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Universidad de Panamá

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Escuela de Derecho

Ciencias Políticas
1032

Profesor:
Guillermo Moreno

Examen semestral
Síntesis sobre El capital – Karl Marx
CAPÍTULO I

Estudiantes:
Almanza, Cristal 8-1001-555
Alvarado, Mariana EC-35-11518
Athanasiadis, Mariángel 8-1009-236
Bethancourt, José 8-1003-1217
Batista, Jatdiell 8-987-2291
Yulissa Chaparro 8-994-327
Rodríguez, Carlos 8-927-538

Jueves, 17 de noviembre de 2022


ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.......................................................................................................3

LA MERCANCIA........................................................................................................4

Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y magnitud del
valor).......................................................................................................................4

Carácter doble del trabajo representado en las mercancías.................................6

La forma de valor o valor de cambio......................................................................8

La forma relativa de valor desarrollada................................................................10

La forma equivalencial concreta.......................................................................10

Defectos de la forma total o desarrollada del valor..........................................10

¿Qué es la Forma General del Valor?..............................................................11

El fetichismo de la mercancía y su secreto..........................................................12

CONCLUSIÓN.........................................................................................................15

BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................16

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INTRODUCCIÓN
Karl Marx nació en Trier, Alemania, en 1818. Estudió derecho, filosofía e historia y
trabajó como editor de un periódico liberal. Cuando sus opiniones fueron
censuradas, se mudó a Francia y conoció al hijo del dueño de una fábrica,
Friedrich Engels, con quien escribió el Manifiesto comunista en 1847. En 1849,
Marx se exilió en Londres, donde empezó una intensiva investigación que resultó
ser su obra maestra de economía política, El capital. El primer volumen se publicó
en 1867; el segundo y tercer volúmenes se publicaron después de que murió en
Inglaterra en 1883.
Marx pasó 15 años trabajando sólo en el primer volumen de esta compleja obra
donde detalla la “plusvalía” que los trabajadores crean para quienes poseen los
“medios de producción” y cómo venden los explotadores capitalistas sus
mercancías, no para comprar otras, sino para incrementar su propia riqueza.
La primera sección se compone, a su vez, de tres capítulos, el primero de los
cuales titulado “La mercancía”, fue señalado muchas veces por Marx como el más
importante y difícil de toda la obra.

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Sección Primera
MERCANCIA Y DINERO

Capítulo I

LA MERCANCIA
Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y magnitud
del valor)

Marx empieza este capítulo poniéndonos en el contexto de las sociedades en la


que domina el modo de producción capitalista, esta toma en cuenta que en todas
las sociedades interactúan distintos modos de producción y que cuando nos
referimos a una sociedad moderna no podemos hablar de un modo de producción
homogéneo sino de un modo de producción dominante y otros secundarios.
La manifestación más inmediata y sensible de esto es la mercancía individual,
esta mercancía tiene una doble naturaleza, su primera naturaleza se refiere a sus
cualidades sensibles, la de ser satisfactor de necesidades humanas ya sea de
manera inmediata o como medio de producción. Esta naturaleza es su aspecto
cualitativo y se le llama valor de uso.
El valor de uso de una mercancía según Marx es un hecho histórico y está
condicionado por las propiedades del cuerpo de la mercancía, a esto nos
referimos con que, aunque dependa de sus propiedades físicas el que estas sean
satisfactores de necesidades no está definido por leyes económicas sino por las
necesidades que la sociedad tenga en ese momento, hasta que la sociedad no
encuentre un uso para ellas.
Existe una segunda propiedad que hace de algo que sea un valor de uso también
una mercancía. Y esto es su capacidad de ser intercambiado. Las mercancías no
solo sin satisfactores de necesidades, sino que también son objeto de intercambio.
Se cambian unas mercancías por otras en distintas cantidades, y a esto se le
llama valor de cambio.
El valor de cambio es una relación cuantitativa entre un valor de uso y otra, esto
quiere decir que es la proporción en la que un valor de uso se puede intercambiar
por valores de uso de un tipo diferente.
El valor de cambio se expresa en términos de otra mercancía.

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El valor de cambio, la relación cuantitativa entre las mercancías que se
intercambien, es sólo la manifestación de otra propiedad. Una propiedad que no
es física, pues las propiedades físicas de los objetos son solo parte de su valor de
uso.
Para encontrar esta propiedad lo que tenemos que hacer es abstraer el valor de
uso y la propiedad física de la mercancía. Al hacer esto a la mercancía sólo le
queda una propiedad que es la de ser producto del trabajo.
Esta cualidad de la mercancía se llama valor, y es aquello que tienen todas las
mercancías y que permite que se comparen entre sí como valores de cambio.
Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor, esto quiere decir que satisface
necesidades humanas, pero no es producto del trabajo.

Marx también menciona que algo puede ser útil y producto del trabajo humano y
no ser mercancía. dice que alguien que satisface su propia necesidad con lo que
produce crea un valor de uso, pero no una mercancía. para que algo sea una
mercancía el trabajo debe producir un valor de uso social, un valor de uso para
otros.
Finalmente, ninguna cosa puede ser valor si no es objeto para el uso, sino es un
valor de uso. Las cosas inútiles tienen trabajo inútil que no cuentan como trabajo y
no constituye valor alguno, así que hay cosas que son valores de uso y no son
valores. Pero no hay cosas que son valores, pero no valores de uso.

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Carácter doble del trabajo representado en las mercancías

Vamos a abordar la segunda entrada del capítulo primero de La Mercancía. En el


que Marx nos propone un análisis sobre la dualidad del trabajo en el contenido de
valor. Este se concentra en desarrollar la “naturaleza doble” del trabajo, contenido
en la mercancía: productor de valores de uso y productor de valores de cambio.
Los valores de uso satisfacen una necesidad y para producirlos se requiere “un
tipo determinado de actividad productiva”, la que viene determinada por su fin, su
modo de operar, su objetivo, sus medios y su resultado. Este tipo de producción
no es más que trabajo útil, es decir aquel “cuya utilidad se presenta así en el valor
de uso de su producto o en el hecho de que su producto es un valor de uso”. Así
como el traje y la vela son valores de uso cualitativamente diferentes, afirma Marx
que los trabajos contenidos en ellos son también diferentes en su calidad.
Además, los valores de uso no pueden enfrentarse como mercancías “si no
encierran en ellos trabajos útiles cualitativamente diferentes”.

Los valores de uso son “combinaciones de dos elementos, material natural y


trabajo”, por lo que, si se les sustrae “la suma total de los distintos trabajos útiles
contenidos en el traje, la tela, etc., queda siempre un residuo material,
proporcionado por la naturaleza y sin intervención del hombre”.
Pasando de la mercancía como objeto de uso al valor de la mercancía, apunta
Marx que, en calidad de valores, “traje y tela son objetos de idéntica sustancia,
expresiones objetivas de un trabajo idéntico”, pero la sastrería y la tejeduría son
trabajos cualitativamente diferentes, sin perjuicio de existir situaciones en donde
un mismo individuo realiza alternativamente ambos. Si se prescinde de la
determinación de la actividad productiva (y, por ende, del carácter útil del trabajo),
lo único que nos queda es que ambas mercancías no son más que el producto de
“un gasto de fuerza de trabajo humana”.
El “trabajo medio simple” cambia de carácter en países y épocas culturales
distintas, “pero viene dado en una sociedad determinada”. El trabajo más complejo
no es más que “trabajo simple potenciado o más bien multiplicado, de suerte que
una cantidad menor de trabajo complejo equivale a otra mayor de trabajo simple”.

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Ahora bien, el traje y la tela no son solamente valores en general, sino valores que
poseen una determinada magnitud: siguiendo el ejemplo el Marx, el traje vale el
doble que 10 varas de tela. ¿A qué se debe esta diferencia de magnitudes? “Al
hecho de que la tela contiene solamente la mitad de trabajo que el traje, de suerte
que para la producción de este último la fuerza trabajo debe invertirse el doble de
tiempo que para la producción de la primera”. Por lo tanto, como la magnitud del
valor de una mercancía solo representa la cantidad de trabajo contenida en ella,
luego de reducirse a trabajo humano sin más calificación, las mercancías “tienen
que ser siempre, en cierta proporción, valores de igualdad magnitud”.

Marx establece una relación inversa entre cantidad de trabajo necesario para
producir una determinada mercancía y su valor, en el sentido de que, si aumenta
la cantidad de masa de riqueza material, es decir, la cantidad de valores de uso
producidos por x jornadas de trabajo, asistiremos a una “caída simultánea de sus
magnitudes de valor”. La fuerza productiva “es siempre fuerza productiva del
trabajo útil, concreto, y, de hecho, sólo determina el grado de eficacia de la
actividad productiva conveniente en un espacio de tiempo dado”.

Sin embargo, “el cambio de la fuerza productiva no afecta en absoluto al trabajo


representado en el valor”. De ahí que “el mismo trabajo produzca siempre, en los
mismos espacios de tiempo, las mismas magnitudes de valor, cualquiera sea el
cambio de la fuerza productiva”. El mismo cambio de la fuerza productiva que
incrementa “la fecundidad del trabajo, y, por consiguiente, la masa de los valores
de uso proporcionados por él reduce, pues, la magnitud del valor de esta masa
total incrementada cuando reduce la suma de tiempo de trabajo necesario para su
producción”.

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La forma de valor o valor de cambio

Formas en que se expresa el valor de las mercancías en las diversas etapas del
proceso histórico de desarrollo de la producción mercantil. Se distinguen las
siguientes formas del valor: 1) la simple o fortuita; 2) la total o desarrollada; 3) la
general, y 4) la forma dinero del valor.

a. Forma relativa del valor. La forma relativa del valor tiene una peculiaridad
cualitativa. La mercancía puede encontrarse en forma relativa del valor,
porque en ella se contiene algo homogéneo cualitativamente con la
mercancía que inicia la relación de cambio. La forma relativa del valor tiene
además una característica cuantitativa.

b. Forma equivalencia. Como se ha visto, cuando una mercancía A (el lino)


expresa su valor en el valor de uso de una mercancía de otra especie, B (la
levita), imprime a esta última una peculiar forma de valor, la forma
equivalente. La mercancía lino, pone de manifiesto su valor a través del
hecho de que la levita, sin tener que suponer una forma de valor diferente
de su forma corpórea, vale lo mismo que ella. Así, pues, el lino expresa de
hecho su propio valor por la circunstancia y en la circunstancia de que la
levita es inmediatamente intercambiable con él. Consiguientemente, la
forma de equivalente de una mercancía es la forma de su
intercambiabilidad inmediata con otra mercancía.

c. La forma simple o fortuita del valor. es, histórica y lógicamente, la primera


forma en que se expresa el valor de una mercancía y corresponde a la
etapa inicial del desarrollo de la producción mercantil.

● Forma equivalente: La forma equivalente de una mercancía es la manera


en que explícitamente es canjeable por otra mercancía. La magnitud del
valor (determinada por el tiempo de trabajo socialmente necesario para la
producción de la mercancía) es independiente de la forma de valor que
reviste la mercancía (como valor relativo o valor equivalencial). Pero si la
forma adopta la forma equivalencial ésta no podrá referirse a sí misma.
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Está obligada a referirse a otra mercancía como equivalente. Caso contrario
se produce una tautología. En consecuencia, la forma equivalente de una
mercancía carece de determinación cuantitativa del valor ergo la relación de
valor no es únicamente expresión de una relación cuantitativa como se
insiste en la economía convencional y sus hueras interpretaciones de este
hecho. Peculiaridad de la forma equivalente, por ende, se caracteriza por
transfigurar el valor de uso en el elemento de expresión del valor. En la
relación de valor capitalista el valor de uso, la forma natural de la mercancía
se trastoca en forma de valor.

● La forma simple del valor vista en conjunto: Esta es la primera forma


histórica en que se manifiesta el valor. Se da cuando las sociedades
primitivas empiezan a producir un excelente y existe la posibilidad de un
intercambio. Esta primera forma de intercambio es el trueque. Es en el
trueque en donde se manifiesta la forma simple del valor que representa la
base de todas las formas posteriores del mismo. Se le llama también forma
fortuita porque se da en forma ocasional cuando se produce el excedente.
Si no hay producción de excedentes tampoco hay intercambio y producción
de valores, ya que solo se producirán valores de uso. Un ejemplo de forma
de valor es: Dos sacos = Un saco de sal Polo relativo Polo equivalencial.

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La forma relativa de valor desarrollada

El valor de una mercancía, del lienzo, por ejemplo, se expresa ahora en otros
elementos innumerables del mundo de las mercancías. Aquí es donde se ve
verdaderamente cómo este valor no es más que la cristalización de trabajo
humano indistinto. Ahora, es evidente que la magnitud de valor de la mercancía no
se regula por el cambio, sino que, al revés, éste se halla regulado por la magnitud
de valor de la mercancía. En la segunda forma se vislumbra ya, por el contrario,
enseguida, la existencia de un fundamento sustancialmente distinto de la
manifestación casual y que la preside y determina. En efecto, el trabajo creador de
valor se representa ahora explícitamente como un trabajo equiparable a todo otro
trabajo humano cualquiera que sea la forma natural que revista, ya se materialice,
por tanto, en levitas o en trigo, en hierro o en oro, etc. En la primera forma, o sea:
20 varas de lienzo = 1 levita, el que estas dos mercancías sean susceptibles de
cambiarse en una determinada proporción cuantitativa puede ser un hecho
puramente casual. El valor del lienzo es siempre el mismo, ya se exprese en
levitas, en café, en hierro, etc., es decir en innumerables mercancías distintas,
pertenecientes a los más diversos poseedores. El carácter casual de la relación
entre dos poseedores individuales de mercancías ha desaparecido. Considerado
como mercancía, el lienzo adquiere carta de ciudadanía dentro de este mundo.

La forma equivalencial concreta


Toda mercancía, levita, té, trigo, hierro, etc., desempeña, en la expresión de valor
de lienzo, el papel de equivalente, y por tanto de materialización del valor. Ahora,
la forma natural concreta de cada una de estas mercancías es una forma
equivalente dada, al lado de muchas otras. Y lo mismo ocurre con las diversas
clases de trabajo útil, concreto, determinado, que se contienen en las diversas
mercancías materiales: sólo interesan como otras tantas formas específicas de
realización o manifestación del trabajo humano en general.

Defectos de la forma total o desarrollada del valor


En primer lugar, la expresión relativa del valor de la mercancía es siempre
incompleta, pues la serie en que toma cuerpo no se acaba nunca. La cadena en
que cada ecuación de valor se articula con las otras puede alargarse
constantemente, empalmándose a ella nuevas y nuevas clases de mercancías,
que suministran los materiales para nuevas y nuevas expresiones de valor. Como
aquí la forma natural de cada clase concreta de mercancías es una forma
equivalencial determinada al lado de otras innumerables, sólo existen formas
equivalenciales restringidas, cada una de las cuales excluye a las demás. En
segundo lugar, ante nosotros se despliega un mosaico abigarrado de expresiones
de valor dispares y distintas. Claro está que éste tiene su forma total o completa
de manifestarse en el conjunto de todas aquellas formas específicas, pero no
posee una forma única y completa en que se nos revele.

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¿Qué es la Forma General del Valor?

1. Nuevo carácter de la forma del valor

Para empezar, debemos señalar que la mercancía hace notar sus valores de dos
formas: de un modo simple porque lo expresan en una sola mercancía y de un
modo único porque lo acusan todas en la misma mercancía. Permitiendo que su
forma de valor sea simple y común a todas es por esto por lo que es general.

La diferencia de la forma I y II con esta forma de expresar el valor de la mercancía


es que: esta nueva forma expresa los valores del mundo de las mercancías en
una sola clase de mercancías destacada de entre ella, por ejemplo, el lienzo, de
tal modo que los valores de todas las mercancías se acusan por su relación con
ésta.

Las dos formas anteriores expresan el valor de una determinada mercancía, la


primera en una mercancía concreta distinta de ella, la segunda en una serie de
diversas mercancías. No ocurre así con la forma general de valor donde Una
mercancía sólo puede cobrar expresión general de valor sí al propio tiempo las
demás expresan todo su valor en el mismo equivalente.

Esta forma nueva a que nos estamos refiriendo, expresa los valores del mundo de
las mercancías

2. Relación entre el desarrollo de la forma relativa del valor y el de la equivalente

En este punto la primera mercancía reviste la forma relativa mientras que la


segunda mercancía reviste la forma equivalente. Pero debemos tener en cuenta
que el desarrollo de la forma equivalente no es más que el resultado de la forma
relativa del valor.

Esto nos permite observar la gran relación que existe entre la forma relativa del
valor y la equivalente donde la forma relativa simple del valor de una mercancía
convierte a otra mercancía en equivalente individual suyo.

3. Tránsito de la forma general del valor a la forma dinero.

El paso de la forma general del valor a la forma dinero es bastante abstracta,


cuando hablamos de cualquier tipo de mercancía. Ahora bien, la clase específica
de mercancías a cuya forma natural se incorpora socialmente la forma de
equivalente, es la que se convierte en mercancía –dinero o funciona como dinero.
Esta es la mercancía importante para el capitalismo porque tiene una función
social específica y forma un monopolio social dentro del mundo de la mercancía.

Históricamente el lienzo fue el equivalente especial y el oro el su valor relativo.

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El fetichismo de la mercancía y su secreto

Como vemos, el carácter místico de la mercancía no brota de su valor de uso.


Pero tampoco brota del contenido de sus determinaciones de valor. En segundo
lugar, por lo que se refiere a la magnitud de valor y a lo que sirve para
determinarla, o sea, la duración en el tiempo de aquel gasto o la cantidad de
trabajo invertido es evidente que la cantidad se distingue incluso mediante los
sentidos de la calidad del trabajo.

¿De dónde procede, entonces, el carácter misterioso que presenta el producto del
trabajo, tan pronto como reviste forma de mercancía? Procede, evidentemente, de
esta misma forma. En las mercancías, la igualdad de los trabajos humanos asume
la forma material de una objetivación igual de valor de los productos del trabajo, el
grado en que se gaste la fuerza humana de trabajo, medido por el tiempo de su
duración, reviste la forma de magnitud de valor de los productos del trabajo, y,
finalmente, las relaciones entre unos y otros productores, relaciones en que se
traduce la función social de sus trabajos, cobran la forma de una relación social
entre los propios productos de su trabajo.

Si queremos encontrar una analogía a este fenómeno, tenemos que remontarnos


a las regiones nebulosas del mundo de la religión, donde los productos de la
mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia
independiente, y relacionados entre sí y con los hombres. Así acontece en el
mundo de las mercancías con los productos de la mano del hombre. Este carácter
fetichista del mundo de las mercancías responde, como lo ha puesto ya de
manifiesto el análisis anterior, al carácter social genuino y peculiar del trabajo
productor de mercancías.

Lo que ante todo interesa prácticamente a los que cambian unos productos por
otros, es saber cuántos productos ajenos obtendrán por el suyo propio, es decir,
en qué proporciones se cambiarán unos productos por otros. Ejemplo no se puede
cambiar 1 libra de oro por 1 libra de hierro, aunque pesen lo mismo las

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características propias de ambos elementos son desiguales, por lo tanto, la misma
cantidad de un elemento no vale lo mismo que el otro elemento.

Las formas que convierten a los productos del trabajo en mercancías y que, como
es natural, presuponen la circulación de éstas, poseen ya la firmeza de formas
naturales de la vida social antes de que los hombres se esfuercen por explicarse,
no el carácter histórico de estas formas, que consideran ya algo inmutable, sino su
contenido. Así se comprende que fuese simplemente el análisis de los precios de
las mercancías lo que llevó a los hombres a investigar la determinación de la
magnitud del valor, y la expresión colectiva en dinero de las mercancías lo que les
movió a fijar su carácter valorativo.

En el inventario de Robinson figura una relación de los objetos útiles que posee,
de las diversas operaciones que reclama su producción y finalmente del tiempo de
trabajo que exige, por término medio, la elaboración de determinadas cantidades
de estos diversos productos. Tan claras y sencillas son las relaciones que median
entre Robinson y los objetos que forman su riqueza, riqueza salida de sus propias
manos, que cualquiera podría comprenderlas sin mucha complejidad. Y, sin
embargo, en esas relaciones se contienen ya todos los factores sustanciales del
valor.

Ahora Robinson habla acerca de la tenebrosa Edad Media europea. Aquí, el


hombre independiente ha desaparecido; todo el mundo vive sojuzgado: siervos y
señores de la gleba, vasallos y señores feudales, seglares y eclesiásticos. La
sujeción personal caracteriza, en esta época, así las condiciones sociales de la
producción material como las relaciones de vida cimentadas sobre ella. Pero,
precisamente por tratarse de una sociedad basada en los vínculos personales de
sujeción, no es necesario que los trabajos y los productos revistan en ella una
forma fantástica distinta de su realidad. Aquí, los trabajos y los productos se
incorporan al engranaje social como servicios y prestaciones. Lo que constituye la
forma directamente social del trabajo es la forma natural de éste, su carácter
concreto, y no su carácter general, como en el régimen de producción de
mercancías.
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La industria rural y patriarcal de una familia campesina, de esas que producen
trigo, ganado, hilados, lienzo, prendas de vestir, etc., para sus propias
necesidades, nos brinda un ejemplo mucho más al alcance de la mano. Todos
esos artículos producidos por ella representan para la familia otros tantos
productos de su trabajo familiar, pero no guardan entre sí relación de mercancías.
Donde el gasto de las fuerzas individuales de trabajo, graduado por su duración en
el tiempo, reviste la forma lógica y natural de un trabajo determinado socialmente,
ya que en este régimen las fuerzas individuales de trabajo sólo actúan de por sí
como órganos de la fuerza colectiva de trabajo de la familia.

Los productos de Robinson eran todos producto personal y exclusivo suyo, y por
tanto objetos directamente destinados a su uso. El producto colectivo de la
asociación a que nos referimos es un producto social. Una parte de este producto
vuelve a prestar servicio bajo la forma de medios de producción. Sigue siendo
social. Otra parte es consumida por los individuos asociados, bajo forma de
medios de vida. Debe, por tanto, ser distribuida. El carácter de esta distribución
variará según el carácter especial del propio organismo social de producción y con
arreglo al nivel histórico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunque sólo
sea a título de paralelo con el régimen de producción de mercancías, del supuesto
de que la participación asignada a cada productor en los medios de vida depende
de su tiempo de trabajo.

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CONCLUSIÓN

La forma mercancía es la forma más general y rudimentaria de la producción


burguesa, razón por la cual aparece en la escena histórica muy pronto, aunque no
con el carácter predominante y peculiar que hoy día tiene; por eso su fetichismo
parece relativamente fácil de analizar. Pero al asumir formas más concretas, se
borra hasta esta apariencia de sencillez.

¿De dónde provienen las ilusiones del sistema monetario? El sistema monetario
no veía en el oro y la plata, considerados como dinero, manifestaciones de un
régimen social de producción, sino objetos naturales dotados de virtudes sociales
maravillosas.

Pero no nos adelantemos y limitémonos a poner aquí un ejemplo referente a la


propia forma de las mercancías. Si éstas pudiesen hablar, dirían: es posible que
nuestro valor de uso interese al hombre, pero el valor de uso no es atributo
material nuestro. Lo inherente a nosotras, como tales cosas, es nuestro valor.
Nuestras propias relaciones de mercancías lo demuestran. Nosotras sólo nos
relacionamos las unas con las otras como valores de cambio. Oigamos ahora
cómo habla el economista, leyendo en el alma de la mercancía: el valor (valor de
cambio) es un atributo de las cosas, la riqueza (valor de uso) un atributo del
hombre. El valor, considerado en este sentido, implica necesariamente el cambio;
la riqueza, no. “La riqueza (valor de uso) es atributo del hombre; el valor, atributo
de las mercancías. Un hombre o una sociedad son ricos; una perla o un diamante
son valiosos... Una perla o un diamante encierran valor como tal perla o
diamante.”

los descubridores económicos de esta sustancia química, jactándose de su gran


sagacidad crítica, entienden que el valor de uso de las cosas es independiente de
sus cualidades materiales y, en cambio, su valor inherente a ellas. Y en esta
opinión los confirma la peregrina circunstancia de que el hombre realiza el valor de
uso de las cosas sin cambio, en un plano de relaciones directas con ellas,
mientras que el valor sólo se realiza mediante el cambio, es decir, en un proceso
social.

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BIBLIOGRAFÍA
Estudiando “El Capital” de Karl Marx: Carácter doble del trabajo representado en las
mercancías (L.I, T.1,Cap. 1, sec.2). (2019, January 7). EL LIBERTO; EL LIBERTO.
https://elliberto.home.blog/2019/01/07/estudiando-el-capital-de-karl-marx-caracter-
doble-del-trabajo-representado-en-las-mercancias-l-i-t-1cap-1-sec-2/

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