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El documento resume los principales puntos filosóficos de Parménides sobre la existencia de la realidad y la naturaleza del ser. Sostiene que (1) hay realidad necesariamente, (2) el ser es inmutable e indivisible, y (3) el pensamiento y el ser son lo mismo. Critica las opiniones humanas por ser erróneas y propone que solo se puede conocer la verdad siguiendo la razón y rechazando la costumbre.
El documento resume los principales puntos filosóficos de Parménides sobre la existencia de la realidad y la naturaleza del ser. Sostiene que (1) hay realidad necesariamente, (2) el ser es inmutable e indivisible, y (3) el pensamiento y el ser son lo mismo. Critica las opiniones humanas por ser erróneas y propone que solo se puede conocer la verdad siguiendo la razón y rechazando la costumbre.
El documento resume los principales puntos filosóficos de Parménides sobre la existencia de la realidad y la naturaleza del ser. Sostiene que (1) hay realidad necesariamente, (2) el ser es inmutable e indivisible, y (3) el pensamiento y el ser son lo mismo. Critica las opiniones humanas por ser erróneas y propone que solo se puede conocer la verdad siguiendo la razón y rechazando la costumbre.
- se es, hay realidad, es imposible que no la haya; discurrir
de esta manera conduce a convicciones plenas, como las que se asocian a la Verdad. (3-4) - pensar lo contrario, que no hay realidad y que es necesario que no la haya; no se puede discurrir por este camino.(5-7)
El punto de partida es ontológico y menciona un hecho
absoluto: el de que hay Realidad necesariamente. La epistemología, el camino del saber, presupone un haber – un estar siendo- previo. Cualquier cosa que se diga será relativa a este hecho trascendental. Este hecho se impone cuando hacemos abstracción completa de los entes, lo que hemos llamado vaciado, depuración del lenguaje común, y queda la única palabra de la que no podemos dudar. Esto abre un campo nuevo, una inmensa abertura, decía el Proemio. ¿Cómo cartografiarla, cómo nombrarla correctamente?
Tras afirmar la tesis –hay realidad, es imposible que no la
haya- estos tres fragmentos parecen destinados a ayudarnos un poco; no sabemos por dónde empezar, porque, si sólo disponemos de la tesis, ¿qué más podemos pensar con tanta seguridad? Antes de aumentar lo que hemos aprendido, Parménides se detiene en mostrar cómo es el nuevo territorio, cómo se transita por él. Fr 3 Contiene la Identidad básica entre ser y pensar. Fr 4 Las dimensiones del entendimiento no son las mismas que las del tiempo y del espacio. Fr 5 Por donde discurre el entendimiento no hay un inicio, ni un final (se sobreentiende) en sentido estricto.
Tres orientaciones para no perdernos; las comentaremos al
final. Por ahora, mencionar que debe darse una “mismidad” entre el conocimiento y la realidad; sujeto y objeto de conocimiento no pueden ser realidades totalmente distintas entre sí. Los dos fragmentos empiezan con un recordatorio, se vuelve a mencionar la Tesis. En el fragmento 6 para indicar que sólo es el primer camino de investigación y que hay que atender también a la vía de la Opinión. Leemos que hay dos razones principales del carácter errante de esta vía: - La razón principal es que los hombres piensan con dos cabezas. - También los sentidos son responsables, aturden, ciegan o hacen sorda a la gente, la incapacitan para juzgar, para discriminar entre lo que es y lo que no es.
Por ello, dice Parménides, es un camino regresivo. Se
realiza un esfuerzo, pero no se llega nunca a ningún resultado, se vuelve al punto de partida; o lo que es lo mismo, no se salió de él.
En el fragmento 7 leemos que –a pesar de que tenemos
que examinarlo porque así se nos ha impuesto en el fragmento 6- debemos huir del modo de pensar de los hombres, de los mortales. Aquí el concepto crucial es el de la fuerza de la costumbre. Es la fuerza de la costumbre a la que hay que enfrentarse si queremos pensar correctamente. Es ella la que nos índuce (“nos arrastra”) a cerrar los ojos o los oídos.
Da la impresión de que se acaba una parte de la lección, y,
como estamos en Filosofía, se nos dice: juzgad si esto que os he enseñado es correcto, no lo deis por válido sin que vuestra razón no lo juzgue así.
Tras describir las dimensiones del pensamiento (Fr 3, 4 y 5)
y explicar la fuente del error y el peligro que hay que evitar si queremos pensar correctamente las cosas, es decir, la fuerza de la costumbre (Fr 6 y 7), pasaremos ahora a la deducción de los atributos del ser. Sólo sabemos que hay realidad, que es imposible que no la haya; pero, qué más podemos decir de ella, aparte de que se impone de forma absolutamente necesaria. Tenemos solo un verbo sin sujeto, “se está siendo”; qué podemos decir de lo que se está siendo. A la única palabra que tenemos como cierta se le pueden añadir otras que indican “lo que es” el estar siendo. Las pruebas de que esas palabras le corresponden se encuentran sobre el camino; es decir, no hay más que seguir el método que ya estamos empleando, seguir en la vía en la que ya estamos. Aplicando ese método, buscando sólo la conexión necesaria, a lo que está siendo le corresponden las palabras: - inengendrado e incorruptible, – total, -único, -inconmovible - acabado. Dedicaremos un comentario más amplio a este tema. En general, son atributos, palabras que se pueden predicar de lo que está siendo, que no concuerdan con las dimensiones espacio temporales en las que se mueve el sentido común. De nuevo, Parménides describe la región por la que transitan los caminos del conocimiento como caminos metafísicos, o, al menos, metaempíricos.
Parménides explicita el criterio en el que basa su
argumentación, su deducción de los atributos del ser; es el criterio que hemos llamado disyuntivo y consiste en tomar una decisión: (1) se es, o no se es en absoluto (v. 11 y 15) (2) de un no ser absoluto (un no estar siendo) nada puede convencernos de que pueda nacer algo (3) se decide, por necesidad (vv 15-16) que el único camino es el del ser La función de Dike –la Justicia divina- está clara: se está hablando de vincular, de entrelazar –de entrelazar “ser” y “nacimiento”, por ejemplo; o “ser” y “muerte”. Bien, la Justicia no deja entrelazar “ser” con “nacer”, ni con “morir”. Divino en esta parte siempre significa lo mismo: manera de pensar en la que rige lo absoluto y lo necesario. Una manera de pensar lo justo, la manera divina, impide, prohíbe, que determinados enlaces ser produzcan o se rompan otros.
Se añaden más atributos:
-indivisible, porque es -homogéneo (vv 21-22) - continuo (vv 23-25), -inmóvil, -eterno (vv 26-27) - limitado, perfecto, acabado (vv 29-33);
Es muy iluminadora la explicación que da Parménides de
porqué la Realidad ha de ser pensada como acabada, como perfecta, como ya dada toda ella entera. “si tuviera una carencia, carecería de todo”. ¿Cómo explicar esto? Se podría hablar de una ontología radicalmente democrática o igualitarista. No hay nada en la realidad que pueda desmerecerla, que represente una atenuación, disminución o imperfección. “No hay algo en mayor grado” …”ni en menor grado” (v 23).
En consonancia con la mentalidad del pueblo griego,
Parménides considera lo infinito, lo ilimitado, como imperfecto. Lo que está siendo permanece idéntico a sí mismo dentro de unos límites impuestos por la necesidad absoluta.
El verso 34 retoma la identidad básica entre ser y
pensamiento. Pero ahora establecerá una relación causal entre ellos: pensar y ser son lo mismo porque pensar presupone siempre lo que está siendo. Como vimos en la Presentación, Parménides no es Descartes: sin ser, no hay pensamiento. Se pueden equiparar y decir que son lo mismo, porque el ser puede ser muchas otras cosas y no pensamiento; pero al pensamiento sólo le cabe una opción, pensar lo que está siendo. La Moira actúa como Dike: obliga, establece ataduras, vínculos absolutamente necesarios; literalmente, la Moira obliga al ser a estarse quieto: “la Moira le obliga a permanecer total e inmóvil” (v 37)
A partir de ese punto, Parménides concluye que el camino de
la Opinión sólo ofrece nombres, “son sólo nombres cuanto los hombres han establecido” (v 37-38). Hemos de entender que lo que llevamos recorrido del camino de la Verdad no está constituido por meros nombres humanos, sino por nombres de “cosas verdaderas” (v 38). Pone ejemplos de nombres humanos : “nacer”, “morir”, “cambiar de lugar”, “alterar el color”, nombres para cambios y variaciones.
Esos nombres no sirven para hablar de la Realidad, descrita
ahora como una esfera bien redondeada. ¿Por qué esfera redondeada es buena imagen? No es un atributo más, es el corazón imperturbable. La esfera simboliza la homogeneidad, algo desde cuya superficie no contemplaríamos nunca cambio alguno al movernos, una superficie lisa, sin montañas, sin protuberancias. Da igual cómo la recorriéramos, no encontraríamos ningún hoyo, ninguna quiebra, no habría de más en algún sitio y de menos en otro. No hay infinitud, indeterminación, porque la esfera representa el límite, el límite constituyente –límite supremo- de todo lo que hay. El verso 46 descarta, por los motivos que ya sabemos, la hipótesis bajo la cual se podría hablar de variaciones en lo que está siendo: que lo que no está siendo fuera-hipótesis que usa el criterio conjuntivo “ser y no ser”. Ocurre como con la constatación de la Tesis: si suponemos el no ser, cabría admitir que el ser puede cambiar de alguna manera. Pero el no ser es imposible, luego es necesario que el ser no cambie. De nuevo, se extrae una necesidad de una imposibilidad.
En el verso 50 se indica el final de la lección sobre la vía de la
Verdad. Ahora hay que investigar las opiniones de los mortales.
Antes de ello, Parménides indica el error principal de las
opiniones humanas: juzgan las cosas con dos puntos de vista para nombrar lo que parece cada cosa. Es necesario unificar los puntos de vista y no mezclar categorías distintas: ¿el fuego puede ser suave? ¿la noche, espesa o pesada?