Está en la página 1de 17

Tema 2

internacional
1. Competencia judicial internacional.
1.1. Concepto y autonomía de la competencia judicial internacional.

La competencia judicial internacional es la aptitud legal de los órganos jurisdiccionales y autoridades


públicas de un Estado, -considerados en su conjunto (se habla de competencia judicial internacional
de los órganos judiciales italianos, competencia judicial internacional de los órganos judiciales
franceses, competencia judicial internacional de los órganos judiciales alemanes, etc.),- para conocer
de las controversias en que pueden degenerar las situaciones privadas internacionales, ya
pertenezcan tales órganos a la jurisdicción contenciosa o a la voluntaria.

Si las normas de Derecho Internacional Privado de la competencia judicial internacional atribuyen esa
competencia, -con carácter general,- a los órganos jurisdiccionales y autoridades públicas de un Estado
o de un país (en su conjunto o en abstracto), entonces, el proceso de identificación del
concreto órgano judicial o autoridad pública (ejemplo: Juez de 1ª Instancia nº 2 de A Coruña) que ha
de conocer de la controversia en que ha degenerado una concreta situación privada internacional
queda inconcluso con los conceptos de Jurisdicción y de competencia judicial internacional. Se hace
preciso, ahora, en este momento, traer a colación un concepto posterior al de la competencia judicial
internacional relativo a la “competencia procesal interna” (Derecho procesal), que consistirá, en
consecuencia, en la atribución del conocimiento (Jurisdicción) de un asunto concreto a un
determinado órgano jurisdiccional, en virtud de los criterios de competencia objetiva (en relación a la
materia y a la cuantía), territorial (basada en la demarcación territorial asignada a cada órgano judicial)
y funcional (en atención a la función y a la jerarquía de los órganos) previstos en las leyes procesales
de cada Estado. Es más que evidente que esta última cuestión pertenece al Derecho procesal de cada
Estado y sólo puede suscitarse una vez que ha quedado establecido que los órganos jurisdiccionales
del Estado en cuestión poseen “competencia judicial internacional”.

1.2. Regulación de la competencia judicial internacional.

A) Diversidad de regímenes.

Las normas de competencia judicial internacional se pueden encontrar en las diferentes dimensiones
del Derecho Internacional Privado: institucional, convencional y autónoma. Inmediatamente se pone
de manifiesto la existencia de una diversidad de regímenes jurídicos de competencia judicial
internacional y la consiguiente necesidad, -ante un supuesto práctico real relativo a una situación
privada internacional, - de determinar o de identificar el régimen jurídico de competencia judicial
internacional aplicable. Es decir, la norma de competencia judicial internacional aplicable al caso
práctico en cuestión para identificar el órgano jurisdiccional estatal competente, ¿la vamos a
encontrar en la dimensión institucional, en la dimensión convencional o en la dimensión autónoma de
Derecho Internacional Privado?

Para responder a esta pregunta, el jurista de reconocido prestigio (es decir, todos nosotros),
disponemos de la ayuda inestimable del principio de jerarquía que nos indica un camino o un orden
que, inexorablemente, tenemos que recorrer en nuestro estudio con vistas a responder a esa
pregunta.

Pues bien, dado el principio de jerarquía, las dimensiones más importantes, y las primeras que hay que
examinar, son, -por este orden, - la dimensión institucional y la dimensión convencional (=normativas
de fuente internacional de Derecho Internacional Privado), quedando relegada la dimensión
autónoma (=normativa estatal de Derecho Internacional Privado) al último lugar.

1) Dimensión institucional: destaca el Reglamento (UE) nº 1215/2012 de 12 de diciembre de 2012


(Reglamento Bruselas I bis), relativo a la competencia judicial y a la ejecución de resoluciones
judiciales en materia civil y mercantil (por razón de la materia regulada tiene carácter general;
quede, por ahora, apuntado). Y, a su lado, existen otros Reglamentos comunitarios dotados de
un ámbito de aplicación material específico, más particular o concreto: a título de ejemplo,
cabe citar aquí el Reglamento (UE) nº 2019/1111, de 25 de junio de 2019, sobre competencia,
reconocimiento y ejecución de resoluciones en materia matrimonial y de responsabilidad
parental, así como sobre sustracción internacional de menores (que entró en vigor el pasado
1 de agosto de 2022); el Reglamento (CE) nº 4/2009, de 18 de diciembre de 2008, relativo a la
competencia, la ley aplicable, el reconocimiento y la ejecución de las resoluciones y la
cooperación en materia de obligaciones de alimentos; el Reglamento (UE) n° 650/2012, de
4 de julio de 2012, relativo a la competencia, la ley aplicable, el reconocimiento y la ejecución
de las resoluciones, a la aceptación y la ejecución de los documentos públicos en materia
de sucesiones mortis causa y a la creación de un certificado sucesorio europeo y el Reglamento
(UE) n° 848/2015, de 20 de mayo de 2015 sobre procedimientos de insolvencia.
2) Dimensión convencional: en este marco destaca, -por su carácter genuino,- el Convenio de
Bruselas de 27 de septiembre de 1968 relativo a la competencia judicial y a la ejecución de
resoluciones judiciales en materia civil y mercantil y su paralelo Convenio de Lugano de 16 de
septiembre de 1988 (=hoy Convenio de Lugano de 30 de octubre de 2007). Ahora bien,
conviene advertir que normas de competencia judicial internacional también se encuentran
en convenios bilaterales suscritos por España y multilaterales gestados en foros
internacionales al margen de las Comunidades Europeas como la célebre Conferencia de La
Haya de Derecho internacional privado o el Consejo de Europa, etc.
3) Dimensión autónoma: en el sistema autónomo español de Derecho Internacional Privado las
normas de competencia judicial internacional se hayan en la LOPJ 6/1985, de 1 de julio,
concretamente en sus artículos 21 a 25, que fueron reformados por la Ley Orgánica 7/2015,
de 21 de julio.

B) Normas y foros de competencia judicial internacional.

Se entiende por “foro de competencia judicial internacional” el dato o la circunstancia (=técnicamente


se utiliza la expresión “el criterio de atribución”) presente en las situaciones privadas internacionales
(domicilio del demandado en un país; lugar de situación del bien mueble o inmueble en un país; lugar
de ejecución del contrato en un país), que es usada por el legislador de Derecho Internacional Privado
en su norma de competencia judicial internacional para atribuir el conocimiento de las mismas a los
órganos jurisdiccionales de ese país.

Así pues, el criterio de atribución de la norma de competencia judicial internacional marca o indica el
grado o la intensidad de la vinculación o de la proximidad que, según la concepción del legislador
(=institucional, convencional o autónomo), ha de mediar entre el supuesto práctico y el foro (=órgano
judicial) para que éste disponga de competencia judicial internacional. De aquí ya se deriva una
distinción entre foros razonables, normales o apropiados y foros exorbitantes (=nacionalidad francesa
del demandante;

2. Régimen del reglamento “Bruselas I/ Bruselas I BIS”.


2.1. Aspectos generales.

Para resolver la cuestión de si los Tribunales españoles poseen, -en un caso concreto relativo a una
determinada situación privada internacional litigiosa (objeto del Derecho Internacional Privado),-
competencia judicial internacional para el conocimiento de la controversia, por un lado, debe
observarse el orden jerárquico ya señalado de las diferentes dimensiones normativas del Derecho
Internacional Privado y, por otro, deben confrontarse los datos del caso práctico en cuestión (de “qué
va” la controversia, cuándo surge la controversia, a qué países afecta la controversia y qué proximidad
o vinculación presenta el caso con los órganos judiciales de un determinado país) con los cuatro
ámbitos de aplicación (material, temporal, territorial y espacial) propios de cada uno de los textos
normativos que nos encontremos en cada una de esas dimensiones.

❖ Ámbito de aplicación material: hace referencia la materia objeto de la controversia relativa a


una situación privada internacional que, lógicamente, habrá de quedar subsumida dentro del
ámbito de aplicación material del texto normativo de que se trate. Así, por ejemplo, si la
controversia versa sobre un accidente de circulación por carretera no tiene sentido
cuestionarnos la posible aplicabilidad al caso práctico del Reglamento 4/2009 en materia de
alimentos; habrá que interrogarse, más bien, la posible aplicación de un Reglamento específico
en materia de accidentes, si lo hubiere (que no lo hay), o de un Reglamento general en materia
de obligaciones extracontractuales (que sí lo hay).
❖ Ámbito de aplicación temporal: hace referencia a la fecha de ejercicio o de interposición de la
acción sin importar la fecha de acaecimiento de los hechos luego controvertidos y sin importar
tampoco la fecha de celebración de la relación jurídica, luego devenida litigiosa. Lógicamente
(=casi no es necesario decirlo) en esa fecha habrá de estar en vigor el texto normativo del que
nos estamos interrogando su posible aplicación al caso práctico en cuestión. Dado que se trata
de la aplicación de normas de CJI (inicio del proceso), el criterio temporal elegido es razonable
idóneo (fecha de interposición de la demanda, así pues, procesalmente hablando estamos en
el inicio de todo); pero conviene advertir que, -por ese mismo razonamiento,- el ámbito de
aplicación temporal de las normas de reconocimiento y execuátur de decisiones judiciales
(Tema IV) se vale de un criterio distinto (fecha en que se dictó la resolución objeto de
reconocimiento) porque, en este caso, estamos, procesalmente hablando, al final de todo
(final del procedimiento).
❖ Ámbito de aplicación territorial: baste, por ahora, indicar algo también muy lógico, y es que los
órganos judiciales de un país, respecto de los que nos cuestionemos su posible CJI para la
audiencia de la concreta controversia, -por aplicación del texto normativo de CJI de que se
trate (ya perteneciente a la dimensión institucional, convencional o autónoma),- habrán de
estar radicados en un país donde, -precisamente,- está vigente el texto normativo de CJI en
cuestión que estamos cuestionándonos su aplicación al caso práctico concreto en cuestión.

Un ejemplo práctico será la mejor forma de entenderlo: en un caso práctico, no nos podemos
cuestionar la CJI de los Tribunales argentinos por aplicación de una norma de CJI contenida en un
Reglamento comunitario porque en Argentina no está en vigor ningún Reglamento comunitario de la
UE. En resumen, el texto normativo de CJI que estamos valorando su aplicación para fundamentar la
competencia de los tribunales de un país ha de estar en vigor en ese país.

Ejemplo: art. 4.1º Reglamento nº 1215/2012: son competentes los tribunales del Estado miembro del
domicilio del demandado. Aunque, en un caso práctico en cuestión, el demandado tenga el domicilio,
por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires, los tribunales argentinos no pueden ser competentes por
aplicación de ese precepto porque Argentina no es Estado miembro de la UE. Esa referencia del
precepto a que los Tribunales han de tener su sede en un Estado miembro es una referencia implícita
a la exigencia de cumplimiento del ámbito de aplicación territorial de ese precepto y del conjunto del
Reglamento.

Del mismo modo, -utilizando como criterio de análisis el ámbito de aplicación territorial, - no cabe
cuestionarse la CJI de los Tribunales de Colombia sobre la base de una norma de CJI contenida en un
Convenio internacional de Derecho Internacional Privado al que Colombia no se ha adherido.
Finalmente, no podemos cuestionarnos la CJI de los Tribunales alemanes sobre la base de una norma
estatal, autónoma, española de CJI contenida en la LOPJ, porque la LOPJ no está en vigor en Alemania,
ni viceversa (dimensión autónoma, estatal alemana sobre CJI no está en vigor en España).
Es, por tanto, el criterio del ámbito de aplicación territorial el que impide llevar a efecto estos
razonamientos.

❖ Ámbito de aplicación espacial: el caso práctico en cuestión ha de cumplir con el ámbito de


aplicación espacial del precepto de CJI perteneciente a la dimensión de que se trate. El ámbito
de aplicación espacial de ese precepto se refiere a una circunstancia fáctica (por ejemplo, lugar
de situación del bien inmueble o la residencia habitual), jurídica (por ejemplo, domicilio o
nacionalidad de la persona, lugar de celebración del contrato entre
ausentes), subjetiva (nacionalidad, domicilio o residencia habitual) u objetiva (por ej., lugar de
celebración del contrato o lugar de ejecución del contrato) que expresa el grado de proximidad
o la intensidad de esa proximidad elegidos por el legislador (institucional, convencional o
autónomo) a la hora de crear esa norma de CJI o, lo que es lo mismo, a la hora de atribuir la
CJI a los tribunales de un Estado.

Ejemplo: volviendo al ejemplo del art. 4.1º Reglamento nº 1215/2012 (=domicilio del demandado en
un Estado miembro), el precepto exige, desde un punto de vista espacial o, lo que es lo mismo, desde
un punto de vista de la exigencia de proximidad en sede de CJI (=la exigencia de proximidad en sede
de Derecho aplicable es diferente), que, -en el caso práctico en cuestión,- el domicilio del demandado
radique en el Estado miembro a cuyos tribunales se otorga la CJI. De este modo, si en el caso práctico
en cuestión, el domicilio del demandado está en España, los tribunales españoles tendrán CJI por el
art. 4.1º del Reglamento nº 1215/2012; pero si, en otro caso práctico, el domicilio del demandado está
en Alemania, los Tribunales españoles no tienen CJI por el art. 4.1º Reglamento nº 1215/2012 porque,
en esta segunda ocasión, no se cumple el ámbito de aplicación espacial/proximidad.

A) Ámbito de aplicación y relaciones con otras fuentes.

I. Ámbito de aplicación material:

El ámbito de aplicación material del Reglamento nº 1215/2012 es la materia civil y mercantil (art. 1.1)
con repercusión o de carácter patrimonial.

Y, conforme a los arts. 1.1 y 1.2, se excluyen:

1. Materia fiscal, aduanera y administrativa.


2. Materia civil o mercantil excluida del Reglamento.

II. Ámbito de aplicación temporal:

El Reglamento (UE) nº 1215/2012 se aplica desde el 10 de enero de 2015 (art. 81).

III. Ámbito de aplicación territorial:


El Reglamento (UE) nº 1215/2012 se aplica en los veintisiete Estados miembros de la UE incluida
Dinamarca. Es menester advertir que en Dinamarca (=país euroescéptico) ya había entrado en vigor el
antecedente del referido Reglamento [=Reglamento (CE) nº 44/2001] a través del Acuerdo entre la
Comunidad Europea y Dinamarca de 19 de octubre de 2005 (Decisión del Consejo de 27 de abril de
2006). Gracias a este Acuerdo, Dinamarca, que no participó inicialmente en el Reglamento de 2001,
es ya un “Estado miembro” del mismo. Esta realidad incontestable pone de manifiesto las enormes
ventajas que del texto del Reglamento nº 1215/2012 se derivan para los particulares (personas físicas
y jurídicas) en términos de previsibilidad y seguridad jurídica a la hora de determinar los tribunales
competentes en supuestos prácticos que entran dentro de los cuatro ámbitos de aplicación del
referido texto institucional de Derecho Internacional Privado.

IV. Ámbito de aplicación espacial:

El Reglamento nº 1215/2012 tiene un ámbito de aplicación general: el “criterio general de aplicabilidad


espacial” ya lo conocemos del art. 4.1º y se refiere a la exigencia de que el domicilio del demandado
radique en un Estado miembro.

Lo que complica esta cuestión es que otros preceptos u otras normas de CJI cuentan con sus propios
y específicos ámbitos de aplicación espacial (=criterios de proximidad propios) que no tienen nada que
ver y que no tienen en cuenta el domicilio del demandado sino que atienden a otros elementos o
circunstancias. Se trata de los foros exclusivos del art. 24, de los foros de la autonomía de la voluntad
de los arts. 25 y 26 y de los foros especiales por razón de la materia del art. 7. Ya se estudiarán estos
concretos ámbitos de aplicación espacial o estos concretos índices de proximidad al estudiar los
referidos foros.

2.2. Foros de competencia judicial internacional.

A) Estructura general:

La estructura de las normas de competencia judicial internacional del Reglamento (UE) nº 1215/2012
es jerárquica (lo mejor para el intérprete, es decir, para nosotros, porque significa que hay un camino
marcado que solo hay que seguirlo) y se organiza “en tres niveles” según expresión de los Profs.
Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo.

El primer nivel está ocupado por las competencias exclusivas del art. 24 del Reglamento (UE) nº
1215/2012. En determinadas materias, -que aparecen perfectamente delimitadas y enumeradas en
dicho precepto, - la competencia se atribuye con carácter único y exclusivo a los Tribunales de un
determinado Estado miembro, excluyendo absolutamente la posibilidad de que puedan conocer
cualesquiera otros Tribunales.

En el segundo nivel se encuentran los foros de la autonomía de la voluntad: la sumisión tácita y la


sumisión expresa de los arts. 26 y 25, respectivamente, del Reglamento (UE) nº 1215/2012]. ¿Por qué
la numeración al revés? porque, en la práctica, la sumisión tácita se coloca por encima de la sumisión
expresa.

Finalmente, el tercer nivel está compuesto por el foro general del domicilio del demandado del art. 4
del Reglamento (UE) nº 1215/2012] y también por los foros especiales por razón de la materia de los
arts. 7 a 23 del Reglamento (UE) nº 1215/2012. Conviene aclarar que ambas categorías de foros de
que se compone este tercer nivel funcionan en la práctica de forma concurrente o en un plano de
igualdad: entonces, ¿cuáles se aplican en la práctica? será el demandante, -en el momento de
interposición de su demanda, - quien elija cualquiera de dichos foros para fundamentar la CJI.

B) Foros exclusivos:

Los foros de competencia exclusiva recogidos en el art. 24 del Reglamento (UE) nº 1215/2012
atribuyen competencia judicial internacional exclusiva, única e inderogable a los órganos judiciales de
un Estado miembro. Si la materia objeto del litigio es una de las enumeradas en dicho precepto, sólo
serán competentes los órganos jurisdiccionales del Estado miembro al que se refiere el artículo citado.

Las materias afectadas por las competencias exclusivas son cinco: derechos reales y arrendamientos
de bienes inmuebles, donde los Tribunales exclusivamente competentes son los del Estado miembro
donde se encuentra el inmueble [=art. 24.1º del Reglamento (UE) nº 1215/2012]; en materia de
validez, nulidad o disolución de sociedades y personas jurídicas que tuvieran su domicilio en un Estado
miembro, o de decisiones de sus órganos, sobre las que conocen exclusivamente los Tribunales de
dicho Estado miembro [art. 24.2º del Reglamento (UE) nº 1215/2012]; en materia de validez de
las inscripciones en los Registros públicos, los Tribunales del Estado miembro en que se encontrare el
Registro serán exclusivamente competentes [art. 24.3º del Reglamento (UE) nº 1215/2012];
finalmente, en materia de inscripciones o validez de patentes, marcas, diseños o dibujos y modelos, y
demás derechos análogos sometidos a depósito o registro, independientemente de que la cuestión se
haya suscitado por vía de acción o de excepción, serán exclusivamente competentes los Tribunales del
Estado miembro en que se hubiere solicitado, efectuado o tenido por efectuado el depósito o registro
en virtud de lo dispuesto en algún instrumento de la Unión o en algún convenio internacional [art.
24.4º del Reglamento (UE) nº 1215/2012]. Se añade a estas cuatro competencias exclusivas la prevista
en el art. 24. 5º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 acerca de la solicitud de reconocimiento y
ejecución de resoluciones judiciales, que recae en los Tribunales del Estado miembro del lugar de
reconocimiento y ejecución.

Las características de estas competencias exclusivas son:

❖ Carácter imperativo del art. 24. Cuando el objeto del litigio (=referido a una situación privada
internacional=objeto del DIPr.) esté cubierto por el ámbito de aplicación material del art. 24,
dicho precepto se aplica sin que sea relevante ni el domicilio del demandado (ni el del
demandante), ni la existencia o no de sumisión tácita o expresa.
C) Sumisión por las partes:

El “acuerdo de sumisión” es un pacto entre las partes de una situación privada internacional, por el
que estas determinan el órgano judicial estatal o nacional (en abstracto) que será competente para
conocer de las controversias que eventualmente pudieran surgir como consecuencia de las
obligaciones asumidas por las partes en su relación jurídica internacional. Tal sumisión puede
realizarse mediante acuerdo expreso [art. 25 Reglamento (UE) nº 1215/2012] o tácito [=art. 26
Reglamento (UE) nº 1215/2012]. Conviene advertir desde ya que opera en defecto de las
competencias exclusivas.

Sumisión expresa:

1. Debe concurrir un auténtico “acuerdo de sumisión”, es decir, un acuerdo entre todas las partes
de la situación privada internacional que refleje, clara e indubitadamente, la voluntad y
el consentimiento DE TODAS ELLAS de que la controversia se decida por los Tribunales de un
determinado Estado. Se exige, por consiguiente, que concurra consentimiento libre y
voluntario de todas las partes de la relación jurídica: aquí hay toda una problemática sobre las
cláusulas de sumisión expresa “ocultas” en las Condiciones Generales de la Contratación (letra
pequeña) aportadas a la documentación contractual por una de las partes contratantes.
2. También la sumisión expresa (y la sumisión tácita, por analogía) dispone de su propio ámbito
de aplicación espacial particular y ajeno al criterio general de aplicabilidad espacial del art. 4.1º
Reglamento (UE) nº 1215/2012. En efecto, ya en el inicio de la redacción del art. 25.1º del
Reglamento (UE) nº 1215/2012 se advierte que este foro opera sin consideración del domicilio
de ninguna de las partes: “Si las partes, con independencia de su domicilio, han acordado (…)”.
La consecuencia práctica que aquí interesa recalcar es que, tratándose de un supuesto de
tráfico privado externo que cumple con los ámbitos de aplicación
material, temporal y territorial del Reglamento (UE) nº 1215/2012, todo acuerdo de sumisión
expresa que celebren las partes de la relación jurídica se va a regular por el citado precepto
perteneciente a la dimensión institucional y, en ningún caso, por su homólogo perteneciente
a la dimensión autónoma, cuyo radio de acción queda así notablemente reducido: la gran
amplitud con la que se contempla en el art. 26.1º el requisito del ámbito de aplicación
espacial de la sumisión expresa lleva a su gran extensión en su aplicación práctica [=sólo
quedaría recurrir al incumplimiento de otros ámbitos de aplicación, como el ámbito de
aplicación material o temporal, para poder hallar supuestos en los que la sumisión expresa de
las partes en favor de los Tribunales españoles no se regule por el Reglamento (UE) nº
1215/2012 y sí por la normativa al efecto de la LOPJ 1985].

El ejemplo más sencillo: si se interpone la demanda en el año 1990 ante los Tribunales españoles
sobre la base de un acuerdo de sumisión expresa en favor de los órganos judiciales españoles no se
podrá aplicar el art. 25 del Reglamento (UE) nº 1215/2012 por la sencilla razón de que en el año 1990
no estaba en vigor (=ámbito de aplicación temporal).

Otro ejemplo muy sencillo: si el acuerdo de sumisión expresa versa sobre una materia excluida del
ámbito de aplicación material del Reglamento (UE) nº 1215/2012 (=por ejemplo, divorcio o disolución
del vínculo conyugal), no se podrá aplicar el art. 25 porque el Reglamento citado excluye de su radio
de alcance material el Derecho de familia (=Derecho civil puro).

Para que el acuerdo de sumisión expresa sea válido debe cumplir ciertos requisitos de forma [=art.
25.1º Reglamento (UE) nº 1215/2012] y son:

❖ El acuerdo debe celebrarse por escrito, ya que así se garantiza la existencia


del consentimiento de todas las partes en la elección del Tribunal competente.

Igualmente cabe la sumisión expresa realizada por medios electrónicos como el e-mail o una
página web si es posible un “registro duradero” de tal pacto de sumisión expresa, lo que facilita la
prueba del acuerdo y también del consentimiento de las partes. “Registro duradero del acuerdo”
significa que el pacto de sumisión puede guardarse en el disco duro del ordenador, en un cd-room, en
un diskette o que puede imprimirse [art. 25.2º Reglamento (UE) nº 1215/2012].

❖ O cabe también verbalmente, pero con confirmación escrita. Lo cual garantiza la seguridad
jurídica y los derechos y obligaciones de las partes. Y si queremos ser más precisos habremos
de señalar que a esa confirmación escrita de una de las partes le debe de suceder
una aceptación por escrito de la otra de las partes contratantes o partes de la relación jurídica
de que se trate.
❖ Igualmente es posible el pacto de sumisión expresa celebrado en una forma que se ajuste a los
hábitos que las partes tuvieran establecidos entre ellas. En efecto, en las relaciones
comerciales duraderas y repetidas entre las mismas empresas es justo que se consideren
aplicables a las mismas las condiciones de contratación “normalmente observadas” por esas
empresas, en las que puede haberse insertado una cláusula de sumisión expresa. De este
modo, el hábito o la reiteración se convierte en un elemento de seguridad jurídica, en este
caso, de la prueba de la existencia del pacto de sumisión y del consentimiento de las partes
contratantes enfocado hacia este extremo.
❖ Finalmente también es posible celebrar el pacto de sumisión según los usos del comercio
internacional. Efectivamente en ciertos sectores del comercio internacional (=mercado de
reaseguro de Londres, mercado del café de Londres, etc.), sobre todo en el tráfico marítimo
internacional de materias primas, existen “condiciones generales de la contratación” o
“condiciones-tipo de la contratación internacional” (para hacer más fluida la contratación
internacional, en lugar de tener que ir pactando cláusula por cláusula alargándose
eternamente la negociación de un contrato internacional) que contienen cláusulas de sumisión
expresa y que las partes contratantes observan y respetan con carácter general.
Así, por ejemplo, Mapfre Reaseguros decide introducirse en el mercado de reaseguros de Londres;
pues bien, como profesional que es, está obligado a conocer los usos y costumbres observados en
dicho enclave por si existiera un uso referido a un acuerdo de sumisión expresa en favor de los
Tribunales ingleses. Si Mapfre no quiere que se le aplique dicho uso deberá, o bien abstenerse de
realizar contrataciones en ese mercado, o bien advertírselo claramente a su cocontratante del
mercado de Londres con el riesgo de que éste decline la celebración del contrato de reaseguro en
cuestión.

Sumisión tácita:

Se produce por la presentación o la interposición de la demanda por parte del demandante y la


comparecencia por parte del demandado ante el Tribunal, siempre que tal comparecencia no tuviera
por objeto impugnar la competencia judicial internacional [=art. 26 Reglamento (UE) nº 1215/2012].
Dado que la interposición de la demanda resulta inevitable para que haya un proceso o un
procedimiento judicial, casi se podría decir que la comparecencia se erige o se constituye en el criterio
de atribución del foro de competencia judicial internacional de la sumisión tácita. Es decir, la
comparecencia del demandado es el dato o es el criterio que sirve para atribuir la competencia judicial
internacional a los órganos judiciales de un Estado miembro.

❖ La sumisión tácita no puede versar sobre las materias objeto de competencias exclusivas [=art.
26.1º in fine Reglamento (UE) nº 1215/2012].
❖ Aplicación analógica a la sumisión tácita del art. 26 del ámbito de aplicación espacial tan laxo
de la sumisión expresa del art. 25 Reglamento (UE) nº 1215/2012.

D) Foro general del domicilio del demandado:

El art. 4 del Reglamento (CE) nº 1215/2012 contienen la regla básica de competencia judicial
internacional por excelencia de la dimensión institucional. En aplicación de este foro de competencia
judicial internacional son competentes los Tribunales del Estado miembro en el que se halle
domiciliado el demandado.

Siendo tan importante el concepto de domicilio, -pues, en primer lugar, es el criterio general de
aplicabilidad espacial del Reglamento y, en segundo lugar, es un foro o criterio de atribución en el
sistema institucional de competencia judicial internacional de su art. 4º,- llama mucho la atención que
el legislador comunitario de no quiso (o no pudo) imponer un concepto material, sustantivo o directo
(y, por ende, autónomo y uniforme) de domicilio que fuera común para todos los Estados miembros.
Esto se debe a que el concepto de domicilio es muy distinto en cada Estado miembro (la Europa
comunitaria anuda en su interior la tradición jurídica del Derecho civil codificado y del Common Law)
y, por tanto, diseñar un concepto de domicilio común a todos era imposible.

Con todo, el Reglamento contiene ciertas reglas para fijar el domicilio:


Domicilio de las personas físicas:

Para determinar si una parte, persona física, está domiciliada en el Estado miembro cuyos Tribunales
conocen del asunto, el Tribunal aplicará su Ley interna [art. 62.1 Reglamento (UE) nº 1215/2012]. Así
pues, para determinar el domicilio de las personas físicas los Reglamentos prevén una auténtica y
verdadera norma de conflicto de leyes redactada por el legislador institucional.

Norma de conflicto de leyes del art. 62.1 Reglamento (UE) nº 1215/2012:

- Supuesto de hecho: determinación del domicilio de una persona física.


- Punto de conexión: aplicación del Derecho del Estado miembro respecto del que nos
interrogamos acerca de la posibilidad de que la persona física en cuestión pudiera tener su
domicilio.
- Consecuencia jurídica: aplicación del referido Derecho en concepto o a título de Derecho
aplicable.

Domicilio de las personas jurídicas:

Se considera que una persona jurídica está domiciliada en el lugar en que se encuentre [art. 63.1º
Reglamento (UE) nº 1215/2012]:

- Su sede estatutaria.
- Su administración central.
- Su centro de actividad principal.

Luego, -en esta ocasión (domicilio de las personas jurídicas),- el Reglamento sí que suministran un
concepto autónomo, uniforme, sustantivo, material o directo de la noción de domicilio de las personas
jurídicas o morales sin necesidad de tener que acudir a una solución conflictual, indirecta, farragosa y
llena de inseguridad jurídica; como ocurría en el antiguo art. 53 del Convenio de Bruselas de 1968 que,
para determinar el domicilio de las personas jurídicas, remitía a las normas de DIPrivado del foro
(solución conflictual, indirecta).

Al utilizar un triple criterio de domicilio de carácter alternativo, aumentan las posibilidades de que la
empresa disponga de domicilio en la UE a los efectos de la aplicación del Reglamento (UE) nº
1215/2012 (=criterio general de aplicabilidad espacial) y, en consecuencia, aumentan las posibilidades
de demandar a una empresa por el art. 4 del Reglamento (UE) nº 1215/2012. Efectivamente, los
criterios utilizados en el art. 63.1º son alternativos, por lo que, si una empresa tiene en distintos
Estados miembros su sede social, su centro de dirección o su lugar de actividad principal, el
demandante puede elegir y presentar su demanda en cualquiera de los Tribunales de esos Estados en
virtud del foro general del domicilio del demandado (art. 4º).
E) Foros especiales por razón de la materia:

Estos foros se contienen en los arts. 7 a 23 del Reglamento (UE) nº 1215/2012. Son foros concurrentes
(situados en un plano de igualdad) con el foro general del domicilio del demandado, lo que significa
que el demandante puede elegir entre usar unos u otro, según conveniencia. Por eso se denominan
también “foros de ataque”, pues brindan al demandante una posibilidad adicional de ataque, es decir,
una posibilidad adicional de interponer su demanda ante los Tribunales de otro Estado miembro
diferente a los del domicilio del demandado (en la mayoría de las ocasiones se tratará de los órganos
judiciales del domicilio del demandante, dando lugar así, en la práctica, a un forum actoris si bien
fundamentado en el principio de proximidad y, en consecuencia, tolerado perfectamente en Derecho
comparado por acción de ese principio). Así pues, el demandante, siempre que no se trate de una
materia sujeta a una competencia exclusiva o medie sumisión de las partes, mantiene una doble
opción: plantear su demanda ante los Tribunales del Estado miembro correspondiente al domicilio del
demandado o, como alternativa, hacerlo ante los Tribunales del Estado miembro que designan las
normas de competencia judicial internacional especiales por razón de la materia, que le otorgan, en
consecuencia, una nueva posibilidad de ataque.

Por lo que se refiere al ámbito de aplicación espacial de los “foros especiales por razón de la materia”
debemos señalar que dicho ámbito se construye (primer tiempo) sobre la base del criterio general de
aplicabilidad espacial del ART. 4.1º Reglamento (UE) nº 1215/2012 (domicilio del demandado en un
Estado miembro) para luego, a continuación (segundo tiempo), cumplir, en el territorio de otro Estado
miembro, con la circunstancia física o geográfica contenida en el foro especial por razón de la materia
en cuestión.

Por ejemplo, el foro especial “en materia delictual o cuasidelictual” (obligaciones extracontractuales)
del art. 7.2º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 exige, por un lado, el domicilio del demandado en un
Estado miembro (=índice de proximidad del supuesto de hecho práctico con la Europa comunitaria) y,
por otro, que el lugar del hecho dañoso radique en otro Estado miembro distinto (el ámbito de
aplicación territorial implica esta exigencia).

Art. 7º Reglamento (UE) nº 1215/2012: “Una persona domiciliada en un Estado miembro podrá ser
demandada en otro Estado miembro:

Apartado 2º: En materia delictual o cuasidelictual, ante el órgano jurisdiccional del lugar donde se haya
producido o pudiera producirse el hecho dañoso”.

Conviene advertir que estos foros (=FOROS ESPECIALES POR RAZÓN DE LA MATERIA) designan
directamente el concreto órgano jurisdiccional territorialmente competente (competencia procesal
territorial interna) y no sólo globalmente (de forma abstracta) la jurisdicción estatal competente
(=competencia judicial internacional). Son, por tanto, a la vez, foros de competencia judicial
internacional y foros de competencia territorial interna.
F) Competencias derivadas:

Los arts. 8 y 9 del Reglamento (UE) nº 1215/2012 contemplan varias hipótesis de competencias
derivadas producidas por razón de conexidad procesal. Es decir, en determinadas materias o
supuestos prácticos, la competencia judicial internacional para dirimir la controversia no se establece,
-como ha ocurrido hasta ahora,- de forma autónoma, independiente o aislada en función de los datos
o de los elementos (subjetivos y objetivos) que presenta la situación privada internacional litigiosa en
cuestión sino que se establece de forma derivada, supeditada o accesoria por relación a una hipótesis
“principal” con la que observa una evidente conexidad procesal. Esa hipótesis principal sí que ha
recibido ese tratamiento autónomo e independiente a la hora de identificar el Tribunal del Estado
miembro dotado de competencia judicial internacional para la audiencia de la controversia; es la CJI
de la materia conexa a esa hipótesis principal la que recibe un tratamiento accesorio, derivado o
subordinado a la CJI de la hipótesis principal.

Las competencias derivadas abarcan los casos del litisconsorcio pasivo, del ejercicio de acciones de
garantía e intervención de terceros en el proceso, de la reconvención, de la acumulación de acciones
reales y contractuales y del llamado “foro de conexidad marítimo”.

Litisconsorcio pasivo: pluralidad de demandados. El 8.1º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 se refiere
al caso en que existe un solo demandante y una pluralidad de demandados (que cada uno de ellos
tiene su domicilio en un Estado miembro diferente), y cada una de las demandas observa una conexión
suficiente entre sí de tal modo que existe un evidente interés en que sean juzgadas en un solo proceso,
evitando así situaciones claudicantes consecuencia de resoluciones judiciales inconciliables dictadas
por diferentes jurisdicciones pertenecientes a diferentes Estados miembros. En este caso la norma de
competencia judicial internacional del art. 8.1º permite que pueda demandarse a todos los
demandados ante los órganos judiciales del Estado miembro del domicilio de uno solo de cualquiera
de ellos.

Por consiguiente, en el supuesto del litisconsorcio pasivo, la competencia principal la suministra el


domicilio de uno de los demandados (=art. 4º) y la competencia derivada se establece respecto del
resto de demandados domiciliados en otros Estados miembros. Luego el binomio normativo sería el
siguiente: art. 4º más art. 8.1º del Reglamento (UE) nº 1215/2012.

Demanda sobre obligaciones de garantía o para la intervención de terceros en el proceso: el segundo


supuesto de competencias derivadas se refiere, -respecto de un proceso principal [cuya competencia
judicial internacional se habrá fijado aplicando los foros correspondientes del Reglamento (UE) nº
1215/2012, por ejemplo aplicando el foro especial en materia de obligaciones contractuales del art.
7.1º ó excontractuales del art. 7.2º],- a una demanda sobre obligaciones de garantía o para la
intervención de terceros en el proceso. Pues bien, dicha demanda sobre obligaciones de garantía o
para la intervención de tercero en el proceso es la que es objeto de una competencia derivada, puesto
que el art. 8.2º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 establece que la competencia judicial internacional
corresponderá al Tribunal que conoce de la demanda principal (en el ejemplo anterior, fundamentada
sobre la base del art. 7.1º ó del art. 7.2º), salvo que dicha demanda principal se hubiere formulado –
de manera artificial- con el único objeto de provocar la intervención de un Tribunal distinto del
correspondiente al domicilio del demandado (el tercero que presta la garantía, por ejemplo, una
fianza). Por ello se exige que la pretensión que ejerce el demandante en el proceso principal esté
conectada con la pretensión que el demandante ejerce contra el tercero; además es exigible una cierta
relación entre el demandado en el proceso principal y el tercero llamado al mismo. Asimismo, los
terceros llamados al proceso no pueden estar vinculados por los acuerdos de sumisión suscritos por
las partes. Dicha garantía puede ser un seguro de crédito y caución o un seguro a la exportación o bien
una fianza y el tercero sería, en consecuencia, la entidad aseguradora o el fiador.

Reconvención derivada del contrato o hecho en que se fundamentare la demanda inicial: En tercer
lugar, el art. 8.3º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 prevé una competencia derivada consistente en
una reconvención derivada del contrato o hecho en que se fundamentare la demanda inicial: es
competente el Tribunal que estuviere conociendo de dicha demanda inicial en virtud de cualquier foro
de competencia previstos en los citados Reglamentos y que fueron aplicados de manera
independiente y autónoma.

La causa de la demanda inicial y la causa de la demanda reconvencional deben presentar una conexión,
ambas deben derivar del mismo contrato o hecho material (la conexidad de la reconvención está en
la base, es la razón de ser, de la competencia derivada del art. 8.3º). Y en el momento en que hace
acto de aparición la conexidad surge todas las ventajas y efectos beneficiosos como la no contradicción
entre las sentencias o la economía procesal: por ejemplo, falta de pago y productos defectuosos (=en
el marco de un contrato).

El concepto de reconvención que emplea el Reglamento (UE) nº 1215/2012 se refieren a las demandas
reconvencionales formuladas por los demandados iniciales con el objeto de obtener una condena
distinta a la “desestimación de la demanda” que fue presentada por el demandante inicial. Por ello, la
alegación por el demandado, -en su contestación a la demanda, - de una prescripción o de una
compensación de créditos no está cubierta por el art. 8.3º del Reglamento (UE) nº 1215/2012, ya que
tienen como objeto la desestimación de la demanda inicial y no la condena del primer
demandante. Moraleja: en la UE, la alegación por el demandado de una prescripción o de una
compensación de créditos no tiene el carácter jurídico de una demanda reconvencional sino de una
simple defensa procesal del demandado.

Al final de todo queda que el Tribunal que esté conociendo de la demanda inicial conocerá también
de la reconvención/demanda reconvencional (=competencia derivada) aunque no concurra
formalmente foro de CJI para conocer de la acción ejercitada en la reconvención; es decir, aunque ese
Tribunal dotado de CJI para conocer de la demanda inicial no cumpliese con el criterio de atribución
del foro o norma de CJI que sería aplicable a la demanda reconvencional de manera autónoma e
independiente.
Acumulación de acciones contractuales y reales: En cuarto lugar, el art. 8.4º del Reglamento (UE) nº
1215/2012 se refiere a la acumulación de acciones contractuales (=por ejemplo, contrato de
préstamo) con acciones reales (=por ejemplo, garantía de hipoteca constituida sobre bien inmueble):
puede acumularse una acción contractual (que es personal) con una acción en materia de derechos
reales inmobiliarios (que es real=universal), de modo que sólo un (1) Tribunal es competente. Dicho
Tribunal competente será el del Estado miembro del art. 24.1º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 en
cuyo territorio se hallare sito el inmueble. Se pone así de manifiesto la fuerza arrolladora de la
competencia exclusiva señalada.

2.3 Normas de aplicación.

Litispendencia:

ATENCIÓN: LAS SIGUIENTES FIGURAS DE LA LITISPENDENCIA Y DE LA CONEXIDAD, EN EL FONDO,


IMPLICAN QUE LOS SISTEMAS DE VERIFICACIÓN DE LA COMPETENCIA JUDICIAL INTERNACIONAL
PREVISTOS EN EL REGLAMENTO COMUNITARIO NO HAN FUNCIONADO CORRECTAMENTE, YA SE
TRATE DE UN CONTROL DE OFICIO O A INSTANCIA DE PARTE.

Puede suceder que una misma controversia, -con identidad de objeto, partes y causa, - se halle
pendiente ante Tribunales de Estados miembros distintos porque en cada uno de ellos se ha
interpuesto una demanda. En esta hipótesis hay un riesgo evidente de sentencias inconciliables o
incompatibles entre sí, lo que constituye un obstáculo a la libre circulación de decisiones en la UE
(=decisiones claudicantes) lo que se pondrá de manifiesto en el tercer sector del contenido del
Derecho Internacional Privado relativo al reconocimiento y ejecución de decisiones (=imposibilidad
absoluta de reconocimiento).

De ahí que, como la prioridad es anular ese riesgo, la norma de la litispendencia del art. 29 del
Reglamento (UE) nº 1215/2012 opera sin consideración del domicilio de las partes en ambos
procedimientos. El criterio de aplicabilidad espacial (=físico o geográfico) de la regla de la
litispendencia de los citados Reglamentos exige, únicamente, que las demandas se hayan presentado
ante Tribunales de Estados miembros distintos. Demandas que pueden encontrar su fundamentación
de la competencia judicial internacional, no sólo en la dimensión institucional del citado Reglamento,
sino también en la dimensión convencional o autónoma de competencia judicial internacional y, aun
así, se aplicará el referido art. 29 Reglamento (UE) nº 1215/2012 (=SIEMPRE QUE LAS CONTROVERSIAS
ENTREN DENTRO DE SU ÁMBITO DE APLICACIÓN MATERIAL, TEMPORAL Y TERRITORIAL). Moraleja: las
normas de CJI carecen de importancia en relación a la aplicabilidad de las figuras de la litispendencia
y de la conexidad del Reglamento (UE) nº 1215/2012.

EJEMPLOS MÁS SENCILLOS:


A) 1ª) Primera demanda en el tiempo ante los Tribunales alemanes del domicilio del demandado (=art.
4.1º) y 2ª) segunda idéntica demanda en el tiempo ante los Tribunales españoles en virtud de un foro
especial por razón de la materia (=art. 7º).

B) 1ª) Primera demanda en el tiempo, en una materia exclusiva, ante los Tribunales polacos del
domicilio del demandado (=art. 4.1º) y 2ª) segunda idéntica demanda en el tiempo ante los Tribunales
franceses en virtud del foro exclusivo relativo a la propiedad de un bien inmueble situado en París
(=art. 24.1º). ¿Esto se puede hacer?

Pues bien, el art. 29 del Reglamento (UE) nº 1215/2012 regula el problema de la litispendencia y para
que se dé la litispendencia se exige:

Presupuestos de la litispendencia:

1) Que se hayan formulado demandas entre las mismas partes, con el mismo objeto y la misma causa.

La identidad de objeto significa que ambas demandas tengan el mismo objetivo, o bien tienen como
objetivo pronunciamientos opuestos incompatibles (=ejecución del contrato y nulidad del mismo
contrato). Se trata de una interpretación muy amplia de la identidad de objeto, que no coincide con la
noción de litispendencia del Derecho procesal español. Téngase en cuenta que nuestro ordenamiento
jurídico (=dimensión autónoma) observa una gran rigidez en el concepto de litispendencia en virtud
de la cual se exige una absoluta identidad en todos los órdenes (causa, objeto y partes). Por
consiguiente, el TJUE realiza una interpretación muy amplia y flexible del requisito de la “identidad de
objeto” de la litispendencia internacional. Ciertamente, la postura del TJUE resulta muy práctica, pues
impide pronunciamientos contradictorios o inconciliables. Esta postura ha sido criticada por cierta
doctrina que afirma que sólo existe “mismo objeto” si el objeto es idéntico en ambos litigios; por el
contrario, si el objeto de los procesos no es idéntico, sino próximo o cercano o relacionado, para ellos
se trata de supuestos de conexidad, pero no de litispendencia. Hay que decir o hay que reconocer que,
en rigor jurídico, esa doctrina es correcta. Ahora bien, la clave para entender la postura, más amplia y
flexible, del TJCE radica en el hecho de que los Reglamentos comunitarios acogen, en su articulado, un
régimen jurídico obligatorio de la litispendencia y un régimen facultativo de la conexidad (=se
sobreentiende, obligatorio o facultativo para que se inhiba el segundo Tribunal en el tiempo). Así se
entiende que este régimen mucho más expeditivo de la litispendencia ha provocado una
interpretación más favorable del TJUE de manera que los casos más graves de conexidad (=nulidad y
ejecución del mismo contrato; fuera del ámbito de aplicación material de los Reglamentos
comunitarios: separación y divorcio del mismo matrimonio) van a parar al ámbito de la litispendencia.

La situación de litispendencia se hará valer normalmente a instancia de parte (=demandado), pues es


muy posible que el Tribunal no conozca la pendencia de un proceso idéntico ante otro Tribunal de
otro Estado miembro. Pero nada impide que el Tribunal pueda apreciar de oficio la litispendencia.
Pues bien, el art. 29 del Reglamento (UE) nº 1215/2012 regula el problema de la litispendencia y, a
tenor de estos preceptos, el Tribunal ante el que se formulare la segunda demanda debe:

❖ Suspender de oficio el procedimiento en tanto no se declare competente el Tribunal ante el


que se interpuso la primera. La razón de la suspensión tiene que ver con la intención del
legislador institucional por evitar un conflicto negativo de competencias.
❖ Inhibirse, -ahora sí, - a favor del primer Tribunal si éste se declara competente. Hay que evitar
un conflicto negativo, pero también un conflicto positivo de competencias jurisdiccionales
entre varios Estados miembros.

Ahora bien, el segundo Tribunal en el tiempo ni suspende ni se inhibe en el caso de que este Tribunal
que conoce en segundo lugar haya sido elegido (=sumisión expresa o tácita) por las partes, tal como
estipula el art. 31. 2º del Reglamento (UE) nº 1215/2012 [art. 29. 1º:”Sin perjuicio de lo dispuesto en
el artículo 31, apartado 2 (…)”]. Así pues, en el caso “foro objetivo (NO COMPETENCIAS EXCLUSIVAS)
a favor del primer Tribunal y foro de la autonomía de la voluntad en favor del segundo
Tribunal” vence este último.

La solución del art. 29 se basa en la regla tradicional y secular prior tempore, potior iure, el juez que
conoce de la 2ª demanda en el tiempo suspende el procedimiento y espera a ver qué actitud adopta
el Tribunal ante el que se presentó la primera demanda. Este primer Tribunal podrá declararse
incompetente y, en ese caso, el segundo Tribunal podrá entrar a conocer si concurre a su favor un
foro de competencia judicial internacional previsto en los Reglamentos comunitarios, en un Convenio
internacional en vigor o en la dimensión autónoma. Pero si el Tribunal ante el que se interpuso la
primera demanda en el tiempo se declara competente (=Reglamentos comunitarios, Convenio
internacional en vigor o dimensión autónoma), el Tribunal ante el que se interpuso la segunda se
inhibirá a favor de aquél. La solución es lógica, pues evita los dobles procesos y garantiza que la única
sentencia que se dicte circulará sin problemas por todos los Estados miembros de los Reglamentos
comunitarios (=UE).

También podría gustarte