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Introducción al Estudio de la Sociedad, la Cultura y el Ambiente (IESCA)

1° Cuatrimestre 2016

Título:
Complejidad e Interdisciplinariedad

Autores:
Mariano Malizia, Christopher B. Anderson y Carla Narbaiza

Reseña:
Este texto introduce el concepto de “complejidad”, como un abordaje relacional para interpretar
la realidad, lo cual requiere entender un entramado de múltiples relaciones e interrelaciones. Para
que la realidad compleja sea sometida a nuestra observación y análisis, debemos preguntarnos
también ¿cuáles son nuestras limitaciones? y ¿cuáles son nuestras estrategias para enfrentar la
complejidad? En este contexto, se propone el trabajo interdisciplinar como una forma de
enfrentar estos desafíos.

¿Qué es la complejidad?
En el uso cotidiano solemos llamar “complejo” aquello que por alguna razón nos resulta difícil
de comprender o de explicar. Es decir, lo utilizamos como sinónimo de “dificultad”. Lo que no
estamos aclarando es qué constituye esa dificultad. Entonces, la pregunta que deberíamos
hacernos es: ¿por qué, esto o aquello, nos resulta difícil de explicar? ¿Dónde radica dicha
dificultad? Las respuestas a esta pregunta pueden ser diversas y siempre van a depender de
aquello que queramos explicar. Una posible respuesta podría ser que no tenemos las
herramientas necesarias para comprender aquello que queremos comprender, pudiendo
tratarse de, por ejemplo, resolver una ecuación binomial, reparar un motor a combustión,
explicar la estructura de una molécula o desarrollar el concepto de clase social. Cualquiera de
estos problemas planteados puede revestir un nivel de dificultad relativo a los saberes previos
que posee el observador. Pero, más allá de las distintas operaciones matemáticas que demande
la resolución de la ecuación; de los distintos componentes con funciones específicas que hagan a
un motor; de los distintos átomos que formen la molécula; o más allá del desarrollo teórico
necesario para explicar acabadamente el concepto de clase social, un matemático, un ingeniero,
un químico o un sociólogo respectivamente, deberían poder comprender o explicar estos
fenómenos sin mayores dificultades.

La complejidad, en contraste, es un tipo de dificultad que el saber disciplinar no logra


despejar de manera aislada, y esto tiene que ver con sus características específicas. Decimos que
un problema es complejo, o mejor dicho, que un problema es pensado desde la complejidad
cuando damos cuenta de sus múltiples y variadas relaciones que intervienen entre los distintos
elementos que lo conforman. Para el físico y epistemólogo argentino-mexicano Rolando García
(1994), estas relaciones podrían describirse como relaciones de interdefinibilidad y de dependencia
de funciones. El primer tipo hace referencia a cómo las características de cada uno de los
elementos que conforman la totalidad van a ser definidas de acuerdo a las relaciones que
establezcan con los otros elementos, es decir, con su contexto. Y, a su vez, cada uno de estos
elementos va a ayudar a definir las características a los demás en dicha relación. Por otro lado,

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la función o rol que cada elemento desempeñe en la totalidad va a depender de aquella que
cumplan los otros elementos vinculados:

“La complejidad de un sistema no está solamente determinada por la


heterogeneidad de los elementos que lo componen y cuya naturaleza los sitúa
normalmente dentro del dominio de diversas ramas de la ciencia y la tecnología.
Además de la heterogeneidad la característica determinante de un sistema complejo
es la interdefinibilidad y mutua dependencia de las funciones que cumplen dichos
elementos dentro del sistema total” (García, 1994:1).

Otro elemento más que caracteriza la complejidad, y que es un principio básico de la teoría de
sistemas complejos (García, 1997:1), es la mutua dependencia que existe entre el todo y las
partes. El filósofo y sociólogo francés Edgard Morin (1994) se refiere a esta idea diciendo que
“nada está aislado en el Universo, todo está en relación” y pone el ejemplo meteorológico del
efecto mariposa1 pero también aclara: “Vamos a encontrar esta complejidad en el mundo de la
física, pero también en el de la política puesto que, como lo veremos, estamos en la era
planetaria y todo lo que ocurre en un punto del globo puede repercutir en todos los otros
puntos del globo” (Morin, 1994:422). De esto se desprende que al redefinir alguno de sus
elementos (al cambiar sus relaciones), también puede redefinirse, en mayor o menor medida, la
totalidad que este elemento conforma. Pero también, al redefinirse la totalidad, también van a
modificarse sus elementos.

Volvamos a las palabras de Rolando García:

“El juego dialéctico involucrado en la doble direccionalidad de los procesos que van
de la modificación de los elementos a los cambios del funcionamiento de la
totalidad, y de los cambios de funcionamiento a la reorganización de los elementos,
constituye uno de los problemas que ofrece mayor dificultad en el estudio de la
dinámica de los sistemas complejos.” (García, 1997:1)

Siguiendo el desarrollo que hemos hecho hasta aquí y teniendo en cuenta que nada se da de
manera aislada, podemos decir que cualquier fenómeno o problema que pretendamos estudiar
podría ser abordado desde la complejidad, es decir, intentando dar cuenta de todas las
relaciones que este fenómeno puede establecer con su entorno y con la totalidad que conforma.
Si siguiéramos este procedimiento a rajatablas, nos veríamos obligados a que ninguna de
nuestras investigaciones incluyera menos que la totalidad del universo (García, 1997). Como
sabemos esto no es -ni podría ser- así. Todo estudio implica un recorte, una simplificación de la
realidad. La definición de una totalidad que no será nunca la totalidad del universo.

1Así lo explica el efecto mariposa Edgard Morin (1994): “(…) una mariposa que bate sus en Australia puede, por una
serie de causas y efectos puestas en movimiento, provocar un tornado en Buenos Aires.”

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Sin embargo, no es lo mismo –ni da lo mismo- hacer este recorte negando la complejidad
que dando cuenta de ella. En el primer caso, pretenderemos haber llegado a un conocimiento
completo y acabado; en el segundo caso estaremos obligados a asumir que se trata de un
conocimiento incompleto, ubicado en un tiempo y un espacio, un conocimiento que lleva
consigo buena parte de incertidumbre (Morin, 1994).

¿Cómo actuamos ante la complejidad?


Siguiendo lo expuesto por Morín vale aclarar, si bien podemos comprender de qué hablamos
cuando hablamos de complejidad, esto no quiere decir que estemos listos para enfrentarla con
cierta probabilidad de éxito. ¿Qué queremos decir con esto? El autor sostiene que nuestra
mente no está “educada” para “ver” la complejidad sino todo lo contrario:

“Aprendimos muy bien a separar. Apartamos el objeto de su entorno, aislamos un


objeto del observador que lo observa. Nuestro pensamiento es disyuntivo y,
además, reductor: buscamos la explicación de un todo a través de la composición de
sus partes. Queremos eliminar el problema de la complejidad. Este es un obstáculo
profundo, pues obedece al arraigamiento de una forma de pensamiento que se
impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la
universidad y se incrusta en la especialización” (Morin, 1994:423).

Como ya hemos visto en esta materia, la forma en la que nosotros aprendimos a observar y a
pensar la realidad, no es solamente natural. No es solo una forma biológica o genética
característica de nuestra especie biológica: Homo sapiens. La forma en la que pensamos las cosas
también incluye factores sociales, culturales e históricamente situados:

“Si tenemos grabadas en nosotros estas formas de pensamiento que nos llevan a
reducir, a separar, a simplificar, a ocultar los grandes problemas, esto se debe a que
reina en nosotros un paradigma profundo, oculto, que gobierna nuestras ideas sin
que nos demos cuenta. Creemos ver la realidad; en realidad vemos lo que el
paradigma nos pide ver y ocultamos lo que el paradigma nos impide no ver”
(Morin, 1994:425).

El autor nos está diciendo que nuestra observación, nuestra forma de percibir el mundo, está
siempre mediada por los esquemas y lógicas de pensamiento en los cuales hemos sido
socializados y educados. Por supuesto, esto no significa que sean los únicos posibles ni que sean
inmutables. Lo que sí significa es que, si intentamos dar cuenta de la complejidad de los
fenómenos que nos rodean, vamos a tener que hacer un especial esfuerzo para lograrlo. De
alguna manera, acompañarlos en la primera parte de este proceso, es el propósito de IESCA.

La interdisciplinariedad – una forma de enfrentar la complejidad:


Podemos decir que la interdisciplinariedad, o el abordaje interdisciplinar, es una aproximación
académica para enfrentar la complejidad de los problemas. La interdisciplinariedad puede tener
distintos significados, pero en su forma básica tiene que ver con la relación entre distintas

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disciplinas, como la Economía, la Sociología y la Biología. Esta aproximación propone que es


necesario integrar distintos saberes para abordar problemáticas concretas que son demasiado
complejas para resolverse solo usando una perspectiva, una herramienta o un método. Pero,
tengamos cuidado, esto no significa que todos los problemas requieren un abordaje
interdisciplinar, ni que tampoco todo lo que es difícil es complejo (véase arriba la distinción
entre complejo y complicado). Por ejemplo, si no funciona mi auto, lo llevo al mecánico. Puede
ser un problema sumamente difícil para mí, pero en su esencia tiene una solución clara, si la
puedo encontrar. Por el contrario, si quisiera diseñar un nuevo motor que funcione con energías
limpias, tendría que conformar un equipo de ingenieros, economistas, diseñadores y biólogos
para considerar todos los aspectos que debo tener en cuenta para alcanzar mi objetivo. Es un
problema sumamente complejo si además de desarrollar el motor quiero usarlo o venderlo en el
mercado. En el fondo, la naturaleza de la pregunta (o problema) determina la forma de
abordarla. En esta sección vamos a reflexionar sobre cuándo y cómo resulta conveniente
emplear una aproximación interdisciplinaria.

Hagamos un poco de historia:


Como dijimos arriba, la forma en la que nosotros aprendimos a observar y a pensar la realidad
está social, cultural e históricamente situada y actualmente está fundada en gran parte por la
compartimentalización del saber en “disciplinas” y tiene sus comienzos en el mundo Occidental
a partir de las primeras universidades de la Edad Media (siglo V – siglo XV). En general, un
estudioso de la época cursaba un ciclo básico de gramática, lógica y retórica; luego el ciclo
superior incluía música, matemática, geometría y astronomía. De esta forma, un “académico”
medieval terminaba una formación como teólogo o filósofo. No existían las profesiones, ni las
carreras, ni las disciplinas. No obstante, con el tiempo, algunas universidades empezaron a
generar especializaciones, como la teología en París, el derecho en Bolonga y la medicina en
Salerno. La progresiva especialización continuó cada vez con más fuerza. A fines del siglo XIX
se formalizaron la mayoría de las ramas de la ciencia que continúan hasta hoy. Ahora, en el
siglo XXI, tenemos literalmente cientos de carreras y disciplinas cada vez más específicas.

Aunque se siguen creando nuevas especializaciones, desde la década de 1920, se ha


reconocido que esta compartamentalización del conocimiento, si bien es muy útil y necesaria en
algunos sentidos, también genera obstáculos cuando no hay interacción entre las especialidades;
cuando los hilos del conocimiento se separan y se estancan. Con el tiempo fue cada vez más
evidente que la especialización de la ciencia no era la mejor forma de resolver los problemas del
mundo. La producción del conocimiento crecía exponencialmente, pero no así las soluciones a
los problemas planteados. Y ante esta situación empezaron a surgir nuevas propuestas.
Actualmente, muchos programas académicos y muchos lugares del mundo buscan la manera
de integrar conocimientos generados por distintas disciplinas. Un ejemplo, es la conformación
de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (véase más adelante).

Hoy en día se reconoce que los problemas que afectan al mundo y las sociedades
actuales no se pueden resolver únicamente con más conocimiento científico o tecnología (Leff
2010); que para aportar a la solución de los problemas es necesario generar comunicación con

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otros tipos de conocimiento. En este contexto, se trata entonces de un desafío aun mayor cuando
consideramos que es necesario integrar no solo disciplinas académicas sino también otros
saberes, como el conocimiento tradicional, indígena o religioso que no necesariamente
comparten los mismos códigos, lógicas, lenguajes o valores que los académicos o los científicos,
pero que también es necesario tomarlos en cuenta; por cuestiones éticas, pero también por el
deseo de llegar a ser más efectivos y prácticos en las propuestas de soluciones viables.

Formas de interdisciplinariedad:
En este contexto, ¿cómo trabajamos en forma interdisciplinaria? En primer lugar podemos
distinguir entre interdisciplinariedad en formación e interdisciplinariedad en investigación. En
la formación de profesionales podríamos generar diseños curriculares que superpongan
distintos campos de conocimiento, como es el caso de la bioquímica (biología y química) o la
etnobotánica (etnografía y botánica). Por otro lado, se podría pensar en la forma de abordar
problemas complejos con investigación interdisciplinaria. Según García (2006), podemos
distinguir 7 pasos clave de la investigación interdisciplinaria:

1) Tiene que haber un reconocimiento general y formulación conjunta del problema. Es


decir, si las personas involucradas no perciben lo mismo, sería difícil que trabajen juntas.
2) Para ayudar a lograr un entendimiento en común, es deseable analizar en equipo los
estudios anteriores sobre diversos aspectos del problema.
3) Una vez construida una idea en común sobre la situación, los involucrados deberían
identificar los componentes del problema y las relaciones que quieren caracterizar.
4) Plantean una o varias hipótesis
5) Los involucrados identifican los problemas en cada subsistema que requieren estudios
en profundidad, que pueden incluso ser investigaciones disciplinarias.
6) Luego, las investigaciones disciplinarias de cada parte se integran para permitir una
redefinición del sistema o pregunta.
7) Finalmente se repite con un ciclo de retroalimentación.

En resumen, para García los objetivos de la interdisciplinariedad se alcanzan con el “juego”


entre las fases de diferenciación e integración en el proceso de la definición y estudio de un
problema complejo.

Distinguiendo entre multi-, inter- y trans-disciplinariedad:


Si bien lo anterior suena como una receta fácil de repetir, en la práctica hay muchos obstáculos y
dificultades para llevar a cabo un trabajo interdisciplinario y existe un gradiente de
profundidad en este tipo de trabajo entre resultados que se pueden definir como “disciplinar”,
“multi-disciplinar”, “interdisciplinar” o “transdisciplinar”. Por ejemplo, un conflicto en el medio
del proceso de iniciar un trabajo en equipo entre varios tipos de investigadores podría llevar la
iniciativa al fracaso, lo que hace cada disciplina mantenga sus barreras intactas y no exista
integración (trabajo disciplinar). También, se podría dar una situación de tolerancia pasiva con la
coexistencia entre investigadores en un mismo proyecto pero sin compartir o integrar sus
dominios de análisis (trabajo multidisciplinar). Si la situación es un poco mejor, podría existir

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un acuerdo básico en principios o aproximación y tener cooperación entre disciplinas, lo cual


ayuda a reorientar preguntas y a romper algunas barreras y recombinar investigadores,
publicaciones, etc. (trabajo interdisciplinar). Finalmente, en su forma más profunda, el trabajo
en equipo puede trascender la ciencia e incluir a otros actores sociales, llegando a una
transformación total que reorienta y recombina el conocimiento o la forma de entender el
problema, generando nuevas formas de diseñar la investigación y el análisis (trabajo
“transdisciplinar”).

Consideraciones importantes para la práctica interdisciplinaria:


En primer lugar hay que reconocer que la interdisciplinariedad no es solo un intercambio de
ideas y conocimiento, también es un encuentro de valores y racionalidades entre las personas
con formación disciplinar o entre grupos sociales más amplios. Existen relaciones de poder en el
medio. Es así que se requiere un constante proceso de reflexión y síntesis que pone en evidencia
la necesidad de otras habilidades no académicas, como el liderazgo, la comunicación, la
organización y la coordinación. En su forma más básica, lo que hay que lograr es tener la
capacidad de diferenciar (especificar diferencias de aproximaciones al conocimiento, métodos,
motivaciones, y la relación entre el investigador y la investigación) y clarificar (reflexionar sobre
el significado de las diferencias, cuáles son las razones que produjeron esas diferencias). Lo
anterior permite mapear una ruta entre el conflicto y la transformación.

La interdisciplinariedad como un “diálogo de saberes”:


En este marco, podemos pensar la interdisciplinariedad en su esencia como un “diálogo de
saberes”, pero hay distintos niveles de profundidad como se ha visto arriba. Por un lado, el
trabajo interdisciplinar es la articulación entre las disciplinas académicas que puede ser
superficial (ej. multidisciplinariedad) o más profunda (ej. interdisciplinariedad propiamente
tal). En su forma más profunda (la transdsciplinariedad) el “diálogo de saberes” como fue
propuesto por Leff (2006) incluso reconoce la necesidad de reconfigurar la forma en la que
hemos aprendido a pensar, para poder llegar más allá de la ciencia incluso. El estudio y análisis
de sistemas socio-ambientales, por ejemplo, conlleva la necesidad de articular procesos de
diferentes tipos, que desde la perspectiva del pensamiento de la complejidad, ya no pueden ser
abordados por disciplinas individualmente. Leff (2006) sostiene que además se trata de una
reconstrucción social a través de una transformación ambiental del conocimiento, que cuestiona
los paradigmas establecidos de las ciencias. Este constituye el principal desafío a la hora de
enfrentar una problemática socio-ambiental. La interdisciplinariedad se abre así hacia un
diálogo de saberes en el encuentro de identidades conformadas por racionalidades e
imaginarios que configuran los referentes, los deseos, las voluntades, los significados y los
sentidos que movilizan a los actores sociales en la construcción de sus mundos de vida.

Reflexiones finales:
Para lograr el trabajo interdisciplinar existen recursos, incluyendo libros, asociaciones, redes y
centros que se dedican promover el trabajo interdisciplinario. La UNTDF, por ejemplo, dentro
de sus misiones ha manifestado que quiere “Conocer la realidad territorial con alto rigor
científico, desde un abordaje interdisciplinario y con la máxima excelencia posible, lo que en sí

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mismo constituye un aporte al conocimiento de la comunidad provincial pero, por otra parte,
permite una actividad de docencia articulada con las problemáticas locales”. En el estatuto
(Artículo 3) explica que para lograr esta misión los institutos son de una “conformación
interdisciplinaria y definidos en torno a una problemática integral y relevante provincial y
nacional, constituyen las unidades académicas principales de la organización de la
Universidad”. Incluso lo manifiesta en el perfil de sus egresados, como se puede apreciar en la
Licenciatura en Economía que busca egresados con una “Visión interdisciplinaria de los
problemas y situaciones económicas, sin perder profundidad de análisis, especialmente en lo
que refiere a dinámicas productivas, desarrollo de ventajas competitivas, inserción
internacional”; o en el caso de la Licenciatura en Ciencias Ambientales donde el 20% de la carga
horaria está destinada a materias interdisciplinarias.

En este contexto, IESCA tiene un papel importante para alcanzar estas metas
interdisciplinarias. Dentro de la universidad hay tres materias transversales y común a casi
todos los estudiantes y la mayoría de las carreras: CIU, IESCA y Seminario de Problemática
Fueguina. En IESCA enfatizamos mucho el diálogo entre disciplinas, lo cual es crucial para
formar los profesionales que pretende producir esta Universidad, pero el ejercicio de la
reflexión crítica debería ser una herramienta para no solo dialogar entre disciplinas, sino
también entre otros tipos de saber que se encuentran en la sociedad.

Referencias:
García, R. 1994. Interdisciplinariedad y sistemas complejos. En: Leff, E. (comp.), Ciencias sociales
y formación ambiental. (pp.85-124), Ed. Gedisa, UNAM: Barcelona.
Leff, E. 2006. Aventuras de la epistemología ambiental. De la articulación de las ciencias al
diálogo de saberes. Siglo XXI Editores: México.
MacMynowski, P. 2007. Pausing at the brink of interdisciplinarity: Power and knowledge at the
meeting of the social and biophysical sciences. Ecology & Society 12: 1:
http://www.ecologyandsociety.org/vol12/iss1/art20/
Morin, E. 1994. Epistemología de la complejidad. En: Fried Schnitman, D. (comp.) Nuevos
paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires-Barcelona-México: Paidós.

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