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Confidencialidad y discriminación
sexual. Una descripción tan sobria haría pensar que es homologable a otras
posteriormente, el SIDA.
libro sobre el tema, donde recalca el aspecto metafórico de una enfermedad en la cual
del agente causal y la afección clínica. Ser VIH (+) y padecer el Síndrome de la
Inmunodeficiencia Humana –SIDA- son, para la sociedad y para la salud pública, una
misma cosa.
connotaciones morales se han atenuado, sin desaparecer del todo, a medida que la
de tratar. El diagnóstico de VIH (+) es tan trascendente para el entorno que ha de ser
cuidado del contagio, como para el afectado que depende de tratamientos no siempre
fáciles de acceder ni de llevar. Aparece el primer dilema ético al buscar la mejor manera
de proteger a los contactos sexuales del VIH (+): ¿Será responsabilidad del infectado
médico que diagnosticó confiar en el infectado o deberá adoptar las medidas necesarias
condicionada que solo se respeta en tanto no signifique daño a terceros inocentes, una
carga valórica y los matices emotivos que envuelven la sexualidad, sobre todo en sus
formas atípicas. Se ha hecho notar que el modo de transmisión del virus de la hepatitis
y promiscuidad sexual y con el mejor pronóstico de la enfermedad pero, por otro lado,
Los problemas del donante lo son también del receptor, pero no es ésta una afirmación
imponga a los donantes tendrá severos efectos negativos para los receptores. Para la
bioética, cuyos mayores esfuerzos van hacia paliar las vicisitudes de los desmedrados,
órganos, toda vez que la tendencia mundial ha sido de engrosar las listas de espera a
El rechazo a vender partes del organismo humano olvida que la sociedad tolera muchas
mercancía, o acepta acuerdos laborales que también constituyen una venta o la asunción
de riesgos vitales, como ocurre por ejemplo con los mineros, las empresas
laboran mal protegidos en ambientes tóxicos. La razón más poderosa para rechazar el
mercado de órganos es que se producirá, una vez más, un beneficio desmedido para los
más aventajados.
portan un documento que los acredite como tales. En ambos casos, por lo general, y aun
deudos.
Todas las sugerencias para aumentar el caudal de órganos han sido impugnadas. Se ha
pensado considerar que la cosecha de órganos es una función estatal para el bien común
o que el Estado pudiese ser el único posible comprador de órganos. Por lo visto hay
factores culturales potentes que impiden avanzar en este tema en beneficio de los
sugirió que la medicina del trasplante era una estrategia provisoria en tanto la
irreversible tanto de la corteza como del tronco encefálico, pero algunos la encuentran
demasiado rígida, estimando que una persona que ha perdido sus facultades cerebrales
vegetativos persistentes, puede ser diagnosticada como muerta sobre todo si existen
cardiorrespiratoria.
La polémica se complica porque la definición de muerte para una donante no puede
diferir de aquella que se aplique a un no donante, y lo que es vida residual útil para
mantener la viabilidad de los órganos, puede ser un estado de fútil manutención para un