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De ello resulta un sujeto ataviado de prejuicios, carente de

destinos, y sometido a un impúdico afán de novedades. Su


encuentro con la realidad no se haya mediado por la
constricción del temperamento que corona el juicio
razonado sino por un agotamiento de aquel que se sabe
incapaz de cumplir lo prometido. Su aversión a lo real es
una hostilidad a la responsabilidad individual. La libertad
de la que se nutre es una que al afirmarse se niega ya que
su interés no se inclina hacia el trabajo sino a ese modelo
irresponsable que se confirma transgrediendo. No existe
costura en aquel que aún vive temeroso de la libertad
alcanzada. Pues al igual que el joven recluido durante la
niñez convierte en torbellino su adolescencia, aquel otro
recién liberado del Amo no acierta en gracia con el
principio del autocontrol.
Una alegría sostenida ante el peligro es el resultado
censurado del que ha preferido vivir entre estereotipos que
surcar el denso ropaje de lo real. Creer que la inclusión es
una etapa avanza de la integración escolar es una hipótesis
que solo se confirma allí donde la realidad ha dejado de
corroborar principios naturales. Y en ello resulta ser muy
ávido nuestro autor que en su enconada afiliación a lo
poético, encarna en una nueva “primavera neoliberal” el

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