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1. ¿QUÉ ES UNA EMOCIÓN?

"Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una


emoción hasta que intenta definirla. En ese
momento prácticamente nadie afirma poder
entenderla" (Wenger, Jones y Jones, 1962, p.3).

Las emociones son estados internos caracterizados


por pensamientos, sensaciones, reacciones
fisiológicas y conductas que son subjetivos. Son
universales, propias del ser humano y sirven, entre
otras cosas, para comunicarnos con los demás.
Hay emociones que se las llama positivas, porque
están asociadas con el bienestar y otras negativas
que se acompañan de malestar, pero todas ellas
son válidas y necesarias. No podemos evitarlas,
pero sí aprender a manejarlas, ya que tienen una
gran influencia en nuestra conducta y nuestro
pensamiento.
Todas las emociones tienen alguna función que les confieren utilidad, independientemente de
la cualidad hedónica (agrado-desagrado) que generen. Incluso las emociones más
desagradables tienen funciones importantes en la adaptación social y el ajuste personal
1.2. FUNCIONES PRINCIPALES DE LAS EMOCIONES
1.2.1. Función adaptativa de las emociones
Supone que las emociones funcionan tanto como facilitadoras de la respuesta apropiada ante
las exigencias ambientales, como inductoras de la expresión de la reacción afectiva a otros
individuos.
Así, por ejemplo, según la primera de estas funciones el miedo favorecería la huida o la
inmovilidad corporal defensiva y según la segunda función adaptativa, la expresión de miedo
podría ser útil para apaciguar una reacción intensa por parte de un agresor.
Esta función está especialmente delimitada en el caso de las emociones primarias y es más
evidente en los primeros años. A título de ejemplo, indicamos la correspondencia entre emoción
y función adaptativa más utilizada a nivel experimental:
Plutchik crea en 1980 la “rueda de las emociones”, en la que se distinguen ocho emociones
básicas de las cuales derivan todas las demás: aceptación, sorpresa, miedo, tristeza, aversión,
anticipación, ira y alegría. Para cada una de las emociones básicas hay distintos niveles de
intensidad

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Flores y Díaz (2001) afirman que: “Plutchik elaboró un modelo taxonómico de las emociones
colocando ocho “primarias” en un círculo, de tal manera que las menos similares se encuentren
en mutua oposición, con lo cual obtiene los siguientes cuatro ejes: alegría-tristeza, disgusto-
aceptación, ira-miedo, sorpresa-anticipación” (p. 21).
Por lo tanto, según el modelo de Plutchik, las emociones básicas se estructuran en pares
opuestos y la mezcla de dos emociones primarias origina sensaciones secundarias, como por
ejemplo: aceptación + miedo = sumisión; ira + disgusto = desprecio; alegría + aceptación =
amor.

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1.2.2. Función social de las emociones
La expresión de las emociones permite predecir a las demás personas el comportamiento que
vamos a desarrollar y a nosotros el suyo, lo que tiene un indudable valor para las relaciones
interpersonales y para la adaptación al entorno social.
La emoción es visible y por medio de ella realizamos intercambio informativo con nuestros
interlocutores. Las principales señales de comunicación del estado emocional a los demás son
la expresión facial y los movimientos de la postura, juntamente con la expresión verbal.
Prestando atención a esas señales podemos conocer los estados e intenciones de un sujeto en
relación a los otros (tanto si son miembros de una misma especie como de otra diferente), con
lo cual afectan al comportamiento o a las acciones de los otros y, a su vez, las emociones
expresadas por los demás vuelven a influir en el primero.
En otras palabras, las reacciones emocionales expresan nuestro estado afectivo, pero también
regulan la manera en que los demás reaccionan ante nosotros.
Igualmente, la propia represión de las emociones también tiene una evidente función adaptativa,
por cuanto que es socialmente necesaria la inhibición de ciertas reacciones emocionales que
podrían alterar las relaciones interpersonales.
En conclusión, nuestras emociones no pueden ser entendidas en un vacío social y cultural. Para
comprender su significado es necesario aprehender los valores culturales y las normas sociales
de quien las expresa, los modos en que entendemos y manejamos nuestras propias emociones
y las de los otros, así como las creencias culturales sobre su naturaleza. (Gondim y Estramiana,
2010, p. 42)
1.2.3. Función motivacional de las emociones
“La motivación se refiere a los anhelos, esperanzas, deseos y aspiraciones del ser humano,
tanto las suyas como los anhelos y deseos de aquellos que le importan” (Reeve, 2010, p.18).
La relación entre motivación y emoción es íntima: toda conducta motivada produce una reacción
emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de unas conductas motivadas y no otras.
La relación entre motivación y emoción no se limita al hecho de que en toda conducta motivada
se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede determinar la aparición de
la propia conducta motivada, dirigirla hacia determinado objetivo y hacer que se ejecute con
intensidad.
Esta función no depende del tipo de emoción sino de la dimensión de agrado-desagrado de la
emoción y de la intensidad de la reacción emotiva. Por ejemplo, la tristeza (emoción) nos llevaría
a realizar una determinada conducta, fundamentalmente de supervivencia (conducta motivada)
y que, dependiendo no de la emoción sino de su intensidad y agrado/ desagrado puede hacer
que la persona llore a solas o que busque compañía.
Y si es clara la función adaptativa de las emociones en el desarrollo psicosocial de un sujeto
como individuo social, también es patente su relación con el repertorio conductual. De esta

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forma, esa relación de correspondencia entre las emociones y las reacciones conductuales
puede desajustarse o provocar cierta sensación de descontrol. Para ampliar más información
sobre las emociones al respecto os dejamos el enlace al post sobre «Cómo controlar las
emociones y los pensamientos automáticos»

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2. DEFINICIÓN DE EMOCIÓN SEGÚN AUTORES

Desde hace muchos años el concepto de emoción se ha estudiado desde distintos puntos de
vista, desde el filosófico, literario, desde una tradición neurológica o psicofisiológica.
Las emociones son las respuestas a un acontecimiento que viene acompañado de cambios
fisiológicos, los cuales nos predispone a actuar. Una de las características de las emociones es
su alta intensidad en un corto periodo de tiempo, lo cual se diferencia de los sentimientos. No
todos experimentamos las emociones de la misma manera, ya que entran en juego el carácter,
la situación personal, la propia experiencia o el aprendizaje.
A continuación, encontraremos las diferentes definiciones de «emoción» que han aportado
distintos autores.
• CHARLES DARWIN
Charles Dawin fue un naturalista inglés, siendo uno de los científicos más influyentes que
trabajaron la evolución biológica. Darwin afirma que las emociones, en todos los animales y el
hombre funcionan como señales que comunican intenciones, siendo reacciones apropiadas a
la emergencia ante ciertos acontecimientos del entorno. Según Darwin, la función mñas
importante de las emociones es aumentar las oportunidades de supervivencia en el proceso de
adaptación del organismo al medio ambiente.
• WILLIAM JAMES
Una emoción es la percepción de cambios en el organismo como reacción a un hecho
«incitantr». Una frase que resume el pensamiento y trabajo de James sobre las emociones
sería: «no lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos»
• KLAUS R. SCHERER
Klaus Scherer es uno de los psicólogos sociales, considera que en la emoción pueden
observarse cinco componentes con sus funciones específicas. El componente de
procesamiento cognitivo de estímulos se encarga de evaluar el contexto. Los procesos
neurofisiológicos se encargan de regular el sistema. Las tendencias motivacionales y
conductuales se encargar de prepararse para la acción. La expresiçon motora se encarga de la
comunicación de intenciones. Por último, el estado afectivo subjetivo se encarga de la reflexión
y el registro.
✓ CARL LANG
El médico y psicólogo danés, afirma que la emoción puede ser analizada como un producto del
procesamiento de la información del cerebro. Este procesamiento puede ser definido en
términos mensurables de inputs y outputs entre el cerebro y el organismo
• RAFAEL BISQUERRA

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Rafael Bisquerra es Doctor en Ciencias de la Educación, Licenciado en Pedagogía y Psicología
y catedrático en la Universidad de Barcelona. Bisquerra define la emoción como un estado
complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que puede ser fuerte.
Se relacionan con un objeto emocional específico. Son reacciones afectivas, más o menos
espontáneas, ante eventos significativos. Implica una evaluación de la situación para
disponerse a la acción. La duración de una emoción puede ser de algunos segundos o varias
horas.
• VYGOTSKY
Vygotsky concuerda con la noción de Spinoza sobre las emociones, “…para quien los afectos
son un estado del cuerpo que aumentan o disminuyen la capacidad de actuar del propio cuerpo,
favoreciéndola o limitándola y al mismo tiempo las ideas de estos estados” (1930/2017, p. 112).
No obstante, estos estados del cuerpo son mucho más que simples estados. La transformación
de dichos estados que aumentan la capacidad de acción no tiene tanto que ver con la capacidad
del sujeto para controlar, organizar y planificar su conducta. Cabría tener en cuenta lo que en
“Teoría de las Emociones” Vygotsky intenta destacar respecto a estos estados o cambios
corporales relacionados con los afectos:
El quid de la cuestión consiste, por consiguiente, no en la existencia de estos cambios durante
las emociones, sino en la actitud de estos cambios corporales hacia el contenido psíquico y la
estructura de las emociones, por un lado, y a su significado funcional, por otro (1930/2017, p.
113).

3. PERO PARA QUE NOS SIRVE LAS EMOCIONES*

Primeramente, dichas emociones han hecho que el ser humano pueda ir evolucionando al pasar
del tiempo, nos ayudan a poder tomar decisiones, a la supervivencia de la adversidad que nos
rodea, incluso de los cambios y desafíos que nos encontramos a lo largo de la historia de la
humanidad.
Un ejemplo puede ser el miedo, esta emoción hace que la persona pueda estar alerta a algún
peligro cercano, la reacción a esta emoción permitirá que el individuo pueda huir del peligro.
Los niños experimentan una gama de emociones en un tiempo corto, de repente están llorando,
están felices, tristes o alguna otra emoción. Las emociones no son ni malas ni buenas, el hecho
importante es como se la damos a conocer a las personas, claro está, no podemos evitar
sentirlas, la clave es poder modelarlas y controlarlas.
Existe un término llamado “retraso genómico”, que se refiere a la incapacidad del ser humano
a no poder controlar o dominar las emociones. Muchas veces las personas no saben lo que
sienten, y si esto llega a suceder, entonces no sabrían cómo manejar estas emociones.
3.1. CEREBRO RACIONAL Y EMOCIONAL
Goleman nos expone que la mente está dividida en dos partes, las cuales son: racional y
emocional, la parte razonable es la que piensa o razona, la parte emocional es la que provee
los sentimientos. El neocórtex es la parte encargada de razonar y el sistema límbico es la parte

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encargada de las emociones. Como ya lo hemos estudiado, en el cerebro tenemos una parte
llamada amígdala, allí es donde se ubica el sistema Límbico que se encarga de las reacciones
de manera inmediata, esto dependiendo a los estímulos externos.
Se dice que el ser humano es una persona muy inteligente, por lo que al momento de sentir
emociones la inteligencia se ve opacada, la causa principal es porque la mente emocional es
mucho más rápida que la mente racional. Entonces la inteligencia emociona nos permitirá poder
tener la capacidad de poder controlar la gama de emociones que pueden presentarse en dichas
adversidades. Para llegar a lograr esta capacidad es importante poder conocerse así mismo,
ya que de esa manera al conocer lo que sentimos, podremos pensar en la manera más
adecuada a la hora de actuar.
Según explica Goleman (1995), la definición de Salovey subsume a las inteligencias personales
de Gardner y las organiza hasta llegar a abarcar cinco competencias principales:
1. El conocimiento de las propias emociones. El conocimiento de uno mismo, es decir, la
capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento que aparece, constituye
la piedra angular de la inteligencia emocional […] Las personas que tienen una mayor
certeza de sus emociones suelen dirigir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento
segur de cuáles son sus sentimientos reales.
2. La capacidad de controlar las emociones. La conciencia de uno mismo es la habilidad
básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento […]
Las personas que carecen de esta habilidad tienen que batallar constantemente con las
tensiones desagradables mientras que, por el contrario, quienes destacan en el ejercicio de esta
capacidad, se recuperan mucho más rápidamente de los reveses y contratiempos de la vida.
3. La capacidad de motivarse a uno mismo. El autocontrol emocional- la capacidad de
demorar la gratificación y sofocar la impulsividad- constituye un imponderable que
subyace a todo logro.
4. El reconocimiento de las emociones ajenas. La empatía, otra capacidad que se asienta
en la conciencia emocional de uno mismo, constituye la “habilidad popular” fundamental
[…] Las personas empáticas suelen sintonizar con las señales sociales sutiles que
indican qué necesitan o qué quieren los demás.
5. El control de las relaciones. El arte de las relaciones se basa, en buena medida, en la
habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas […] Las
personas que sobresalen en este tipo de habilidades suelen ser auténticas “estrellas”
que tienen éxito en todas las actividades vinculadas a la relación interpersonal.
La empatía es considerada por los autores como una de las características principales que
definen el comportamiento guiado por la inteligencia emocional además de un instrumento
motivador de la conducta altruista.

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4. ¿CÓMO FUNCIONA NUESTRO CEREBRO?

Conozcamos pues estas tres regiones cerebrales y cómo hacen que nuestro cerebro funcione
como lo hace.
4.1. Cerebro primitivo
Se trata del tallo encefálico. Allí se regulan las funciones vitales básicas como los movimientos
automáticos, la respiración y el metabolismo. Este cerebro primitivo no piensa ni aprende, solo
se encarga de la supervivencia. Es el cerebro de la Edad de los Reptiles.
4.2. Sistema o cerebro límbico
Surge con la aparición de los mamíferos. Se trata de la parte que envuelve el tallo encefálico.
Este sector neural trajo consigo las emociones y las añadió al repertorio de respuestas
cerebrales. Cuando estamos dominados por las emociones, en realidad, estamos bajo la fuerte
influencia del cerebro límbico.
4.3. Neocórtex
Exclusivo del Homo Sapiens y es el lugar donde yace el pensamiento, también donde se
integran y procesan los datos registrados por los sentidos. Gracias al neocórtex podemos
reflexionar y tener sentimientos respecto a ideas, símbolos e imágenes. La supervivencia de
nuestra especie se debe también al don estratégico del neocórtex, y gracias a él existe el arte,
la civilización y la cultura.
Fue de la región emocional desde donde se desarrolló nuestro cerebro racional, ambos están
vinculados por miles de circuitos neurales. Es por eso que las emociones son fundamentales
para el ejercicio intelectual.
Esto explica el hecho de que tengamos dos mentes: Una que piensa y otra que siente. Por
fortuna, ambas interactúan para construir nuestra vida mental.

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5. INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia emocional es la capacidad que algunas personas poseen al poder controlar las
distintas emociones que se presenten, lograr desarrollar la habilidad de ejercer una regulación
de manera constructiva de sí mismas.
La inteligencia nos expone Goleman, la habilitada de poder llegar a resolver un problema y
formar conceptos. La emoción nos dice que llega hacer propias y ajenas, al reconocimiento y al
poder manejar las mismas, muchas veces estas emociones nos permiten tomar muchas de las
decisiones en nuestra vida personal, ya que para tomar dichas decisiones debemos sentir, y
pensar antes de reaccionar a una situación.
Piaget concibe la inteligencia como una adaptación al medio que nos rodea. Esta adaptación
consiste en un equilibrio entre dos mecanismos: la adquisición de nueva información
(asimilación) y cómo se ajusta esta nueva información (acomodación).
Piaget piensa que la inteligencia y el pensamiento no son cualidades que nos vienen dadas de
nacimiento, sino que son complejos procesos cognitivos que, aunque tienen una base orgánica,
son resultado de las relaciones que establece un sujeto que quiere activamente conocer el
mundo social y cultural que lo rodea.
Según Piaget, los conocimientos no proceden ni de la sola experiencia con los objetos del
entorno, ni de una programación innata preformada en el sujeto, sino de construcciones
mentales sucesivas con constantes elaboraciones de nuevas estructuras que van dando lugar
a niveles progresivos del desarrollo cada vez más complejos e integrados. Dentro de su teoría
constructivista del desarrollo de la inteligencia podemos encontrar referencias a las emociones:
Las transformaciones de la acción provocadas por los inicios de la socialización no afectan
únicamente a la inteligencia y al pensamiento, sino que también repercuten profundamente en
la vida afectiva.

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Tal como hemos más o menos visto existe, en efecto, a partir del período preverbal, un estrecho
paralelismo entre el desarrollo de la afectividad y el de las funciones intelectuales, puesto que
son dos aspectos indisociables de cada acción: efectivamente, en cada conducta los móviles y
el dinamismo energético provienen de la afectividad, mientras que las técnicas y el ajustamiento
de los medios utilizados constituyen el aspecto cognoscitivo (sensoriomotor o racional). Por
tanto, no se produce nunca una acción totalmente intelectual (los sentimientos intervienen, por
ejemplo, incluso en la solución de un problema matemático: intereses, valores, impresiones de
armonía, etc.) ni tampoco actos puramente afectivos (el amor supone una comprensión), sino
que siempre y en todas las conductas relativas a los objetos, al igual que en las relativas a las
personas, ambos elementos intervienen debido a que se suponen entre sí. Existen únicamente
espíritus que se interesan más en las personas que en las cosas o en las abstracciones y otros
a los que les ocurre lo contrario, lo que hace que los primeros parezcan más sentimentales y
los segundos más adustos, pero se trata simplemente de otras conductas y otros sentimientos,
y ambos utilizan necesariamente a la vez su inteligencia y su afectividad (Piaget, 1991, p. 48-
49).
Como vemos, Piaget interrelaciona el plano intelectual con el plano emocional y afirma que no
existe ninguna acción puramente guiada por la inteligencia o por los sentimientos, sino que
ambos intervienen y afectan de forma coexistente en nuestra conducta.

6. CONCIENCIA EMOCIONAL

Según estos autores la conciencia emocional es la capacidad para percibir las propias
emociones y las de los demás, incluyendo la habilidad para captar el clima emocional de un
contexto determinado. Dentro de este bloque se pueden especificar las siguientes habilidades:
• Toma de conciencia de las propias emociones: es la capacidad para percibir con
precisión los propios sentimientos y emociones; identificarlos y etiquetarlos. Existe la
posibilidad de experimentar emociones múltiples y de reconocer la incapacidad de tomar
consciencia de los propios sentimientos debido a inatención selectiva o dinámicas
inconscientes.
• Dar nombre a las emociones: es la eficacia en el uso del vocabulario emocional adecuado
y utilizar las expresiones disponibles en un contexto cultural determinado para describir
los fenómenos emocionales.
• Comprensión de las emociones de los demás: es la capacidad para percibir con precisión
las emociones y sentimientos de los demás y de implicarse empáticamente en sus
vivencias emocionales.
• Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento. Los
estados emocionales inciden en el comportamiento y éstos en la emoción; ambos
pueden regularse por la cognición (razonamiento, conciencia). Emoción, cognición y
comportamiento están en interacción continua, de tal forma que resulta difícil discernir
qué es primero. Muchas veces pensamos y nos comportamos en función del estado
emocional.

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7. REGULACIÓN EMOCIONAL

Según Bisquerra y Pérez (2007), la regulación emocional es la capacidad para manejar las
emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia de la relación entre emoción,
cognición y comportamiento; tener buenas estrategias de afrontamiento; capacidad para
autogenerarse emociones positivas, etc.
Podemos dividir la regulación emocional en cuatro subcompetencias:
✓ Expresión emocional apropiada: es la capacidad para expresar las emociones de forma
conveniente. Implica la habilidad para comprender que el estado emocional interno no
necesita corresponder con la expresión externa. Esto se refiere tanto en uno mismo como
en los demás. En niveles de mayor madurez, supone la comprensión del impacto que la
propia expresión emocional y el propio comportamiento, puedan tener en otras personas.
También incluye el hábito para tener esto en cuenta en el momento de relacionarse con
otras personas.
✓ Regulación de emociones y sentimientos: esto significa aceptar que los sentimientos y
emociones a menudo deben ser regulados. Lo cual incluye: regulación de la impulsividad
(ira, violencia, comportamientos de riesgo); tolerancia a la frustración para prevenir
estados emocionales negativos (ira, estrés, ansiedad, depresión); perseverar en el logro
de los objetivos a pesar de las dificultades; capacidad para diferir recompensas
inmediatas a favor de otras más a largo plazo pero de orden superior, etc.
✓ Habilidades de afrontamiento: habilidad para afrontar retos y situaciones de conflicto, con
las emociones que generan. Esto implica estrategias de autorregulación para gestionar
la intensidad y la duración de los estados emocionales.
✓ - Competencia para autogenerar emociones positivas: es la capacidad para
autogenerarse y experimentar de forma voluntaria y consciente emociones positivas

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(alegría, amor, humor) y disfrutar de la vida. Capacidad para autogestionar el propio
bienestar emocional en busca de una mejor calidad de vida.

8. TENDENCIA PSICOPEDAGÓGICA EN EL ESTUDIO DE LAS EMOCIONES.

La importancia de educar al niño en el enriquecimiento de las capacidades emocionales ha sido


reconocida por los educadores desde hace décadas. Sin embargo, como reacción al exagerado
valor que se le ha dado al cociente intelectual y como resultado de una profunda reflexión sobre
la situación actual que nos toca vivir, ha sido calificada por algunos autores como de
desintegración social sin precedentes debido a la falta de control emocional de nuestras
actuaciones diarias.
Al respecto, (Goleman,1995), señala que es a partir de los años 80 cuando se considera la
Educación Infantil como el nivel educativo en el que más se puede influir con una adecuada
trayectoria del desarrollo de las capacidades cognitivas, afectivas, motivacionales y sociales del
niño. Se trata de un educando que todavía tiene su sistema nervioso en formación, su psiquismo
en construcción y su personalidad en desarrollo. Desde todos los puntos de vista. El potencial
de modificabilidad que posee el niño debe ser aprovechado para enriquecer al máximo sus
capacidades.
Según este autor, las características que apoyan el constructor de la inteligencia emocional
tienen que ver más con la capacidad para motivarse a sí mismo, con las expectativas que se
poseen, con la persistencia en las frustraciones, con la autorregulación de los impulsos y del
saber esperar, que con los índices académicos o profesionales que obtenga la persona.
Los resultados de sus investigaciones le hacen concluir que la inteligencia académica no nos
prepara para las vicisitudes que nos depara la vida, considera que la escuela debe ejercer una
función más directa en la formación de las actitudes, de los sentimientos y del auto- concepto
de los niños. Si bien es verdad que el tener un alto cociente intelectual no garantiza el nivel de
prosperidad, prestigio o felicidad en la vida, nuestra educación formal y las demandas culturales
siguen poniendo todo el énfasis en las habilidades cognitivas, ignorando, muchas veces, las
habilidades emocionales que afectan a nuestra capacidad de autorregularnos en el
comportamiento diario. Para Goleman, la educación de las emociones debe tener un lugar en
el currículo académico como lo tienen las matemáticas y el lenguaje.
Esta interpretación de la inteligencia emocional de Goleman es visiblemente apoyada por otros
autores orientados hacia la dimensión cognitiva del ser humano. En esta línea podemos
mencionar a Feuerstein y sus colaboradores (1980), a Gardner (1993) y a Stember (1986). En
concreto Gardner, aunque su atractiva Teoría de las Inteligencias Múltiples parte de habilidades
cognitivas, puntualiza la importancia y la necesidad de comprender las motivaciones y
emociones individuales, no sólo a nivel personal, sino también en relación con los otros. Este
autor valora igual estos aspectos personales a los cuales les atribuye el rol de nuevas
inteligencias, denominadas interpersonal e intrapersonal. La educación, para él, necesita
estimular al máximo las inteligencias personales porque son las que realmente educan a los

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líderes sociales y ayudan a reconocer los talentos y limitaciones personales, aspectos estos
esenciales en una sociedad democrática.
Por otra parte, diversos estudios han constatado que los docentes y el alumnado
frecuentemente tienen concepciones morales distintas. Por ejemplo, mientras el alumnado
atribuye un sentimiento de felicidad al que transgrede las normas morales, el docente le atribuye
estados emotivos más acordes con la moral social dominante.
Actualmente se dispone de evidencia que demuestra que los individuos más jóvenes no
establecen relación alguna entre el estado emocional de la víctima y el del agresor
(Sastre,1998:25-26). El agresor es insensible al dolor de la víctima. Esto puede darse en
situaciones de robo, violación, violencia, etc. Muchos niños perciben que cuando uno quita un
juguete a otro, se pone contento porque tiene lo que quiere, mientras que la víctima está triste.
Uno sale beneficiado y el otro perjudicado; y es mejor ser el beneficiado. Esto supone una
desconexión entre las emociones del agresor y de la víctima. La injusticia produce tristeza sólo
en la víctima. La superación de este estado no es fácil; la educación moral y emocional debería
incidir sobre este fenómeno. Un paso importante que señala Sastre consiste en apreciar los
estados emocionales de los demás. Esto supone un cambio de percepción en el sentido de
comprender que la satisfacción adjudicada al agresor en el fondo no es tal; su estado emocional
es más complejo: La ambivalencia pasa a ocupar el lugar de la alegría.
Este mismo autor indica que se da, por tanto, una disonancia entre profesorado y alumnado,
que puede interferir en los procesos educativos. Ambos miran la realidad desde contextos
emocionales diferentes. Por otra parte, este autor manifiesta que se ha comprobado que

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jóvenes con problemas de comportamiento atribuyen al agresor estados emocionales distintos
de otros jóvenes de su misma edad con comportamientos normales.
Las corrientes psicopedagógicas actuales se sostienen, en gran parte, en una visión holística
del desarrollo del niño, lo cual implica dotar de mayor protagonismo a la acción instrumento
básico del trabajo formativo.
La epistemología genética de Jean Piaget ha descrito con detalle el desarrollo cognitivo del niño
y del adolescente. Este modelo se ha aplicado al desarrollo moral y otros aspectos del desarrollo
humano. Igualmente podría aplicarse al desarrollo emocional.
Así mismo, Kohlberg, en la década de los sesenta, recoge la aportación pionera de Piaget
referida al razonamiento moral que pone de manifiesto la dificultad de adquirir un valor,
concretamente el valor moral de la justicia. Dividen el desarrollo moral en tres tipos
diferenciados de contenidos: de naturaleza comportamental, de naturaleza cognitiva y los de
actitudes y valores – entremezclados en estos últimos elementos cognitivos, emotivos y de
comportamiento-.
En el mismo orden de ideas, Geenspan y Thorndike (1997) desglosan las etapas del desarrollo
emocional durante los primeros años de vida. Se ha demostrado que los niños aprenden sobre
las emociones a una edad anterior a lo que se había creído anteriormente. Estudios recientes
han observado que el niño es capaz de reconocer emociones positivas y negativas desde los
primeros meses de vida.

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Lluch (2002) indica “el medio ambiente donde el niño se va a desarrollar es el que va a
determinar cómo se establecerán las emociones, vemos que al nacer ya se expresa el potencial
de las mismas, lo que demuestra que las emociones nacen con nosotros, son producto de la
herencia y de nuestra propia biología. Son la manifestación psicológica de nuestros
instintos”.(Pág.3)
La realidad de los hombres está comprendida por múltiples realidades, tantas como hombres
habitan el planeta y en esas realidades encontramos subjetivaciones más o menos
distorsionadas o disfuncionales que constituyen los cuadros gnoseológicos que aborda la
sicopatología. Abordar esta problemática significa comprender que ninguno de esos cuadros se
presenta de manera pura y que cada ser expresa la vivencia de su realidad integrando los
rasgos que le son propios y que hacen su percepción del tiempo, del espacio, de su
corporalidad. En definitiva, tener en cuenta los múltiples factores que incidieron en su educación
emocional; de modo que considerar a cada persona como un ente que necesita ayuda
compromete no sólo nuestra formación académica sino nuestra humanidad.
Todas las emociones que experimenta el niño, con mayor frecuencia en el transcurso de su
infancia, se convertirán en hábitos, que posteriormente en la etapa adulta configurarán, una
gran parte de su personalidad y carácter.
El ambiente en el cual se desarrolla el niño va a ser el causante de proporcionar la medida y la
cantidad de satisfacción y de insatisfacción que el niño va a experimentar, y el grado en que se
experimente dicha dualidad será el que lo hará feliz o infeliz.
Así como las emociones más experimentadas se convierten en hábitos, de esa misma forma se
irán transformando en el motor principal de la adaptación adecuada o no, y seguirán en su
camino de desarrollo hacia la etapa adulta determinando, además, la manera en que el individuo
ve la vida. Así también se establecerá como han de ser sus relaciones interpersonales, tanto
afectivas como racionales. De ahí la gran importancia de la “Educación Emocional”.
La forma de expresar las emociones determinada por la Educación Emocional, que se va a
establecer desde el principio de nuestra vida, tiende a seguir actuando en el transcurso de
nuestro desarrollo, a no ser que intervengan cambios radicales ambiente o de salud. Es decir,
un niño que se ha desarrollado en un ambiente estable y tranquilo, donde se han satisfecho sus
necesidades afectivas, tenderá a sufrir menos tensión y ansiedad que uno que haya vivido en
un ambiente formado de ruidos y excitaciones desagradables, donde ha tenido que llorar con
asiduidad para que lo atiendan.
Dentro de este contexto se toma como punto focal la búsqueda constante del desarrollo integral
del individuo y de la calidad educativa, se han perfilado nuevas tendencias para intentar solapar
aspectos eminentemente emocionales que en otros tiempos fueron descuidados como
intervinientes del éxito de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

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CONCLUSIONES.

En conclusión, las emociones y el estado de ánimo tienen una gran influencia en la manera que
respondemos a ciertas circunstancias y personas. Este comportamiento puede ser positivo o
negativo dependiendo del efecto que tenga la emoción o el estado de ánimo en nuestros
sentimientos. Las emociones y el estado de ánimo van a tener un efecto en algunos aspectos
del ámbito laboral, entre ellos el desempeño laboral. Una de las maneras en que podemos
aprender a controlar la emociones es a través de la inteligencia emocional. Para los gerentes,
la inteligencia emocional va a mejorar sus capacidades para manejar los recursos humanos, lo
que va a beneficiar el ambiente laboral en general. Un último aspecto que se describió en este
ensayo es el concepto de trabajo emocional como el control que ejercemos para cumplir con
las expectativas laborales. Este concepto se diferencia de la disonancia emocional, la cual es
se considera un tipo de control fingido que no va a la par de como en realidad nos sentimos.

Todos estos conceptos en alguna medida se relacionan con el desempeño laboral, ya sea
afectándolo positiva o negativamente.

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REFERENCIAS

Rafael Bizquerra Alzina. (2009). Estructura y función de las emociones y Psicopedagogía de las
emociones.
Biedma-Ferrer, J.M. (2017). La inteligencia emocional en las organizaciones y su impacto sobre
algunos aspectos de los recursos humanos.
Bolaños, A., Bolaños, E., Gómez, D. y Escobar, A. (2013). Origen del concepto
¨inteligenciaemocional¨. Recuperado de -emocional-en-las-organizaciones.pdf

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