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ducir de él las relaciones entre los fines y medios, esto es, el carácter de su justificación,

que lo fija a una cadena lógica de valores; y que son frente a otros los que inauguran la
edad de la modernidad.
La economía trueca como disciplina autónoma tan solo cuando se hace objetiva, esto es,
cuando sostiene toda la realidad sobre su propio objeto. Allí se emancipa de su pretérita
vocación de ser un reducto de la Ciencia Política, y por tanto, desplazada sin rubor a la
restringida esfera de la administración doméstica de necesidades personales. Al
emanciparse de su relación atributiva con referencia a la educación moral y a las leyes
civiles –aunque nunca desentendiéndose de ellas- alcanza esa libertad que en forma de
Concepto hace de ella reflexión en sí y para sí misma. Allí, solo se necesita a ella para
extenderse en todos sus límites. Pero esta libertad a la que nos referimos es todavía
precaria pues solo la entiende a partir de una expresión de la que germina todo un proceso
mecánico-acumulativo del que hemos dado en llamar sistema capitalista.
Este hecho explicaría la ligazón existente entre las nociones de división del trabajo y
productividad en la obra de Smith. Hablar de productividad en lo que es de suyo propio
supone hacerlo acerca del auto-movimiento que genera la producción no destinada a
otro fin que no sea el de su propia reproducción. Las necesidades ya sean estas
individuales o políticas que la ubicaban en el estado de sub-disciplina solo son cubiertas
ahora de forma contingente aunque necesaria, resultado a su vez, de un vivo proceso de
auto-expansión. La verdad de su objeto ya no es prestada de lo deducible de las obras de
Jenofonte o Aristóteles sino facultativa. Claro que esta objetividad con la que celebra su
honorable calificación de científica no va a conllevar en nada una eclosión de las bases
ontológica que funda su naturaleza relacional. Esto es, como disciplina del
comportamiento humano arreglado a temas de carácter conmutativo no se desembaraza
de su predestinación para servir a los propósitos de los actores económicos; esto es, su
emancipación lo es con respecto a su objeto y no a su naturaleza. Empero, esta primera
fase de emancipación –la que supone el capitalismo frente a la economía feudal- solo
puede resolverse a partir de las bases individualistas que aglutina el Mercado. Este es un
punto cardinal en el razonamiento en tanto que si bien la idea de mercado está presente
en buena parte de la historia de la humanidad su estatus en relación a la satisfacción de
necesidades personales y a las relaciones sociales de producción alcanza en la época de
Smith una significación particular. Las relaciones entre oferentes y demandantes no
vienen solo a cubrir la necesaria interrelación que exige toda satisfacción refinada de
necesidades ajenas –propias

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