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En el presente escrito presento hacer un acercamiento y exposición del tema del

matrimonio del texto Derecho Canónico: El derecho en la misión de la Iglesia, que tiene
por subtema: Noción Canónica y preparación al matrimonio, específicamente, la doctrina
mencionada en el subtema, además de la preparación y atención pastoral y lo que debe
preceder a la celebración del matrimonio.

Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estar a sus
maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y
se entregó a sí mismo por ella (Ef 5, 25-26)

Dos son los grandes apartados que se encuentran dentro de las páginas que abarcan este
tema, el primero: El matrimonio, institución natural y sacramento, que a su vez tiene sus
respectivos subtemas: Concepto, fines y propiedades esenciales; La sacramentalidad del
matrimonio: consecuencias canónicas; La regulación jurídica del matrimonio. El segundo:
La preparación para la celebración del matrimonio, del cual emanan a su vez los subtemas:
La atención pastoral prematrimonial; Las investigaciones prematrimoniales; Los casos
especiales.

Hecha esta exposición-recorrido por la conformación del contenido, ahora, entrando en


materia, quisiera iniciar citando al texto mismo en su primera parte donde dice: la
dimensión jurídica del matrimonio no es ni se puede concebir como algo que se yuxtapone
como un cuerpo extraño a la realidad interpersonal del matrimonio, sino que constituye
una dimensión verdaderamente intrínseca a él.

Con todo, es de notar que las leyes siempre estarán para regular la sociedad,
específicamente en el pleno católico y más específicamente en el plano del sacramento del
matrimonio, el cual imprime un carácter salvífico en su misma esencia (por ser sacramento:
manifestación de la presencia real de Cristo en la persona y en la comunidad). Lo menciona
el Vaticano II y lo ratifica el pueblo de Dios.

Técnicamente el Código define el matrimonio como consorcio principalmente, añadiéndole


además: heterosexual para la vida. De entrada el código nos introduce a una definición
particular permeada de una reciprocidad y comunicación de una persona con otra, nunca
individual; además de su agregado que dirige a un fin unitivo y procreativo. Fin, que
además, a la luz del Derecho Canónico expresamente es la unidad e indisolubilidad (c
1056) propiedades esenciales dentro del consorcio.

En lo que atañe a la sacramentalidad, el matrimonio el signo sensible y significante de la


gracia. Dotado de materia y forma como todos los sacramentos. Dos sujetos que bajo
común acuerdo deciden unir sus vidas, que haciendo uso de su libertad de conciencia y
elección abrazan la unión como solo la puede brindar la Iglesia Católica.
El sacramento del bautismo se encuentra en estrecha unión con el matrimonio, ya que es la
extensión o prolongación de aquello consentido por los padres en la infancia de los
cónyuges. De ahí la suprema importancia del bautismo dentro del matrimonio, este (el
matrimonio) solo puede ser celebrado válidamente bajo el consentimiento de los bautizados
y se regula por el derecho divino y por el derecho canónico.
En lo correspondiente al segundo gran apartado del tema central, ya mencionado en el
tercer párrafo, y tratando la preparación y atención pastoral dentro de la celebración del
matrimonio, encontramos que necesitamos una profunda, óptima y elaborada catequesis en
lo que a este sacramento se refiere. Los cambios de los últimos siglos han sido vertiginosos,
afectando no solo la economía y modus vivendi dentro de la humanidad, sino también
creando nuevos modelos de pensamiento, de relaciones. Por esto es necesario que la Iglesia,
en cabeza de sus ministros lleve a los fieles laicos a ver el sacramento del matrimonio como
un don sagrado, compromiso eterno, al cual no se debe llegar bajo coacción o sin plena
libertad.

Por ello, hago necesario citar lo que sostiene el canon 1063 en su segunda parte referente a
la preparación prematrimonial:

I. Una preparación remota, dirigida a los fieles, sobre el significado del


matrimonio cristiano.
II. Una preparación personal, más inmediata y próxima, dirigida a los novios
que ya tienen un proyecto matrimonial y familiar.
III. Una preparación adecuada de la celebración litúrgica del mismo.
IV. Una pastoral familiar a los ya casados sobre todo en los matrimonios que
pueden tener especiales dificultades.

Es de suprema importancia que el ministro o la Iglesia haga este seguimiento por medio de
las proclamas o examen de los contrayentes a los que piensan unirse en el sacramento del
matrimonio, ya que a lo que accederán será a la celebración de un acto válido y lícito,
avalado por la Institución.

La Iglesia, reconociendo que se pueden acercar distintos tipos de personas al sacramento,


los cuales llama casos especiales, expone una serie de supuestos (siete) que pueden afectar
la validez o licitud del sacramento. Por mencionar dos: prohibido asistir al matrimonio de
quien está incurso en censura (supuesto quinto), o la prohibición de asistir al matrimonio de
un menor de edad “si sus padres lo ignoran o se oponen razonablemente” (supuesto sexto).

A modo de conclusión, podemos afirmar con vehemencia que la Iglesia es una institución
claramente organiza y estructurada, tanto en su cuerpo litúrgico como jurídico. Y
propiamente en el sacramento del matrimonio, que ella (la Iglesia) brinda todos los
elementos y herramientas para llegar a la sana celebración del mismo. Indicando a los
párrocos, principales celebrantes del sacramento a que se apropien del conocimiento de su
pueblo, de quienes quieren unirse en matrimonio, que sean probos, que practiquen la fe
cristiana y sobre todo que se acerquen o busquen celebrar sus nupcias dignamente. Es el
rol de todos, velar por la legalidad y recta celebración del sacramento del matrimonio,
cumpliendo con los deberes que la Iglesia exige por medio del Código de Derecho
Canónico, y además, aplicándolo como normativa que va acompañada de una sana
espiritualidad.

Por: Farud Ignacio Bríñez Villanueva

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