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Resumen ...................................................................................................................... 28
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UD 1. El reto docente en el siglo XXI: aspectos para desarrollar
en la práctica docente
Quien elige ser docente en biología y/o geología en un momento como el actual se enfrenta a un
gran reto para el cual tendrá que adquirir una serie de habilidades y competencias; además de
poseerlas, tendrá que fomentar y facilitar su adquisición en aquellas personas con y para las que
trabaja: los discentes. Asimismo, deberá conocer la naturaleza de una disciplina relativamente
joven como es la didáctica de las ciencias experimentales.
Aunque la unidad, básicamente, se centra en la figura del docente y su actividad, este no debe
olvidar que, en su práctica, tiene que contar con otros elementos necesarios (contexto, recursos,
etc.), pero, fundamentalmente, con el sujeto de aprendizaje: el alumnado. En beneficio de una
transformación educativa, dejando de lado las pedagogías más tradicionales, se debe asumir que
el discente se erige en figura principal del acto educativo y formativo; por tanto, el profesor puede
y debe aprender también de él y con él. Se está ante un proceso formativo dual o de doble vía,
en el que unos aprenden de los otros, y viceversa. Un proceso que se da dentro del acto didáctico,
y que se renueva día a día, como la figura del propio profesional.
Figura 1. Dentro del acto didáctico, englobando teorías y prácticas, hay que tener en cuenta diferentes elementos
(quién, cuándo, dónde…) y enfrentarse con valentía al reto.
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1.1. La educación del presente con miras al futuro
La actual legislación educativa, 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica
2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE, 2020), afirma en su preámbulo:
[…] para cualquier persona la educación es el medio más adecuado para desarrollar al
máximo sus capacidades, construir su personalidad, conformar su propia identidad y
configurar su comprensión de la realidad […], para la sociedad es el medio más idóneo
para transmitir y, al mismo tiempo, renovar la cultura […] y valores que la sustentan […],
con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social (p. 1).
[…] la responsabilidad del éxito escolar de todo el alumnado no solo recae sobre el esfuerzo
del alumnado individualmente considerado, sino también sobre el de sus familias, el
profesorado, los centros docentes, las Administraciones educativas y, en última instancia,
sobre la implicación de la sociedad en su conjunto (p. 2).
Este abordaje está en sintonía con la perspectiva educativa internacional, con unas bases con
miras al futuro establecidas en un lejano 1996 por la Comisión Internacional sobre la Educación
para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors. Esta entidad presentó a la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el informe La educación
encierra un tesoro, en el cual se propusieron cuatro pilares para la educación: aprender a
conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.
Figura 2. Elementos clave del aprendizaje permanente enunciados por la Unesco, 1996.
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Llega más lejos
Nuestro desafío como docentes, profesionales y agentes de la educación (en toda su extensión)
es saber cómo conjugar, con perspectiva a corto, medio y largo plazo, todos los puntos que, tanto
indicados en las leyes educativas vigentes como en los documentos corresponsables, atienden a
cuestiones en beneficio a una educación en continua evolución, atenta a todos los sujetos
implicados.
«La enseñanza es un trabajo exigente, y no es posible para cualquiera ser un profesor eficaz y
mantener esta eficacia a lo largo del tiempo» (OCDE, 2005, p. 12). Para alcanzar esta eficacia se
requiere de una visión de la docencia que contemple una profesionalización de esta, un
cumplimiento ético, porque, al fin y al cabo, se está trabajando con material sensible (las
personas, independientemente de su edad, condición o características), y una intencionalidad de
largo recorrido, es decir, que abarque una formación continua en el tiempo que sirva para ser
mejores en el día a día de su práctica.
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Play
Como afirma Eva Teba Fernández, promotora del proyecto Educando, «el docente tiene un
papel vital en el sistema educativo». Adéntrate más en la visión de esta pedagoga en esta
entrevista. Igualmente, Francisco Mora, doctor en Neurociencia, argumenta que «el maestro
[en sentido amplio, docente] debe ser la joya de la corona de un país».
En fechas posteriores, en 2010, la renovación del código introducía los principios que debían
marcar la acción docente y, por tanto, el profesional debía asumirlos como características para
desarrollar en sí mismos:
Figura 4. Principios de acción docente de acuerdo con el código deontológico, formalizado en el año 2010, para basar la
práctica educativa. Fuente: Jover y Ruiz ,2013 (adaptación).
Estas características, que deben guiar el desarrollo docente en toda su extensión, son unos
mínimos exigibles a los que ir sumando aspectos más competenciales y prácticos que,
obviamente, se adquieren en el devenir profesional.
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1.2.1. El proceso de profesionalización
Al margen del sistema educativo, la consideración social del docente atraviesa una situación
de evidente minusvaloración. Como afirman Jover y Ruiz (2013, p. 115):
Al profesorado se le suele achacar una serie de prejuicios que van desde las «excesivas
vacaciones» al de que este solo trabaja «en horas lectivas» y dentro del centro educativo. Estas
y otras consideraciones son un mantra, un mito repetido que cuestiona constantemente el papel
del docente y, en última instancia, resquebraja su identidad social.
Lejos de los prejuicios sociales descritos, el docente suele ser una persona entregada, con mucha
vocación. Un profesional que está reciclándose constantemente, que cambia y evoluciona en
consonancia con las transformaciones sociales. De hecho, su trabajo exige que renueve su perfil
de manera continuada. Por tanto, es una profesión en constante cambio y que, siguiendo a
Hargreaves (2003; citado en Sánchez Romero, 2014, p. 28), debe atender a los siguientes
parámetros:
Medina y Cacheiro (2009, p. 429) han señalado que el desarrollo profesional «requiere asumir la
práctica, valorarla permanentemente y estar dispuesto a incorporar las mejoras más pertinentes,
empleando la auto- y coevaluación». Esta idea entroncaría con la defensa de un modelo y de un
perfil docente imbuido en una práctica reflexiva, en constante proceso formativo, que
problematice, se interrogue por la mejor forma o estilo de pensar, ser y hacer en torno a su
actividad didáctica.
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1.2.2. La deontología profesional
A, B, C…
¿Existe un código deontológico que regule o sirva de marco a la función o desempeño docente?
Sí, existe, aunque es posible que, como indican Jover y Ruiz (2013, p. 113), «el escaso interés
que estos [los códigos deontológicos] han suscitado en las organizaciones sociales implicadas en
la educación, y su desconocimiento por gran parte del profesorado, indican que debemos
reflexionar sobre su sentido y sus posibilidades». Por otra parte, ¿se hace necesario tener un
código común que guíe la acción educativa? Es posible que la respuesta sea no, ya que no todo
profesional (de este u otro campo o sector) se adhiere a los colegios profesionales. Bastaría con
que el futuro profesional de la docencia partiera de una buena base y unas óptimas intenciones
para no perder la perspectiva en su desempeño. Así, los dos pilares fundamentales que estarían
en la profesionalización docente y que descansarían y/o confluirían en una práctica ética serían
el saber y el saber hacer:
La labor docente que, desde una perspectiva amplia, implica tanto al alumnado como al
profesorado, ha de contemplar una serie de características que le dan empaque al conformar un
proceso cíclico (figura 7). Se abordarán de manera sucinta, ya que muchas forman parte de modo
más extenso de los contenidos de otras materias que conforman la presente titulación.
Una de las claves fundamentales es la motivación. Sin ella, los aprendizajes que va construyendo
el ser humano no serían posibles. Algo o alguien (incluso, nosotros mismos) tiene que mover a
la acción, al aprendizaje. Es más que probable que sea la característica más importante para
incentivar la aplicación de lo aprendido dentro y fuera de las aulas. En el presente texto no se va
a abordar de manera profunda, sino que, dentro del Máster de Formación de Profesorado, la
asignatura Aprendizaje y Desarrollo de la Personalidad se dedicará a trabajarla de manera más
completa.
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1.3.1. Aprendizaje(s): un proceso continuo
Dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, ¿se realiza solo el aprendizaje en el alumnado? ¿El
docente no aprende durante su práctica? ¿Existirían docentes sin discentes? ¿Y discentes sin
docentes? En «la nueva educación» se hace más hincapié en el proceso de aprendizaje que en el
de enseñanza, más propio de la escuela tradicional. No es que ahora no importe, sino que se
desea poner el foco en el discente y, para ello, el docente debe reajustar su rol.
Emiliano Foresto (Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina) aclara de un modo muy
didáctico las diferencias entre la educación formal, no formal e informal ¿o sería más
adecuado denominarlos como «aprendizajes»? Reflexiona sobre esta cuestión partiendo del
artículo de Foresto (2020).
El aprendizaje, según Zapata-Ros (2015, p. 73), se define como «un conjunto de procesos a
través de los cuales se adquieren o se modifican ideas, habilidades, destrezas, conductas o
valores, como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento o la
observación». Presenta una serie de características (Zapata-Ros, 2015, p. 73):
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Nota
En el informe Estrategia de competencias de la OCDE 2019, la OCDE comenta que, hoy por hoy,
a nivel laboral de profesorado, existe una demanda de competencias transversales, como la
resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la creatividad,
la innovación, la resiliencia y la adaptabilidad, y con la convicción, como reza el título del apartado,
de que hay que «apoyar al profesorado para que se conviertan en aprendices a lo largo de la
vida» (OCDE, 2019, p. 32).
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Las competencias hablan de conocimiento aplicado y de ahí que sea más que necesario el
cambio del sistema de enseñanza-aprendizaje y no solo en el aula escolar, sino también en el
proceso formativo del docente. Es imprescindible que la principal institución que forma al futuro
profesorado (la universidad) repiense sus fórmulas en beneficio de un viraje pedagógico, dando
importancia a una verdadera interrelación de disciplinas, implementando nuevos enfoques
metodológicos, que pongan el acento, en la medida de lo posible, en la realidad que luego se
van a encontrar los docentes formados en las escuelas y, más concretamente, en las aulas. Al
igual que se exhorta favorecer procesos más complejos, significativos, proactivos, sociales,
productivos, reflexivos y contextualizados (Fernández, 2006) en las realidades finales, es
fundamental que estos elementos se den desde mucho antes.
La creatividad es la palabra mágica que suena y resuena más veces en el mundo actual. Como
afirma el sociólogo y filósofo francés Michel Maffesoli (s. f.): «La creatividad se está convirtiendo
en una auténtica obsesión de nuestros tiempos» (citado en Hernández, 2006). Se ha convertido
en una palabra fetiche, en una herramienta básica en el día a día para enfrentarnos a múltiples
situaciones.
Establecer una taxonomía inamovible de la creatividad puede costar demasiadas páginas ya que
existen tantas definiciones de creatividad como autores han intentado ofrecer una propia o un
acercamiento a este campo de estudio. Pero un apunte importante, demostrado a lo largo de la
historiografía de la creatividad, es que esta no se trata de un don como se pensaba
antiguamente, ya que es una habilidad del pensamiento humano. Por tanto, la creatividad puede
desarrollarse.
Un autor de referencia en creatividad es Joy P. Guilford que, junto con otros autores, señala
cuatro factores claves (citado en Iglesias-Cortizas y Rodicio-García, 2013, p. 136):
Fluidez
Posibilidad de generar una mayor cantidad de soluciones o ideas como respuesta a la situación
o cuestión planteada.
Flexibilidad
Originalidad
Factor importante, dependerá del contexto en el cual estemos, pero, en líneas generales,
podemos disponerlo en cuanto a la generación de respuestas únicas, inusuales, raras,
ingeniosas o incluso remotas.
Elaboración
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Nota
A esta factorización de la creatividad, se puede unir lo indicado por el psicólogo Howard Gardner,
que aplicó su teoría de las inteligencias múltiples al campo de la creatividad exponiendo
que existen tantos tipos de creatividad como tipos diferentes de inteligencia. De ahí que el
fenómeno de la creatividad sea multidimensional y multidisciplinar.
Gardner señala también una serie de factores propios del ambiente y de la educación, que
predisponen hacia la creación (Guilera, 2011, pp. 59-60):
Figura 9. Multidimensionalidad de la creatividad. El ambiente y la educación son un buen motor para la conformación de
una personalidad creativa.
Todas las personas son creativas porque la creatividad es una capacidad humana como la
inteligencia; esta se desarrolla en el proceso de asociación de informaciones y en constante
interacción con el medio por lo que, en la medida en que el individuo tenga más conocimientos y
el ambiente sea propicio y rico, tendrá más posibilidades de hacer crecer su potencial creativo.
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1.3.4. Innovación: para qué innovar en el sistema educativo
¿Qué se entiende por innovación? ¿Para qué innovar? Aplicada al contexto educativo, ¿qué
razón de ser tiene la innovación? Siguiendo a Havelock y Huberman (1980; citado en Margalef
y Arenas, 2006, p. 15), la innovación educativa sería «el estudio de las estrategias o procesos de
cambio», un cambio que «implica una alteración, transformación de un objeto, de una realidad,
de una práctica o de una situación educativa» (Margalef y Arenas, 2006, p. 15). Por tanto, en
nuestro ámbito, se puede hablar de innovación en el momento en que algo deja de hacerse como
se hacía antes, siempre con un efecto positivo en el horizonte.
La innovación está íntimamente ligada con el concepto de creatividad. En 1969, el psicólogo Irving
Taylor estipuló cinco niveles de creatividad (Wilson, s. f.; Guilera, 2011): creatividad expresiva,
creatividad productiva, creatividad inventiva, creatividad para la innovación y creatividad
emergente.
A, B, C…
Ante estas definiciones, cabe preguntarse ¿por qué, casi siempre, se relaciona la innovación
con la tecnología? Entonces, ¿solo se innova cuando se introducen los elementos
tecnológicos?
Se atiende, en esta ocasión, a la creatividad para la innovación que, según el autor, si se quieren
conseguir nuevas maneras de ver y/o utilizar las cosas ya existentes, este es el tipo de creatividad
que se generará; una creatividad que impone un importante nivel de aceptación social. Hay que
perder el miedo a lo nuevo y original, romper los límites para mejorar, siempre considerando el
contexto de actuación. No es lo mismo ser original en el ámbito empresarial o científico que en el
educativo, aunque el impacto de una innovación siempre ha de ser evaluado y contrastado con
otras alternativas innovadoras o tradicionales. Ello será posible gracias a la conjugación del
proceso de investigación y el de innovación.
«Innovación educativa: qué, por qué y cómo» es un artículo interesante sobre el hecho de
innovar y lo que de verdad debe conllevar en el ámbito educativo. Como reza en el titular, la
innovación debería orientarse hacia la justicia para llegar a todas las personas. Lee
más.
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Dentro de esta misma asignatura, se dedicará una unidad didáctica a la innovación educativa
(Unidad didáctica 5), tanto en lo que afecta al proceso educativo como a su incardinación con la
investigación.
Figura 10. ¿De qué depende la innovación? ¿Qué es más importante, el aire que se mueve o las turbinas eólicas? La
energía que se mueve no tiene por qué depender tanto de las herramientas como de la propia energía.
La palabra evaluación es una palabra recurrente en todo proceso de acción, no solo educativo. Es
como un «vocablo fetiche», al igual que el de creatividad. Siguiendo a Pérez-Juste (2006, p. 22):
La evaluación debe erigirse como elemento constituyente de la práctica profesional docente: una
práctica reflexiva, es decir, que la acción genere nuevos conocimientos, indagaciones,
interpretaciones y críticas que retroalimenten el acto educativo. Medina y Cacheiro (2009, p. 431)
lo denominan como «un proceso de transformación continua del saber-hacer». Esta formulación
se encuentra muy bien ejemplificada en la metodología de la investigación-acción de la que se
hablará en unidades didácticas posteriores. Esta acción demanda un docente proactivo, creativo,
crítico y dinámico, porque, como afirma Zabalza (2020), «la reflexión está en el ADN de la
profesión docente».
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Interno Externo
Tabla 1. Conociéndonos a través de una herramienta sociológica: la matriz DAFO, que nos puede ayudar a analizarnos
tanto a nosotros mismos como a nuestra práctica.
Como afirma Medina (2009, p. 202), «el acto de enseñar es en sí una tarea compleja, que ha de
realizarse en coherencia con las teorías en las que nos apoyamos y en el modo de vivir y de
transformarlas en y desde la práctica».
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El profesor José Manuel Sáez-López de la UNED sintetiza en este vídeo educativo el concepto
de didáctica, las diferentes teorías y modelos didácticos.
Como se afirmaba al abordar los aprendizajes como uno de los conceptos clave de la labor
docente, el proceso de enseñanza-aprendizaje, concretado en el acto didáctico, debe mostrarse
bi- y multidireccional, estableciendo una implicación retroalimentadora entre los participantes.
Esta implicación se materializaría en tres aspectos fundamentales (Medina, 2009):
Figura 11. Elementos básicos del acto didáctico: interrelación, interacción y comunicación se vuelven aspectos
fundamentales de los procesos de enseñanzas y aprendizajes dentro de los marcos de transformación educativa.
Se debe tener claro que, hoy en día, y con los deseos de transformación de los procesos y sistemas
educativos, sobre la base de un viraje en las metodologías y un cambio en los roles, el aprendizaje
o aprendizajes se deben dar tanto en unos agentes como en otros, tanto en los discentes como
en los docentes, bajándose estos últimos de la tarima, y establecer unos mecanismos más
horizontales, sin que por ello se pierda el respeto por la función docente. Por ello, estos tres
aspectos deben formar parte de esa horizontalidad.
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1.4.1. Teorías y modelos didácticos
Conoces a…
Teoría tradicional
Como es obvio, en esta teoría, el proceso gira en torno a la figura del maestro y el método se
basa en la transmisión verbal, igual para todos los implicados.
El movimiento de la Escuela Nueva fue una reacción contra la escuela tradicional pasiva que se
venía desarrollando. Dentro de ella encontramos nombres representativos como Maria
Montessori, Édouard Claparède, John Dewey, Alice Chipman, Célestin Freinet, Adolphe Ferrière,
Francisco Ferrer i Guardia y otros.
El ideario de la Escuela Nueva partía del reconocimiento de las necesidades e intereses del
alumnado, de la actividad como metodología didáctica y «del deseo de hacer de la escuela no
solo una preparación para la vida, sino parte importante de la vida misma» (Mallart, 2009, p.
46). Con estas ideas-fuerza en cada uno de los submovimientos, la teoría activista exigía partir
de la realidad y aprender de la experiencia práctica, fomentando no solo los
conocimientos conceptuales, sino sobre todo las destrezas, capacidades y satisfacciones de los
discentes.
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Teoría humanista
La idea que defiende la teoría humanista es que hay que ayudar al educando a convertirse en
persona y, por tanto, la educación sería un proceso de humanización, de contribución al
desarrollo de las cualidades que nos hacen más humanos.
En el lado del docente, esta teoría afirma que la enseñanza supone estar reconciliado con el
mundo y con uno mismo, respetando la forma del ser, aceptar al aprendiz como persona
humana completa.
Teoría transdisciplinar
«Se basa en el principio de la unidad del conocimiento, más allá de los límites marcados por
cada disciplina o ciencia» (Mallart, 2009, p. 49). El conocimiento no puede ser estanco,
compartimentado en áreas, sino global, complejo y comprensivo del mundo en su totalidad.
Significa un paso más de la, tan ansiada, interdisciplinariedad y que solo a veces se consigue
con proyectos puntuales.
Es obvio que esta teoría está enlazada con el ambiente, dándole gran importancia a las
relaciones del ser humano con su entorno vital.
Modelos didácticos
A, B, C…
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Un modelo didáctico debe mostrar los diferentes elementos que intervienen en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, basándose en alcanzar unos objetivos pautados y en unas condiciones
asumidas. Dentro de los diferentes elementos que entran en juego, hay dos básicos:
Figura 12. Docente y discente son piezas fundamentales de todo modelo didáctico. A ellos se suman los contenidos y los
contextos.
Existen, básicamente, cinco modelos didácticos que sirven de marco para incluir la acción docente
y guiarla; estos son mediadores entre la teoría y la práctica (Mallart, 2009):
Modelo clásico
Modelo tecnológico
En este modelo, «el proceso didáctico es concebido como algo susceptible de tecnificación y
se persigue la eficacia en la consecución de los resultados» (Mallart, 2009, p. 55).
Modelo comunicativo
En la base del acto didáctico, bajo el paraguas de este modelo, está la comunicación, que
establece una red de interacciones entre todos los elementos que participan en la acción:
maestro-alumnos-alumnos-maestro.
Dentro de este modelo encontraríamos los mismos elementos que en el acto comunicativo:
emisor (docente), receptor (discente), mensaje (materia didáctica), canal (método didáctico) y
contexto. Ello implica que se puedan identificar tres submodelos o tipos dentro del modelo
didáctico comunicativo: informativo (unidireccional), interactivo (bidireccional) y retroactivo
(multidireccional).
Modelo constructivista
Este modelo sigue a teóricos como Piaget, Ausubel, Bruner y Vygotsky, los cuales afirman que
el individuo crea significados a partir de sus propias experiencias. Por tanto, el conocimiento va
más allá de la pura transmisión; se construye por la acción del que aprende, sobre un medio
físico y social, y por la repercusión que tiene esta acción sobre él mismo.
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Modelo colaborativo
Se está ante un tipo de modelo que se quiere desprender del individualismo y la posible
competitividad que priman en el resto. Por ello, promueve actitudes cooperativas, sociales,
participativas, proactivas, además de un sentimiento de compromiso hacia el aprendizaje.
En este sentido, Saturnino de la Torre generó un modelo en íntima relación con la necesidad de
un cambio formativo, que plantea un proceso de enseñanza-aprendizaje caracterizado por lo
siguiente:
Figura 13. Modelo ecológico-comprensivo enunciado por Saturnino de la Torre. Fuente: De la Torre (2009; citado en
Medina, 2009, p. 200) (adaptación).
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I like it
¿Qué tipo de modelo que represente el acto didáctico diseñarías? ¿Cómo te gustaría que fuera
el acto didáctico que se diera en tu aula o espacio educativo? En el diseño debes tener en
cuenta, al menos, las características de los agentes, los saberes que se han de desarrollar, la
planificación del proceso, el contexto.
Este modelo presenta un desarrollo a largo plazo, evitando lo cortoplacista que suele mostrarse
la función educativa. En el caso de valorar los plazos cortos, se hace de cara a posibles
modificaciones, reflexiones y evaluaciones. En cuanto al formador, el modelo de De la Torre
(2009) le atribuye una serie de características (citado en Medina, 2009, p. 200):
Llegados a este punto, estaremos de acuerdo en que la educación ha de concebirse como una
práctica social que cambia conforme se producen transformaciones a nivel político, social,
económico, cultural y tecnológico en una sociedad tan globalizada como la actual. Por tanto, la
escuela —entendida como institución educativa— desempeña una labor social cuyo reto principal
es formar ciudadanos capaces, proactivos y críticos. En este sentido, la adquisición de
conocimientos científicos ayuda al individuo a interpretar, comprender y relacionarse con la
realidad (Medina-Hernández et al., 2020).
La didáctica de las ciencias experimentales (DCE) es la disciplina encargada de estudiar cómo han
de enseñarse las ciencias y cómo las aprenden los estudiantes. De acuerdo con Adúriz-Bravo e
Izquierdo (2002), la DCE es una disciplina académica, autónoma y joven que se ha nutrido
de los hallazgos de otras disciplinas ocupadas de la cognición y del aprendizaje (principalmente
la psicología). Así, estos autores establecen cinco etapas para describir su desarrollo (figura 14).
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Figura 14. Evolución de la DCE como disciplina académica autónoma.
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1.5.1. Modelos didácticos tradicionales en la enseñanza de las ciencias
Modelo de transmisión-recepción
El estudiante es considerado como una «hoja en blanco» que debe adquirir los
conocimientos transmitidos por el docente. Este último es quien porta el conocimiento,
planifica la enseñanza y determina los aprendizajes.
Se distinguen dos subtipos: (1) el descubrimiento guiado, donde el docente brinda el apoyo
suficiente para que el estudiante logre responder satisfactoriamente a la situación problemática
de partida, y (2) el descubrimiento autónomo, donde el discente acomete la responsabilidad
de buscar y comprender la información a fin de emitir conclusiones originales (alcanzar los
aprendizajes deseados).
El contacto con la realidad y la experiencia es esencial para que surja el aprendizaje. Así, se
entiende que el mejor modo de aprender ciencia es hacer ciencia, equiparándose dos
acciones diferentes: hacer y aprender.
El estudiante acomete un rol más activo, aunque los planteamientos didácticos suelen
parecerse más a «recetas de cocina» que al trabajo experimental real. De ahí que el docente
adopte un rol de coordinador.
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Se acepta que el estudiante posee unas ideas previas, a partir de las cuales ha de acercarse
al conocimiento científico. En este sentido, el docente adopta un rol de guía, que debe
conectar las ideas previas del alumnado con el conocimiento científico. Por tanto, este modelo
tiene un carácter eminentemente transmisivo, centrándose más en los conceptos que en los
procedimientos.
A partir de este modelo ha emergido un subtipo, o incluso puede considerarse como un nuevo
modelo didáctico, que se denomina miniproyectos. Este manifiesta grandes similitudes con el
modelo por investigación, aunque una de sus principales diferencias es el carácter abierto y
participativo de las situaciones problemáticas que se plantean.
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Viaja
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Llega más lejos
En los últimos años, con la intención de renovar la enseñanza de las ciencias, han surgido
enfoques educativos que «tratan de poner el acento en un pensamiento global (“noosfera”) y en
la necesidad de analizar nuestro mundo desde la perspectiva de la complejidad» (Perales-Palacios
y Aguilera, 2020, p. 2). Estos son la educación CTS (ciencia, tecnología y sociedad) y la
educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, en español).
Educación CTS
Educación STEM
De acuerdo con Aguilera et al. (2021) la educación STEM puede definirse como un enfoque
educativo que integra conocimientos y/o habilidades de varias disciplinas implicadas en el
acrónimo, orientado a la resolución de problemas y contextualizado en situaciones con
diferentes niveles de autenticidad. No obstante, los autores abogan por realizar una integración
conjunta de las cuatro disciplinas en aras de diferenciar a este modelo de otros como el CTS.
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Resumen
En el diccionario actual del desarrollo educativo y del educador se encuentran una serie de
características básicas que construyen la anatomía docente: los aprendizajes que han
abandonado su unidimensionalidad (se consideraba que era el discente el que aprendía
dentro del proceso formativo); las competencias que ayudan, cada vez más, a dar forma y
sentido al acto didáctico, conformándose en algo más que objetivos y aspirando a convertirse en
conocimientos prácticos (saber hacer, ser competente en…); la motivación, elemento
fundamental en la vida y que dentro del proceso educativo juega un papel esencial; la innovación
para favorecer el cambio en las personas; la creatividad, palabra mágica que debe redefinirse
más allá de las artes y dar sentido a la «creación per se»; y, por último, la evaluación, una
acción significativa y continua que debe estar presente no solo al final del proceso sino a lo largo
de este.
Para finalizar, se ha hablado del acto didáctico, conformado por una serie de teorías y modelos
educativos que interrelacionan teoría y práctica educativa en ciencias, y sirven de base para la
actividad docente. Las ciencias de la educación, en este caso nos interesa la didáctica, están
constituidas por una serie de teorías, modelos y submodelos que es necesario conocer para aplicar
el que más convenga a cada situación formativa. Pero, sin duda, uno de los más importantes por
su cariz integrador y humano es el modelo comprensivo, una tipología que busca la unión de los
saberes en busca de la complejidad y significatividad de la educación.
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Mapa de contenidos
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Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
Bibliografía complementaria
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Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3
de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado, 30 de diciembre de 2020, núm. 340, 122868-
122953.
Margalef, L. y Arenas, A. (2006). ¿Qué entendemos por innovación educativa? A propósito del
desarrollo curricular. Perspectiva Educacional, Formación de Profesores, 2006(47), 13-31.
31
Solbes, J., Montserrat, R. y Furió, C. (2007). El desinterés del alumnado hacia el aprendizaje
de la ciencia: implicaciones en su enseñanza. Didáctica de las Ciencias Experimentales y
Sociales, 21, 97-117.
Otros recursos
Consejo General de los Ilustres Colegios Oficiales de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras
y en Ciencias. Consejo General de los Profesionales de la Educación y la Cultura. (s. f.). [Web].
https://www.consejogeneralcdl.es/
Tarabini, A. (1 de octubre de 2017). Innovación educativa: qué, por qué y cómo. El Diario de
la Educación. https://eldiariodelaeducacion.com/2017/01/10/innovacion-educativa-que-por-
que-y-como/
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