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Ensayo sobre la pena de muerte Una reflexión personal sobre la pena de muerte La pena de

muerte es un tema que siempre está en el centro de la polémica. Aunque mayormente está
abolida en gran parte América. Europa, África, o Asia, todavía existen grandes países como
Estados Unidos que la contemplan en sus normativas penales como un castigo para el
delincuente. Se trata de una sanción, que, en realidad, siempre ha sido aplicada desde los
origines de la humanidad. Para aquellos delitos muy graves, como el asesinato, pueblos
antiguos como Grecia, el Imperio Romano, Babilonia, entre otros, contemplan esta pena
máxima. ¿Cuál es el argumento para la aplicación de la pena de muerte? ¿Es realmente
necesario matar al delincuente, se podría catalogar de “justo” dicha pena? Estas preguntas
tienen varias respuestas y es allí donde cada uno asume una postura, a favor o en contra.
Quienes sostienen la validez jurídica de esta sanción afirman cuando el delito es tan grave,
como el caso de un asesinato, el Estado tiene el deber de sancionar la comisión de ese delito
con una medida que sea correspondiente a la gravedad del mismo. Es decir, se recurre a la
famosa y antigua ley del Talión, ojo por ojo, diente por diente. Sin embargo, la pena de muerte
también se aplica como forma, según afirman sus defensores, de prevenir que se sigan
cometiendo delitos graves Esto es contrarrestado por los estudios en dichos países en donde
no se ha podido comprobar que su aplicación haya reducido la criminalidad. En Estados
Unidos, por ejemplo, el

índice de criminalidad sigue siendo alto a pesar de la aplicación desde hace varios años de esta
pena máxima. Es decir, es falso afirmar que tiene una eficacia preventiva en la comisión de
futuros delitos. Quienes están en contra de su aplicación, señalan que esta pena va en
contradicción contra los derechos humanos de las personas. No existe ningún delito que pueda
merecer el castigo de la muerte. Más bien, se deben buscar otras formas de castigo, pero
siempre respetando la dignidad máxima de cada persona, es decir, respetando su vida y el
derecho que posee para poder tener una oportunidad de volver a l

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