas espartanas continuaron desafiando a
los tebanos, que le eran hostiles y habían empezado a expandirse en el marco de su confederación
de ciudades vecinas. En 371, los espartanos, intentando detener la expansión regional tebana,
perdieron en Leuctra una campaña trascendental.

Las consecuencias fueron aprovechadas por los ciudadanos de las comunidades griegas del sur a
las que Esparta había aterrorizado por varios siglos. En 370, el general tebano Epaminondas pudo
realizar el sueño que durante años habían acogido los enemigos de Esparta de invadir el propio
territorio de Laconia. La derrota de España produjo dos grandes bienes. Los mesenios, sus vecinos,
lograron reagruparse por fin y formar una comunidad griega libre, estatus que les fue negado
durante casi 350 años. Acabó su tiempo de esclavitud convertidos en ilotas, al volver a Mesenia,
construyeron impresionantes murallas. Mientras tanto los arcadios decidieron construir una nueva
“Ciudad Grande” (Megalópolis), formada por la fusión forzosa de las aldeas de la región. Luego se
convirtió en el centro de la Liga Arcadia. Se integraban en ella las distintas ciudades de Arcadia.
La Liga debía celebrar una gran asamblea, (la Miríada), de las que formaban parte todos los
ciudadanos varones de Arcadia, lo que no gustaba a los oligarcas de arcadia. Durante 600 años la
Liga constituyó una fuerza democrática al frente de un gran ejército (“Los Escogidos”), sostenido
por las aportaciones de las ciudades miembro. Después del 370, el poder de Esparta se vio
perjudicado por la Liga, en beneficio de una mayor justicia y libertad para los vecinos griegos que
habían sufrido su dominación.

Epaminondas fue honrado en la Arcadia que había ayudado a liberar. Las victorias del héroe habían
contado con lo inestimable ayuda de una unidad de parejas homosexuales el “Batallón Sagrado”,
compuesto por 300 soldados unidos por lazos amorosos, que habían hecho de la relación sexual
entre varones una necesidad. Los tebanos habían destruido una ciudad griega situada en sus
inmediaciones, Platea en 373, y luego habían causado daños a otras tres pertenecientes a su propia
confederación. Los tebanos no eran vistos por los atenienses con mejores ojos que los espartanos,
sus viejos enemigos, y además tenían la desventaja de vivir mucho más cerca de las fronteras del
Ática. Sin vacilar, Atenas pacto con Esparta en 369 y utilizaron esa alianza como contrapeso
frente a los tebanos durante 360. La rivalidad entre ambos bandos se puso de manifiesto en el
norte de Grecia, incluida Macedonia, fuente de la madera necesaria para construir los barcos, en
el Egeo y en el sur de Grecia. En 362 tuvo lugar la batalla de Mantinea, donde perdió la vida
Epaminondas, sin que el enfrentamiento arrojara un claro vencedor, dejando los asuntos de Grecia
envueltos en la “confusión e incertidumbre”.

En las primeras décadas del siglo IV, los griegos no supieron unirse, existían obstáculos para que
se produjera esa unidad, y la necesidad de paz no había desaparecido. Se intentaron diferentes
soluciones para solventar la situación, en un primer momento con el apoyo del rey persa. Artajerjes
II, tenía sus propios motivos para querer la paz, necesitaba que los griegos actuaran como
mercenarios en sus intentos por recuperar a Egipto que se había sublevado. Cuando los griegos
vieron que sus intenciones eran demasiado interesadas, intentaron llegar a una “paz común” por su
cuenta. Seguía habiendo una fe en el arbitraje como medio de solucionar las disputas, sin embargo,
estaban en juego territorios muy valiosos, así como la mayor libertad en una vida democrática.
Pues la democracia repartía de modo más equitativo entre los ciudadanos las cargas financieras:
ello significaba que todos los ciudadanos varones fueran consultados antes de verse involucrados
en una guerra. En la oligarquía, podía decirse que todas las leyes eran “iguales” para todos los
ciudadanos, pero en la democracia la aplicación de esas leyes era igualitaria. En el siglo IV la
democracia no corría riesgo de verse desacreditada o en retroceso. Esta seguía suscitando
fortísimas pasiones políticas entre los ciudadanos. En 370 los demócratas de Argos llevaron a cabo
unos terribles actos de “apaleamiento”, durante los cuales atacaron a los ricos de la ciudad y
causaron 1200 muertes, la democracia era promovida a través de luchas abiertas entre las clases,
una lucha entre ciudadanos pobres y ricos, donde los primeros utilizaban la democracia contra los
segundos, pero lo que movía esa lucha era un deseo auténtico de justicia.

En 370 desaparece la pólis o comunidad como centro de la vida política. Pues da la impresión de
que estas décadas fueron un período de Ligas y Confederaciones. Antes y después de la batalla de
Leuctra los espartanos contaron con el apoyo de su Liga de peloponesios, cuyos integrantes eran
gobernados por oligarquías. A partir de 377, Atenas contó con su propia confederación de aliados
contra Esparta. En 370, los tebanos lograron dominar los votos del consejo de la Vieja
Confederación Beocia, y en 360 es posible que imitaran a los atenienses y emprendieran la creación
de una nueva Liga para dar cabida a los aliados que tenían fuera de Beocia. La decadencia de los
espartanos durante la década de 360 dio lugar a la creación de la Liga en Arcadia y de otras
confederaciones en Acaya y Etolia, las antiguas ligas de Tesalia e incluso de Epiro se hicieron
visibles nuevamente. En conjunto, la existencia de estas ligas viene a refutar cualquier tentación
de ver este período como una prueba de la amenaza que suponían las pequeñas ciudades-estado
griegas en Grecia. Como auténticas confederaciones estaban formadas por un organismo central
encargado de tomar las decisiones y diversas comunidades menores que asimismo tomaban
decisiones. En Arcadia la asamblea o “Miríada” se reunía y elegía unos magistrados entre las
comunidades que la integraban y sufragaban los gastos de la fuerza militar común, los “Escogidos”.
Los atenienses, en cambio, discutían o votaban las propuestas presentadas en la asamblea de
ciudadanos por un “parlamento” aparte, integrado por delegados de sus aliados.

Sin embargo, no fueron los súper-estados los causantes del final de la pólis como unidad política.
Al igual que la asamblea ateniense, las asambleas de las ciudades miembros de la Liga Arcadia o de
la Confederación Beocia continuaron reuniéndose o tomando decisiones. Siguieron temiendo la
lucha de facciones o el ataque de algún miembro de su confederación, especialmente el de los
tebanos, siempre tan agresivos. Los grandes pilares de la vida política griega siguieron en pie y
conservaron su vigor: los juramentos y los magistrados civiles, los debates en torno a los nuevos
ciudadanos y a la contribución financiera que debía pagar cada individuo. En 363 la Liga Arcadia
se rompió debido a la decisión que tomaron algunos magistrados de pagar al ejército de la
confederación con el dinero tomado en “préstamo” del santuario de Olimpia, y no con las
aportaciones pagadas por los estados miembros.

A través de los historiadores conocemos nombres de personajes famosos, Epaminondas de Tebas


o Jasón de Feres o Agesilao de Esparta. Es un error ver a estos individuos como individualistas,
todos ellos desempeñaron algún cargo en sus comunidades natales y siguieron estando sometidos
a rendición de cuentas. La “comunidad” no se vino abajo antes de la aparición de los súper-estados
o de la nueva era de los grandes hombres.

Cap. 17- Las Mujeres y los Niños.

Las mujeres y los niños no se libraron de las guerras del mundo griego del siglo IV a. C. Cuando su
ciudad era tomada por asedio, su destino era morir o ser vendidos como esclavos. En 364, los
tebanos capturaron y vendieron como esclavos a todas las mujeres y niños que se encontraron en
la pequeña ciudad de Orcómeno. En 431, los plateos evacuaron a sus mujeres, niños y ancianos,
mandándolos a Atenas antes que su ciudad sufriera el asedio.

Dejando de lado a los espartanos, el amor a los hijos y a la familia constituía un valor importante
de las polis griegas. En los hogares de los ciudadanos de Atenas, el padre decidía sobre la vida de
su hijo recién nacido: si aprobaba su existencia, al cabo de cinco días del nacimiento corría
alrededor de la chimenea de su casa con la criatura en brazos, en una ceremonia llamada
Anfidromía. A los 10 días el niño recibía su nombre, el motivo era que muchos morían antes de ese
tiempo. Los especialistas modernos estiman que la tasa de mortalidad infantil era realmente
elevada, llegando a un 50%. Sin embargo, en algunos estados griegos el abandono de los hijos no
deseados era una práctica común. A veces, los niños expuestos eran recogidos y criados como
esclavos, de modo que cuando un niño era abandonado se lo hacía en un lugar público, la exposición
de niñas era más frecuente que la de los niños.

La etapa de la vida de un niño ateniense puede relacionarse con las fiestas de la ciudad. A los 3
años, el niño participaba durante un día en las Antesterias, bebía por primera vez vino. Para los
niños varones pertenecientes a una familia de ciudadanos el principal acontecimiento lo tenía en
las fiestas de las fratrías o “hermandades”, en la que a su debido tiempo ingresarían en calidad de
ciudadanos. Los padres lo llevaban y lo presentaban a la fratría. Cuando el niño cumplía 5 o 6 años,
se realizaba un sacrificio llamado el “menor”, y más tarde, a los 18 o cuando se consideraba que
tenía edad suficiente, se celebraba otro con motivo del corte de su pelo.

Los bastardos suponían un problema, que era mucho menos grave cuando se trataba del hijo de dos
ciudadanos nacido fuera del matrimonio. Si la madre estaba casada, es probable que se intentara
hacer pasar a la criatura por hijo del marido oficial, en caso contrario, la mujer abortaba. Sin
embargo, en una sociedad esclavista era normal que los dueños de los esclavos o sus hijos tuvieran
relaciones sexuales con sus esclavas, relaciones que tenía consecuencias. En caso de que la esclava
no abortara, su hijo nacía en condición de esclavo. El problema aumentaba cuando un ciudadano
varón tenía un hijo con una meteca o una extranjera residente. Si la madre era prostituta, era de
esperar que la mujer abortara, caso contrario, la criatura habría pasado a engrosar las filas de los
metecos. En efecto, los bastardos que tuvieran un solo progenitor ciudadano, no podían ingresar a
una fratría ni podían aspirar a la ciudadanía ateniense.

Las niñas, independientemente de que fueran hijas legítimas o no, no eran representadas en la
fratría, nunca iban a ser ciudadanas de pleno derecho. Algunas podían aspirar a ser servidoras de
los dioses, las más prestigiosas eran las arrhephoroi, cuatro niñas hijas de ciudadanos, entre los 7
y 11 años que vivían en la Acrópolis al servicio de Atenea. Estas niñas jugaban a la pelota, y luego
iban y venían, portando cestas en la cabeza, a una capilla de Afrodita situada en el jardín de debajo
de la Acrópolis, a la que se llegaba por un pasadizo. Otras niñas nacidas en el seno de una familia
de ciudadanos participaban durante un tiempo en un rito de transición llamado los arkteia. Entre
los 5 y 10 años las niñas jugaban a ser “osas”, para simbolizar su naturaleza salvaje e inmadura,
que a su debido tiempo sería amansada por su marido tras contraer matrimonio.

Después de pasar 4 o 5 años jugando a las “osas”, las niñas contraían matrimonio. No recibían
educación, y lo poco que pudieran aprender a leer, era enseñado en su casa, de sus madres, o en
las familias ricas, de esclavos adultos. Los niños en cambio, recibían una instrucción, que empezaba
a los 7 años y que se prolongaba hasta los 14, su educación incluía aprender a leer, a escribir,
música y atletismo. La ciudad-estado no proporcionaba maestros, pero las pequeñas escuelas de
pago fueron un elemento habitual en toda el Ática. Las familias más adineradas contaban con
esclavos-tutores. A su debido tiempo el varón se casaba, aunque se recomendará que lo hiciera
tarde, entre los 25 y los 30. Para satisfacerse podían hacerlo con prostitutas, cortesanas-
esclavas, o mediante la homosexualidad.

Para las mujeres ciudadanas de Atenas que se casaban jóvenes, la vid del seno de una adinerada
era recoleta y protegida. Los “varones de la pólis”, disponían de “una sala para hombres” para
celebrar sus banquetes; las mujeres tenían sus “dependencias de las mujeres” en las que pasaban
buena parte del tiempo junto a sus hijos y esclavas. Las mujeres estaban sometidas a tutela de un
pariente varón próximo durante toda la vida: sus matrimonios y segundos matrimonios estaban
regidos por reglas muy estrictas de herencias familiares, mientras que las transacciones
económicas que podían realizar se limitaban a contratos que no superaran el valor de unos cuantos
kg de cebada.

Las mujeres del Ática constituían una amplia y variada categoría. No sólo había un gran número de
viudas y mujeres casadas en segundas nupcias: existía la posibilidad de divorciarse, para ambos
sexos. Estaba además la mayoría de mujeres casadas en condición ciudadana, las pobres que se
veían obligadas a trabajar. En el interior de sus hogares, las atenienses respetables se dedicaban
a hilar lana o supervisar a la nodriza a la que muchas encargaban la crianza de sus pequeños.

Además de las ciudadanas estaban las cortesanas, que no tenían nada de romántico, pies esas
mujeres eran normalmente de condición servil. Los hombres podían comprar los servicios por
turnos, se estipulaban contratos similares también con un muchacho de alquiler. Fuentes confirman
lo mal visto que estaba frecuentar una cortesana una vez casado.
Cap. 20- Los atenienses en el siglo IV.

Lo más parecido a un Estado ideal que se dio en el mundo clásico fue el Estado ateniense durante
la época de Platón y Aristóteles. Aunque era una sociedad esclavista que utilizaba a 80 mil seres
humanos, pero los Estados ideales de los filósofos daban por descontada la esclavitud. La Antena
del siglo IV ha sido considerada decadente tras los años de gloria de la época de Pericles, apática
frente a Macedonia, e incluso inmoral por si constante apego al poder sobre las demás ciudades-
estado griegas.

Tras la Guerra del Peloponeso, la población de Atenas era mucho menor. Las pérdidas sufridas
redujeron el número de ciudadanos a la mitad, quizá tan sólo a unos 25 mil varones adultos en 403
a. C. Durante el siglo IV esa cifra aumentó hasta casi los 30 mil varones adultos, pero no seguiría
estando muy lejos de los 50 mil que se calcula que había en la década de 440. También las finanzas
habían sufrido un bajón. El cambio más importante que experimentó el Ática del siglo IV fue la
pérdida de los ingresos precedentes del antiguo imperio. Asimismo, disminuyó la valoración oficial
de las propiedades tangibles de los contribuyentes ricos del Ática.

Sin embargo, pese a su disminución, la ciudadanía mantuvo una estabilidad admirable en esta época
de violencia cívica y revolución generalizada. Los atenienses del siglo IV no olvidaron los dos
terribles golpes de Estado oligárquicos que había sufrido su comunidad. Después de recibir
aquellos dos golpes, los atenienses habían quedado escarmentados para siempre, incluso aquellos
pertenecientes a familias de clase alta que en el siglo V se habrían mostrado favorables a la
oligarquía. Una causa de que su Confederación tuviera tanto éxito, integrándose en ella más de 70
miembros durante sus primeros 12 años de existencia, fue que los atenienses eran los verdaderos
demócratas como lo demostraba los 150 años de vigencia del sistema democrático en el territorio.
Cada vez con más frecuencia se autoproclamaban amigos de los demócratas de otros lugares.

La infraestructura social y religiosa de la ciudad-estado seguía intacta. El calendario de fiestas


seguía siendo el mismo y constituía el marco del año social de los atenienses: no hubo ninguna
“crisis religiosa”. El derecho a la ciudadanía de un individuo continuaba dependiendo de que tuviera
padre y madre de origen ciudadano y las excepciones en beneficio de los extranjeros siguieron
siendo rarísimas. Las fratrías seguían acogiendo en su seno a los jóvenes ciudadanos, los demos
mantenían sus asambleas y fiestas locales y, como pretendía Clístenes, incluían a los ciudadanos en
alguna de las 10 tribus. Como la población cambiaba de forma irregular, se ajustaba el número de
los consejeros anuales que debía elegir cada demo para que todo encajara. Lo que no cambio fue
la pertenencia de las familias a su correspondiente demo (o demótico): en la década de 330 a. C.
esta denominación reflejaba todavía el lugar en el que habían sido inscritos los antepasados del
individuo en 508 a. C. Las leyes de transmisión de bienes de la familia no sufrieron ninguna
alteración, permaneciendo tal como las redactara Solón. Las limitaciones a las posibilidades de
contraer libremente matrimonio de una “heredera” ateniense no se relajaron nunca.

El ateniense del siglo IV nos ofrece indirectamente una clara impresión de cuál era la fuerza de
cohesión que tenía su sociedad y de los valores de esta. Los atenienses de esta época no constituían
una sociedad a “cara descubierta” en la que casi todos los ciudadanos se conocieran unos a otros:
30 mil varones eran demasiados. Pero a todos les encantaba recibir elogio de su persona y ser
considerados “lo mejor de lo mejor”. En los discursos de los oradores ante los tribunales de justicia
y las asambleas, todos los ciudadanos varones seguían apegados al lenguaje utilizado por los
aristócratas.

No se desarrolló ninguna cultura popular surgida de la pérdida del imperio que destruyera las
formas culturales de la edad dorada del siglo V. Antes bien, casi toda esa cultura se había iniciado
con los nobles y se había filtrado a las capas inferiores de la sociedad, incorporando de paso la
comedia y la tragedia. Los grandes certámenes atléticos seguían siendo apreciados en toda el Ática
y el público los contemplaban en el transcurso de un invento de la nobleza. Todas las clases
disfrutaban con las peleas de gallos. Seguían celebrándose los banquetes en las casas en las que
había una elegante habitación de los hombres destinada a ese fin.

Los atenienses del siglo IV vivían felizmente a la sombra de una arquitectura grandiosa. La ciudad-
estado conservaba sus magníficos templos clásicos y sus estatuas en la Acrópolis y en diversos
lugares del Ática. La región no había sido saqueado ni arrasada. La construcción de mansiones
elegantes no cesó en ningún momento. Hacía 380 la cerámica pintada del viejo estilo desaparece,
pero la consecuencia de este hecho no es ninguna ruina artística: las terracotas con figuras de
mujer, las “tanagras”, hacen su aparición en Atenas, de donde es posible que fuese originario el
género. El siglo V a. C. había creado el “tipo ideal” o canon de belleza masculina desnuda, en el siglo
V se había creado el tipo ideal o canon de belleza femenina desnuda: pechos pequeños, caderas
anchas, rosto ovalado y cuerpo rellenito, la obra más importante de esa época fue la de Afrodita
desnuda. Debajo de la Acrópolis, el Teatro de Dioniso, siguió dando espectáculos. En 386 los
actores trágicos repusieron una tragedia antigua durante la fiesta de las Dionisias.

La democracia en el siglo IV no estuvo ni mucho menos en decadencia hasta que los macedonios
acabaron con ella a la fuerza en 322 a. C. Tras los terribles golpes de Estado oligárquicos de
finales del siglo V, el pueblo votó a favor de su reforzamiento. Se introdujo el pago de un subsidio
por asistir a la asamblea para todos los ciudadanos, incluso en las épocas de mayores dificultades
financieras de mediados de la década de 390, las subvenciones pagadas a los miembros de los
jurados de los tribunales de justicia y a los consejeros de servicio continuaron a ultranza. También
se manifestó un interés democrático por los métodos de adopción de nuevas leyes. Al final, el
procedimiento acordado sería nombrar un cuerpo de “comisarios de ley” encargados de presentar
informes o deliberaciones sobre los distintos asuntos. Pero estos informes volvían a la asamblea
del pueblo y para que tuvieran fuerza legal debían ser votados por ella. No se produjo en ningún
momento una pérdida de la “soberanía popular”. Tras los violentos abusos de los oligarcas
reformadores, se desarrolló una mayor conciencia de la diferencia entre una “ley” y un simple
“decreto” adoptado a una asamblea pública. Esta conciencia podría ser utilizada contra los
enemigos políticos. El viejo sondeo de la opinión pública que suponía el ostracismo había Comentado [C2]: destierro a que se condenaba a los
ciudadanos que se consideraban sospechosos o
desaparecido allá por 417, y en su lugar, las propuestas de los oradores se verían expuestas cada peligrosos para la ciudad.
vez más a menudo a procesos de “ilegalidad”. Las causas eran juzgadas por tribunales populares
cuyos miembros era elegidos por sorteo entre los ciudadanos. No eran competencia de ningún
Tribunal Supremo independiente.
Los habitantes del Ática seguirían siendo el único órgano soberano, que se reunía en asamblea con
la convicción de que “el pueblo puede hacer todo lo que le parezca conveniente”. Esta práctica
incrementaba el juicio político del ciudadano, y, podía llevarse a la asamblea todo un conjunto de
temas de complicada diplomacia exterior para que el pueblo adoptara una resolución al efecto. No
había “gobierno”, los consejeros seguían cambiando cada año, y sus “deliberaciones” debían ser
votadas por la totalidad del pueblo. A la muerte de Pericles se produjo una división evidente entre
los generales, encargados de los asuntos militares, y los oradores políticos más prominentes. En el
siglo IV esa división se hizo más patente, lo mismo que la propensión de los atenientes a procesar
a los generales que fracasaban en las expediciones en el extranjero. Los generales se dieron cuenta
de que convenía colaborar con un orador político que los defendiera en la ciudad.

Esos oradores políticos debían su ascendiente a su capacidad de hablar y persuadir, pero el Estado
no les pagaba por ello. Podían recibir “regalos” por los servicios prestados, línea difícil de sostener
cuando la aceptación de “regalos contra los intereses del Estado” podía servir de justificación
para su procesamiento por aceptar sobornos. Unos oradores hacían hincapié en las finanzas, otros
en la cuestión de Occidente, y otros en las importaciones de grano, pero la cualidad más importante
era: la capacidad de persuadir a la asamblea.

En el siglo V, no se había sentido la necesidad de hacer un presupuesto anual: las rentas


provenientes del imperio por lo general eran más que suficientes. En el siglo IV fue introducido y
autorizado por la ley de reparto anual de los ingresos, en virtud de esa distribución, había una
serie de fondos a los que se asignaba dinero con una finalidad concreta en cada caso, “ejercito”,
“fiestas”, etc. Según esta ley de mediados de la década de 350, los inspectores de este “fondo
teórico” tenían una importancia especial, los atenienses elegían cada 5 años un comisario. Los
atenienses llegaron a tener una especie de ministro de Hacienda.

Al no contar con unos tributos del nivel de los que se cobraban en tiempos pasados, se atribuyó un
valor especial a los ingresos procedentes de las rentas de los bienes del Estado, los impuestos
indirectos y las multas. Ese dinero cubría los costes de la administración básica del Estado, pero
en una época de guerras continuas se hizo más habitual el cobro de impuestos sobre el capital
entre el grupo perfectamente acotado de los ciudadanos más ricos, que estaban obligados a
pagarlo: esos impuestos afectaban a los “bienes visibles” y debían ser pagados en metálico. Aunque
sólo gravaban con un 5% los bienes del individuo y no se cobraban todos los años, había que pagarlos
siempre y al cabo de varios años sin duda habrían supuesto un quebranto de los recursos del
contribuyente. También siguió vigente el desempeño de todas las liturgias que debían correr a
cargo de los ricos. No existía impuesto sobre la renta, y menos aún impuestos adicionales, pero no
fueron tiempos buenos para los ricos de Atenas. En 378, la recaudación del impuesto sobre el
capital fue reformado con la introducción de sindicatos cuyos miembros ricos debían pagarlo por
adelantado, lo que representaba una verdadera carga, lo mismo que la necesidad de reembolsar las
sumas cobradas a los miembros menos ricos del sindicato. Las crisis militares de 350 y 340,
produjeron una cantidad de “donantes” voluntarios que se ganaban la estima de sus conciudadanos.
Dichas donaciones eran manejadas por la asamblea.
Continúo habiendo una clase alta acaudalada, de los que 800/1000 eran capaces de servir en la
caballería y 1200 individuos que podían mantener los elevados costes que acarreaba el mando de
una trirreme. Los que podían pagar impuestos sobre el capital no eran tan pocos. Había 8 o 9 mil
ciudadanos que poseían tierras y bienes suficientes para servir como hoplitas, por ende, tenían
entre 6 hectáreas de tierra y el mínimo de 3 hectáreas y una yunta de bueyes.

Las explotaciones agrícolas eran la principal fuente de riqueza, en un Estado en el que no había
impuestos de sucesión, ni impuestos sobre la renta ni una inflación preocupante. Como las liturgias
y los impuestos sobre el capital se pagaban en metálico, las tierras debían ser explotadas de
manera intensiva con cultivos que pudieran venderse fácilmente por dinero contante. No existía
una “agricultura de subsistencia”, y en todos los niveles sociales la moneda estaba muy difundida.
En las temporadas de más trabajo se contrataban jornaleros para apoyar la mano de obra básica
que tenía a su disposición el propietario de las tierras, sus esclavos. Estos trabajaban casi siempre
en pequeñas unidades.

Lo más importante eran las minas de plata y la explotación de aceite de oliva. Las minas eran
propiedad del Estado, pero los ciudadanos las tomaban en arriendo para su explotación, utilizando
generalmente esclavos miserables. A comienzos de la década de 360, el número de arrendamientos
de minas disminuyeron ligeramente, indicio de una cautela económica temporal entre los
arrendatarios atenienses, pero esa tendencia cambio durante las 3 décadas siguientes (para mayor
beneficio del Estado, que cobró los arrendamientos). Lo que nunca decayó fueron las exportaciones
de aceite de oliva, el principal producto comercial que Atenas cambiaba por trigo que los navieros
traían en grandes cantidades de Egipto y sobre todo de Crimea. El suelo del Ática era bueno para
la cebada, pero no para el trigo. Este comercio de importación tan importante se sufragaba en
buena parte con las exportaciones de aceite de oliva y probablemente también en plata en bruto,
exportada en lingotes desde las propias minas.

Los atenienses ricos arrendaban sus tierras, y los ingresos procedentes de esos arrendamientos
constituían un elemento importante de sus rentas anuales porque los metecos o extranjeros
residentes no tenían derecho a poseer fincas rústicas ni casas en el territorio del Ática, y por
tanto debían alquilar los lugares en el que vivían. Los ricos se dedicaban al préstamo de dinero, de
poca cuantía y a corto plazo. Muchos acaudalados asumían los grandes riesgos de los préstamos
que se concedían a los navieros y mercaderes para que pudieran financiar sus cargamentos o sus
barcos. En este caso los beneficios podían ser muy elevados, como mínimo de un 30% por el breve
tiempo que durara el viaje, pero también eran elevados los riesgos, ya que, si la nave naufragaba,
el prestamista perdía todo. Los orígenes de los préstamos se remontaban a la época arcaica.
El Campesinado en la Grecia antigua.

La granja familiar: producción y reproducción

La economía doméstica suele definirse como una unidad de producción y consumo. En la Grecia
antigua el oikos aparece claramente como una entidad de este tipo. Aunque sus funciones y
atribuciones eran más amplias. El oikos era el centro a partir del cual se satisfacían no sólo las
necesidades materiales, incluyendo la seguridad, sino también “las normas y valores éticos, los
deberes, obligaciones y responsabilidades, las relaciones sociales y las relaciones con los dioses.
El oikos no era solamente la familia, era todo el personal de la casa noble y sus bienes, de aquí la
economía; el arte de dirigir un oikos, que significaba manejar una granja, no el gobierno para
mantener la paz de la familia. Esto puede aplicarse a la historia griega del siglo VIII y IV.

Según Aristóteles, el oikos es una “comunidad constituida naturalmente para la satisfacción de las
necesidades cotidianas” cuyos miembros se definen como los que han sido criados con un mismo
alimento.

La delimitación aristotélica de las funciones de la casa opera sobre una fluctuación entre dos
términos: oikos y oikia, que pueden ser traducidos de la misma manera. Aunque estos vocablos
dieron lugar a varias ambigüedades puesto que no siempre significaban los mismo. Jenofonte decía
que oikia aludía a la casa en el sentido estricto de lugar de residencia mientras que oikos denotaba
no sólo la casa sino también las propiedades, aunque esta distinción no fue aceptada por los autores
griegos. Los testimonios de algunos oradores áticos indican que oikia podía connotar no sólo la casa
sino también la familia o la propiedad, de manera que su sentido se superpondría a oikos. Pero en
el contexto de la ley ateniense era usual que oikia significara casa y oikos propiedad o familia. La
aplicación de la idea de oikos a la propiedad permite establecer una asociación con la palabra
Kleros, el lote o hacienda, en cambio, el sentido de familia o génos parece haber sido un desarrollo
tardío.

A partir de lo anterior se puede afirmar que el oikos implicaba la existencia de un génos,


interpretado en el sentido restringido de familia, asentado en un Kleros, es decir, la propiedad de
un lote de tierra. Estas especificaciones resultan suficientes para establecer que en la Grecia
antigua la posesión de la tierra se articulaba con la hacienda familiar. Bajo estas condiciones, la
economía doméstica funcionaba como “la unidad básica de producción, consumo, posesión,
socialización, sociabilidad, apoyo moral y ayuda económica mutua”. De este modo, los antiguos
hogares griegos se caracterizaban por la interrelación de 4 aspectos: co-residencia, parentesco,
comensalidad y cooperación económica.

En este contexto desarrollaban su actividad cotidiana los labradores griegos, con una significativa
autonomía en lo relativo a la gestión de la oikos, en función de lo cual debían hacer frente a diversas
exigencias, siendo una de las principales el balance entre producción y mano de obra. En este
sentido, había una línea divisoria clara entre los terratenientes y los labradores: existían los que
contaban con el trabajo de otros y aquellos que debían trabajar por sí mismos. El buey es el criado
del pobre. Se supone la existencia del trabajo agrícola femenino.
Si bien el grupo familiar se define de manera suelta a partir de la crianza con el mismo alimento,
no hay dudas en cuanto al poder del hombre de la casa. Ciertamente la fuerza de trabajo de la
unidad doméstica rural estaba constituida básicamente por la familia, en la que el titular del Kleros
solía ser simultáneamente padre de familia y jefe de la explotación. En este sentido el término
oikos puede asociarse al latino familia: el paterfamilias tiene el poder sobre sus hijos, esposas y
posesiones (bienes muebles e inmuebles) lo cual destaca fuertemente el aspecto de autoridad. La
unidad doméstica se basaba en la potestad del titular del oikos que tenía una disposición plena
sobre los bienes, la familia y la parcela. Ciertamente, el ejercicio de este derecho se articulaba
con la ciudadanía puesto que la posibilidad de acceder a la propiedad de la tierra estaba medida
por la participación política de la pólis. De este modo, la comunidad aparecía como la propietaria
principal de la cual los ciudadanos tomaban sus prerrogativas privadas sobre la casa y la tierra.

Puesto que el objetivo económico que guiaba a las unidades campesinas era la búsqueda de la
autarquía tanto en la producción como el consumo, en pos de lograrlo el trabajo de los campos de
labor era complementado con el trabajo doméstico de las mujeres en el hogar, que realizaban
actividades suplementarias importantes para la correcta gestión de la producción rural. La división
laboral se basaba en la supuesta fortaleza respectiva del hombre y la mujer, pero ante todo en las
relaciones de autoridad ya indicadas. Aunque no es una regla absoluta, ya que según los testimonios
resultaba habitual que en una familia campesina las mujeres realizaran no sólo las labores
domésticas, sino también muchas de las tareas agrarias a la par de los hombres. Otro aspecto
fundamental que condicionaba la capacidad de reproducción era la alienabilidad del suelo. El
campesino buscaba siempre preservar su parcela, aunque a veces era un mero anhelo, y se destacan
dos situaciones: la primera señala la necesidad de trabajar la tierra en la forma debida antes de
embarcarse en disputas y riñas sobre posesiones ajenas, en la segunda, aconseja hacer
adecuadamente sacrificios a los dioses para que tengan el corazón y el ánimo favorable “de modo
que compres la parcela de otro y no otro la tuya”. Así, aunque no fuera lo más usual, era posible
adquirir o ceder una propiedad a través de la compra-venta, siendo el jefe de la unidad productiva
el agente capacitado para alinear la hacienda, una situación conocida en el mundo griego.

En cuestiones de herencia, era preferible tener un solo hijo para mantener el oikos paterno. Si se
tenía más de un hijo entonces la herencia se dividía. Pero ciertos mecanismos de regulación
demográfica podían ser útiles a la hora de decidir a quiénes alimentar, así como el futuro de la
unidad doméstica. Se podía recurrir al abandono de infantes, afectando sobre todo a las niñas más
que a los niños, quedando exceptuado el primogénito. Se ha hablado de infanticidio, pero en rigor
el abandono o la exposición no significaban la muerte de los infantes sino formas de abastecer la
demanda de esclavos o dependientes, hecho que en ciertas circunstancias podía dar lugar a
transacciones directas entre el jefe de familia y el interesado en criar a los infantes.

Poniendo en relación las divisiones de la herencia con los inconvenientes que ocasionaba al
campesinado el exceso de mano de obra familiar con respecto a las tierras disponibles, se puede
concluir, que las elevadas tasas de mortalidad infantil eran útiles, cuando la naturaleza fallaba, se
recurría al infanticidio y el abandono de niños. Esto nos reconduce a la destrucción biológica de
los pobres y supone una correspondencia entre tamaño de la unidad agraria y número de
integrantes de la familia. Estos mecanismos de regulación demográfica ayudan a pensar como una
población podía adaptarse a los recursos.

Los lotes de los campesinos medianos (mésoi) tenían entre 3,6 y 5,4 hectáreas, aunque había más
grandes y mas chicos. Estos labradores realizaban sus cultivos basados en la propia mano de obra
familiar con el suplemento de algún dependiente y una yunta de bueyes. Por otra parte, si tomamos
en cuenta que se consideraba integrantes del oikos a los alimentados con la misma comida, es claro
que las familias más ricas tenían mayor cantidad de miembros (entre descendientes y
dependientes) y tal vez no tuvieran necesidad de abandonar o exponer a algunos de sus hijos. Ante
el uso incorrecto de quedarse con un solo hijo, se creaban problemas que podían llevar al fracaso
los intentos de adecuar el número de miembros, el tamaño de las parcelas y la división de la
herencia. Las granjas se podían quedar sin herederos, además de perder su propia mano de obra.

La granja familiar constituía la riqueza familiar, un mal uso marcaba la diferencia entre la
supervivencia y la muerte por desnutrición para la mayoría de la población que no tenía modos
alternativos de ganarse la vida.

Mano de obra doméstica: esclavitud, autarquía, comercio.

El hogar campesino tenía la necesidad de buscar un equilibrio entre producción y consumo. Dado
que la correlación entre riqueza y tamaño de la familia se daba en un contexto en que podían
combinarse diferenciación social y excedente poblacional en relación con las tierras disponibles, y
puesto que una forma de hacer frente a eso era tratar de conservar el patrimonio escapando de
las divisiones de la herencia, en su intento por subsistir la unidad doméstica debía tratar de
armonizar la mano de obra disponible con las necesidades de subsistencia de la familia. Si se
cumplía, y en consecuencia la herencia paterna no se dividía, las familias campesinas tenían que
lograr un adecuado balance entre número de miembros, requisitos de fuerza de trabajo y consumo.
En caso de que los mecanismos reguladores de la población resulten ineficaces y ante la falta de
otra salida económica como arriendos, artesanías o comercio, las unidades campesinas deben
entonces dar trabajo a todos sus miembros buscando así maximizar el insumo de mano de obra.

En algunos casos el cultivo de la tierra debería dejarse en manos de trabajadores dependientes,


poseer un par de criados. A partir de esto, cabe considerar si lo que tomamos como una economía
campesina no es ya una economía esclavista. Pero en rigor el uso de fuerza de trabajo esclava en
el marco de las relaciones domésticas de producción no implica un modo de producción esclavista,
los dependientes se suman a los integrantes de la familia para producir la subsistencia, aunque
también excedentes vendibles.

Esto significa que los esclavos incorporados a las granjas campesinas tenían por función completar
la cantidad de miembros que conformaban la fuerza de trabajo familiar. Los esclavos que se
insertaban en el ciclo productivo campesino realizaban las labores a la par del jefe de la unidad,
aunque, además de trabajar, se encargaban de programar y dirigir las actividades productivas. En
tanto que productores, la tarea de los esclavos se asimilaba a la de los miembros de la familia
campesina, salvo por el hecho de que hacían las tareas más pesadas.
Pero el esclavo no era el único modo de completar el número de trabajadores de la economía
campesina, uno de esos medios podía ser la adopción. Cuando no había hijos varones la adopción
era un mecanismo apropiado para incorporar un descendiente, que, una vez incorporado al grupo
familiar, pasaba a ser un miembro más del mismo con los plenos derechos del ámbito doméstico
según las normas vigentes. La ley solonia, admitía la adopción con el objeto de que una casa sin
herederos no desapareciera. El adoptado no se diferenciaba de un hijo biológico y suponía una
mano de obra plenamente familiar.

Otra fuerza de trabajo extrafamiliar que podía resultar necesaria era la del trabajador
temporario. Ya desde la época arcaica, los thetes no se hallaban excluidos del goce de algún
derecho, estaban integrados al pueblo y por tanto formaban parte de la comunidad junto a los
labriegos libres. Estos trabajadores con escasa o ninguna propiedad obtenían parte de su
subsistencia trabajando en las haciendas terratenientes, principalmente en la época de
recolección de cosechas cuando las exigencias de mano de obra aumentaban.

También existía la solidaridad entre vecinos, mediante el préstamo de los esclavos con el
compromiso de hacer lo propio cuando se requiriera este servicio. Otra alternativa era la unión
para lograr una fuerza colectiva de trabajo mediante la cooperación entre agricultores entre sí,
prescindiendo del uso de mano de obra no familiar.

En la época clásica la práctica del heredero único desapareció del horizonte legal. Paralelamente,
muchas ciudades crearon legislaciones para que los lotes permanecieran ligados a las familias
generación tras generación. Este tipo de regulaciones buscarían que los campesinos no transfieran
sus posesiones a los terratenientes y que en caso de no haber herederos un ápais pudiera testar
adoptando a alguien de modo que la familia continuara al frente del lote. Pero nada de esto indica
que la herencia no se dividiera entre todos los hijos en caso de haber más de un heredero. En
efecto, la práctica de la partición igualitaria de la herencia entre todos los hijos en caso de una
sucesión intentasta manifiesta que en la Atenas del siglo IV la herencia se repartía.

Las regulaciones establecidas habrían buscado que los terratenientes no acaparasen los lotes de
los pequeños productores mediante compra u adopción, dispositivos que empezarían a dejar de
funcionar en el siglo IV tomando posible una mayor concentración de la propiedad, tal como se
observa a finales de la época clásica y la lo largo de la helenística. Es verdad que el hecho de que
existiera una legalidad establecida en cuanto a la partición de la herencia no implica que
necesariamente se cumpliera.

Ahora bien, cabe preguntarse qué sucede entonces con el principio que indica que la economía
campesina se basa en la energía laborar de la familia, de acuerdo con un criterio de autarquía que
implica una correspondencia entre producción y consumo dentro de la unidad doméstica. La
presencia de dependencia en el oikos campesino ponía en entredicho el ideal de autarquía que
guiaba la organización laboral de la economía familiar, puesto que suponía abastecerse de un factor
productivo que por definición era externo a la unidad familiar. Esta vinculación con el exterior
adquirió tempranamente una forma mercantil. El mercado de esclavos ya estaría difundido desde
comienzos del siglo VI y es probable que la compra fuera un mecanismo usado para introducir
fuerza de trabajo dependiente en la granja campesina. La esclavitud entrañaba la existencia de
un mercado de esclavos. En la medida en que los campesinos recurrieran a dicho mercado esto
podía llegar a significar una reducción de los márgenes de autarquía real de la unidad campesina.
No obstante, dentro de ciertos límites, el comercio no iba necesariamente en contra de la
autarquía. Esta actividad resultaba habitual para el campesino, pues el labrador realizaba tratos
con el fin de vender excedentes de producción y comprar a la vez algunos elementos que pudiera
necesitar.

A partir de estos tratos, los campesinos procuraban obtener productos para completar sus medios
de subsistencia o dinero para comprar esclavos, o tal vez para arrendar tierras o adquirir
herramientas. La finalidad de los intercambios residiría en la satisfacción de las necesidades de
consumo y no en la búsqueda de la ganancia, puesto que primaría una lógica centrada en el valor de
uso y no en el valor del cambio.

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