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JOHANNES KEPLER: LA

TEORÍA DE LA ARMONÍA
DE LAS ESFERAS
CELESTES, UNA
APROXIMACIÓN (I)
 PABLO GARCÍA ARIÑO — 24/07/2019            

Johannes Kepler, alguien olvidado en la inmensidad del cosmos


A Johannes Kepler, nacido en 1571 en la ciudad alemana de Weil-der-Stadt y muerto
1630 en la ciudad de Ratisbona, al igual que Nicolás Copérnico, hay que entenderlo m
como científico que como filósofo, pues, aunque va a desarrollar un nuevo siste
astronómico que entrará en contradicción con la ontología aristotélica (al derivarse de e
la distinción entre realidad y apariencia), no desarrollará una nueva ontología sobre la
asentar sin contradicciones la ciencia moderna.

Sus obras magnas son El secreto del Universo (1596), La nueva astronomía (1609) y


armonía del mundo  (1619). Nos centraremos en el tercero de estos textos, escrito co
que Kepler insiste en que debajo de nuestro mundo existen unas causas ocultas que es
actuando pero que no vemos, causas que dan lugar a  ese mundo  que consideram
nuestro, el real pero que en realidad no es más que apariencia. La diferencia entre
armonía del mundo o Harmonices Mundi (título original) con el resto de sus obras se h
en que en esta, la supuesta estructura arquitectónica que subyace bajo nuestro Unive
pierde su carácter geométrico para comenzar a abrigar una estructura musical. Ahora,
planetas, cuyo movimiento genera música por su rozamiento con el aire, se mueven co
se mueven porque la naturaleza responde a una partitura musical, la cual quiere descu
Kepler. No obstante, en el fondo, la idea es la misma, pues habla de unidades (ya s
geométricas o musicales) y de que el universo se ha formado con arreglo a u
determinadas proporciones de esa unidad.

En este libro, Kepler no será capaz de escribir la partitura final, es decir, la causa ocul
formal como tal, pero enunciará su tercera ley (descriptiva), la cual dice que para cualq
planeta, el periodo de revolución al cuadrado (tiempo que tarda en dar una vuelta al
partido por el cubo de la longitud de su semieje mayor (distancia media del cuerpo
fuente central gravitacional) da un número constante.
Es con Harmonices Mundi, formado por cinco libros, como Kepler explicó su teoría d
armonía de las esferas celestes en la música en la música. Se trata de una obra propia
un aventurero teórico, con una carga teológica (y filosófica) considerable. Dice Kepler:
«Ahora ya,  (…)  nada me retiene ya, y me complazco en
permitirme el furor sagrado, y asaltar insolente a lo
mortales con la franca confesión de haber hurtado los cálice
áureos de los egipcios, para construir con ellos el tabernáculo
de mi Dios lejos de los confines de Egipto. Si me lo pasáis po
alto, me alegraré; si os inflama la ira, lo soportaré. Aqu
lanzo los dados, escribo el libro, que lo lean los presentes o lo
venideros, nada importa; espere a sus lectores cien años, s
Dios mismo se ha prestado a esperar seis mil a quien lo
contemplara» (Kepler, 1992 [1596], p. 178-179).

Johannes Kepler buscó con todas sus fuerzas la verdad del orden cósmico y la armo
estética de los cuerpos celestes pero su fama nunca alcanzó la de Galileo o Copérnico p
sí su pensamiento, pues fue de gran utilidad para filósofos posteriores como Newton.

Una teoría de la armonía de las esferas celestes

Que los movimientos de los astros que se encuentran en el cielo pudiesen seguir al
tipo de proporción parecida a la que se daba en la música, es una idea que se encuentra
primera vez en los pitagóricos. La teoría de la armonía de las esferas celestes, aunque
conocida ni mencionada como tal, será admitida por distintas astronomías a lo largo d
historia como la de Platón, pero será Kepler, inspirado en las  Armónicas  de Clau
Ptolomeo, quien profundice en ella y la aplique a la astronomía de su tiempo (el Sol e
centro del mundo, el movimiento cerrado de los planetas traza elipses y no círculos…).

Kepler, como hombre de convicciones religiosas, y por ello, del orden, entiende que
deber es buscar y revelar al mundo lo oculto que hay en el cosmos, la estructura verdad
del Universo. Kepler encontrará en el movimiento de los planetas una condición estruct
semejante a la que se da en la música renacentista de su tiempo, lo que le hará pensar
había descubierto el camino para alcanzar el secreto que se esconde tras el mu
aparente, la Creación de Dios como tal.
La música producida por los planetas no se puede oír pues estos no producen un son
como tal con su movimiento y no solo porque se encuentren a cientos de millones
kilómetros de distancia de la Tierra. Estos no son arcos de violín con crin de caballo
frotados contra unas cuerdas dan nacimiento a un sonido. Lo que realmente producen
distintos movimientos de los planetas es una armonía que se percibe a través del intele
La música de las esferas celestes solo puede ser comprendida por la razón, y e
numerosas veces se encuentra más allá los sentidos del ser humano.
Finalmente la astronomía que sucedió a Kepler, por suerte o por desgracia, depende
para quien, demostró que las razones de que los movimientos planetarios fuesen los
fuesen, se centraban en la teoría de la gravitación universal (Newton) y no en ningún tipo
armonía musical. Sin embargo, esto no quita e impide cualquier tipo de interés en po
pensamiento de Kepler. No es la verdad cosmológica la que uno busca en Kepler sin
unión, incluso simbiosis, que se da entre la música (y también la estética) con la cie
astronómica.

Lo que no podemos negar es el esfuerzo de Kepler a la hora de conocer el mundo, p


dedica una verdadera pasión al estudio de la (y su) teoría astronómico-musical, de la cua
pueden incluso extraer reflexiones estéticas, filosóficas o teológicas; una teoría que va m
allá de una especie de algo así como una romanza celeste metafórica. Dicho esto, mer
la pena recordar el bellísimo epitafio que el propio Kepler redactó para su sepultura:

«Medí los cielos; ahora mediré las sombras de la tierra. M


alma era del cielo, pero la sombra de mi cuerpo reposa aquí»
(Hawking, 2005, p. 560).

¿Qué es la armonía de las esferas?


No es sencillo definir algo así como una armonía de las esferas, y más todavía
queremos hacer de ella una teoría. Para ello, se ha de partir de que el movimiento de
cuerpos celestes que podemos ver en el firmamento, obedece a las mismas proporcio
armónicas de la música, razón por la que tenemos que manejarnos y desenvolvernos
una metafísica en la que se conecte la música con dicho movimiento. La armonía de
esferas se presenta como aquella que se da en un tipo de cosmos en el que los as
poseen un movimiento que produce unos sonidos y se ajusta a unas proporcio
armónicas.
El término y concepto de la armonía de las esferas suena más metafórico que técnic
científico, pues parece ser, más que una armonía, una música o melodía aleatoria de
esferas que podríamos escoger arbitrariamente. No obstante, podemos decir que la armo
en cuestión es una idea que presupone la existencia de ciertas combinaciones sonoras
tienen relaciones de correspondencia a su vez con otras combinaciones, siendo es
aquellas con las que está construido el Universo,  lugar  donde el movimiento de los as
que hay en él responden a las combinaciones sonoras anteriores.

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