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Platón

Justificación

Me quedó el gusanillo de acabar el tema de Platón. Y cada vez que me vuelve a la memoria
pienso lo mismo: Platón llegó al máximo en el ejercicio de revisar su pensamiento, de hecho su
propósito no es –salvo alguna excepción – exponer un sistema de ideas o dejar plenamente
acabada ninguna teoría; se toma en serio lo de que nos hemos de conformar con aspirar a la
verdad, con ser amigos de la sabiduría, pero no sabios.

Al estudiar de nuevo su obra de vejez me he quedado realmente afectado, el viejo Platón es


bastante más interesante que el de la República o el Banquete. ¿Por qué? Por dos motivos:

1- Porque es más humano, racionalista hasta el final, pero más atento a lo que sucede en el
interior de la Caverna y comprometido con las capacidades reales de nuestra naturaleza.

2- Porque no elude en absoluto el reto que le supone tener que revisar su obra previa. Pocos
autores hay tan críticos consigo mismos. Y, curiosamente, la transición mencionada no
equivale a hacer las cosas más fáciles a quien quiera seguirle; al contrario, los textos de vejez
son los más difíciles con diferencia porque en ellos asistimos al grado superior de la Academia,
el curso en el que se sumerge de lleno en

La Carta VII contiene un pasaje memorable: Platón confiesa, cuando está a punto de morir, que
no debería haber escrito nada, porque al quedar escritas las palabras en un libro también
quedan fijadas las ideas que contiene, por mucho que le preguntemos a sus páginas éstas
siempre contestarán lo mismo. No hay forma de que el texto escrito aclare de otra forma lo
que uno no entienda, como sí sucede en un diálogo oral, donde el interlocutor puede alterar la
forma de decir algo.

Platón está muy molesto, no se le ha entendido bien, y por mucho que lo vuelva a escribir,
volverá a pasar, el lenguaje es convencional y está alejado 2 grados de la cosa en sí, u objeto
de conocimiento. Además del lenguaje, contamos con las imágenes que dibujamos y
borramos, y con la inteligencia.

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