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Núcleo 3
ASERTIVIDAD Y
HABILIDADES SOCIALES
Las relaciones sociales son uno de los aspectos más importantes de la vida de cualquier
persona. En el entorno de trabajo de un técnico son el centro de su vida laboral: relaciones con
compañeros, relaciones con usuarios, relaciones con familiares, relaciones con otros
profesionales educativos, sanitarios o sociales. Una interacción adecuada con todos ellos
permite que se desarrollen las tareas con mayor eficacia.
Imaginemos que “Lucía quiere que su compañera mantenga más ordenada la mesa
que comparten, porque ya le ha ocurrido en varias ocasiones que no ha encontrado con
facilidad los documentos o materiales que necesitaba. Está preocupada por la forma de
decírselo, no quiere que se moleste. Para ella es importante que su compañera acceda a su
petición, pero también lo es, ya que tienen que trabajar juntos muchas horas al día, que su
relación siga siendo buena” La situación anterior muestra que es importante lograr nuestros
objetivos, pero también lo es que contemos con un buen clima en nuestras relaciones sociales.
- Respeta a los demás: debemos ser conscientes de que todos tenemos los mismos
derechos. Y debemos aceptar que los demás también piensan, sienten, exigen, desean,
y que pueden hacerlo de manera completamente opuesta a la nuestra.
manera más adecuada. Sin embargo, si desde niños observamos a modelos que
resuelven los conflictos sin agresividad, que expresan de manera adecuada emociones
es más probable que lo hagamos de adultos.
No sepamos cuándo utilizar nuestras habilidades sociales para que la otra persona
se muestre receptiva. Las dificultades en las relaciones sociales radican en
ocasiones en no saber buscar el momento adecuado. Pensemos, por ejemplo, en la
expresión de sentimientos; si no lo hacemos en el momento adecuado, los demás
pueden sentirse violentos o incómodos. Una crítica a un compañero de trabajo, o a
nuestra pareja, será más efectiva si la hacemos cuando esas personas están
receptivas (relajadas, de buen humor…). A veces el error lo cometemos por
defecto: los demás nos envían señales de querer comunicarse con nosotros (una
mirada, nos hacen preguntas, etc.) y no las interpretamos como interés hacia
nosotros.
2. Rebajar el nivel de ansiedad en las situaciones concretas que nos cuesta afrontar. En
ocasiones, los problemas a la hora de afrontar determinadas situaciones sociales provienen no
tanto de nuestra falta de competencia social sino de los pensamientos, unidos a la ansiedad,
que nos asaltan en el momento de actuar. Pensamientos del tipo “No me está haciendo caso”,
“Le importa un bledo lo que digo”, “Se van a reír de mí cuando les diga lo que pienso”, pueden
llegar a bloquearnos incrementando el nivel de ansiedad y disminuyendo nuestra competencia
social.
El tamaño del grupo debe oscilar entre ocho y quince miembros. Con menos de ocho
tendríamos dificultades para ensayar adecuadamente algunas habilidades, además, la
diversidad de las aportaciones individuales se empobrece, tanto a la hora de representar un
papel, como dar retroalimentación. Con más de quince personas en el grupo las sesiones se
hacen muy largas y pesadas, pues todos los miembros del grupo deben ensayar todas las
habilidades, siempre que sea posible. Por otro lado, lo habitual es realizar una sesión semanal
de unos sesenta minutos de duración.
preguntarse interiormente qué hay que hacer; pensar de cuántas maneras se puede hacer;
decidir qué manera es la mejor y hacerla.
Una persona que se comporta de forma pasiva no expresa con claridad lo que desea
o lo que piensa, y por lo tanto es posible que no le respeten sus derechos, que elijan por ella, o
incluso que se aprovechen de ella. Los componentes verbal y no verbal del comportamiento
inhibido dan a entender a los demás ideas como: “yo no cuento”, “mis necesidades son menos
importantes que las tuyas” o “eres más importante que yo”. En ocasiones, puede ocurrir que el
ser avasallados constantemente produzca en las personas explosiones de ira, como resultado
de una acumulación de tensión, y se comporten de manera agresiva.
importante que lo que quieres tú”, “esto es lo que pienso, y es correcto, a diferencia de lo que
piensas tú”.
El comportamiento asertivo, sin embargo, respeta los derechos básicos de los
demás, aún tratando de conseguir los objetivos propios. La persona que se comporta de modo
asertivo no amenaza, no castiga a los demás. “Esto es lo que pienso”, “Esto es lo que siento”,
“Yo veo así las cosas”, son ideas que transmite la persona que se comporta de forma asertiva.
A continuación se exponen las características básicas de los tres estilos. Los modelos
que se proponen son generales, no tienen que estar necesariamente presentes todas las
características por que cada persona tiene sus particularidades a la hora de comportarse.
A. Estilo pasivo
- Voz baja
- Vacilaciones
- Gestos de inseguridad y de ansiedad (comerse las uñas, juguetear con objetos, frotarse
las manos…)
- Risa nerviosa
- Postura corporal “hundida” (hombros caídos, cabeza inclinada hacia abajo y hacia el
lado, espalda encorvada)
- Quizás…
- supongo…,
- me pregunto si sería posible…
- Las personas inhibidas son menos tenidas en cuenta por los demás
- Baja autoestima
- En la medida en que no se expresan con claridad los pensamientos, para los demás
puede ser una carga tratar de conocerlos, de saber lo que siente y quiere la persona.
B. Estilo agresivo
- Rapidez al hablar
- “Ten cuidado”
Al igual que ocurre con el comportamiento inhibido, el agresivo también conlleva una
serie de beneficios a corto plazo. En primer lugar, comportarnos de forma agresiva supone una
expresión y liberación emocional, lo cual es bastante reforzante. Además, pueden aparecer
sentimientos de poder momentáneo, ya que es muy probable que los demás se sientan
intimidados ante el comportamiento agresivo. Pero quizás la mayor recompensa sea conseguir
los objetivos propuestos.
- Los familiares, los amigos, los compañeros de trabajo, pueden comenzar a evitar en
determinadas situaciones a la persona que se comporta de forma agresiva
- Baja autoestima
- Soledad
- A largo plazo los objetivos dejan de conseguirse, ya que las relaciones sociales se
desgastan
- Se sufren contra-agresiones; los demás pueden optar por responder también de forma
agresiva. Se puede desembocar en una “escalada de violencia”.
C. Estilo asertivo
El comportamiento asertivo requiere tener muy claro el objetivo, saber lo que queremos
comunicar antes de comenzar a hablar: expresar una queja concreta, pedir un cambio de
comportamiento, dar un cumplido, etc. Muchos de nosotros podríamos recordar situaciones en
las que hemos iniciado conversaciones para lograr algo, pero sin tener claro exactamente lo que
queríamos comunicar. La asertividad se ve favorecida también por el control emocional, que, a
su vez, se puede ver favorecido por la búsqueda del momento adecuado para iniciar el diálogo.
- Contacto ocular directo, aunque no amenazante. La mirada debe oscilar, no estar todo
el tiempo posada en los ojos de la otra persona.
- Tono de voz a un nivel de conversación, o más elevado para ser audible si la situación
lo requiere, pero en general se trata de un tono no crispado, sin muestras de ansiedad.
Ya hemos mencionado que el comportamiento asertivo suele ser el que conlleva más
beneficios y menos costes personales y de relación:
- Nos sentimos mejor con nosotros mismos por habernos expresado teniendo en cuenta
el bienestar de los demás.
- Sentimientos de satisfacción.
- Los demás nos aceptan mejor, las relaciones sociales a la larga son más satisfactorias
Predicciones: Ocurre cuando esperamos que las cosas salgan mal, tenemos de
antemano una visión catastrófica de lo que va a ocurrir. “No pienso ir a la fiesta por
que me voy a aburrir como una ostra”.
Las etapas para lograr sustituir estos pensamientos irracionales por otros más realistas y
menos dañinos son:
Identificar las situaciones de interacción social en las que nos sentimos mal y no
actuamos como quisiéramos (en las interacciones con el otro sexo, con un superior en
el trabajo, con los profesores, con los padres…).
Identificar la emoción que nos invade en dichas situaciones, y que acompañan a los
pensamientos.
Debatir la validez y la utilidad de dichos pensamientos. Para este debate nos pueden
servir las siguientes preguntas: ¿Tengo pruebas de lo que estoy pensando? ¿El
pensamiento está basado en un hecho, o es una opinión, una inferencia, una
suposición? ¿Me ayuda este pensamiento a conseguir mis objetivos? ¿Me ayuda a
solucionar los problemas? ¿Qué influencia tiene este pensamiento sobre mis
sentimientos y sobre mi conducta? Incluso si lo que estoy pensando es verdad, ¿es tan
negativo? ¿Es tan malo como parece? ¿Por qué me altero tanto, si no puedo cambiar
ese hecho?
La siguiente plantilla puede ser útil para llevar a cabo los pasos anteriores:
Descripción
Tipo de Pensamiento/os
De la Cómo me siento Qué pienso
distorsión alternativos
situación
Pedirle a la Nerviosa No me lo dará, Adivinación del Ella tiene el mismo
directora del centro mi inseguridad hace pensamiento (doy por derecho a creerme que
un día libre que se crea que hecho que no me yo a pedirle el día
estoy mintiendo cree) libre, por lo cual eso
no debe ser
inconveniente.
Que sean más útiles a la hora de actuar, es decir, que sean compatibles con el
comportamiento más asertivo posible.
Algunos argumentos y algunas claves que pueden ayudarnos a superar los principales
pensamientos irracionales son:
Filtro: Para vencer la tentación a centrar nuestra atención en las dificultades, en los
problemas o en los obstáculos podemos concentrar nuestros esfuerzos en las
estrategias de afrontamiento del problema en lugar de obsesionarnos por el problema
en sí. “Esta tarde los dos vamos a tener tiempo para estar con otras personas, eso es
bueno para nuestra relación”.
Etiquetación: La forma de eliminar las etiquetas, que normalmente son falsas por que
se toma una parte por el todo, es esforzarse en describir la situación de la manera más
objetiva posible, evitando juicios de valor y generalizaciones “Hoy no me he sentido
muy bien, por que he tenido la sensación de que he dedicado más tiempo a solucionar
los problemas que los demás me han ido planteando a lo largo de la mañana que a
centrarme en mi tarea”.
C. Derechos asertivos
Varios expertos recogen los siguientes derechos básicos que toda persona debería tener
integrados en su sistema de creencias, para así incrementar las posibilidades comportarse de
forma asertiva. Son los derechos que debería regular la interacción entre personas, en la
medida en que fueran asumidos por todos.
Derecho a tener nuestras propias necesidades y considerarlas tan importantes como las
de los demás
Derecho a hacer cualquier cosa mientras no violemos los derechos de otra persona
Todos estos derechos, al ser compartidos por todas las personas, conllevan una serie de
obligaciones, que básicamente se resumen en la obligación de reconocer y respetar esos
derechos en los demás. Es cierto que las situaciones de comunicación no siempre finalizan con
un balance positivo para todas las partes. Pero la competencia social debe pasar por tratar de
incrementar las posibilidades de éxito para todos.
Sobre los dos años, los niños empiezan a comprender la emoción implícita en reír o
llorar. A partir de los cuatro años los niños son capaces de reconocer los sentimientos de los
personajes de los cuentos, además de comprender que una misma situación puede generar
varias respuestas emocionales. Por otro lado, el lenguaje de los niños de entre 2 y 5 años es
rico a la hora de hablar de la expresión facial de emociones y muestran un amplio léxico
emocional. A los seis años los niños comprenden que las situaciones desagradables producen
emociones negativas, y las situaciones positivas producen felicidad. Entre los 6 y los 11 años,
las experiencias escolares tienen una influencia clave sobre la valoración que los niños realizan
sobre sí mismos, aspecto que modula de forma muy importante el estado emocional de las
personas.
No someterlas a censura. Las emociones no son buenas o malas, salvo cuando por
nuestra falta de habilidad hacen daño, a nosotros o a otras personas.
Permanecer atentos a las señales emocionales, tanto a nivel físico como psicológico.
Designar de forma concreta las emociones y los sentimientos y señalar las sensaciones
que se reflejan en nuestro cuerpo, en lugar de hacer una descripción general.
B. Educación emocional
La educación de las emociones todavía es una tarea pendiente en nuestra sociedad. El
fin de la educación es el desarrollo integral de la personalidad de las personas. En este
desarrollo pueden distinguirse como mínimo tres grandes aspectos: el desarrollo cognitivo, el
desarrollo motor y el desarrollo emocional. Los dos primeros han recibido tradicionalmente un
énfasis especial, en detrimento del último, que ha quedado relegado a un segundo plano en la
práctica educativa.
Las habilidades que se deben trabajar desde educación emocional debe poner en juego
pueden agruparse en cuatro grandes bloques:
Existen muchas habilidades sociales, desde las más básicas como iniciar una
conversación, a las más complejas como ser capaz de hacer y recibir críticas o afrontar la
hostilidad. A continuación exponemos algunas de las más importantes para un profesional de la
intervención social:
Escucha activa
Empatía
Negación asertiva
Mensaje-yo
Hacer críticas y recibir críticas
Afrontar la hostilidad
A. Escucha activa
que nos dicen y respondemos a lo que creemos que la otra persona dijo, no a lo que realmente
dijo.
La escucha activa es importante porque hace posible una buena comunicación, no podemos
comprender al otro si no lo escuchamos. En situaciones de conflicto estamos tan preocupados,
muchas veces, por consolidar nuestra posición que ya no escuchamos al otro. Pero sólo si
entendemos lo que el interlocutor expone, podemos buscar una solución beneficiosa para
ambos. Además, cuando usamos la escucha activa, creamos un clima de confianza y
comprensión. La otra persona, al percibir que se le escucha, se siente aceptada y con confianza
para comunicarnos más tranquila y sinceramente sus ideas y deseos.
Las reglas básicas para una realizar una buena escucha activa y empática son:
Prestar interés, no hacer otras cosas mientras la otra persona habla, evitar
distracciones.
Hacer preguntas aclarativas o resumir lo que dijo para ver si realmente lo entendimos
bien.
No interrumpir, ni criticar.
B. Empatía
La Empatía es la capacidad de apreciar las emociones y los sentimientos que está sintiendo
nuestro interlocutor. Se trata de ser capaz de escuchar sus emociones y responder con
precisión a los sentimientos y al contenido de las expresiones del otro. Se trata, en definitiva,
de “ponerse en la piel del otro”. La escucha activa y la empatía son dos habilidades muy
relacionadas, podemos decir que son dos caras de una misma moneda.
C. Mensajes-yo
Los “Mensajes-yo” se pueden utilizar cuando deseamos sugerir cambios en la otra persona
o, bien, queremos expresar nuestras necesidades, sentimientos y problemas y pretendemos
que nuestro interlocutor se haga cargo de los mismos. Facilitamos la disposición a cambiar,
porque no implican evaluación negativa del interlocutor y no dañan la relación.
D. Negación asertiva
Existen diferentes técnicas para decir NO de forma asertiva. Aquí revisaremos dos de
ellas que pueden ser de gran utilidad. Presentamos las técnicas “disco rayado” y “banco de
niebla”
Se trata de repetir nuestro argumento una y otra vez sin alterarnos ni entrar en
provocaciones hasta que la otra persona se dé cuenta de que no logrará su objetivo con sus
argumentos, provocaciones o ataques. Consiste en la repetición de una frase que exprese
claramente lo que deseamos de la otra persona. A modo de un disco de vinilo rayado,
repetimos un “mensaje-yo”, las veces que haga falta, sin enfadarnos ni levantar la voz. Esta
técnica asertiva nos permite insistir en nuestros deseos sin caer en posibles manipulaciones de
nuestro interlocutor y sin dejarnos desviar del tema que nos importa, hasta lograr nuestro
objetivo. Algunas expresiones útiles son:
No me interesa
No me apetece
No lo veo así
Está perdiendo el tiempo porque ya le he dicho que no me apetece
Es una técnica que funciona muy bien por que nadie puede poner en duda un sentimiento o
un mensaje-yo. Así que puede ser usada cuando pensemos que la otra persona quiere
coaccionarnos o manipularnos. El siguiente diálogo ejemplifica el uso del disco rayado:
- Comercial: ¿Cómo no le puede interesar una oferta como esta? Está dejando escapar
una oportunidad muy buena.
- Cliente: No. Está perdiendo el tiempo. Le he dicho que no me interesa (disco rayado).
Se trata de mostrar que la otra persona que tiene motivos para mantener su postura pero
sin dejar de expresar que mantendremos la nuestra, puesto que también tenemos motivos para
hacerlo. Es decir, mostramos una actitud razonable al mismo tiempo que hacemos ver a la otra
persona que nuestra intención no es atacar su postura sino mantener la nuestra.
Esta técnica está especialmente indicada para afrontar críticas manipuladoras. De modo
que reconocemos cierto grado de posibilidad en la crítica que recibimos, pero sin negarla ni
defendernos, ya que de esta forma entraríamos en el juego de manipulación del interlocutor.
Evitamos la discusión sobre la crítica manipuladora, expresando la posibilidad de que la otra
persona pueda tener razón.
Para aplicar correctamente la técnica del “banco de niebla” se deben tener en cuenta lo
siguiente:
No discutir acerca las razones que expone la otra persona. Expresamos que quizás sean
aceptables, pero debemos mantener nuestra postura.
Aceptaamos la posibilidad de que las cosas pueden ser como se nos presentan,
utilizando expresiones como: “es posible que…”, “quizás tengas razón en que”… “puede
ser que…”.
Diálogo 1:
- Carlos: Es posible que sea un egoísta, pero prefiero no prestarte el coche (Banco de
niebla)
Diálogo 2:
- Mónica: Lo siento, pero esta tarde había pensado quedarme en casa descansando.
- Mónica: Puede ser que sea perezosa y holgazana, pero aún así llevaré el coche al
taller mañana por la tarde (banco de niebla).
Diálogo 3:
- Hijo: Puede ser que parezca un payaso, pero a mí me gustan (banco de niebla).
E. Hacer-recibir criticas
Podemos utilizar los “mensajes yo” para hacer críticas, pare ello procedemos de la
siguiente manera:
Además, debemos elegir el momento adecuado, no esperar mucho tiempo y hacer una sola
critica a la vez. Por otro lado, debemos ser capaces de manejar nuestro lenguaje no verbal:
Mirar a los ojos; Tono de voz firme (no alterado); Rostro serio pero relajado
1. Escuchar.
2. Pedir aclaración.
3. Mostrar acuerdo total o parcial (Banco de niebla)
4. Recompensar.
5. Compromiso de rectificar o pedir alternativas.
1. Escuchar
2. Negar asertivamente (Disco rayado, Banco de niebla)
3. Expresar sentimientos (Mensajes “YO”)
4. Pedir o sugerir cambios.
F. Afrontar la hostilidad
Existen situaciones en las que las relaciones interpersonales pueden verse envueltas en
reacciones de enfado, irritación u hostilidad. Es posible, por tanto, que un profesional se
encuentre, en alguna ocasión, con una persona “fuera de sí” o que se “dispara” cuando tiene
algún contratiempo y que exige de “malos modos” cualquier cambio. Es muy importante saber
afrontar estas situaciones de hostilidad porque el modo de abordarlas va a determinar la
resolución adecuada del conflicto, a la vez que puede abrir nuevas vías de relación o bien
puede suponer una fuente de estrés o una amenaza para el propio educador.
Para ser capaces de afrontar la hostilidad debemos conocer, en primer lugar, las fases
de la curva de hostilidad:
1º Fase racional: La mayor parte de las personas suelen ser razonables durante bastante
tiempo, mantienen un nivel emocional adecuado para poder discutir cualquier problema.
6º Fase de solución de problemas: Cuando la persona retorna al nivel racional del que
salió es el momento adecuado para afrontar el problema.
En segundo lugar, debemos saber las cosas que se deben hacer o se deben evitar
hacer para afrontar la hostilidad. Los siguientes comportamientos ayudan a abordar una
situación hostil con garantías de éxito:
Evitar comentarios sobre lo que “debería” y “no debería” hacer la persona irritada.
Invitar a la persona a una zona privada y sentarse para hablar con calma, si se puede.
Esto ayuda a rebajar la tensión.
Expresar los sentimientos después del incidente y pedir que en próximas ocasiones
actúe de otro modo.
Finalmente, para tener éxito al afrontar una situación de hostilidad debemos huir de
comportamientos que generen más irritación en la persona enfadada, por tanto, debemos
evitar:
Negarse a escuchar.