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LA ÉTICA DE SPINOZA

Laura Veiguela López


Ética, Mayo de 2022

1. El filósofo elegido (no valen autores del siglo XX).

Baruch Spinoza (1632-1677).

2. ¿En qué época y tipo-paradigma-movimiento filosófico lo situarías?

Spinoza nació en pleno siglo XVII en una comunidad judía de Ámsterdam, siendo sus

padres judíos portugueses que huían de la persecución de la Inquisición peninsular. Sin

embargo, cabe destacar que en esa época la identidad personal era sinónimo de la

religiosa; si no tenías afiliación religiosa, no existías socialmente. Pero, contra lo que

cabría esperar, Spinoza no buscó otra identidad religiosa tras ser expulsado de la

comunidad judía con 23 años, sino que decidió mantenerse a-religioso (algo

increíblemente subversivo para su época) y asumió la vida de un paria.

Respecto al movimiento en el que se enmarcaba, fue un racionalista, es decir,

pertenecía a esta corriente de la filosofía occidental nacida a lo largo del siglo XVII.

Spinoza es, además, uno de los racionalistas más radicales, ya que su filosofía surge de

la tesis de que sólo mediante la razón el humano es capaz de comprender el mundo

que le rodea (ya que la estructura de este es también racional). Esta visión define tanto

el contenido como la forma de la filosofía del autor, algo que se plasma en una ética

que concibe un orden geométrico (que significa que la vida del hombre está

condicionada por las leyes de la naturaleza). Así, el autor pone la naturaleza teórica de

la filosofía al servicio del tema práctico del buen vivir (es decir, la ética, que él mismo

define como “el arte de vivir”).

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3. ¿Qué influencias previas tiene su ética?

Spinoza era un gran conocedor de la filosofía estoica, que afirma que el bienestar ni

puede depender de condiciones externas incontrolables, sino del mundo interno de

cada uno (algo que sí se puede controlar). Spinoza afirma que el conocimiento del

mundo y de nuestra relación con él, algo que se asemeja a esta idea estoica. es decir, de

cómo funciona nuestro mundo interno. Los estoicos, además, rechazan la posibilidad

de comprender los aspectos mundiales y afirman que lo único que puede librarnos de

la tristeza es nuestro parecer sobre la muerte, ideas que calarán en Spinoza.

Otra influencia previa (particularmente en lo metafísico) es la de Descartes, colega

racionalista y cuyo método cartesiano sirve como referencia importante a Spinoza.

Cabe destacar que, si bien se inspira en Descartes, la teoría spinoziana termina por

superar con creces a la del francés.

4. ¿Sabes a quién ha influido su obra (filosofía, cultura, arte ...)?

.Pero Spinoza tuvo muchos otros seguidores: filósofos como Jacobi, Novalis y Lessing

consiguieron introducir al autor a otro público en otra época. Goethe no deja dudas

sobre la influencia de Spinoza en su persona y obra, llegando a convertirse en uno de

los mayores defensores del holandés. Los poetas ingleses fueron también grandes

defensores del filósofo: Coleridge, Wodsworth, Shelley, Tennyson.

Incluso Albert Einstein, uno de los científicos más emblemáticos del siglo XX,

reconoció la influencia que Spinoza había tenido en él.

5. Según este autor, ¿por qué deberíamos pensar éticamente, darle un espacio a la

reflexión sobre nuestras conductas hacia los demás?

El bien consiste en el conocimiento de la unión que la mente mantiene con toda la

naturaleza. Pero, más allá de ese bien, hay otro bien supremo, que sería llegar a ese

conocimiento y disfrutarlo junto con otros individuos. Spinoza no era un ermitaño que

dedicaba su vida a escribir abstrusos textos metafísicos, sino un hombre que anhelaba

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vivir bien y de acuerdo con la razón. La razón no es algo privativo como el dinero o la

religión, sino que necesita ejercerse en comunidad. Pero, para que esa comunidad sea

posible, se requieren un espacio político de libertad y tolerancia, y un conocimiento de

la naturaleza y nuestra relación con ella.

6. Citando textos del filósofo-a, ¿podrías exponer diez tesis que condensaran su

posición ética? Cada tesis debe ir acompañada de un párrafo del autor-a.

I. Dios es infinito y su existencia necesaria e ingénita, ya que es por sí mismo la

substancia única del universo. Por tanto, la única substancia del universo, en la

que todo está contenido, es Dios.


Þ Por Dios entiendo a un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que
consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia
eterna e infinita. (Spinoza, 1980, p. 30)
II. Todos los atributos son modos de ser de Dios, que es la única substancia. Esto

se deriva de la tesis anterior: puesto que Dios es la única substancia y todo

existe en él, todos lo demás existe en él. En este conjunto de proposiciones se

puede leer el razonamiento deductivo empleado por Spinoza para llegar a esta

conclusión.

Þ Proposición XI: Dios, osea, una substancia que consta de infinitos

atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita,

existe necesariamente.

Þ Proposición XII: No puede verdaderamente concebirse ningún atributo

de una substancia del que se siga que esa substancia puede ser dividida.

Þ Proposición XIII: Una substancia absolutamente infinita es indivisible.

Þ Proposición XIV: No puede darse ni concebirse substancia alguna

excepto Dios.

III. Los humanos no tienen libertad, ya que nuestra mente (y los accidentes de esta)

son ideas existentes en la serie causal de ideas que fluyen de Dios. Esto implica

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que los eventos naturales (entre ellos, nuestros actos y deseos) están

necesariamente determinados.
Þ No hay en el alma ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma es
determinada a querer esto o aquello por una causa, que también es
determinada por otra, y ésta a su vez por otra, y así hasta el infinito. (Spinoza,
1980, p. 34)
IV. El hombre sabio es aquel que goza de libertad y autonomía, ya que acompaña

armónicamente a la naturaleza, acercando su conocimiento cada vez más a

Dios.
Þ Es propio del hombre sabio recrearse y actualizarse a sí mismo mediante comidas
y bebidas agradables, y también con perfumes, con la suave belleza de las plantas

al crecer, con vestidos, con música, con muchos deportes, con el teatro y otras

cosas por el estilo de las que todo hombre puede hacer uso sin dañar a su prójimo.

(Spinoza, 1986, p. 55)

V. La esencia de todo humano es el deseo, las pasiones, que este debe controlar

para alcanzar la felicidad.


Þ El deseo es la esencia misma del hombre, en cuanto se concibe determinada a
actuar sobre algo, merced a cualquier afección dada a la propia esencia.
(Spinoza, 1980, p. 42)
VI. La virtud es la vía hacia la felicidad, y consiste en vivir de acuerdo con el

entendimiento, cuya meta es mejorar nuestra comprensión y conocimientos de

la naturaleza.
Þ Por derecho e institución de la naturaleza no entiendo otra cosa que las reglas
de la naturaleza de cada individuo, según las cuales concebimos que cada ser
está naturalmente determinado a existir y a obrar de una forma precisa.
VII. La democracia es la forma de gobierno que mejor se adapta a las necesidades y

naturaleza humana.
Þ Estado democrático. He tratado de él, con preferencia a todos los demás,
porque me parecía el más natural y el que más se aproxima a la libertad que
la naturaleza concede a cada individuo.

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VIII. Para que los humanos sean libres y vivan en paz, el Estado debe propiciar las

condiciones necesarias para ello.


Þ El fin del estado no es convertir a los humanos de bestias racionales a
autómatas, sino lograr más bien que su alma y su cuerpo desempeñen sus
funciones con seguridad y que con ellos se sirvan de su razón libre y que no se
combatan con odios, iras o engaños, ni se ataquen con perversas intenciones.
IX. Es necesario el establecimiento de normas de conducta que eviten que los

humanos demos rienda suelta a nuestros impulsos más primitivos.


Þ Ninguna sociedad puede subsistir sin autoridad, sin fuerza y, por tanto, sin
leyes que moderen y controlen el ansia de placer y los impulsos desenfrenados.
(Spinoza, 1986, p. 62)
X. Algo es libre si obra para sí mismo, respondiendo a sus necesidades naturales y

determinándose a sí mismo. Por tanto, para los humanos, la libertad radica en

oponerse a las pasiones tristes, aquellas que nos vuelven pasivos, favoreciendo

las alegres, que nos permiten ser activos y por tanto independientes.
Þ Se llamará libre aquella cosa que existe por la sola necesidad de su naturaleza
y se determina por sí sola a obrar

7. Tras investigar sobre él, ¿crees que su argumentación sigue teniendo vigencia en la

vida contemporánea?

Creo que Spinoza acertó con sus ideas, tanto su análisis como su tesis, y que una idea

cierta no puede quedar nunca desfasada del todo. Atado a la palabra “Dios” por las

circunstancias de Espacio y de Tiempo mencionadas en la tesis de Descartes (tesis a la

que Spinoza supera con holgura), y al estado del arte de su época, deja en el aire ese

nombre “divino” que podría llevar a confusiones en la actualidad, haciendo creer a

algunos que el autor creía en el ente metafísico fundado por el judeocristianismo.

Parece importante, particularmente en esta sociedad donde la ultraderecha resurge

con más ímpetu que nunca imponiendo sus ideales (particularmente, los religiosos),

rescatar la idea spinoziana de la imposibilidad de llevar una buena vida en un espacio

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político que carece de libertad y tolerancia. No debemos desestimar el esfuerzo

intelectual de Spinoza, que fue clave parea forja lo que se reconoce hoy día como la

democracia laica. Sin embargo, este es un fenómeno muy frágil que con diligencia hay

que luchar para mantener.

8. ¿Hay algún poema, novela, película, pintura, que exprese de alguna manera la

argumentación ética elegida? Por ejemplo, "Azul" de Kieslowsky tiene connotaciones

estoicas. ¿por qué se han relacionado las pinturas de Vermeer con Spinoza?

En el detallismo que caracteriza a Vermeer, que se materializa en ese gesto íntimo

siempre presente en los personajes del pintor, trasciende el punto de vista técnico.

Vermeer capta y expresa el espíritu de sus personajes de manera incomparable,

mostrando un interés por apreciar cada detalle. Ese mismo interés muestra Spinoza

por valorar cada aspecto de la vida, incluso aquellos más cotidianos, algo que muestra

en la cuarta parte de la Ética:


Pues el cuerpo humano está compuesto de numerosas partes de diferente naturaleza, que
continuamente tienen necesidad de un alimento fresco y variado, para que todo el cuerpo
sea igualmente capaz de realizar las acciones que se siguen naturalmente de su propia
naturaleza; y por consiguiente, para que también la mente pueda igualmente entender
muchas cosas simultáneamente. (Spinoza, 1986, p. 57)
Además, cuando Spinoza interpreta el cuerpo como un todo compuesto por varias

partes con naturales distintas, recuerda instantáneamente a Vermeer. Recuerda a sus

callejones, sus lectoras, sus tasadoras. Recuerda a sus talleres y sus clases musicales.

Vermeer es una oda a un modo de vida mínimo (minimalista, en algún sentido), una

vida de los encantos y el fluir, del cambio y lo efímero, del poder de un momento, y de

la eternidad al más puro estilo spinoziano.

9. ¿Por qué has elegido a este autor? Esta pregunta habla de la relevancia del mismo.

Spinoza creía que las cosas ordinarias de la vida son vanas y fútiles, una experiencia

que (como muchas otras personas) yo misma he tenido, el darme cuenta de que lo que

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la mayoría busca (dinero, poder, honores) es hueco y carente de valor. Esto lo lleva,

como a muchos otros jóvenes (y, probablemente, a una gran parte del alumnado de

Filosofía) a dudar: ¿elijo vivir tranquila con unos ingresos justos o sigo mi corazón y

estudio la filosofía? En el siguiente párrafo del autor, podemos leer este mismo

cuestionamiento que tantos jóvenes se hacen (especialmente, en una sociedad que

ofrece mucha precariedad, pero muy poca esperanza) en esta situación:


Digo me decidí finalmente, porque, a primera vista, parecía imprudente querer dejar una
cosa cierta por otra todavía incierta. En efecto, yo veía las ventajas que se derivan del
honor y de las riquezas, y que me veía forzado a dejar de buscarlos, si quería dedicarme a
un nuevo negocio. De ahí que, si la felicidad suprema residía en ellos, yo me privaba
necesariamente de ella; y si, por el contrario, no residía en ellos y yo me entregaba
exclusivamente a su búsqueda, me privaría igualmente de la felicidad suprema. (Spinoza,
1988, p. 12)
Darme cuenta de que una persona de tal nivel intelectual poseía las mismas

inquietudes que tantas personas (y que las compartía, además, conmigo) despertó mi

interés por profundizar en la obra de un autor al que ya me sentía más cercana.

Quizás me adentrase en su filosofía con la esperanza de que el gran pensador pudiera

ofrecerme respuestas y soluciones (mala perspectiva para acercarse a cualquier

filosofía, ya que su función suele ser abrir más incógnitas de las que cierra), pero he

terminado por encontrar en Spinoza un referente de superación, inconformidad y

disidencia.

10. Referencias bibliográficas.

Deleuze, G. En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2011.

Guarnieri, L. La double vie de Vermeer, Paris, Actes Sud, 2006.

Spinoza, B. Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Orbis Hispamerica

1980.

Spinoza, B. Ética, Madrid, Alianza Editorial, 1986.

Spinoza, B. Tratado de la reforma del entendimiento, Madrid, Alianza Editorial, 1988.

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