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AUTÓNOMA DE MÉXICO
Grupo: 2319
Ensayo
Vivir con VIH SIDA en la actualidad.
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta a las células del sistema
inmunitario, alterando o anulando su función. La infección produce un deterioro
progresivo del sistema inmunitario, con la consiguiente "inmunodeficiencia". Se
considera que el sistema inmunitario es deficiente cuando deja de poder cumplir su
función de lucha contra las infecciones y enfermedades. El síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA) es un término que se aplica a los estadios más
avanzados de la infección por VIH y se define por la presencia de alguna de las más
de 20 infecciones oportunistas o de cánceres relacionados con el VIH.
En los pacientes con infección por VIH, estimar la esperanza de vida es importante
para monitorizar y predecir el progreso de la enfermedad y poder planificar los
sistemas de salud. Hay varios estudios que analizan la expectativa de vida de los
pacientes VIH en tratamiento antirretroviral (ARV), siendo la comparación con las
personas seronegativas complicada sobre todo en países con rentas elevada.
Las personas seropositivas fuman más, consumen más alcohol y drogas de uso
recreativo, y tienen mayores tasas de infecciones de trasmisión sexual y hepatitis
C, por lo que se deberían comparar, de forma estandarizada, los estilos de vida y
conductuales de ambos grupos de personas, ya que en la población general dichos
parámetros no están bien recogidos. El nivel educacional está en relación con el
estilo de vida tanto en la población general como en las personas seropositivas, y
la asociación de la educación con la esperanza de vida está bien documentada en
la población general.
La adaptación a una enfermedad que hasta hace muy poco era considerada
necesariamente mortal y todavía en la actualidad está muy estigmatizada, supone
un proceso largo en el cual pueden surgir múltiples manifestaciones
psicopatológicas. Cuando las manifestaciones ante el shock inicial que supone el
diagnóstico se prolongan en el tiempo o son muy intensas, pueden llegar a
desencadenar un trastorno adaptativo cuya gravedad, vendrá determinada por
factores como la historia previa de patología mental, su respuesta de afrontamiento
a la enfermedad, el deterioro que produzca la enfermedad, el apoyo social, laboral
y familiar, la disponibilidad de ayuda psicológica, etc.
Las posibles consecuencias sociales que conlleva declarar a una persona que es
portador del VIH o enfermo de SIDA, pueden incluir el rechazo, la estigmatización,
marginación, culpabilización, etc., tanto desde el entorno laboral y social como
desde los ámbitos más próximos al afectado como la familia, la pareja y los amigos.
El hecho de que los pacientes con infección por VIH experimenten con frecuencia
problemas psicológicos no sólo lleva a mermar de manera muy importante su
calidad de vida a través del incremento de su malestar emocional.
Hoy en día, una persona infectada por el VIH puede continuar con su trabajo, hacer
deporte, practicar sexo, salir con amigos e, incluso, tener un hijo, si así lo desea. El
hecho de ser diagnosticado por VIH puede provocar que algunas personas tengan
pensamientos y sentimientos negativos y se sientan incapaces de controlar
determinadas situaciones. Por lo que su percepción sobre la satisfacción y el
bienestar general suele cambiar.
Es una etapa en la que, quizás, la persona necesita modificar hábitos o incorporar
nuevas costumbres para positivizar su actitud respecto a la salud y calidad de vida
como, por ejemplo, seguir una alimentación más saludable, practicar ejercicio de
forma regular o dejar de fumar. Asimilar que se está infectado por VIH es un proceso
complejo durante el que pueden surgir dudas. Por lo que cabe recordar que las
inquietudes que aparezcan se deben explicar con total confianza al equipo médico.
En cuanto a los derechos de los pacientes, las personas con VIH tienen los mismos
derechos que el resto de la ciudadanía. Sin embargo, los grandes avances que se
han producido en el ámbito científico no han ido acompañados de un progreso
similar en la normalización de la enfermedad. Esto es debido al estigma al que,
todavía hoy, se asocia esta infección. Aunque en los últimos años se han podido
observar ciertos cambios esperanzadores sobre cómo la sociedad percibe a las
personas con VIH, los datos disponibles en distintos países indican que todavía
pueden persistir prácticas discriminatorias en muchos ámbitos de la vida cotidiana.
Este hecho no debería hacer que las personas se sientan mal consigo mismas, ni
que eviten situaciones o que tampoco se viva con una preocupación constante ante
la posibilidad de ser discriminado. Al contrario, conocerlo puede servir para tomar
conciencia de que, como el resto de los ciudadanos, se tienen derechos que están
protegidos por el sistema jurídico a través de distintas leyes. Conocer los derechos
y adquirir ciertas habilidades puede ayudar a afrontar el estigma y las situaciones
discriminatorias; las asociaciones de ayuda a las personas con VIH pueden informar
sobre cuáles son los derechos y ayudar a adquirir o potenciar estas habilidades.
En cuanto a la vida de los pacientes con VIH/ SIDA, cada vez se vuelve más normal
y productiva a comparación de años atrás, cuando se les negaban muchos de sus
derechos humanos. La diferencia está en la calidad de vida de cada persona, el
contexto en el que vive; y sobre todo diagnosticar a tiempo la infección por VIH, para
comenzar con el tratamiento lo más pronto posible.
Referencias