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¡Volvamos a las bibliotecas!

Pepe Trivez

El curso pasado todo comenzó lleno de incertidumbre, precauciones, planes de


contingencia y mucho miedo a que en cualquier momento las aulas volvieran a cerrarse y
los alumnos fueran de nuevo confinados. Gel hidroalcohólico, mascarillas quirúrgicas,
señalética, entradas y salidas escalonadas, clases semipresenciales y la tan necesaria (y
temida y sufrida) distancia social. Más de 2 metros entre pupitres, más de 1,5 m, mascarilla
y ventilación, siempre.

Las aulas comunes, los espacios de encuentro y comunicación, los lugares de


convivencia y comunidad fueron los primeros en caer y los que más sufrieron las
consecuencias de unas medidas necesarias, sin duda, pero no inocentes ni inocuas. Los
patios de recreo fragmentados, los espacios circunscritos a los famosos grupos burbuja,
nada de balones, ni juguetes, ni materiales compartidos. Ni libros, claro. La sala de música,
el comedor, el salón de actos, el teatro y, por supuesto, la BIBLIOTECA se convirtieron en
aulas donde mantener la separación necesaria.

Algunos centros, pocos, se resistieron y mantuvieron las bibliotecas abiertas aunque


con los libros secuestrados por cuarentenas de 15 días, préstamos imposibles y la
prohibición de compartirlos.

Lo común, lo compartido, lo “prestado”, lo ofrecido… quedó relegado en pro de una


necesaria “individualización sanitaria”.

Las bibliotecas escolares -siempre luchando por abrirse un hueco en el corazón de


los centros escolares- sufrieron y mucho. Atadas de pies y manos, ocupadas, sustituidas,
cerradas.

Algunos, muchos centros, se reinventaron haciendo del espacio de la biblioteca un


refugio, un motor, un reducto del valor del encuentro y lo colectivo. Y, con toda la prudencia
del mundo y respetando en cada momento las medidas recomendadas, trataron de
mantener las actividades propias de la biblioteca: animar la lectura, ofrecer conocimientos,
ayudar a filtrar la información, potenciar el cambio y construir comunidad.

Los libros viajaron a las aulas en maletas viajeras confinadas. Las actividades se
volcaron muchas veces en las redes, las recomendaciones surcaron las ondas de las radios
de muchos coles y las publicaciones de instragram se llenaron de libros e imaginación.

Este nuevo curso 21-22 las medidas se han relajado. Hoy sabemos que el virus no
se transmite apenas por las superficies y ni mucho menos por los libros.

Con toda la prudencia y las medidas de aforo y limpieza necesarias es hora ya de


que ¡VOLVAMOS A LAS BIBLIOTECAS!
Ojalá este paréntesis sirva para volver a la biblioteca escolar con entusiasmo y
creatividad, con la intención decidida de sacar todo el el partido a este recurso que para
muchos es el verdadero corazón de la escuela.

Volvamos pues a las bibliotecas, a la lectura, a la investigación, a la intimidad del


libro y el niño en una alfombra y a la experiencia común y comunitaria de escuchar un
cuento juntos y en voz alta. Volvamos a los encuentros con autores cara a cara (sin
pantallas por medio), a las lecturas compartidas, a las páginas gastadas y a las cubiertas
destrozadas de los libros más prestados (siempre, siempre, fruto del boca-oreja con o sin
mascarilla de nuestros alumnos).

Volvamos a los proyectos valientes e innovadores centrados en el alumno, su


curiosidad, su capacidad de aprendizaje, la cooperación entre iguales.

Volvamos a los clubes de lectura, de alumnos, profesores, familias, personal de los


centros.

Volvamos a los talleres de escritura, a escribir como lectores, a las propuestas y las
celebraciones. A los #díasde… y las efemérides.

Volvamos a seleccionar lecturas para los proyectos de profes y alumnos, a buscar


información, a construir dosieres… a programas de radio y a la promoción de la cultura
dentro y fuera de las aulas.

Volvamos, con más fuerza si cabe, a la alfabetización informacional, a las dinámicas


contra las fakenews y a los programas para acompañar a los alumnos en la selección, uso y
gestión de la información.

Volvamos a los proyectos de investigación y a los recitados de poesía, a los


préstamos en los recreos y a los apadrinamientos lectores, a los juegos de mesa y los
talleres de robótica entre libros.

Volvamos a todo lo que ya veníamos haciendo y a todo lo que queda por hacer.

Volvamos a ocupar las bibliotecas de las escuelas. Hoy más que nunca.

Porque la brecha educativa es la brecha de la lectura y el acceso a información de


calidad. Porque de eso, las bibliotecas sabemos y hemos sabido siempre muchísimo.
Porque queremos (volver a) ser el centro de cada centro. Ofrecer todo a todos. Facilitar,
inspirar, unir, compartir… Porque esa es nuestra razón de ser. Así que hoy
#díadelabiblioteca ¡volvamos a las bibliotecas y llenémoslas de sueños, de proyectos, de
vida!

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