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Las consecuencias que ha causado el COVID- 19 en la vida diaria y en las

prácticas de ejercicio físico y deportes.

El coronavirus del 2019, mejor conocido por sus siglas “COVID-19”, ha hecho que
el mundo entero se haya apartado considerablemente de lo que resultaba una vida
normal y cotidiana para nosotros antes de marzo del 2020. En este último tiempo
todos nos vemos afectados por esta pandemia, hemos tenido que aprender
nuevos términos como «distanciamiento social», «autoaislamiento» y
«aplanamiento de la curva» para referirnos a maneras de retrasar la propagación
del coronavirus.
En muchas regiones las escuelas, liceos y universidades han cerrado y se han
mantenido así debido a las complicaciones por el cuidado que esto representa
para muchos, y la educación en el hogar se está convirtiendo en la normal.
Algunas personas han tenido que adaptarse a otras modalidades de trabajo o
quizá no puedan trabajar. Otras personas quizás hayan estado en contacto con
alguien que ha dado positivo por el virus y ahora debe evitar el contacto con los
demás durante dos semanas o más.
Nuestros padres y hasta los cuidadores enfrentan su propia ansiedad ante esta
situación tan cambiante ya que saben que el factor principal que definirá la
reacción de nosotros, sus hijos, es cómo ellos llevan esta compleja situación, y el
cómo nos lo deben decir. Cuando nos hablen sobre este tema tan complicado,
deben tener en cuenta que no se trata solo de lo que nos dicen, sino de cómo lo
dicen.
La mejor manera es hablarlo con tranquilidad, franqueza y en tono alentador, de
acuerdo a la edad de los hijos, para poder así explicar sobre la enfermedad y de
las nuevas costumbres que ha generado esta pandemia. Esta enfermedad tan
infecciosa también ha causado estragos a nivel de educación, ya que no podemos
asistir a clases por lo que debemos estar conectados para poder recibir los planes
de evaluación y posterior ver de qué manera hacerlos llegar a nuestros profesores.
En lo que se refiere a la materia de educación física y deportes ya no la vemos
presencial, lo que ha motivado a realizar trabajos de informes, monografías,
infografías entre otros medios de trabajo educacional para poder cumplir con los
objetivos referentes a esa materia, lo que ha motivado que nuestros padres en
casa realicemos actividades adecuadas al sitio donde podamos ejercitarnos, como
por ejemplo caminar o trotar alrededor de la casa.
La pandemia ha producido un impacto desfavorable sobre los hábitos de salud de
nosotros los jóvenes, y también la de los adultos, ya que ha surgido un círculo
vicioso formado por el aumento del sedentarismo, el incremento de las horas de
uso de pantallas, el exceso de ingesta de alimentos con baja calidad nutricional,
hipercalóricos, entre otros. El círculo se completa con una situación de estrés
emocional generada por la adaptación a la situación de confinamiento y otras
limitaciones.
De este modo, cuando más inactividad física, mayores problemas de salud para
los jóvenes y adultos incluyendo los más pequeños: como el aumento del
sobrepeso, aparición de la obesidad y otros trastornos de la salud asociados. Las
consecuencias negativas de la inactividad física pueden arrastrarse durante
muchos años, incluso durante toda la vida, porque convivimos con una que
apenas conocemos.
Es un virus que se contagia muy fácilmente y que a pesar de que parece ser que
su virulencia se muestra menos en los más jóvenes, no es menos cierto que la
movilidad y el contacto pueden expandir el virus a poblaciones más vulnerables.
Nos encontramos en un atolladero, en una auténtica encrucijada desde la cual
resulta difícil salir. Debe haber alguna manera de retomar la educación física y el
deporte escolar, ya que promueven toda una serie de beneficios educativos y
sociales que contribuyen, no solo a luchar contra la pandemia, sino que refuerzan
el estado de salud, el sistema inmunológico, y nuestra condición física general,
etc.
El ejercicio físico mejora nuestro estado de ánimo, la función cognitiva, facilitan los
aprendizajes de habilidades y destrezas, también el aprendizaje de valores
sociales, ofrecen alternativas sanas al ocio, facilitan la socialización, y beneficios
que ahora pueden perderse. No podemos prescindir de estas actividades básicas
para la población escolar, esenciales para nuestro desarrollo, para la adquisición
de competencias generales y específicas, para nuestra formación como personas,
nuestra autonomía y también para la salud en el futuro.
Es normal que nuestros padres sientan estrés e incertidumbre acerca del futuro,
pero a manera de ayuda y como ayuda para que nuestros padres y familiares
podamos transitar esta crisis, se pueden elaborar rutinas como organizar un
horario de trabajo o escuela para los integrantes de la familia, donde se pueda
incluir tareas del hogar, tarea escolar, juegos frente a las pantallas y establecer la
hora de acostarse. No dejar de agregar tiempo de juego en familia o actividad
física en familia. También mantenerse informado sobre las últimas novedades de
la pandemia y sobre las recomendaciones que dan las autoridades sanitarias
locales.
Mantengámonos conectados, claro respetando el distanciamiento social que en
este momento es indispensable para reducir la propagación., eso no quiere decir
que tenemos que perder el contacto con familiares y amigos, porque gracias a
Dios somos muy afortunados de vivir en un mundo tan conectado y gracias a la
tecnología, podemos comunicarnos con los educadores, los compañeros de clase
y nuestros padres que trabajan algunos desde casa con sus colegas.
Estamos atravesando momentos complicados, pero en nombre de Dios y nuestra
Patrona La Divina Pastora junto al Doctor nuestro Beato José Gregorio Hernández
nos ayudaran a superar y a salir de este trance, solo debemos tener FE.

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