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Kuz, Carlos: Estructuralismo francés. La antropología en el pensamiento y la obra de


Claude Lévi-Strauss.

Ficha de Cátedra

El estructuralismo en antropología o “antropología estructural” fue creado Claude Lévi-


Strauss, pensador francés nacido en 1908. Cursó estudios universitarios en la Sorbona
(París) donde se formó en filosofía y derecho1. Como heredero y continuador de la Escuela
Sociológica Francesa, su paso a las ciencias sociales -sociología en los comienzos; etnología
y antropología luego- lo vinculó, en sus inicios, a Marcel Mauss quien era, a su vez,
discípulo y continuador de Émile Durkheim.
La herencia de la filosofía racionalista francesa en el pensamiento de Lévi-Strauss puede
advertirse en su interés por las abstracciones y el énfasis en la explicación teórica; a la
inversa de sus colegas británicos, herederos de la filosofía empirista inglesa, que
mostraron un interés muy marcado por los detalles minuciosos de la descripción
etnográfica.
En el año 1935, Lévi-Strauss fue invitado por la Universidad de São Paulo para ocupar
una cátedra de sociología. Su permanencia en Brasil hasta 1939 le permitió realizar
sucesivos trabajos de campo entre grupos aborígenes de Mato Grosso y Amazonia. De sus
experiencias de trabajo de campo, resultó una obra que lo lanzó a la fama como
intelectual: Tristes Trópicos (1955). En este libro -que es en parte un relato autobiográfico
en el que Lévi-Strauss describe y reflexiona sobre su reacción personal ante la situación de
los pueblos aborígenes del Brasil- aparece formulada una teoría del hombre primitivo.
Expone también allí una idea que pasó a ser central en su teoría estructuralista: la de que
existe en los hombres “un agente creador de la cultura”, que Lévi-Strauss llamó “espíritu
humano”, común a toda la humanidad, propio de la especie humana.
Con la teoría estructuralista, Lévi-Strauss buscó llegar a un conocimiento científico de la
sociedad y la cultura, a través del conocimiento de la estructura del pensamiento –o
espíritu- humano. La noción de estructura, en el pensamiento de Lévi-Strauss, no refiere a
una articulación de partes o elementos que pueda observarse directamente, sino a un
ordenamiento lógico.
Para Lévi-Strauss, por detrás de la diversidad de formas de existencia humana (las
distintas culturas y sociedades) subyace una profunda unidad que puede ser conocida
científicamente. El estructuralismo se propone descubrir el principio que subyace a la
diversidad de conductas que pueden observarse en la realidad empírica. Lévi-Strauss

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“Lévi-Strauss venía de una época en que las universidades albergaban elites minúsculas, cuando las ramas
de las humanidades estaban apenas parcialmente profesionalizadas. La antropología gateaba, la
investigación de campo estaba reservada a pocas docenas de académicos que trabajaban en los límites de
los últimos imperios europeos. La geografía del mundo había sido mapeada, pero culturalmente había
regiones enteras en blanco. Los etnólogos recorrían el mundo en busca de… cosmologías, rituales y artes.
Exploraban los límites de la experiencia humana documentando las ricas alternativas que surgían de las
sombras del preconcepto ochocentista”. (Wilcken, P., 2010:18).
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postula que, a un nivel subyacente e inconsciente, existe una lógica común a las
experiencias humanas. La mente funciona de la misma forma para todos los seres
humanos, las diferencias observadas en el contenido son irrelevantes; una diferencia
significa que existe una variación superficial en el contenido, producida por la capacidad
transformadora de la mente humana. Si queremos comprender cómo trabaja la mente
sólo podemos hacerlo mediante el estudio de los sistemas creados por ella (también
designados por Lévi-Strauss como “sistemas conscientes de representación”: sistemas de
parentesco, míticos, rituales, económicos, morales, estéticos, etc.; es decir aquellas
formas concretas que asumen las creaciones culturales de la humanidad).
El propósito de la investigación estructural es explicar el mundo de las experiencias
humanas captando la racionalidad básica que subyace al mundo de los fenómenos. Esa
racionalidad está dada por las categorías y relaciones lógicas que construye la mente
humana, que percibe la realidad en términos de oposiciones y discriminaciones binarias
(duales) tales como: alto-bajo; masculino-femenino; izquierda-derecha; bien-mal; guerra-
paz; caliente-frío, etc.
Lévi-Strauss analizó diversos fenómenos culturales (en particular se ocupó de aquellos
vinculados con los sistemas de parentesco y matrimonio, los mitos, el totemismo y ciertos
tipos de representación artística como las pinturas faciales, los tatuajes y las máscaras) y
trabajó con ellos hasta llegar a los axiomas culturales básicos (relaciones binarias) que
subyacen a todos los aspectos de una cultura y pueden encontrarse en la base de todas las
culturas. Independientemente del tiempo, del lugar y de las circunstancias, las
propiedades lógicas de la mente humana trabajarán fundamentalmente del mismo modo.
La mente humana está inevitablemente programada y aunque esté enclavada en una
matriz cultural urbana-industrial-capitalista o en un ambiente desértico de cazadores-
recolectores, trabajará de la misma forma.
Según Lévi-Strauss, la estructura formal del intelecto, del pensamiento humano,
determina (y es) la cultura. Para formular su teoría, incorporó los métodos y los supuestos
teóricos de la lingüística -en particular, de la lingüística estructural- ya que, a su criterio,
en aquel momento era la única disciplina que reunía el rigor metodológico y la coherencia
lógica que debe tener toda ciencia2. Con la extensión del estructuralismo lingüístico al
campo de la etnología, Lévi-Strauss buscaba superar el empirismo del funcionalismo, así
como los análisis conjeturales de las perspectivas historicistas en antropología
(evolucionismo, difusionismo).
Para Lévi-Strauss, cualquier actividad humana, cualquier sistema cultural, está ordenado
según modos convencionales que hacen posible la interacción entre las personas; en tal
sentido, constituyen “lenguajes” que, como cualquier otro, pueden ser descifrados o

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Durante unos años, a partir de 1942, Lévi-Strauss comienza su formación sistemática en lingüística
estructural asistiendo a los cursos del lingüista ruso Roman Jakobson durante la estadía de ambos en Nueva
York a donde se instalaron escapando de los escenarios europeos de la Segunda Guerra Mundial.
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traducidos3. Para la lingüística, el lenguaje no es un simple inventario de palabras, sino


que supone un ordenamiento, una estructura sintáctica y gramatical compleja que
constituye un todo4. Las palabras -en cualquier lengua- tienen poca o ninguna significación
por sí mismas; su sentido (o significado) surge del contexto en el que figuran y de las
reglas que rigen el orden en el que se enuncian y articulan entre sí. La cultura, al igual que
el lenguaje, constituye un sistema de signos, una totalidad que presenta un orden, que
tiene una estructura. La cultura, entendida como sistema de signos, está regida por reglas
que hacen posible la comunicación entre los seres humanos, es decir, hacen posible el
intercambio. Del mismo modo que el lenguaje, la cultura como sistema de signos supone
una estructura lógica cuyos rasgos fundamentales son:

- Cada elemento de la totalidad adquiere valor por oposición a todos los demás.
- Tiene capacidad de transformación; los cambios en un elemento implican cambios
en la totalidad.
- Está regida por reglas inconscientes.

Para Lévi-Strauss, la cultura es comunicación: está constituida por unidades mínimas


que se combinan, de acuerdo a ciertas reglas, en unidades mayores que forman un
significado. Descomponer la cultura en sus unidades básicas y comprender las reglas
mediante las cuales se combinan, es entender el significado de la cultura.
Las distintas culturas y los distintos fenómenos culturales son, para Lévi-Strauss,
expresiones o combinaciones de los mismos instrumentos mentales en todos los seres
humanos. Si los instrumentos mentales son universales, las operaciones mentales serán
las mismas para todos los hombres. Esas operaciones mentales conforman sistemas de
reglas inconscientes que regulan la conducta humana, aunque los seres humanos no
tienen conciencia de ellas.
Todo comportamiento social, todo fenómeno cultural se conforma a un modelo, a un
orden lógico que no está en los hechos mismos sino “por detrás” de ellos. Para Lévi-
Strauss, a partir de los fenómenos reales (que suelen presentar irregularidad e
improvisación) se pueden deducir elementos constantes, esto es las estructuras de la
mente humana, el orden lógico: ese conjunto de reglas inconscientes que permiten
comprender el funcionamiento de la razón.
La razón humana (“intelecto”, “pensamiento”) es entendida por Lévi-Strauss como un
sistema de categorías lógicas de pensamiento regidas por reglas inconscientes que
constituyen la base, los fundamentos de la cultura.

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Conviene señalar que Lévi-Strauss se mostró más interesado en trabajar sobre los elementos comunes a las
diversas culturas que en realizar una descripción detallada de una cultura en particular.
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El núcleo de la lingüística estructural era una idea simple, pero revolucionaria: la noción de que el lenguaje
consiste en un sistema formal de elementos interrelacionados, y que el significado reside no en los
elementos en sí, sino en sus relaciones mutuas.
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Relación naturaleza-cultura

A pesar de reconocer la validez de la idea de “unidad psicobiológica de la humanidad”


así como de la dualidad de la condición humana (¿qué es natural y qué es social en el ser
humano?), en relación con la concepción de hombre Lévi-Strauss expresó su desacuerdo
con la perspectiva evolucionista clásica. Para el evolucionismo, el reconocimiento de la
dualidad humana tenía una significación histórica, se buscaban las pruebas empíricas del
origen del hombre, es decir del momento en que se produjo la separación entre ambas
dimensiones. Para Lévi-Strauss, es inútil buscar tales pruebas empíricas ya que es
imposible pensar una fase evolutiva de la humanidad sin el desarrollo de actividades
integradas en la cultura.
La pregunta por el origen del hombre, fue sustituida por Lévi-Strauss por una más
amplia: ¿cómo llegó el hombre a ser hombre? Para obtener una respuesta, analiza la
distinción entre naturaleza y cultura. Luego de analizar distintas expresiones del
comportamiento animal y del comportamiento humano, encuentra que lo que caracteriza
la conducta animal es la ausencia de normas / reglas. En los animales, el instinto se
manifiesta de modo espontáneo y de modo universal, es decir que encontraremos el
mismo tipo de comportamiento en todos los miembros de una misma especie. Así, la
ausencia de normas (criterio negativo) en la naturaleza, por oposición se invierte en la
cultura tornándose criterio positivo:
“… en todas partes, donde se presenta la regla, sabemos con certeza que estamos en el
estado de la cultura… simétricamente, lo universal es el criterio de la naturaleza porque lo
constante en el hombre escapa al dominio de las costumbres, de las técnicas y de las
instituciones por lo que los grupos se distinguen y se oponen.” (Lévi-Strauss, C., 1943:41)
Si bien la constancia y la regularidad existen tanto en la naturaleza como en la cultura,
Lévi-Strauss concluye que, en la naturaleza la constancia es dominio de la herencia
biológica mientras que en la cultura la constancia pertenece al dominio de la tradición.
Así, todo lo que es universal en el hombre corresponde al orden de la naturaleza (lo
biológico) y se caracteriza por la espontaneidad, en tanto que todo lo que está sujeto a
reglas pertenece al dominio de la cultura y presenta los atributos de lo relativo y lo
particular. Al ordenar esas oposiciones, tenemos:

Naturaleza Cultura

universalidad particularidad

espontaneidad regla

constancia relatividad

herencia tradición
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Para Lévi Strauss, el hombre llegó a ser hombre como consecuencia de un pasaje, un
paso o tránsito de la naturaleza (animalidad) a la cultura (humanidad); en ese movimiento
la cultura “sustituye y transforma” a la naturaleza5. La cultura constituye una ruptura con
la naturaleza en la medida que impone condiciones de existencia de las que los seres
humanos no nos podemos sustraer; no hay retorno posible a una condición “anterior” a la
cultura.
El pasaje de la naturaleza a la cultura se realiza a partir de la instauración de una
norma/regla que actúa a modo de bisagra entre ambos dominios: la prohibición del
incesto (que reúne en sí la universalidad de las tendencias naturales y el carácter
coercitivo de toda regla). Como vimos, “allí donde hay norma hay cultura”; en relación con
esta afirmación, la prohibición del incesto como norma/regla asume formas diversas en
las distintas tradiciones socio-culturales, y puede definirse como el “complejo de
creencias, costumbres e instituciones que prohíben el matrimonio entre parientes
cercanos” (Lévi-Strauss, C. 1993). A través del análisis del sentido expresado en la
prohibición, Lévi-Strauss dirime la controversia de los límites entre la naturaleza y la
cultura. La naturaleza, ámbito propio de los instintos, tiene leyes universales y la cultura,
ámbito de múltiples manifestaciones, tiene reglas particulares. Encuentra entonces que la
prohibición del incesto es a la vez natural -porque se da en todos los grupos sin excepción-
y cultural, porque en cada grupo reviste una forma diferente o mejor, diversa.
La prohibición no es ni totalmente cultural ni totalmente natural. Es un vínculo que
transforma un comportamiento natural: el impulso sexual, en un comportamiento social y
cultural. La prohibición del incesto transforma el estado de naturaleza y lo organiza en un
nuevo orden: el de la dimensión cultural por medio de una norma. Así, a partir de
considerar a esta regla como fundante de la sociedad, adquiere el carácter de prescriptora
del comportamiento social, en tanto establece las formas por las que se relacionan
internamente los integrantes de un mismo grupo y los grupos entre sí.
Así, en ambos niveles –la naturaleza y la cultura- se instala el don y la reciprocidad, el dar y
el recibir6. En la naturaleza, por obra de las leyes de la herencia se da lo mismo que se
recibe y la alianza es espontánea. En la cultura, hay un plus de don, una acumulación, se
da más de lo que se recibe y se recibe más de lo que se da, ya que además de la herencia
biológica se lega la transmisión cultural y, por otro lado, la alianza no queda librada al
azar. La prohibición del incesto marca un lugar que está prohibido y organiza, de este
modo, las relaciones de parentesco que son las que permiten todas las otras relaciones. Es

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La cultura no es considerada -como en el caso de Malinowski- una segunda naturaleza, sino un nivel nuevo
y distinto de organización. Cultura es mediación / transformación entre la naturaleza y algo más: la sociedad
y la historia, que dan sentido específico a la norma. El “no”, la norma que prohíbe, es para el estructuralismo
una operación lógica que marca una distinción, pero no indica qué forma y qué contenido adquiere esa
distinción; forma y contenido son dotados de sentido por la sociedad y la historia.
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La antropología estructural de Lévi-Strauss define a la cultura como un sistema de comunicación regido por
el intercambio de los valores más preciados de la humanidad: las palabras, es decir, el lenguaje; las mujeres,
lo que implica el sistema de parentesco a través del cual se regula la reproducción del grupo y los bienes
materiales, que representan los sistemas económicos.
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entonces la cultura la que determina entre quiénes se puede establecer la alianza, cuáles
serán en cada caso las mujeres prohibidas. La prohibición del incesto establece una marca,
una intervención no dada en la naturaleza. Se trata del carácter distintivo de la cultura que
impone una restricción no biológica, un vínculo que transforma un comportamiento
natural -el impulso sexual- en un comportamiento social y cultural.
Lo simbólico introduce el orden; dicho orden es simbólico pues le asigna valor a algo que
no lo tiene por sí mismo. La prohibición del incesto al vedar a determinadas mujeres
posibilita la circulación, es decir, permite más de lo que prohíbe. La exogamia garantiza la
armonía del grupo, asegurando así su conservación. Este intercambio de mujeres como
bien esencial es doblemente significativo, por la procreación y por el aporte económico
que realizan al grupo. La dimensión simbólica de la cultura se materializa en estos
intercambios que toman forma y contenido en instituciones concretas en las distintas
culturas y sociedades; por ejemplo, en sistemas de parentesco y en modelos de familia.
No hay una relación universalmente incestuosa, cada cultura establece como se llena esa
relación de manera singular. Lévi-Strauss plantea que el hecho de la regla es la esencia
misma en la prohibición del incesto. Para el autor, la cultura viene a introducir un orden
allí donde no existe ninguno; le otorga a la cultura el papel de responsable en asegurar la
existencia del grupo como grupo, de sustituir el azar por la organización; esta es la
intervención de la cultura por excelencia.

Bibliografía
-BOIVIN, M., A. ROSATO y V. ARRIBAS. 2006. Constructores de Otredad. Buenos Aires,
Antropofagia.
-GUREVICH, E., S. JÁUREGUI y L. LONGOBARDI. 1998. Estructuralismo. En M. Lischetti
Antropología. Buenos Aires, Eudeba.
-KAPLAN, D. y R. MANNERS. 1979. Introducción crítica a la teoría antropológica. México,
Nueva Imagen.
-LEACH, E. 1970. Lévi-Strauss, antropólogo y filósofo. Barcelona, Anagrama.
-LÉVI-STRAUSS, C. 1976. Elogio de la antropología. Buenos Aires, Ediciones Caldén.
-LÉVI-STRAUSS, C. 1979. Arte, lenguaje, Etnología. Entrevistas con Georges Charbonnier.
México, Siglo XXI.
-LÉVI-STRAUSS, C. 1993. Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona, Planeta-
Agostini.
-WILCKEN, P. 2010. Claude Lévi-Strauss. O poeta no laboratório. Rio de Janeiro, Editora
Objetiva.

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