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La lenta ruptura con el pasado colonial (1810-1850) reseña.

Bien se sabe que la lenta ruptura con el pasado colonial “la independencia” buscaba ciertos

cambios políticos, sociales y económicos respecto a la época de la colonia. Se encontraban

dos diferentes variables, una luchaba por reconstruir los fundamentos coloniales de la

economía nacional, es decir, luchaban y apoyaban los esfuerzos de industrialización y

proteccionismo de los productos nacionales. Por otra parte, la otra variable buscaba una

ruptura con las múltiples trabas que se oponían al desarrollo moderno, es decir, se oponían

al proteccionismo, a la intervención del estado en la economía.

En análisis, hacia el año 1820 se mantenían esfuerzos para la reorientar el modelo que debía

seguir la economía, para 1830 se sostenía el patrón de desarrollo sobre perímetros del

origen colonial. Sin embargo, es hasta 1845 con el gobierno de Tomas Cipriano de

Mosquera, que se reorienta la economía colombiana hacia fundamentos liberales, así

mismo, en el gobierno de José Hilario López de (1849 – 1853) mientras se daba el

movimiento conservador.

Mucho antes de la independencia, la población Colombia había sido estratificada por

castas: negros, indios, libres de todos los colores negros y blancos. La sociedad fue saturada

por los mestizos, a pesar de eso la ideología de “criollos” era lo que los mantenía unidos.

Uno de los temas controvertidos durante la constitución del estado republicano fue el de las

rentas. Durante los primeros años de la república se eliminaron algunas rentas como el

tributo de indios, a los mazamorreos y al monopolio de aguardiente. Así mismo, la

independencia asumió un carácter de guerra civil en los primeros años de su declaratoria,


decentó en la sociedad instintos de revancha, defensa y venganza. La guerra fue

envolviendo en su loca carrera a cuanto hombre, mujer y niño que fue encontrando a su

paso quienes fueron víctimas de durante siglos de maltratos, opresiones e injusticias. Esas

personas se afiliaron a banderas reivindicatorias tachonadas de promesas de igualdad,

justicia y libertad.

A finales del siglo XIII la agricultura colombiana había pasado una etapa de auge y

expansión, por el crecimiento de la demanda de los centros urbanos, mineros y los

mercados internacionales por la vía del contrabando. Después de 1819 comenzaron a

hacerse esfuerzos de reconstrucción y conservación de las estructuras económicas vigentes,

aunque las secuelas de la guerra impidieron que en la década de los veinte hubiera una total

readecuación de la economía. Los negros esclavos, los indios, los mestizos y los libertos

marcharon junto al ejercito recibiendo el apoyo para que pudieran levantar la banderas de la

rebelión y la resistencia armada. En la guerra civil entre Cartagena y Santa Marta, como

aquella entre Santa Fe y Tunja, antes de 1815, los ejércitos en contienda practicaban los

secuestros de los bienes de los españoles o de quienes emigraban temerosos de las posibles

represalias. Esta migración, como el abandono de importantes haciendas y empresas

económicas, fue lo que obligó a los comisionados políticos del Gobierno general de las

provincias unidas a nombrar, en 1814, al coronel José Acevedo y Gómez como sub-

presidente y jefe superior político de la Villa de Zipaquirá y Nemocón para que regulara el

abasto de los pueblos y mantuviera el orden político y económico, con el fin de lograr que

los bienes de los enemigos estuvieran a buen recaudo.

En la primera mitad del siglo XIX fue indudable que muchas haciendas entraron en

decadencia, ya sea porque sus dueños tuvieron que dejar definitivamente el país o porque
estaban ubicadas en aquellas regiones donde la guerra fue permanente. Un caso que nos

ayuda a ilustrar los esfuerzos de conservación, reordenamiento y readaptación de la

hacienda colonial en la primera mitad del siglo XIX lo presenta la hacienda de Coco nuco,

que durante el siglo XVIII fue propiedad de la Compañía de Jesús y, después de 1767, pasó

a manos de dos de las familias más ilustres de Popayán: los Arboleda y los Mosquera.

Desde la colonia el estado había otorgado a grandes empresarios extensas tierras baldías

para que le dieran uso y la colonizaran. La novedad en la entrega de baldíos durante el

período anterior a 1850 radica en el intento de integrar la política de adjudicación de tierras

con la inmigración de extranjeros a Colombia, para generar nuevas posibilidades de

desarrollo agrícola.

Los ejércitos americanos y españoles proclamaron su libertad, en un acto más político que

humanitario, buscando con ello ganar una importante fuerza para su causa. Una vez

concluida la Independencia, el Congreso de Cúcuta (1821) dictó la ley de manumisión de

esclavos o libertad de partos, por medio de la cual todo hijo de esclavo nacido a partir de la

promulgación de la ley sería libre. Muy pocos esclavos se manumitieron en los primeros

años de la ley, aunque algunos liberales, como José Manuel Restrepo, hablaban de miles

(más precisamente, 3.000 entre 1833 y 1845). Sin embargo, luego de las disposiciones de

1842-48, que significaron un retroceso en el proceso de manumisión, el Gobierno restituyó

las juntas y se encaminó a promover la liberación definitiva de los negros. Los esclavos

serian avaluados y se pagarían a los amos con bonos de deuda pública.

En 1820 se ordenó la restitución de las tierras que les habían usurpado y en 1821 se

reafirmó la vieja prohibición de emplearlos sin pagarle un salario a los indígenas y se

determinó que se conservaría el oficio de protector de naturales.


La guerra de Independencia afectó la producción de oro, desarticulando toda la estructura

económica, fiscal, social y monetaria que se erigía sobre el buen funcionamiento de las

minas. La reorganización de la minería no fue una tarea fácil. Por una parte, exigió una

inversión considerable de capitales y, por otra, el uso de tecnologías que hicieran rentable

su explotación, particularmente en el caso de las minas de veta. Sobre estas bases,

Antioquia terminó desplazando al Pacífico como principal productor del metal.

Después de 1830 los consulados del comercio de las más importantes ciudades colombianas

proponían como condiciones necesarias para superar los principales problemas que

afectaban la economía colombiana, tales como, consolidar paz y la unión como condiciones

mínimas para un progreso económico, Fomentar la agricultura, teniendo cuidado de

estimular el auge de sectores que no estuvieran desarrollados en otras regiones, con lo cual

se evitaría la competencia y la posible ruina de los nuevos empresarios, Crear condiciones

socioeconómicas que permitieran a los colombianos recuperar el control de los mercados

internos, que eran controlados por los extranjeros, lo que había creado una escasez de

circulante monetario entre los comerciantes nacionales, como entre otras condiciones

necesarias para la superación de los principales problemas económicos que afectaban la

economía en su momento.

De acuerdo con dichos estudios, los gravámenes establecidos en 1821 fueron moderados

(20% en promedio sobre los valores oficiales), ciertamente inferiores a los que prevalecían

a fines de la Colonia (35% al 40%). Sin embargo, como la mayoría de los gravámenes se

cobraban antes en la metrópoli, el efecto fiscal de los derechos de importación estipulados

por el Congreso de Cúcuta consistió en un aumento de los ingresos de la naciente república.

A partir de 1828 se inició un movimiento proteccionista que tuvo su momento culminante


en 1833. Para ese entonces el gravamen conjunto de importación y alcabala más común

para las telas se había elevado al 29% sobre los valores oficiales existentes, contra solo el

20% en 1821. Debido, sin embargo, al contrabando inducido por los elevados niveles

arancelarios, desde fines de 1834 se redujeron de nuevo los gravámenes, hasta llegar a

mediados del año siguiente al 22%. En 1842 se elevó en dos puntos el derecho de

importación, y en 1844 se emprendió una reforma mucho más radical del arancel. Aunque

los gravámenes sobre las telas no parecen haber variado mucho, se elevaron

considerablemente los derechos de importación de los bienes agrícolas. Después de 1820 el

Gobierno de Colombia inició un proceso de apertura de su comercio exterior con aquellos

países que veían en las nacientes repúblicas perspectivas de nuevos mercados. Inglaterra y,

en menor medida, Francia y Estados Unidos sustituyeron a España como principales socios

comerciales. Sin embargo, el comercio directo con los países europeos solo se generalizó a

mediados de siglo.

Para concluir se puede decir que la lenta ruptura con el pasado colonial como tal fue un

proceso largo y sangriento con un cantidad de acontecimientos que generaron cierto

impactos en la sociedad y a pesar de que en su momento pasaron muchos acontecimientos

negativos como problemas, desapariciones, muertes, entre otros. Se pueden resaltar muchas

aspectos positivos que surgieron de toda esa época como fue la transición del desarrollo

económico en Colombia desde el periodo de la independencia (1810), explica los modelos

económicos que se implantaron y sus deferentes conflictos, habla del periodo de gobierno

de Tomás Cipriano Mosquera (1845-1849), así mismo la gran dependencia que tuvo el país.

Maira Serrano Barros – Cristina Beleño


Universidad de Cartagena
09/09/2021
Cartagena de Indias

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