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Coyhaique, diez de junio de dos mil catorce.

VISTOS:
Se reproduce la sentencia en alzada, en su parte
expositiva, considerandos y citas legales, con excepción de sus
motivos Segundo, Tercero y Cuarto, los que se eliminan.
Y SE TIENE, ADEMÁS, PRESENTE:
PRIMERO: Que, de fojas 107 a 109 vuelta, en estos
autos compulsados, comparece don Jaime Pereira Soto, abogado,
en representación de los demandados Ismael Díaz Oñate y
Leonardo Vidal Vásquez, interponiendo recurso de apelación en
contra de la sentencia definitiva de primera instancia, de fecha 15
de noviembre de 2013, escrita de fojas 87 a 89, en virtud de la cual
se rechazaron las excepciones opuestas en lo principal de la
presentación de fojas 11 a 12, por los ejecutados, y se ordenó
seguir adelante la ejecución hasta obtener el acreedor, Vicente José
Da Silva, entero y cumplido pago de lo adeudado, condenando en
costas a los ejecutados, por disposición expresa del artículo 471 del
Código de Procedimiento Civil, solicitando que el Tribunal de Alzada
revoque la sentencia recurrida, dictando otra de reemplazo en la
cual se acojan la excepción de ineptitud del libelo y de nulidad de la
obligación, de la relación fundamental por objeto ilícito, o en
subsidio, cualquiera de ellas, negando lugar a la demanda ejecutiva,
con costas.
SEGUNDO: Que, el recurrente fundamenta su apelación
aduciendo que la sentencia se basa en tres argumentos para
rechazar las excepciones opuestas; el primero rechaza la ineptitud
del libelo de artículo 464 N° 4 del Código de Procedimiento Civil,
porque considera que la demanda cumple todos los requisitos
legales que la hacen perfectamente comprensible; el segundo,
señala que no era necesario señalar el porcentaje de la obligación
que a cada uno de los ejecutados les correspondía, debido a que
por disposición del artículo 79 de la Ley N° 18.092, ellos han
quedado solidariamente obligados a su pago; y, como tercer
argumento, señala que no corresponde alegar la nulidad de la
obligación del contrato de compraventa de bienes muebles
celebrado con el ejecutante porque las letras de cambio son títulos
de crédito que permiten a su legítimo portador exigir del o los
deudores el crédito literal y autónomo que en él se expresa.
Agrega que, de estas argumentaciones, el fallo resulta
acertado a medias en cuanto al primer argumento, certero en el
segundo pero no así en el tercero, debido a que en el caso del
primero, se fundamentó la excepción en que el libelo resultaba
inepto porque no se indicaba el porcentaje de la obligación que
correspondía a cada uno de los ejecutados, ni se acompañaba el
título en el cual constaba que la obligación era solidaria. En este
sentido, el fallo se ajusta a derecho al rechazar la excepción,
fundado en el artículo 79 de la Ley N° 18.902, pero la sentencia
omite señalar que la excepción se basaba, además, en un segundo
aspecto, “que el libelo no menciona el título en virtud del cual se han
originado las letras de cambio, sí por compraventa, por arriendo o
por mutuo, toda vez que las cobraba el titular de las mismas, el Sr.
Da Silva, a través de mandataria, sin haberlas endosado en
comisión de cobranza, ni haberlas hecha circular por otra forma de
endoso. Con tal omisión, la demanda ejecutiva resultaba inepta al
omitirse el requisito N° 4 del artículo 254 del Código de
Procedimiento Civil y, por lo mismo, no quedaría claro los
fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya; en virtud de
qué negocio el acreedor original de las letras de cambio, las
cobraba, lo que deja en la oscuridad, para impedir que se supiera
que las había obtenido con la venta de bienes muebles
embargados, lo que era desconocido por sus representados. Aduce
que la sentencia yerra en este aspecto, porque se basa en si la
demanda es o no es comprensible, inteligible o entendible, de tal
manera, que la alegación de los ejecutados no va en ese sentido
como afirma la sentencia, sino en la omisión de los hechos y
fundamentos de derecho.
En relación al tercer argumento de la sentencia, el
recurrente manifiesta que en el fallo se eleva a la categoría de
dogma, el carácter formal y abstracto de la letra de cambio,
haciendo aplicable la abstracción hasta quienes están vinculados
por la relación fundamental, resultando del todo desacertado en
relación al caso y siendo necesario recurrir a este pleonasmo para
resaltar más el error del fallo. Agrega que, la buena doctrina,
enseña que “Antes de dar noción de títulos abstractos y causados,
se requiere explicar la vinculación existente entre los títulos de
crédito y la relación fundamental que le dio origen y que pertenecen
al derecho común. En otros términos se trata de precisar de qué
manera nace el título de crédito, a qué relación debe su creación y
qué relaciones interdependientes se generarán entre el título y la
relación fundamental” (Derecho Comercial, Títulos de Crédito,
contratos mercantiles y operaciones bancarias, T II, 4ª edición, año
1994, Edit. Jdca. De Chile, pág. 41). Señala, además, que se define
así el título de crédito abstracto: “Puede decirse que es aquel
documento bancario que, por estar desvinculado de su causa, no
menciona la relación fundamental y, en caso de hacerlo, ello resulta
irrelevante. La abstracción se produce respecto de los portadores
de buena fe, pero no en relación con quienes celebraron el negocio
causal. Ello equivale a decir que no es que los títulos de crédito
carezcan de causa fin, sino que ella se presume en el ámbito
cambiario, resultando irrelevante respecto del portador de buena fe,
que no intervino en la relación fundamental”. “En este orden de
ideas, dejamos constancia, en primer término, que el título de
crédito puede emitirse con motivo de cualquier contrato, que pasa a
ser su antecedente o relación fundamental, sino que ambas
relaciones jurídicas (documental y subyacente) pueden coexistir y
en principio coexisten. El libramiento de un título de crédito no
origina novación de la obligación que le dio origen, a menos que se
convenga expresamente (artículo 12 de la Ley N° 18.092, artículo
37 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques y, artículo
76 N° 2 de la Ley N° 18.075).
Refiere el recurrente, que el mismo autor, aclaró en su
minuta de alegato que se refería al profesor de Derecho Comercial,
don Ricardo Sandoval López, desarrolla aún más la causa de los
títulos de crédito diciendo: “la relación entre quienes están
vinculados por la relación fundamental y quienes no lo están, tiene
distinta relevancia jurídica doctrinaria. La situación entre el emisor y
el beneficiario no ofrece duda porque están vinculados por la
relación fundamental. No ocurre lo mismo con los terceros
sucesores del documento. Para la legislación cambiaria el portador
legitimado es un tercero de buena fe, que no participó en el negocio
o relación fundamental, y como su voluntad no se tuvo en cuenta al
convenirse dicha relación es ajustado a derecho que las
consecuencias jurídicas de tal negocio no le sean oponibles”. En
términos más simples, la letras de cambio, aun cuando sea un título
de crédito abstracto no lo es entre aceptante y beneficiario, cuando
ambos están vinculados por la relación fundamental o negocio, y
porque tampoco su libramiento ha originado novación de la relación
que le dio origen. En consecuencia, entre estos sujetos, el título de
crédito es causado, salvo que hubiesen pactado novación.
Continua el recurrente, señalando que siendo el Sr. Da
Silva y sus representados, vendedores y compradores, se
encuentran vinculados por la relación fundamental, que es la
compraventa de diversos implementos de maestranza celebrados
entre ellos en el mes de febrero del año 2010, ello fue lo que no se
expresó en la demanda, a lo cual estaba obligado el actor. Agrega
que, lo que ellos no hicieron, tanto el acreedor como su mandataria,
fue cobrar las letras de cambio como sí el supuesto acreedor,
Vicente José Da Silva, fuera un tercero adquirente de las letras de
cambio y, ambos, con astucia mediante el argumento de la
abstracción, omiten u ocultan, la venta de los bienes embargados y,
a la vez, producir la indefensión jurídica de sus mandantes y
obtener un enriquecimiento ilícito.
Refiere que, así queda en evidencia lo errado del fallo,
resultando el argumento de la abstracción del todo etéreo, cuando
en derecho correspondía todo lo contrario, es decir, debía
vincularse las letras de cambio con la relación fundamental y, al no
hacerlo el ejecutante, la demanda resultaba inepta. Solamente se
dice, que el actor ejecutante es el dueño de las letras de cambio,
pero no se dice por qué es el dueño de ellas, cómo las obtuvo, si
por el vendedor, las obtuvo por endoso u otro modo, nada dice a
éste respecto tan relevante.
Expone que, si el fallo hubiese aplicado correctamente el
derecho, necesariamente la conclusión habría sido totalmente
opuesta, es decir, haber acogido las excepciones y rechazar la
demanda ejecutiva, con costas. Agrega que, este error jurídico,
lleva al fallo a una segunda equivocación, de desechar la excepción
de nulidad absoluta de la obligación por objeto ilícito y, a omitir la
valoración de la prueba rendida por su parte, tanto la documental
como la testimonial, porque estaban destinadas a probar el contrato
que originó los títulos de crédito, que resultaba, según la sentencia
definitiva, dada la naturaleza de los títulos ejecutivos de que trata.
Sin embargo, ha quedado demostrado que las letras de cambio del
juicio, son actos causados, que los testigos están contestes de que
José Vicente Da Silva, tenía un taller de maestranza que vendió a
sus representados, con las especies que contenía, como taladros,
galleteras, torno y demás herramientas y, que todas ellas fueron
embargadas. El embargo, se encuentra probado con la prueba
instrumental en copia autorizada del expediente, caratulado
“Tesorería Regional de Aysén con Da Silva, José Vicente”, Rol N°
C-31.849-2010 del Primer Juzgado de Letras de Coyhaique,
quedando establecido que el Sr. Da Silva vendió cosas muebles
embargadas, configurándose la nulidad absoluta por objeto ilícito.
Finaliza el recurrente, señalando que la mala fe del
ejecutante y de su mandataria, se vuelve a repetir en la propia
demanda y desarrollo del juicio debido a que doña Norma Cubillos
Álvarez, incurre en falsedad ideológica al afirmar categóricamente
en su demanda, que el actor tiene su domicilio en el de ella, es
decir, calle Juan Mackay N° 3186 de Coyhaique, a sabiendas que
Da Silva tenía su domicilio en Brasil desde hacía tres años y, que
una vez, exigida su presencia para absolver posiciones, recién
alegó su domicilio brasilero, evitando de ésta forma presentarse
ante la justicia, con evidente perjuicio de sus representados y,
siempre amparado en la teoría de los títulos de créditos abstractos
para calificar, según el fallo, de inoficiosas las pruebas que su parte
ha rendido y, solicitado rendir para probar la nulidad de la relación
fundamental y, en consecuencia, no se origina responsabilidad
penal por dicha falsedad. De esta manera, el fallo apelado obsta a
la persecución penal de la mandataria del ejecutante.
TERCERO: Que, previo a resolver los capítulos de
apelación interpuestos por el abogado de los ejecutados y en lo que
dice relación con las excepciones que se han deducido, debe
dejarse establecido que el legislador en los artículos 7, 12 y 28 de la
Ley N° 18.092 sobre Letras de Cambio y Pagares, ha establecido
mediante estos preceptos principios para estimular la circulación de
los títulos de crédito y, por tanto, si las letras de cambio a que se
refiere este juicio no han salido de manos del librador, que giró los
instrumentos a su propia orden contra los ejecutados, que son
aquellos en contra quienes precisamente se deduce el cobro,
significa que carecen de aplicación los principios anteriores para
pretender desligar los referidos títulos de la relación causal de la
cual emanaron y que es la que les dio origen.
CUARTO: Que, respecto a la abstracción o causalidad
de la letra de cambio, debe expresarse que el juez de la instancia,
en el motivo Segundo de la sentencia que se conoce, dio por
sentado que atendida la naturaleza de los títulos cuyo pago
pretende el ejecutante, no está obligado a señalarse la causa que la
ha originado, dándole validez por tanto a dichos documentos, con
independencia a la causa que los originaría, pero como bien lo
señala el apelante ello no siempre es así, dado que debe
considerarse que, como regla general, los actos jurídicos son
causados y los abstractos son excepcionales y, por ende, la letra de
cambio es abstracta solamente cuando circula como título de
crédito, ya sea por mano cuando es al portador o por endoso si es a
la orden, pero no ocurre lo mismo si las letras de cambio no
circularon, como es el caso que se conoce, por lo que se debió
indicar el título que las originó.
Es así que el Profesor Ricardo Sandoval, define el título
de crédito abstracto, como aquel documento bancario que por estar
desvinculado de su causa, no menciona la relación fundamental y,
en caso de hacerlo, ello resulta irrelevante.
En consecuencia, la letra de cambio entre el aceptante y
beneficiario, es un título de crédito causado estando vinculados por
la relación fundamental o negocio, salvo que se hubiese pactado
novación. Sin embargo, de la causa, consta que el acreedor,
Vicente José Da Silva, intenta el cobro de las letras de cambio a
través de un tercero a quién le otorgó poder, doña Norma Cubillos
Álvarez, como si fuera un tercero adquirente de estos instrumentos
de crédito, en circunstancias que los aceptantes de éstos, atribuyen
su origen a la venta de bienes muebles que les habría efectuado
aquél y que se encontraban embargados, habiendo afirmado los
aceptantes que las letras de cambio se originaron por la adquisición
de diversas especies muebles de un taller de maestranza que les
vendió Da Silva, tales como taladros, galleteras, tornos y demás
herramientas, especies muebles que se encontraban embargadas,
como ya se dijo, lo que demostraría la mala fe del ejecutante, cobro
ejecutivo que se amparó en la teoría de los títulos de crédito
abstractos y que permitió al sentenciador desestimar la excepción
de nulidad de la obligación que dedujo.
Que, en consecuencia, en el presente caso, tiene
aplicación lo que el profesor de Derecho Civil Daniel Peñailillo
Arévalo, en su obra sobre Obligaciones ha expresado, en orden a
que la abstracción surge principalmente al circular el instrumento,
pues son los terceros a los que se pretende atender, facilitando así
el comercio, y es a ellos a los que se justifica liberarlos del problema
de la causa, pero entre estas partes, en los títulos de crédito, el acto
permanece causado, agregando que la posibilidad de discutir la
causa persiste mientras el título permanece en manos de un
miembro causal.
Que, en relación con lo mismo, el autor Luis Ubilla
Grandi en su libro “Teoría General de la Letra de Cambio y del
Pagare en la Ley N° 18.092” expresa que: “Toda obligación tiene
una causa. Las obligaciones cambiarias no escapan a la regla que
deben tener una causa, por lo cual el que sean abstractas no puede
significar que carezcan de ella, sino, simplemente, de que la causa
carece de relevancia jurídica. La obligación cambiaria de cada
suscriptor es abstracta en el sentido de que ellas es absolutamente
independiente, con respecto al portador, de la existencia y validez
de la relación fundamental que constituye generalmente la causa”
añadiendo que la causa es “el porqué” una persona se obligó
cambiariamente y finaliza señalando que para que se dé el carácter
en comento, esto es, la abstracción, es necesario que el documento
haya circulado.
QUINTO: Que, de lo dicho, debe concluirse que toda
obligación debe tener una causa, la que además debe ser lícita, por
lo que las letras de cambio no escapan a la regla general de ser
causadas, y es evidente que los que intervienen en un acto jurídico,
como el de autos, necesariamente tuvieron un motivo o causa que
provocó la suscripción de los documentos, puesto que de no existir
ello se produciría un enriquecimiento sin causa de parte del
supuesto acreedor y en directo perjuicio de los eventuales
deudores.
Que, además, todo acto jurídico conceptuado como una
manifestación de voluntad hecha con el propósito de crear,
modificar o extinguir derechos y obligaciones, requiere de
condiciones de validez para que dicho acto produzca sus efectos,
entre ellos debe tener un objeto lícito y una causa lícita.
Que, para terminar, debe expresarse que en el caso que
se conoce, se puede constatar que en las letras de cambio de que
se trata, materia de la ejecución, no se produjo endoso, por lo cual
no se transfirió el dominio de éstas, ni fueron entregadas en cobro
y, por ende, dichos documentos no se han transferido ni circulado.
SEXTO: Que, establecido lo anterior, cabe referirse,
ahora, a las excepciones a la ejecución deducidas por los
demandados, que fueron desestimadas por el juez de la instancia y
que motivaron el recurso de apelación planteado.
SÉPTIMO: Que, respecto a la primera excepción
interpuesta, esto es, la del N° 4 del artículo 464 del Código de
Procedimiento Civil, es decir, la ineptitud del libelo por falta de algún
requisito legal en el modo de formular la demanda, de conformidad
a lo dispuesto en el artículo 254 del mismo cuerpo legal, cabe
expresar que ésta , tal como lo expresó el juez de la instancia, debe
ser desestimada, dado que del simple examen de la demanda
deducida, se puede constatar que ésta cumple con todos los
requisitos que establece el artículo 254 del Código de
Procedimiento Civil, sin que de la misma aparezca que ésta sea
ininteligible, confusa o vaga y, en la misma, se ha hecho una
exposición de los hechos y fundamentos de derecho en que se
apoya, no resultando ininteligible en los términos que lo ha
determinado el legislador y la jurisprudencia. En cuanto a lo
aseverado por el apelante en orden a que el fallo omitió señalar que
la excepción se basaba, además, en un segundo aspecto que el
libelo no mencionó, relativo al título en virtud del cual se originaron
las letras de cambio, cabe expresar que la omisión que ésta anota
no dice relación a si la demanda es o no inepta, en los términos que
la ley considera ésta, sino con aspectos y situaciones legales de
fondo atingentes a otra excepción que se ha establecido por el
Código de Procedimiento Civil y que también se hizo valer, como a
continuación se analizará y, por ello, no cabe sino desestimar la
excepción de ineptitud del libelo planteada por este motivo
OCTAVO: Que, en relación con la segunda excepción
deducida, contemplada en el artículo 464 N° 14 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, la nulidad de la obligación, debe
expresarse que ésta excepción se fundamentó en que las letras de
cambio fueran aceptadas por los ejecutados como parte del precio
que debían pagar por la venta que les hizo don Vicente José Da
Silva, el ejecutante, en el mes de Febrero del año 2010, consistente
en todos los implementos de una maestranza que éste tenía en esta
ciudad, por lo que pagaron inicialmente la cantidad de $1.000.000, y
el saldo de precio, con las letras que se hacen valer en este juicio,
siendo los objetos comprados, entre otros, dos prensas, un torno,
tres soldadoras electrónicas, un taladro de pedestal y material de
acero para trabajos de maestranza, agregando el apelante que,
posteriormente, hasta la maestranza llegó un camión con un
receptor judicial con orden de retirar las especies compradas ya que
estaban embargadas por la Tesorería General de la República, lo
que significa que Da Silva les vendió las cosas de la maestranza a
sabiendas que estaban embargadas para luego irse de regreso a
Brasil, su país de origen, por lo que fue imposible anular el contrato
y obtener la restitución de la parte del precio pagado, o en su
defecto, recuperar las letras de cambio giradas que se las dejó a su
mandataria doña Norma Cubillos Álvarez, pretendiéndose con su
cobranza un enriquecimiento ilícito y, por ende, la referida venta es
nula absolutamente por objeto ilícito.
NOVENO: Que, lo aseverado por los ejecutados, se
encuentra acreditado con la prueba rendida en estos autos,
consistente en la testimonial rolante de fojas 22 a 27, constando de
la declaración del testigo Ruperto Enrique Álvarez Molina, que ellos,
refiriéndose obviamente a los ejecutados, trabajaron dos a tres años
en un taller colindante a su casa en el que anteriormente estaba el
señor Da Silva a quién él le facilitó herramientas y quién un día se
fue del taller sin devolverselas y que le comentaron los ejecutados
que después le embargaron todas las herramientas que le habían
adquirido a Da Silva, entre ellas soldadoras eléctricas, un pedestal,
las que fueron rematadas para amortizar una deuda que Da Silva
tenía vigente con el Fisco, agregando que las especies embargadas
estaban dentro del taller de Vicente Da Silva y afirmando que éste
le vendió el taller incluyendo las herramientas y maquinarias que
estaban al interior del taller a Leonardo Vidal Vásquez y a Ismael
Díaz Oñate, lo que le consta porque vive al lado del taller e iba
todos los días.
Que, por su parte, la testigo doña Rosa Margarita
Fernández Arriagada, respecto al punto de prueba N° 2, esto es,
efectividad de ser nula la obligación que se cobra en autos, expuso
que conoce a los demandados ya que eran vecinos y colindantes a
su casa y que estos hacían trabajos de fierro ya que era una
tornería. Que, anteriormente, el dueño era don Vicente Da Silva y
que dicho taller con sus maquinarias y herramientas que estaban
dentro del taller, soldadoras y tornos, fueron vendidos por éste a los
demandados, lo que le consta porque siempre conversaban,
imponiéndose también que las maquinas fueron embargadas
judicialmente por deudas del señor Da Silva y rematadas.
A su vez, el testigo don Jorge Damián Bizama Castillo,
expresa que ubicaba a Vicente Da Silva, por la parte laboral, ya que
era tornero y le iban a dejar trabajos, eso hace seis o siete años
atrás y que en calle Alejandro Gutierrez habían soldadoras, un
torno, herramientas de trabajo en general, muchos fierros,
galleteras, un taladro de pedestal y otros pequeños de mano, lo que
le consta porque a veces iba a trabajar y que el taller de Da Silva, lo
vendió incluyendo las maquinarias y herramientas que señala, a los
demandados Ismael Díaz Oñate y Leonardo Vidal Vásquez, lo que
le consta porque trabajaron juntos en Automotriz Varona y estos se
retiraron con el fin de trabajar independientes en el taller que era de
Da Silva y que, por comentarios de Leonardo Vidal, supo que le
embargaron y remataron judicialmente las maquinarias y
herramientas.
Que, a lo anterior, debe agregarse el mérito de las
compulsas agregadas a estos autos de causa Rol N° 31.849 del
Primer Juzgado Civil de esta ciudad, en que figura como
demandante la Tesorería General de Aysén y como demandado
Vicente José Da Silva, por cobro de obligaciones tributarias, que
rola a fojas 28 y siguientes, de la cual consta, específicamente a
fojas 43 de esta compulsas, que con fecha 18 de agosto de 2009,
esto es, con antelación a la suscripción de las letras de cambio que
se cobran en estos autos, hecho que ocurrió el 5 de febrero de
2010, vale decir, más de cinco meses antes, al ejecutante Da silva
se le embargó diversas especies muebles, específicamente
maquinarias y herramientas que da cuenta el acta correspondiente,
para luego salir éste del país con destino a Brasil con fecha 16 de
febrero de 2010, sin que conste su reingreso, según documento de
fojas 69.
DÉCIMO: Que, en consecuencia, de lo anterior fluye
entonces con claridad y precisión que efectivamente los
demandados Vidal y Díaz, procedieron a suscribir como aceptantes
las letras de cambio que da cuenta ésta ejecución para responder
por la adquisición de diversas maquinarias y herramientas que
efectuaron al ejecutante Da Silva, es decir, contrajeron ésta ineficaz
obligación para pagar dichas especies muebles, siendo ésta la
causa necesaria y que motivó contraer la obligación cambiaria, en
circunstancias que dichas especies ya se encontraban con embargo
judicial por parte del Fisco de Chile, lo que indudablemente era de
pleno conocimiento del ejecutante Da Silva, lo que revela una clara
manifestación de haber actuado éste de mala fe e incurriendo en
objeto ilícito al tenor de lo dispuesto en el artículo 1.464 N° 3 del
Código Civil, que preceptúa que hay objeto ilícito en la enajenación
de las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el Juez
lo autorice o el acreedor consienta en ello, situaciones
excepcionales éstas últimas que no acontecieron, por lo que,
consecuencialmente, la excepción a la ejecución interpuesta por el
abogado de los ejecutados, relativo a la nulidad de la obligación,
debe ser acogida.
UNDÉCIMO: Que, atendido lo señalado
precedentemente y en cuanto al pago de las costas a que fueron
condenados los ejecutados, corresponde absolver a éstos de la
ejecución por haberse acogido una de las excepciones opuestas, y
teniendo presente lo dispuesto en el artículo 471 del Código de
Procedimiento Civil, se revocará la sentencia en cuanto por ella se
condenó en costas a los mismos.
Con lo expuesto y lo establecido, además, en los
artículos 144, 186 y 471 del Código de Procedimiento Civil, se
declara:
I.- Que, se REVOCA la sentencia definitiva apelada de
fecha quince de noviembre de dos mil trece, escrita de fojas 87 a
89, de este cuaderno de compulsas, mediante la cual se rechazó la
excepción opuesta en lo principal de la presentación de fojas 11 a
12 por los ejecutados Ismael Ananías Díaz Oñate y Leonardo Alexis
Vidal Vásquez, se ordenó continuar adelante con la ejecución y se
condenó en costas a los ejecutados y, en su lugar, se resuelve que
PRONUNCIADA POR EL SEÑOR PRESIDENTE SUBROGANTE DON SERGIO
FERNANDO MORA VALLEJOS, EL SEÑOR MINISTRO TITULAR DON LUIS DANIEL
SEPULVEDA CORONADO Y EL SEÑOR MINISTRO TITULAR DON PEDRO
ALEJANDRO CASTRO ESPINOZA. AUTORIZA DON EDMUNDO ARTURO RAMIREZ
ALVAREZ, SECRETARIO TITULAR.

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