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-A PULPERIA
Las pulperías fueron en nuestra campa-
:: y a partir deI momento en que comenzara a poblarse,
*na avanzada de Ia civilización, verdaderos fortines
civiles que hacían posible eI establecimiento y perma-
rencia de las incipientes poblaciones, brindando a
quienes se aventuraban a establecerse en aquellas so-
iedades, artículos imprescindibles para su superviven
cia. Su heterogéneo surtido de artículos mezclaba yer-
ba, azúcar y galletas con zuecos y alpargatas, caña y
Einebra con incipientes medicamentos y ropas. Sarmien
to nos hace esta definición de Ia pulperÍa: -"AI1í con-
curren cierto número de parroquianos de los alrededo-
res; aIIí se dan y adquleren noticias sobre Ios anima-
Ies extraviados, trázanse en el suelo Ias marcas del
ganado, sábese donde caza eI tigre, donde se han vis
to los rastros del león. Allí se arman las carreras, se
reconocen los mejores caballos . AIlí, en fin, está eI
cantor, y se fraterniza por eI circular de Ia copa y las
prodigalidades de Ios que más poseen" .
Algunas contaban con modestos locales,
ranchos de terrón y paja, otras bien edificadas en re-
cias construcciones con paredes de ladrillo o piedra,
rejas en sus ventanas y techos de "azotea" o teja, pe
ro todas unidas por eI común denominador de hacer sen
tirse menos aislados y más integrantes de un conjunto,
a los hombres que aventuraban su futuro y su vida, en
jcs entonces solitarios campos de Ia Banda Oriental.
Librada a su.suerte y con pocas posibtl
-rdades de lograr ayuda inmedÍata en caso de peligro,
-a pulperÍa debió valerse de sus propios medios para
jefenderse de cualquier apremio, y eIIo evidentemente
:ró lugar a "la reja", elemento que Ia definió durante
=- siglo pasado. Existieron tres tipos de reja que fue-
-.- evolucionando al unísono con el mejoramiento de
:: condiciones de seguridad en nuestra campaña. Las
-----:neras fueron las de reja o atrio exterior, caso en eI
:*al el edificio tenía en uno de sus frentes, una venta
-= ancha y baja, provista de berrotes de hierro, adosa
1
da a cuya parte interior corría un mostrador y a través
de 1a cual se atendía a Ios parroquianos, que efectua*
ban por ello sus compras totalmente desde el exterior.
En este caso eI pulpero quedaba parapetado como en
un fortín, atendiendo sin ningún riesgo.
En otros easos ei local presentaba una
ventanita del tamaño apenas necesario para pasar una
boteila" Posteriormente, ya más avanzado el siglo, se
usaron las "rejas de atrio interior", caso en eI cual
el visitante podía entrar a un pequeño zaguán (et atrio)
limitado entre Ia puerta y un mostrador con rejas de
hierro, tras ei cual atendía eI pulpero prevenido ade-
más a cualquier contingencia, con eI "trabuco naranje
ro o Ia pistola cargada'n.
A partir de 1850, y en los lugares don*
de se consideraba contar con cÍerto margen de seguri
dad, dada la proximidad de una poblacién o eI tránsito
de personas, las pulperías disponÍan de un locaI con
algunas mesas y toscos bancos para Ia concurrencia y
eI pulpero atendía separado del público por el mostra-
dor sobre eI cual se elevaban hasta cierta altura, rejas
generalmente de hierro y en otros casos de gruesa ma-
dera. Una puerta también enrejada permitÍa la comuni-
cacién de ambos sectores "

La pulperÍa era lugar de reuniones, cen


tro de dispersión de noticias, y de concentración en
Ias patriadas, sitio de transacciones comerciales, de
carreras, de "arreglo de cuentas" cuando junto a su
tosco mostrador se encontraban hombres poseedores de
enconos o rivalidades, punto de búsqueda de procura-
dos por ia ley" Estos comeroios, de los cuales IIegé
a haber cientos en nuestra campaña, fueron perdiéndo-
se en eI tiempo hasta desaparecer la mayor parte, ysé
Io ha llegado hasta nuestros días, Ias rurnas de uno
de ellos .

PULPERIA DE FALCON, Florida, 1851. (Fis. 15)

En las cercanÍas de Illeseas y préxima


a ia artrqua ruta Montevideo, Nico Pérez, IVIeIo, fue
2

t
edificado en dicho año, un locaI para pulperÍa, comer-
cios que por entonces estaban en auge en nuestra cam
paña. Constaba de una construcción Ia mitad de bajos
que ocupaba eI comercio, y Ia mitad de altos destina-
da a vivienda. Techada de azotea, ésta tenía pilastras
unidas por series de columnas de material. Las pare-
des eran de piedra en Ia planta baja y ladrillos en Ia
alta, con adornos de alfarería aplicados. Jambas y diq
teies eran de piedra labrada y sus ventanas estaban
c) protegidas por rejas. Un arco permitía el ingreso ai Io
ca1 de Ia pulpería, que era de vestíbulo interior y rejas
de hierro. Sobre la entrada tenÍa una placa de mármol,
e con Ia inscripcién: - Pulpería de Fa1cón, 1851.-
Delante de Ia puerta, un muro semicir-
cular impedÍa Ia proxi.midad de animales chúcaros, o
- eventualmente facilitaba ia defensa. A través de la re-
:C ja, eI pulpero despachaba bebidas y artículos varios "

Dosde hace muchos años abandonada, la finca mues-


I :ra un excelente estado de conservación, y ofrece Ia
t- curiosidad de ser Ia única pulperÍa de re¡a que ha sub-
r^c sistido hasta nuestros días. En su época fue también
a- casa de postas de las diligencias que iban aI norte,
-r- conciucidas por los mayorales Godoy y Becerra.
Una reproducción de dicha pulpería, en
3n lo concerniente a ia reja, existe actualmente en eI Pa*
rador de San Miguel, en Rocha. Esta construccién hoy
en ruinas, debió reunir en su época un intenso movi*
miento comercial y se Ie puede considerar como "cIá-
,ta sica", entre las de "azotea" .
l- Iluminadas sus ventanas en las solita-
) rias noches, por eI candil de sebo y Ia vela primero,.
:-_ por Ias lámparas de keronene y carburo después, fue-
SO ron Ias pulperÍas los apostaderos desde Ios cuales,
hasta fines del siglo XIX, se recibió eI háIito de la cj
vilización y el progreso. Adonde concurrié eI hombre
de nuestra campaña para comprar artículos alimenticios
;) o ropas, pero también para alternar con otras personas
v hacerse partÍcipe de noticias, que Ios hicieron par-
ta I -e de un conjunto de ciudadanos que integraban una na
:ronalidad: Ia nuestra
J
El trozo que reproducimos a continua-
clón, tomado de un libro escrito en 1856, época de au-
ge de las pulperías, ilustrará aI lector actual del am-
biente y hechos que se vivÍan en esos comercios :
"A una bala de cañón del pueblo de Pay
sandú, había allá por el año 1823, una pulpería donde
se expendía detestable vino, aguardiente, tasajo ahu-
mado y otros comestibles. A pesar de la mala calidad
de sus artículos, ninguna pulpería en todo eI departa-
mento, gozaba de popularidad tan envidiable. AIIÍ se :
j
reunían por la mañana y al caer Ia tarde, a echar un tra
go todos los gauchos de diez leguas a la redonda. Ha- (

blaban de las próximas carreras, hacían apuestas, se'


concertaban para una batida de tigres, improvisaban c

los payadores tocando Ia guitarra. AIIí eran frecuentes r


las disputas y a Ia menor palabra indiscreta, a la me- I
nor alusión que lastimara su nimia susceptibilidad, Ios c
puñales salían a relucir y no volvían a sus vainas sino r.

teñidos con Ia sangre de uno de los contendientes. En c


ia tranquera se veían atados más de cuarenta caballos. C

Amaro tendió Ia vista en torno y divisó a los policías c


C
que defendían Ia puerta con sus sables desenvainados,
paso, gritó atropellando audazmenie al sargento, e hi-
riéndo1e Io mismo qye a un soldado, y mientras se re- e
hacÍan los agentes de Ia seguridad pública, cortaba éI S

Ias riendas de su caballo.. . " n


La pulpería Ilegó a ser una institución il
en el trajinar de Ia campaña del siglo XIX y no hubo re q
Iato, novela o pieza de teatro "gauchesca o costum- a
brista", que no desarrollara una escena en el local de lc
uno de estos comercios. Vr
m
Lc

POS TAS
Ui
Al incrementarse eI número de viajeros re
que usando los medios de transporte de la época, tran. v
sitaban por nuestra campaña, se hizo necesaria Ia exis ri
::ncia de lugares provistos de construcciones y como-
:-:ades adecuadas, donde pudieran pernoctar, si eran
4
sorprendidos por la noche en Ios largos recorridos,
cambiar caballos cuando la resistencia física de éstos
llegaba a su límite y, en una palabra, tener donde a-
cudir en procura de ayuda y colaboración.
Las lÍneas de diligencias que iban ex-
tendiendo sus recorridos, cada vez a mayores distan-
cias, fueron ias que más pesaron a través de sus ma-
yorales, capataces y dueños en Ia creación de est?s
"bases de operaciones", trfues eran éstos quienes las
necesitaban y 1o que más Ies fac:.litaría sus viajes.
Fue un proceso totalmente privado, nacido de las cir-
cunstancias y las necesidades cie una época, y que por
otra parte se vio favorecido por comercios ya estable-
cidos, como Io eran las pulperías, cuyos encargados
no tuvieron inconveniente en brindar a las diligeneLas,
potreros donde tener caballos de refresco, en ia inten*
)q ción de que mientras se cambiaban, habría parroquia-
'ic nos numerosos para su comercio que podrían almorzar,
:l cenar o pernoctar allí, con los consiguientes benefi-
C cios económicos, además de Ios que obtuvieran por
concepto de pastoreo de las numerosas tropilias nece-
q sarias para los relevos .
I_
También ias poblaciones y puestos de
estancias, se prestaban para ese fin mediante acuerdo.
i1
SoLamente cuando en las cercanÍas del lugar señalado,
no se contaba con ninguna de estas alternativas, debié
irse a Ia creación de una posta, levantando edificios
a generalmente modestos de terrón y paja, con un corrai
Y
anexo de palo a pÍque y portera, donde tener a mano
a Ios caballos. Las distancias calculadas para cada rele
vo eran de 5 a 6 leguas, aproximadamente treinta kiló-
:netros, Io cual nos permite suponer las decenas de pog
:as que habÍa en toda nuestra campaña"
Las postas tomaban igualmente para su
*so, también edificios que habían sido edificados pa-
:a otros fÍnes, como eI caso de Ia Capilla de Parruco,
:1 .
r., por supuesto se edificaron también algunas de mate-
¡1c :ia1 y prolija construcción, como la dei Chuy deI Tacuq
)-
n Además de las postas había puestos se-
5
cundarios a Ia entrada de picadas o vados peligrosos,
que hacía posible contar con cuartas extras o solucio-
nar inesperadas demoras, cuando la crecida no daba
paso y 1os vehículos no podían pasar ni a "volapié".
Un reccnocido especialista en Ia mate-
ria, nos dejó esta definición: - "Postas, edificios dog
de se aiojaba todo 1o referente aI servicio y atención
para vehículos y viajeros en los caminos, albergándo-
les por las noches, brindándoles comida y dando lugar
a cambiar los cabailos " También hacÍan noche allí y
mudaban caballos, los chasques que conducían correg
pondencia para las distintas autoridades del país y via
jeros ocasionales. A mediados de 1850, al establecer-
se el correo, fueron oficinas del mismo, donde se deja
ban y tomaban correspondencia, franqueada con los fa-
mosos soles y diligenciós".
EI "maesti:o de postas" era ei título que
se otorgaba a la persona responsable de la organiza-
ción de cada posta, siendo dicho cargo otorgado por el
estado. El primero 1o fue don Sebastián Quiñones, nom
brado eL 26 de Ivlayo de 1825, por eI Gdor. de Colonia,
apenas esta ciudad fue tomada por Ias fuerzas patrio-
tas. D. Ramón Castriz era Administrador de Correos
en Noviembre de 1825. Apenas instalado eI Gobierno
patrio en Durazno, Luis de Larrobla, nombrado Adminis
trador de Correos, Iogró que se fijara eI primer itinera-
rio de postas, distribuido así: partiendo de Durazno,
lÍneas a Canelones, Rocha. Las Vacas, Cerro Largo,
I\4ercedes, Soriano, Sandú y Salto, con un total de 553
Ieguas. Como se observa, todas las líneas coincidÍan
en la provisoria capital" Este itinerario duré del 20 de
Julio de 1B2B hasta eI 15 de Enero de i829, fecha en
que habiéndose trasladado el Gobierno a Canelones,
todos los recorridos fueron modificados para tener aho
ra como eje central dicha ciudad, tomando las líneas
ios siguientes recorridos: desde Canelones a Colonia,
Rocha, Salto, Cerro Largo, Las Vacas, Durazno, tota-
Iizando 516 leguas .
Nzluy a menudo surgían porblemas por
Ios excesos de autoridad cometidos por oficiales y pq¡
6
tidas del ejército, contra los maestros de postas, a
l- quienes maltrataban haciendo caso omiso de su autor:L
dad y ilevando a éstos y a los postillones a viva fuer
za para servir en el ejército. Esta situación por su-
3- puesto, acarreaba postas que nlrnca se sabía si esta-
c! rían atendidas o abandonadas" Estos hechos produje-
: ron desinterés de los ciudadanos por eI cargo, hasta
f- eI punto de que en Julio de 1831, Larrobla escribe al
ar Ministerio: "Que no se ha encontrado en todo el Depq¡
tamento de Durazno, a quien quisiera hacerse cargo de
la posta" .
-La Otro motÍvo de desinterés por eI cargo
)r- de maestro de postas era la demora en los pagos que
:1^
. ):- ocurrían cada muchos me'ses, o nunca. A principios de
ia- 1832 se limitaron Ios recorridos transversales .
EI 6 de Febrero de 1830 y firmado por
Lavalleja, se publica el primer reglamento de postas,
que establecía: que debÍan tenerse en cada posta 30
CI caballos sanos y fuertes para jinetes y 20 para tiro y
cn-I carruajes. Además, dos postillones mayores de 18 a-
td, ños, cuatro camas con sus mudas de ropa blanca, una
mesa, seÍs sillas y servicio de mesa, Io más aseado
posible" Todas Ias noches queciarán ensiliados dos cg
ballos, prontos para los correos urgentes, eu€ no po-
iIS drán detenerse allí más de media hora. Los sueldos se
:a- les prometÍa pagar "religiosamente" cada tres meses y
podrían tener armas cargadas para su resguardo y custg
dia de los correos y pasajeros. EL 24 de Febrero de
:? 1832 el Gobierno, presidido por Luis Edo. Pérez, dicta
tn otro reglamento de postas, en el cual se suprimen aI-
gunos recorridos y se modifican otros. Se aconseja to-
l mar medidas para instalar postas rque faltaran en los
recorridos, luego de su recÍente modificación, y una
ig serie de disposiciones más, tendientes a perfeccionar
S eI s istema .
Las alternativas de ias revoluciones,
a- Guerra Grande y Sitio de Montevideo, fueron motivo de
que recién en Enero de 1858, eI GraI. Díaz promulgara
una nueva Reglamentación para eI funcionamiento de
Casas de Posta. Se establecÍa aIIí que debía haber
7
siempre dos caballos y un postillón, prontos para con-
ducir piiegos urgentes. Además otros veinte cabalios
de reserva para uso ordinario. En ias que estaban pro-
ximas a Ia capital, la reserva de caballos debía ascen
der a cien. EI 2 de Diciembre de 1858 se agregan nue-
vas estipulaciones, tales como: - "Los pasajeros en
misión oficial pueden viajar libremente, de un punto a
otro de las líneas de postas, pagando un real por iegua
de camino, For caballos de carga pagarían real y me-
dio, y Ios de tiro dos reales.
La Administracién de Poslas funcÍonaba
por entonces anexa a la Administración cie Correos. EI .:

14 de Febrero de 1859 se aprueba otro reglamento que


establece que Ios maestros de posta, debían contarcon a

un mínimo de dos postÍIlones; todo funcionario del Es- :


tado que solicitara caballo, debía dejar un recibo estg
bleciendo eI número de animales ILevado y el punto dog
de los dejaría. De sarEento para abajo no se entrega-
rían caballos a individuos de tropa, sin presentación .:

de sus documentos y orden escrita de Ia autoridad su- ;


perior. Cr
Los postillones debÍan cargar la valija Ir
del viajero y acudir en su auxilio en caso de caÍda o Y,
accidente. Ningún caballo podría llevarse a mayor dis-
tancia que ia próxima posta. Los correos debían ser e§ :e
perados con un caballo ensillado y un postillén para +a
acompañarlos. Después de la puesta de1 sol, no habÍa
obligación de dar caballos a parti.culares. Igualmente .:.
en toda posta debÍa haber una pieza, donde eI viajero
pudiera descansar, si así 1o pidiera.
Las postas adquirÍan su nornbre del ac-
cidente geográfico próximo aI cual se encontraban: De
la Sierra, Bañados de Corrales, de Ia Balsa, del Paso
del Daymán, o del nombre o apodo de quien ia atendía:
de Godoy, del Parguayo, del Vasco, de Falcén, del
Padre Alonso.
A medida que aumentaban las lÍneas de
transporte, y sobre todo al entrar en vigencia ei
Reglg
mento para Casas de Postas, éstas mejoraron sus con-
diciones y comodidades, contando como término medio
o
o
con un corral, un comedor y algunas piezas, donde
Ce ser necesario, pudieran dormir los viajeros. Los
muebles no pasaban de catres de tientos¿ mesa y ban
:1I cos de madera de pino, y platos de iata o "enlozados'i
:- Con toda su modestia, 1as postas señalaban la pre-
sencia humana en aquellas soledades, y suplían con
eI calor y Ia sinceridad de la ayuda brindada, Ia ca-
LIA rencia de comodidades y medios disponibles "

Sus edificios de barro, Iadrilio o pie*


dra se levantaban como atalayas aI borde de caminos,
-i cl vados y cuchillas, avizorando los lejanos horizontes
ti de nuestra patria. De las decenas que llegaron a cu-
3
brir nuestra campaña en eI apogeo de los transportes
)on en diligencia, sóIo unas pocas han liegado hasta no-
S- sotros . Sobre eI Camino a Bañados de Medina se levq¡t
"g tan las taperas de la que hace un siglo fue la Posta
icn del Frayle lViuerto del Chuy; a Ia entrada del Abra de
Perdomo, extiende al cielo los desflecados pr:etiles
I
de sus paredes, Ia Posta dei San Antonio. L,a Capilla
r- de Farruco, que fuera fortín de las estancías jesuÍti-
cas y apostadero de Ias fuerzas patriotas en nuestra
ia Independencia, se conserva felizmente bien a <ios si-
glos de su edificación.
Ls- También a unos 25 kms. de la carrule-
es ra de Montevideo a Melo, entre eI Arroyo Fraile lr/uer-
to y el Cerro de GuazunambÍ, Iugar por donde pasaban
antiguas líneas de diligencia, figuraha ya en planos
3
de correos coloniales del 1800, como posta donde se
:C cambiaban caballos, Ia Azotea deI Padre Alonso. EI
Padre Alonso no era un religioso sino un estanciero,
que por su bondad mereció de quienes lo trataron, la
calificación de "padre", y Id posta era constituída por
;o ios edificios de su rpimitiva estancia, hoy apenas vi-
sible, cubiertas Ias ruinas por arbustos y yuyales.
Solamento dos Casas de Posta, han lle
gado conservadas hasta nuestros días, una
rla

La POSTA DEL CHUY DEL TACUARI, Ivlelo, 1835, (Fis.16)


)n-
:io Situada sobre eI antiguo camino de N4e-
9
lo a Río Branco, junto aI Arroyo Tacuarí, fue constrrif
da por un vasco de apellido Garciacelay, que invirtió
todo su dinero en la obra, que comprendÍa, además de
Ia casa de postas, un puente de arcos sobre tambores
de piedra, sobre el mismo arroyo. Lo que decidió a
Garciacelay a emprender dicha inversión, fue Ia auto-
rización concedida por eI Estado, a cobrar peaje por
el punte, que estaba cruzado a esos efectos, por una
gruesa cadena, eu€ se bajaba desde dentro del edifi-
cio, una vez cobrado eI peaje a los viajeros" Ei cobro
se hacÍa por una ventanita, apenas sufíciente para pg
sar una botella, y por Ia misma también se atendía la
venta de artícuios de la pulperÍa que funcionaba ane-
xa.
La tarifa del peaje variaba ya fueran ca
rros / carruajes, carretas o jinetes, estando iiberados
del pago los correos y militares.
EI edificio consta de dos plantas cons-
truídas en piedra, con jambas y dinteles prolijamente
trabajados, dejando trasuntar eI conjunto una marcada
influencia arquitecténica, del tipo campesÍno vasco.
Los paramentos son revocados y encalados, con sim-
ples pero armoniosas gargantas de piedra, bajo e1 bre-
ve alero del tejado, a dos aguas.
AI poco tiempo de instalarse, eI vasco
murió asesinado por un tropero llamado Teófilo Becerra,
con quien discutiera por eI pago de una tropa que pasa
ra por el puente. Posteriormente se instalé aIIí una pul
pería de atrio interno y reja de madera, posterior a las
de vestíbulo exterior y a Ias de rejas de hierro sobre
eI mostrador, empotradas en arcos de medio punto.
EI conjunto se completaba con un am-
plio corral de piedra con puerta de trancas, donde se
cambiaban Ios caballos de Ias diligencias, y una coci
na para troperos, provista de medias puertas, fogón
central limitado por una llanta de carreta para evitar
que se desparramaran las brasas y dos largos bancos
de piedra corridos .
Sobre la puerta principal del edificio,
Iuce grabado en eI material la fecha de su inauguración
10
: i835 " Alrededor de lB60 los continuos asaltos que rea
c Iizahan Ios matreros en esa zona, terminaron por obli-
d^ gar a la suspensión de Ios viajes, reanudándose re-
:q crén cuando eI Grai. Flores limpió Ia zona, fusilándo-
se a muchos de ios delincuentes que Ia ocupaban.
Es fama que en época de revoluciones,
ya préximo a1 firr del siglo XIX, se cambiaban alií los
¡ caballos de las diligencias, por conjuntos de pelo úqi
camente blanco, con Ios cuales entraban a MeIo.
)IO Prolijamente reconstruído el edificio e
la instalado err é1 un museo nativista, es Ia única casa
.o de postas que sobrevive en eI país,junto con la de
:- Cardona, Ia que se conserva a mitad de camino entre
Cardona y San José, actualmente usado el locaI como
vCI sede de una sociedad nativista. Su edificación data
^q cie lB60 y fue construÍda en ladrillo con techos de zinc
constando de un salón y varias piezas formando cua-
:S- dro, con un alero corrido por su parte interior. En el
_f
medio deI patio un brocal y próximo un corral grande.
da Servía a las diligencias que iban desde Colonia aI Nof
te.
Todas Ias demás fueron quedando ruino-
sas y olvidadas, callados testigos del pasado heroico
de nuestra campaña, silenciosas, modestas y resigna-
lo das en su diario trajinar, como los soldados anónimos
'-ra Ce nuestra Independencia.

pr¿t
C DILIGENCIAS
-1

Las primeras sendas trazadas en los


hasta entonces vírgenes campos de Ia Banda OrientaI,
las trazaron vehículos que conducían viajeros llevados
)c1 pcir razones políti.cas o militares: oidores, gobernado-
res, generales o virreyes . En ese sentido la primer ru-
ta fue entre Colonia, Montevideo y RÍo Grande, y lue-
go por eI litoral hasta las Misiones y eventualmente
ai Paraguay" Eventualmente se tendía otra ruta que pql
-iendo de Ivlontevideo, cruzaba eI actual departamento
lion :re Treinta y Tres, Ias puntas del Yaguarón, Aceguá y
11
Ias Sierras de Sta. Tecla, hasta los siete pueblos mi- I
s ioneros . I
Ya en )"726 Bruno N4auricio de Zabaia, I
había viajado en calesa por nuestra costa sur, medio I
que prefería aI cabaLlo por carecer del brazo derecho. I
En 1752 había viajado hasta eI Chuy, partiendo desde I
lVlontevideo y Río Grande, Ios plenipotenciarios de Es. I
paña y Portugal que cumplían Ia demarcación de lími- |
tes de dichos paÍses en sus colonias. El Tte. GraI. I
Gomez Freire de Andrade y eI lvlarqués de Vaidelirios, I
habían hecho el viaje en carruajes, acompañados de I
Iucida escolta militar. I
En 17 55, el 2do. Gdor. de l\4ontevideo, I
Joaquín de Viana trae a lVlontevideo un carruaje para su I
uso personal, que fue el segundo que llegó aquí, ya I
que eI primero había sido eI del lVlarqués de Valdelirios I
que fuera también ler" Gobernador de nuestra ciudad. I
Francisco de Ledesma compró en 17 62, en vÍsperas de I
su casamiento, un coche con eI cual salía a campaña I
y que luego regaló a su novia. Tenía ésta I 9 y éL 67 I
años. I
Santiago Sáenz cie la Ivlaza visita Paysa¡l
dú en Octubre de 1792, Ilegando hasta eI Queguay por
Ia ruta del iitorai y utiliza una calesa provista de so-
panda y capota. EI Obispo de Buenos Aires Lué y Riga
r¡iajó en 1804, desde Colonia hasta Ia Fortaleza de Sta.
Teresa, visitando todas las parroquias de Ia zona y pel
noctando en San Carlos y Castillos, usando un carrua-
je. Luego será eI Virrey del Perú, Fernando de Abascal
y Souza que hará eI mismo recorrido deI Obispo Lué y
Riga, pero a Ia inversa, ya que se desplazará desde
Río Grancie a Colonia, pasando por eI Chuy, Sta. Tere-
sa y Montevideo
En La correspondencÍa que envían los ofi
ciales ingleses que tomaron Montevideo, en 1808, se
refieren a que tanto en esta plaza, como en la de N4a1-
donado y alrededores, han visto numerosos carruajes,
si bien muy descuidados y antiguos. A partir de 1810
los nuevos pueblos que se habían ido fundando en nue§
tra campaña, van creando una corriente de viajeros que

a
: :-splazan ahora por motivos comerciales o familia-
:: l/' qije procuran vehÍculos que los transporten no só
l eilos, siRo también a sus familias" No todos pue-
= . contar con coches propios ni Lampoco viajar cien-
- .= de kilómetros a caballo. Las carretas que cruzaban
-:stra campaña desde fines del siglo 1B monopoliza-
.: el medio de transporte, pero si bien su Ientitud e-
, iolerable cuando de cargas se trataba, no resuitaba
¡ai cuando llevaban pasajeros, por Io cual podemos
:cir que esas circunstancias empujaron aI uso de o-
. ls medios, para el transporte de personas en campa-
'. 1. ' '
), Las sopandas primero y las gaieras deg
:tl , -iás, fueron imponiéndose como vehículos de. transpq¡
e aI interior, y alrededor de 1825, Ias carretas habían
,JJ -.iedado relegadas al transporte de caiga y eI de pasa-
Jros era absorbido cada vez más, por vehículos más
3 ápJ"cios "

Las sopandas, tenían su caja construÍ-


.ia en madera, con dos puertas laterales y en la parte
le atrás una especie de plataforma donde se cargaban
san -os equipajes . Debían su nombre a que la caja era sos
lr lenida en cada uno de sus cuatro ángulos, por anchas
rori'eas de cuero (o'sopandas) que oficiaban de elásti-
ros. no teniéndolos de hierro. Era tirada por cuatro cjr
r:all"os en yuntas, y el conductor iba montado en eI pri-
.tLerc de la izquierda " Podían viajar 6 pasajeros " No era
-n vehículo apto para transporte a Iargas distancias,
tri .iendo prontamente sustituido por Ia "galera".
La "galera" era un carruaje mayor, más
:ncho, cubierto con un toldo, y provisto de elásticos
je hierro, al cual se ascendía por una frnica puerta si-
uada en Ia parte de atrás.y provista de un estribo. Te-
cl! ,-iía en su interior dos bancos laterales que acomodaban
e ircista ocho personas. El conductor dirigía Ios caballos
-l
lI-
iesde eI pescante. La similitud con la diligencia qie
:,parecería inmediatamente después, hará en muchos cg
.i)s confundirse con ésta, habiendo un momento en que
,¡C ,riibas, junto con "faeton" y "brecks" integrarán las IÍ
lLre
eas de transporte nacionales.
.13
Las ilustraciones y descripciones 11e-
gadas hasta nosotros de las diligencias, nos muestran
un vehículo angosto, de alto rodado, aI cual, se ingre-
saba por una puerta trasera y provisto de ventanillas Ie
terales. Los pasajeros se sentaban en dos bancos latg
rales debajo de los cuales se depositaba eI equrpaje de
mano, ya qye las valijas y otros buitos mayores, iban
en la "baca" cubiertos por un encerado.
EI "mayoral" dirigía Ios cabailos desde
el pescante, y los iugares inmediatos a éste pagaban
un suplemento de 0.50 sobre eI pasaje ordinario, por
considerárseles de preferencia" Por supuesto que "dili
qencias" construídas especialmente como taies y por
lo mismo, necesariamente importadas, fueron pocas y
recién empezaron a usarse en mayor número cuando las
Mensajerías, ya debidamente organizadas como empre-
sas de transporte y contando con mayores fondos, pudie
ron costear su precio. Antes de que esto ocurriera y
después también, se usaron para los mismos fines que
la diligencia, otros vehícuios como Ias galeras que ya
mencionamos, 1os faeton y ios breack. Como éstos no
estaban construÍdos para soportar carga de equipajes en
su techo, se solucionaba esto reforzándolo con una es-
pecie de flejes de hierro, qlle se apoyaban en los ejes
de las ruedas y agregándoles hojas a los elásticos " Por
supuesto, esto conspiraba contra Ia estabilidad del ve-
hÍculo, no construÍdo para soportar aquellos pesos en
su techo, y provocaba innúmeras volcadas .
N4uy pronto y con miras a abaratar su
costo, se comenzaron a fabricar en eI país, importándo
se solamente los bujes de las ruedas y los elásticos.
En principio Ios bujes eran de bronce, pero su rápido
desgaste impuso eI uso de Ios de hierro. Pronto hubo
varias fábricas establecidas, recordando entre ellas,
Ia de Mr. Person, en la calle de San Juan; Ia de Juan
Mandain, en Ia barraca de Ia calle San Francisco y en
la calle San Luis No 44 y también en el No 10 de esta
misma calle.
Un activo negocio de compra y venta de
estos carruajes ocupó entonces Ios anuncios de Ia pre¡
L4
sd, según leemos en Ei Nacionai del 4 de Enera rle
1836, do¡rde se vende "Una galera en buenas condicio
nes y a precio de regalo"; EI Defensor de las Leyes,
_d del 13 de Setiembre de 1836: "Se vende un fáeton apto
para viajes en campaña, concurrir aI corralén de Fer-
-5 nández, frente a la casa del finado Godoy"; EI Univer-
sal, del 7 de Abril de 1835: "Vendo una galera con sus
arreos, concurrir al Corralén de Ia Bota Colorada, freg
te a Ia SastrerÍa La Brava Tijera"; y en Ia misma fecha;
"Se construyen galeras y diliqencias, tratar con el car
pintero Montero, puerta por medio de la Botica Al Indio
,l

Oriental". En la Voz del Pueblo, del 16 de Lilayo de


1853 se ofrecía en venta "Un carruaje de cuatro ruedas
con comodidades para doce personas, darán razén en eI
reñidero de gallos de Ia calle SoIís No 15, después de
las 4 de la tarde""
ir ^
Por supuesto que los coches totalmente
importados eran más anchos, mejor equrlibraclos, con
,3
mayores facilidades para Ia carga de equipajes y más
resistentes en ejes y elásticos, todo Io cual los hacía
f mucho más seguros y menos volcadores, pero en el in:
en terín, los transportes se arreglaban con los que tenía-
: ¡- mos más a mano, improvisados, modificados, constrq[
dos aquí, pero útiles todos y balanceando con Ia peri-
Pcr cia de Ios mayorales los defectos de los vehÍculos "
_5-
EI número de caballos que integrraban eI
i tren era usualmente de nueve, distribuÍdos: dos en la
lanza, dos laterales, cuatro boleros y eI deI cuartea-
dor adelante. Los cuatro delanteros no llevaban rrendas
.do y eran manejados por eI cuarteador. Hubo, pof supues-
to, trenes integrados por diez y hasta doce caballos,
pero Ia experiencia indicaba que tal número restaba fa-
eilidad para maniobrar al mayoral. Cuandó se cruzaban
arroyos o bañados, o se subían repechos en las sierras,
se agregaba una cuarta, o dos si era necesario, que ayu
n daba a sortear e1 obstáculo con mayor rapidez.
a Dentro de1 tren de transporte que consti-
tuÍa una dilÍgencia lanzada a plena marcha, cada inte-
grante del mismo tenía su puesto y obligaciones comple
^en :amente definidas, y eI debido cumplimiento de las mis
15
mas, incidía en Ia seguridad y puntualidad dei conjun-
to. El mayoral era eI jefe y responsable del equipo, de
su seguridad y puntuaiidad en Ios recorridos "

Además de dirigir las riendas, era res-


ponsable de Ia valija de correspondencia y documentos
que se transportaban, del dinero y valores que se man
daban de uno a otro pueblo, separados a veces por cie¡
tos de kilómetros, de pagar por encargo de comercian-
tes, cuentas y encargues, siempre expuestcs a saltea
dores y matreros de todo tipo, y todo sin más fianza
que su palabra, ni más garantía que su condición de
hombre de bien. Era también quien tocaba la corneta aI
entrar en los pueblos, anunciando la llegacia.
El postillón, era eI peón ayudante de1
mayoral, viajando generalmente raontado en el primer
caballo deI equipo. E} cuarteador marchaba a la cabeza
de los caballos, llevando un lazo reforzado desde la
punta de Ia lanza a Ia cincha de su cáballo " Era quien
guiaba los vehÍculos en Ios caminos malos, señalándo-
Ie eI camino a seguir para eludir zanjas o piedras, en
Ios caminos y picadas. "Cuando en lo profundo del cau
ce los caballos nadaban, a al perder pie corrían riesgo
de ser arrastrados por la corriente, eI cuarteador se
adelantaba hasta ia orilla opuesta y desde allí les brin
daba sostén, hasta permitirles afirmarse y llevar eI vg
hículo a Ia orilla". Cuando el cauce era muy caudalo-
so o.los bañados extensos, se agregaban dos o tres
cuartas más.
EI 1er. Gobierno Patrio en Durazno, eI
15 de Julio de 1828, Luis de Larrobla que fuera nombra-
do Administrador de Correos, fija eI primer itinerario de
correos y diligencias . Trasladado eI Gobierno a Canelo
nes se promulga eI segundo Ítinerario, que se extiende
ahora a todos Ios ámbitos del país, recientemente libe-
rado, y que alcanza un recorrido de 516 leguas.
Estas reglamentaciones no tuvieron sin
embargo gran eficacia, aI no ser controladas, y el co¡
tinuo estado de anarquía en que vivía el país, con su
Gobierno continuamente ocupado en solucj.onar revolu-
ciones y contrarrevoluciones, eI transporte que efectuq
16
. r:i ies diligencias, incluyendo tarifas, recorridos,
,.'ecuencias y tipos de vehÍculos quedó totalmente Ii-
-:'ado c,.I criterio de mayorales y dueños de las mismas,
,'.anteniéndose esta situación por muchísimos años.
\c Por entonces, además de las diligen-
:ias atendidas por sus dueños, funcionaban empresas
- :rganizadas con numerosos vehículos y personal, en-
3n
're las cuaies recordamos : Las Chasqueras Orientales,
Las Mensajerías Comerciales y las MensajerÍas Orien
lales, eu€ partían desde Ia Calle Uruguay No 25, a
nitad de cuadra. EI 31 de Agosto de 1860 precisamen-
rl te Las Chasqueras Orientales inauguraban una nueva
línea a Tacuarembó y Durazno, servida por cuatro dili
gencias que partían a las 3 de la mañana, costando el
pasaje dos patacones y las encomiendas 20 cts. Ia Ii-
hra. Dado que Ias diligencias se catalogaban por eI
nombre de su propietario, mayoral o nombre, menciona
remos como originalidad algunos de ios mismos: La In
dustria, salía lcs viernes a las 4 a.m. para Sta. Lucía
cobrando un patacón y medio. La Repubiicana, de José
Paseyro, para Cerro Largo. La Veloz, de Gumersindo
l\4artÍnez, idem. La Fernandina para Pando hasta Ro-
cha. La Carolina, para lr{aldonado; La Rosita, para
D:razno; La Flor de América, para San Ramón; La Flor
dei PaEo, para Porongos; El Progreso de Tres Is1as,pa
ra Rocha; La Arapey, para Rivera. La Rosa del Migue-
Iete salía cie 18 de Julio y Andes, regresando de Ia
"tienda de ramos generales de don Liborio Mata", a
ias 3 p.m. costando B vintenes eI pasaje. La Voz del
Sud, del mayoral Anfusso, salía del Hotel Oriental;
ia del Hotei lVialakoff partÍa para Florida La Laboriosa.
Había también líneas de IarquÍsimos re
corridos, como Ia de \4uniz que iba por Cerro Chato,
- IVIelo, Aceguá, Bagé, Pelotas, o Ia Bonifacio Martínez,
por Centurión, Melo, Bagé, RÍo Grande.
Por lBSB la Administración de Postas
funcionaba como dependencia de Ia Administración de
Correos, decretándose eI 12 de Enero de ese año que
Las valijas de correspondencia serÍan llevadas por Ias
(]
Ciligencias y cuando no fuera posible, por mensajeros
: caballo, para evitar excesivas demoras. Además de
t7
Ia correspondencia llevarían diarios y publicaciones
varias, estableciéndose en cúatro el número de correos
mensuales. Las cartas pagarían desde 60 cts. las sim-
ples hasta 120 cts" Ias de una onza. Los pliegos rela-
cionados con asuntos de Estado, serÍan conducidos de
inmediato, sin espera del dÍa fijado"
Transcribimos a continuación, varios
relatos sobre viajes en diligencias, que nos legaran
viajeros de1 siglo pasado, y que nos permitirán apre-
ciar Ias condiciones difíciles y originales en que se
cumplián Ios recorridos"

Diciembre de 1856: - "EI Perdido era


una Casa de Postas recién construÍda, solitaria en me-
dio de la campaña desierta, y se encontraba en Ia par-
te más alta del camino. Esta jornada nos habÍa hecho
conocer las comarcas menos pobladas del paÍs y, a pqt
tir de la población de San José, 1a naturaleza se ngs
presentó conservada en su apariencia primitiva. Viaja-
mos hasta el medio día en procura de un Iugar donde se
encontraba otra gran tienda o almacén de ventas, Ila-
mados aquí pulperías " AIlí se ofrece al viajero solamee
te Ia oportunidad de tomar algún refresco, pues Ia dili-
gencia se detiene solamente eI tiempo necesario para
cambiar los caballos. EI comerciante nos atendíé des-
de detrás de una fuerte reja de hierro, a través de Ia
cual nos pasé botellas y vasos".
' 1841: - 'nla Casa de Postas era una mi
serable choza atendida por una mujer vestida con un
desteñido traje negro, quien se discuLpé por eI modes-
to aspecto de todo, diciendo que era una pobre viuda.
No habÍa más moblaje en el lugar que una mesa, algu-
nos troncos usados como asientos y rudos implementos
para ia vida en el campo. Unos meses antes eI lugar
había sido saqueado por un grupo de revolucionarios,
que asesinaron aI dueño de Ia posta".
1894: - "En Ia Cuchilla de José Ignacio
había unos ranchos donde se hacía mediodía. La posta
la atendía un italiano llamado Callafa, que servÍa una'
sopita, un puchero de capón y una galletas duras.Cua¡
do se Ie iba a pagar, decía: -Non é nada pero damme
18
r:iinco riale" En esa parada se resollaba una horita y
-¡ .e cambiaban ios caballos para seguir viaje, esto
siempre que se ilegara de dÍa y no hubiera arroyos
nondos " AI día siguiente cruzamos IIIescas y sobre eI
- mediodía cambiamos caballos en Cerro Colorado, en
una de Ias mayores estancias que pertenece a ia fan¡i
iia ]ackson" Pasamos la noche en San Benito, un ca-
serío no lejos de1 Río Sta. Lucía. La casa de postas
la atendÍa un nativo de Las Canarias . De allÍ tuvimos
un viaje corto, de un dÍa al pueblo de Sta. Lucía don-
de encontramos una casa de posta y posada bren aten
Cida, por una familia vasca. Los cuadros eue adorna-
a- ban eI comedor tenían títulos en inglés y hasta pusie-
ron un mantel en Ia mesa".
1876: - "EI mayoral nos informé que la
ar única casa de posta estaba en eI paso del río, donde
esperábamos llegar cerca del mediodía. Cuando nos
aproximamos vimos que la posta era un macizc edificio
SE de piedra, con una gran entrada" No habÍa más que
una ventana fuertemente enrejada, dejando apenas si-
en tio suficiente para pasar una botella aI consumidor
i- que estaba afuera. Aunque ei Iugar parecÍa muy anti-
guo, la fecha sobre eI portón de entrada era de 1835"
Este fue abierto para admitir nuestra diligencia, pre-
sentando su interior un aspecto desolado. Dos Iados
del patio estaban en ruinas, Ios techos se habÍan caí-
.L do adentro y estaba cubierto de yuyos que casi tapa-
ban un brocal de piedra. Algunos pasajeros fueron a
ver unas carreras que se corrían en Ia proximidad " El
almuerzo fue preparado y servido en el patio, tomandc
cada viajero una costilla de vacuno en sus manos y
)s cortando Ia carne con su facón. La dueña de casa me
dié un pJ.ato de lata, pidiendo disculpas por no tener
pan nI sal. Las galletas de tan duras, eran quebradas
con un martillo, y en vez de sa}, habÍa algunas tazas
-o de salmuera. EI almuerzo terminó con pasas de uva y
.a ^^rLl!
iore
1867 : - "Poco antes de llegar Ia ciilr*
a! ;encia a Tacuarembó, encontramos un cadáver junto al
:amino, por Io cual apenas llegamos informamos al
19
luez, Este Ie dió poca importancia aI asunto y tomó a
broma eI ser molestado por tan poca cosa; finalmenté,
cuando le mostramos las cartas de recomendación fil
madas por el GraI. Flores, accedió a hacernos acompa
ñar por un policía. AI regresar no pudimos ubicar el
primer cadáver, pero buscándolo encontramos otros dos,
ambos degollados. Nuestro acompañante nos explicó
que aquellos hechos eran normales y que no nos moles
táramos por lo que viéramos en eI futuro, ya que eI de
güello era una costumbre nacionai de dar muerte a las
personas " Ayudamos a enterrar Ios cadáveres y volvi-
mos aI pueblo para seguir viaje en Ia diiigencia rumbo
aI Durazno'l
1903: - "EI pasajero qlre venía a mi la-
do en ia diligencia, me comentó que se daba por segu-
ro un levantamiento para el lro. de Enero de 1904.
Cuando llegamos a Ia Posta deI Chuy, observé que cam
biaban los caballos por otros todos blancos, explicán-
dome eI mayoral que dada la mayoría "blanca" de Ia po
blación de MeIo, hasta los cabalios de la diligencia
debían ser de este color, si se querÍa merecer la simpg
tÍa de los pobladores".
1860: - "Esperamos varios dÍas Ia dili-
gencia que nos dijeron que no ilegaba por eI desmedido
crecimiento de Ios arroyos. AI fin partimos antes deI
amanecer en un vehÍculo pequeño, alto y desvencijado
tirado por ocho caballos, que por la velocidad y el poco
equilibrio que parecía tener, nos tenía constantemente
alarmados de que pudiera volcarse. Llamé mi atención
el aspecto solitario y salvaje del país, y a medida que
avanzábamos aI norte, eI propio paisaje se mostraba ág
pero y escabroso, cruzando campos desiertos sin gana-
dos ni signos de habitación alguna. Los barrancos y ri-
veras boscosas de los rios, ofrecían refugio a animales
feroces como tigres y jaguares . En oportunidades, divi-
sábamos manadas de perros salvajes, eue atacaban
cualquier vacuno o lanar que encontraran" I-as estancias
ocupaban superficies de hasta 30 millas, calculando
que cada legua cuadrada albergaba 2"000 vacunos""
1BB5: - "Salimos de N4inas a las dos de
Ia mañana desde la fonda de Beraza, en la diiigencia
20
iie Godoy. Viajamos todo eI día, Ilegando ai anoche-
Jer a la Posta de Picada Fariña, donde hicimos noche
i :omiendo un pucherito servido en platos hondos de IO
)c i.a y durmiendo en catres de tientos. Al otro dÍa ama-
necié llovierrdo torrencialmente, reiniciando Ia mar-
sha a las euatro, bajo una cortina de agua" Al llegar
a Lin arroyo salido de cauce, Ie ataron a Ia diligencia
!Q
barriles a los costados y así pudo cruzay el cauce,
:a convertida en balsa, flotando"Los caballos iban pre11
: didos a Ia lanza, pero sin freno" Los animales se tira
rgn guiados por eI cuarteador, con una cuarta larga
c hasta que el cabailo de éste dejaba de nadar, y entoir
ces empezaban los demás a hacerlo, siendo ayudados
¡- por el cuarteador, ya en tierra firme, a salir del vado.
AI atardecer de1 segundo dÍa, ilegábamos al HoteI de
Roma en Rocha.
tm Nos relataba eI dueño del hotel qr-re
1- Ias primeras diligencias que llegaban, conduci,Jas por
l9 Ios mayorales Tassano y Godoy, acostumbral:an a co-
rrer carreras, poniendo banderines en ia baea de sus
ca coches y entrando a los pueblos aI son de repetidos
toques de clarÍn, que se acentuaban por parte de quien
l^
Ilegaba a la delantera dei otro coche".
ut-, Llegamos aI vado de diligeneias en
Sarandí de Barcelo, donde habÍa una posta instaiada
,C en una vieja casa edificada a fines del siglo XIX'J
)co 1870: - "Por consejo de nuestros hués
¡ pedes, desistimos de seguÍr en mulas a Cerro Lat'Eo,
íl ya que Ios matreros estaban dando mucho trabajo últi-
mamente. Hacía solo unas semanas, habÍan cavado
o5 un hondo pozo en eI vado del Duraznilio, por Io que
al los caballos aI entrar al agua, habían hecho volcar la
..1- diligencia, siendo robados sus pasajeros . Ya en viaje,
cruzamos ei Olimar en canoas, mientras Ia diligencia
¡i-
,a y eI equipaje eran trasladados por una balss. Los peg
nes tuvieron tanto trabajo en echar los caballos aI
1as agua, que debieron ser ayudados por los pasajeros.
EI río tenÍa cerca de 15 yardas de ancho y era suma-
mente rápido " EI mayoral tenía tal apuro por llegar a
la
Ivlelo antes de Ia caída de Ia noche, eue no quiso pa-
2l
rar unos minutos, para enterrar a un hombre asesinado
que vimos tirado a,un lado del camino. AI acercarnos
a Ia ciudad, Ios postiilones con látigos y gritos, Ian-
zaron a Ios caballos a toda velocidad, y cuando entry
mos a toda carrera en }a plaaa y paramos frente aI Ho-
tel París entre nubes de tierra, Ia excitación causada
era igual a una revolución. La diiigencia llegaba allí
sóIo dos veces por mes.
Dejando MeIo aI dÍa siguiente, cruza-
mos una campaña muy pintoresca, pasando Ia primer no
che en un rancho aI pie del Cerro Campana. Cuando la
diligencia salió de Cerro Colorado para Montevideo,
traÍa, además de nosotros, solamente otro pasajero,
una mujer quien ai llegar a IVIansavillagra pidió aI ma- B
yoral que parara en la casa del carpintero, a retirar una -(
urna de madera donde depositarÍa Ios huesos de su ma- I
rido. Pasando Canelones, nos encontramos detenidos fi
por una fuerte liuvia, eu€ durante Ia noche habÍa hecho ra
crecer el rÍo y Ios bañados, dejándolos impasables. d(
Debimos pasar el día en una posta, rancho de terrón y tr
paja, donde nos ofrecieron únicamente mate de yerba ra
y galletas " . al
1910: - "Salimos de Yaguarón temprano,
tratando el mayoral de ganar tiempo antes que los arro- el
yos no dieran paso, ante la lluvia torrencial que caÍa m,
desde Ia víspera. Para eI mediodía habíamos cruzado A.
(-¡'L

dificultosamente algunos, pero al atardecer, el Corra- de


Ies no dió paso. La diligencia fue arrimada a un montg Cc
cito que habÍa próximo aI cauce y se soltaron Ios cabg t^
IU
Ilos, resolviéndose esperar aIIí eI nuevo día. En ios :ri
bancos laterales del coche se instalaron el mayoral, eI qL
cuarteador, un agente viajero y dos hacendados que -^
iban a Treinta y Tres, una maestra que ocuparía su es-
cuela en La Charqueada y un cura que venÍa de Verga-
ra. Los hombres comenzaron una partida de truco sazg - :e
nado con buenos tragós de caña brasÍIera" La maestra ;-
se arrinconó en un ángulo procurando dormir y e1 reli-
gioso abrió su misaI. Afuera retumbaban los truenos y
Ia lluvia chasqueaba sobre Ia diligencia. :
Engancharon Ios caballos apenas amane
2Z
cié, un día nublado pero atenuada Ia lluvia. Como
ei Corraies seguía sin dar paso, debimos dar un am-
^t- plio rodeo por campos cubiertos de tacuruses, que
obligaban a una lenta marcha para evitar una volca-
c- da. Cuando entramos por la calle central de Treinta
y Tres, divisamos una multitud de personas que espe
,_
raban Ia diligencia frente al Hotel Idigoras, donde se
hacía Ia parada final.
l-

ng
id FUERTE DE SAN N4IGUEL, 17 34

Se halla situado sobre la frontera del


a- Brasil, aI norLe de Sta" Teresa. Inicialmente fue un
Jna reducto construído por oficiales españoles, que en
:-.'j- 1737 eI brigadier portugués José Da Silva Páez, modi
S ficó y mejoró, ordenando construir altas y gruesas mg
rho rallas de piedra labrada que unían cuatro baluartes
deI mismo material. Cada uno de estos bastiones mos
Y traba en su ánguio una garita, y a io largo de sus mu
rallas se abrÍan dieciocho troneras protegidas, para
el emplazamiento de cañones.
ao, Los muros se extendÍan 300 mts. , y
':o- el conjunto 3"000 m2 de superficie, afectando Ia for-
a ma de un romboide irregular" En el interior, y adosa-
dos a la muralla, se levantaban diversas dependencias
de uso militar como: dormitorio de Ia tropa, cocina,
r¡.U capilla, polvorín, comandancia, dormitorios de oficia
cg les y enfermería. ]unto aI portón de entrada se encon-
; traba el cuerpo de guardia, y préxima a Ias escaleras
^l
uL que conducen aI bastión deI lado sur, había una cis-
terna.
is- Los medios defensivos se completaban
a- en 1o arquitectónico, con foso y puente levadizo pro-
z9 tegiendo Ia entrada. En su avance sobre eI RÍo Grande
do SuI, Ceballos lo conquistó eI 15 de Abril de 1763,
-_ tomando sus 55 cañones y toda Ia guarnición sin dispa
rar un tiro. En 1811 1o conquistó eI GraI. Souza en su
avance sobre lVlontevid€o, y en 7827 las fuerzas pa-
triotas Io tomaron por capitulación, reintegrándolo a
23
nuestra soberanÍa.

CAPILLA DE LAS HUERFANAS, Soriano, 1740

Alrededor de 1730 establecieron los je-


suÍtas a orillas del Arroyo de las Vacas, una gran es-
tancia conocicla como Estancia de Ias Vacas, que se
extendía en una superficie de 1,000 kms. cuadrados.
Las construcciones del establecimÍento comprendÍan
multitud de dependencias, piezas, galpones, ranchos
y una capilla de 21 mts. de largo por 7 de ancho, ffiu-
ros de 1 "20 de espesor y techo abovedado extendido
sobre arcos, todo hecho en ladrillo .
Interiormente estaba decorada con co-
Iumnas y un gran altar mayor, provisto de nichos ade-
cuados para Ia colocacién de imágenes " Las columnas,
además de servir de adorno, reforzaban Ias paredes y
soportaban Ios arcos de la bóveda. Las ventanas estg
ban colocadas a regular altura y las paredes eran sin
revocar, salvo eI bautisterio, que se extendía a la de
recha del altar mayor. Los planos y dirección de Ia
construccién son atribuidos al Hermano José Schmidt,
maestro jesuíta. T

Al ser expulsados éstos en 17 67 , fue f


designado administrador del establecimiento eI Cap" .t

c
José de San Ntlartín, que ocupó eI cargo hasta 1774,
siendo padre deI héroe argentino. Es interesante des-
tacar que entre 17 67 y 777 4 nacieron aIIí todos sus l¡i
jos, menos José que apareció naciendo en Yapeyú, te
rritorio argentino. En eI libro parroquial aparecen re-
gistrados todos los citados nacimientos y entre ellos
hojas salteadas. En 177 B al ser entregado eI conjunto
ai Coiegio de Niñas Huérfanas de Buenos Aires, era
uno de sus mayores ingresos Ia venta de cai que se 19
alizaba desde L746, para dicha ciudad, y de donde to-
mó el nombre de Calera de las Huérfanas "

En 1807 estableció campamento en sus


vecintlades Fco" Javier de EIío, en marcha para combg
tir a los ingleses que habían tomado Colonia " En Abril
cl
utl
ffi
:e 1811, Ariigas, regresando de Buenos Aires, es
:roclarracio alií Jefe de los Orientales " A partir de
.ruestra Independencia ios campos fueron vendidos y
ias poblaciones abandonadas, subsistiendo hoy sole
mente ia capilla.

CASA DE DON JUAN DE NARBONA, Soriano, 1745

Entre los arroyos Vfboras y de1 Sauce,


y próximo ai lírnite de Soriano y Colonia, se levantg
ban en tierras que recibiera de un reparto que hubo
en 1742, Ias poblaciones de Ias estancias de D"]uan
rie Narbona, conocido constructor de Buenos Aires "

EI edificio de que nos ocupamos se comenzó a edifi-


car en 17 45, tomando Ia forma de una L sobre cuyo
brazo mayor se disponían varias hábitaciones. En el
ángulo se elevaba una capilla y adosadas a la misma
siguen otras piezas, aunque menores "

El patio, eue señalaba la forma eie eg


cuadra en que estaba dispuesta Ia casa, se cerraba
con un alto muro, comunicante al exterior por amplio
portén de hierro. tas paredes exteriores alcanza.ban
un ancho de 1.30 mts ", y las interiores de 1.10, ccn
pisos de ladritio y techos de teja acanalada. Dado el
espesor de las paredes, Ias ventanas lucén en las
mismas como puestas en nichos o abocinadas, corrier:
i
do por su parte interior un macizo banco de material
iorrado de madera Iustrada" Gruesas rejas de i-rierro
con rizos en S, protegían dichas ventanas.
En Ia mayor de Ias habitaciones, posi-
biernente eI comedor o Ia saIa, se apreciaba una mo-
numental chimenea. Las dimensiones de Ia capilla es.
caban entre 10 mts" de largo por 5 de ancho, con su
e techo abovedado cubierto de baldosas, y una modesta
c-
espadaña a su frente. Junto a la capilla se levantaba
s
un mirador, útil atalaya para fines civiles o militares.
)g
Los numerosos esclavos y peones que trabajaban en
il .as posesiones de Narbona, Ilenaban el gran patio en
-os días festivos, acudiendo aI conjuro de Ios toques
25
de campana, err aqiie.iia época, ?í1 qut l',{ontevieleo to-
davía no habÍa sido fundado"
AIIí inicié }i[,ern*:. 1* +xl¡ictaeión de
ia primera calera q'Lre }"ru}:o cn el iirrigr.;;:1r y cuya pro-
ducción se exportaba a Buenos l.ire s " Iv{uer'lo en 1750,
heredó los bienes srl yerno Fec. Liam;:r:ho. a :¿r,iien si.l
cedió aI morir en 1753, su hijo l",4atías f-lanrache , pá-
rroco del lugar.

CAPILLA DE FARRUCO, Ilurazn*, i7r-ia. itt;rt "2'¡ "*

AproximaCamenlc ¿ íiÜ l<::*r. i:* Saran-


dí del YÍ y en Io que Ilamaron itt:'duer-::é;l rlt: Ser¡ Igna-
cio, edificaron Ios jesuf[as €]ii ,75.1 r;r-,.t tonstnicción
que cumplÍa un dohle fi.n r*ligl*§ü y Éstratégico" Si*
tuada préxima aI Río i{eqno serí¡: u;: rastién ante ias
incursiones de los pcrtu,¡rltses '/ une avarrzada cate*
quizadora para los inciics qrrü r,¡iiltalta,n saLvajes por
Ios alrededores. EI editii;io con;taha de i.ri:l amplíe am
biente que oeupaba todc ¡;n latclai ], ,lcn,j* se ubica-
ba Ia capilla y otros dos haciendo e,;adrc que oeupa-
ban diversas dependenejas co:nl euarr.os de ios frai-
Ies, cocina, ctepésitos 1r nnn ci;:dra dr:nle se e-lejaba
Ia guarnicién de indics misjonero; "

Cubiertr-;s tr*s la.dns eon edifrr:ios, eI


cuarto se cerraba por riv: eltc rnrrro ei"e gn.ie sas piedras,
dejando eI con¡unto ei: su icntrí, rrn p.*irü o;;laza de
armas. Sobre uno de l"cs ángu j.cs §* 1e¡'"r¡nir¿;:.ba una to-
rre o mirador. Ataiaya pera prev*r:ir el '::rta.q,.is de po-
sibles enemigos. Las paredes de piedi'a, t-:enen un
ancho variabie de 90 cms " a i ri..t. y las e¡;risti-uccio-
nes se extienden forrnan,clo un euaiiro iie !5 :nt"s. de
Iargo por 5 de ancho en eaeia unu. 'le sus lacis.
Los techos eran i.le ;*zctea e;:istruída
mediante eI sistema de gruesos ti::¿ntcs sci.'i'* los cug
Ies se disponían alfajÍas y h:egr: ladriilos ":,-ii:iertos
de argamasa. Las ventanas estai:an prcte.Eie,{as por re-
jas de hierro, factores todos qur: eonfiri:1.:.t:"tn su utiU
zacién como fortÍn. Por otra parte, exi$tr'+:n eonstan-
26
;:as ;le hab*r est;,ñ(¡ r*i loeal artiilado con cañones
a metraila, instaiacic on su torre y otros dentro del
recintü, prcteqS.d.ns lr,rs artilleros por los pétreos mg
t(-J*.
Ex¡:uieados los religiosos en 7767,
esüs eampoús comprendÍendo eI edificio, fueron com-
prade s en i78i' p*r Feo" RodrÍguez, hacendado natu-
rai de Galie i"a ':: rlFodao'.o El Farruco, asesinado años
después por u"nü íle si.-ls peones. Pasando los años
los luEareñc*, ii¿:seoRocrendo Ia denominación verná
cula de ia eapii.ie ELle era: Capilla de Nuestra Seño-
ra del Rosario ele ias e añas, Ie IIamó: Capilla dei
Farruco.
Ei edrfrcio Ro presenta ninguna clase
de ornamentaerén, ]z ünieamente sobre el frente de
la capilla, se levanta una espadaña donde habÍa co-
locadas dos earnpanas ,Ce buena sonoridad, una de
las cuales se clreuerltra hoy en ia iqlesia de Sarandí
del Yí. En l"a Lrahitaeión ocupada por eI superior, se
destaca una amplia estufa a leña"
Dur¿rite ias luchas de la Independen-
era¡ acamparon allÍ ias fuerzas patriotas, adjudicán
dose incluso ha-f:er s j"do cuartel general de Artigas.
Al comenzar a ciii;ulár las diligencias por nuestra
campaña, fue di.:r-,'¿nie muehos años casa de postas "
Le ;: jesuítas, que defendieron desde
allá sus estanerac ,;i*i ataque de mamelucos, ban-
rleirantes y eorarnhreros." estaban sin sáberlo, defen
diendo también Ios futuros territorios de Ia Banda
Oriental deL Uruquay"

üASA DE h{ARFETAN, 1760"- (Fis. 3)

Ei Ccmandarrte de los Ejércitos del


Rey, don Antonio lr4arfetán, construyé en la Villa de
§oriano, en Setíemhre de 1760, una amplia casa pa-
,C ra vivierrtla famrl.iar, eu€ constaba de ampJ.ias depen
-lr cleneias dispuestas en torno a un patio central, en
,orrna de U, eerrado por el laeio desprovisto de edifi-
27
cación por altos y gruesos muros.
Las paredes eran de ladrillos, revoca-
das sóio por eI lado interior y de un ancho de 90 cms.
i, los techos de azotea sostenidos por gruesas vigas
de curupay desbastadas a hacha" Pisos de iadrillo y
."¡entanas protegidas con rejas y adornadas con corni-
sas salientes, completaban el conjunto. Es interesan-
te destacar que las rejas de esta época, además de los
clásicos rizos en S, tenían Ios barrotes cuadrados uni _
cios por planchas de hierro de I cm. (Recién a partir de
¡c

-cc
1810 aparecerían Ios barrotes redondos, como Ia gran
mayorÍa de Ios que han llegado hasta nuestra época) . 110
'-t u
En Ia inmensa cocina se destacaba una
gran chimenea porvista de un fogón alto y cuya campa- ^l^

na descansaba sobre una larga y gruesa viga de made-


ra. Las paredes exteriores no presentaban otro adorno .:ág
que una larga cornisa que circundaba todo el edificio. :lac
Las puertas eran de gruesas maderas en punto diaman-
te y solamente una comunicaba con eI exterior, 1o cual
nos da Ia pauta que, cerrada ésta, la casa se conver- -roR
tía en un verdadero fortín. Al igual que otros edificios
de su época, fue dañada por eI cañoneo de Ia escuadra
española en 1814. Ei abandono en que se ha dejado
caer esta interesantÍsima muestra de la primitiva arqqi --:J

tectura coionial, Ia ofrece hoy a nuestra vista totalmen


te en ruinas .

IGLESIA DE SORIANO, año 1760.- (fÍq. 4)

En Octubre de 1708 Ia ViIIa de Soriano,


fundada inicial"me.nte en Ia Isla del Vizcaíno, fue tras;
ladada a tierra firme, adquiriendo a partir de entonces
tal desenvolvimiento, que ya para mediados del siglo
XVIII tenía una población de 4.000 almas, lo que jusli
ficó Ia construcción de una iglesia acorde con Ia impog
tancia que iba adquiriendo ia población.
EI templo se construyó de unos 30 mts.
de largo por 7 de ancho, con muros de 1" 30 mts., Ie-
vantándose en eI lado izquierdo de su frente, una espa
2B
--raña con dos campanas, según descripcién que nos
t- crindara Larrañaga en 1815" En 1814 Ia ciudad fue
eombardeada intensamente por la escuadra española,
sie ndo este edificio aleanzado por múItiples proyeg
iiles que Io dañaron seriamente, sobre todo en eI tg
cho.
:l- AI efeetuársele las reparaciones se le
.,c edifieó en lugar de Ia espadaña original, una torre o
rri eampanario, modifieándosele también eI frente, que
pasé de barroeo a elásico. A través de los siglos, s,¿
: --l
cesivas reparaciones han modificado partes dei ediü
clo, pero eI conjunto mantiene en general sus 1Íneas
na
primitivas, así como objetos de época, como Ios mue
f,a- bles de Ia sacristía y sus puertas a cuarterones "
ia- En sus registros parroquiales desfiian
h3
páginas de Ia historia de una de las más antiguas po
c, blaciones dei paÍs.

uaI _ (Fig.
)r- FORTALEZA DE SANTA TERESA , 17 60. 5)
1q

dra
Sobre las colinas granÍticas que sepg
r-an Ios bañados deI océano, comenzé a construirse
:¡ r.1 I oajo indicaciones del General iusitano Tomás Osorio
*.n Pebrero de 1760, un fuerte cuyas r fortÍficaeion,es
:en
se componían principalrne¡rte de murallas y terraple-
,res de palo a pique y piedra, y construcciones preca
:ias para alojamiento de la guarnieién"
EI 5 de Abril de 17 63 Pedro de e eba-
-ios llega a la vista de Sta. Teresa, guarnecida enton
.:es por i"500 hombres aI mando del mismo GraI" To*
IC,
tc-
:nás Osorio y levanta baterías a distancia de tiro de
,a e -,-isil de las murallas " Los lusitanos, en número de
t^ -Q-0, hacen una salida procurando silenciarlas, pero
son rechazados con cuantiosas ba¡as " Esa noche se
SLL
.DOr
-roduce la desercién de numerosa parte de la guarni-
:ién, a pesar de Io cual Osório resiste aún dos días
iC --- ataque, hasta rendirse bajo condiciones " Este ae-
.:, Ie valdrÍa ser posteriormente ahoreado por el Go-
SOA
-.rno portugués en Ia ciudad de Oporto "
29
Cebalios, una vez en posesión deI fuer
te, no pasó por alto sus excelentes condiciones estrg
tégicas y resolvió convertirlo en una fortaleza inexpug
nable, a cuyos efectos ordenó al Ingeniero militar Bar
tolomé HoweI, el trazado de Ios planos necesarios,
Este no sólo se ocupó de los mismos, sino que también
tuvo a su cargo Ia dirección de Ios trabajos de construg
ción, en los cuales se emplearon miles de indios de
las Misiones, durando Ia totalidad de ios trabajos 17
años, ya que fue definitivamente terminada en Octubre
de 1780.
ComprendÍa un recinto fortificado en
forma de pentágono con baluartes en sus ángu1os. La :

extensión total de las murallas era de 600 mts., estan a

do formadas por dos muros de piedra calzada, uno ex- l


terior y uno interior, con dos mts. de espesor cada uno
y dejando entre sÍ un espacio de 7 mts., que fue relle-
nado con tierra, formando eI conjunto una muralla de €

más de 10 mts. de ancho y 4 de altura. c

La superficie total era de 16.000 m2 . l


1o que da idea de su extensión. En su interior, adosa- r
das a los muros y rodeando Ia plaza de armas central., I
se disponÍan talleres de herrería, carpintería, calabo-
zos, capilla, cuadras, alojamientos de la oficialidad
y del capellán, enfermerÍa, polvorín, etc. N4enciona-
mos estos detalles para que el lector se interiorice de
Ia perfección con que se habÍan organizado todos los
servicios . Todas estas dependencias techadas en teja,
tenían una altura inferior a los muros, Io cual las po- :
nían a cubierto de Ios efectos del posible fuego enemi _

go. :
Todos Ios dinteles y adornos de estas
construcciones eran de piedra labrada, y deI mismo ma
terial Ias paredes . Los cinco baluartes que integraban
eI conjunto, llamados de San Clemente, San Luis, San
Carlos, San ]uan y San Martín, tenían troneras para
ubicar nueve cañones cada uno y estaban u"nidos por
las murallas (cortinas), que tenían en su parte interior
Iargos y anchos escalones de piedra para permitir Ia
ubicación de Ia infantería, disparando sobre los atacan
30
laq
-e_r
ia Sobre eI lado sur habÍa una pequeña
:Jg puerta de emrgencia y en Ia parte que daba frente a
-r los bañados, se disponía la entrada principal, de
3,50 mts. de ancho. Cada baluarte tenÍa en su áng!
.:en lo una garita de forma octogonal con cúpuIa, prolija-
I L1\/ mente labrada en granito. Por Ias troneras asomaban
sus bocas Ios cañones, unos para tirar metraltra a
7 corta distancia y otros para bala rasa, para objetivos
1ré iejanos.
Ocupada por una numerosa guarnición
españoIa, pasó luego largos años de ostracismo, pe1
3 dida en los desiertos arenales del este. En 1804 se
:^n alojó allí eI úItimo Virrey deI Perú Fernando Abascal
x- y Souza, Ivlarqués de Ia Concordia, que viajaba des-
*;10 de Río Grande a Lima, vía Buenos Aires, acompañado
t^
-ic de lucida escolta Iusitana. En el mismo año estuvo
=
eI Obispo de Buenos Aires Lué y Riga, en oportunidad
de recorrer Ios templos deI este de Ia Banda Oriental.
AI producirse Ia revolución artiguista, es tomada por
:
^- rendición, aunque en Julio de ese mismo año la ocu-
pan Ias tropas portuquesas del Gral. Souza, desaloja.
)c- das a su vez en 1812 por Fernando Otorgués, que ca-
:_1 pitaneaba fuerzas artiguistas .
Durante eI sitio de Montevideo, Ron-
I6 deau hace traer los grandes cañones de la fortaleza
: a Ia línea sitiadora, bombarde_ando con ellos la ciu-
it &, dad. En 1814 Otorgués abandona Sta. Teresa ante un
ataque de las fuerzas porteñas mandadas por Dorrego,
-11 I que luego Ia entregaran a Artigas, al retirarse de la
Banda Oriental. La bandera artiguista flameará sobre
ias murallas hasta l1l7, en que el ejército portugués
r1:Cl aI mando de Lecor, conquista eI fuerte, sosteniéndo-
an se en él hasta eI 3l de Diciembre de 1825, en que me
lan diante un ataque nocturno Ia conquista para Ios pa-
triotas el CneI. Leonardo Olivera. Ei 29 de Octubre
Ce 1827 Ios lusitanos en avance general Ia reconquis-
rOf :an, para dejarla, esta vez definitivamente, eI 29 de
inero de 1828. Durante la Guerra Grande, años l840
3an = 1850, el Cnel. Bernardino Olid Ia toma y guarnece
31
con tropas oribistas, quedando al firmarse la paz de
lB5l, abandonada por decenas de años, hasta comen*
zarse su restauración, rescatándola de Ios médanos y
malezas que Ia cubrían, los trabajos realizados por
iniciativa del historiador D" Horacio Arredondo.

CAPILLA DE SAÑ BENITO DE PALERMO, COIONiA, 1761.

Queriendo eI Gobernador de Buenos Ai-


res D" Pedro de Ceballos, Iimitar exclusivamente a
Ios muros..de Colonia, el desplazamiento de los portg
gueses que la ocupaban, Ievanté en torno a las mura-
Ilayde dicha ciudad fosos y estacadas, V no conside.
rando esto sufieiente, poblé con familias traÍdas des-
de Buenos Aires Ia lÍnea sitiadora. Buscando mejorar
las condiciones de vida de Ios nuevos vecinos, man-
dé edificar en Ias proximidades un hoqpital y una ca-
piila, cuyo primer párroco fue eI capellán de las tro-
pas siti'adoras, Joaquín Sotelo de Burgos,*establecién
dose la primera partida en los registros de la capilla,
el 20 de Agosto de 1761.
Fue construída con paredes de piedra
y ladrillos calzados con barro y techada con tejas e¿
tendidas sobre armazén de cañas tacuaras, atadas con
Ionjas de cuero crudo" En eI frente tenía una gran puer
ta, dispuesta debajo de un arco sostenido por dos co-
Iumnas " En Ia parte superior, colgaba de una pequeña
espadaña Ia campana, cuyos tañidos llamaban a los
fieles"
' eon algunas modificaciones, como la
sustitucién del primitivo techo de tejas por zinc y de
Ios pisos de ladrillo por otros de mosaico, eI edificio
ha mantenido sus líneas originales hasta nuestros días
en que ha cumplido sus dos siglos.

IGLESiA DE COLONIA, Año lT 63 "- (Fis " 6)


Si bien este edificio fue reconstruído
32
a
=n su casi totalidad en dicho año, su fundae rén data-
ba de medio siglo antes. En Dieiembre dc 1800 fue cg
si destruÍdo por uR pavoroso incendio, permaneciendo
iuego varios años abandonado, hasta que eI maestro
Ce obras Tomás Toribio trazé en lB0B nuevos pianos y
dio comienzo a los trabajos de edificacién, que termi
naron en Octubre de 1809. EI 14 de Diciembre de 1823
un rayo cayó sobre eI edifieio, alcanzando un dep6si
to de póIvora que se ignoraba, que estaba disimulado
en Ia sacristía. La tremenda explosién provocada hi:
zo volar parte deI edificio, matando catorc€ pe rsorrds
y oausando tremeridas heridas a muchas docenes ie
feligreses que Ilenaban en aquellcs mome nlos ej ien-
plo.
Después.l¿ ¿str;:sJ-;-rá É. -:c:1 p:r
manecié abandonado por once aics, hasia 1831 ei-i
que los vecinos iniciaron su reconstruce lén, me'rian-
te colectas hrasta'alcanzar J.os S 14.160 eri qire ha:
bían sido presupuestadas Ias obras . Estas sr termrna
ron en 1841, realizándose posteriormente cliversas me
joras, eu€ respetaron siempre Ia planificae rén primi-
tiva del edificio, Io que ha permitido que llegara has
ta nuestros dÍas presentando su aspecto original"
EI Iocal consta de una sola nave clis-
:t
puesta luego de un pequeño atrio y techada de tejas
,I en su totalidad. Las dos torres cuadradas que tiene a
su frente, Ie dan un acentuado aire militar de atala-
yas de observacién o plaza fuerte, brindando un as*
pecto peculiar aI proyectárse sobre las casas bajas
,Ce la ciudad" En Ia parte Í-rosterlor, und espadaña sog
tiene eI campanario" Situada sobre e1 perímetro de la
antigua plaza de armas, a ella condueen calles de tan
evocadores nombres como: De Ios Suspiros, De las
Rejas, Del Convento.
tos añosos naranjos plantados haee
rirás de un siglo aI pie de sus torres, acompañan su
nistoria tres veces centenaria.

33
CASA DEL VIRREY, Colonia, 1765.

Esta finca, cuyas ruinas se levantan


todavía en Ia esquina de Misiones e Independencia
de dicha ciudad, no fue nunca ocupada por virrey al-
guno, sino por los comandantes Iusitanos, y quizás
Ia confusión respecto de las jerarquÍas haya dado Iu-
gar a Ia denominación. La construcción fue cornenza-
da en 17 62 por orden dei Brigadier portugués Vascon-
cellos, destinada a casa del Gobernador de la ciudad,
e integrando un vasto plan que comprendía ampliación
de Ias fortificaciones, hospital, teatro, etc.
AI tomar la ciudadela CebaIIos en 1777 ,
este edificio aparece señalado en los planos como
Casa de Gobier[o, y en Ias restauraciones ordenadas
por eI Virrey Vértiz y Salcedo de Buenos Aires, con fe (
cha 18 de Abril de 1800, se incluye el Palacio del Gq f
bernador. Iniciados Ios trabajos de reconstrucción, f
no llegaron a terminarse totalmente y la finca, librada c
a su suerte, fue arruinándose lentamente, hasta IIe- c
gar a nuestros días en que apenas se mantienen en pie ts
parte de sus muros y algunos dinteles . L
Originalmente presentaba una planta bg n
ja con tres puertas de dinteles y marcos de granito Ia a
brado y dos ventanas con rejas, de antepechos salien
tes y guardapolvos a cada iado. En la planta alta se
disponían dos amplias salas con ventanas y balcón aI
frente y alrededor varias piezas más, ocupadas como
dependencias privadas. En una de dichas salas tenía
su despacho eI Gobernador, y en planta baja se distti
buía el cuarto de guardia, cocina, depósito, depende¡
cias administrativas, etc.
Al igual que otros edificios, sufrió los
efectos deI bombardeo de Ia escuadra argentina en
1826, y eI hecho de no haber sido posteriorrnente res-
taurado, en la medida en que los fueron otros, apresu
ró su ruina.

34
CUARTEL DE DRAGONES, I'zlaldonado, 1773 (Piq. 7).

En el año 1773 fue edificado bajo la


direccién de1 Ing. Bartolomé Howel y ocupando Ia
manzana que delinean Ias actuales calles 25 de Mayo
Dodera, L8 de ]ulio y l\4ontevideo, un amplio edificio
para cuartei de caballería. Las paredes eran de pie-
dra con un espesor de I mt., teniendo todas las puer
tas y ventanas dinteles en piedra labrada, asÍ como
los pisos " Las tejas del techo se disponían sobre
ln cerchas de curupay.
Las dependencias tales comc cuadras
1'7 para Ia tropa, cocina, polvorín, armería, cabaileri-
zas, etc. , estaban dispuestas adosadas a los muros,
dejando en su centro una amplia plaza de armas, don
:- de estaban los pozos de agua que proveÍan a Ia quar
nj,ción. El primer cuerpo militar que ocupó el IocaI,
fue eI Regimi.ento de Dragones de Buenos Aires, au!
-t- qLre a partir de Ia fundación del Regimiento de Bian-
dengues en 1787, fue éste eI que 1o ocupó ininterrum
pie pidamente entre 1790 y 1810, contando entre su ofi-
cialidad al futuro Gral. Artigas, que integró su guar-
bg nición a partir del 10 de l\¡larzo de 1797, contando 33
Id años .
*
.-II En 1806 Ias tropas inglesas saqueron
o- eI cuartel aI tomar la ciudad, Ilevándose hasta Ias
al puertas, ventanas y tirantes de los techos. Alejados
no Ios invasores, fue parcialmente reconstruído y siguió
1CI prestando servi,cios a los Blandengues " Durante Ia ds
. + .-.i
: LI l minación lusitana sirvió como cárcel polÍtica. En
o"¡ lB35 fue completamente abandonado y en 1839 seven
dieron públicamente las maderas de sus techos, mar-
1Ui cos y otros materiales. Luego eI tiempo terminó eI
lrabajo comenzado por eI hombre, y sus ruinas son Io
ED únicc que ha llegado hasta nosotros . Podemos apre-
3SU ciar su portal de piedra y su portón a cuarterones de
gruesa rnadera, aI cual sigue u"n trozo de muro. Por Ia
calle posterior se aprecian iqualmente un ángulo de
muros de piedra de unos 50 mts . , y las cumbreras que
sopartaban las cerchas. EI Gobierno integró una conll
35
sién en 1969 para reüonstruirlo totalmente, pero todo
Io que se hizo fue colocar un andamio que la intempe-
rie va también en camino de destruir.

FORTALEZA DE SANTA TECLA, I77 4.

Juan José de Vértiz y Salcedo, vence-


dor en su campaña militar sobre Ios lusitanos en RÍo
Grande, resolvió dejar establecido un bastién para pre
venir futuros avances sobre la frontera de Ia Banda O-
riental, y dirigió Ia construccién en un punto de Ia Sie
rra de Sta. Tecla, de una fortaleza" Los planos fueron
trazados sobre el terreno por el Tte. CneI. de Ing.Juan
lVlartínez Godoy, desarrollándose Ias fortificaciones
en forma pentagonal, con cuatro baluartes llamados:
San ]uan, San Miguel, San Agustín y San ]osé, y un
quinto, que se apoyaba sobre inaccesible barranco y
se llamó San Francisso.
Las murallas fueron edificadas exterior t
mente con losas de piedra y paio a pique en el interior, (
dejando un ancho de 3 mts. que fue rellenado con pie- L

dras y tierra apisonada. A esta muralla se ascendÍa (


por toscas escalas de madera, tenidndo además un pa (
rapeto de piedras, para protección de Ios fusileros.
Frente aI portón de entrada se cavé un ancho foso, que
se sorteaba mediante un tosco puente levadizo. Den-
tro del fuerte y adosados a sus muros, se edificaron
de piedra y terrones con techos de paja quinchada, Io
cales para cuadras, pañoles, hospital, piezas de ofi-
ciale s .
La primera guarnición fue integrada por
una compañía de infanterÍa, doce artilleros, veintedqg
gones, veinticinco blandengues y una compañía de mi-
Iicianos de Nlontevideo, mandada por eI Capitán Mar-
tÍn José Artigas, padre del futuro héroe oriental. Ha-
bía además un capellán, un cirujano, dos Tenientes,
dos Alféreces, todos bajo el mando suprerno del Coman
dante D, Luis Ramírez "

En Abril de 1774 se terminaron Ias obras


36
y en presencia de las tropas formadas , Vértiz izó por
primera vez eI pabellén español. En Febrero de 1776
Ios lusitanos avanzan sobre Ias líneas españoIas y
dos regimientos de Dragones de Río Pardo, aI mando
del Capitán Rafael Pintos Bandeira, sitian Ia fortale-
za sometiéndola a bombardeo" EI 9 de Marzo inten-
tan tomarla por asalto, pero Ia guarnÍción resiste y
rechaza el ataque, prolongándose el sitio hasta el 25
de Vlarzo, en que se rinde Sta" Tecla bajo honrosas
condiciones de capituiacién. Hasta 1851 permanecré
dentro de los límites del Uruguay, y apartir de dr,cno
año, pasé a poder del Brasil, junto con los extensos
territorios cedidos desde Aceguá hasta Bagé.
:t

CASA LLAMADA: DE MITRE, Colonia, 1775 (Fig" 8)

Se considera que esta constnicciónde


dos plantas, situada en Ia esquina de las calles Trei_q
ta y Tres y Barbot, sea una de las más antiguas de
Colonia. Por detalles de su construccién, tales como
dinteies y umbrales de piedra tallada, ventanas, bq]
cones, etc", serÍa una de las pocas casas edificadas
durante eI perÍodo lusitano, que ha llegado indemne
a nuestros dÍas "
l
A través del tiempo se Ie han efectua-
do algunas modificaciones, tales como eI dividirla en
dos fincas separadas, cuando inicialmente era una
sola mansién; tener dispuesta Ia planta baja para co-
mercio , en vez de continuar situándose aIIí Ias salas
comedor y cocina, y habérsele eambiado eI techo od
ginai de te jas por uno de zinc "

En Ia época de su esplendor, Ia mag-


nificencia de Ia construccién séIo era superada por
Ia Casa del Gobernador, y detalles que muestra eI
edificio se han encontrado semejantes a Ios que mue,s
tran las ruinas de Ia Casa del Virrey. El nombre con
t que se conoce la construcción no tiene asidero ningu
no con Ia posibilidad de que lvlitre Ia haya habitado
en alguna oportunidad, ni aún pasajeramente.
37
No estarÍamos desacertados en cambio,
en creer que haya sido residencia de alguna muy impor
tante figura de Ia época, posiblemente eI General Co-
mandante de ia guarnición o eI propio Gobernador,

BATERIAS DE GORRITI, L777. (Fiq. 9) "

]uan José de Vértiz, Gobernaelor de Bue


nos Aires, obtuvo del Rey de España, con fecha 20 de
Marzo de 1773, autorización para crear en h/laldonado
e Isla de Gorriti, un plan de grandes fortifieaciones
que alcanzarían un costo de $ 1"000"000.- )i que colQ
prenderÍan baterías, una ciudadela similar a 1a de IVIoll
tevideo, y cuarteles para las tropas :¡ servicios auxi-
liares . EL comienzo de los trabajos estaba resuelto,
pero las dilaciones del Virrey de Lima para otorgar Ios
caudales, no permitié finalmente reaiizarlos .
En escala mucho rnás modesta, eI Ing.
Bartolomé Howeli construyó por orden del mismo Vér-
tiz, una baterÍa en la bahía de lvlaldonado, artillándo-
Ia con cinco cañones, en IVIarzo de 1774. Ceballos,
luego de Ia toma de Colonia, persistió en Ios proyec-
tos, mandando construir en Ia IsIa de Gorriti tres bate
rías, un cuartel y un polvorÍn con paredes de piedras
extraídas de las canteras de Ia propia Isla, y techándq
se los edificios con 15 . 000 tejas requisadas en la Co-
Ionia del Sacramento y que 1os portugueses tenían de-
positadas aI1í para futuras construcciones.
Las baterías constaban de un muro de
piedra exterior de I mt. de ancho y 2,50 de altura, y
otro interior de la misma altura y grosor, dejando en-
tre ambos un espacio de 3 mts. , ccupado por ctros mrj
ros tendidos en diagonal de 1mt. de ancho, eon Ia t!
nalidad de ofrecer mayor resistencia a los irnpactos de
un posible bombardeo" En estas baterías s* instalaron
nueve cañones, servidos por cien soldados entre arti-
Ileros e Ínfantes .
Ei 29 de Octubre de 180G, el CneI"
Blackhouse, aI frente de 1.400 ingleses, etaca Ia ciu
3B
dad de lVlaldonado, donde resisten hasta eI úItimo
hombre, 230 defensores aI mando del Capitán de Blan"
dengues Ti:omas Borrás. Luego inician eI bombardeo
a las baterías de Gorriti, Ia totalidad de Ios barcos
de la escuadra inglesa. El ataque dura tres días,
siendo resistido con ejemplar valor por los defenso-
res hasta ser tomada por asalto la is1a. Los ingleses
restauran de inmediato las baterías, semi destruídas
por eI cañoneo e instalan una guarnición. Retiradas
las tropas invesoras, los españoies volvieron a guq.I
necerlas, permaneciendo en eIIas hasta su retirada,
oportunidad en ia cual clavaron los cañones y los
arrojaron al agua, frente a ias costas . Los cañones
que actualmente se aprecian a1IÍ, son los traÍdos pos
teriormente por los portugueses, al ocupar la Banda
Orientai en 1819.
En 1921, en oportunidad de una gran
bajante de las aguas esperimentada en Ia bahía de
N4aldonado, quedé al descubierto los restos de Ia bg
tería edificada aiií en 1774. En 1969, eI Estado dis-
puso la reconstrucción de ias baterías, trabajos que
no se llevaron a cabo.

TORRE DEL VIGIA, N4aldonado, 1787 (Fig. 10) .


al0
Fue edificada como atalaya para con-
trolar el paso y la proximj.dad de barcos, eue pudie-
ran representar un peligro para las poblaciones de
Ivlontevideo y Buenos Aires. Un vigía provisto de po-
Cerosos gemelos, escudriñaba constantemente eI mar
carr tal fin " En su proximidad había un corral con un
buen número de caballos, prontos para conducir chag
ques a lVlontevideo o Buenos Aires, caso este úItimo
"- en que eombinaba con una laneha siempre a la orden
en eI puerto de Coionia.
Su construcción consta de tres pisos,
:eniendo como única iluminación unas pequeñas asg!
.leras " En el tercer piso se dispone de un balcón de
rierro, saliente y provisto de barandas, sobre eI cual
39
se abren cuatro puertas, una por lado. Está construída
de tadrillos sobre zécalos de piedra, de B0 cms. dees
pesor.
En 1803 fue avaluado el conjunto en
5 " 500 pesos fuertes . Desde su mirador se divisó y prg
vino a las autoridades de Montevideo, primero, y Bug
nos Aires después, Ia proximidad de Ias naves que
conducÍán Ia primera y segunda invasión inglesa, así
como barcos corsarios, piratas y Iusitanos que procu-
raban el puerto de Colonia "
A dos siglos de su construcción, se
conserva en excelentes condiciones, permitiendo a las
generaciones actuales apreciar esta obra.

IGLESIA DE SAN CARLOS, IVlaldonado, 7792.

Inicialmente las primeras familias IIe-


gadas a San Carlos, utilizaron para eI culto religioso
un modesto rancho de piso de tierra y techo de paja"
En 777 8 se inicié la construccién de un edificio, que
resultó excesivamente desproporcionado por 1o grande
y ancho, siendo demolido cuando ya Ias paredes esta*
ban semi levantadas "

EI 5 de Noviembre de 1792 se colocó


Ia piedra fundamental de un nuevo edificio, iniciándo-
se las obras de inmediato, para terminarse en Diciem
bre de 1800 y ser inauguradas con Ia presencia del
Obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riga, eI lo de
Enero de 1801. Los gastos de la construccién fueron
costeados con aportes deI vecindario, y hasta el cura
iVlanuel Amenedo de lVlontenegro contribuyé con $6000"
EI edificio de una sola nave, tiene 30
mts. de largo por 7.50 de ancho, techado con tej4s
dispuestas sobre bóveda " EI espesor de sus paredes y
contrafuertes de hasta 3 mts . de ancho Ie cia un aspeg
to de tremenda solidez. Ei templo fue terminado sin re
vocar exteriormente, siendo realizada esta labor recién
en I830, oportunidad en que se celebró un banquete,
aI término del cual todos Ios piatos, fuentes y jarras
40

¿
utilizadas fueron incrustados et¡ e- tE,..: --_:
do una original guarda entre los dos c-er!iÉ.*rÉ.tr11;¡
Los platos eran de porce.l.ñ-"- 13;il8&t,
con dibujos floreados y fiieteados de azul, n.le?irp
que en Ios ángulos se coloearon jarras " Las bdel-'
sas que hoy apreciamos en su piso, de mármol blar
co y negro, son las retiradas en 1905 de Ia catedral
de Montevideo, aI renovar su pavimento " Se adjudi-
ean sus planos a Rafael Pérez del Puerto y resulta
muy original que la escalera que asciende al coro,
se extiende por eI iado de afuera del edificio, que:
dando a Ia intemperre
Diversas sugerencias para modificar
ese detalle no fueron ejecutadas. En su na\ze se \,,r-
vieron muchas efemérides de nuestra vida colonial,
histérica y cÍvica, siendo un vaiioso ja1én en la hrs
toria locaI y nacional.

iGLESiA DE N4ALDONADO, L792.

En Agosto de 1792 eI Virrey D" Nieo*


Iás de Arredondo dispuso que se tomaran presupues-
tos para Ia construcción de un templo acorde a Ia im
portancia que iba tomando Ia ciudad de Maidonado.
Los planos estuvieron terminados en 1796, inicÍándg
se las obras ei 15 de Febrero de 1801. En Noviembre
de 1806 los trabajos estaban muy adeiantados, habién
dose terminado una de las bévedas, estando Ias otras
dos muy avanzadas y Ias paredes levantadas a Ia aI-
tura de los marcos "
Al ser tomada ia ciudad por las tropas
inglesas en 1807, se apoderaron Ios invasores de to-
das Ias herramientas, materiales y hasta puertas y
ventaRas, paralizándose Ia obra hasta 1830. Cuando
se iban a reiniciar Ios trabajos, estail6 Ia llamada
Guerra Grande, y nuevamente se paralizaron Ios trabg
n jos. En 1844 se Ia convirtié en cuartel de caballerÍa,
fortificándola con cuatro cañones instalados sobre eI
techo del atrio "
4l
En 1860, cuando se habían reunicio fo¡
dos provenientes del impuesto a.las pieles de lobo,
para seguir la construcción, eI Gobierno dispuso otra
finalidad para ese dinero y otras partidas reunidas trg
bajosamente, fueron destinadas a Ia Igiesia de Rocha.
Recién en IBB3 los trabajos se reiniciaron decisivameno
te, Ievantándose en LB95 Ios campanarios, e inaugiu-
rándose el 22 de Diciembre del mismo año eI ternplo.
Los trabajos habían durado casi un si-
glo. EI edificio consto de una na\¡e central 1u dos trans
versales, techadas todas con bóveda. dos sacristías
junto aI presbiterio y un atrio sostenido por cinco co-
Iumnas. Aunque terminada aI fin del siglo XIX, eI he-
cho de que Ios sucesivos constructores respetaran los
planos originales, nos permite encuadrar las caracte-
rÍsticas del edificio, dentro de las líneas coloniales.

CASA DEL ALN4IRANTE BROWN, Colonia, 1795 (Fig.12)


En Ivlarzo de 1795 un rico comerciante
de Ia ciudad de Colonia, D. Francisco Alvim mandé
edificar una amplia casa para vivienda, Ia que de a-
cuerdo a las preferencias de Ia época, nos muestra su
frente totalmente falto de adornos, con cuatro venta-
nas provistas de balcón de hj.erro en planta alta, ytres
puertas de madera a cuarterones en la baja, con pare-
des de piedra de I mt. de ancho. Vivió en ella hasta
Febrero de 1826, en que ocupando Ia ciudad Ias fuer-
zas brasileras, fue bombardeada durante una semana
por la escuadra de Brown, resultando la finca seriamen
te dañada, al igual que gran parte de Ia ciudad.
En 1830, aI disponer eI Gobi"erno patrio
Ia demolición de las fortificaciones, acordó que con
los materiales provenientes de Ias mismas, se recons-
truyera esta casa, utilizándose dinteles 1z sillares de
granito. Las habitaciones de la misma no sÉ disponen
en torno a un patio abierto, sino que recii:en luz, unas
por las ventanas del frente y otras por las del fondo,
estando distribuidas compactamente .
42
En la cocina := :-rrecia, cubriend.c =-
fogón, una gran campana para e- --,-.rc. Las vigas gue
sostienen pisos y azotea son de pa-:.-.tr escuadradas
a hacha, y las escaleras muestran los p=:Íiles de sus
escalones reforzados con madera dura, pa:: er:itar el
:tl,
o
desqaste. En cada planta se dispone una gra: sala
rodeada de piezas más pequeñas y una pequeña y di-
simulada puerta sobre Ia parte posterior.
Se considera probable que eI techo de
azotea fue apiicado al efectuarse la reconstrucción,
y que originalmente fuera de tejas acanaladas. Situa
da frente a Ia antigua plaza de armas de Ia ciudad,
este edificio presenció el paso de los siglos y Ia hie
toria de la Colonia deI Sacramento a través de sus
sucesivos ocupantes: Iusitanos, orientales, brasile-
ros, argentinos, españoles.
La denominación que tiene de Casa
del AIte. Brown, es totalmente antojadiza, ya que no
se conoce que dicho marino haya vivido nunca allí.

BARRIO COLONIAL DE COLONTA, 1800. (Fig. 13) .

J Sobre algunas de Ias pequeñas calles


que se extienden entre Ia costa y la antigua plaza de
armas de Ia ciudad, se aprecian todavÍa en cortos tre
chos, casas pequeñas con paredes de piedra o ladri-
IIo unidos con barro y techos de teja acanalada. Estas
paredes eran Iuego blanqueadas con cal. Las rejas que
protegÍan Ias ventanas en general angostas, eran sa-
JII Iientes, dando la sensación de apoyarse en Ios ante-
pechos, Io cual, unido a las cornisas superiores que
tarnbién se proyectaban sobre ios enrejados, daba aI
conjunto un aspecto original y decorativo.
Estas casas constaban de dos habita-
ciones dispuestas sobre un patio abierto, donde se
plantaban parras. El pavimento era de piedras en cu-
^q
ña, con una canaleta central para facilitar Ios desa-
gües, y carecían de veredas. Es sin duda el conjunto
de viviendas más antiguo que se conserva en eI país,
43
aunque su número disminuye dÍa a dÍa, unas por no
haber sido reparadas a tiempo y otras por haber sido
modernizadas, en un lamentable desconocimiento de
sus valores históricos " Se considera que fueron edili
cadas entre 1800 y 1810, y las oeupaban personas mo
destas: artesanos, pequeños comerciantes, etc", yd
que los potentados de Ia época edificaban amplias
mansiones, en eI iado opuesto de Ia plaza"

CASA CAPITULAR DE MALDONADO, 1811. (Fig " T4).

Sobre muros de piedra y con paredes de


Iadrillo, fue construída entre 1810 y 1811 ta casa des
tinada a labergar aI Cabildo de Ia ciudad, en un solar
frente a Ia plaza, abarcando la esquina de las calies
Florida y Sarandí. EI edificio constaba de una puerta
central ampiia, a cada uno de euyos lados se dispo-
nían tres ventanas protegidas con rejas, que se apo-
yaban entre guardapolvos curvos y cornisas inferiores
salientes.
Sobre Ia puerta e integrando eI único
adorno arquitecténico, se extendÍa un frontén curvo
de granito labrado. EI techo era de teja y eI conjunto
en general bastante modesto. La sala eapitular ocupa_
ba un gran salén sobre la esquina, y la seguÍan dos
piezas donde se disponÍan oficinas para Ios escribiee
tes " El zaguán daba paso luego a un patio empedrado
con qrandes Iosas de granito, en uno de cuyos lados
se disponÍan cuatro celdas y un galpén, especie de
cuadra destinada a alojamiento de serenos, celadores
y policías. Por eI frente de estas dependencias se ex
tendía una galería cubierta, donde se ubicaban dos
Iargos bancos de piedra.
AI dejarse de utilizar como cabildo,
fue muchos años sede de Ia jefatura de policía, efec*
tuándosele varias reparaciones y modificaeiones en
Ios años L870, 1880 y 1886" En 19ll fue demolido pg
ra edificar en eI solar un hotel, a su vez posteriorme¡
te demolido" Así uno a uno, fueron desapareciendo en
AA
==
aras de un mal entendido progreso, tt.-f i :
quias arquitecténieas que nos Iegara 3_::-::-: :

) FARO DE LA ISLA DE FLORES, 1818

Desde 1792 se había apreciado la ne-


cesidad de coi.ocar aIlÍ una señaI luminosa, solucio-
nándose ello pasajeramente en dicho año, mediante
Ia colocacién en el punto más elevado de la isla,del
farol de popa de la fragata Ntra " Sra . de toreto, nall
fragada en eI puerto de l\{ontevideo" Bajo la Cornrna-
ción lusitana, eI Gral. Lecor comisionó ei 21 r= Oc-
tubre de 1817, aI Dr. Lucas Obes para q-c :c::.p:-.:3
r un fanal y accesorios compieroentarios, e:-:r= eli;s
un lente de aumento, y Ia iinterna, funcrona:.c¡ ei
I
conjunto por eI sistema de eclipses .
Fueron adquiridas a la Casa S. Mac
CatI & Co. cie Londres, comenzándose las obras en
Diciembre de 1818, embarcando eI 15 de dicho mes
en Ia Goleta Tártara, varios maestros albañiles y pe
ones¡ así como las herramientas necesarias. Los
trabajos avanzaron lentamente, y a Ios seis meses
de comenzados solo se habÍan ejecutado los cimien-
tos y las paredes apenas se elevaban a 1mt" de al"-
tura. La qoleta era utilizada también para llevar por-
n visiones , y eI 5 de Mayo de lB19 fue sorprendida
) por un temporal que la hizo encallar en eI Buceo,
siendo inútiles Ios esfuerzos para reflotarla" Como
consecuencia, ios trabajadores de Ia isla debieron
soportar un mes de penuriaÉ por falta de alimentos.
{ En este interÍn, la denominación de
Vigía Lecor, que habÍa dispuesto se Ie bautizara el
Gral. del mismo nombre, no fue del agrado del Reyde
Portugal, Juan VI, quien dispuso se cambiara por To-
rre de Proteccién" Esto enfrié eI entusiasmo de Lecor,
en proseguir los trabajos, que se paralizaron totalmen
i
a te en lulio de 1819, por efecto de ia lucha que soste-
,4 nían los lusitanos frente a los patriotas .
;l Después de siete años, el 4 de Iuiio
45
de 1826 se abrié iicitacién por las obras, presentán-
dose entre otros, José Toribio, eue ofrecié realizar-
las por $ S+.000, pero se adjudicaron a Ram6n Arta-
gaveytia por § 39.950 . EL 2 de Octubre comenzaron
los trabajos, que finalizaron en Dióiembre, siendo
inaugurado eI faro el 1o de Enero de 1828" La torre
de 15 mts. de altura, se asienta sobre una base ccto
gonal de piecira, eu€ teniendo aiiÍ un pronunciado deg
nivel, extiende Ia aitura de la linterna a 30 mts . so-
bre eI mar. La iiuminacién es percibida a tnavés de
pequeñas ventanas, no teniendo adronos rJe ninquna
especie eI edificio "

El marco de la puerta tiene un frontón


de granito labrado y a su derecha una Lápida de piedra
con una inscripción en latín alusiva a Ia construcción"

CASA DE LA GUAIREÑA, Durazno, 1833

hduy valiosos serían Ios servicios preg


tados por María Leguizamón, cuando el Gral. Artigas
Ia incluyé entre los favorecidos con tierras en eI repql
to dei año 18, Posteriormente en lB32 y habiendo ins-
talado eI GraI " Rivera Ia capital en la Villa de San Pe-
dro deI Durazno, le adjudicé una extensa chacra que
llegaba hasta Ias riberas del YÍ, donde el"ia edificó una
casa de tres amplias piezas, con galería abierta por
su parte interior. EI apodo de "La Guaireña" no Ie ve-
nÍa por ser paraguaya, sino por haber sido su marido
Ilamado "El Guaireño", apodo que le quedé aI enviu-
dar "
Se adjudi.ca a esta mujer el. haber teni-
do relaciones con Rivera, el cuall sorpreneiido una ma
drugada en la casa por un motín encabezada por el }vlq
yor Santana, debió salir precipitadamente p.]r una ven
tana y arrojarse al Yí como único medio de saivar la
vida de ios conjurados que buscaban asesi;rarlo.
Otra versión rechaza esta posibilidad,
estableciendo que Ia noche del motín, Riv-ena dormÍa
en su cuartel general próximo a Ia plaza de ia villa,
46

Z
y que se salvé gracias al valor y a Ia Iealtad de su
asister:.te eI sargento Yuca,
ta casa tiene sus ventanas protegi-
ela.s por rejas de hierro, una de Ias cuales m:estra
iina parte rotar que habría sido por donde pasara ei
General la noche del atentado" De cualquier iri3nera,
la finca centenaria reúne méritos propios para ccn-
siderarla una reJ.iquia de nuestro pasado, cca sus 1l¿
chas patricias, su asonadas, sus caudillos i, sus
mujeres eie caballo y lanza"

BATERIA§ DE RI\¡ERA. i840, Barrancas Ce Scr,.anc"


Alrededor de dichc año, ei Gral. Ri-
vera fortificé Ios altos barrancos que marginan eI
RÍo Uruguay, próximo a Nueva PaImira, con varias
baterías artilladas con numerosos cañones, coa Io
er-;al proyectak;,a cerrar Ia navegación del río cuyos
eanales navegables pasan junto a la costa oriental,
al, enemigo.
f tas obras constan de terraplenes y mr.i
ros de piedra y tierra de 1" 50 rnts " de espesor, en
l"os cuales asomaban las bocas de los cañones . Pasq
do el motivo de su utiiización, Ias baterías fueron
a abancionadas Io mismo que los cañones que la guare-
cÍan y aetualmente subsisten casi perdidas cle vista
entre los altos pastizaies, con Ios cañones tirados
a sLis costados, totalmente rodeados de soledad y oI-
vido "

üATEDRAL DE PAYSANDU, 1865. (Fis. 15) "

AI correr del año 1865, se estaba ter-


minaneio ia construccién de la iglesia Catedral de di-
eha ciudad, cuando se produjo el sitio y bombardeo
de Ia misrna por los ejércitos brasileños y floristas .
Considerando que este edificio ha quedado como mo-
nu"mento de esa heroica página de nuestra historia,
47
lo incluímos en esta relación literaria.
Transcribimos para eI iector unos pá-
rrafos del bombardeo, en Io que se relaciona con este
templo: - "Las torres en construcción de Ia nueva igle
esia, se han tornado blanco preferido de Ia artillería
s itiadora, estando prácticamente segadas , mientras
que la antigua, donde estaba atrincherado ei mayor Es
tomba, tenÍa volada parte de Ia bóveda, cuyos escom-
bros caen sobre Ios soldados que ocupan las trincheras
situadas al pie. Un proyectil alcanza el asta de Ia ban
dera que flamea sobre Ia igiesia y Ia enseña patria que
da caída, enredada en eI cordaje del mástii, cual tam-
bién eIIa herida.
Un Teniente, sin dudar un instante, su
be a 1o alto, avanza manteniendo precariamente eleqi¡i
librio sobre los 30 mts. de altura que tienen los preti-
les desiguales del tempio, y llegando aI mástil, toma
la bandera entre sus manos y Ia despliega al viento".
(De "EI Sitio de Paysandú").

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