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Motricidad

Si antes de cada acción pudiésemos prever todas


sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en
ellas seriamente, primero en las consecuencias
inmediatas, después, las probables, más tarde
las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos
siquiera a movernos de donde el primer pensamiento
nos hubiera hecho detenernos.
SAR AMAGO

Definición y conceptos básicos


La motricidad es una capacidad de múltiples matices, que en los seres vivos
que la poseen varía desde el elemental movimiento reflejo hasta el complejo
movimiento organizado y activamente dirigido, siendo en ambos casos, clave
para la supervivencia.
El sistema nervioso solo es necesario en animales multicelulares con mo-
vimiento activo dirigido: “es como si los organismos sésiles, de hecho, hubieran
decidido no tener sistema nervioso”, habiendo evolucionado exitosamente sin él.
Como es absolutamente indispensable que los animales anticipen el re-
sultado de sus movimientos, la predicción (función más antigua que la concien-
cia) de eventos futuros es vital para moverse eficientemente. La evolución del
sistema nervioso suministró un plan de predicciones para que el animal se pu-
diera mover en determinada dirección según un cálculo interno de lo que pue-
de encontrar afuera. Así, la predicción de eventos futuros, vital para moverse
eficientemente, es sin duda la función cerebral fundamental1. En este sentido, el

1. R. Llinás, El cerebro y el mito del Yo: El papel de las neuronas en el pensamiento y el


comportamiento humano (Bogotá: Editorial Norma, 2003).

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cerebro humano deja de ser simplemente un órgano pasivo que espera estímu-
los para reaccionar, pues en forma activa y continua trabaja “proactivamente”
con las memorias (del pasado), o con experiencias (actuales), para continua-
mente interpretar información (sensorial), en la cual se apoya para predecir
eventos (futuros). Para realizar esta tarea, elabora mapas, hace representaciones
mentales (por asociación con experiencias previas) y genera predicciones. Al
mismo tiempo, explora enlaces con memorias emocionales y prepara la acción2.
Así, entonces, el cerebro es proactivo y constantemente genera predic-
ciones (que anticipan eventos futuros), a partir de información elemental que
es rápidamente extraída y enlazada con analogías previas (memorias de even-
tos parecidos) y con representaciones mentales (que ya han sido exitosamente
guardadas en la memoria). En el caso de las situaciones complejas, el cerebro
trabaja las predicciones con base en múltiples analogías3.
La conducta motora es una forma de comunicación que se expresa a través
de la motricidad; sirve para externalizar parte del funcionamiento psicológi-
co del individuo, principalmente el emocional.
La motricidad es acción, y esta acción en el hombre es conducta.
El conjunto de movimientos corporales habituales forma parte del reper-
torio de características de la personalidad.

Bases biológicas de la función


Dado que el cerebro es un requisito evolutivo para el movimiento guiado, que
la evolución del sistema nervioso suministró un plan compuesto de predicciones,
y que la mayoría de ellas se orienta hacia una meta o pronóstico de algo espe-
cífico, entender las bases biológicas que sustentan la motricidad se convierte
en un ejercicio complejo, prerrequisito para entender cerebro y mente. Según
Llinás, el control cerebral del movimiento organizado dio origen a la genera-
ción y naturaleza de la mente.
El cerebelo es responsable de la coordinación motora, aunque no el cen-
tro del aprendizaje motor4.
El ritmo de la contracción muscular voluntaria es de 8-12 Hz, y, por ejemplo,
para alcanzar una botella de leche se necesitan aproximadamente 50 músculos

2. K. Kueraga et al., "Top-Down Predictions in the Cognitive Brain", in Brain Cogn, 65(2): 145-68
(Nov., 2007).
3. M. Bar, “The Proactive Brain: Memory for Predictions”, in Philos Trans R Soc Lon B Biol Sci,
364(1521): 1235-1243 (May., 2009).
4. R. Llinás, op. cit.

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de la mano, el brazo y el hombro, lo cual presupone que habrá más de 10 ele-
vado a la potencia 15 de posibles combinaciones de contracciones musculares.
Si tras evaluar todas las posibilidades, milisegundo por milisegundo, se opta
por la mejor de ellas, entonces deberán tomarse 10 elevado a la potencia 18
decisiones por segundo. Si recordamos que cada músculo consiste en un mí-
nimo de 100 unidades motoras y cada tensión implica diversas agrupaciones
de ellas, resulta más notable que solo una fracción del total de neuronas, las
ubicadas en el cerebelo, procesen la mayor parte del control motor necesario que
sincronice y garantice la exactitud de la respuesta motora anotada.5

Llinás acude a los PAF o patrones de acción fijos (conjuntos de activaciones


motoras automáticas, innatas, involuntarias, reflejas, pero que pueden modifi-
carse, aprenderse, recordarse, perfeccionarse y coordinarse, característicos de
toda la especie, que liberan al sujeto del control del movimiento) para explicar
cómo de esta manera es posible para la mente dedicarse a otras cosas que inte-
resan al foco de conciencia mientras se lleva a cabo el movimiento, al eliminar
del sistema consciente un número casi infinito de otros patrones neuromotores. Los
PAF más complejos se generan en los ganglios basales, conectando sináptica-
mente con el tálamo y la corteza cerebral. La mayoría de las conexiones internas
de los ganglios basales son inhibitorias y representan, en esencia, la negación
de la actividad.
Los PAF implicados en eventos vegetativos y emocionales se desencade-
nan por activación del hipotálamo.
Un exceso de PAF por destrucción parcial de ganglios basales liberados
“fuera de contexto” es producido en el síndrome de Tourette, que se manifiesta
en hiperactividad, viéndose el paciente obligado a continuar el acto gritando
improperios en las que la falta de inhibición libera “palabrotas que general-
mente no vienen al caso en un ascensor”.
Un déficit de PAF se presenta en el síndrome de Parkinson, en el que no
se puede expresar el estado emocional porque se han perdido los PAF motores
asociados a la emoción.
Por otra parte, el hecho de que la frecuencia repetitiva de un mismo
movimiento parece ser de 11/seg. y la velocidad máxima del movimiento vo-
luntario no puede superar la del temblor fisiológico del músculo, hacen pre-
suponer la presencia de un marcapaso oscilatorio y periódico de origen central

5. R. Llinás, ibidem.

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que sincronice la actividad neuromotora que permite asegurar una respuesta
uniforme. El núcleo de la oliva inferior desempeña un papel fundamental en la tem-
poralidad de la coordinación del movimiento y el sistema olivo cerebeloso es
capaz de optimizar y simplificar el control motor.
Las interconexiones del rinencéfalo y las áreas afines relacionadas con las
emociones y su conectividad con la amígdala, el tálamo, los ganglios basales y
el hipotálamo, conforman el sustrato neuronal para la adquisición y expresión
motora de los estados emocionales.
La corteza prefrontal representa un papel en la definición de qué ele-
mentos se han de percibir y también en la selección de la acción o respuesta
conductual6.
En síntesis, y de acuerdo con Llinás, la organización y la función cerebral
se basan en la integración de la motricidad durante la evolución; la mayor parte
de los patrones motores son innatos y para que las respuestas motoras no sean
fijas se necesita del advenimiento de la conciencia.
Por último, para que la interacción motora sea exitosa, esta debe ser inte-
ligente y rápida; de lo contrario, moverse resultaría definitivamente peligroso,
como ya se ha anotado reiteradamente.
La selección de la acción es el resultado de la competencia sinérgica entre
tendencias de respuesta prefrontal que representan los objetivos a seguir.
Por otra parte, el desacoplamiento de esos objetivos como resultado de
una disminución del umbral para la selección de la conducta por desconexión
de las citadas regiones prefrontales, da como resultado la inhibición de la conducta.
De esta manera, la pasividad es una acción inducida por la percepción de
los efectos, pero sin que ocurra efectiva integración con el sistema motivacional.

Funcionamiento psicológico normal en la vida cotidiana


La psicomotricidad es una función que se empieza a desarrollar in utero, pero
es en los dos primeros años de vida cuando alcanza su máximo desarrollo.
Alteraciones en estas etapas iniciales generalmente tienen repercusiones sig-
nificativas en los estadios ulteriores. El desarrollo de la función va a permitir
una adecuada adquisición de los movimientos que permiten la exploración del
mundo, el aprendizaje y la futura vida de relación. Por otra parte, permite la

6. R. P. Behrendt, “A Neuroanatomical Model of Passivity Phenomena”, in Conscious Cogn,


13(3):579-609 (Sept., 2004).

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adquisición del conjunto de habilidades que facilitan la comunicación y de
aquellas que facilitan el desarrollo de la inteligencia.
El niño, antes de adquirir el lenguaje hablado, logra un lenguaje corporal
o preverbal que se mantendrá, aunque cada vez menos dominante, a lo largo
de la vida, sin que nunca desaparezca del todo.
De hecho, el lenguaje corporal realza y da énfasis al lenguaje verbal, al
punto que cuando se elimina el lenguaje corporal se pierde gran parte de la
capacidad comunicativa.
La mayor parte de la mímica comunicativa se centra en la musculatura de
la cara, pero es también importante la de extremidades y tronco.
Hay algunos movimientos que no tienen función comunicativa, pero
que se repiten con frecuencia: son los llamados movimientos parásitos, que en sí
mismos no siempre son psicopatológicos.
Hay una secuencia mental en el proceso que termina en acción. En el
caso del hombre dicho proceso involucra al pensamiento, el deseo o volición
(de la acción), la elección (de las múltiples opciones de acción u omisión de
la acción), e incorpora la conciencia de la acción (como propia, es decir, la
vivencia de la propia autoría) y la evaluación de las consecuencias de la acción
(u omisión de la acción).
En forma normal el pensamiento previo a la acción es consistente con
la acción y aparece como alternativa exclusiva que causa la acción. Simultá-
neamente se experimenta la volición o deseo consciente, que es el que permite
la vivencia de la autoría. El resultado es que pensamos que hemos causado una
acción (y no que hemos hecho un proceso que ha desencadenado una secuen-
cia de causalidades traducidas en acción). Esto se debe a que la experiencia del
deseo consciente nace cuando la mente se interpreta a sí misma, y este proceso
es independiente del proceso en el que la mente crea la acción7.
Por otra parte, las acciones se experimentan no a través de los procesos
conscientes de su ejecución, sino por medio de la percepción de sus efectos.8
La intención se da cuando ocurre volición o deseo (de la acción) sin ac-
ción, porque es previa a la acción.
La acción es voluntaria cuando se ha dado previamente la intención.

7. D. M. Wegner, “Precis of the Illusion of Conscious Will”, in Behav Brain Sci, 27(5): 659-692,
649-59; discussion (Oct., 2004).
8. R. P. Behrendt, op. cit.

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Psicopatología

trastornos cuantitativos
• Por exceso: generalmente desorganizan toda la conducta y parecen
estar en relación con un decremento del flujo sanguíneo cerebral en la
corteza prefrontal derecha y un incremento de dicho flujo en el
área cingulada anterior derecha9.
− Agitación: trastorno de hiperactivación psíquica determinado por
la exaltación de las funciones psicomotoras, expresado a través de
los movimientos desordenados de los miembros, de las expresio-
nes mímicas y de los gestos. Generalmente se presenta en forma
de crisis, de corta o mediana duración, y no pueden ser controlados
en forma voluntaria. Es típica de la manía. Se correlaciona con
taquipsiquia y con taquilalia.
• Por defecto: la hipoactividad es frecuente en la depresión. La pobreza
psicomotora habitual y persistente sin depresión evidente está asocia-
da a los llamados síntomas negativos, reportados en ciertos tipos de
esquizofrenias, y se ha correlacionado con una disminución de la ac-
tividad del lóbulo frontal, más específicamente con una disminución
en el flujo sanguíneo cerebral prefrontal y de un aumento de dicho
flujo en el Núcleo Caudado izquierdo.10
− Inhibición: trastorno determinado por la inercia y la pérdida de
iniciativa motora. Es frecuente que sobre este fondo de pasividad
se observen fenómenos psicomotores semiautomáticos y semin-
tencionales, generalmente de larga duración. Se correlaciona con
bradipsiquia y con bradilalia.
3 Catalepsia: es el estado caracterizado por una rigidez muscular
particular, “plástica”, en el que predomina el mantenimiento
de las actitudes impuestas. El sujeto está prácticamente in-
móvil sin responder a estímulos, pero resiste a la movilidad
pasiva. Se relaciona con la cataplejía en la que la pérdida del
tono muscular se acompaña de una disminución de la fuerza
muscular y un incoercible deseo de dormir.

9. S. Frangou and R. M. Murray, Schizophrenia (London: Martin Dunitz, 1997).


10. S. Frangou and R. M. Murray, ibidem.

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3 Flexibilidad cérea: es la plasticidad de las masas musculares en
los movimientos pasivos. Los miembros pueden ser colocados
en posiciones forzadas, incómodas e incluso antigravitaciona-
les, sin que el sujeto haga defensa o ademán de recuperar su
postura inicial.
3 Catatonía: es la pérdida de la espontaneidad e iniciativa mo-
tora intercalando episodios de movimientos desorganizados
(que pueden derivar incluso en agitación) y episodios de iner-
cia y negativismo. La catatonía, al igual que la perseveración y
ciertas conductas estereotipadas, está relacionada con alteracio-
nes en circuitos del lóbulo frontal11.
3 Oposición negativista: es de tipo voluntario.
3 Pasividad: es una acción inducida por la percepción de los
efectos disociada del sistema motivacional, típica de la inhi-
bición esquizofrénica:
Cada atardecer, todos los hombres, mujeres y niños de cualquier población
dejaban sus ocupaciones cotidianas, si es que las tenían, y se sentaban agacha-
dos en las calles o en los tejados de sus casas, mientras los lamas y los trapas
dirigían sus rezos, cantando una y otra vez el llamamiento vespertino al olvido.
(…) Es de suponer que esta religión los preparaba para el olvido del Nirvana,
pero los hacía ser tan flemáticos en esta vida, tan inconscientes del mundo
que los rodeaba, que yo no podía imaginarme cómo iban a reconocer el otro
olvido cuando llegaran a él. La mayoría de las religiones inspiran a sus segui-
dores cierta actividad e iniciativa. Incluso los detestables hinduistas se mueven
algunas veces, aunque solo sea para degollarse los unos a los otros. Pero los
potaístas no tienen la iniciativa necesaria para matar a un perro rabioso, ni se
molestan para sacárselo de en medio cuando ataca. Por lo que yo pude ver, los
bho manifiestan una única ambición: interrumpir su letargo constitucional el
tiempo estrictamente necesario para avanzar en el camino hacia un estado de
coma absoluto y eterno.12

trastornos cualitativos
• Estereotipias: son la exageración o la repetición reiterada e innecesa-
ria de un acto simple como frotar, rascar, mover las piernas estando
sentado, o de actos más complejos, ejecutados en forma automática e

11. M. Taylor and N. Vaidya, Descriptive Psychopathology, ebook (New York: Cambridge
University Press, 2009).
12. G. Jennings, El Viajero (Marco Polo) (Barcelona: Editorial Planeta, 2003).

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inconsciente y que no corresponden a trastornos de origen extrapira-
midal. Se asocian con exceso de levodopa13.
• Manerismos: son movimientos parásitos que aumentan la expresivi-
dad de los gestos o de la mímica, tales como la “sonrisa de La Mona
Lisa” de los esquizofrénicos, o las posturas afeminadas, aristocráticas
o de indolencia.
• Ecopraxias: es la imitación automática de los movimientos realizados
por otro, adoptando conductas de imitación en espejo.

otros trastornos de movimientos de grupos musculares


• Tics: movimientos rápidos y espasmódicos, repetitivos e involunta-
rios, de grupos musculares (cara, cuello, cabeza) que en apariencia
carecen de sentido y que se incrementan en situaciones de tensión.
Guiños del ojo, fruncir las cejas, etc.
• Temblores: contracciones alternantes de grupos musculares agonistas
y antagonistas, y que generalmente son involuntarios. Deben descar-
tarse patologías neurológicas. Los de origen psicógeno se correspon-
den con estados de ansiedad o miedo intenso.
• Convulsiones: contracciones violentas de grupos de musculatura vo-
luntaria, de origen generalmente orgánico y se corresponden con las
epilepsias. Tienen importancia psicopatológica las convulsiones his-
téricas o por sugestión y disociación.

trastornos disociativos
La acción ocurre sin volición.
Cuando la acción ocurre sin volición o sin deseo (de la acción), en forma
involuntaria e inconsciente, se producen discordancias entre lo que la mente,
el cerebro y el cuerpo procesan simultáneamente (en el mismo momento en que
se lleva a cabo la acción) y en forma no integrada, dan lecturas independientes
que no se corresponden con lo que está sucediendo en la realidad objetiva, por
lo cual la conducta observable es, de hecho, disociada de la realidad.

13. A. W. Flaherty, “Frontotemporal and Dopaminergic Control of Idea Generation and Creative
Drive”, in J Comp Neurol, 493(1): 147-153, Dec. 5, 2005).

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Este tipo de disociaciones es frecuente en los procesos disociativos de la
identidad, durante las alucinaciones de la esquizofrenia, la hipnosis, o en casos
de alta sugestionabilidad14, o bajo los efectos del estrés postraumático severo.
El síndrome disociativo implica el fracaso de la función integradora de la
conciencia, en una forma temporal y habitualmente súbita, como consecuen-
cia de lo cual toda la función psicológica se desorganiza: los pensamientos, los
sentimientos, la conducta y otras funciones mentales se expresan, por lo tanto,
en una forma incoherente, desunificada, disociada y despersonalizada.
Según cuál sea el área mayormente afectada, la disociación puede cons-
tituir trastornos disociativos específicos: si el mayor compromiso es de la me-
moria (amnesia disociativa), o si es de la conducta (fuga disociativa), o si es de
la conciencia (identidad disociada), o de la personalidad total (personalidad
doble), se configurarán cuadros clínicos psiquiátricos bien definidos.

Formas de exploración y detección


La conducta motora es fácilmente observable en el contexto clínico. Desde
el principio debe intentarse la identificación de la causa de la alteración de la
conducta motora (orgánica o psicógena).
La anamnesis en la historia clínica y la observación directa durante la
entrevista son claves para la detección de estas alteraciones.
La observación del paciente permite entender cuándo el movimiento inter-
fiere con la actividad básica; cuándo perturba la funcionalidad del pacien-
te; cuándo es el resultado de factores emocionales puntuales, o precipitantes,
específicos; y cuándo la desorganización de la conducta es el resultado de la
misma desorganización de la personalidad.

14. D. M. Wegner, op. cit.

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Sinopsis

Por exceso: agitación motora

Inhibición motora
Trastornos cuantitativos Catalepsia
Flexibilidad cérea
Por defecto
Catatonia
Oposición negativista
Pasividad

Estereotipias
Trastornos cualitativos = paracinesias Manerismos
Ecopraxia

Tics
Otros trastornos de movimientos Temblores
de grupos musculares Convulsiones

Amnesia disociativa
Fuga disociativa
Trastornos disociativos
Identidad disociada
Despersonalización

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