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Lo primero a tener en cuenta es que para poder llevar a cabo el proceso de mediación,
todas las partes implicadas en el suceso deben de estar de acuerdo y confiar en el
mediador como figura ajena, objetiva y externa del conflicto que no se va a posicionar
del lado de ninguno, solo va a mediar en el problema para que ambas partes obtengan
una solución. Si este paso es aceptado, ya se cuenta con el primer eslabón obtenido en la
mediación, ya que se contaría con la toma de conciencia de un conflicto y el deseo de
querer darle una solución. Cabe decir, que esta fase no es momentánea, ya que en
algunos casos, puede llevar un tiempo, y el que está sucediendo hace mención a que no
se dispone de tiempo suficiente ya que Daniel se va a incorporar en breve. Es por ello
que el mediador debe actuar con rapidez y urgencia, identificando los intereses de
ambas partes implicada y trabajando en las necesidades e intereses tanto de Daniel
como de Diana. Teniendo en cuenta las ideas de Moore (1995), nos encontramos frente
a un conflicto de intereses, donde piensan que para llegar a un acuerdo, las necesidades
de uno o de otro deben ser sacrificadas. Por un lado, Daniel asegura que Diana lo acaso
laboralmente y está decidido a llevarlo a los tribunales; por otro lado, Diana niega las
acusaciones, afirmando que es Daniel el que debe acudir a un psicólogo. Esta manera de
pensar de ambos, nos da a nosotros una visión, de que ambos poseen puntos de vista
muy diferentes del conflicto. Por ello, el plan de intervención para manejar
interacciones cerradas es el más adecuado para tratar este conflicto. Entre estas técnicas
encontramos (Bolaños, 2008)