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(INTRODUCCIÓN)

Alemania es el país más grande y más poblado de la Unión Europea. Su


capital es Berlín y su territorio está formado por dieciséis estados
federados o Bundesländer. Con una infraestructura de carreteras amplias
y un excelente nivel de vida, es una de las naciones más desarrolladas
del mundo. Es considerada uno de los países con la economía más sólida
no sólo en la Unión Europea sino a nivel mundial, además es uno de los
países con menor porcentaje de personas desempleadas en el mundo.

Se encuentra entre los países industrializados más avanzados y potentes


del mundo. Además, con sus más de 83 millones de habitantes es
también el mercado de mayor tamaño y mayor peso específico de la
Unión Europea (UE). La economía alemana se concentra en los bienes y
servicios industriales, sin dejar a un lado la marcada orientación hacia la
exportación. La máquina herramienta, los vehículos y los productos
químicos alemanes son muy apreciados a nivel internacional.
Aproximadamente uno de cada cuatro euros se gana en la exportación y
más de uno de cada cinco puestos de trabajo depende directa o
indirectamente del comercio exterior.

Sin embargo, no siempre fue la gran potencia económica que es hoy. De


acuerdo a muchos autores, la economía alemana quedó devastada luego
de las guerras, específicamente la Segunda Guerra Mundial. Llegó a
contraerse hasta el -52% en el año 1946.

No es sino hasta 1948 que se crea un Conseja Económico que


implementó una serie de reformas estrictas que salvarían la economía,
tanto así que Alemania se convirtió en la segunda economía de mayor
tamaño entre 1958-66. Estas políticas económicas dieron origen al
llamado “milagro económico”.

Adicional a estas reformas, se suma el financiamiento que recibió el país


a través del Plan Marshall, que no era más que un programa impulsado
por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial para ayudar a los
países europeos a recuperarse de la destrucción provocada por el
conflicto. Alemania obtuvo el 11% del financiamiento que ofrecía este plan
y consistió principalmente en el envío de alimentos, combustible y
maquinaria, y más tarde en inversiones en industria y préstamos a bajo
interés. 

Como parte de esa estrategia, el Plan Marshall pretendía apoyar la


reconstrucción de los países de Europa occidental para frenar a la URSS.
El plan tuvo resultados satisfactorios: el Reino Unido, Francia y la
República Federal Alemana ya habían reactivado e industrializado sus
economías en 1951. 
(DESARROLLO)

Industrialización

El establecimiento del Zollverein (unión aduanera alemana) junto a la


creación de sistemas ferroviarios, fueron los principales impulsores de la
revolución industrial y de la unión política. En 1834, se eliminaron las
barreras arancelarias entre los estados alemanes. En 1835, el primer
ferrocarril alemán fue construido uniendo Dresde y Leipzig, fue tan
increíble el éxito logrado que en la década de 1840 hubo "fiebre por los
trenes" en todos los estados alemanes. Con el tiempo, otros estados
alemanes ingresaron a la unión aduanera y comenzaron a vincular sus
sistemas de ferrocarriles, estos comenzaron a conectar todos los rincones
de Alemania. Para la década de 1840, Alemania ya contaba con todo un
sistema ferroviario. Se intensificó el desarrollo económico que abrió
nuevos mercados de los productos locales, además se incrementó la
demanda de ingenieros, arquitectos y operarios calificados, también
estimuló las inversiones en el carbón y el hierro.

Con la caída del segundo imperio de Francia en 1870 y la creación


del Imperio Alemán en 1871, la industrialización se estimuló. Las
conquistas de Napoleón I de los estados alemanes durante la época de la
Revolución Francesa produjeron importantes reformas institucionales,
incluyendo la supresión de las restricciones feudales sobre la venta de
grandes latifundios, la reducción del poder de los gremios en las ciudades
y la introducción de una nueva ley comercial más eficiente. No obstante,
las decisiones políticas sobre la economía del Imperio Alemán seguían en
gran parte controlados por una coalición de "centeno y hierro", es decir los
terratenientes Junker del este y la industria pesada del oeste.

En el año 1900, Alemania fue líder mundial en la industrialización.


Entre 1895 y 1907, el número de trabajadores empleados en la
construcción de maquinaria era el doble. Alemania también fue testigo de
un crecimiento demográfico sin precedentes pasando de 35 millones de
habitantes en 1850 a 67.000.000 en 1913. El rápido avance hacia la
madurez industrial condujo a un cambio drástico en la situación
económica de Alemania, de ser un importador de tecnología para ser un
gran exportador de productos terminados. En 1913, Alemania llegó a
dominar todos los mercados europeos y en 1914, se convirtió en uno de
los tres mayores exportadores del mundo.

Tercer Reich

En el tiempo de mando de los nazis en el poder, el desempleo era muy


alto, pero se logró estabilizar gracias a los programas públicos masivos
como el Reichsbahn, Reichspost o Reichsautobahn.

Fecha Desempleados Empleados

Agosto de 1932 5.2 12.8

Agosto de 1933 4.1 14.1

Agosto de 1934 2.4 15.9

Agosto de 1935 1.7 17.1

Las políticas económicas y fiscales expansivas tras la crisis


financiera de 1931 fueron aconsejadas por el ministro de Economía no-
nazi, Hjalmar Schacht, que en 1933 se convirtió en el presidente del
banco central.

Las políticas comerciales del Tercer Reich estaban encaminadas a


la autosuficiencia, pero por la falta de materia prima, no fue así. Alemania
tendrían que mantener los vínculos comerciales, pero en las preferencias
bilaterales, los controles de divisas, cuotas de importación y subvenciones
a la exportación en virtud de lo que se llamó el "Nuevo Plan" (Plan de
Neuer) de 19 de septiembre de 1934. El "Plan Nuevo" se basaba en el
comercio con los países menos desarrollados que cambiarían las
materias primas para los productos industriales alemanes. Esta política se
conoce como la política Grosswirtschaftsraum ("mayor área económica").

Finalmente, el partido nazi desarrolló fuertes relaciones con las


grandes empresas y los sindicatos, abolidos en 1933 con el fin de formar
el Servicio Nacional del Trabajo (RAD) y el Frente Alemán del Trabajo
(DAF) para ajustar las horas de trabajo.

La economía social de mercado como base

El modelo de economía social de mercado constituye la base de la


política económica alemana desde 1949. Este sistema garantiza la
libertad de la actividad empresarial y al mismo tiempo promueve el
equilibrio social. Desarrollado en la posguerra por Ludwig Erhard, el
concepto de economía social de mercado sentó las bases para la
exitosa senda de desarrollo del país. Alemania se compromete
activamente con la gestión de la globalización y aboga por un sistema
económico mundial sostenible, que ofrezca oportunidades justas para
todos.

A partir de 1949, con la creación de la República Federal de Alemania y


de la República Democrática de Alemania, se consolida una división que
durará 40 años; en 1990 ambas se reunificarán.

En los años cincuenta la industria alemana recuperó su tradicional


dinamismo y volvió a convertirse en la proveedora de maquinaria y
material de transporte de sus vecinos. Los crecientes lazos comerciales
fundamentaron la apuesta por el mercado común europeo que se
concretó en el tratado de Roma de 1957 a la vez que sancionaron la
amistad con el vecino francés.

Alemania Occidental

Con la sustitución del Reichsmark por el Marco alemán como moneda de


curso legal, se vivió un período duradero de baja inflación y rápido
crecimiento industrial supervisado por el gobierno encabezado por el
canciller Konrad Adenauer y su ministro de Economía, Ludwig Erhard,
levantando la Alemania Occidental de devastación total de la guerra para
convertirse en una de las naciones más desarrolladas en la Europa
moderna.

El Plan Marshall se amplió para incluir también a la Alemania


Occidental después de detallar de que el estancamiento de la economía
alemana occidental estaba frenando la recuperación del resto de Europa.
La cuantía de la ayuda monetaria (que era en forma de préstamos)
recibidas por Alemania a través del Plan Marshall fue de alrededor de mil
seiscientos cincuenta millones de dólares. Pero en gran medida eclipsado
por el importe que los alemanes tuvieron que pagar por reparaciones de
guerra y por los altos cargos que los Aliados hicieron pagar a Alemania,
del orden de 2400 millones de dólares al año.

En 1953 se decidió que Alemania debía pagar mil cien millones de


dólares de la ayuda que había recibido. El último reembolso se hizo en
junio de 1971. A pesar, que la recuperación hubiera sido posible sin el
impulso económico inicial del Plan Marshall, así como la modernización
de la infraestructura proporcionada por el plan de recuperación
económica.
Además de estos factores, el trabajo eficiente, largas jornadas
laborales a pleno rendimiento en los años 1950, 1960 y principios de
1970, y la mano de obra extra suministrada por miles de Gastarbeiter
("trabajadores invitados") ofrecieron una base esencial para la
recuperación económica. Los esfuerzos de reconstrucción siguieron al
final de la guerra, la industria y con ello la economía del país se
desarrollaron rápidamente, dando lugar al fenómeno histórico conocido
como el milagro económico alemán. La calidad de los productos
alemanes nunca perdió su renombre a nivel mundial, y la nación se
impuso en menos de una década como primera potencia económica de
Europa, posición que conserva hoy en día.

Alemania Oriental

A principios de la década de 1950 la Unión Soviética se había apoderado


de las reparaciones de guerra en forma de productos agrícolas e
industriales y exigió pagos de reparaciones más pesados. La Baja Silesia,
que contenía las minas de carbón, y Stettin, un puerto natural prominente,
se perdieron a favor de Polonia.

Las exportaciones de la Alemania Occidental superaron 323 mil


millones dólares en 1988. En el mismo año, Alemania Oriental exportó
30.7 mil millones de dólares en bienes, el 65% a otros estados
comunistas. La Alemania Oriental tuvo desempleo cero.

En 1976, el crecimiento medio anual del PIB fue de


aproximadamente 5,9%

Alemania reunificada
La caída del muro de Berlín en 1989 abrió las puertas a la reunificación en
1990 de la Alemania Oriental y la Alemania Occidental. Durante los años
90, la economía alemana debió lidiar con dos grandes desafíos
estructurales: la unificación con Alemania oriental y la unión monetaria
(introducción del euro). La economía de Alemania oriental colapsó como
consecuencia de un tipo de cambio sobrevaluado al adoptar el marco
occidental (DM), lo que se combinó con un rápido aumento de los salarios
por encima de la productividad y con la caída de los flujos comerciales
tradicionales. En ese momento, Alemania occidental tuvo que financiar
alrededor de la mitad del consumo de sus conciudadanos en el Este
(unos 100.000 millones de euros al año, el equivalente a 8% del PIB)
mediante diferentes prestaciones. Esto se convirtió en una pesada carga
para el sistema de seguridad social y los costos laborales no salariales.
La unificación también generó altos déficits presupuestarios, que
aumentaron la deuda pública aproximadamente de 40% del PIB en 1992
a 60% en 1997. El superávit en las exportaciones de Alemania occidental,
que rondaba el 5% del PIB antes de la unificación, se desvaneció por
completo e impulsó una ola de ansiedad nacional en torno de una
supuesta pérdida de competitividad internacional. El segundo cambio
histórico fue el establecimiento de la Unión Monetaria Europea (UME),
con la consecuente introducción del euro en 1999. Como resultado,
Alemania perdió el control de su política monetaria y quedó sujeta a una
tasa de interés fijada por el Banco Central Europeo (BCE). En el ámbito
nacional, esto significó un periodo de tasas de interés reales
relativamente altas, acompañadas por baja inflación y lento crecimiento.
Algunos economistas sostenían que el país había ingresado a la UME con
un tipo de cambio sobrevaluado (1,96 DM/€), cuyo efecto fue la pérdida
de competitividad.

Estancamiento y Reformas
Entre los años 1998 y 2005 asumió un nuevo gobierno, estos años se
caracterizaron por mostrar un crecimiento lento, que condujo a un
desempleo alto y persistente en torno de 10% y a déficits presupuestarios
cercanos a 3%. La inflación era baja y, debido al débil crecimiento y a las
restricciones salariales, no alcanzaba el nivel de los países de la
eurozona. Las exportaciones netas constituían el principal motor de
crecimiento, mientras que la demanda interna (particularmente la
inversión, pero también el consumo privado) sufría un estancamiento. En
este contexto, se multiplicó el miedo a perder competitividad internacional.
El gobierno decidió reducir su déficit, en cierta medida también para
cumplir los criterios de Maastricht enmarcados dentro del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea, que exige déficits y
deudas públicas menores a 3% y a 60% del PIB, respectivamente.
Probablemente, la política de austeridad adoptada durante la recesión
prolongó la etapa de bajo crecimiento y alta desocupación.

Debido a estos problemas, junto con envejecimiento de la población


alemana, el sistema de bienestar estuvo bajo una presión considerable.
Esto llevó al gobierno a llevar a cabo un amplio programa de reformas de
austeridad, la Agenda 2010, incluidas las reformas del mercado de trabajo
conocidas como Hartz I - IV. El principal efecto fue un aumento
significativo en la competitividad de los precios y las exportaciones de
Alemania. Debido al alto crecimiento de la demanda impulsado por una
economía mundial en expansión y la periferia europea, el superávit
exportador se elevó hasta alcanzar aproximadamente 5% del PIB. Tras un
largo periodo de escasas inversiones, las empresas privadas propiciaron
una cierta aceleración de la actividad. Este factor, junto con la mayor
demanda por las exportaciones, generó un aumento del crecimiento y un
lento declive del desempleo.
Nueva era económica

Finalmente, en 2007-2008, Alemania estaba bastante bien en


términos macroeconómicos, con un crecimiento en recuperación, un
desempleo en retroceso, una inflación por debajo de 2% y un presupuesto
cercano al equilibrio.

Sin embargo, el PIB de Alemania se contrajo en el segundo y tercer


trimestres de 2008, poniendo al país en una recesión técnica junto con la
recesión europea y mundial. La producción industrial alemana cayó a
3,6% en septiembre. En enero de 2009, el gobierno alemán bajo Angela
Merkel aprobó un plan de estímulo económico de 50 mil millones € para
proteger a varios sectores de una recesión y un posterior aumento de las
tasas de desempleo. Alemania salió de la recesión en el segundo y tercer
trimestre de 2009, debido a las exportaciones (principalmente de fuera de
la Zona Euro) y a una demanda de consumo relativamente estable.

En 2011 se mantuvo como el tercer exportador y el tercer mayor


importador. La mayor parte de las exportaciones del país son en
ingeniería, especialmente maquinaria, automóviles, bienes químicos y
metales. Alemania es un importante productor de turbinas eólicas y
tecnología de energía solar. El 2011 fue un año récord para la economía
alemana. Las empresas alemanas exportaron bienes por valor de más de
1 billón de €, la cifra más alta en la historia y el número de ocupados ha
aumentado a 41,6 millones, la cifra más alta jamás registrada.

Hacia 2012, Alemania era considerada una vez más como un


milagro económico, ya que parecía haber salido relativamente indemne
de la crisis. El PIB se había recuperado y el empleo estaba en alza.
Aunque la deuda pública superaba claramente el valor previo a la crisis
(aproximadamente 83% del PIB en 2010 frente a 64% en 2007), se
mantenía muy por debajo de los niveles exhibidos en otros países de la
eurozona o EEUU, y estaba bajo control gracias al aumento de la
recaudación tributaria.

Durante los años posteriores, la economía de Alemania siguió


siendo más fuerte en relación con los países vecinos de la zona.

Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el


crecimiento de Alemania en el 2017 según el PIB a precios constantes
tuvo un aumento al llegar a 2,51%, lo que significó que la economía
alemana presentara una sólida recuperación.

La economía alemana de expandió 0,6% en el 2019, la tasa más


débil desde 2013 y que representa un marcado descenso con respecto al
año anterior, que fue de 1,3%.

Debido a la pandemia del COVID-19, se estima que la economía del país


se contrajo en 6% en 2020 (FMI). Después de experimentar una recesión
histórica en 2020 debido al estallido de la pandemia del COVID-19, el país
creció un 3,1% estimado en 2021 (FMI) a pesar de que el sector
manufacturero y la construcción han estado enfrentando la escasez de
suministros. Se espera que la recuperación del consumo privado y de las
exportaciones impulse el crecimiento en este 2022, con una previsión de
crecimiento del PIB del 4,6% (FMI). La inversión también se verá
respaldada por la aplicación del Plan Europeo de Recuperación y
Resistencia. En 2023, se espera que el PIB crezca un 1,7%, suponiendo
una normalización de la dinámica de la oferta y la demanda, aunque
mucho dependerá de la situación mundial del COVID-19.

Inflación

La tasa de inflación en Alemania ha oscilado entre el -0.1% y el 7.0% en


los 61 últimos años. Se ha calculado una tasa de inflación del 3.1% para
2021.
Durante el período de observación de 1960 a 2021, la tasa media de
inflación fue del 2.6% anual. En conjunto, el aumento de los precios fue
del 381.98 %. Un artículo con un costo de 100 euros en 1960, se calculó
en 481.98 euros a comienzos de 2022.

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