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Y aquí me gustaría reforzar vuestra atención. III.

I Lo
Económico como Idea
No es el propósito de este trabajo atender las riquísimas implicaciones que comporta un
razonamiento de tal naturaleza y sí en cambio describir el modo en el que el pensamiento
económico logra abrirse camino a través de ella. La actividad que conlleva el pensar lo
económico se articula –a nuestro juicio- desde tres distintas categorías propias al
entendimiento con las que se obtienen siguiendo métodos específicos resultados
determinantes a propósito del objeto de estudio. La primera de ellas de naturaleza menos
fértil tiene que ver con el concepto de Idea. En ella el entendimiento se encuentra en su
primera fase de correspondencia con la realidad haciendo que todo conocimiento de esta
última proceda de relaciones sensibles inmediatas. De carácter descriptivo, las
determinaciones económicas se presentan de una manera intuitiva incapaz de elevarse por
encima de las percepciones sensibles. De ahí que todo método se agote en la mera
observación de corte estadístico más o menos riguroso. Proposiciones de esta naturaleza
son aquellas como “la inflación aumentó en una media anual del 3% en los países de la
OCDE”; “la reducción de la pobreza en el mundo se estanca”; “el PIB experimenta un
incremento de dos décimas frente al año anterior”, etcétera.
El conocimiento extraíble de estos enunciados se encuentra sometido a la inmediatez del
espacio y del tiempo por lo que nada de universal y permanente es a ellas atribuibles.
Las relaciones entre conceptos relativos sea este el PIB o la pobreza se constituyen en
base a otras relaciones precedentes que instauran a su vez nuevas relaciones
convirtiendo toda síntesis en un proceso fecundamente infértil. Ello incita que todo
discernimiento en forma de síntesis se vea por siempre abocado al reino de la Doxa; un
exceso de subjetivismo con el que se pretende rellenar el vacío que postra al
entendimiento bajo unos enunciados tan solo predicables bajo la forma más somera del
pensamiento. Esta razón explicaría el hecho por medio del cual no exista como cabría
esperar de toda inclinación dada hacia el saber relación positiva entre el sinnúmero de
voces críticas –véase en la cantidad de publicaciones académicas al respecto- con su
adecuación a la realidad más íntima del objeto de estudio. Su concesión consiste
finalmente en la conformidad con el mundo de la imaginación que no es aún ideológica
pues está carente de todo juicio reflexivo; fluye desarticuladamente sin ocupar espacio
concreto. De aquí se sigue que ningún enunciado gobernado por la estadística pueda por
sí mismo servirse de los valores de verdad y confianza de los que se

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