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LA CONQUISTA Y LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA NUEVA GRANADA La economía del período

correspondiente a la conquista española estuvo influenciada por la catástrofe demográfica, que


redujo de manera radical la población en los 150 años siguientes al descubrimiento, cuando quedó
reducida al 10%. Sólo después de 1.650 comenzó la recuperación poblacional, a expensa
principalmente del proceso de mestizaje. El primer censo de población realizado en 1778 mostró
para la Nueva Granada una población total de 729.569 habitantes, discriminados así: blancos
203.510, indios 157.944, libres (mestizos y zambos) 368.589 y esclavos 65.229. Fue tal la magnitud
del genocidio, que sólo hasta 1918 se recuperaría el número de la población encontrada por los
españoles 400 años atrás. El poblamiento se fue orientando principalmente hacia las tierras
situadas por encima de los mil metros sobre el nivel del mar, evitando los mosquitos y las
enfermedades que ellos trasmitían. Mientras España decaía económica y militarmente en el siglo
XVII, América y el Nuevo Reino de Granada prosperaban sobre la base de una agricultura criolla de
haciendas en expansión y una minería del oro que se reanimaba por la oferta creciente de
esclavos y de mineros independientes. La producción del oro subió considerablemente entre 1545
y 1595, pero luego se estancó y se redujo hasta 1710. Un crecimiento anual como el del 2,5% que
se obtuvo para la segunda mitad del siglo XVIII es muy alto para una economía premoderna e
insinúa una importante fase de prosperidad. Contra lo sostenido por los criollos y aceptado por la
historiografía tradicional, de que la Colonia fue un largo período de estancamiento económico, las
evidencias sugieren que al menos durante el siglo XVIII la Nueva Granada fue relativamente
próspera. Antes de las reformas borbónicas del siglo XVIII los impuestos constituían 3% del PIB,
cifra que se triplicó hacia comienzos del siglo XIX, carga muy pesada sólo por debajo de la de
Nueva España. Parte de esos recursos tributarios se gastaban en la defensa de Cartagena (2,8% del
PIB) y en el pago de los sueldos de la burocracia española y criolla.

LA LENTA RUPTURA CON EL PASADO COLONIAL

Cuando se alcanzó la gesta de la independencia con ella se buscaba que hubiera


una serie de cambios políticos, sociales y económicos que modificaran lo que
hasta ese momento había sido la época de la colonia, y ciertamente al escudriñar
se pueden notar algunos cambios, sin embargo, en muchos otros aspectos las
cosas siguieron igual, y fue necesario más tiempo del esperado para que esos
matices coloniales fueran desapareciendo.
En este proceso de evolución posindependencia podemos ver como en la primera
década se buscaba la forma de darle un nuevo curso al modelo que se debía
seguir con la economía. hacia 1830, se mantuvo un modelo similar a la colonial.
Sin embargo, durante el gobierno de Tomas Cipriano de Mosquera, se decide
tomar fundamentos liberales para encausar la economía.

A mediados del siglo XIX podemos ver que ya existían dos formas de ver la
economía, la primera se oponía al proteccionismo, a la intervención del Estado en
la economía, y la otra, aquellos que apoyaban los esfuerzos de industrialización y
proteccionismo de los productos nacionales.

En la época de los españoles la división social estaba organizada en forma


jerárquica donde la base de la pirámide la ocupaban los negros, luego los indios,
libres de todos los colores y blancos. Sin embargo, los mestizos fueron ocupando
un lugar muy amplio, debido al aumento de estos, y el hecho de sentirse “criollos”
es lo que los mantenía unidos. Con la independencia estos sentimientos crecieron
exponencialmente y uno de las principales acciones del nuevo Estado
Republicano, fue el de acabar con las castas, por lo que solo quedaron los
esclavos y libres.

Como consecuencia de la guerra de independencia podemos notar que quedó un


rastro de crímenes, vagancia y bandidaje. Los principales afectados fueron
aquellos que vivían en la zona rural, lo que hizo que se presentara un
desplazamiento hacia los cascos urbanos. El crecimiento de la agricultura
también se vio afectado, lo que arruino la vida y bienes de importantes
empresarios y sectores de la economía colonial durante los años siguientes a
1810 (Tovar Pinzón). Muchas haciendas quedaron deshabitadas o destruidas,
todo bajo el fenómeno de la extorción, el saqueo y el secuestro. Fue hasta la
década de los treinta que se pensó en una política de reconstrucción y de
retomar el control.

Muy pocas haciendas lograron mantenerse para el siglo XIX. Nacieron nuevos
comerciantes, y paralelamente el Estado promovió la ocupación de tierras nuevas
e inexplotadas. Por otra parte, se pedía que los manumitidos que se contrataran,
lo hicieran en las minas y se dejara un aliciente por tener peones, de tal manera se
obtendrían ciertas utilidades (Tovar Pinzón).

La minería también fue afectada por la independencia, ya que muchos de los


esclavos huían de sus amos o eran enrolados en la guerra lo que dejo las minas
sin obreros, por lo que la productividad bajó ostensiblemente y esto redundó en
una disminución en la actividad en las casas de moneda. Por lo que se presentó
una crisis por falta de monedas y a los patriotas les tocó acuñar monedas de
cobre, para superar ese inconveniente.

Para el levantamiento de la crisis minera, se requirió de inversores extranjeros y el


desplazamiento de los centros de producción de metal al Tolima, el Cauca medio,
y particularmente, Antioquia (Tovar Pinzón).

También es importante mencionar que la pequeña minería también fue creciendo


considerablemente. Para el año de 1830, el Estado tenía una gran preocupación
por reactivar la economía, por loque los consulados de comercio propusieron los
principales problemas que acarreaban la economía del momento, y las
condiciones para superarlos: (1) Consolidar la Paz, (2) Fomentar la agricultura,(3)
impulsar el cultivo de tabaco como producto básico de exportación, (4) Estimular la
agricultura de origen colonial, (5) Crear condiciones socioeconómicas que
permitan que los colombianos tomaran el control del mercado interno, puesto que
estaba en manos de los extranjeros, (6) y por último, impulsar las mejoras en las
vías de comunicación.

En los primeros años de la república se puede notar un proteccionismo moderado,


que se puede observar en la defensa de algunos productos agrícolas nacionales y
en el incentivo de algunas zonas industriales. Se aumentaron considerablemente
algunos impuestos, por ejemplo, el incremento del tributo en un 29% sobre la
industria textil.

Hasta finales de la década de 1840 fue prohibida la importación del azúcar, y los
alimentos importados tenían los impuestos más altos. Por el contrario, las
exportaciones fueron muy importantes en la búsqueda de nuevos mercados
como Inglaterra, Francia y Estados Unidos.

La exportación del oro en los primeros años se mantuvo igual que en la colonia,
esto quiere decir que se exportaba solo oro amonedado para así garantizar el
pago del quinto, fue hasta la administración de Mosquera que autorizó la
exportación de oro sin amonedar, sujeta a un derecho único del 6% (Tovar
Pinzón).

Las exportaciones siguieron siendo un fenómeno de pérdida, ya que en la primera


mitad del siglo XIX se vio un retroceso de las exportaciones, al aumentar la
población en un 80%, las exportaciones por persona se redujeron en un 40% en
comparación a como se venía manejando en la época de la colonia.

Durante los primeros años de la república se eliminaron algunos impuestos como


el tributo de indios, a los mazamorreos y al monopolio de aguardiente. Esto genero
desbalances financieros que trataron de suplir acudiendo a saldos de cajas reales,
la expropiación de bienes realistas y el uso del papel moneda. El impuesto más
considerable que se implemento fue el de la renta, que consistía en un impuesto
progresivo sobre el salario y del 10% sobre el capital, el cual fue suprimido en
1826.

Es fácil reconocer que muchos de los problemas que se evidencian en la


actualidad vienen desde la época de la república, es más, desde comienzos de la
independencia. Además, las políticas en el comercio que se esperaban en los
consulados, se parecen mucho a las que se esperan en la actualidad. Colombia es
un país n que pareciera ignorar a cada instante su historia, lo que hace que los
errores del pasado se sigan cometiendo y por eso es que las políticas públicas y
económicas van de fracaso en fracaso. Y como dice el adagio popular “el que
desconoce su historia está condenado a repetirla”

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