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FAMILIAS
Por: Gloria Luz Cano
Javier, por su parte, desarrolla una necesidad ciega de conseguir el equilibrio para
con su hermano mellizo. Lo hace, sin darse cuenta, perdiendo todo su dinero y sus
empresas. En el fondo se siente aventajando a su hermano y no se cree merecedor
del éxito. Tiene un sentimiento de culpa que le impide tomar su vida y su dinero. No
ha podido prosperar en las empresas que ha emprendido. Una creencia oculta lo
hace sentir que si él está mal, su hermano Gerardo estará mejor.
Y es que, el lugar que ocupan los miembros de una familia, las funciones que deben
desempeñar, lo que cada cual debe dar y recibir, así como el derecho a pertenecer al
sistema familiar, sin exclusiones, obedece a un orden natural y universal. Y mientras
éste no se dé, mientras exista desequilibrio, el orden familiar se verá alterado. Esto
es lo que expone el alemán Bert Hellinger, creador de una moderna forma de
solucionar los conflictos que afectan las estructuras familiares. Su método está
dando paso a una particular forma de hacer terapia familiar.
Su sistema de trabajo toma cada vez más fuerza en Europa, Estados Unidos y
Latinoamérica. Actualmente, está siendo aplicado en Colombia por la sicóloga Olga
Susana Otero, quien lleva más de 7 años haciendo talleres de Constelaciones
Familiares. La terapia destapa realidades que al ser observadas y comprendidas por
las personas, curan el sufrimiento y el dolor que causan, no solo en la personas
mismas sino en la conciencia familiar, explica Olga Susana.
La conciencia familiar
Conocer la realidad familiar, por dura que parezca, no solo fortalece sino también da
paz y tranquilidad a la familia. Sicólogos, siquiatras y terapeutas se apoyan en los
resultados obtenidos de esta evidencia. Pues han confirmado que esto hace libres a
las personas y sana a quienes realmente se atreven a enfrentar su realidad
abiertamente y sin tapujos. Las Constelaciones Familiares realizan con eficacia y
prontitud el trabajo de comprender y compensar los desequilibrios que se dan entre
los miembros de las familias.
Orden en la familia
Muchas veces, por amor, se ocultan secretos (abortos voluntarios, viejos amores,
suicidios, etc.) que cuando se conocen dejan de desequilibrar el sistema familiar.
También, por amor, en el desempeño de las familias, con frecuencia, los padres o los
hijos asumen papeles que no les corresponden: el hijo hace las veces de padre, el
hermano menor de primogénito, el abuelo de padre del nieto que se cría sin papá.
Así mismo, sucede que en muchas familias no se respeta ni se honra a alguno de los
padres. Se le excluye inconscientemente. O se pretende desconocer el lugar que
debe ocupar la pareja de un segundo matrimonio. Se da, también, que los hijos de
una separación quedan bajo el cuidado de uno de los padres, sin tener en cuenta que
lo conveniente es que estén cerca del padre que más honre y respete al otro padre.
Cosas que establece el orden natural de la vida.
Lo propio, también es que los padres sean los que dan y los hijos los que reciben, no
al contrario. Y estos últimos, únicamente tienen la obligación para con sus padres de
amarlos, honrarlos y respetarlos. Todo lo demás que les den debe nacer del amor
hacia ellos y no como fruto de una obligación. La experiencia terapéutica ha
demostrado que conocer y admitir estos órdenes de la vida, permite que se
restablezca el equilibrio al interior de las familias.
Toda persona que quiera hacer consciente la psiquis de su propia familia, la cual
gobierna las conductas que asumen sus miembros, puede hacerlo a través de las
Constelaciones Familiares.
Quien desea explorar la dinámica oculta en su familia tan solo tiene que formular, de
manera breve, una pregunta acerca de lo que desea averiguar. Por ejemplo: "Por
qué no logro encontrar una pareja estable en mi vida?". Basta con que la persona
mencione unos pocos hechos que han sucedido en la familia: muertes, accidentes,
matrimonios anteriores, etc., y con esos datos, el terapeuta conforma una
constelación que pretende descubrir las implicaciones familiares a su dificultad.
Un proceso anónimo
Las Constelaciones Familiares son sesiones de grupo en las que cualquier miembro
de una familia selecciona entre las personas participantes -desconocidas para él y su
familia- representantes de cada familia. Los ordena siguiendo su intuición y de
acuerdo con la relación cercana o distante que existe entre ellos.
Esas personas, dirigidas por una fuerza interna común, a través de la analogía y de
la asociación, asumen actitudes similares a quienes representan. Configuran
vivencias y expresiones físicas semejantes al cuadro familiar real. Por una razón que
actúa más allá de lo racional, cuando los representantes son situados en la
constelación, experimentan en sus cuerpos sensaciones y sentimientos que reflejan,
de alguna manera, las emociones de las personas que interpretan.
Estos talleres son dirigidos por terapeutas, sicólogos o siquiatras preparados para
conducirlos. Son considerados como una técnica breve y profunda para solucionar
conflictos. Es una "sicoterapia rápida", tal y como la define Olga Susana Otero,
sicóloga y terapeuta colombiana.
TESTIMONIO
Álvaro comenta, "es cierto, mis parejas siempre se quejan de lo mismo, dicen que yo
no les doy la importancia que se merecen. Que antes de comentar mis
preocupaciones ya las sabe mi mamá, y aquellas decisiones trascendentales las tomo
con mi mamá y mi hermana, y no con ellas".
Cada persona tiene la fuerza para su problema y su solución. Álvaro ahora puede
tomar su realidad y llevarla hacia un resultado satisfactorio, a través del
desprendimiento y de la liberación interior. Luego de las Constelaciones Familiares
una nueva imagen empieza a brotar en su corazón y una fuerza interna va gestando
la claridad en su conciencia.
Sin hacer nada, las cosas comienzan a ser distintas para él. Toda buena descripción
de un problema contiene su solución. Y ésta comienza en el momento en que se
descubre la fase nociva de la situación.
"La Conciencia Familiar"
Cuando estamos en una relación nos guía una voz interior que reacciona
automáticamente si hacemos algo que podría dañarla o ponerla en peligro.
Aunque no nos demos cuenta, la conciencia tiene un poder enorme sobre nuestra
vida. Dirige nada menos que nuestras relaciones con los demás. Para hacerlo, se rige
por unos órdenes naturales determinados. Si quiero saber cómo marchan las cosas
en mi familia, con mi pareja o con quien quiera, puedo fijar mi atención en lo que me
está señalando la conciencia. Mas, sin embargo, esto no es tarea fácil. Aquí
pretenderemos entenderla.
Si estoy en armonía con los órdenes naturales puedo permanecer en una relación.
Me siento liviano, en paz y en equilibrio. Si, por lo contrario, me desvío de las
condiciones que me permiten estar en la relación, inmediatamente la hago peligrar.
Siento una sensación de malestar que actúa como un reflejo y que, sin que lo
advierta, me obliga a hacer algo. Este proceso lo experimento como una deuda hacia
otro u otros.
La conciencia tiene la tarea de vigilar que exista armonía en las tres necesidades
elementales de todo ser humano: la vinculación o pertenencia al sistema familiar, la
nivelación entre el dar y el recibir, y la necesidad de mantener el orden natural de la
vida y del amor. Si se conserva un equilibrio en todas tres, podemos conseguir
buenas relaciones.
Esto es algo complejo si tenemos en cuenta que cada una de estas necesidades se
impone en nuestra conciencia con una sensación particular de culpa o de inocencia.
Así, nuestra experiencia de culpa es diferente, dependiendo de si proviene de una
alteración o violación a las leyes de la vinculación, a las de dar y el tomar (recibir) o
al orden natural.
La conciencia nos sensibiliza hacia nuestro propio sistema familiar y nos hace ciegos
para la de otros grupos. Las reglas del juego son distintas para cada familia y todo
miembro las conoce, y se atiene a ellas. Una familia de negociantes, por ejemplo,
explota y abusa de los demás sin cuestionarse, si ése es un valor que se respeta al
interior de la conciencia familiar.
Lo primero que hay que señalar es que no existe tomar (recibir) sin que se pague un
precio por ello (quedar en deuda). Viene así, la obligación como culpa.
Y, si decido que recibo y devuelvo tanto como recibí, también quedo libre de
obligación. Detengo la fuerza que tiene el proceso de dar y el tomar. Me siento ligero
de obligación, pero ya no conservo ninguna vinculación.
De manera que, para que se mantenga una relación tenemos que recibir y después
dar lo que nos dieron y un poco más. Enseguida, el que recibe devuelve lo que
recibió y un poco más. Este dar en mayor proporción permite que las relaciones
continúen, pues siempre habrá alguno en deuda, presionado a devolver. Es decir, se
establece un intercambio sano que ayuda, que hace crecer el vínculo. Hay un dar y
un tomar permanente.
La conciencia y el equilibrio
La conciencia familiar no solo facilita que estemos vinculados al grupo sino que sirve
para satisfacer la necesidad de equilibrio dentro de éste. Muchas veces, dar más en
el grupo familiar nos permite liberarnos de culpa. Es el caso de los que tienen el
sentimiento de aventajados, con mejor suerte o preferidos. Buscan la compensación
a su sentimiento, dando mucho.
La culpa nos indica hasta qué punto podemos ir para seguir manteniendo nuestra
vinculación al grupo familiar; nos pone los límites. No obstante, podemos movernos
dentro de un margen de libertad sin sentir culpa ni ver amenazada nuestra
pertenencia. Esos márgenes varían con cada relación, Y así como a veces se vuelven
estrechos, otras se hacen muy amplios. Pero lo cierto es que si traspasamos los
limites hacia cualquiera de los extremos, el precio que pagamos es la culpa, con las
respectivas consecuencias para nuestra felicidad y la de otros.
Reconocer la culpa
Si se impone una de las tres necesidades, las otras quedan insatisfechas. Por eso,
cuando la conciencia nos declara culpables por una parte, por otra nos absuelve. De
manera que, nunca podemos tener la conciencia del todo tranquila. Y, si hay
injusticias ocultas, la conciencia las repara a través de mecanismos especiales.