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Reinado de Carlos III (1759-1788) --- en esta época la corona española llevo adelante grandes
reformas político-administrativas en sus colonias americanas en conjunto con el consejo de
indias precedido por José de Galvez.
Las reformas comienzan con la llegada de los borbones a inicios del siglo en España (XVIII).
Estas medidas comienzan a efectuarse en las colonias a partir del reinado de Fernando VI
(1746-59). Pero con la llegada de Carlos III las reformas adquieren un ritmo y coherencia que
atentan contra las estructuras de poder en América.
Las intenciones de las reformas consistían en: consolidar los límites y la seguridad del imperio;
promover el crecimiento comercial español y asegurar un flujo de ingresos fiscales.
Para poder llevar a cabo todas estas medidas el estado español necesitaba primero realizar
una profunda reforma político-administrativa, fortalecer el aparato estatal, terminar con la
corrupción generalizada y con la influencia de las elites locales en la administración.
Las audiencias -mayor instancia judicial de América- estaban ligadas fuertemente a las elites
locales por lazos parentales como el matrimonio o por transacciones económicas.
Los corregidores de indios o alcaldes se convirtieron en una pieza fundamental del sistema
colonial. Las elites locales van a tratar de persuadirlos para acceder a más mano de obra
indígena y sobre todo en el siglo XVII, para convertir a esa población en un mercado cautivo,
donde colocar mercancías. A partir del 1678 comienza la venta de cargos, favoreciendo aún
más a la elite criolla.
Por esas dos causas se deriva la pérdida de control de la corona española por sobre sus
dominios coloniales.
Plantea una vieja concepción historiográfica la cual debido al control de la elite local sobre el
aparato del Estado, la generalización de la corrupción y el no respeto a la legislación real
sugiere una primera independencia en el siglo XVII. Sin embargo, hay una serie de trabajos que
plantean una interpretación diferente sobre el sistema de gobierno en Hispanoamérica y el
fenómeno de la corrupción.
El origen del poder del monarca era divino, pero tenía límites, existía una negociación con los
súbditos. El énfasis estaba puesto más en la lealtad que en el cumplimiento estricto de las
órdenes reales.
Propone entender a la corrupción como uno de los medios del sistema para permitir esta
búsqueda de equilibrio entre los intereses contrapuestos y no como una aberración del
sistema. La corrupción era una válvula de escape a las contradicciones del sistema.
Las elites accedían al poder al relacionarse con los funcionarios por medio del casamiento de
sus hijas, promoviendo la corrupción en diversas esferas económicas.
Plantea una integración entre la elite y el estado debido a que ambas se necesitaban. La
corona carecía de un aparato que mantenga la disciplina de la colonia y la elite necesitaba la
legitimidad que les brindaba el poder real, además de que la corona servía como mediadora de
los intereses divergentes de los sectores americanos a partir del ejercicio de la justicia.
Por eso la idea de una primera independencia (debido al control de la elite local sobre el
aparato del Estado, la generalización de la corrupción y el no respeto a la legislación real)
aparece cuestionada.
Diagnóstico y cura:
En el año 1750, en América imperaba la corrupción y el control de las elites locales. A partir de
la venta de cargos la elite llego a posicionarse en las más altas esferas del aparatado estatal
colonial. El autor habla de que toda la burocracia esta subsumida en la corrupción.
Se da una resistencia a las reformas, la elite se creía con derecho a ejercer cargos en la
administración.
La isla de Cuba como bastión y pieza clave en el sistema defensivo del imperio. Allí se instala en
1763 el primer intendente de América.
Vamos a enumerar de manera prolija que accionar efectuaron las reformas administrativas:
Se da un cambio radical que tiene que ver con remover la burocracia antigua que ya estaba
impregnada de hechos ilícitos y remplazarla por una burocracia peninsular. En la segunda
mitad del siglo XVIII, empiezan a predominar los “hombres nuevos”.
El poder real deja de aparecer como esencialmente de origen divino y paternalista, para
asociarse más directamente a los resultados materiales, económicos que consiguen para sus
reinos. Ósea se da un cambio de identidad de la realeza basándose en los postulados de la
ilustración.
Los reformistas van a atacar los problemas que creían que debilitaban al imperio pero no
tenían en cuenta que esos factores permitían una estructura precisa y funcional. Lo que van a
intentar es construir un estado fuertemente centralizado con una estructura jerárquica,
destruyendo el consenso con los súbditos y la flexibilidad del sistema anterior.
Accionar de la corona:
Las reformas van a llegar de manera distinta dependiendo la zona en donde se intentan
aplicar.
En cuba las reformas al principio parecen tener éxito, al igual que en Caracas
En Perú las elites se resisten y finalmente logran ir debilitando los aspectos más irritativos de
las reformas.
Básicamente en las regiones donde se trató de implementar las reformas no hubo resultado, la
batalla entre elite y peninsulares término volcándose para el lado local americano.
En Buenos Aires por fin las reformas tienen éxito, se crea un aparato estatal fuerte y en mano
de “hombres nuevos”
EN PRIMER LUGAR: México y Lima, las dos grandes capitales de los únicos virreinatos pre-
borbónicos, con elites muy poderosas y acostumbradas a gobernar amplios espacios, verán las
reformas como una amenaza potencial y real.
Por el contrario, las regiones antes marginales, y ahora realzadas en la nueva división político-
económica (Caracas, Buenos Aires, Chile, etc.) tenían poco que perder y mucho para ganar con
la creación de nuevos cargos administrativos.
EN SEGUNDO LUGAR: las diferentes coyunturas económicas de cada región y cómo afectan las
reformas económicas a sus elites.
Conclusión:
Las reformas intentan algunos cambios importantes en las estructuras de poder. Unas y otras
generan resistencias, a veces violentas, a veces quizás más exitosas.
Es llamativo que justamente en los lugares donde menos resistencia aparente hubo contra las
reformas, allí donde más provecho sacaron las elites de los cambios, fue justamente donde
estas encabezaron más decididamente el movimiento revolucionario, ante la caída del poder
real en la metrópoli.
El tiempo parece haber confirmado la tesis de que solo la flexibilidad y no la autoridad podían
salvar al imperio.
Los borbones no supieron ver que si el imperio había sobrevivido tanto tiempo, había sido
gracias a ese viejo sistema de gobierno donde todo se podía negociar, donde la corrupción era
un arma para garantizar el equilibrio de intereses y el apoyo de las elites. Estas políticas,
contribuyeron a que esos beneficios perduraras solo por un corto tiempo.