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Psicología del desarrollo- Capítulo 8 de Diane E.

Papalia

Desarrollo Psicosocial durante los primeros tres años de vida


El desarrollo psicosocial es el proceso de interacción constante y progresivo entre el bebé
y el ambiente en el que crece y se desarrolla, a través del cual adquiere habilidades para
saber cómo comportarse ante las múltiples situaciones de la vida.

Bases del desarrollo psicosocial

Aun cuando los bebés comparten patrones comunes de desarrollo, también exhiben desde
un principio personalidades bien diferenciadas, las cuales reflejan influencias tanto innatas
como ambientales. A partir de la lactancia, el desarrollo de la personalidad se encuentra
interrelacionado con las relaciones sociales.
Elementos sobresalientes del desarrollo psicosocial de lactantes e infantes, desde el
nacimiento hasta los 36 meses de edad
Edad Características
aproximada
en meses
0-3 Los lactantes se encuentran abiertos a la estimulación. Empiezan a
mostrar interés y curiosidad y sonríen con facilidad a los demás.
3-6 Los lactantes pueden anticipar lo que está a punto de suceder y
experimentan desilusión cuando no sucede. Demuestran esto cuando se
enojan o actúan de manera recelosa. Sonríen, zurean y se ríen con
frecuencia. Éste es un momento de despertar social y de intercambios
recíprocos tempranos entre el bebé y el proveedor de cuidados.
6-9 Los lactantes participan en “juegos sociales” y tratan de obtener respuesta
de las demás personas. “Platican”, tocan y “coquetean” con otros bebés
para hacer que respondan. Expresan emociones más diferenciadas y
muestran alegría, temor, enojo y sorpresa.
9-12 Los lactantes están intensamente concentrados en su cuidador principal,
pueden volverse temerosos ante los desconocidos y actúan de manera
contenida en situaciones novedosas. Para el primer año de edad,
comunican sus emociones de forma más clara, exhiben estados de ánimo,
ambivalencia y grados de sentimiento.
12-18 Los infantes exploran su ambiente y utilizan a las personas a las que más
apegados están como base segura para ello. A medida que dominan el
ambiente, adquieren mayor confianza y están más dispuestos a
imponerse.
18-36 En ocasiones, los infantes se tornan ansiosos porque ahora se percatan
de lo mucho que se están separando de su proveedor de cuidados.
Elaboran la conciencia de sus limitaciones por medio de la fantasía y el
juego y mediante la identificación con los adultos.

Emociones
Las emociones, como tristeza, felicidad y temor, son reacciones subjetivas a la experiencia
que se asocian con cambios fisiológicos y conductuales. Por ejemplo, el temor se
acompaña de una aceleración en el ritmo cardiaco y, a menudo, por acciones de
autoprotección. El patrón característico de reacciones emocionales de una persona se
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empieza a desarrollar durante la lactancia y es un elemento básico de la personalidad. Las


personas difieren en la frecuencia con la que experimentan una emoción específica, en los
tipos de eventos que pueden provocarla, en las manifestaciones físicas que exhiben y en
la forma en que actúan en consonancia. La cultura influye en la manera en que las personas
se sienten acerca de una situación y en la forma en que expresan sus emociones.
Primeras señales de emoción
Los recién nacidos demuestran claramente cuándo están infelices. Emiten gritos
penetrantes, agitan brazos y piernas y ponen el cuerpo rígido. Es más difícil saber cuándo
están felices. Durante el primer mes de vida, se silencian ante el sonido de una voz humana
o cuando se les carga, y es posible que sonrían si se juntan sus manos para jugar
palmaditas. Estas señales o signos tempranos de los sentimientos de los bebés son
indicadores importantes del desarrollo. Cuando los bebés quieren o necesitan algo, lloran;
cuando se sienten sociables, sonríen o emiten risas. Cuando sus mensajes obtienen
respuesta, su sentido de conexión con otras personas crece. También aumenta su sentido
de control sobre su mundo a medida que ven que su llanto puede atraer ayuda y consuelo
y que sus sonrisas y risas evocan sonrisas y risas a su vez. Se vuelven más capaces de
participar, de manera activa en la regulación de sus estados de alerta y de su vida
emocional.
Llanto: El llanto es la forma más poderosa —y, en ocasiones, la única— en que los
lactantes pueden comunicar sus necesidades.
Sonrisas y risas: Las primeras sonrisas tenues ocurren, de manera espontánea, poco
después del nacimiento, en apariencia como resultado de la actividad del sistema nervioso
subcortical.
¿En qué momento aparecen las emociones?
Identificar las emociones de los lactantes resulta ser un desafío porque no pueden decirnos
lo que sienten. Investigadores filmaron las expresiones faciales de lactantes. Las
interpretaron como indicativas de felicidad, tristeza, interés, temor y, a un menor grado,
enojo, sorpresa y asco. Por supuesto, no se tiene la certeza de que estos bebés tengan los
sentimientos que se les atribuyeron, pero sus expresiones faciales fueron notablemente
similares a las expresiones de adultos cuando experimentan estas emociones. Ahora bien,
las expresiones faciales no son el único, ni necesariamente el mejor índice de las
emociones de los lactantes; la actividad motora, el lenguaje corporal y los cambios
fisiológicos también son indicadores importantes. Es posible que un lactante esté temeroso
sin mostrar una “cara de temor”; existe la posibilidad de que el bebé exprese su temor
volteándose o alejando la mirada o mediante una aceleración en su frecuencia cardiaca.

Emociones básicas: El desarrollo emocional es un proceso ordenado; las emociones


complejas nacen a partir de aquellas que son más sencillas. Según un modelo de desarrollo
emocional poco después de su nacimiento, los bebés muestran señales de complacencia,
interés y aflicción. Éstas son respuestas difusas, reflejas y principalmente fisiológicas a
estimulaciones sensoriales o a procesos internos. Durante los siguientes seis meses
aproximadamente, estos estados emocionales iniciales se diferencian en verdaderas
emociones: alegría, sorpresa, tristeza, asco y, por último, enojo y temor; reacciones a
eventos que tienen algún significado para el lactante.
Temperamento
En ocasiones, el temperamento se define como la manera característica, biológicamente
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determinada, en que la persona reacciona a personas y situaciones. El temperamento es


el cómo de la conducta: no qué hace la persona, sino cómo lo hace. Por ejemplo, es posible
que dos infantes sean igual de capaces para vestirse por sí mismos y que tengan la misma
motivación, pero uno puede hacerlo más rápido que otro.
Estudio de patrones temperamentales: el New York Longitudinal Study
En un estudio pionero acerca del temperamento, los investigadores hicieron un seguimiento
de 133 lactantes hasta su adultez. Los investigadores observaron qué tan activos eran los
niños; qué tan regulares eran en cuanto a hábitos alimenticios, de sueño e intestinales; con
qué facilidad aceptaban nuevas personas y situaciones; cómo se adaptaban a cambios de
rutina; qué tan sensibles eran a ruidos, luces brillantes y otros estímulos sensoriales; qué
tan intensamente respondían; si su estado de ánimo tendía a ser agradable, alegre y
amistoso o desagradable, infeliz y poco amistoso, y si persistían en tareas o se distraían
con facilidad.
¿Cómo se mide el temperamento?
Debido a que las entrevistas y procedimientos de evaluación que se utilizaron en el NYLS
son complejos y engorrosos, muchos investigadores utilizan cuestionarios breves. Un
instrumento de autoinforme parental, el Rothbart Infant Behavior Questionnaire se centra
en diversas dimensiones del temperamento infantil similares a las que se utilizan en el
NYLS: nivel de actividad, emociones positivas (sonreír y reír), temor, frustración, capacidad
de apaciguamiento y duración de la orientación (una combinación entre distractibilidad y
periodo de atención), así como factores adicionales, tales como intensidad del placer,
sensibilidad perceptual y variación en la atención.
¿Qué tan estable es el temperamento?
En gran parte, parece que el temperamento es innato, probablemente hereditario y bastante
estable. Los neonatos exhiben patrones distintos de sueño, agitación y actividad, y estas
diferencias tienden a persistir hasta cierto grado. Estudios que utilizaron el IBQ encontraron
conexiones poderosas entre el temperamento del lactante y la personalidad infantil a los
siete años. Otros investigadores, que utilizaron tipos de temperamento similares a aquellos
del NYLS, encontraron que el temperamento a los tres años predice fielmente la
personalidad a los 18 y 21 años.
Cuestiones del desarrollo en la lactancia
¿Cómo es que un recién nacido dependiente, con un limitado repertorio emocional y
necesidades físicas imperantes, se convierte en un niño con sentimientos complejos y la
capacidad para comprender y controlarlos? Gran parte de este desarrollo se centra
alrededor de cuestiones referentes a las relaciones con los proveedores de cuidados.
Desarrollo de la confianza
Durante un periodo mucho más largo que el de otros mamíferos jóvenes, los bebés
humanos dependen de otras personas en cuanto a alimentación, protección y sus vidas
mismas. ¿Cómo es que los bebés llegan a confiar que se satisfarán sus necesidades?
Según Erikson (1950), las experiencias tempranas son la clave.
La primera etapa del desarrollo psicosocial que identificó Erikson es confianza básica
versus desconfianza básica. Está etapa inicia durante la lactancia y continúa hasta
alrededor de los 18 meses de edad. En estos primeros meses, los bebés desarrollan un
sentido de la confiabilidad de las personas y objetos en su mundo. Necesitan desarrollar un
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equilibrio entre la confianza (que les permite formar relaciones íntimas) y la desconfianza
(que les permite protegerse). Si predomina la confianza, como debería, los niños
desarrollan la virtud, o fortaleza, de la esperanza: la creencia de que pueden satisfacer sus
necesidades y cumplir sus deseos (Erikson, 1982). Si predomina la desconfianza, los niños
percibirán al mundo como hostil e impredecible y tendrán dificultades para formar
relaciones. El elemento crítico para desarrollar la confianza es el cuidado sensible,
responsivo y consistente. Erikson consideraba que la situación alimenticia era el entorno
para establecer la mezcla correcta de confianza y desconfianza.
Desarrollo del apego
El apego es un vínculo emocional entre el lactante y el proveedor de cuidados, en donde
ambos contribuyen a la calidad de la relación y hacen que dicho vínculo sea recíproco y
duradero. Desde un punto de vista evolutivo, el apego tiene un valor adaptativo para los
bebés al garantizar que se satisfagan sus necesidades psicosociales, así como las físicas.
Según la teoría etológica, los lactantes y sus padres están biológicamente predispuestos a
apegarse entre sí y el apego promueve la supervivencia del bebé.
Cuando Ainsworth y sus colaboradores observaron a bebés de un año en la
situación extraña y en casa, encontraron tres patrones principales de apego. Son el
seguro (la categoría más común), y dos formas de apego ansioso o inseguro: el evitante
y el ambivalente o resistente.
Los bebés con un apego seguro lloran o protestan cuando la madre se aleja y la saludan
alegremente cuando regresa. La utilizan como base segura, alejándose de ella para irse y
explorar, pero suelen regresar de manera ocasional para reasegurarse. Por lo general, son
cooperativos y relativamente libres de enojo.
Los bebés con un apego evitante rara vez lloran cuando la madre se aleja y la evitan a su
retorno. Tienden a estar enojados y no buscan un acercamiento en momentos de
necesidad. Les desagrada que los carguen, pero les desagrada aún más que se les baje.
Los bebés con un apego ambivalente (resistente) se ponen ansiosos aun antes de que la
madre se aleje y se alteran mucho cuando sale de la habitación. Cuando ella regresa,
demuestran su ambivalencia al buscar el contacto con ella al mismo tiempo que la resisten
pateando o retorciéndose. Los bebés resistentes exploran poco y es difícil consolarlos.
Otras investigaciones identificaron un cuarto patrón, el apego desorganizado-
desorientado, que posiblemente sea el menos seguro. Los bebés con el patrón
desorganizado parecen carecer de una estrategia coherente para lidiar con el estrés de la
situación extraña. En lugar de ello, exhiben conductas contradictorias, repetitivas o
desencaminadas (donde buscan la cercanía con el desconocido en lugar de con la madre).
Es posible que saluden a la madre felizmente cuando regresa, pero después se alejan de
ella o se acercan sin mirarla.
Cómo se establece el apego
Con base en las interacciones del bebé con la madre, el bebé construye un modelo de
trabajo de lo que se puede esperar de la madre. Siempre y cuando ella actúe de la misma
manera, el modelo se sostendrá. Si su conducta cambia, no una ni dos veces, sino de
manera repetida, es posible que el bebé altere el modelo, y la seguridad del apego puede
variar.
Efectos a largo plazo del apego
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Como lo propone la teoría del apego, la seguridad del apego parece afectar la competencia
emocional, social y cognitiva. Mientras más seguro sea el apego del niño a un adulto
afectuoso, más fácil será que el niño desarrolle relaciones adecuadas con otros.
Cuestiones del desarrollo durante la primera infancia
Aproximadamente a mitad del camino entre su primer y segundo cumpleaños, los bebés se
convierten en infantes. Esta transformación se puede observar no sólo en habilidades
físicas y cognitivas, tales como caminar y hablar, sino en la manera en que los niños
expresan sus personalidades e interactúan con los demás. Un infante se convierte en un
socio más activo e intencional en las interacciones, siendo en ocasiones él quien las inicia.
Ahora, los proveedores de cuidado pueden interpretar las señales del niño con mayor
claridad. Estas interacciones más compenetradas ayudan a los infantes a adquirir
habilidades de comunicación y competencia social y motivan el acatamiento de los deseos
de los padres.
Tres cuestiones psicológicas a las que los infantes —y sus proveedores de
cuidados— deben enfrentarse: la emergencia del sentido del yo, el crecimiento de la
autonomía o autodeterminación, y la socialización o internalización de los estándares
conductuales.

El emergente sentido del yo (entre los cuatro y los 10 meses de edad)


El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos; la representación total de
nuestras capacidades y rasgos. Describe lo que sabemos y sentimos acerca de nosotros
mismos y guía nuestras acciones. Los niños incorporan a su autoimagen la representación
que otros reflejan hacia ellos.
Desarrollo de la autonomía
Erikson (1950) identificó el periodo aproximado entre los 18 meses y los tres años como la
segunda etapa del desarrollo psicosocial, autonomía versus vergüenza y duda, que se
distingue por un viraje del control externo al autocontrol. Después de pasar la lactancia con
un sentido de confianza básica en el mundo y alcanzar el despertar de la auto
concienciación, los infantes empiezan a sustituir los juicios de sus proveedores de cuidados
por los suyos propios. La virtud o fortaleza que emerge durante esta etapa es la voluntad.
El entrenamiento de esfínteres, que en la mayoría de los niños se completa con mayor
rapidez si se inicia después de los 27 meses de edad, es un paso importante hacia la
autonomía y el autocontrol. También lo es el lenguaje; a medida que los niños se vuelven
más capaces de dar a entender sus deseos, se vuelven más poderosos e independientes.
Dado que la libertad ilimitada no es ni segura ni sana, decía Erikson, la vergüenza y la duda
tienen un lugar necesario. Los infantes necesitan que los adultos establezcan límites
adecuados y la vergüenza y la duda los ayudan a reconocer la necesidad
de tales límites.
Los “terribles dos” son una manifestación normal del impulso por la autonomía. Los infantes
necesitan someter a prueba las ideas de que son individuos, de que tienen cierto control
sobre su mundo y de que ahora cuentan con poderes nuevos y emocionantes. Tienen el
impulso por poner a prueba sus propias ideas, ejercitar sus propias preferencias y tomar
sus propias decisiones. De manera típica, este impulso se manifiesta en la forma de
negativismo, la tendencia a gritar “¡No!” sencillamente por desafiar a la autoridad.
Desarrollo moral: socialización e internalización
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La socialización es el proceso mediante el cual los niños desarrollan los hábitos,


habilidades, valores y motivos que los hacen miembros responsables y productivos de la
sociedad. La obediencia de las expectativas de los padres se puede considerar como primer
paso hacia la obediencia de los estándares sociales. La socialización depende de la
internalización de estos estándares. Los niños exitosamente socializados ya no obedecen
las reglas u órdenes tan sólo para obtener recompensas o para evitar castigos; han hecho
propios los estándares de la sociedad.
Hijos de padres trabajadores
El trabajo de los padres determina más que los recursos financieros de la familia. Gran
parte del tiempo, esfuerzo y compromiso emocional de los adultos se dedica a sus
ocupaciones. ¿De qué manera es que su trabajo y disposiciones de cuidado infantil afectan
a los niños pequeños? La mayor parte de la investigación acerca de este tema se refiere al
trabajo de la madre.
Efectos del empleo materno
Más de la mitad de las madres de lactantes menores al año y 57.5% de las mujeres con
hijos menores a los tres años formaron parte de la fuerza laboral de Estados Unidos en el
año 2004 ¿De qué manera resultan afectados los niños por el empleo materno? La
respuesta varía.
Datos longitudinales de 900 niños euro-estadounidenses provenientes del Estudio de
cuidados infantiles tempranos, que se discuten, mostraron efectos negativos en el
desarrollo cognitivo entre los 15 meses y los tres años cuando las madres trabajaban 30
horas o más por semana para el noveno mes de vida del niño. La sensibilidad materna, el
ambiente familiar de alta calidad y el cuidado infantil de alta calidad reducían, pero no
eliminaban, estos efectos negativos. Por otra parte, niños y niñas de familias de bajos
recursos tienden a beneficiarse, en el sentido académico, del ambiente más favorable que
pueden proporcionar los ingresos de las madres que trabajan.
Cuidado infantil temprano
Un factor que influye en el impacto del trabajo de la madre fuera del hogar es el tipo de
cuidado sustituto que recibe el niño.
El elemento más importante en la calidad de los cuidados es el proveedor de los mismos;
las interacciones estimulantes con adultos responsivos son esenciales para el desarrollo
cognitivo, lingüístico y psicosocial temprano. Es importante que exista una baja rotación de
personal; los lactantes necesitan de la prestación consistente de cuidados a fin de
desarrollar confianza y apegos seguros.

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