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LA LUCHA POR EL CONTROL DEL ESTADO: ADMINISTRACIÓN Y ÉLITES COLONIALES EN


HISPANOAMÉRICA

Jorge Gelman

Resumen por tema.

 Desde mediados del siglo XVIII, y sobre todo durante el reinado de Carlos III (1759-1788) y la
presencia en el Consejo de Indias de José de Gálvez (1776- 1787), la Corona española lleva
adelante grandes reformas político-administrativas en sus colonias americanas, con impulso,
masividad y coherencia, no vistos desde la época de las reformas toledanas a finales del siglo xvi.

 Estas reformas, que ya habían comenzado dentro de la propia Península Ibérica con la llegada de
los Borbones al trono de España a inicios del siglo, sólo se empiezan a aplicar tímidamente en
América durante el reinado de Fernando VI (1746-1759), una vez que el final del asiento inglés de
esclavos en 1748 y el tratado de limites con Portugal en 1750, despejan el horizonte de conflictos
europeos inmediatos.

 Pero sólo a la muerte de este último monarca y con la ascensión al trono de Carlos III, las reformas
adquieren el ritmo y la coherencia que permiten hablar de un verdadero plan de conjunto para
transformar las estructuras de poder imperantes en América durante casi dos siglos.

 Este intento de transformación política era, en realidad, parte y condición previa de reformas más
amplias, que buscaban consolidar los límites y la seguridad del Imperio, promover el crecimiento
económico español y asegurar a la Corona un volumen creciente de ingresos fiscales, para
permitirle recuperar su rango en el mundo.

LAS ESTRUCTURAS DEL PODER ANTES DE LA OFENSIVA BORBÓNICA

 Conocemos hoy bastante bien cómo funcionaban las estructuras del poder en América antes de
las reformas borbónicas.

 Aunque la mayoría de los estudios realizados al respecto versan sobre el siglo XVII, para dar luego
un salto a la segunda mitad del XVIII, los pocos trabajos que han incluido la primera mitad de este
último siglo nos lo muestran como un período donde se mantienen y aun se acentúan ciertos
rasgos del anterior.

 Prevalecía la venta de cargos en todos los niveles de la administración» (Brading, 1990).

 Toda esta situación ha llevado a algunos autores a plantear que el grado de control de las élites
locales sobre el aparato del Estado, la generalización de la corrupción y el no respeto a la
legislación real, permiten hablar de la existencia en los hechos de una primera independencia
americana en el siglo XVII y la primera mitad del XVIII (Lynch, 1964-1969; Muro Romero, 1987) .

 De esta manera, la presencia de estos últimos y el desarrollo de la corrupción serían una


aberración del sistema, cuya magnitud en este período lo pondría francamente en crisis.

 Sin embargo, es posible considerar la evolución en las estructuras del poder en América de otra
manera.
 En estos estudios se concibe el Estado colonial, por lo menos durante el largo reinado de los
Austrias y en el primer período borbónico, no como una institución fuertemente centralizada y
excluyente de los factores de poder local, sino, por el contrario, como un sistema de una gran
flexibilidad, que buscaba constantemente un delicado punto de equilibrio entre los intereses —a
veces confluyentes, a veces contradictorios— de las autoridades metropolitanas y los factores de
poder local, sobre todo las élites, pero también los demás sectores, inclusive los burócratas
coloniales, con sus propios intereses.

 Estos burócratas, a su vez, no formaban una estructura vertical de poder, en la que cada miembro
era parte de un engranaje con peldaños sucesivos, sino que aparecían todos vinculados
directamente al monarca (quien, en última instancia, era el responsable de los nombramientos y a
quien todo funcionario podía recurrir en caso de conflicto con otros funcionarios) y con poderes
imprecisos, que permitían gran flexibilidad, ambivalencia y negociación a todos los niveles.

DIAGNÓSTICO Y CURA

 Las élites constituían facciones que se disputaban constantemente el control del Estado en
provecho propio, desconociendo las normas emanadas de la Corona, desarrollando el
contrabando, evadiendo impuestos, etc.

 Se señalaba también que en la raíz de estos problemas se encontraba la práctica de la venta de los
puestos de la administración, que, habiéndose iniciado a finales del siglo XVI para los cargos más
bajos, se había extendido progresivamente hasta incluir a los más altos, y había permitido a los
sectores más poderosos de América instalarse a lo largo y ancho de toda la estructura del poder,
más allá de cualquier consideración de capacidad para la función de lealtad hacia la Corona.

 De la misma manera se habían inutilizado los mecanismos de control de la burocracia, ya que


hasta los juicios de residencia que debían realizarse al final del mandato de cada funcionario se
vendían y compraban con asiduidad.

 El primero, en su Nuevo sistema de gobierno económico para la América, escrito en 1743, va a


proponer que se realicen «visitas generales» a toda América, que se eliminen el poder de las élites
locales y la riqueza de la Iglesia, que se implanten las intendencias y se construya un aparato
administrativo fiel y eficaz (Campillo y Cossío, 1762).

 Las élites locales, criollos o no, se creían con derecho a ocupar cargos en la administración de sus
lugares de residencia.

LAS REFORMAS BORBÓNICAS: OFENSIVA, RESISTENCIAS Y RESULTADOS CONTRADICTORIOS

 Pero el gran impulso reformador se dio con el envío de visitadores generales a América, el primero
de los cuales, José de Gálvez, asignado al virreinato de Nueva España entre 1765 y 1771, considera
unánimemente la pieza clave de la ofensiva borbónica en América.

 Aparte de medidas trascendentes, como la organización de una fuerza militar en las colonias o la
expulsión de los jesuítas en 1767, que son tratadas en otros capítulos de esta obra, las medidas
más importantes de estas reformas administrativas son: la creación de nuevos virreinatos (en
1739 ya se había creado el de Nueva Granada, que abarcaba la región norte del antiguo virreinato
del Perú y en 1776 se desgaja también de este último, el virreinato del Río de La Plata, que incluía
todo el territorio desde la actual Bolivia hacia el Sur, con capital en Buenos Aires); el
establecimiento de nuevas capitanías generales (Chile y Venezuela), nuevas Audiencias (Buenos
Aires, Cuzco y Caracas) y, finalmente, la instalación de intendencias en casi todo el territorio,
suprimiendo los corregidores y alcaldes mayores, que habían sido señalados reiteradamente como
uno de los sectores más corruptos del sistema.

 Con todo, vale la pena señalar que estas reformas no se realizan todas simultáneamente, ni con la
misma intensidad, como es el caso de las intendencias, que se instalan primero masivamente en el
Río de La Plata (1782), dos años más tarde en el Perú y dos después en Nueva España y que no se
aplicarán a Nueva Granada y Quito.

 Pero lo que las reformas administrativas buscan y a primera vista parecen conseguir es crear un
aparato estatal más fuerte y, sobre todo, en manos de burócratas peninsulares, de carrera,
alejando a las élites locales del poder y combatiendo la corrupción.

 Los estudios recientes sobre la composición del aparato estatal en este período coinciden en
señalar un hecho irrefutable: si antes de las reformas todas las instancias de la administración
estaban controladas por funcionarios criollos, miembros de las élites locales, o por funcionarios
peninsulares con muy estrechos vínculos con aquéllos, en la segunda mitad del siglo XVIII,
empiezan a predominar claramente los «hombres nuevos», peninsulares, funcionarios asalariados
y de carrera.

 Un ejemplo evidente de esto último es el problema de los corregidores y los «repartos de


mercancías», que las reformas pretendieron suprimir.

 De hecho, el medio más importante parece haber sido (y se refuerza después de que las reformas
dificulten el acceso directo a la administración) la incorporación de los funcionarios a la élite.

 En Cuba, las reformas iniciales parecen haber tenido éxito desde el punto de vista metropolitano
y, al mismo tiempo, haber sido recibidas con cierto beneplácito por las élites locales (Kuethe,
1981).

 Sin embargo, creemos que también tienen que ver con diferencias reales en cada una de las
regiones y que es posible deducir ciertos modelos sobre las razones del mayor o menor éxito y
resistencia generados por las reformas, comparando las regiones en cuestión.

 En esto parece haber una clara diferencia entre las dos grandes capitales, Lima y México, ya que el
territorio controlado por la primera venía arrastrando una larga crisis y, con las reformas, pareció
recuperarse, mientras que el territorio de la segunda conoció una fuerte expansión bastante antes
de las reformas y éstas, al parecer, contribuyeron a iniciar un ciclo de signo inverso. Por el otro
lado, regiones como Cuba, Caracas o Buenos Aires, con economías de exportación en crecimiento,
acogieron bien las nuevas posibilidades comerciales.
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LA LUCHA POR EL CONTROL DEL ESTADO: ADMINISTRACIÓN Y ÉLITES COLONIALES EN


HISPANOAMÉRICA

Jorge Gelman

 Desde mediados del siglo XVIII, y sobre todo durante el reinado de Carlos III (1759-1788) y la
presencia en el Consejo de Indias de José de Gálvez (1776- 1787), la Corona española lleva
adelante grandes reformas político-administrativas en sus colonias americanas, con impulso,
masividad y coherencia, no vistos desde la época de las reformas toledanas a finales del siglo xvi.

 Aunque la mayoría de los estudios realizados al respecto versan sobre el siglo XVII, para dar luego
un salto a la segunda mitad del XVIII, los pocos trabajos que han incluido la primera mitad de este
último siglo nos lo muestran como un período donde se mantienen y aun se acentúan ciertos
rasgos del anterior1 .

 En estos estudios se concibe el Estado colonial, por lo menos durante el largo reinado de los
Austrias y en el primer período borbónico, no como una institución fuertemente centralizada y
excluyente de los factores de poder local, sino, por el contrario, como un sistema de una gran
flexibilidad, que buscaba constantemente un delicado punto de equilibrio entre los intereses —a
veces confluyentes, a veces contradictorios— de las autoridades metropolitanas y los factores de
poder local, sobre todo las élites, pero también los demás sectores, inclusive los burócratas
coloniales, con sus propios intereses.

 Los trabajos más importantes en este sentido fueron: Eisenstadt, 1963; Sarfatti, 1966; y Phelan,
1967, donde no sólo se avanza en una nueva concepción teórica del Estado colonial, sino que se
aplica en el estudio de un caso concreto.

 Más bien, lo que las reformas van a En realidad, muchas de estas propuestas no eran nuevas, pero
sólo hacia mediados del siglo XVIII existe un consenso generalizado en los ámbitos de poder
metropolitanos sobre la necesidad y oportunidad de llevarlas a cabo .

 Los estudios recientes sobre la composición del aparato estatal en este período coinciden en
señalar un hecho irrefutable: si antes de las reformas todas las instancias de la administración
estaban controladas por funcionarios criollos, miembros de las élites locales, o por funcionarios
peninsulares con muy estrechos vínculos con aquéllos, en la segunda mitad del siglo XVIII,
empiezan a predominar claramente los «hombres nuevos», peninsulares, funcionarios asalariados
y de carrera.

 Aunque no todos los autores coinciden en la interpretación de lo que significa la instalación de


estos nuevos funcionarios peninsulares, todos señalan esta transformación radical en quienes
serán los nuevos encargados de llevar las riendas del Estado.

 Así, por ejemplo, van a suprimir la venta de los cargos y van a nombrar funcionarios peninsulares
en todas las instancias posibles de la administración; sinembargo no van a lograr erradicar
totalmente la corrupción, ni la influencia de las élites.
 Por otra parte, la ecuación criollos=corrupción/ peninsulares=honradez iba a resultar errónea, y
los medios de las élites para influir sobre el aparato del Estado no pasaban únicamente por
colocar a sus miembros directamente en el mismo .

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