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El Proyecto de Aristóteles I
El Proyecto de Aristóteles I
Al preparar esta lección sobre Aristóteles me he visto arrojado a un terreno nuevo para mí. La
visión que ofrece Q. Racionero sobre la Historia de la filosofía griega me ha hecho cambiar mi
perspectiva anterior. En concreto, creo que ahora entiendo mejor cómo se formaron los
primeros conceptos filosóficos, esos que aparecen también en cualquier Historia de la Ciencia;
me refiero a los conceptos de Naturaleza, principio, razón, causa, etc.
¿Qué es un concepto? J. Ferrater Mora, en su Diccionario de Filosofía, admite que no hay entre
los filósofos un uso claro del término; puede significar noción, pensamiento, idea, etc. Claro,
hay muchos sentidos de lo que es un concepto porque hay muchas escuelas filosóficas
distintas y todas tienen su manera de enfocar la cuestión.
La discusión principal trata sobre si el concepto puede ser admitido como algo objetivo, o
sencillamente es un producto mental (algo concebido por la mente).
(…)
… necesitamos una teoría sobre el qué es el pensar, y sobre cuáles son los
constituyentes del pensamiento. Si los conceptos son estos constituyentes, ninguna
teoría psicológica, filosófica, lingüística ni de otro tipo puede prescindir de los conceptos
para explicar el pensamiento, su funcionamiento y sus propiedades.
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Necesitamos, todavía, en pleno siglo XXI, una teoría sobre qué es pensar. No es nuestro
objetivo investigar el problema en la actualidad, sino en la Antigüedad; pero es interesante
saber que el problema no está resuelto.
Nuestro objetivo principal es averiguar qué es pensar para Platón y para Aristóteles.
Esta actitud es claramente visible en Heráclito y Parménides, cuya posición al respecto es casi
idéntica: todo está gobernado por la razón, por el Logos (Heráclito); ser y pensar es lo mismo
(Parménides). Ambos manifiestan una confianza plena en las capacidades de la razón para
captar los principios que rigen la realidad.
Creo que Heráclito y Parménides son los primeros en situarse en lo que llamaré región
metafísica; la analogía con el punto de vista cartográfico es útil para imaginar lugares del
pensamiento.
Pero podemos usar otro criterio, el que tiene en cuenta las funciones o modos de operar.
Atendiendo a los modos en que la mente opera, distinguiré entre un modo dialógico, en el que
la mente procesa la información que obtiene del mundo, y otro modo noético, en el que
reflexiona sobre lo conocido, sobre lo aprendido. En el modo dialógico nos las tenemos que
ver con el bullicio de una realidad múltiple y en constante movimiento; en el modo noético
paramos la película de la vida, nos salimos de ella un rato, reposamos para intentar ver qué
pasa, qué hay, qué hay en el Mundo. No digo que cada vez que nos ponemos a meditar nos
vayamos tan lejos como para divisar el Mundo en su conjunto; la mayoría de las veces será por
un tema de menor alcance, por ejemplo, un romance en el que andamos liados, o un ideal que
nos motiva, un proyecto político…
Lo que pretendo decir es que lo que hacen los filósofos ya lo hace el hombre de la calle: pensar
cómo son las cosas que le inquietan en modo noético, reflexivo. El filósofo es más ambicioso y
quiere, desde Heráclito y Parménides, ver (todas) las cosas sub specie aeternitatis, con los ojos
de Dios.
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¿Cómo se llegó a esta aspiración? Esto es lo primero que nos interesa. ¿Cuáles son los datos
históricos cruciales para entender que los griegos fueran capaces de una insolencia de esta
categoría, la de ponerse en la misma posición que los dioses?
Según QR, el programa de la Filosofía se puso en marcha por motivos políticos. Las polis
griegas no constituían un orden social estable, eran frecuentes las revoluciones para derrocar
al gobernante (al arkonte). Había que encontrar un territorio neutral que ayudara a
fundamentar el poder político de forma racional, no en base a creencias religiosas, ni en base a
las opiniones de los hombres. Lo veremos después de una forma un poco más detallada. Lo
que nos interesa ahora es subrayar este talante polemista de los filósofos. A un filósofo se le
suele entender mejor cuando sabemos contra quién argumenta, a quién van dirigidos sus
ataques.
Vamos aprendiendo cómo se forman los conceptos filosóficos: los filósofos crean sus
conceptos para discutir otros conceptos. Los primeros conceptos filosóficos surgieron para
discutir creencias religiosas, no por impiedad, sino como único medio de plantear mejor las
cosas en el terreno político. No hay meramente un ánimo discutidor, al estilo de algunos
sofistas. De lo que se trata siempre, desde sus inicios, es de volver a recorrer un territorio ya
descrito, cartografiado por alguna tradición o por algún pensador anterior, y sustituirlo por
otro mapa mejor.
No hemos de suponer que hubo un momento cero a partir del cual empezó a haber filosofía.
Había ya sofía en los poemas de Homero o de Hesíodo, o en las artes y técnicas, Medicina,
Astronomía, Náutica, Arquitectura…. El saber, el conocimiento, no nace con los primeros
filósofos. Con ellos empieza una nueva partida, una nueva forma de aspirar al conocimiento;
una forma o estilo muy arrogante y exigente, porque pretende establecer verdades
universales y necesarias.
Necesitamos un horizonte amplio, una visión general de la cultura griega que incluye tratar
cuestiones políticas y religiosas.
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que Platón se ha quedado muy lejos de lo real, se ha conformado con una abstracción de lo
que son las cosas, y la polis no puede regirse por abstracciones, el gobierno de una ciudad
exige disponer de un tipo de sabiduría adecuada, una sabiduría práctica, de la acción.
Ahora nos volveremos a adentrar en los presocráticos, con el fin de establecer los momentos
decisivos de la secuencia que se inicia con Tales de Mileto y acaba en Aristóteles. Es muy
importante este repaso porque en él comprobaremos algo crucial, que el programa de la
Filosofía no resiste una crítica “externa” como la de los sofistas y los escépticos. No hay modo
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de justificar racionalmente el racionalismo; porque, como dice QR, se trata de una decisión, de
una apuesta que no es necesario aceptar.
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Repaso de la filosofía presocrática hasta Parménides
Mito y logos
De entrada, debería añadirse que la Filosofía inicialmente lo que pretende es hacer público un
nuevo logos (discurso), distinto de otro ya establecido (aceptado), el logos (discurso) religioso;
es decir, hay que partir no de una oposición directa e intensa entre Fe dogmática (Creencia en
unos dogmas religiosos) y Razón (Argumentación científica), como se planteará después, al
final de la edad Media. No hay enfrentamiento entre el logos filosófico y algo totalmente
opuesto, un no logos, son dos logos que van a entrar en conflicto: el de los discursos religiosos
(el de los poetas) y el de los filósofos. Durante este proceso se añadirá poco después el logos o
discurso de los retóricos, de los sofistas.
Ya había algo de filosofía en los poemas de Homero y Hesíodo; no se pasa de la nada al todo; la
Filosofía no surge de golpe, bien definida, totalmente diferenciada de la religiosidad. Algunos
de los escritos que hemos conservado de los presocráticos son poemas (como el de
Parménides). Lo nuevo era escribir en prosa, como hicieron los jonios (Tales, Anaximandro,
Heráclito…), pero no era eso lo importante. Lo importante era que, en verso o en prosa,
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empezaron a oírse las voces de algunos que hablan de lo que todos conocemos (los dioses, los
elementos naturales, los hombres, etc.), pero con insolencia.
Así pues, en una cultura en la que ya hay discursos que se admiten como portadores de saber,
aparece un nuevo género literario, el inaugurado por los physicos de Mileto (Jonia), que
disputa contra el discurso religioso por un motivo: los physicos están en desacuerdo con
conceder o atribuir a los dioses la fuente de soberanía, el arché –en griego: principio en
sentido de primero en rango, y también en sentido temporal, lo que estaba en el inicio.
Esta es la primera formulación del Naturalismo: el arché, la fuente de soberanía, aquello que
rige todas las cosas debe buscarse en la physis.
La pregunta que uno puede plantearse es: ¿por qué este interés en adjudicar a algún elemento
natural un papel tan omniabarcante? Creo que la mejor interpretación de esto es
sencillamente entender que lo que están proponiendo los primeros physicos es buscar un
lugar neutral de verdad, que realmente sea neutral; el de los dioses no es muy fiable –como
veremos; y los hombres suelen acabar luchando entre sí, llevados por sus deseos particulares.
¿Qué hay más neutral que la physis, o Naturaleza? ¿No estará en ella la solución al problema
del orden político? ¿No será el orden natural de las cosas el lugar en el que hay que buscar el
estilo de vida más adecuado?
Veamos un ejemplo, veamos cómo Heráclito desquicia el sentido de dos términos comunes;
Heráclito va a tratar el término con insolencia, pues dice que la physis es una. De entrada, para
el hombre de la calle, designa todo aquello que los griegos entienden como acciones, unas de
unas cosas, otras de otras –las plantas nacen, y las personas también pero cada una a su
manera (según su physis); las cosas surgen, brotan, se nos aparecen, se nos presentan, pero no
todas de la misma forma: Afrodita se aparece (surge, se presenta) de modo distinto al que se
nos aparece un barco en la lejanía, o una bandada de cuervos.
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La designación verbal, la usual, era légein, asociado a la acción de separar y recoger las mieses
del campo; légein es escoger , y ello es posible porque se usa un medio de enlace, una cuerda
que ata.
Légein significaba originariamente esto: recoger las espigas y formar haces con la ayuda de las
cordetas (enlaces).
Detengámonos en este punto, pues conecta con nuestras reflexiones sobre el lenguaje y el
problema de la objetividad del conocimiento. Dejaremos a los antropólogos el estudio del
origen del lenguaje. Pensemos en lo que es.
Si nos basamos en el sentido de la raíz etimológica “leg”, el lenguaje es un medio a través del
cual la realidad es recogida. La terminología aristotélica nos es útil: podemos recoger las
mieses materialmente, con nuestras manos, azadas y otros utensilios, y después comernos el
pan; o podemos abstraer mentalmente la forma (el concepto) del trigo. Así como el cuerpo
se alimenta de trigo real, la mente se nutre de palabras.
El lenguaje y los aperos de labranza son comparables en tanto que enseres, utensilios.
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Pero la comparación no puede obviar que el lenguaje no es sólo un instrumento cultural más.
La mayoría de esos instrumentos son postizos, en el sentido de que puedo quitármelos: puedo
cambiar de atuendo y vestir como un hindú, aprender a conducir por la izquierda... Pero no es
tan fácil desprenderse del lenguaje materno, porque una vez aprendido ya no es algo externo,
nos constituye por dentro, lo sentimos como inherente, inseparable de nosotros mismos.
En cualquier caso, la existencia del lenguaje presupone una comunidad, nadie, si está solo,
desarrollaría por sí mismo un lenguaje.
Lo que nos interesa es que el lenguaje informa. De alguna manera en la que nosotros no
podemos entretenernos (psicología cognitiva…) la adquisición del lenguaje hace posible que la
realidad se nos presente ordenada. A Siena no le gustó que el unicornio azul del libro de la
Patrulla patosa no tuviera nombre. Ella ya está en el lenguaje; no para de preguntar el
significado de muchas palabras; no es que disponga de una lista más o menos amplia de
vocabulario, no, es más prodigioso, ya sabe que un personaje del tipo X debe llevar un nombre
propio; todos los demás lo llevan. Y tiene razón, me equivoqué.
En definitiva, el lenguaje es el primer nivel de las formas, donde aparecen o se presentan por
primera vez. Las formas son lo que constituye el lenguaje –formas que no nacen de la nada,
sino de una comunidad, etc.
También se podría decir que el lenguaje es el plano formal desde el que el hombre se enfrenta
a la realidad, el plano material. Siguiendo a QR, es un gesto ontopraxeológico:
Violentando no significa fabulando o inventado una realidad que no existe. Significa lo mismo
que el principio de indeterminación. No hay un trato con el Mundo en el que este no quede
afectado.
De légein derivó logos, el logos, como “el decir”; el decir de los poetas, el de los artesanos, los
múltiples modos de decir que la gente tiene a su disposición.
Pero va Heráclito y dice “El logos es el mismo para todos”. ¡Qué insolencia! Hala, todos uno, el
logos de los dioses, los de los hombres, sin distinción, todos uno. En Heráclito ese logos es ya
sobre todo Razón, Ley. No hay un montón de cosmos, el de los cielos, el de los hombres, todo
es la misma physis, y está regida por una sola ley, la ley de la Razón, porque no hay muchos
logos, sólo uno.
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Bien, ¿por qué tanto interés en fijar una physis y un logos? ¿por qué hay que unir la
multiplicidad? Porque, atendiendo a lo que dijo Heráclito, el pueblo (lo múltiple) debería
defender con más ahínco la ley (la unidad) de su ciudad que las propias murallas.
Wikipedia
Época arcaica es una periodización de la historia de la antigua Grecia con la que la historiografía distingue la etapa en la que
la Hélade (Ἕλλάδα) salió del periodo anterior (la Edad Oscura, caracterizada por la distribución del espacio helénico
entre tribus1 indoeuropeas que hablaban distintas variantes de la futura lengua griega —
aqueos, jonios,2 dorios, eolios, arcadios, superpuestos sobre los prehelénicos pelasgos—, que introdujeron la Edad del
Hierro en medio de una total ausencia de fuentes escritas y una drástica ruptura cultural frente a la civilización micénica, cuyo
fin sigue siendo objeto de debate) y se conformaron los rasgos de la civilización griega, que quedará plenamente cristalizada
en la posterior Época Clásica. Entre los siglos VIII y VI a. C. se desarrollaron las ciudades-estado griegas o polis (plural
invariable en castellano, en griego: singular polis, πόλις, y plural poleis, πόλεις), que incluso se expandieron por todo el
Mediterráneo mediante la colonización. A pesar de su gran fragmentación política, los griegos fueron construyendo
una identidad común frente a otros pueblos de la Antigüedad, de la que adquirieron una conciencia vigorosa, evidenciada en
sus manifestaciones culturales y artísticas y en una peculiar cosmovisión que se ha interpretado como tensión entre lo apolíneo
y lo dionisíaco.
Convencionalmente el inicio de la época arcaica se establece en la primera Olimpiada (Ὀλυμπιάς, cómputo del tiempo en
periodos de cuatro años que comienza con la celebración los primeros Juegos Olímpicos, 776 a. C.); mientras que el final lo
marca la Revuelta de Jonia (499 a. C.), cuando los griegos de la costa de Asia Menor pidieron la ayuda de las ciudades de
Grecia continental para frenar la expansión del Imperio persa, lo que desembocó en las guerras médicas (492-490 y 480-
479 a. C.).
Antes de la Época Arcaica los griegos habitaban en pequeñas comunidades agropecuarias aisladas por lo accidentado de su
medio físico: cuajado de valles en el interior, y con un litoral recortado, atestado de cabos, golfos e islas. A pesar de la pobreza
del suelo y de la aridez, se dieron crecimientos demográficos y progresos socioeconómicos que impulsaron a las pequeñas
aldeas originarias a unirse en entidades de mayor tamaño. Este proceso, llamado synoikismos (συνοικισμóς —'cohabitación',
'compartir el oikos ', la «casa»—), dio lugar al nacimiento de las polis. Al mismo tiempo, se establecían lugares de culto
religioso, compartidos por comunidades mucho más alejadas entre sí, mediante anfictionía (αμφικτιονία —'construir juntos'—);
lo que fue conformando prácticas políticas para todo tipo de relaciones, pacíficas y hostiles, como la simmachia (συμμαχια
—'luchar juntos'—), la koinón (κοινόν —'común'—, traducido habitualmente como «liga»), 3 la hegemonía (ἡγεμονία),
el equilibrio de potencias, la política de bloques, etc.
Paralelamente, la presión demográfica y la prosperidad económica mal repartida provocaron una conflictividad social soque
tuvo, básicamente, dos válvulas de escape: la colonización del Mediterráneo y las reformas socio-políticas internas
protagonizadas por legisladores y tiranos.
Tras siglos de olvido de la escritura lineal micénica, los griegos volvieron a ser un pueblo histórico al adoptar el alfabeto
fenicio y adaptarlo a su idioma con el alfabeto griego, cuyos primeros testimonios aparecen hacia el 740 a. C. (Copa de
Néstor, Inscripción del Dipylon).4 A partir de poesía oral que tiene sus raíces en siglos anteriores, en esta época se
compusieron por escrito las principales creaciones de la literatura griega: los dos poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea (cuya
autoría y ubicación temporal fueron objeto de debate desde la Antigüedad, y aun lo siguen siendo), que fijaron los mitos
ancestrales de los héroes de la Edad del Bronce, en textos que no se terminaron de canonizar hasta
el siglo VI a. C. (probablemente por iniciativa de Pisístrato)56 y cuya difusión fue crucial para la conformación de la civilización
griega en su conjunto, y para la pervivencia de esta en la civilización occidental.
La religión griega
La lucha inicial en la que se mete la Filosofía es la de ofrecer una alternativa al logos o discurso
propio de la religión pero no como un todo; no se va contra (toda) la religión (algún sofista si
argumentó en contra de la religión, pero no es lo general). La cuestión no es suprimir la
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religión, sino sustituirla en un asunto: el de garantizar, justificar o acreditar la soberanía
política. Debe haber otra forma de justificar el que una comunidad –una pluralidad- deba
someterse a una ley. Es una cuestión práctica la que incita a teorizar por primera vez: se trata
de conciliar dos extremos, el de las leyes generales, las mismas para todos, y los entes –únicas
e irrepetibles- a los que van dirigidas esta leyes, los ciudadanos.
Esta inquietud, la de buscar una alternativa a la religión en una cuestión concreta como es la
de decidir cuál es la fuente auténtica de legitimidad política, no es previsible en un orden social
como el de los imperios egipcio o mesopotámico. Pudo darse en Grecia por su peculiar sistema
social; sistema en el que la religión carece de casta sacerdotal al servicio de un emperador y en
el que no hay un logos sagrado. No hay escrituras sagradas, algo parecido a una Biblia, sólo
disponemos de los poemas de Homero o de Hesíodo (ambos del s. VIII a.C aprox.).
Lo importante es que los asuntos doctrinales no estaban cerrados ni mucho menos. Ejemplo:
la Teogonía de Hesíodo puede ser considerada como un manual de religión griega; en ella
explica el parentesco entre los dioses, pero advierte al inicio que las Musas mismas le han
comunicado que ellas no siempre dicen la verdad.
—Pastores que pasáis la vida al aire libre, raza vil, que no sois más que vientres: nosotras
sabemos decir numerosas, verosímiles ficciones; pero también, cuando nos place,
sabemos ensalzar la verdad. Teogonía, Hesíodo
Tenemos, por tanto, una religión un tanto extraña, cuyos dioses no son, en absoluto, una
fuente segura de sabiduría moral; a veces mienten.
Podemos considerar, en general, que en la tradición homérica los dioses son vistos sobre
todo como seres más fuertes y, lo más importante, inmortales –la gran diferencia entre un
dios y un ser humano es la de que el dios es inmortal; pero no sentían por ellos la
veneración propia de una religión de salvación.
Homero nos explica el viaje de Ulises al Hades; el Hades es una región subterránea donde
van a parar las almas de todos los que fallecen, pero no es un infierno, no hay diablo en la
religión griega. El Hades es el destino final de todos los mortales, hayan hecho lo que hayan
hecho. El propio Aquiles está allí, y Ulises le felicita por reinar entre los muertos; la
respuesta de Aquiles es:
Preferiría ser el esclavo del hombre más miserable de la Tierra, antes que seguir
morando aquí. Odisea
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Una vieja leyenda cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado
cazar en el bosque al sabio Sileno, acompañante de Dioniso, sin poder cogerlo.
Cuando por fin cayó en sus manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más
preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el demón; hasta que, forzado por
el rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en medio de una risa estridente:
«Estirpe miserable de un día (1), hijos del azar (2) y de la fatiga (3), ¿por qué me
fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es
totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en
segundo lugar es para ti - morir pronto». Nietzsche, El nacimiento de la Tragedia
Este es uno de los subsuelos del espíritu religioso griego, una concepción pesimista en la
que el hombre es un juguete del Azar y que sufre, por tanto, sin sentido. Visión dionisiaca.
Otro subsuelo procede del instinto apolíneo, del instinto embellecedor, estético, creador
de obras Arte. Los dioses olímpicos son obra de ese instinto. Y Nietzsche interpreta a los
dioses Olímpicos como un modo peculiar de aliviar ese pesimismo radical que invita a
desear no haber nacido; los dioses, en tanto que viven como los hombres –se aman o se
odian, se vengan…- serían la prueba de que la vida humana tiene algo de valor, de atractivo.
1- Bella definición de arte: algo que nos invita o induce a seguir viviendo.
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2- Nietzsche se refiere al pasaje de la Odisea que hemos comentado antes,
cuando Aquiles le confiesa a Ulises que desea volver a vivir
Otra corriente nueva introdujo la creencia de que nuestros actos en esta vida pueden
favorecer el acceso a un futuro mejor tras la muerte, es el orfismo. Orfeo resucitó tras bajar
a los infiernos en busca de su amada. Los pitagóricos, y también Platón, se sitúan en esta
dirección; recordemos que en el Fedón Platón ofrece una demostración de la inmortalidad
del alma.
Tampoco es sorprendente que hubiera espacio para discutir los asuntos doctrinales, que es
lo que hicieron los primeros filósofos. No para acabar con la religión, sino para arrebatarle
una de sus prerrogativas: la de proporcionar el arché, el bastón de mando, a quien gobierna
en una ciudad.
Legisladores y tiranos
(…)
A partir de 650 a. C., las aristocracias tenían que luchar para evitar ser derrocadas y reemplazadas
por tiranos populistas. La palabra deriva de la palabra griega no peyorativa τύραννος tyrannos, que significa
'soberano ilegítimo', que se podía aplicar tanto a buenos como a malos líderes.
Atenas, por su parte, sufrió falta de tierras y una crisis agraria a finales del siglo VII, lo que también resultó en
conflictos civiles. El arconte (magistrado) Dracón promulgó reformas severas en 621 a. C. (de ahí la palabra
moderna «draconiano»), pero estas no pudieron acallar el conflicto. Al final las reformas moderadas
de Solón (594 a. C.) le dieron a Atenas cierta estabilidad, mejorando la vida de los pobres aun cuando
afianzaron a la aristocracia en el poder.
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(…)
Solón era un poeta, y uno de los siete Sabios de Grecia. Si se le llamó para reformar las
leyes de Atenas era porque los poetas eran los sabios en materia religiosa.
Pero ya hemos visto que no es un tipo de sabiduría muy firme; al contrario, se transmite
por los propios poetas con la advertencia añadida de que “no hay que creérselo todo”.
En conclusión, tenemos una sociedad no centralizada; son todos griegos, pero viven en
comunidades políticas (las polis) con regímenes diferentes –monarquías, oligarquías,
tiranías- con dioses protectores propios, cada ciudad los suyos. A los dioses se les otorga
la clave de la cohesión social: son la fuente de legitimidad para ejercer la soberanía, es
decir, para dictar leyes. Las leyes son divinas, sólo ellas, no el arconte (gobernante) de
turno, no hay figura de rey dios como en Egipto. Pero la confianza en las leyes divinas
empieza a desquebrajarse, algunos empiezan a decir que la soberanía (arché) no hay
que buscarla en los dioses, ni en los hombres, sino en la physis, en la Naturaleza.
Desde esta perspectiva hay que entender la entrada en escena de los filósofos.
Los primeros filósofos –los physicos- proponen un nuevo lugar en el que buscar la soberanía,
un lugar más seguro que el de los dioses (sabemos que no siempre dicen la verdad) y el de los
hombres (que nunca se ponen de acuerdo por lo que se produce el enfrentamiento violento, la
guerra).
Tales fue rey de Mileto; Anaximandro y Anaxímenes también. Heráclito fue rey de Éfeso, su
ciudad natal, pero abdicó a favor de su hermano menor y se retiró a vivir en una cueva cercana
al templo de Apolo; Pitágoras también fue rey, pero tuvo que huir como consecuencia de una
revolución. Las revoluciones, recordemos, eran frecuentes en los siglos en los que nos
movemos. Tras una de estas revoluciones pidieron a Parménides que dictara las leyes de Elea,
su ciudad.
En conclusión, la filosofía surge con un interés práctico, político. Aunque a los primeros
filósofos les llamemos physicos, en realidad eran gobernantes (arcontes) preocupados por
encontrar un ámbito (un terreno ontológico) en el que apoyar la soberanía, una fuente de
legitimación para dictar leyes. Creo que el concepto de neutralidad es útil para destacar
este aspecto práctico de los primeros tratados titulados “Sobre la Naturaleza” (Peri
Physeos); la búsqueda de las leyes naturales se inicia con el objetivo de encontrar un
terreno firme sobre el que construir discursos “objetivos”, “imparciales”… para la polis.
Parece que ni el discurso de los dioses ni la voluntad de los hombres es suficientemente
neutral.
El debate
A lo largo del período que se inicia con Tales y llega hasta los sofistas y Platón, en el debate de
la soberanía acaban interviniendo tres posiciones:
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a) La postura tradicional , en la que se apoyaban todas las ciudades griegas, y que
atribuye el arché a los dioses, pues ellos se encargan de protegerlas. Recordemos que
en el Critón Platón nos explica por qué Sócrates se negó a huir de la cárcel, o mejor
dicho, de la muerte: Sócrates temía que si se escapaba se le podían aparecer las leyes
de la ciudad y recriminarle por su desobediencia. Al incumplir las sentencias judiciales,
nos alejamos de la voluntad de los dioses y se pone en peligro la base de la cohesión
social.
b) La postura de los physicos, la nueva postura de aquellos que buscan el arché en la physis
como un lugar neutral, a salvo de las dudosas palabras de los dioses, y a salvo de los
hombres, que se rigen por los deseos particulares y se ven metidos en constantes
conflictos. Parménides escribió también un “Peri Physeos”, y con él se acaba la primera
fase, aunque no sería adecuado considerarlo meramente un physico.
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1ª fase. La respuesta está en la physis
Anaximandro describió la physis como un orden en equilibrio entre fuerzas opuestas –lo
cálido-lo frío; lo seco-lo húmedo. Como si se tratara de una polis en la que unas clases luchan
contra otras, el Cosmos está en equilibrio, no retorna al caos original, porque se impone un
orden de justicia, en el que ninguna fuerza aniquila a su contraria:
El fragmento es muy breve, pero los comentaristas están de acuerdo en esta interpretación:
los que se pagan mutua culpa son los contrarios, y la injusticia es el intento de acabar con el
contrario (el calor con el frío, o lo seco con lo húmedo). Pero eso no pasa, la sequía no lo
invade todo; con el tiempo, podría reverdecer, la tierra obtendría retribución.
1. Este cosmos, uno mismo para todos los seres, no lo hizo ninguno de los dioses ni
de los hombres, sino que siempre ha sido, es y será fuego eternamente viviente,
que se enciende según medida y se apaga según medida.
2. Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de
comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aun
cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con
palabras y acciones tales como las que yo describo, cuando distingo cada una
según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les pasan
inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan
inadvertidas cuantas hacen mientras duermen.
3. Los mejores eligen un solo bien en lugar de todos los demás: la gloria eterna en lugar
de las cosas mortales. La multitud se satisface como un rebaño.
4. El uno, ese sabio único, no quiere y al mismo tiempo quiere ser nombrado con el
nombre de Zeus.
5. La ley es, asimismo, obedecer la voluntad de uno.
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6. La sabiduría consiste en una sola cosa, a saber, que el pensamiento gobierna todas las
cosas por medio de todas las cosas.
7. Aquellos que han escuchado el lógos y no a mí, coinciden en que la sabiduría es: uno
es todo.
Uno es todo, la razón es todo. Que no nos engañen las apariencias, no hay muchos
mundos, sólo uno. Dice Heráclito que da igual si lo llamamos dios o no, no es un ser
“absurdo”, “caprichoso”, al contrario, todo lo que sucede en el mundo está gobernado
por la razón. El uno es logos, y todo sucede según logos.
Creo que se observa bien que el interés de Heráclito es el mismo que el de sus
predecesores, encontrar un terreno neutral en el que fijar “quién ha de gobernar”, un
terreno que permita “fiarse de la autoridad”. Si viviéramos racionalmente, el problema
se solucionaría, porque no hay muchas razones, sólo una, y se impondría por sí sola.
En el caso de Heráclito, vivir de forma racional tendría aún el valor de una consigna
impuesta, como el mensaje de los dioses a los profetas; no tenemos más remedio, hay
que vivir según la Naturaleza y, dado que la Naturaleza es racional, lo correcto será
seguir al logos de la Naturaleza. Creo que Parménides dará un paso adelante al describir
las condiciones en las que se produce la visión de la totalidad. El mensaje de Heráclito
no contenía apenas indicaciones de cómo vislumbrar, realmente, el logos, dice que hay
que tener la mente despierta. El logos de Heráclito puede confundirse con el de un
profeta.
Pitagorismo
Los pitagóricos no creen que el acceso a la Physis sea como el que pretenden los jonios,
incluido Heráclito: observar la realidad y buscar directamente en ella un principio
legitimador del discurso neutral. No hay ese acceso directo, hay que usar los números
para descifrar; la Physis está escrita con caracteres matemáticos. Los números sí que
pueden ser aplicados como “principio” explicativo de forma universal (la forma más
neutral que cabe imaginar) –a los astros, a la Música, a la estructura de los cuerpos, al
orden social, etc.
Habríamos llegado a la Tierra Prometida: el ámbito más neutral que uno pueda
imaginar, el de la matemática.
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La Naturaleza se oculta, no está abierta –ni para mentes despiertas, ni para los que
duermen; pero en su estructura intervienen los números, y los números constituyen un
lenguaje totalmente universal (la neutralidad crece al máximo).
La matemática no era una convención, los pitagóricos consideran que la estructura del
Cosmos es matemática y que la formación de los cuerpos puede explicarse en términos
de progresión geométrica –del punto (1) a la línea (2), de la línea al plano (3), y del
plano al volumen (4).
Los números no son una red que el noûs crea para aprehender el ser, un artificio; son el
ser, las cosas están constituidas matemáticamente. La matemática es el lenguaje oculto
del Mundo. Platón defenderá esta creencia en el Timeo, el diálogo dedicado a la Physis,
el diálogo que contiene la Física platónica.
Así pies, los pitagóricos admitirían que la realidad es racional, que todo es logos; pero en
un sentido matemático; el logos, el discurso con el que habla la naturaleza es el logos de
las Matemáticas.
Recapitulación
el naturalista, el camino que transita por la realidad física, que atiende a los
fenómenos que se nos aparecen cotidianamente con el fin de encontrar un
principio explicativo común
el matemático, el camino que renuncia a buscar un acceso directo a la physis,
pues tal acceso no existe como reconoció el propio Heráclito: “ A la Naturaleza
le gusta ocultarse”; el acceso a la physis por la vía matemática ofrece el grado
máximo de universalidad, contemplamos un orden matemático en realidades
aparentemente muy distintas como la Música y la Geometría; no hay lenguaje
(logos) más universal (neutral) que el de las matemáticas.
En la primera vía se observa un proceso en que el grado de abstracción aumenta hasta llegar a
Heráclito, en quien encontramos el punto culminante: La sabiduría consiste en una sola cosa, a
saber, que el pensamiento gobierna todas las cosas por medio de todas las cosas. Ni el agua, ni
la lucha entre los opuesto cálido/frío, seco/húmedo, ni el aire; el principio (no ya en un sentido
temporal, sino jerárquico) es la razón, dado que la Naturaleza es racional.
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